Dungeon Defense (NL)

Volumen 3

Capítulo 2: Invierno

Parte 7

 

 

Rey de los Campesinos, 71º Rango, Dantalian.

Calendario Imperial: Año: 1506, Mes 2, Día 13.

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Llanos de Yotvingia, Cuartel de las Fuerzas Aliadas de los Lores Demonio.

 

— Escuché que tú, personalmente, limpiaste a algunas brujas. ¡Maldito loco! – dijo Barbatos.

Las palabras que gritó tras llegar corriendo abruptamente a mitad de la noche fueron esas.

Bajé mi pluma estilográfica y suspiré.

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— Gracias, Lapis. Puedes retirarte.

—………

Lapis, quien llevaba ayudándome toda la noche con los documentos, se fue sin decir absolutamente nada. Mientras Lapis era mi mujer, yo era el hombre de Barbatos, por eso Lapis se comportaba como si fuese invisible mientras se encontraba frente a Barbatos, y esta última trataba a Lapis como si ella no estuviese allí. La distancia entre Barbatos y Lapis era tan amplia como para conectarse por la razón de estar compartiendo al mismo hombre. Una vez que Lapis dejó la tienda, hablé.

— Los rumores avanzan rápido.

— Estoy aquí para elogiarte. Lo hiciste bien conteniéndote. De diez a uno, estoy segura que el incidente fue uno de los esquemas de la Puta de Paimon.

— Es probable. Por eso fue que lo soporté.

— Es impresionante que digas que lo soportarás y en realidad seas capaz de hacerlo. Si hubiese sido yo, entonces habría golpeado a Sitri en la cara. Dantalian, eres una celebridad.

Como si algo fuese divertido, Barbatos rió. Ella era el tipo de persona que no le diría a la gente el motivo de su risa, y yo era el bastardo al que no le importaría y se aseguraría de preguntar qué era lo que le parecía gracioso.

— ¿Qué te da tanta risa? Riámonos juntos.

— Es hilarante ya que el chico honrado que cree en las brujas parece un retrasado. Oye, ¿quieres saber algo divertido? Sabes que constantemente coloco agentes alrededor de la Puta de Paimon, ¿no? Después de todo, ella es el tipo de perra que finge ser pura y modesta mientras hace lo que le da la gana. Si no disperso observadores a su alrededor, entonces shhh, no podría sentirme segura.

Barbatos rió.

— Bueno, esa puta probablemente tiene agente a mí alrededor también, pero eso no es lo importante ahora. ¿Sabes quién acaba de ir a la tienda de la Puta de Paimon?

—…………

Miré a Barbatos. Excluyendo las velas blancas ubicadas sobre la mesa, no había otra fuente de luz en la tienda. Cuando la luz de la vela tembló, la sombra cubriendo el rostro de Barbatos también tembló. Independientemente de ese temblor, Barbatos sonrió gravemente. Yo sacudí mi cabeza.

— Imposible.

— Ay, que inocente. Tan lindo.

— ¿…Humbaba? ¿Euryale?

— Quien sabe. No las conozco muy bien como para saberme sus nombres. Solo se que después de dejar la tienda de la Puta de Paimon, esta desapareció en tu campamento.

— Muéstrame la evidencia.

Barbatos levantó su dedo medio.

— Come mierda, Dantalian. No le daré evidencia a alguien como tú. Es tu problema si decides creer lo que te digo o no. Mis labores terminaron en el momento en el que no me hice la ciega en este asunto.

Tras decir esas palabras, Barbatos se retiró. No hubo despedida. Así era ella, ciertamente no daba un saludo refinado, y simplemente dejaba a un lado lo que ella había comenzado por impulso. Me sentí tan extraño como un chico de prescolar quien de repente se encuentra ante una hoja de papel de dibujo que le fue dada a la fuerza por decisión del profesor. ¿Cómo iba a tratar con esto?

La tracción era una respuesta social que sucedía cuando un contrato no era completado adecuadamente. Sin embargo, yo nunca cometí infracción en el contrato que compartía con las brujas. Aunque no dudaba de que el hecho de traición fuese una ocurrencia obvia en el mundo, sentía sospechas porque creía que una traición sin razón no existía. Un repentino pensamiento llegó a mí. ¿Eso no podría ser un tipo de señal?

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Salí calmadamente de mi tienda y me dirigí al campamento de las brujas. Estas habían construido una gran tienda para ellas mismas y estaban todas juntas. Me preguntaba si estaban controlando la temperatura con magia ya que el interior de su tienda estaba húmedo a pesar de que afuera había una ventisca. Las brujas estaban jugando entre sí enredando sus cuerpos una con la otra. Incluso luego de verme entrar a su tienda, ella no se colocaron sus ropas superiores.

— Oh, ¿maestro? ¿Qué lo trae aquí esta noche?

— ¿Acaso finalmente ha comenzado a desear nuestros cuerpos florecidos y ha venido a visitarnos con el fin de concedernos su Gracia Real?

Las brujas rieron. Entre ellas, habían tres o cuatro brujas que estaban presionándose una contra la otra y lamiéndose la piel. Una fuerte fragancia floral emanaba del aire. Era el olor de la decadencia. Como esa fragancia era tan densa, no pude distinguir si respiraba por mi nariz o estaba ahogándome por los extractos. La tierra y el cielo en sus cuatro lados estaban cubiertos por el invierno, emblanqueciendo al mundo, pero las brujas habían convertido este lugar en un pequeño Barrio Rojo.

Chaqueé mi lengua.

— Parece que este lugar no es un campamento militar sino un distrito autorizado. ¿Tengo que pagar la cuota de entrada?

— Por supuesto que no. Nuestro maestro siempre es bienvenido.

— Tsk, que chicas tan obscenas…

Me senté en donde creí conveniente. La bruja que se sentó a mi lado de repente dejó escapar un aullido enérgico.

— Un yin y un yang deberían combinarse con el fin de hacer una unión, y sin embargo, ustedes parecen estarla pasando bien con chicas obscenas jugando con otras chicas indecentes.

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— Ehh, ¿por qué nuestro maestro está preocupado cuando no es ni la primera ni la segunda vez que nos ve así?

— ¿Hay algo que nuestro Maestro haya hecho con el fin de complementarnos por ser obscenas, desordenadas y descuidadas?

— Calma. Ustedes ya son demasiado audaces ya que ni siquiera se preocupan por morir por una espada en el campo de batalla, sino que, están preparadas para morir primero por el coito. Rápido, pónganse algo de ropa interior. Tengo algo serio que discutir con ustedes, por eso es que me he tomado la molestia de venir hasta acá.

Las brujas se quejaron y se colocaron ropa sobre los hombros. En verdad, era un traje que era mejor para ser llamado atuendo que cualquier otra vestimenta. Sus nucas estaban ampliamente expuestas y sus pechos completamente revelados. Al verlas exponerse ante mi presencia, quedaba claro que trataban de provocarme. No sentía que debía reprimirlas más, por lo que lo dejé pasar.

Las brujas ajustaron lentamente sus ropas. Parecía que pensaban que si hacían eso, entonces yo me convertiría en un animal de pasión y saltaría sobre ellas. Al ver su ridículo comportamiento, dejé escapar un resoplido, y al hacerlo, las brujas gruñeron con un rostro que mostraba su descontento. De cualquier forma, estas tipas no conocían sus límites.

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Miré a Humbaba, quien posaba como la líder de las brujas.

— ¿Hay algún inconveniente con residir en el campamento?

— Se nos ha otorgado de comer y un lugar para dormir, por lo que algo como un inconveniente no tiene lugar aquí.

— Me preocupa ya que ustedes están acostumbradas a ser abusadas comúnmente. ¿No hay tipos vulgares que las hayan maltratado o golpeado?

— Si. Las personas que abusan de nosotras normalmente son nobles, pero como ya usted lo sabe, no hay nobles en su campamento, e incluso si los hubiese, solo los nobles menores que hieden a orina en el árbol familiar están presentes…

Las complexiones de las brujas gradualmente se tornaron sombrías.

No había oportunidad de que su lord les pagare una visita pasada la media noche solo para preguntarles por su bienestar. Había una secuencia de conversaciones, por lo que una base debía establecerse primero. Sin embargo, ya que el suelo seguía estableciéndose, las brujas sentían preocupación sobre qué tipo de temas vendrían a continuación. Una vez que cerré mi boca, la tienda quedó en silencio. El cuartel aún estaba húmedo, sin embargo, no había una calidez placentera sino un calor plano. En eso hablé.

— Escuché que me traicionaron. ¿Por qué lo hicieron?

—…………

— No deseo discutir por su mal comportamiento y por la información aportada. Díganme la razón detrás de su traición.

Sobre la tienda, el sonido de un búho ululando se pudo escuchar. La tienda de las brujas era tan delgada que el sonido del ave se sentía cercano. Estaba prohibido que las brujas vistieran o usaran piel de animal. Esa era la ley en el mundo demoníaco. La tienda estaba hecha únicamente de algodón. Una vez que el ulular del búho cesó, Humbaba habló:

— Esta compensará el crimen con su muerte.

— Pregunté la razón de la traición. ¿No necesitaría saber algo antes de ser capaz de determinar si aceptaré sus disculpas o no? No habría motivo si mueres así como así.

— Deseamos dinero…

— ¿Dinero? Si deseaban dinero, podrían habérmelo dicho, ¿o no? Todas deben saber muy bien que poseo tanto dinero que hasta se hace casi incontrolable.

— Como no hay nada más terrible que el dinero gratis, para nosotras también es desagradable. Más que eso, hacer trabajos de espionaje es más limpio y eficiente.

— Oh, montón de imbéciles.

Me llevé la mano a la frente. Mi cerebro ya me dolía.

Comprendí que ya que las brujas vivían sus vidas siendo despreciadas por las demás razas, el único lugar en el que ellas depositarían su confianza era el dinero. La gente no considera lamentable el acto de romper una promesa con gente de clase baja. Siempre y cuando no sea una relación de negocios, la traición era un destino que le esperaba al campesino. Era doloroso ver a estas chicas usar su destino como excusa.

— ¿Y? ¿Ganaron algo de dinero?

— Nope. Solo obtuvimos la mitad de lo prometido.

— ¿Qué…? ¿Luego de haberme traicionado, solo recibieron la mitad del dinero?

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Quedé desconcertado.

— Santo cielo. Yo sabía que eran imbéciles pero no consideré que fueran a convencerlas tan fácilmente. Si van a apuñalar a alguien por la espalda, háganlo apropiadamente. ¿Qué estaban haciendo?


— Escuchamos que Lady Paimon era amable hasta con los campesinos, por lo que teníamos esperanzas. Pero resultó ser todo lo contrario, era menos amable de lo que los rumores decían. Jajajaja.

— ¿Y te ríes? ¿Realmente es risa lo que acaba de salir?

Los hombros de las brujas temblaron.

Las presioné por respuestas con el fin de descubrir la información que vendieron. ‘No, no es nada importante. Realmente no lo es’, y el crimen que Humbaba confesó terminó perteneciendo a la categoría de ser algo importante. Luego de escuchar la verdad acerca de que ellas le entregaron a Paimon todo el proceso de rescate de Farnesio y la orden de la masacre, me agarré el cuello. Cuando les pregunté por la cantidad de dinero que se suponía que iban a recibir, ellas respondieron que 3.000 de oro. Ya que habían perdido la mitad de eso, entonces apenas habían sido capaces de obtener 1.500 de oro tras haberme vendido.

Que molesto.

La imagen de un manto colgando de un perchero dentro de la tienda llegó a mi visión. Era el manto negro que yo le había dado a Humbaba ayer. Todas las manchas de suciedad se habían ido y el manto estaba completamente seco, lo que me hizo preguntarme si lo habían lavado con la nieve de fuera. Parecía que para las brujas, la sinceridad de lavar el trozo de vestimenta que yo les di y alegre acto de traicionarme por dinero, podían coexistir.

La diversión en los rostros de las brujas se había ido. Fui capaz de ver a las brujas con un rostro inexpresivo por primera vez. No parecía nada extraño para ellas. La gente que siempre estaba sonriendo se suponía que eran personas que poseían una razón para sonreír todo el tiempo, pero el simple acto de tener que reír siempre no era divertido para ellas. Esa era la razón.

Hablé como si soltase un suspiro.

— Chicas, la política no les conviene. Los Lores Demonio y yo actualmente nos movemos detrás de la escena, y si un montón de chicas tan puras como ustedes trata de interferir, entonces solo resultarán gravemente heridas. Ya que todas han ido contra la orden militar, deben pagar con el castigo.

—………

— Traigan una tabla de cortar. Le cortaré un dedo a cada una.

Una por una, fui cortando un dedo de las brujas con mi daga. Era la misma daga que usé para cometer mi primer asesinato tras haber llegado a este mundo. La hoja que asesinó a Andromalius.

Cuando el dedo anular de su mano izquierda fue cortado, las brujas no parecían como si sintiesen dolor alguno. Una sensación de dolor y una mente que debió haber caído junto con su dedo anular no existía en las brujas. Mientras les cortaba los dedos, hablé.

— Ya que su tiempo de vida es largo, algún día se encontrarán con su pareja permanente. Incluso si esa pareja les confiesa su amor y les propone matrimonio, debido a esto, no tendrán el dedo donde deba ir el anillo. Han quedado mutiladas por siempre. Arrepiéntanse en el polvo y las cenizas por la estupidez de no haber valorado una promesa y haberla traicionado precipitadamente. Comprenderán esta sensación cuando conozcan a su amado.

—…maestro.

— Vengan a verme cuando el día sea brillante. Les daré el resto del oro que fueron incapaces de recibir.

Limpié la daga con el borde de mi abrigo y dejé la tienda. Una vez que regresé a mi tienda, Lapis estaba preparando la cama. Mediante algún método, Lapis había escuchado la conversación que tuve con las brujas, por lo que lo sabía todo.

— 5 puntos, Su Alteza. El castigo fue excesivamente débil. Habría sido mejor matarlas.

— Se dejaron atrapar a propósito.

— ¿Perdón?

Levanté una botella de alcohol y bebí directamente de ella.

— ¿Acaso las brujas, las cuales han vivido por más de 200 años, son tan ingenuas? Ellas claramente saben que Barbatos es intima conmigo, por lo que si fuesen a hacer el trabajo de espía, entonces se habrían comportado con más cautela. A pesar de eso, ¿no estuvieron yendo y viniendo de mi campamento al de Paimon sin ningún tipo de disfraz?

Lapis utilizó su mano para sujetarse la barbilla.

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— ¿Acaso está diciendo que las brujas lo traicionaron a propósito con el fin de ser descubiertas? Ésta no lo comprende. ¿Qué beneficio pueden obtener por hacer eso?

— Es una prueba. Ellas estaban probando para ver si yo realmente soy una buena persona en la que depender o no.

— Una prueba…

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— Ellas debieron haberse sentido ansiosas ya que constantemente yo las trataba con amabilidad. Ellas querían creer y entregarme toda su lealtad, pero fueron incapaces de eso porque no estaban seguras de si yo las valoraba o no. Por eso es que me estaban probando. Si fuese necesario, ellas podrían haber albergado la idea de cambiar de bando y unirse al lado de Paimon…

Parecía que Lapis medio dudaba luego de haberme escuchado.

Una vez que llegó la mañana, las brujas llegaron. Ya que no tenían el corazón para entrar a mi tienda, las brujas se arrodillaron en la nieve, afuera. Una vez que salí de la tienda, las 11 brujas bajaron sus cuerpos desnudos a la nieve. No estaban llevando ropa.

En las espaldas blanco puro de las brujas, había cicatrices permanentes. Marcas de látigos, marcas de escaldado por sus torturas pasadas, y heridas que fueron sanadas, heridas nuevamente hasta que las cicatrices quedaron intactas, esas heridas estaban en sus cuerpos. Cada bruja, la cual no vestía nada, tenía un collar alrededor de su cuello, y colgando de ese collar estaba el dedo anular que yo les había cortado.

Humbaba bajó su frente al piso.

— Nosotras, las Hermanas Barbere, nacidas sin hogar, criadas en los callejones de los pueblos y aldeas, e individuas que han pasado sus vidas como mercenarias durante décadas y siglos, hoy deseamos olvidar nuestro pasado y encontrarle valor a nuestras vidas únicamente como seguidoras del Lord Demonio Dantalian. Nuestros corazones, nuestras cabezas, nuestras almas siempre formaran parte de las posesiones suyas. Por eso, majestad, por favor, encárguese de nuestros corazones, almas, y cabezas perdidas.

Un juramento de lealtad.

Cuando los nobles comprometían su lealtad, ellos entregaban sus corazones, un plebeyo entregaba su cabeza y su corazón, y el campesino entregaba todo, incluso su alma.

Saqué todos los mantos que poseía y se los coloqué a todas y cada una de ellas. Las brujas sinceramente ajustaron sus mantos negros. Coloqué mi frente contra la frente de Humbaba.

— Juro, que yo, Dantalian, nunca devolveré vuestro consejo con el silencio, y nunca devolveré vuestra sugerencia con desprecio. Si vuestro arte suda y sangra por mi nombre, entonces os pagaré el mismo peso de cada gota de sangre y sudor.

Dungeon Defense Volumen 3 Capítulo 2 Parte 7 Novela Ligera

 

[Las Hermanas Barbere han sido reclutadas como subordinadas.]

[El nivel de lealtad aparecerá en los estatus de las brujas.]

[Una lealtad firme y completa. La otra parte te trata como su único señor. Ellas no te traicionarán siempre y cuando tu no las traiciones primero.]

 

Al aceptar a estas chicas, era lo mismo que reconocer que incluso las brujas tenían almas.

Las brujas sollozaron en la nieve. No estaban derramando lágrimas por mí, sino por ellas mismas. Ellas sentaron arrodilladas dentro de la ondeante nieve por un extenso periodo de tiempo. Yo, en cambio, usé mi mano para remover la nieve que caía en sus cabezas.

***

 

 

En este día, la estrategia de las Fuerzas Aliadas de los Lores Demonio finalmente fue decidida.

 

Primer Ejército
8º Rango, Barbatos: Avanzar con la Facción de las
Llanuras y los 21.000 soldados bajo su comando.

Segundo Ejército
5º Rango, Marbas: Avanzar con la Facción Neutral
y los 15.000 soldados bajo su comando.

Tercer Ejército
9º Rango, Paimon: Avanzar con la Facción
Montañosa y los 13.000 soldados bajo su comando.

 

Aunque la alineación de los ejércitos llegaba hasta el Sexto Ejército, los que estaban escritos en el papel eran solo estos. El 1º Lord Demonio, Lord Baal lideraba al Sexto Ejercito, pero él no tenía ninguno que se encontrase con nosotros aquí. Lo mismo iba para otros 30 Lores Demonio.

En otras palabras, este era todo nuestro ejército.

La dignidad de la Fuerza Aliada de los Lores Demonio, la cual una vez lideró a más de 100.000 soldados por todas las llanuras, había descendido hasta acá. Aunque nadie lo admitiría, todos lo sabían. La era de los Lores Demonio había terminado.

Los humanos había ido teniendo éxito lentamente en un régimen autoritario centralizado, y en esta era donde los reinos e imperios estaban siendo construidos, los demonios seguían siendo dirigidos por aldeas y clanes. Los demonios apuntaban a los humanos y los menospreciaban, refiriéndose a ellos como ganado, sin embargo, la realidad era algo completamente opuesto. Los Demonio eran bestias miserables que no eran capaces de ser domadas.

Esta era ya se había tornado oscura. La mayoría del continente estaba ocupado por los humanos. Los demonios podían marchitarse mientras eran rodeados por los humanos, o confiar en sus cuerpos en una desesperanzada guerra final. Cualquier forma era un suicidio.

Paimon, quien sugirió que deberíamos juntarnos ya que no había esperanza en ganar la guerra, o Barbatos quien declaró que no habría oportunidad de sobrevivir si nos manteníamos dóciles por lo que una guerra debía ser iniciada. Ellas no eran más que pioneras que habían sentido el aroma de la aniquilación y se habían desesperado.

Barbatos, quien gritó el despliegue, clamó que esta era la oportunidad dorada que los cielos nos habían dado ya que los humanos estaban siendo exterminados por la Muerte Negra esparcida por el continente. O Paimon, quien les advirtió a todos que no habría fin en una guerra iniciada mientras se creía no en la fuerza de nuestro ejército, sino en la debilidad de los enemigos, por lo que una vez que la guerra comenzara, no habría vuelta atrás. Parece que no había explicación en abrir las puertas a una nueva era.

En una era sin claridad, Barbatos discutió la labor de un monarca que había liderado a sus súbditos, y Paimon confería el destino de un monarca que había caído junto a sus súbditos. Incluso si ellas seguían sus labores o aceptaban su destino, lo que se perdería serían las vidas de las personas. Fuese bueno ofrecer la vida propia a la tarea personal, o desperdiciar la vida propia por seguir el destino de uno, ni Barbatos ni Paimon podían responder esa pregunta. Era una pregunta sin respuesta. Con el fin de encontrar el camino que contuviese esa respuesta, los Lores Demonio lideraban las vidas hacia sus respectivos caminos.

Barbatos fue al sur. El suelo era plano y amplio en la región sureña. Era fácil liderar un ejército y trasladar provisiones. También era simple para que las batallas ocurriesen. Parecía que Barbatos estaba buscando su camino en ese horizonte que se extendía sin fin. Sin embargo, era probable que Barbatos no supiese lo que le esperaba al otro lado del horizonte. Ella no era una monarca que cuestionaba el fin, sino simplemente una monarca que avanzaba por el camino.

Paimon fue al oeste. El terreno montañoso era peligroso en el oeste. Era difícil liderar a un ejército y transportar las provisiones. Parecía que Paimon estaba en busca de su camino tras haber salido de la cordillera rocosa. Sin embargo, estaba claro que luego que Paimon escapara de las montañas, ella no estaría segura de qué decisión tomar. Ella era una monarca que buscaba el final del camino, pero se perdía en el trayecto.

Y yo, oblicuamente viajé entre el sur y el oeste.

El sureste era una ruta fácil y difícil de transitar. Era una ubicación donde una cordillera montañosa se agrupaba y otra se separaba. Un camino estaba ubicado entre donde las montañas terminaban y las montañas comenzaban. Una vez que pasabas el pasillo estrecho, inmediatamente estarías en el corazón del imperio humano. Era la ruta corta.

Incluso los humanos conocían muy bien lo corta que era esta ruta. Los humanos construyeron fortalezas dentro de las brechas de las montañas. Las fortalezas bloqueaban el camino ascendente por dos capas. Si uno planeaba cruzar por encima del paso de las montañas, el cual ni era plano ni montañoso, uno tenía que pasar a través de las dos fortalezas. Era un camino corto pero difícil. Sin embargo, lo que esperaba adelante luego de pasar las montañas era seguro, y el sitio a donde ir luego de abrirse paso a través de ello también era claro.

La reunión terminó. Ya era casi medianoche cuando dejé la tienda.

La luz de la luna era clara e impregnaba los campos nevados. El cielo nocturno y los campos nevados abrazaban los rayos lunares e iluminaban las montañas distantes como el crepúsculo. Las montañas estaban al final del campo.

Traté de comprender por qué Aníbal había mirado a los Alpes y tratado de buscar un camino en un área desprovista de uno. El pasaje terminaría al final de las montañas, y otro camino se expandiría ante uno luego. Aníbal probablemente vio eso como el final de una era y el comienzo de otra.

— Su Alteza.

— Milord.

— Maestro.

Lapis, Farnesio y las brujas se me acercaron. Al ver que no respondía a su llamado, ellas siguieron mi mirada y observaron el cielo nocturno. Los ojos de las chicas que nacieron y se criaron en un lugar oscuro se estaban bien adaptados a la noche y podían ver a lo lejos. Para nosotros, la noche era más confortable y relajante que la mañana.

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Finalmente, las brujas se arrodillaron primero, Farnesio hizo una reverencia, y Lapis bajó su cabeza.

Lapis preguntó.

— ¿Hacia dónde vamos, Su Alteza?

Mientras miraba a las montañas, hablé.

— Al Imperio.

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