Dungeon Defense (NL)

Volumen 1

Capítulo 5: El Circo Más Extravagante

Parte 5

 

 

— No siento interés por algo como tu viejo cuerpo. Simplemente estoy preocupado por la chica cuyo cuerpo está enterrado debajo de un frío campo nevado que está siendo arrasado por una ventisca…

—………

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— Ahh, me mata la preocupación. Siento que los lobos pueden aparecer abruptamente y arrancarle sus penosas extremidades. Y quien sabe cuántos viles ladrones de montaña puedan aparecer y violar su cuerpo cuanto deseen. Si. Por ejemplo, si yo les diese una pequeña señal –chasqueé mis dedos–. Hay una posibilidad de que cierta señal mágica sea enviada y una calamidad caiga sobre el frágil cuerpecito de la niña. Al igual que un pequeño llanto pueda provocar una avalancha masiva. Jefe, no se preocupe mucho. ¡Es mejor que no me mire con esos ojos tan horrendos! Simplemente estoy apuntando las posibilidades.

El cuerpo de Ivar Lodbrok temblaba inmensamente.

Estaría bien dejar de tratarlo con este respeto parcial poco divertido.

Cambié mi tono sarcástico hacia un tono claramente amenazador.

— Oh, lamentable vampiro. ¿Te enojó la idea de que Lapis Lazuli te hubiese traicionado? “Pisoteemos a esta chica que se ha atrevido a mostrarme los dientes”. ¿Habías decidido eso? Ah, Lodbrok. Pobre amigo –reí–. Firmemente supusiste mal. Estuviste equivocado. Lapis Lazuli no me cazó. Claro, ella es una chica bastante admirable, pero ¿ella siendo capaz de planear este tipo de comedia tan magnífica…?

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Yo la cacé.

Amablemente le susurré a Ivar Lodbrok al oído.

— De principio a fin, todo fue un estúpido malentendido tuyo. Lapis Lazuli te había jurado lealtad. Pero ya que ella es muy astuta, supo muy bien que si regresaba a la firma, estando bajo una falsa acusación, sería eliminada. Si la verdadera persona miserable no era ella, entonces yo no sabía quién era. Porque por culpa de un único bastardo, que vivió su vida creyendo que era un genio, ella ha terminado siendo una exiliada.

El temblor de Ivar Lodbrok se volvió más violento. Coloqué mi mano suavemente en el hombro de esa persona.

— Gracias por hacer la suposición errónea, con eso fui capaz de pasar por menos problemas. Lapis Lazuli es una chica esplendida. Te lo agradezco.

— ¿Q-qu… qué es lo que quiere de éste, Alteza…?

— Oh, simplemente quiero un poquitito de amabilidad –apreté fuertemente el hombro de Ivar Lodbrok.

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— Yo realmente no liberé algo como esta Muerte Negra. Todo lo que tienes que hacer es testificar la verdad. Eso es todo.

No presentes la prueba que ayudaría a lograr que la declaración de Paimon fuese más persuasiva.

Era una amenaza que contenía ese significado.

— Bueno… claro, también, en ocasiones, te moverás por aquí y por allá como mi marioneta. Un precio sigue a la derrota después de todo. Jefe, soy una persona honesta. No colocaré palabras hipócritas entre nosotros, eso de decirte cosas bonitas como asegurándote que no habrá más desgracias, y que está bien relajarse no va conmigo. ¿No crees que la hipocresía es una descortesía para los demás?

—………

— Muchas cosas cambiarán –claro, desde el interior de tus huesos–. Te propondré muchas cosas que no podrás rechazar, y tú, en realidad, no serás capaz de acabarlas. Ocasionalmente puedes tener un sentido de pena de que no te sentirás como una persona, sino como una bestia atrapada en un corral de cerdos –recorriendo tu médula–. Ocasionalmente mostrarás un espíritu rebelde y te resistirás contra mí. ¿Te digo cómo te pienso responder, para que lo sepas de antemano? Ah, no te mataré. Cielos. Ni siquiera te golpearé. Te doy mi palabra. Lo que haré… -lo que le haré a tu cráneo–. Es arrancar el cabello de tu cuerpo real -todo estará sometido a mí–. No tomaré mucho. Cada vez que te resistas, solo arrancaré una única hebra de cabello. Arrancarla, nada más. Solo por diversión. Eso es todo. ¿Qué tal? ¿Fuiste capaz de sentir cuan generoso era yo como persona?

—………

— Mientras aprecio tu hermoso rostro. Arranco, arranco, arranco, arranco… arranco.

Con un ‘juu’, soplé en su oreja.

Ivar Lodbrok se encogió de hombros como una hoja de álamo.

Por eso es que no podía dejar de disfrutar amenazar a las personas.

— Hmm. Estoy anhelando el día en que te me rebeles. No puedo esperar. Pero, lo soportaré. Ansiosamente lo soportaré. Tengo una gran paciencia, después de todo. Puedes sentirte aliviado con respecto a eso.

Ivar Lodbrok apretó sus dientes.

— Éste… no le jurará lealtad a nadie.

— Mejor aún –le di una ligera palmada al hombro de Ivar Lodbrok–. Usa esta oportunidad para aprender.

—………

— La gente tiene que seguir aprendiendo incluso si envejece, ¿sabías? Si uno se vuelve perezoso con su educación, entonces antes de que lo sepan, terminaran convirtiéndose en un fracaso. Una persona debe cuidar y atesorar su propio cuerpo. ¿No crees eso también?





Ivar Lodbrok no pudo responder.

Si era tanto así, entonces creía que mi sinceridad era capaz de superar la barrera de idiomas ubicada entre nosotros. La comunicación fue difícil. Para mí, tener que recurrir a las amenazas con el fin de hacer que otros me respeten, ¿no es trágico? Cuando Edipo hubo apuñalado sus propios ojos, él probablemente no estuvo tan triste como yo estoy ahora.

Enderecé mi espalda. Luego, me volví para mirar al juez, Marbas.

— Oh, honorable Marbas. Nuestra conversación se terminó. No habrá objeciones por mi parte si usted desea continuar el proceso de la audiencia.

— Bien. Paimon, ahora puedes probar la autenticidad de tu acusación.

La audiencia se reanudó.

Paimon, con una voz confiada, llamó a Ivar Lodbrok.

— Lo entiendo. Lodbrok, por favor, muestra la evidencia.

—………

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— ¿Lodbrok?

Un silencio de muerte continuó.

Ivar Lodbrok no había levantado su cabeza desde hacía rato.

Paimon pronunció su nombre varias veces, pero él se mantuvo igual, sin responder. Debido al silencio inesperado, una complexión de pánico apareció en el rostro de Paimon. Mientras el silencio continuaba, su estado perplejo se esparció lentamente hacia la gente a su alrededor, hasta que eventualmente, todo el salón de baile quedó cubierto por un silencio peculiar.

Al final, Ivar Lodbrok abrió su boca.

—…la declaración de Su Alteza Paimon, es una mentira.

Fue calmado. Increíblemente calmado.

El salón no estuvo calmado porque todos comprendieron el comentario de Ivar Lodbrok. Era lo contrario. Era porque ni una sola persona había comprendido lo que Ivar Lodbrok había dicho, por eso no hubo respuesta.

— ¿Qué diji——?

Por eso, las primeras palabras que salieron no fueron de entendimiento, sino de interrogación.

— ¿Q-qué acabas de decir?

— Éste… ha dicho que no se puede presentar la evidencia que usted solicitó, Alteza Paimon.

— ¡¿Qué estás tratando de decir… te has vuelto loco, Lodbrok?!

Paimon dejó escapar un rugido.

El silencio que había caído sobre el salón de baile de repente se rompió. Al igual que una marea elevada se convierte en un tsunami en una playa pacífica, la ira ilimitada de Paimon brotó. El orgullo que tenía en su rostro hasta hace poco se había ido con la marea.

— ¡Tú se lo dijiste a esta dama! ¡Dijiste que Dantalian era el culpable de ayudar con la plaga, y que esa chica llamada Lapis Lazuli era quien había propagado la Muerte Negra! ¡¿Estás tratando de ridiculizarla con esa lengua tan mezquina?!

—…mil disculpas. Éste es incapaz de comprender lo que usted está diciendo, Alteza Paimon. No han pasado ni 10 años desde la última vez que nos vimos en persona, ¿no es así?

Que hermoso. Con una sonrisa calmada, observé su discusión.

Había algo sobre presenciar cómo la gente entregaba continuamente la responsabilidad a otra persona que me conmovía profundamente. Ah, realmente no debería vivir con otra persona. Ah, encerrarme y pasar el resto de mis días en la esquina de mi habitación realmente era la verdadera forma de vivir. Eso me recordaba esos tipos de lecciones vitales.

También estas observando esto, ¿no, Lapis Lazuli? Te había prometido que te mostraría la actuación de circo más grande del mundo. Por un lado estaba la Lady Demonio de rango 9, la más noble, y por otro lado, la persona más rica del mundo. Y sin embargo, el punto al que esos dos habían llegado era lanzarse infantilmente la responsabilidad el uno al otro.

Para ti, que viviste tu vida siendo tratada injustamente porque eras una Intocable, consideré que este será el acto más grande. Tomate tu tiempo, y disfrútalo. Ya que yo especialmente dirigí y coordiné esta presentación de forma gratuita. A pesar de cómo lo veía, si derrochaba dinero por mis subordinados, entonces yo sería un superior que lo hizo todo de forma extravagante. Estaba bien quedar conmovido.

— ¡Eso es obvio, ya que entraste en contacto conmigo usando a tu subordinado!

— Éste es incapaz de saber lo que Torukel le dijo, Alteza Paimon. Sin embargo, hay una cosa que éste si sabe. La evidencia de que Su Alteza Dantalian tiene participación personal con la propagación de la enfermedad, en estos momentos, no se encuentra en posesión de nadie.

— ¡Maldita rata de alcantarilla…!

El hermoso rostro de Paimon se contrajo. Aunque ella era tan hermosa que parecía como si fuese una pieza de arte, su imagen enojada era más terrible.

— Que así sea entonces. ¡Pagaras sangre con sangre! ¡Ese es el lema de tu Firma Keuncuska, ¿no es así?! ¡Ésta dama mantendrá ese juramento…!

Un aura como de sangre comenzó a brotar del cuerpo de Paimon. La concentración de energía mágica era tan densa que era posible ver la forma y el color de su aura. La fluctuación de la energía parecía como si docenas de lenguas rojas estuviesen moviéndose con intensidad.

Paimon no era una simple Lady Demonio, ella era alguien que también se había ganado el título de archimaga.

Entre los Lores Demonios –que ahora eran 71–, este era un logro que solo fue alcanzado por 4 individuos, y ella era parte de esos 4.

— ¡Actuaré en nombre de la venganza! –Paimon gritó su dictamen.

Un dictamen, en este mundo, era algo que había pasado a través de la historia en cada área de poder influyente. Esos eran votos sagrados que dictaban que uno utilizaría todo, incluso su propia vida, con el fin de mantener su promesa. Paimon intentaba seriamente matar a Ivar Lodbrok.

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Fue entonces, cuando Marbas golpeó con su pie derecho.

Thud.

Todo el salón de baile se sacudió.

La gente se tambaleó como si hubiesen sido atrapados por un pequeño terremoto.

Marbas, con un aire amenazadoramente frío a su alrededor, miró a Paimon.

— Cesa tus acciones ofensivas de inmediato –Paimon mostró una expresión de dolor.

— ¡Pero, Marbas!


— Dije que te detuvieras en este instante. Deberías estar atenta de forzarme a recitar el dictamen también. Eres la persona que solicitó una última oportunidad. Siendo más claro, para mí, la última oportunidad de uno significa su ultimátum.

— ¡Ugh…!

Paimon apretó sus dientes con fuerza.

Su energía mágica no cesó, sino que comenzó a elevarse con más intensidad.

— ¡Hace un momento, el ejecutivo principal de Keuncuska jugó con ésta dama! ¡A pesar del hecho de que el jefe había ordenado a su subordinado, Torukel, mostrarle evidencia, ahora está tratando de retractarse! ¡Ésta dama debe ejecutar de inmediato al traidor!

— ¡ME IMPORTA UN COMINO QUIÉN SEA! –rugió Marbas–. ¡Incluso si Baal viniese, no puedes derramar sangre durante la Noche de Walpurgis! ¡Mientras estés aquí, preservarás una neutralidad absoluta! ¡A menos que quieras que mi persona, junto a todos los Lores Demonios de las facciones neutrales, incluyendo a las 30,000 tropas de élite, seamos tus enemigos, entonces ve y trata de derramar sangre en este lugar, Paimon! ¡Juro que ese día, la facción montañosa, la cual TÚ lideras, será aniquilada, y la tierra de los Lores Demonio que se encuentra en tu facción será maldita por 300 años, previniendo que siquiera una brizna de pasto crezca!

Una voz enojada, similar a una tormenta eléctrica, sacudió el salón de baile.

Las velas que estaban flotando en medio del aire temblaron violentamente. La luz y la oscuridad cayeron sobre la gente mientras estaba confundida caóticamente, los pilares del edificio soltaron polvo mientras temblaban.

Las personas se estremecieron. Estaban abrumados por la fuerza de Marbas.

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Entre los más de 30 Lores Demonio presente, la cantidad de gente que fue capaz de mantenerse erguida fueron pocas. Como mucho, Barbatos era la única que indiferentemente se mantenía tomando su vino.

— Oye, compa. Si lo necesitas, nuestra facción de las llanuras te podría ayudar cuando quieras. Honestamente, ¿no te da miedito ir a la guerra solo con la facción neutral de tú lado? Tú y yo podríamos hacer una muy buena alianza.

— Cierra la boca, Barbatos. No estoy de humor como para estar bromeando.

— Si eres amargado chico, solo estaba siendo buena gente –dijo Barbatos con una risita.

A diferencia de ella, la expresión de Paimon solo podía ser explicada como nada más que horrenda. De sus labios, aliento caliente estaba saliendo como un coctel de ira y autocontrol.

— ¡Torukel…!

Paimon mordió sus propias palabras.

— ¡Él es el mensajero que entregó las ordenes de Ivar Lodbrok! En estos momentos, él se encuentra esperando fuera de este salón. ¡Lo llamaré en este instante y probaré que Ivar Lodbrok ridiculizó a esta dama!

Un breve momento de silencio escalofriante se paseó por el salón.

Marbas se quitó el monóculo y miró fijamente a Paimon.

— ¿Estás segura?

— Ésta dama solo está haciendo acusaciones mediante la verdad.

—…estás tomando mi última gota de fe –Marbas levantó su mentón– ¡Hagan entrar al testigo conocido como Torukel!

Las hadas, habiendo recibido la orden, se abrieron paso ocupadamente hacia el exterior del salón de baile.

Ahh…

Yo estaba sumergido en tristeza.

Piensa con más calma, Paimon. Sea quien sea ese tal Torukel, no es nada más que un mensajero. No puedes esperar tener un testimonio apropiado de ese tipo de persona.

Entiendo que respetes cada raza, incluyendo a los humanos. Para ti, esta Muerte Negra sería una pesadilla sinigual. Probablemente participaste en esta reunión mientras estabas determinada a encontrar al culpable que provocó tal tragedia. Pero la persona que crees ser tu camarada, es decir, Ivar Lodbrok, inesperadamente te ha traicionado. Por eso es que era razonable que la ira se haya subido a tu cabeza. A pesar de eso, tienes que mirar al frente. La ira siempre es un atajo a la ruina.


Poco después, un duende de edad avanzada entró al salón de baile. Paimon lo señaló.

— Si. ¡Esa persona es Torukel! –ella comenzó su interrogatorio con una voz cargada de ira–. Torukel. Serás nuestro testigo. Tú, bajo las órdenes de Ivar Lodbrok, has actuado con el papel de mensajero, ¿es cierto?

—………

Torukel lentamente miró alrededor del salón.

El duende estaba apoyando su cuerpo con un bastón. Podría haber muchísimas arrugas en su frente, pero sus ojos brillaban con intelecto. Tuve la fuerte impresión de que no era viejo, sino que simplemente había vivido por un largo periodo de tiempo.

El duende miró a Ivar Lodbrok por un breve instante y asintió. No hubo intercambio de palabras entre ellos.

Torukel cuidadosamente abrió sus labios.

—…es un honor que se me haya permitido estar en presencia de todos estos Lores Demonio. Cruc. Éste, sin duda alguna, es un ejecutivo de la Firma Keuncuska, y también alguien con relación cercana a Ivar Lodbrok.

Tan pronto como Torukel reveló voluntariamente su propia identidad, el rostro de Paimon brilló con deleite. Ella probablemente creía que había logrado la victoria. Al igual que una ametralladora, comenzó a realizar preguntas rápidamente.

— Ésta dama irá directo al grano, Torukel. Tú me dijiste que Dantalian había confabulado en la propagación de la plaga y que, usando medios desconocidos, metió su mano en la creación de la Muerte Negra. ¿Es correcto?

— Si. Por supuesto, Alteza.

La audiencia se volvió a confundir.

Ivar Lodbrok cerró sus ojos con fuerza como si estuviese preocupado. Por otro lado, Paimon, con un aire triunfante, sonrió abiertamente. Era la figura de un individuo que ha superado el ridículo y meticulosamente materializaba la justicia.

Sin embargo.

— Lo que usted dice es cierto, Alteza. Ciertamente clamé que Dantalian era el criminal que estaba detrás de la Muerte Negra. Sin embargo, esa fue una completa mentira. Fue una difamación sin evidencia alguna.

— ¿Qué…?

Ni siquiera pasaron diez segundos cuando el shock solidificó la sonrisa de Paimon.

Torukel habló rotundamente.

— Éste hubo deseado las hierbas negras que estaban en posesión de Su Alteza Dantalian. Claro, sería imposible para él solo obtener esas posesiones personales. Sin embargo, este estaba en posesión de dos grandes patrocinadores. Su Alteza Paimon, y el ejecutivo principal, Ivar Lodbrok. Quizá, si él hubiese usado los nombres de esos dos individuos, entonces habría sido posible superar este punto muerto. Eso fue lo que pensé.

— Torukel… ¿q-qué acabas de decir…? –Paimon abrió su boca.

Era un rostro de incredulidad completa.

Torukel, usando su bastón para apoyarse, hizo una profunda reverencia.

— Mil disculpas. Éste conoce muy bien la preocupación que tiene por toda la gente de este continente, Alteza. Éste solo usó su corazón piadoso con el fin de incitar odio hacia Su Alteza Dantalian. Él, al final de cuentas, es un simple rango 71. Éste había juzgado que, una vez que la audiencia fuese abierta, esta terminaría en voto por mayoría.

—………

— Y dado lo que había pasado, que Su Alteza Dantalian había asesinado a Su Alteza Andromalius, éste pudo ver todo eso como una oportunidad de oro. Es decir, amenazar a Su Alteza Dantalian con el crimen atroz de asesinar a un Lord Demonio. Mediante eso, éste había planeado arrebatar todas las hierbas negras. Pero Su Alteza Dantalian superó todas mis expectativas, y fue capaz de probar su inocencia. Que molesto…

Torukel me miró ligeramente.

Le devolví la mirada sin ninguna emoción en mi rostro.

Sin darme cuenta, con un ‘tsk’, terminé de chasquear mi lengua. Pude comprender lo que el comerciante mayor básicamente trataba de hacer. Estaba intentando frustrar esta gran presentación circense.

El juez, Marbas, repentinamente inquirió a Torukel.

— Pequeño duende. Has admitido que has dejado en ridículo a Paimon con el fin de cumplir tus deseos egoístas. ¿Comprendes tus crímenes?

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— Si, Alteza. Éste sabe muy bien cuando admitir la derrota. Él ha tratado de ganar un gran beneficio usando a Su Alteza Paimon y al jefe principal de la Firma Keuncuska. Y al final, falló. Eso es todo –el duende sacudió su cabeza–. Si hay algo malo que Su Alteza Paimon haya hecho, entonces que le sea confiado a este duende malvado y viejo. Por eso, ya que todas las faltas recaen completamente en este… Alguien de un nacimiento humilde…

Rápido. Antes de que alguien pueda hacer algo.

Torukel sacó una pequeña espada de sus ropas——

— Éste se disculpará con su vida insignificante…

……y se la clavó en la garganta.

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