Goblin Slayer

Volumen 7

Capítulo 2: Corta-Barbas Va Hacia el Río Sureño

Parte 5

 

 

Los petardos bailaban en el cielo con una serie de estallidos, dejando pequeños rastros de luz detrás de ellos. El cielo estaba bastante rojo ahora, ahora que había agarrado la cola de la salamandra.

No había pasado mucho tiempo desde que ahuyentaron a los goblins y abandonaran el valle. El sol ya había pasado su cenit y se estaba hundiendo hacia el oeste, asentándose detrás de los árboles.

Los aventureros entraron en el inmenso bosque, colocaron la balsa en la orilla del río en un lugar indicado por Alta Elfa Arquera. Ella dijo que la aldea estaba aún muy lejos. En ese caso, pensaron que una noche de descanso sería mejor que una marcha forzada.

“No esperaba que nos pusiéramos esto tan pronto…”

“Si hubiéramos sabido que nos íbamos a mojar tanto, ¡deberíamos habérnoslos puesto desde el inicio!”

“Jeh-jeh. No hubiéramos tenido la oportunidad de usarlos, si eso no hubiera pasado. Oh, ¿sabes cómo ponértelo?”

“Oh sí, estoy bien. Lo único que no entiendo es por qué te molestas en usar uno. Así, ¿verdad?”

Una cuerda había sido colgada entre las raíces de algunos árboles y toallas colgaban sobre ella. Desde el otro lado, las mujeres podían ser escuchadas teniendo una conversación animada. Eran cuatro, después de todo; iba a ser un poco ruidoso.

Después de unos minutos, las toallas fueron bajadas desde el interior. Cuatro mujeres en traje de baño aparecieron como una visión irreal.

“No entiendo por qué uno se pondría ropa específicamente para mojarse. ¿No puedes ir así nada más?” la Alta Elfa Arquera parecía muy incómoda, jugando con su pelo en un gesto inusual de vergüenza.

“¿Por qué te preocupas?” El Sacerdote Lagarto respondió rápidamente. Había dejado de trabajar para girar sus ojos hacia arriba. Abrió la boca de forma importante. “Admito que no aprecio mucho la piel sin escamas, pero creo que este traje te queda bien.”

“¿Tú crees?” Bueno, está bien, entonces. La Alta Elfa Arquera asintió levemente con la cabeza como si ahora aceptara la situación.

El Chamán Enano parecía que estaba a punto de hacer uno de sus habituales comentarios inteligentes, pero se convirtió en un estornudo, y luego cerró la boca. Tal vez pensó que no había necesidad de deliberadamente estropear el buen humor de la elfa justo cuando regresaban a su hogar.

“…Supongo que nuestras opiniones sobre el aspecto de Orejas Largas y sus amigas ya están bien establecidos.”

“Supongo. Honestamente, estoy un poco celosa…” La Chica del Gremio puso una mano en su mejilla, aunque no tenía por qué avergonzarse.

Por supuesto, ella venía de una parte de la sociedad donde a la gente se le enseñaba a no mostrar demasiada piel. No sería muy cierto decir que ella no estaba avergonzada, pero era lo que era. El trabajo que hacía cada día no podía ser subestimado. No temía que la vieran así… lo que la hacía muy diferente de la Sacerdotisa, que se escondía detrás de ella.

“Oh… Ohhhh…”

La cara de la clériga era de un rojo brillante, y ella estaba tratando de hacerse lo más pequeña posible. Estaba muy avergonzada de su pequeño y juvenil cuerpo. Lo que llevaba puesto ahora no era muy diferente del traje que llevo puesto para el baile en el festival de la cosecha, pero tener a otras a su lado para una comparación inmediata no era fácil. Al menos la Bruja, con la que estaba discretamente (pensaba) fascinada y con quien no podía compararse, no estaba presente. Deseaba poder ser como esa hechicera algún día, pero eso era solo una señal de lo mucho que le faltaba por avanzar.

“Oh, estás bien”, se rió la Vaquera, dando palmaditas en el hombro a la Sacerdotisa. La Vaquera pensaba en ella como una especie de hermana pequeña y encontraba su cuerpo juvenil adorable. También sentía que ella misma se había vuelto un poco musculosa por todo el trabajo que hacía. Giró las caderas para mirar, una expresión dudosa apareció en su cara. “Bastante bien… ¿Quizás?”

“Esa no es una pregunta que pueda responder”, dijo Goblin Slayer. Había cogido cuatro de los palos afilados de antes y los había puesto en el suelo, formando un cuadrado. Su casco apuntaba hacia el grupo de mujeres; no era tan grosero como para no darles ni una sola mirada. Sin embargo, su valoración puede o no haberles hecho muy felices… “Pero personalmente, creo que les quedan bien.”

Cielos. La Vaquera suspiró. De alguna manera supo que después de echar un rápido vistazo, inmediatamente había mirado hacia otro lado.

Sus mejillas se suavizaron y se convirtieron en una sonrisa. Era solo su manera de ser.

“Creo que podrías aprender un poco más sobre los sentimientos de las chicas.”

“¿Es eso cierto?”

La Chica del Gremio se rió a su lado.

“Creo que nuestro querido Goblin Slayer está bien como está”. Sí, ella podría desear que él fuera un poco más atento, pero había algo en él siendo como era que hacía que su corazón bailara.

Él cree que nos quedan bien. Personalmente.

La breve frase era tan buena como un soneto de su parte.

“Estaría….avergonzada si alguien me mirara demasiado tiempo…”

Así que esto está bien para mí. La Sacerdotisa estaba tratando de hacerse aún más pequeña. Sus mejillas estaban rojas, y no era sólo por la puesta de sol.

La Alta Elfa Arquera se inclinó hacia delante como esperando que la Sacerdotisa se relajara un poco.

“Así que solo tengo que entrar en el río y asustar algunos peces, ¿verdad?”

“Sí.”

“Aunque no me los comeré”, dijo con una mirada a su alrededor. “Pero no hay elección.” Casi parecía disgustada, pero sus orejas aleteaban alegremente, corrió hacia el agua, pateando y creando pequeñas salpicaduras.

El Sacerdote Lagarto observó a las chicas charlar y jugar en la orilla del río con el rabillo del ojo. Asintió solemnemente.

“Ahora, tal vez estas hojas sirvan para tus propósitos.” El enorme montón de hojas que llevaba crujía mientras las agitaba. Su larga lengua se movió y tocó la punta de su nariz. “Pido disculpas por no haber podido reunir más. Pronto oscurecerá.”

“Lo sé”, dijo Goblin Slayer, poniéndose de pie. “Vamos a poner las vigas transversales, entonces.”

Era un trabajo sencillo. Sólo tenían que fijar las vigas transversales superiores e inferiores, ocho en total, a los postes de madera que Goblin Slayer había puesto en el suelo. Luego se colocaban palos en el nivel inferior para hacer un piso rustico, mientras que las hojas se esparcirían en la parte superior como techo. Un bonito y sencillo refugio.

Considerando la presencia de serpientes e insectos venenosos en el bosque, sería una tontería poner un techo, para luego dormir en el suelo desnudo.

Construyeron dos refugios: uno para los hombres y otro para las mujeres. Normalmente, sólo tenían cinco personas, pero hoy eran tres hombres y cuatro mujeres.

“Ten misericordia”, dijo el Chamán Enano, apartando la mirada del trabajo en curso para ver a las chicas en el agua. Estaba encargado de hacer el fuego; no era lo suficientemente alto para nada más. Los enanos no tenían rival en el manejo del fuego, pero como guardián de los espíritus, no era su fuerte. El Chamán Enano se dio por vencido rápidamente de intentar encender una chispa y en su lugar sacó una piedra plana de su bolsa.

“Llama danzante, la fama de la salamandra. Concédenos una parte de eso mismo.”

Presionó la piedra entre sus manos y esta se encendió, produciendo una piedra de fuego. Arrojó la piedra brillante de una mano a otra (“¡Caliente, caliente!”) y la rodeó con otras piedras. Serviría en lugar de un fuego.

El resplandor de esta improvisada “fogata” brilló sobre el grupo. Por el momento, se utilizaba para secar sus ropas empapadas, pero sin duda las prendas pronto serían reemplazadas por pescado.

“¿No crees que es un poco… inseguro, dejar que las chicas jueguen así?”

“Mantendré la guardia lo suficiente para todos nosotros.” Goblin Slayer había terminado de colocar el suelo y había empezado con el siguiente paso. “Ademas quiero darles la oportunidad de relajarse.” Mientras ponía de pie algunos palos, su casco se inclinó ligeramente hacia la Vaquera y la Chica del Gremio.

Luego se volvió hacia Alta Elfa Arquera, que había arrastrado a la Sacerdotisa para ayudar a cazar peces.

“Tal vez sea porque ésta es su tierra natal”, gruñó suavemente.

“¡Jo-jo! Ella no tuvo ocasión de mostrar este lado suyo antes. ¡Ah, espera! Mi habilidad no puede compararse con la tuya.” El Sacerdote Lagarto se rió, mostrando sus colmillos, poniendo hojas sobre las vigas de madera tan pronto como eran levantadas. “Pero ¿por qué, mi señor Goblin Slayer, muestra la compasión de Maiasaura?”

“…¿Qué quieres decir?”

“Que eres una persona más considerada de lo que tu apariencia sugiere.”

“¿Es eso tan impresionante?” Goblin Slayer dejó escapar un respiro. “¿Soy yo tan impresionante?”

“Yo lo llamaría una cualidad más valiosa que el mithril”, dijo el Chamán Enano, lanzando un pequeño palo al fuego. La salamandra bailarina abrió sus mandíbulas, lo mordió y, con un crujido, se calentó más.

“Solo mira a orejas largas”, continuó el Chamán Enano. Señalo hacia el río con una rama calentada. La Alta Elfa Arquera estaba allí, metiéndose en el agua con ambas manos como si fuera a pescar un pez. Pero falló y, en cambio, le lanzo un gran chapoteo a la Sacerdotisa.

Eso hizo que la Vaquera estallara en risa, por lo que la Chica de la Gremio también la salpicó.

Goblin Slayer Volumen 7 Capítulo 2 Parte 5 Novela Ligera

 

Tal vez Alta Elfa Arquera se había cansado de la infructuosa expedición de pesca, o tal vez había decidido olvidarla, pero en cualquier caso, había arrastrado a la Sacerdotisa…

“No creo que ella se considere a sí misma un alto elfo.” El Chamán Enano se rió, su sonrisa casi escondida por su barba.

“En cualquier caso, ya estamos en la tierra de los elfos”, dijo el Sacerdote Lagarto, acercándose al fuego y frotando sus escamosas manos.

Una vez que obtuvieron un lugar para dormir, todo lo que les quedaba era esperar a la cena. Y a él le encantaban tanto la carne como el pescado.

“No creo que los pequeños demonios nos alcancen fácilmente aquí.”

“¿No lo crees?” Goblin Slayer siguió el ejemplo del Sacerdote Lagarto, y se sentó también. Golpeo sus manos para quitarles algo de polvo y luego murmuró: “Pensé lo mismo”.

“¿…Así?” El Chamán Enano se encogió de hombros, con sus ojos medio cerrados, y agarró el frasco que tenía en la cadera. La descorchó y empezó a verter el licor en una taza que saco de su bolsa. Y se lo ofreció.

“De todos modos, empieza con un trago”, dijo. “No lo suficiente para emborracharse, por supuesto.”

“…”

Goblin Slayer miró en silencio desde la bebida al Chamán Enano, y luego a las chicas que jugaban en el río.

La Vaquera lo noto y le hizo gran saludo con la mano. Goblin Slayer asintió.

“Muy bien.”

Poco después, se oyó un grito de “¡Atrapamos algo!” y el grupo pudo proceder con la cena. Tal vez no queriendo sentirse inútil, la Alta Elfa Arquera había ayudado a capturar siete peces distintos. El Chamán Enano resopló suavemente, pero ensartó y asó los peces sin quejarse.

Los siete de ellos (incluyendo a las chicas) se sentaron en círculo y esperaron a que el pescado se cocinara. Aunque antes se habían sentido tímidas, jugar parecía haber ayudado a las chicas a relajarse, y ahora se sentaban allí con solo manta sobre ellas. Sus ropas, que colgaban sobre la piedra de fuego, aún no estaban secas, y no podían ponerse ninguna de sus otras ropas porque su provisión de ropa tenía que durar hasta que llegaran a la ciudad.

En vez de eso, se secaron sus cuerpos, limpiaron su cabello y esperaron ansiosamente la cena.

“Bueno, parece que todos se están divirtiendo”. El Chamán Enano sacó una variedad de botellas pequeñas de su bolsa de catalizadores. Abrió cada una de ellas, oliendo un poco para comprobar el olor, y luego distribuyó un poco sobre la comida.

Cuando por fin pudieron oír el crujido de la grasa que se derretía, anunció:

“Esto debería ser suficiente”, y distribuyó un pincho a cada uno de ellos.

A pesar de la simplicidad de la comida, esta desprendía un aroma tentador, sin duda gracias a las especias usadas por el Chamán Enano.

La Alta Elfa Arquera llevó la comida hasta su nariz, la olfateo experimentalmente, después de lo cual miró con desprecio al enano.

“…Sabes que no puedo comer esto.”

“Sólo quería que te sintieras incluida. Paciencia. Si no lo quieres, estoy seguro de que alguien más lo comerá”.

“Hmph…” Las largas orejas de la Alta Elfa Arquera se inclinaron mientras miraba al pez con sus ojos blancos muertos, antes de arrojárselo a la Sacerdotisa.

“¡O-oh! No soy capaz de comerme dos de ellos…”

La Alta Elfa Arquera sonrió con suficiencia.

“¿Cuál es el problema? Mañana habrá un festín, así que es mejor que practiques el comer un poco más. Yo comeré unos frijoles secos”.

“…Mucha más razón para asegurarme de que mi estómago este vacío para entonces.” Ella le hizo una mueca de dolor a la Alta Elfa Arquera, pero la guardabosques la ignoró. La Sacerdotisa soplo sobre su pescado para enfriarlo, comiéndolo con pequeños bocados.

La grasa se derretía en su boca con un ligero amargor, y luego un sabor salado se extendía por todo su paladar.

“¡Mm!” exclamó, sus mejillas suavizándose en una sonrisa. Entonces, “¿Estamos cerca?”

Aja. La Alta Elfa Arquera asintió, abriendo los frijoles que había sacado del equipaje.

“Probablemente estemos en la frontera entre el bosque y la aldea. Incluso podrían encontrarnos antes de que nosotros los encontremos”.

“Así que tu hermana mayor va a ser una novia”, dijo la Vaquera, dando un generoso mordisco a su propio pescado y murmurando: “Mm, eso es bueno”. Entonces ella dijo más fuerte, “Apuesto a que las novias elfas son hermosas…”

“¡Bueno, obviamente!” la Alta Elfa Arquera se rió e hinchó su pecho como si la Vaquera estuviera hablando de ella. Ella extendió sus brazos y continuo: “¡Mi hermana mayor es especialmente hermosa! ¡Es una alta elfa, después de todo!”

El Chamán Enano levantó la vista de su comida el tiempo suficiente para decir:

“Eres viva evidencia de que eso no prueba nada”. Pero en su estado de ánimo actual, la Alta Elfa Arquera fue capaz de ignorar incluso este desaire contra ella.

“Jo-jo-jo. Espero que sean hospitalarios con los hombres lagarto”, dijo el Sacerdote Lagarto. Había sacado una rueda de queso de su equipaje y la estaba cortando con sus garras. Puso trozos en su brocheta, las cocinó sobre el fuego. Sus escamosas manos siseaban cuando las frotaba en anticipación mientras esperaba a que el queso se derritiese.

“Realmente te gusta el queso, ¿no?” dijo la Chica del Gremio mientras lo observaba. Estaba comiendo pedacitos de su propio pescado. “Parecía que eras una especie de coordinador en esa batalla de antes. ¿Al menos por lo que pude oír…?”

“La administración tiene sus propias dificultades.”

“Ahórrame los detalles. Todo es un problema”.

Tantas cosas en las que pensar. La Chica del Gremio sonrió ambiguamente; sin duda tenía más que suficientes preocupaciones propias.

De hecho, ni los aventureros ni el personal sabían tanto sobre el trabajo diario del otro. Había tan pocas oportunidades de experimentar el peligro de una aventura o la brutalidad del trabajo de escritorio.

“He tenido algunas experiencias realmente informativas en este viaje. Aunque dieran un poco de miedo”.

Lo siento, parecía decir la Alta Elfa Arquera, sus orejas cayendo nuevamente.

“Cuando lleguemos a la aldea, me aseguraré de que alguien oiga lo que pienso. ‘¡¿Qué están haciendo sus guardias?!’ Ese tipo de cosas”.

“Sin embargo, tengo que asegurarme de saludar a tu hermana apropiadamente”, dijo la Chica del Gremio. “Necesito hacerle saber lo mucho que aprecio todo lo que haces por nosotros.”

La Alta Elfa Arquera se rascó la mejilla como si estuviera avergonzada.

“Ir a ver a mi hermana por ese tipo de cosas está muy bien. Pero en cuanto a mi hermano mayor…”

“¿Tienes un hermano mayor?” Preguntó en voz baja Goblin Slayer, mientras metía en su visera trozos de pescado.

Bueno, quiero decir primo. La Alta Elfa Arquera contestó en brevemente, su dedo índice dibujaba círculos en el aire. “No puedo recordar muy bien cómo lo llaman los humanos. ¿El futuro cuñado?”

“¿Te refieres al novio?”

“Sí, eso es”, dijo ella asintiendo con la cabeza. Metió más comida en su boca y miró hacia al cielo. Ya era casi negro, una mezcla de estrellas a penas visible a través de las hojas de los árboles. Con una cadencia musical, la Alta Elfa Arquera explicó que los elfos llamaban a esto la “puerta de la lluvia”.

“Mi primo”, dijo ella, “ha estado loco por mi hermana durante incontables años, ¡actuando exageradamente!”

“Bueno, ¡el orgullo es ciertamente la única cosa que todo el mundo asocia con los elfos!” El Chamán Enano bromeó.

“¡Exactamente!” Contestó la Alta Elfa Arquera. “Él es un verdadero elfo entre los elfos”.

“Pero si se van a casar…”, dijo la Sacerdotisa, poniendo un dedo en su barbilla como si estuviera pensando. Entonces ella sonrió al encontrar la respuesta. “¡Tu hermana debe haberse dado cuenta de que se preocupaba por ella!”

“Él no era exactamente sutil al respecto. No es que yo sepa lo que ella ve en él. Todo me parece un montón de problemas”. Luego vino esa risa tintineante. La Alta Elfa Arquera abrazó sus rodillas. “¿Sabes lo que hacen los elfos cuando quieren llamar la atención de alguien? Les cantan.” Su voz era tranquila, como si estuviese revelando un secreto, y llevaba sólo una pizca de maldad. “Él anduvo cantando esta balada épica sobre sus grandes logros marciales, hasta que le dieron una paliza.”

“Ah. ¿Lo golpearon unos bandidos?” preguntó el Sacerdote Lagarto sonando divertido.

“No… ¡mi hermana lo hizo!”

Todo el grupo se rió.

La Alta Elfa Arquera compartió una historia de los viejos tiempos tras otra, historias que nunca podría haber contado en la recepción de una boda. Como la vez que su primo quiso atrapar un ciervo como regalo, pero fracasó. O la vez en que él se había enfermado, y su hermana estaba tan preocupada por él que no podía dormir y terminó resfriándose ella misma. Estaba aquella vez en que su hermana había cocinado de más algunos dulces horneados (un lapsus muy poco característico), pero su primo se los había comido todos con la cara seria.

Estaba el hecho de que la Alta Elfa Arquera había aprendido todo lo que sabía sobre hierbas, frutas y demás de su hermana, mientras que su primo le había enseñado a usar el arco y a cruzar un campo a toda prisa.

O cuando ella dijo que iba a dejar su aldea, su hermana se opuso, pero su primo la apoyó….

Ella había pasado dos mil años en estos bosques. Había tantos recuerdos esparcidos por todos esos incambiables, pero siempre amenos días.

En medio de este torrente de historias, Goblin Slayer dijo:

“Así que este es tu hogar.”

“Así es.”

“Eso es bueno.”

“Bueno…” Los ojos de la Alta Elfa Arquera se entrecerraron como los de un gato sonriente. “Es donde está mi corazón.”

Goblin Slayer asintió. La Vaquera lo miro por un momento.

Entonces él dijo:

“Y hay goblins cerca de él.”

La nota de ira en su voz era inconfundible.

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