Goblin Slayer

Volumen 7

Capítulo 5: Crucero por la Jungla

Parte 3

 

 

La niebla resultó ser una verdadera bendición.

Bloqueaba el sol, empapando todo con una neblina blanca, de modo que incluso los objetos a una corta distancia eran vagos y borrosos.

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Los goblins no pensaban en la niebla como bendición; para ellos, era algo natural. Cuando le pasaba algo bueno a un goblin, este no sentía gratitud hacia nada ni nadie. Puesto que los goblins solían ser a menudo atormentados, en el fondo, era justo que a veces les sucediera algo decente.

No era diferente ahora.

El goblin al que se le había dicho que observara el río a través del bosque lo notó de inmediato. Había estado holgazaneando en su tarea, así que chilló y chilló cuando sucedió.

Era el “anochecer”, cuando el sol detrás del velo de la niebla justo acababa de salir.

Mezclado junto con el gorgoteo de la corriente del río, escuchó un crujido acercándose.

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Los feos ojos del guardia goblin se agrandaron; miró hacia la niebla y escuchó con toda la atención que pudo.

Sí, ahí estaba.

Creak, creak. No había duda: el sonido provenía de aguas abajo, desde la dirección de la aldea de los elfos.

¡Los elfos, que siempre miraban con desprecio a los goblins, pensaban que simplemente podían subir por este río!

“GROORB.”

Cuando divisó la delgada silueta de un marinero emergiendo a través de la niebla, el goblin se relamió sus labios.

Si se trataba de un elfo, podrían golpearlo hasta matarlo y hacer un banquete con él.

Si era una elfa, podrían convertirla en portadora de sus crías.

Cualquiera que fuera, él los había encontrado primero, así que tenía que ser el primero en disfrutarlos, ¿no?

No pensó ni por un segundo que la única razón por la que cualquiera de estos resultados fuese posible era exactamente porque sus compañeros estuvieran con él.

“¡GRORO! ¡¡GROOBR!!”

El goblin se puso los dedos en su boca y emitió un silbido no muy hábil.

“¡¿GROB?!”

“¡GOORBGROOR!”

Los goblins, que habían estado durmiendo, no estaban contentos por haber sido levantados temprano. Pero ellos, también, se despertaron bruscamente en cuanto vieron el barco élfico.

¡Elfos! ¡Aventureros! ¡Presas! ¡Comida! ¡Mujeres!

“¡GORBBR!”

“¡GOBGOROB!”

Tan silenciosamente como pudieron, se susurraron mutuamente sus deseos lujuriosos, tomaron su equipamiento y volaron hacia sus queridas monturas.

Bueno, no digamos queridas. No les importaban mucho los lobos que cabalgaban.

“¡GOROB!”

El guardia, que ahora alardeaba de líder, dio una orden, y los jinetes goblins salieron al galope.

A diferencia de los caballos, los lobos no hacen ruido de cascos cuando se acercan. Y mientras tuvieran el bozal, tampoco aullaban. Los goblins (excepto los hobgoblins) podían cabalgar sobre caballos, pero los lobos eran más convenientes.

Los goblins golpearon cruelmente a los costados de sus monturas, presionándolos a ir hacia delante.

“¡¡GROOROGGR!!”

Primero, se ocuparían del capitán. Luego, del remero. Seguidamente, subirían a bordo y terminarían el trabajo.

Los goblins sonrieron y se rieron, imaginando las caras de pánico de los elfos. La visión de la orgullosa gente del bosque derramando sus entrañas en la cubierta sería realmente placentera.

Esas oscuras ideas hicieron que los goblins agarraran sus armas con mucha más fuerza. Llevaban rudimentarias lanzas de piedra y flechas, junto con hondas. A pesar de lo primitivas que eran estas armas, eran lo suficientemente potentes como para arrebatar una vida.

“¡GGRO! ¡GRRB!”

El guardia aulló calamitosamente, y los otros goblins chasquearon sus lenguas. Se estaba creyendo demasiado. Tendrían que corregir este tema más tarde.

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“¡GRORB!”

“¡GGGROORB!”

Ignorando al ruidoso guardia, los goblins sostenían sus armas preparadas y tensaron sus arcos.

El guardia reclamó esto con entusiasmo, pero cuando descubrió que nadie lo escuchaba, levantó desanimadamente la lanza de su mano.

Espoleando a sus monturas, los goblins comenzaron su ataque.

Apuntaron en dirección al crujiente barco; no había un líder que coordinara su ofensiva.

“¡GORB! ¡GBRROR!”

Casi la mitad de las flechas que llovieron del cielo simplemente acabaron en el agua.

Algunas, no obstante, no solo flechas, sino también lanzas y piedras de las hondas, lograron acertar al remero.

“¡!”

¡El maldito estaba muerto! Ese era el pensamiento colectivo de cada goblin presente. Algunos incluso lo celebraron.

Pero…

“¿……?”


Sin ni siquiera un estremecimiento o un sonido, el remero continuó remando.

¿Es que el ataque no había sido lo suficientemente intenso? ¿O el remero había, por pura suerte, evitado una lesión fatal?

Sorprendidos, los goblins se prepararon para otro ataque. Pero en ese instante:





“¡Uno…!”

Un guerrero con una mugrienta armadura de cuero saltó en medio de ellos y cortó la garganta del guardia.

“¿¡GBBOOROB!?”

El monstruo gritó y se desplomó, y Goblin Slayer lo pateó fuera de su camino, hacia el río.

El consecuente chapoteo fue la señal.

“¡Bbffah!”

La señal al segundo barco que estaba siendo arrastrado tras el primero.

Esta nave, cuyos lados estaban protegidos con escudos defensivos y que contaba con la bendición de los espíritus del viento, no se vio afectada por las flechas.

La Alta Elfa Arquera quitó la cubierta de piel que había estado ocultando la embarcación y se levantó de donde estaba escondida tras el blindaje.

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“¡Tú apestoso, estúpido, pequeño y feo…! ¡Cómo te atreves a acercarte tanto a mi hogar!”

Todavía apoyada en una rodilla, ella sostuvo su gran arco en un movimiento elegante y soltó tres flechas con puntas de capullo simultáneamente. Volaron por el aire con un silbido.

“¡¿GOOB?!”

“¡¿GROBO?!”

Los proyectiles atravesaron los ojos y las gargantas de los jinetes goblins, tirándolos de sus lobos como si ya se estuvieran ahogando. La implacable técnica de la Alta Elfa Arquera no se vio afectada en lo más mínimo por el balanceo del barco o por la niebla que oscurecía su visión.

Sus largas orejas se movieron, captando cada sonido del campo de batalla.

“¡Orcbolg! ¡Vienen por la derecha!”

En lugar de una respuesta, ella escuchó el lamento de un goblin, “¡¿GBOR?!” y ella asintió con satisfacción.

“No obstante, tengo que decir, que preparar un segundo bote para distraerlos con sonidos similares me parece una pérdida de tiempo…”

“Es cierto, necesitó Marineros Dientes de Dragón y todo”, se quejó el Chamán Enano sacando su hacha y echando un vistazo desde detrás de los escudos para verlo mejor.

Los dos Guerreros Dientes de Dragón, que habían sido vestidos con túnicas y colocados en el bote principal, continuaron remando lealmente incluso frente al ataque. Flechas y lanzas habían atravesado sus cuerpos en gran parte vacíos, u ocasionalmente se habían clavado en un hueso.

“Oh, pero tenemos que reducir nuestra velocidad…”  La Sacerdotisa se llevó el dedo índice a los labios, incluso mientras se acurrucaba y se aferraba a su sonoro bastón. “Goblin Slayer está en la orilla y todo eso.”

“Mm. También iré a tierra, así que por favor convéncelos de ir más despacio.”


Preparado con una Espada Garra en su mano, el Sacerdote Lagarto gritó: “¡Hrrraaaaahhhahhhh!” y se lanzó hacia los goblins de la orilla, agitó la cola, aplastando el cuello del primer monstruo con el que se encontró.

La Sacerdotisa gritó y se agarró de los escudos mientras el bote se meció con la fuerza de su salto.

“¡¿No puedes saltar un poco más discretamente?!” Preguntó el Chamán Enano. Luego llamó a la Sacerdotisa, “¿Sigues a bordo?”

“¡E-estoy bien!”

Se suponía que la Sacerdotisa y el Chamán Enano se debían mantener alejados, por lo que su tarea era lidiar con los goblins que se subieran al barco.

“Huh, no te preocupes. ¡No permitiré que… se acerquen a nosotros!” La postura de la Alta Elfa Arquera no se movió ni un centímetro cuando soltó otras tres flechas.

Tres gritos la siguieron. Su habilidad con el arco bordeaba lo mágico.

“Nueve… ¡Diez!”

“¿¡GROOBOO?!”

Goblin Slayer había saltado hacia la niebla, y ahora él giró su escudo hacia la izquierda, confiando a la suerte el golpear algo. El borde pulido y afilado desgarró a través de la cara de un goblin.

Él se movió de nuevo, confiando en el grito que lo guiaba, perforando la garganta de la criatura con su espada.

El monstruo agitó los brazos, tratando de sacar la espada; Goblin Slayer lo pateó y sacó la daga de su cinturón.

Giró la daga con un agarre inverso cuando escuchó el aullido de los lobos acercándose. Mientras lo hacía, su mano izquierda buscó en su bolsa de objetos y sacó una correa de cuero con piedras atadas a cada extremo.

“Hmph.”

Dejó volar la correa; esta giró, rozando el suelo, y de algún lugar en la niebla llegó el chillido de un lobo.

“¡¿GORB?!”

A eso siguió el sonido de algo derrumbándose en el suelo, y el grito de un goblin.

Las bolas se habían enredado alrededor de las piernas de una de las bestiales monturas.

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Sin pausa, Goblin Slayer saltó en esa dirección, cortando la garganta del goblin que había caído.

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Para él, había poca diferencia entre la oscuridad de una cueva y la visibilidad limitada de la niebla.

“Diez y uno.”

Por lo tanto, era Goblin Slayer quien tenía la ventaja al saltar en esta vorágine.

Después de todo, los goblins apenas podían distinguir quién era amigo y quién era enemigo. Un golpe descuidado de un arma podía golpear a un aliado. A diferencia de en cualquier cueva, era difícil confiar en el número para superar al enemigo.

No es que a ningún goblin le preocupara realmente lo que les sucediera a los demás, pero odiaban el perder un escudo que podría haberlos protegido.

“… Una patrulla, o tal vez un encuentro al azar.”

“¡¿GOROOB?! ¡¿GROBOR?!”

“¿Entonces estás de acuerdo?”

El Sacerdote Lagarto pateó a uno de los jinetes, agarró al lobo por el hocico y abrió sus mandíbulas hasta desgarrarlas con pura fuerza.

Estar en combate lo hacía sonar feliz, pero era la sangre de su alrededor lo que aceleraba los pensamientos del hombre lagarto.

“Si se supone que esto es una emboscada,”” dijo Goblin Slayer, destrozando la columna vertebral del jinete en el suelo y murmurando “Doce” mientras sonaba un grito ahogado. “Carecen de poder ofensivo.”

Mientras él se levantaba, lanzó su daga hacia la niebla, provocando un alarido.

“No podemos dejar que ninguno de ellos llegue a su hogar vivo.”

“¡Ja-ja-ja-ja! ¿Acaso íbamos a hacerlo?”

El Sacerdote Lagarto hizo un barrido con su cola, golpeando a un goblin detrás de él contra un árbol, haciendo su columna añicos.

Trece. Seis, tal vez siete quedan aún. Goblin Slayer agarró una lanza a sus pies.

“En ese caso…”

Él levantó su escudo y avanzó, desviando la daga envenenada de un goblin escondido en la niebla, eliminándolo con su lanza.

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Podía sentir que no se había hundido lo suficiente. Al instante, empujó con el asta del arma para evitar que el monstruo se moviera y luego le aplastó la cara con su escudo.

La criatura cayó, su frente hecha trizas, y Goblin Slayer se dispuso a aplastar su garganta.

Catorce. Goblin Slayer extrajo su lanza del monstruo muerto.

“… deberíamos terminar esto antes de que se disipe la niebla.”

Y eso es exactamente lo que hicieron.

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