Dungeon Defense (NL)

Volumen 5

Capítulo 3: Infierno

Parte 10

— ¡Herida! ¡Han herido a Su Alteza!

— ¡Unidad mágica! ¿Dónde está nuestra unidad mágica?!

— ¡Guardias de Élite, protejan a Su Alteza! ¡Este no es momento de estar blandiendo una espada!

—¡Maldita sea! ¡La flecha estaba impregnada con veneno! ¡Malditas brujas…! Por fortuna, solo rozó la mano de Su Alteza. Si no tratamos la herida de inmediato, el veneno se esparcirá por todo el cuerpo.

— ¡Desgraciados, ¿nos están diciendo que pongamos nuestras manos en el cuerpo real de Su Alteza?!

—¡No tenemos el tiempo suficiente para neutralizarlo! ¡Es un veneno de las brujas! ¡Debemos actuar rápido…!

— i…!

— i¿Alteza?!

— Dios, ¿cómo Su Alteza puede hacerle eso a su propio cuerpo…?

— Justo ahora, jalgo como mi dedo es importante? ¿Qué intentan hacer con llamar a los guardias de élite? ¡Aseguren inmediatamente un espacio más amplio! ¡Si podemos resistir más, viviremos, pero si colapsamos aquí, moriremos!

— Comuníquense con las demás unidades… Alteza, éste se disculpa, pero todo el bosque ha sido incendiado, no podemos reunir a las demás tropas. En este momento, aún si tenemos que contener las lágrimas, debemos retirarnos. La desgracia de hoy podemos convertirla en la gloria de mañana.

— ¡Alteza, por favor, retírese!

— Los comandantes los mantendremos ocupados aquí.

— Dantalian. Ahh, Dantalian. Lord Demonio de los Campesinos. Has logrado convertir a esa pieza rota…? Finalmente fuiste capaz de convertir esa pieza rota en un ser humano? ¿Eso fue capaz de llegar a ser un humano? En serio zalgo como eso fue posible? ¿Acaso tu mundo es un lugar donde recoges cosas rotas, las reparas y las distribuyes? Aún si lo haces, ¿eso sería un mundo?

— ¡Alteza!

—…..

— Rápido, decida, Alteza.

—Retirada. Se los ordeno. Ganen tiempo mientras me retiro. Concédanme sus vidas. Viviré una vida con sus segundos y minutos. A partir de hoy, ya que mi vida es sólo una extensión que ha sido añadida debido a ustedes, sepan esto y descansen. También viviré mientras soy consciente de esto.

— Como ordene.

— Por la gloria de Habsburgo.

— Parece que me descuidé. Un sólo paso. Como nos faltó un sólo paso, fuimos incapaces de atrapar a la Alianza Creciente por la cola. La oportunidad de atrapar a las Ladies Demonio Barbatos y Paimon, y mostrar sus cabezas en la ciudad imperial, ise me ha escapado de los dedos? Qué lamentable. Qué patético. Todo esto es por culpa de mi incompetencia y falta de virtud. Me descuidé por que traté a la general enemiga como una
muñeca.

— Alteza.

— Laura De Farnesio.

— Ah… Un momento. Me da la impresión de que están por retirarse…

— Eh. Se esforzaron tanto en una batalla, pero ¿ahora se van con el rabo entre las piernas? Como una bruja, esto no me parece correcto…

— Levanten la mano si quieren seguir luchando.

— Lo siento, me cortaron la mano derecha.

— A mí una flecha me golpeó el hombro, por eso, un poco.

— En mi caso, no estoy herida, pero cargo un dolor de espalda muy raro.

— Carajo. Me res porque el enemigo se veía jodido, pero ahora que lo detallo bien, mis queridas hermanitas también quedaron abruptamente jodidas. Aun sí fue un bombardeo nocturno, ¿qué les pasa? Se dejaron golpear por flechas y están moribundas. ¿Y se hacen llamar la élite de la unidad que posee las medallas Cuadrífilas…?

— Incluso si escuchamos eso de la chica que no ha muerto en más de 300 años…

— La líder Humbaba solo ha tenido una gran suerte, sipi.

— La suerte es como una habilidad. Aunque creo que he subido dos escaloncitos más en las escaleras de la adultez por haber dicho esta frase. ¿Qué deberíamos hacer? Su Excelencia General Interina, si nos pide que los persigamos, no es como que no podamos.

— Persíganlos. Háganlo, pero no hasta el punto de morir. También estamos profundamente heridos. No dejen que la oportunidad de victoria las intoxique, y recuerden que no tenemos más de mil tropas. Sólo céntrense en acabar con el resto de los comandantes que fueron dejados aquí. Probablemente son generales que la Princesa Imperial crió con cuidado. Si los matan, el Imperio recibirá un gran golpe.

— La general enemiga no es el diablo y menos un monstruo. ¡Es un ser humano como todos ustedes! ¡No tengan miedo de contraatacar! ¡Desgraciados, ino les da vergüenza haber nacido como hijos de Habsburgo? ¿Intentan temerle a un patán de Cerdeña y morir aquí? ¡En lugar de morir miserablemente, háganlo con orgullo!
—……

— Todavía no. Aún podemos soportar. ¡Las demás unidades cercanas vienen hacia acá para apoyarnos! ¡Resistan, muchachos! ¡Si lo hacen ahora, serán capaces de volver a los hogares que han estado anhelando! ¡Moriremos si nos dividimos! ¡Moriremos si nos separamos!

—…Su Alteza, la Princesa Imperial ha…

— La vi ser golpeada hace poco por una flecha.

— No, la vi retirándose con los demás comandante. No pude ver bien porque estaba oscuro, pero ella es la única que puede poseer un cabello plateado tan hermoso.

— Entendido. Como ordene…

— Entonces ¿cazaremos a esos patéticos restos y los haremos más lamentables? Lo siento, pero en realidad estamos asombradas por cosas como estas.

— Ah, no es divertido ahora que están huyendo… Es como descubrir a mitad de una cogida que tu pareja nunca se mojó… Quiero fumar. Quiero morir.

— Eso es algo muy extraño. Si realmente quieres suicidarte cada vez que comprendes eso, deberías matarte cada vez que tienes sexo.

— ¿Qué dijo la puta esa?

— Lo que sea. Se acabó. Ganamos esta batalla.

— Sipi.

— En este momento, no hay forma de voltear las cosas.

— Primero, puede que las tropas enemigas sean las élites más firme entre las élites; pero su moral y coraje dependen mucho de su único líder. Ya que este ha huido, su moral se irá al piso y su coraje pronto colapsará. Lo único que vendrá en lugar de esas dos cosas será el miedo a la muerte.

— Hasta ahora, probablemente lograron concentrarse en la batalla frente a ellos debido a que los perseguía el pánico proveniente del manejo de situaciones urgentes y ordenes apresuradas de la Princesa Imperial los habían estado presionando.

— Al igual como queremos suicidarnos cada vez que se nos acaban las drogas.

— Debido a esas razones, terminarán siendo engullidos rápidamente por el miedo.

—¿Cuándo es que los refuerzos…?

— ¡Terminaremos retirándonos luego de ser acabados! Algunos de nosotros podrían terminar muertos en lo que las brujas los atrapen, pero ¿el resto no sobreviviría? ¡En lugar de esperar los refuerzos de naciones foráneas, las cuales pueden venir o no, sería más sabio salvar nuestras vidas!

— Su Alteza la Princesa Imperial nos… ha.

—No es eso. La estamos protegiendo.

— Este oficial intentará atravesar los rangos enemigos. Que la bendición de la guerra esté conmigo.

—…mamá…

— Segundo, es realmente simple, pero el hecho es que ya hemos matado a los magos aéreos enemigos restantes. Ya ni es necesario que bajemos con violencia. Todo lo que tenemos que hacer es soltar las bolsitas de pólvora desde el cielo y quemarlos.

— Si las fuerzas enemigas maniobraran igual de rápido como antes, nos habríamos visto forzadas a seguir bajando, pero…

— Desde ahora, la concentración del enemigo es ganar tiempo. Ya que tienen que resistir con el fin de evitar que persigamos a la Princesa Imperial, sus movimientos serían limitados, ¿no? En nuestro caso, no tenemos razón para presionarnos tanto. Jajajaja.

— Tercero, ahora somos quienes controlamos el asalto por fuego. Desde ahora, el mar de árboles ya no es territorio enemigo sino nuestro. Ya que el enemigo ha perdido a todos sus magos aéreos, no tienen forma de inspeccionar desde arriba.

— Susurro, susurro.

— Sipi, y susurro, susurro.

—¿Qué carajos significa eso? No pueden inspeccionar desde arriba, ¿y por eso es susurro, susurro? ¿Estás segura de que no te has vuelto loca y que ya no hay forma de purificarte la cabeza? ¿Te gustaría que te llamara rata envenenada?

— Ya ni escucho los cascos… Están dejando el bosque.

— Jajajaja, está bien. Ahora tenemos otra razón. ¡Cuarta, la prueba de que nuestros aliados, quienes han estado sentados y hablando mierda todo este tiempo, finalmente han comenzado a empujar las espaldas enemigas! ¡El tiempo está de nuestro lado!

— …está caliente.

—…agua…

—……

— Excepto una cosa, realmente no podemos hacer mucho con estas miserables mil tropas.

— Nos sería difícil perseguirlos y tomarlos, e incluso aniquilarlos aquí.

— Segundo, aunque podamos seguir luchando nuestra caballería se ha agotado debido a que tuvieron que seguirnos el paso. Sería grosero de nuestra parte querer que no se cansaran tras haber pasado por un bosque que se quemaba por los cuatro lados. No tenemos tropas de reservas.

— Tercero, ya estamos preocupadísimas por nuestro maestroooo.

— Por eso, debido a esas cuatro ventajas antes mencionadas, recomendamos seguir la batalla.

— Y debido a las tres desventajas antes mencionadas, también recomendamos la retirada. General Interina.

— Su Excelencia General Interina, puede que esté decepcionada de no haber podido capturar a la Princesa Imperial, pero esa fue solo su meta. Ya hemos logrado gran parte de nuestro objetivo original de colocar a nuestros perseguidores en un callejón sin salida. Algo más que eso sólo sería avaricia excesiva. Es una lástima que la saeta que lancé fallara por poco, pero, bueno, ¿qué se puede hacer? Usted también tuvo suerte de que solo le agujerearan el muslo.

— Esta damisela comprende bien que desean regresar rápidamente con Su Alteza y presumir de sus logros del día de hoy. No es que esté llorando debido al agujero recibido en la pierna. ¿Cómo podría él haberlas designado como sus Guardas Reales y hacer que ésta damisela derramase lágrimas? Como era de esperar, Su Señoría es, sin duda alguna, un tirano eterno.

— Eso no podemos negarlo. Entonces, ¿qué haremos? ¿Lucharemos o nos retiraremos?

—……

— Nos retiramos.

Ésta damisela ordenó.

Los restos de Habsburgo habían tomado vuelo, por lo que estaban a una distancia justa de donde estaban nuestras fuerzas. Eso, sin decir que tanto las brujas y la caballería estaban muy exhaustas. Aunque deseábamos seguirlos acabando, no teníamos la fuerza sobrante para hacerlo. Era lamentable. Habíamos perdido la oportunidad dorada.

— Bien. También creemos que es la decisión más sabia. Las tropas que confundan en batalla las metas con logros están destinadas a no durar mucho. Retirémonos con calma.

— ¡Asombroso! ¿Quién aquí vio la mirada de la Princesa Imperial cuando fue golpeada por la saeta de veneno? Apuesto que debe estar criando cientos de serpientes venenosas en su estómago. Se veía como si estuviese de mal humor, en serio.

— Pudimos haberla matado, pero ustedes no me escucharon. ¿Por qué no dispararon cuando les dije, sino cuando les dio la gana? ¿Es eso? ¿Acaso están en la etapa rebelde? ¿Están pasando por la pubertad por primera vez en 50 años?

Murmullo. Murmullo.

De la misma forma como ésta damisela llegó aquí, tomó prestado el puesto trasero de la escoba de la Capitana. Un dolor terrible corría por su pierna cada vez que la escoba se movía lentamente, pero lo único que ella hacía era mirar el cielo con indiferencia.

Como eso pasó tarde en la noche…

Ésta damisela salió triunfante.

—…

—……

El sol se estaba levantando en la distancia.

Lo que había allí eran los restos ardientes del bosque. El sol también brilló en las áreas que fueron quemadas. Mientras veía la escena de la luz solar filtrarse en los montones de ceniza, ésta damisela soltó un ‘ah’ inadvertido.

Si tomabas la pila de cenizas, solo sería un simple puñado. Si el sol no brillaba y el mundo fuese oscuro, estas no serían más que una impureza que hacía que la gente se asfixiase y llorase si lo respirase.

Las cosas que quedaron tras haber sido quemadas, a lo mucho, no eran más que un legado de algo que una vez vivió.

Si el sol vespertino las iluminase, entonces brillarían radiantemente. ¿Eres un cadáver o una muñeca? La Princesa Imperial la había hecho esa pregunta a ésta damisela. Sin embargo, no importaba si ella era un cadáver o una marioneta, más que eso, ni siquiera importaba si era un montón de cenizas que ya no tenía más nada que quemar.

Si tengo a Su Alteza.

Si él dice mi nombre.

Si él escucha mi voz.

Ésta damisela no sabía cómo llamar a eso. ¿Era una emoción? ¿No era excesivamente sereno para ser tratado como una emoción? ¿Acaso era racionalidad? ¿No era exageradamente calmado para tratarlo como tal?

Ésta damisela lo contempló.

Lo hizo profundamente.

Y decidí considerar esto, lo cual aun no tenia nombre, como amor.