Dungeon Defense (NL)

Volumen 5

Capítulo 4: Esperanza

Parte 1

 

 

— Ésta damisela lo ama, Alteza.

— Sí, ya veo que tus pendejadas son amargas. Vete a dormir.

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Parece que Farnesio se volvió loca sin razón alguna ya que me ha confesado su amor de forma bastante abrupta, pero amablemente la rechacé en menos de tres segundos. Esta mocosa siempre ha estado loca, por lo cual, el que se me confesara no era nada alarmante.

Farnesio contempló inexpresivamente.

—…que extraño. ¿Qué sucede? Humildemente, la belleza de esta damisela es muy excepcional. Si ella tuviese que hablar con toda sinceridad, entonces diría que aún no ha aparecido una mujer cuya belleza sea superior a la que ella posee. ¿En serio usted es eunuco?

— ¿Ah? ¿Esto es porque vienes de jugar con fuego? Estás diciendo demasiadas estupideces.

— ¿Ésta damisela lo ama…? ¿Lo amo, Alteza? Ella cree que lo ama, Alteza. Lo adoro. ¿Lo aprecio? ¿Lo estoy amando? Realmente siente amor por usted. Le concede todo su tiempo, Alteza. Es su sol. Su medio día. Su luz y su melodía. La luz del sol que brilla sobre la ceniza.

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— Ahora si te volviste loca.

— Ésta damisela desea, espera, anhela, ansía que usted tome su tiempo y lo haga melodía. ¿Alteza…? Oh, ya veo… Ejem, ¿ese era el problema?

Ah, ¿se dio cuenta?

Farnesio me miró con toda confianza.

— Ésta damisela lo ama, padre.

—……

La golpeé por la parte posterior de su cabeza.

El problema no era cómo me tratase. Mi hija, cuyo corazón está enfermo, es una lunática.


— ¿Esto qué es? ¿Qué podría seeeer?

Adicionalmente, las brujas habían regresado con sus vidas intactas y ahora se encontraban haciéndole bullying a Ivar Lodbrok. Éste se encontraba sentado, inmóvil, en nuestro campamento, por lo que ellas estaban saltando a su alrededor y chismoseando entre ellas mismas.

— No importa cómo lo vea, parece que hay un tipo murciélago aquí. Como su hocico es de murciélago y su fisonomía también, no hay duda de que, sinceramente, es un desgraciado como de murciélago. El tipo que me hizo creer que jamás sería capaz de conocer a una persona así además de él, parece estar ante mí, ¿no creen?

— Extraño, es muy extraño. De lo que puedo recordar, este es un maldito desgraciado, pero ¿por qué alguien como él está en el campamento de nuestro maestro? ¿Será que finalmente decidió aceptar a malditos bastardos? Jajajaja, con cada día que pasa, la gracia real de nuestro maestro se vuelve más voraz.

—……

Ivar Lodbrok permanecía sentado y apenas lograba mantener su boca cerrada, evitando darle una respuesta a las brujas. Sin embargo, si yo fuese su abogado, nuevamente, le habría aconsejado lo contrario a guardar silencio. Para las brujas, la respuesta de la otra parte no les importaba en lo más mínimo. Vean.
¿Acaso las brujas no están danzando alegremente agarradas de las manos y formando un círculo alrededor de Ivar?

— Pensamos…

— Pensamos y re-pensamos…

— Pensamos como una persona que sólo le queda pensar en eso.

— El hecho de que nuestro maestro fue encarcelado por una semana.

— Ahh, una semana sin lavarse.

— Ahh, una semana sin fappearse.

— Ah, qué dolor, qué dolor, qué pena.

— Pensamos.

— Desde tiempos antiguos, si el hombre dura un día sin fap, es algo alegre y lamentable.

— Pensamos y re-pensamos…

— Si dura dos días, es una tragedia. Si dura tres días, es una atrocidad.

— Pensamos como una persona que sólo le queda pensar en eso.

— Ahh, pobre, qué pesar. Pobrecito nuestro maestro. Fue incapaz de fapearse en una semana. Como sus fieles sirvientas, no hay forma de que no cantemos una cancioncita para él.

— Ah, qué dolor, qué dolor, qué pena.

— Pensamos.

— ¿Sobre ese largo tiempo sin fap del maestro?

— Pensamos y re-pensamos.

— ¡Sobre la lamentable semana sin fap del maestro!

— Pensamos como una persona que sólo le queda pensar en eso.

— Ah, qué dolor, qué dolor, qué pena.

— Mira a los enanitos con boquitas pequeñas, mira a esos malditos lobos con hocicos largos, mira los hijos de los caballos con bocotas largas y puntiagudas, y mira a los cerdos con esas panzotas. Ah, todos se han acercado y mirado al vejestorio chupasangre de allí. Bueno, cantemos una quejumbrosa melodía: escuchen.

—……

Al final, estas locas comenzaron a cantar al mismo tiempo.

“Un anciano preguntó”

“¿Qué Lord Demonio en el mundo tiene el pene más grande?”

“Le respondimos sin temor”

“Se llama Dantalian, lo tiene en pena, pero es gigante”

“El viejo volvió a preguntar”

“¿Qué tan asombroso es para que lo estén alabando?”

“Le respondimos sin dudar”

“Es un pene que, en velocidad, nadie le gana disparando”

“Su vello púbico es más denso que un espacio forestal”

“E incluso es tan caliente que al fuego hace llorar”

“Ni una montaña le gana en firmeza”

“Pero ¿eso a quién le interesa?”

“Como no lo pudo usar en una semana entera”

“Se ve claramente que ese pene da pena”

“Y por eso esta canción”

“Se llama Dantalian, lo tiene en pena, pero es gigante”

“Dantalian, con el pene más triste que no ha existido antes”

—……

Quedé en silencio.

—……

Ivar Lodbrok también calló.

— Ah, referencialmente, ésta damisela fue quien compuso esa canción, Alteza. Ya que su genio, el cual resuena por todo el mundo, ha llegado a esto, usted puede quedar conmovido y llorar tanto como guste. Incluso ella debe admitir que ha sido un muy buen acorde.

Pero la loca esa no se calló.

Eventualmente, Humbaba, la líder de las brujas y Capitana de la Guardia Real, extendió sus brazos completamente.

— Se llama Dantalian, lo tiene en pena, pero es giganteeeee.

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No fue hasta que cantó esa línea con tanta pasión que la locura llegó a su cénit y cesó.

Pareciera que las brujas se encontraban bajo la ilusión de ser actrices de una ópera barata. Era una escena increíblemente excéntrica, pero al mismo tiempo no lo era. Si considerabas el hecho de que sus cerebros normalmente se encuentran cerca de ser vaporizados por las drogas, esto no era nada extraño.

— ¿Lo ven? Dije que hice una súper canción, ¿o no? Jajajaja. ¿Cómo les quedó el ojo, mis brujitas? ¿Ahora admiten que yo sí poseo un talento artístico asombroso?

— Lo certifico.

— Lo reconozco.

— Es algo que debo admitir.

— Es algo que no puedo no admitir.

— ¡Lo siento, Maestro! Originalmente volveríamos antes a su lado, pero escuche esto. Había prisioneros humanos holgazaneando cerquita de aquí, ¿sabe? Ejem. Ehh, ejem. Como expertas en tortura y ejecución, no es como si no les concediésemos amabilidad.

— Bueno, las ejecuciones hoy en día no son capaces de avivar la sensación del pasado sin importar lo que hagas. Comparado al pasado, el mundo se ha debilitado.

— Cierto. En mis tiempos, cuando te cortaban la carne, no lo hacían de forma normal. Más bien, tendrías que dar las gracias si todo lo que hacían era cortártela. Normalmente solían arrancarte toda la piel, te vertían una pócima sobre la carne fresca, la sanaban completamente antes de volvértela a quitar. Yo soporté eso unas dos veces, pero ya para la segunda oportunidad, todo se hacía más difícil.

— Eh, ¿sólo dos veces? ¿Llamas a eso experiencia? Soy capaz de mantenerme cuerda al menos por unas cinco veces, muchachita.

— No es por presumir, pero no perdí el conocimiento a pesar de que me habían despedazado los órganos internos, y me despellejaron unas treinta veces. Al contrario, se me aclaraba la mente con cada desollada que me hacían. Sentía como si la tortura no podía invadir mi prestigiosa mente.

— Eso me pregunto. En lugar de decir que no te desmayaste, me da la impresión de que nunca estuviste cuerda desde que naciste.

¿Qué carajos estaban diciendo estas chicas?

Me dio una ligera jaqueca.

Si una persona tenía su boca, debería emitir sonidos, pero estas chicas estaban balbuceando mientras sólo soltaban ruidos. Por eso, podía decir con toda confianza que en lugar de bocas, estas mocosas poseían culos.

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— Puede que no lo sepan, pero soy una bruja cuya sangre fue chupada por un archiduque vampírico en el tiempo que fui muy popular. Es algo vergonzoso decirlo en frente de ustedes, pero en realidad, mi linaje es tan grandioso que ni siquiera debería estar aquí con gente como ustedes.

— Parece que esas palabras se las dices a nuestros culos en lugar de nuestras caras.

— Me acaba de dar el olor de un pedo. ¿Quién se lo echó?

— Yo no fui.

— A mí ni me mires.

— ¿Y ustedes por qué me miran? Ni cochina que fuera para hacer eso. Al ver mi cara de niña inocente, pueden decir que mi culito no es grosero para estar echándose un pedo.

— Tus negaciones te hacen más sospechosa. Me da la impresión de que fuiste tú ya que lo niegas demasiado. Ah, acabo de ser perfectamente lógica, ¡me amo!

— Eres sospechosa por estar sospechando mucho de mí. No sé si seas perfectamente lógica o no, pero estoy segurísima de que eres una puta perfectamente loca.

— ¡Qué pase la jueza!

— Bueno, bueno. De lo que puedo decir, este es un incidente apestoso. A juzgar por su aroma, pueden decir que esta flatulencia no tiene ese tipo de hedor común y corriente.

— ¿Cuál es el veredicto, Su Señoría Humbaba? La gente está haciendo escandalo afuera de la corte penal. Por favor, recuerde que fue la gente quien la designó jueza de la ciudad.

— ¡La jueza política que complace a las brujas debería renunciar!

— ¡Qué renuncie! ¡Qué renuncie! ¡Qué renuncie!

— Ejem… Mierda, esto es preocupante. ¡Cálmense todas! ¡Si no fuiste tú, yo, o alguna de nosotras, estoy segurísima que el culpable de la flatulencia es nuestro maestro!

— ¿Qué fue eso?

— Esa es una conclusión inesperada.

— ¿Tienes pruebas? ¡Quiero pruebas!

— El olor de la flatulencia proviene de su dueño. La razón por la que apesta tanto es debido al hecho de que nuestro maestro pasó toda una semana encerrado y hasta ahora es que lo viene soltando.

— ¡Patrañas!

— ¿Esas fueron tus palabras o simplemente un pedo? ¡Ahora la jueza es la que se está pedorreando!

— ¡Buuuuu! ¡Juicio de bruja! ¡Hagamos un juicio de bruja!

— Esperen. Ejem. Si optan por objetar este veredicto, la jueza no tendrá más opción que sospechar que uno de sus adorables culitos fuel que cometió este crimen…

— Un veredicto perfecto.

— Reconocido.

— Como era de esperarse de la Capitana Humbaba. Fue un veredicto hermoso.

—…que Lord Dantalian tenga que ser el culpable detrás del pedo… Todo es mi culpa. Si lo hubiese sabido antes. Si tan solo lo hubiese sabido un poco antes…

— No, Euríale. No es solo tu culpa. Nuestra apatía por el culo de Su Alteza Dantalian es lo que nos trajo a esta tragedia.

— Herman…

— ¡Hijo mío!

— Joder, esto es conmovedor. Han pasado más de 50 años desde que me designaron jueza, pero es la primera vez que presencio una escena tan triste. Es imposible que esta jueza no derrame lágrimas.

— ¡Qué coincidencia! Tras observar todas sus conductas, ésta grandeza podría llorar sangre.

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Estaba observando a estas locas mientras me preguntaba cuánto de sus cerebros habían desechado. Mientras más las veía, más crecía mi curiosidad por saber el nombre del desgraciado que fue tan loco como para designarlas sus Guardias Reales. Si no fuese por el hecho de que ese desgraciado loco era yo, habría sentido más curiosidad.

Jajajaja, maestro.

Salto.

Humbaba saltó hacia mí y se quitó el sombrero de cono.

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Lleno de curiosidad por saber lo que la chica iba a hacer, bajé la mirada y vi que tenía un montoncito de suciedad dentro de su sombrerito. Tras examinar un poco más esa marca de mugre, noté que era un puño de tierra con varios dientes de león saliendo de él.

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¿Acaso los colocó dentro de su sombrero sin siquiera sacudir el polvo de las raíces? Había dientes de león dentro del sombrero de la bruja. Fruncí el ceño.

— ¿Y esto qué es?

— Contemplamos varias veces lo que podríamos obsequiarle, Maestro. Un pequeño obsequio para celebrar su excarcelación. Sin importar cuánto pensáramos en ello, no pudimos ser capaces de pensar en un regalo que pudiese hacerlo feliz. Maestro, incluso si le ofrecemos nuestros cuerpos, como usted siempre ha sido un eunuco, ¿qué bueno sería eso si no nos tomaraaaá?

Dungeon Defense Volumen 5 Capítulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 

— Veo que creen que cada hombre en el mundo debe corresponderles. ¿Cómo debo arreglar su malentendido? Mejor dicho, ¿acaso no saben que sólo una minoría de hombres les podría corresponder?

— Su mayoría absoluta está errada, maestro. La historia dice lo contrario.

— No me interesa conocer esa historia…

Que existiese una historia donde corresponderles a estas chicas fuese lo correcto, y rechazarlas fuese lo errado… ¿Qué se suponía que era eso? ¿El Necronomicón? ¿Era como un libro del mal o el pergamino de encantamientos del mismísimo diablo?

Humbaba metió su mano izquierda en su sombrero. Esa mano a la que, en cierto momento, le fue cortado el dedo anular.

Había demasiada humedad en ese puño de suciedad, por lo que el interior estaba excesivamente sucio. Incluso si estaba así, era porque la suciedad estaba viva. La pequeña bruja ante mí arrancó un diente de león, el cual estaba sucio por estar vivo, con un snap.

— Maestro. Jajaja. Es un poco tarde, pero… –luego de colocar el diente de león detrás de mí oreja–. ¡Felicidades por su liberación!

Sonrió radiantemente.

—……

Quedé momentáneamente sin palabras.

Las brujas rieron. Fue ligero. Un sonido realmente ligero. El sonido de la risa se esparció fácilmente en el cielo y se impregnó con facilidad. Y creí que esa ligereza era así porque había desechado un poco de su vida en alguna parte.

Farnesio habló:

— Alteza. Parece que entre las masas, la gente considera el acto de colocar una flor detrás de la oreja como una prueba de la demencia propia. Por coincidencia, parece que hay una flor detrás de su oreja. Ésta damisela no trata de ir tan lejos para dar una explicación o algo parecido, pero es así, ella sólo desea decirle que, casualmente, usted se ha vuelto alguien demente.

— Si mi cerebro no se ha necrotizado aún, entonces, Farnesio… ¿por casualidad no confesaste pasionalmente tu amor por mí hace unos minutos?

— ¿…? ¿Y qué? ¿Acaso existe una correlación significativa entre su locura y el amor de ésta damisela, Alteza?

La chiquilla que estaba inclinando su cabeza y cuestionándome sinceramente acerca del tipo de correlación que existía entre los dos, era la niña que tomé como mi hija adoptiva en este mundo. ¡Qué locura! Es realmente lamentable. Por como se ve, parece que esta vida será tan asquerosa como la que tuve antes.

Sin embargo, no me quejé excesivamente hoy.


Simplemente…

— ¿Eh…?

— ¿Oh?

Con mi mano derecha en la cabeza de Farnesio, y la izquierda en la cabeza de Humbaba, las acaricié y hablé:

— Gracias.

Por ganar una batalla tan difícil.

Por ser la primera persona en regalarme una flor desde que caí en este mundo.

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Se los agradezco a las dos.

Mi General Interina y mi Capitana de la Guardia Real se miraron entre sí antes de sonreír radiantemente como una hortensia y un diente de león que habían florecido lado a lado.

— Ésta damisela realmente lo ama, Alteza.

— ¡Realmente me gusta, Maestro!

Independientemente del tipo de enunciación con el que se dijo ese amor, y del tipo de esperanza con el que se dijo ese ‘me gustas’… Ya éramos una familia.

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