Dungeon Defense (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: Excarcelación

Parte 2

 

 

La purga había procedido con gran secretismo. Si no tenías una posición de alto rango como la de un Lord Demonio, posiblemente no te habrías enterado de ella. Los traidores fueron castigados, sin excepción; aun así, una carta llegó a Marbas. Aunque no había traidores, hubo traición. ¿Quién fue? ¿Cómo?

Marbas había reunido a su fuerza desplegada y viajado una enorme distancia. Ya que estaba en constante movimiento, era difícil señalar su ubicación exacta. A pesar de eso, la carta viajó apropiadamente hacia él, lo que lo hizo creer de inmediato el reporte de traición que estaba plasmado en el documento. ¿Por qué? ¿Quién fue?

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¿Cómo pudo haber confiado ciegamente en el reporte que declaraba que sus camaradas en armas de 500 años, Barbatos y Paimon, habían causado un desastre? ¿Existe alguien en quien él confíe más que en la mismísima Paimon y Barbatos? Si lo hay, ¿quién es exactamente? ¿Quién puede recibir tal confianza?

‘La última cosa en la que el hombre confiaría más es en el dinero’.

—……

Tap.

Toqué mi mentón con mi dedo índice.

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Dentro de la sensación y velocidad de tocar mi piel, el tiempo se hizo lento.

Aceleré mi proceso de pensamiento.

Dinero. Fondos militares.


Al final, Barbatos, Paimon y Marbas ocupaban las posiciones de gobierno superiores en sus provincias. Los financiadores de los ejércitos. Incluso esta expedición de liderar a nuestras tropas por escasos seis meses había desperdiciado una enorme cantidad de suministros. Sin embargo, esos líderes habían repetido expedición tras expedición por más de 400 años. Ya deberían estar conscientes de cuán importantes son los fondos militares bajo sus centros.

‘No puedes ganar una guerra con soldados cansados, más aún con soldados hambrientos’.

Por eso es que había un montón de firmas por todo el continente demoníaco. Grupos de comerciantes que se encargaban completamente de abastecerles y suministrarles. Firmas que prestaban dinero a aquellos que carecían de fondos militares. Había una de ellas que estaba a cargo de cada Lord Demonio, y en mi caso, era la Firma Keuncuska. En primer lugar, la razón por la que Lapis Lazuli y yo nos conocimos fue debido a eso.

Para los comerciantes, la guerra era una oportunidad de hacer dinero.

—……

Tap.

Me toqué mi mentón con mi dedo medio.

Busqué entre mis recuerdos. No había duda. Hubo un momento y un lugar donde hube escuchado esto. La información relacionada a la firma y comerciante que estaban a cargo de Marbas. No era porque tuviese interés particular en él, solo era instinto de supervivencia. Estos fueron, casualmente, muy importantes para mí en ese entonces; y también estaban a cargo de “la persona que una vez fue muy hostil hacia mi persona”. Era impresionante. Mis instintos de supervivencia estaban forzándome a recordar——

—……

Luego miré a la Lady Demonio ante mí.

Paimon.

Lady Demonio de 9º Rango.

La mujer que, una vez, me acusó del asunto relacionado a la Muerte Negra.

Una vez que la miré, Paimon abrió su boca.

Con una voz que sonó tres o cuatro veces más lenta de lo usual…

— ¿…? ¿Dan-ta-lian?

Paimon inclinó su cabeza incluso con mayor lentitud. Luego recordé…

 

‘Alteza’.

Fue cerca del momento en que conocí a Lapis por primera vez.

‘Si no paga la deuda y los intereses o se declara en bancarrota, entonces la Firma Keuncuska no tendrá más opción que tomar su propiedad y su cuerpo a la fuerza’.

El yo de ese tiempo estaba en una situación completamente distinta a la de ahora. No tenía dinero. Mi vida estaba bajo presión. La urgencia de mi vida había traído la criticidad de tiempo. Tenía que escapar de mi deuda cuanto antes. Con el fin de sobrevivir, tuve que cazar el juego que era más fácil de acabar

‘Hay incontables partidarios para la Firma Keuncuska. Entre ellos, hay otros Lores Demonio como usted, Alteza’.

‘Incluyendo al 5º Lord Demonio, Marbas’.

‘Y la 9º Lady Demonio, Paimon’.

Una noche oscura.

Soldados iban de un lado a otro por todo el campamento mientras sostenían antorchas. De la misma forma como la luz estaba extensamente conectada de antorcha en antorcha, mi proceso de pensamiento estaba conectado de punto a punto.

Los subalternos soltaron sus últimos gritos de agonía. Cabezas decapitadas caían infinitamente. La voz de Lapis Lazuli fluyó entre los interminables gritos y llantos sin fin.

‘Nuestra firma es famosa por ser despiadada con los deudores que fallan en el cumplimiento de pagos’.

‘En el pasado, hubo un incidente donde el Lord Demonio de rango… Glasya- Labolas recibió un préstamo de… Libras y no pagó los intereses por…’.

Gritos. Llanto. Ruido.

Sin embargo…

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De la misma forma como una espada de acero que se ha oxidado debido al paso del tiempo, mis recuerdos estaban rasgados en ciertos lugares. Desde hace tiempo, siempre he sido débil memorizando los números y haciendo cálculos. Esas partes de mis recuerdos siempre eran las primeras en desvanecerse.

Sin embargo, como una espada de acero seguía siendo una espada de acero aún si se oxidaba, esta era lo suficientemente filosa para matar a alguien y salvar mi propia vida.

Piensa.

Recuérdalo.

Aún había palabras de Lapis, por mis recuerdos, para decirme. ¿Qué dijo? ¿Qué fue lo que me dijo?

Era una noche oscura. Como Lapis estaba de pie en un lugar no visible, la sensación de ella abriendo su boca, y susurrando silenciosamente, fluyó sobre mí. Dentro del espacio donde las antorchar iban conectándose y temblando, simplemente conecté la luz dentro de la luz.

‘Alteza’.

‘En ese tiempo, nuestra firma contrató una pequeña cantidad de 9.000 mercenarios’.

‘Y los dejamos al mando de la 12º Lady Demonio, Sitri’.

‘El Lord Demonio, Glasya-Labolas no pudo siquiera soportar… antes de rendirse’

Tap.

Toqué mi mentón con mi dedo anular.

El viento sopló. Las antorchas iluminaron más. Al hacerlo, la luz creó una extensa línea.

¿Quién desea que la guerra no termine? Los comerciantes.

¿Quién trata de interferir en la guerra en este momento? Marbas.

¿Cuál es la firma que está a cargo de Marbas? La Firma Keuncuska.

Está bien.

Si ese es el caso, entonces ¿quién dirige la Firma Keuncuska?

Me pregunté eso a mí mismo.

Respondí de inmediato. Ivar Lodbrok.

Un viejo vampiro que ha vivido por cientos de años, y el comerciante que albergó la mayor hostilidad hacia mí antes que los demás.

¡Ajá! ¿Qué tenemos aquí?

Miré rápidamente a la banda de luz que surgía de nuestro campamento militar. Barbatos y Paimon, mientras fruncían sus ceños lentamente, no, ellas seguían haciéndolo infinitamente lento, me miraron como si yo lo hubiese hecho.

Como lo pensé, Barbatos, Paimon… ambas son listas. Sin embargo, les ofreceré mis más profundas condolencias. Ambas han estado malinterpretando algo en una zona decisiva.

No fue un Lord Demonio el que envió la carta a Marbas. Fue Ivar Lodbrok, el vampiro que está a cargo de él, y que tampoco desea que la guerra termine.

No puedo culpar a esas dos Ladies Demonio por este malentendido. Barbatos y Paimon sinceramente han mantenido el asunto relacionado a la purga bajo estricta confidencialidad. Solo sus allegados sabían de ello. Si la información se filtraba, entonces el culpable sería, indudablemente, otro Lord Demonio, esas dos saltaron a esa conclusión como si fuese un hecho obvio. Ese fue su error.

Incluso si las únicas personas que sabían de la purga de antemano eran otros Lores Demonio, no había razones para que la persona que le notificó a Marbas mediante una carta fuese uno.

En lugar de informarle personalmente de ese secreto, todo lo que el informante tiene que hacer es entregar todo al comerciante en quien Marbas confía. Por eso——

‘El enemigo de mi enemigo es mi amigo’.

Eso es.

Lady Demonio Sitri, de rango 12.

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La aliada más cercana de Paimon. La persona que se enteró de la purga mucho más rápido que los demás.

Pero lo más importante, la enemiga que fue hostil hacia mí, y trató de derribarme.

‘Alteza’.

‘En ese tiempo, nuestra firma contrató una pequeña cantidad de 9.000 mercenarios’.

‘Y los dejamos al mando de la 12º Lady Demonio, Sitri’.

No sé exactamente cuándo, pero definitivamente fue hace mucho tiempo.

Una relación que era lo suficientemente cercana para la Firma Keuncuska como para contratar un ejército y dejarlo a cargo de una persona. Una relación muy rara que era tan cercana, que la persona atacaría a los demás Lores Demonio por esa firma y haría que estos tosieran dinero.

Desde hace mucho tiempo—— la Firma Keuncuska y Lady Demonio Sitri era ‘cómplices’ con una relación acogedora.

Luego que Sitri entregara la información de la purga a Ivar Lodbrok, este le envió una carta a Marbas.

—……

Tap.

Fue el momento en que mi meñique tocó mi mentón.

El mundo finalmente liberó un suspiro ansioso. La luz regresó a la luz. Los diversos sonidos regresaron a las agonías. El tiempo hubo recuperado su ritmo latiente y fluyó rápidamente.

Como se esperaba, Barbatos y Paimon dejaron de enarcar sus cejas, y me hablaron.

— ¿Dantalian? ¿Qué mosca te picó?

— ¿Acaso no lograste oír las palabras de esta dama? No.

Las escuché claro y fuerte. Tan claro que no puedo escucharlas mejor que esto.

Levanté las comisuras de mi boca y sonreí.

— Usted le ordenó a este que se encargase del asunto antes del mediodía, ¿correcto? Está bien. No se preocupe. Ya tengo una ligera idea de cómo han procedido las cosas.

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Tanto Barbatos como Paimon inclinaron sus cabezas en direcciones opuestas entre sí.

— Disculpa, ¿qué?

— ¿Perdón?

Como se esperaba de las dos mujeres que eran el primer amor de la otra, la velocidad de sus pensamientos era idéntica. Incluso los ángeles que tenían sus cabezas inclinadas eran así. En resumen, eran igualmente lentas.

A pesar de todo eso, su velocidad de procesamiento estaba del lado rápido. ¿No es lamentable? La velocidad original está obligada a ser relativa.

Hablé una vez más mientras igualaba su ritmo.

— Su Excelencia Barbatos, Alteza Paimon. Este tiene una idea general de la situación. Ya no es necesario esperar hasta el mediodía. Me encargaré de ello en una hora, así que, por favor, encárguense de los preparativos para la retirada con prisa.

— ¿Que qué? No, un momentito. Ni se te ocurra. ¿Qué? ¿Comprendiste la situación? ¿Qué carajos dices? No me digas… ¿estás diciendo que descubriste quién filtró la información?

Enarqué mis cejas ligeramente.

— Exacto, Su Excelencia. Dije lo que dije teniendo esa intención en mente.¿Qué otro significado podría tener? ¿Acaso la he ridiculizado con tonterías anteriormente, Alteza?

Barbatos cerró su boca, y Paimon habló desde su lado.

— ¿Cómo exactamente…? Ni siquiera hemos llevado a cabo ningún tipo de investigación. Hay más de diez Lores Demonio que pudieron haber filtrado la información. ¿Cómo es que pudiste descubrirlo sin haber interrogado a ninguno?

— Mil disculpas, Alteza Paimon, pero las investigaciones se llevan a cabo cuando uno carece de información. Aunque puede parecer que este no conozca muchas cosas, al menos sabe lo suficiente como para descubrir lo que debe saberse.

—……

Hubo un momento de silencio. Suspiré.

— Bien. Cuando este nació, lo hizo poseyendo un intelecto razonable. Eso le permitió descubrir fácilmente muchas cosas que ustedes aún no saben. Dado que esto es simplemente un hecho, por favor, acéptenlo como tal. ¿Por qué razón es que este, quien está en la posición más baja entre los Lores Demonio, es capaz de tener una audiencia privada con lores y monarcas como ustedes?
¿No es debido a que mi coco9 fue elogiado grandemente? No es nada nuevo. Por favor, acepten el hecho de que mi cerebro tiene más arrugas que el de ustedes dos juntas, y discutamos, primero que todo, las contramedidas. (NT: Para los que no saben, una forma de referirse a la cabeza).

—…claro. Casi se me olvida la razón por la que te metí en una celda toda la semana que pasó. Dantalian, aunque eres razonablemente bueno en el sexo, y tienes una cara de niño lindo, más que eso, eres un malnacido jodidamente molesto.

Barbatos suspiró pesadamente.

— Los cielos son fastidiosamente justos. Aunque le dieron a este desgraciado unas buenas cabeza y lengua, se les olvidó empacarlo con lo más importante. Una buena personalidad. Oye, corderito negro, si fueses más decente, probablemente habríamos tirado unas cien veces más cada vez que lo hicimos.

No.

No necesito esas bonificaciones. En serio.

El ‘juego’ que me forzaste a hacer fue tan extremo que, para ser honestos, me volvía loco cada vez que lo hacíamos. Maestro o lo que sea. Dime que te trate como esclavo o lo que sea. Se sentía como si ella tuviese unos cuantos tornillos sueltos en su cabeza. Me disculpo, pero incluso alguien como yo, quien tenía delicadeza y sentido común, encuentra esto como algo difícil de soportar.

— Entonces… ¿quién es el culpable?


Parecía que Paimon había recuperado la compostura, ya que se cubrió la boca con su abanico.

— No, mejor dicho, ¿qué insinuaste cuando nos dijiste que nos encargáramos de los preparativos para retirarnos con prisa? Por favor, explícanoslo de forma más calmada y ordenada.

— Lo siento, pero no puedo decirles nada sobre el culpable. No aún. Solo sepan que éste les promete manejar este asunto perfectamente.

— Ah, y la perra seguía y seguía. Miren al maldito este volver a enrollar su lengua. ¡Maldita sea!, no han sido una o dos veces que eso me ha ganado.

Barbatos frunció el ceño.

— ¿Cómo planeas manejarlo? ¿Nos estás diciendo que simplemente creamos en ti sin cuestionarte? ¿Y qué carajos significa eso de retirarnos? ¿No ves que aún estamos tratando con las mierdas esas de allá? Solo sus números alcanzan los miles. Miles. Para erradicarlos a todos, nos tardaremos, como mínimo, todo el día.

— Eso es de lo que deseaba hablar, Su Excelencia –sonreí–. ¿Realmente tenemos que ir tan lejos como para matarlos engorrosamente?

— ¿…?

— Su Excelencia, Alteza. Por favor, préstenme un poco de atención. Barbatos y Paimon se miraron fijamente la una a la otra.

Luego, como lo esperaba, apuntaron sus orejas hacia mí, al mismo ángulo y velocidad.

Sonreí agradablemente como si estuviese impartiendo educación a una pareja de personas que estaba perdida en una densa nube de polvo.

Poco después…

—…maldito loco. Maldito demente. Maldito puto. No, ya, en serio, ¿cuándo hiciste algo así? Eres loco, ¿bien? Eres demente, ¿bien? ¡Carajo, ¿cómo pudiste hacer eso sin mi permiso?!

—……

Barbatos me golpeó la mejilla como si tratase de comerme vivo en ese instante. Paimon simplemente me miraba con una expresión de ‘wow, wow, woooow…’ en su rostro. Aunque la naturaleza direccional de esas dos era completamente opuesta, lo que en realidad querían expresar era lo mismo.

El hecho de que yo era un maldito loco.

— ¡No! ¡No lo apruebo! ¿Estás loco, maldito hijo de puta? ¡¿Crees que me sentaré aquí y solo lo permitiré?! Desiste de ello, ahora mismo. No, entrégalo. ¡Dámelo!

— Dantalian, esta dama también cree que eso es exagerado… No, claro, este es un hecho del que ella es consciente, pero por tu información, los únicos en el mundo que saben esto son tú, Dantalian, y esta dama… Barbatos mató al resto.

— ¡Y voy por ti, así que prepárate!

Barbatos me agarró por el cuello y me sacudió con intensidad.

Hmm.

Un hombre como yo, era uno que había descubierto que, reconciliar a dos Ladies Demonio que una vez habían sido enemigas no era suficiente, y tenía que velar para traer sus opiniones personales en perfecta armonía; pero antes de poder estar asombrado de mi propia grandeza, ¡¿hmm?! Me sentí mareado. Sentía como si realmente vomitaría si ella seguía sacudiéndome con más fuerza. Mi fluido gástrico gritaba que quería ver el mundo exterior.

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Hablé con calma.

— Sin embargo, aún si lo dice así. El método que este les ha informado a ambas es el más efectivo.

—……

Barbatos se heló al instante.

Gracias a eso, mis ganas de vomitar pudieron reducirse. Mostré una sonrisa fresca. Cada vez que sonreía así, Lapis Lazuli me aconsejaría con un tono serio: ‘Alteza, ya que esa sonrisa hace que a esta le den ganas de suicidarse cuando la ve, limítese de hacerlo en la medida de lo posible’, pero ¿cómo podría ese ser el caso? Desde hace mucho tiempo, el sentido estético de Lapis era algo carente en ciertas partes. Cuando sonreí calmadamente, supe cómo sonreír refrescantemente.

— ¿No es así?

—……

— Es más, no es que exista carga política o algo así. ¿Qué podría decir la gente de afuera luego de haberlo presenciado? ¿Acaso irán por todas partes contándoles de ello a las personas? No hay pérdidas, solo un montón de méritos. Incluso si usted me pide que sugiera una estratagema mucho mejor que esto, eso solo le causaría problemas a este…

Barbatos frunció el ceño.

—…cierra la jeta. Joder. Como eres tú el que lo dice, esta mierda no suena como tal.

— Por supuesto, eso es porque esto no es mierda. Su Excelencia, aceptar la verdad como tal, es una de las virtudes de un soberano.

— ¡Te dije que cerraras la maldita jeta!

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Barbatos me soltó el atuendo y gruñó. Había comenzado a quejarse tirando de su propio cabello, pero se sentía como si estuviese explorando budísticamente quién era yo, de dónde venía y hacia dónde iba.

—……

Pensamiento.

—…uuuu. Angustia.

— ¡Carajo…!

Y resignación.

— ¿Qué quieres, hijo de puta…?

Luego de cumplir de forma magnifica los tres pasos del budismo, Barbatos cayó en desesperación. Aunque, lamentablemente, se sentía como si fuese incapaz de completar el último paso, el cual era iluminación. Estaba bien. No refuté fuertemente la falta de virtud de todas las criaturas. A pesar de mi apariencia, soy bastante compasivo.

Hablé con una mentalidad que aceptaba todas las cosas horrendas del mundo.

— Una decisión muy acertada, Su Excelencia. Éste siempre se asombra cuando escucha su voz. Y aunque usted, de vez en cuando, toma pésimas decisiones – por ejemplo, cuando me amenazó y me encerró en prisión – esto no es más que ocasional, por eso, puedo decir con toda confianza que usted, la mayoría de las veces, toma la decisión correcta.

— Dantalian es… ¿Qué debería decir?

Paimon murmuró detrás de su abanico.

— Tiene buen racionamiento, pero es un hombre ligeramente, o hasta increíblemente, desafortunado…

Esa era una crítica climatizada.

— En cualquier caso, este lo tomará como ‘aprobación recibida por ambas’, por tal razón, he de retirarme… ¡Ah!, cierto. Alteza Paimon.

Mientras bajaba mi cabeza y me encontraba a punto de irme, hubo algo que recordé de repente. Por eso, le susurré a Paimon. Como Barbatos seguía cuestionándose por el origen de su existencia, no nos prestó mucha atención.

— ¿Por casualidad no fue usted la que distribuyó esos folletos por todo el cuartel militar de los Cruzados?

— ¿Perdón? –Paimon inclinó atractivamente su cabeza–. Folletos, ¿dices?

— Si, libros que tienen cubiertas grises. Son delgadísimos.

— ¿Hm? Esta dama no sabe. Mejor dicho, no está segura de tales cosas.

Paimon ocultó los lados de su boca con su abanico y enarcó las cejas. Su expresión parecía como si tratase de pensar en algo, pero era incapaz de evocar nada.

— ¿Qué se supone que sean exactamente esos folletos para que le preguntes por ellos a esta dama, Dantalian?

— Por favor, no se sorprenda. Escuché que los humanos en el ejército de los Cruzados habían escrito mi discurso por iniciativa propia y estaban leyéndolo mientras pasaban por ahí. Ese es el folleto que mencioné.

— ¡Madre mía!, ¿en serio? Ha pasado bastante tiempo desde que esta dama escuchó unas noticias tan buenas.

Paimon estaba increíblemente encantada.

— Como esperaba, la gente lo entenderá si se les comenta. Si hablándoles, aún no entienden, significa que, la mayoría del tiempo, se debe a que su educación está incompleta. Su falta de formación es debido a la desvalorización del monarca, por lo que sus súbditos no pueden ser responsables. Cuando el siervo de uno no entiende, lo único apropiado para el monarca, es lamentarse en lugar de airarse. En ese sentido, el hecho de que los humanos están distribuyendo los folletos por voluntad propia… Eso es realmente un evento jovial.

Paimon habló con una complexión que estaba teñida con euforia.

— ¿Hay algo con lo que esta dama pueda ayudar? Por supuesto.

Así es como funciona.

Cortésmente mantuve la sonrisa en mi boca.

— ¿No le parece hermosa la escena de la gente tratando de levantarse por su cuenta? ¿No sería más bello aún observar silenciosamente cómo esas personas tratan de ponerse en pie? Si ya no son capaces de soportar y terminan extendiendo sus manos, no sería demasiado tarde para sujetárselas.

— Jujuju.

Paimon acalló su risa. Más allá de su abanico, su voz estaba cubierta con infinito deleite. Era una sonrisa que era gentil por ser hermosa.

— En efecto, eso también es correcto. Dices verdad, Dantalian. Esta dama esperará que ese adorable escenario se prolongue tanto como sea posible.

Quizá Sitri estaba moviéndose desde las sobras solo por esa sonrisa.

Justo cuando estábamos a punto de despedirnos, Barbatos nos miró con unos ojos asesinos, similares a los de un chihuahua que ha pasado hambre por unos míseros dos días.

— Oigan, ¿no ven que ando muriéndome del sufrimiento? ¿Qué andan cuchicheando ustedes dos con tanta pasión?

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Ambos nos volvimos hacia Barbatos.

— Nada, tablón.

— Nada, Oh, señora que ha comprendido la virtud de la destitución. Barbatos se lamentó.

— Desgraciados…

Vuelvo y repito, esta era una crítica bastante climatizada.

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