Dungeon Defense (NL)

Volumen 1

Capítulo 3: Enfermedad Sin Rostro

Parte 8

 

 

Comerciante de Keuncuska, Lapis Lazuli, Mestiza.

Calendario Imperial: Año 1505, Mes 6, Día 27.

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Fuentes Termales de Relajación de Siracusa.

 

— Huh…

Los suspiros seguían saliendo. Me preguntaba cuántas veces lo había hecho.

La gran candidata a ejecutiva de Keuncuska, Lapis Lazuli, actualmente estaba en una fuente termal. Era un lugar donde los ciudadanos disfrutaban tomar baños. Hombres y mujeres caminaban orgullosamente desnudos ante mí.

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Aunque estoy diciendo esto, yo también estaba desnuda. Los hombres caminaban por los pasillos y miraban en mi dirección con miradas obscenas. Sus ojos eran increíblemente desagradables… quería aplastárselos a todos.

Las fuentes termales no solo eran un lugar de relajación, sino que era un tipo de zona amorosa también. En otras palabras, se podría decir que la gente tenía citas al desnudo.

Un hombre y una mujer irían a una fuente y naturalmente comenzarían a flirtear. Era un tipo de cultura. Incluso ahora, podía oír el sonido de gemidos al otro lado… desesperadamente mantuve mi cabeza hacia otro lado.

— Huh… -otro suspiro.

Había una razón, y era tan simple que sorprendía; era con respecto a la razón por la que yo estaba aquí en Siracusa, el área más al sur del continente. En la nota que Su Alteza Dantalian me entregó, estaban unas palabras extrañas.

 

Reino de Cerdeña, Siracusa,

Casa de Baño Ciudadana, Clínica Punto de Partida

Dolor articular, Alta temperatura, Ennegrecimiento de piel.

 

A simple vista, si uno no tenía contexto, parecía algún tipo de código.

Su Alteza Dantalian había estado mencionando una enfermedad durante los dos últimos meses. En ese entonces, malinterpreté que él solo decía cosas sin sentido de forma intencional. Sin embargo, luego de verlo escribir esta nota y entregármela, parecía que realmente iba en serio… ¿era una broma, no? Todo estaba bien, así que por favor, dígame si esto es una broma.

¿Era así? No había ninguna.

— Huh…

Ya había suspirado por tercera vez.

Las enfermedades en sí no eran raras. Aun así, ¿predecir dónde y cuándo aparecería? Además de eso, ¿saber además cuál era la cura para esa enfermedad? Eso era imposible. Por eso es que era natural que los ejecutivos trataran a Su Alteza como un desquiciado.

Honestamente, yo tenía esperanzas, aunque podían ser pocas.

Su Alteza, quien estuvo impotente una vez, fue capaz de superar una situación de vida o muerte, para así nacer como un verdadero Lord Demonio… ese tipo de historia tradicional me traía esperanzas, aunque fuesen pocas.

Pero, ¿rango 71?

¿Acaso era un idiota que no tenía remedio?

El Lord Demonio Dantalian realmente no hizo absolutamente nada luego de haber comprado esas plantas. Solo daba vueltas en su cama recién comprada como si fuese un niño. Honestamente era patético.

— Ohh, señorita, usted si es una hermosura.

Un peatón que también estaba usando el baño trató de hablarme.

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Actualmente estaba usando magia para disfrazarme como un ser humano. Podría tratarse de magia, pero no era nada tan sorprendente. Solo había cambiado mi color de cabello a rojo. Los súcubos eran una raza demoníaca, pero su apariencia exterior era muy idéntica a la de los humanos. Por eso fui capaz de ocultar mi identidad con simpleza.

— ¿Quieres ir pa’ una piscina individual por 3 platas…? ¡¿Hip?!

—………

Miré momentáneamente a los ojos del hombre.

Probablemente me había confundido por una prostituta de este local, por eso le devolví una mirada fría. En lo que hubo contacto visual, retrocedió.

Parecía que había un peculiar intento asesino oculto en mis ojos. Había muy pocas personas que eran capaces de mirarme a la cara. Como la persona involucrada directamente, no lo entendía muy bien.

— L-lo siento, la confundí con alguien más. ¡Tenga un buen día!

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El hombre hábilmente se devolvió corriendo hacia los pasillos.

Su cintura carnosa se sacudía violentamente mientras corría. Era patético. ¿Cómo esperaba comprarme con tres monedas de plata y teniendo un cuerpo así? Al menos tendrían que ser 10 de oro. Si no ofrecía mucho, entonces no se podría establecer un intercambio. Sin importar como lo viese, los hombres que no podían juzgar sus apariencias objetivamente, daban lastima.

Volví mis pasos hacia la clínica de la fuente termal. Había muchos pacientes que habían ingresado creyendo en los efectos de las aguas termales. Si quizá existiese una oportunidad en un millón, la predicción de Su Alteza Dantalian acerca de la enfermedad seria correcta, y entonces este era el punto de partida.

— Ah, ¿qué podemos hacer por usted, madame?

Los doctores me dieron la bienvenida. Creyeron que yo era la hija de alguna familia noble. Que una dama pura, ignorante de los asuntos globales, estaba allí para realizar un trabajo voluntario. Si, había usado magia de encanto y sugerencia para engañarlos a propósito.

— ¿Cómo están los pacientes?

— Bueno, están casi igual. Día y noche se quejan y gimen por el dolor. Honestamente hablando, la mayoría de los pacientes están completamente bien.


— Me gustaría reunirme con el paciente más reciente.

— Hay un tipo que fue traído ayer. Pero realmente no le recomendaría que lo visitara, señorita.

— ¿Alguna razón en particular?

— Si. La falsa enfermedad de este chico es bastante grave. Que si le duele la axila, que la ingle la siente como si se la rasgaran, y así. Forma un alboroto por gusto. Se lo digo, señorita, lo detestará.

—……… -dolor articular–. No… está bien. Si es un paciente, entonces me gustaría confiar en lo que dice, solo por ahora. Me gustaría reunirme primero con él.

—Huh. Que amable de su parte. Yo podría ser un doctor mezquino, pero ha pasado bastante tiempo desde que conocí a alguien tan sincero como usted, señorita.


Mientras se deleitaba, el doctor me guió hasta el área de enfermos. En lo que abrió la puerta, un paciente que estaba al fondo comenzó a gritar.

— ¡Ahh, me muero! ¡Este comerciante de la gran tierra de Siracusa va a morir por culpa de un curandero! ¡Gente! ¡Alguien que acabe con ese curandero por mí!

— Huh, parece puerco asándose –suspiró el doctor.

Ahora entendía la razón por la que él me advirtió sobre visitar a este paciente. El doctor, luego de mirarme a mi primero, se acercó al paciente.

— ¿Y ahora qué tienes? ¿Epilepsia crónica?

— ¿Qué me pasa? ¿Qué es lo que me pasa? Muy bien, te lo diré otra vez, pero límpiate bien los oídos. Primero, la cama parece una piedra, a lo mejor y salgo con la columna plana. Segundo, no sé si lo que sirven aquí es pan o piedras, pero casi me saco un diente. Tercero, el doctor y amigo que he tenido toda la vida se la pasa suspirando cada vez que ve mi rostro, y eso me hace la vida cuadritos.

— Mira, desgraciado. Mi vida se fue a la mierda por tu culpa.

— ¿Ah, sí? Bien. Por fin logramos jodernos la vida mutuamente. Pero es lo mismo con la señora también. Mi esposa y yo hemos estado en los zapatos del otro por un tiempo, y en este punto solo hemos pensado en las formas de jodernos mutuamente. Oye, colega. Si no quieres ser mi otra mujer, entonces,
¡mierda! ¡Apresúrate y actúa como un doctor y sáname!

— Maldita sea. Este tipo ni siquiera es colaborador en vida.

Parecía que esos dos habían sido amigos desde que eran niños.

Significaba que eran lo suficientemente cercanos para ser capaces de insultarse a la cara.

Era una escena extraña para alguien como yo.

¿La amistad realmente podía existir?

Comúnmente, la gente diría con elogios que esa amistad duraría por siempre. Era sospechoso. Sin importar la frase, cuando el adverbio ‘por siempre’ era incluido, entonces comenzaba a sentirme dudosa. Personalmente creía que ese era un buen hábito.

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En este mundo solo existían traidores y traidores potenciales. Así es como pensaba. La amistad se refería simplemente a una persona que aún no te había traicionado.

— Lo siento, señorita –el doctor se disculpó abruptamente–. Este tipo siempre ha sido un boca sucia. Solo piense en ello como su límite de educación y si puede, ignórelo.

— Por mi está bien. Por favor, proceda con el chequeo.

— Muy bien.

El doctor colocó su mano en la frente del paciente.

— Por aquí y por allá ciertamente hay calentura. Pero sin importar como lo vea, es solo un resfriado de verano. Te recetaré algunas medicinas, por lo que si te sientes mal, entonces tómate el medicamento. Además de eso, deberías estar bien, así que no te preocupes.

—………

Altas temperaturas.

Por un instante, la incredulidad pasó por mi mente.

No era viable. Solo estaba pensando demasiado en ello. Los dolores articulares y la fiebre, solo eran síntomas comunes en cualquier lugar. No podrías considerar algo como eso signos de una enfermedad.

— Eh, ¿cómo pretendes que crea las palabras de un curandero?

— Si me sigues llamando así, te recetaré un veneno potente. Si sigues diciendo cosas así a todo pulmón, lo que harás será dañar mi dignidad. Desgraciado. ¿Planeas arruinar el negocio de tu amigo de infancia de esa forma?

— ¡Oye, eso duele como el diablo! Aquí, mira –el paciente levantó su parte superior de repente.

El doctor entró en pánico y me miró, pero yo estaba igual que siempre y me quedé calmada. No importaba el cuerpo desnudo de un hombre. Más que eso, había algo más que llamó mi atención.

La parte derecha del pecho del hombre.

Había una zona negra del tamaño de un pulgar.

—………

Todo mi cuerpo se tensó. Era como una persona petrificada.

— Pero, ¿qué es esto?

— Si es una gripecita, entonces no hay razón para tener una contusión.

— Eh, bueno. Creo que tienes razón…

Los dos no notaron mi repentino cambio de humor. El doctor y el paciente estaban ocupados discutiendo entre sí.

— Eso es raro. ¿No será que alguien más te contagió una enfermedad endémica?

— Eso es algo que tú, como doctor, deberías saber. No el comerciante, sino tú, el curandero. Si no quieres cambiar de trabajo y andar atendiendo una funeraria, entonces cúrame de una vez. Si para mañana termino convertido en un cadáver, entonces no tendrás que preocuparte por tu reputación, pues tu vida como médico estaría acabada.

— Bah, escupiendo palabras tan molestas, que ridiculez.

Piel volviéndose negra.

—…acabo de recordar algo que tengo que hacer. Debo irme.

— ¿Ah? Oh, seguro. Cuídese.

Con pasos apresurados, salí de la sala. No disponía del tiempo para despedirme apropiadamente. Esta situación. Esta situación no podía comprenderla.

Una agitación se apoderó de mi cabeza y la sacudió con fuerza. ¿Qué estaba pasando? Seguramente no me estás diciendo que una enfermedad en realidad está comenzando a propagarse, ¿o sí? ¿Y que además eso también es de acuerdo a la predicción del Lord Demonio Dantalian?

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Eso era imposible. Completamente imposible. La capacidad de predecir el futuro solo se manifestaba en la cantidad más pequeña de la ya muy pequeña cantidad de santas. Por eso, el último caso de profecía reconocido se hizo realidad hace 210 años. No había oportunidad de que Su Alteza Dantalian tuviese tal habilidad, o así se suponía que fuera. Pero ¿por qué?

Tenía que mantener la calma. Era demasiado pronto para precipitarme. Como mucho, era solo un paciente. Aún quedaba la oportunidad de que solo fuese una coincidencia de que un paciente con los síntomas que encajaban con las idioteces que Su Alteza Dantalian había dicho estuviese aquí. Para empezar, tenía que visitar a otros doctores en Siracusa.

Al menos 2, no, cuatro pacientes como mínimo tenían que tener los mismos síntomas antes que pudiese ser llamado una enfermedad. No debía entrar en pánico. Las profecías solo eran fantasías surgidas en los libros de historia. No había forma de que sucedieran con facilidad en la vida real.

“Pero, ¿y si Su Alteza Dantalian tenía razón…?” –esa era una simple especulación.

Solo había pensado en ello por un momento, pero la parte posterior de mi cuello ya estaba fría.

Su Alteza Dantalian, clamando que curaría la enfermedad, había comprado montones de cierta hierba. Naturalmente, el precio de las hojas era increíblemente bajo. La mayoría del oro fue gastado en personal. Debido al exorbitante precio, sin embargo, la cantidad de la planta que Su Alteza Dantalian compró—— no fue menor a 30.000.


Si eso realmente era la cura, entonces, sin importar que tan bajo fuese el precio, ellos lo venderían por lo menos a 2 de oro cada uno. Por eso, eran 60.000 monedas de oro. Eso superaba la cantidad que Su Alteza prestó inicialmente.

No, era lo mismo donde el dinero generado era puesto de último. Si la infección se esparcía por todo el continente, entonces costaría 5 de oro… eso alcanzaría un estatus ridículo. Un caos sin precedentes podría ocurrir.

Nadie en la firma predeciría eso. Una majestuosa metida de pata. Ellos probablemente encontrarían un responsable para que cargue con la culpa, y es muy probable, que yo sea quien termine siendo el chivo expiatorio.

La meta de convertirme en una ejecutiva de Keuncuska. La promesa de dejarme a cargo de toda la región de Dolstat. Naturalmente, todo eso explotaría como burbujas.

—………

Cuidadosamente mordí mis labios.

Nacida en un callejón, tuve que vivir mi vida hurgando en las cloacas y la basura. Apenas pude ser capaz de aferrarme a una oportunidad para escapar de ese infierno. No podía dejar que todo se fuese al garete.

Claro, yo había esperado que Su Alteza Dantalian despertara como un verdadero Lord Demonio. Sin embargo, su despertar solo significaba mi éxito y crecimiento. Por eso, nunca consideré esta situación.

Mis pies avanzaban rápido por su cuenta.

En un solo día, visité a cada doctor en la Ciudad de Siracusa. Y no tuve más elección que dar una conclusión objetiva.

Fiebres severas. Un dolor que se esparcía por las articulaciones. Un síntoma donde la piel se ennegrecía por zonas.

—………

En mis manos estaba el trozo de pergamino que Su Alteza me había dado. De pie en el centro de la plaza de la ciudad, me quedé mirando la nota por un largo rato.

16 clínicas en la Ciudad de Siracusa.

29 pacientes con síntomas parecidos.


Al día siguiente los pacientes incrementaron a 56 personas.

25 pacientes se quejabas por un dolor agudo y luego morían.

10 días después, los pacientes en la fuente termal que había visitado antes habían muerto. Todos. Medio mes después, toda la ciudad estaba llena con gritos de dolor de los ciudadanos.

La predicción de Su Alteza Dantalian era cierta.

Se trataba de una epidemia. Una epidemia que estaba propagándose.

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