Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 12

Capítulo 4: Un Cazador en la Orilla del Agua

Parte 2

 

 

Llamemos a ese monstruo “él”.

Cuando fue engendrado, era débil.

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Incluso si se enfurecía como le decía su instinto de monstruo, los humanos que irrumpían en el Calabozo lo derrotaban fácilmente. Lo atravesaban con espadas, quemaban su piel con llamas y lo mandaban a volar con martillos. Era casi un milagro que no hubiera muerto en esas primeras batallas.

No había ninguna duda al respecto; Él era quien estaba siendo robado.

Pero tenía un poco más de inteligencia que sus hermanos. Una y otra vez, los usaba como señuelos o reunía todas sus habilidades para escapar de los habitantes de la superficie de alguna u otra manera. Su destino era una furia ardiente que lo llevaba a continuar atacando a las personas sin desanimarse y, de alguna manera, a sobrevivir.

Su punto de inflexión llegó inesperadamente.

Un día, entro en una batalla no con un humano sino con uno de sus hermanos. De alguna manera—tal vez por arrancar involuntariamente una parte del cuerpo de su oponente—invocó su ira. Como la criatura que odiaba la muerte que era, se resistió ferozmente, y terminó rompiendo la tráquea de su oponente en pedazos con sus mandíbulas. Continuó y mordió el cuerpo de su oponente por todas partes hasta que fue destruido.

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Y luego, con su pecho y todo, devoró el núcleo de su hermano.

Se estremeció cuando mordió el cristal púrpura. Un destello de luz recorrió su campo de visión. Fue la ruptura de un tabú, el último acto prohibido.

Poder brotó de todo su cuerpo. Estimulación inundó todos sus nervios. Sintió como si su cuerpo se hubiera expandido. Por primera vez, este ser débil se sentía omnipotente. Había obtenido poder.

Al principio, estaba embriagado con esa sensación de omnipotencia. Se hundió más y más en la agradable sensación, buscando desesperadamente más de él, devorándolo. En otras palabras, se convirtió en un asesino de su propia especie. Los sorprendería por detrás, arrastrándolos uno tras otro a los huecos de los árboles. Llegó a comprender con gran claridad que cuanto más devoraba, más se rehacía su cuerpo desde adentro hacia afuera.

Finalmente, comenzó a pensar en la manera más eficiente de devorar a sus hermanos. El Calabozo que lo había engendrado miraba silenciosamente mientras construía una montaña de cenizas y se agachaba a su lado, engullendo innumerables cristales púrpuras. Ávida y persistentemente, sin pensar en otra cosa.

Se dio cuenta de que ahora él era quien estaba robando.

Era una sensación muy agradable destruir tan fácilmente a sus hermanos con los puños que lanzaba con todas sus fuerzas. ¿Cómo podría expresar el éxtasis de ensartar a una persona con una parte de su propio cuerpo?

Una vez más, se embriago con la violencia y destrucción.

Nada podía detener el poder que crecía día a día.

Entonces llegó ese momento.

En su mayor parte, había perdido el interés por las personas en su loca carrera por devorar a sus hermanos monstruos, pero ellos no se habían olvidado de él. Los grupos de personas que lo perseguían y atacaban eran extremadamente irritantes e incluso más fuertes que sus hermanos. No había ningún daño en evitar el conflicto con ellos. Normalmente, trataba de esconderse de ellos lo más posible, pero las personas que llegaron ese día eran muy persistentes. Como resultado, por primera vez en mucho tiempo, se entregó al instinto y se defendió.

Después de haber masacrado hasta el último de ellos, se dio cuenta de que algunos de los bultos de carne que habían sido personas cargaban eso.

En grandes cantidades, además de eso.

Finalmente—y esto fue muy desafortunado para los humanos—se dio cuenta de que eran como él.

Al igual que él, extraían esas cosas de sus hermanos y las recogían.


Por eso los humanos tenían muchas de ellas—muchas Piedras Mágicas.

***

 

 

–¿¡El monstruo está detrás de las Piedras Mágicas que recolectan los Aventureros!?

Dijo Lili, quien se había puesto pálida mientras escuchaba la explicación de Luvis-san.

–¡Nunca he escuchado de tal cosa!

–Pero es verdad… Cuando ese monstruo atacó a nuestro grupo, se dirigió directamente a los Ayudantes en la retaguardia y les arrebató sus mochilas llenas de Piedras Mágicas. Se las comió justo ante nuestros ojos… Incluso la Magia no funcionó en él. Todo lo que pudimos hacer fue huir…

Fue en ese momento cuando la semilla se había implantado en él, explico Luvis-san. Según él, su grupo estaba formado por cuatro miembros, todos Lv. 3, y todos aparentemente acostumbrados a explorar los Pisos Inferiores. Así de fuertes eran los Aventureros que fueron derrotados por este monstruo.

–La razón por la que vinimos a la <Capital del Agua> en primer lugar fue porque se nos pidió realizar una mision… Se suponía que debíamos estar buscando a personas desaparecidas, o de otro modo sus cadáveres. Aparte de nosotros en la <Familia Modi>, la <Familia> del Enano Dormul, la <Familia Magni>, recibió la misma solicitud. Estuvimos peleando todo el camino…

–Entonces, ¿Dormul-san tambien está aquí abajo?

–Sí.

Luvis-san asintió. Al parecer, tomaron caminos separados después de llegar a los Pisos Inferiores.

–Esa cosa se abalanzó sobre nosotros. Pero casi todos en el grupo estaban cubiertos de heridas, y tenían que recuperarse de alguna manera. No teníamos elección…

–¿Así que tomaste las Piedras Mágicas restantes y actuaste como un señuelo por el bien de tus compañeros?

Aisha-san resoplo.

–Sí, así es…

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Luvis-san respondió, asintiendo profundamente. Luego reajusto su expresión y apelo a nosotros una vez más.

–Ese monstruo es uno malo. Descubrió la eficiencia, y probablemente es por eso que es mucho más fuerte que cualquiera de las Especies Mejoradas que he encontrado antes… incluso más fuerte que el <Trol Ensangrentado>.

Ouka-san y los demás cambiaron de color cuando escucharon el llamado urgente de Luvis-san, pero Casandra- san levanto su rostro.

–El <Troll Ensangrentado>, he escuchado sobre eso…

–… Sí, es el monstruo mejorado que causo estragos hace diez años. Para cuando el Gremio confirmó su existencia, ya había matado a montones de Aventureros de Clase Alta. Incluso el grupo de élite de Aventureros de Segunda Clase y superior enviados para exterminarlo fueron aniquilados en su lugar. Escuché que murieron más de cincuenta personas…

Dijo Aisha-san.

–C-Cincuenta… ¿Y-Y qué pasó al final?

–El Gremio fue llorando a la <Familia Freya> y ellos lo eliminaron. Escuché de ellos que al menos era equivalente a un Lv. 5…

Haruhime-san se quedó muda por la explicación de Aisha-san. No solo ella. Daphne-san y Ouka-san también estaban jadeando ante el espantoso cuento de la Especie Mejorada.

¿Y Luvis-san dice que este Musgo Gigante era incluso más peligroso que ese <Troll Ensangrentado>?

… Parecía posible.


Comparado con cazar a los de su propia raza en el vasto Calabozo, apuntar a los Aventureros que ya habían recolectado grandes cantidades de Piedras Mágicas sería mucho más eficiente, con un rendimiento exponencialmente mayor. Y los Aventureros que llegaban a los Pisos Intermedios probablemente tenían más Piedras Mágicas de mejor calidad. Además, otros monstruos no atacarían a una Especie Mejorada a menos que el mismo buscara una pelea.

Lo peor de todo era que esta Especie Mejorada estaba en proceso de aprender las mejores estratagemas para atacar a los Aventureros.

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La forma en que se retiró después de plantar las semillas era prueba suficiente.

Una Especie Mejorada que sobresalía en cazar Aventureros… No había la menor duda. Era a la vez diferente y una amenaza.

–Si no hacemos nada… creo que esto se convertirá en una catástrofe sin precedentes.

La habitación se quedó en silencio por unos segundos en respuesta a las palabras entrecortadas de Luvis-san. Todos se veían tensos.

–Mierda. Elegí un momento increíble para ir a una expedición.

Aisha-san escupió, sacudiendo violentamente el largo cabello de su cuello. Una vez que la mirada de todos cayó sobre ella, continúo.

–Dejando de lado la cuestión de si somos nosotros quienes lo eliminamos o un grupo enviado por el Gremio una vez que se enteren de esto, definitivamente no se puede permitir que ande suelto.

–Eso es cierto, pero claramente cuanto más tiempo lo dejemos, será más difícil de matar. Muchos Aventureros podrían perder sus vidas como resultado. Y lo más importante, no podemos abandonar a los compañeros de Luvis-dono…

Mikoto-san dijo con una expresión tensa en su rostro.

Ouka-san y Welf estuvieron de acuerdo con su argumento.

–Además, tomará un día regresar a la superficie. No hay garantía de que Chigusa dure tanto tiempo. Sin mencionar el hecho de que no tenemos idea de si los Sanadores allí arriba incluso… podrán deshacerse de estas plantas parásitarias.

–Y mientras tengamos montones de Piedras Mágicas, podemos estar seguros de que vendrá a nosotros, ¿Verdad? Es obvio qué estrategia llevará menos tiempo.

–¿Pero hay alguna garantía de que podamos eliminar esas plantas parásitarias una vez que el monstruo haya sido asesinado?

Lili les pregunta a ambos jóvenes.

–Creo que hay una buena probabilidad de que funcione.

Daphne-san respondió en su lugar.

–Si este individuo se ha separado de la especie de un Musgo Gigante, entonces, cuando matemos al cuerpo principal y destruyamos todas las piedras del interior, debería convertirse en ceniza, ¿Verdad? Creo que les pasara lo mismo a estas enredaderas.

Lili miro a los ojos de Daphne-san como si quisiera decir algo en respuesta, pero Daphne-san se encogió de hombros y dijo:

–Realmente no quiero luchar contra eso. Pero en base a todo lo que he escuchado… no creo que nos deje escapar.

Estaba bastante seguro de que todos nosotros Aventureros de Clase Alta teníamos la misma premonición. Podría llamarse una corazonada. En el momento en que le demos la espalda a esa Especie Mejorada, nos mostrara sus colmillos.

–… Lili ha dicho todo lo que tiene que decir. Así que…

Ella me miro, y también Aisha-san.

–Ya escuchaste lo que ella dijo, Bell Cranel. ¿Qué vas a hacer?

Reflexione sobre todas las opiniones que el grupo había expresado y tome mi decisión.

–Vamos a cazar a ese monstruo.

–¡Sí!

Welf dijo, golpeando su puño en la palma de su otra mano.

–Me uno.

Agrego Ouka-san con entusiasmo, balanceando su Hacha de Batalla sobre su hombro. Lili y las Ayudantes asintieron entre sí y comenzaron a prepararse para partir de inmediato.

El objetivo de nuestra expedición en el Calabozo había dado un giro inesperado. Ante una situación irregular que nadie predijo, nuestro equipo combinado se propuso eliminar a una Especie Mejorada.

***

 

 

Lo primero que hizo después de enterarse de que la personas llevaban grandes cantidades de Piedras Mágicas fue observarlas para aprender.

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Al principio, se dio cuenta de que los que iban al final del grupo cantando canciones eran una verdadera molestia. Esas canciones eran cosas atroces que habían quemado su cuerpo y casi siempre lo mataban. Por lo tanto, era necesario matar primero a los de atrás.


Los que estaban al frente del grupo eran muy fuertes y mataban a muchos de sus hermanos mientras observaba con gran expectación. Muy a menudo eran miembros destacados de los habitantes de la superficie. Aun así, si estuvieran solos, él podría vencerlos. Por lo tanto, se enfocó en maneras de reducir el tamaño de los grupos o evitar que formaran equipos.

También aprendió que los más fuertes protegían a los que llevaban las Piedras Mágicas. Ideó todo tipo de armas para vencer a los humanos y tomar sus cristales. Las semillas eran una de esas armas.

Realizo sus preparaciones y esperó el momento justo para atacar.

Por lo general, quienes cantaban canciones eran mujeres con orejas largas. Si las mataba a golpes primero, las otras personas se enfadaban de manera divertida. En ese momento, los golpearía, abriendo sus cabezas y derramando el contenido. Pisotear a estos seres que le habían causado tanto sufrimiento lo llenaba de una oscura emoción y alegría.

Las hembras gritaban y lloraban mucho. Por alguna razón, cuando las escuchaba, se sentía mejor. Era como si esos gritos llenaran algo dentro de él, y así, una y otra vez, agarraba sus manos y pies delgados como ramitas, los retorcía y las golpeaba contra el suelo. Las mordía y las golpeaba muchas veces. Ellas gritarían “¡Por favor!” “¡Para!”. No entendía sus palabras, pero el tono de su canto lo hacían sentir bien. La carne de las hembras cuyas bocas derramaban sangre sabía mejor para el que la carne de otras personas.

 

Ah, quiero matar.

Quiero morderlos hasta la muerte una y otra vez.

Una y otra y otra vez.

Incluso si caigo por el precipicio de la muerte y renazco…

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Pero había comenzado débil, y tenía cuidado de nunca entregarse totalmente a sus instintos. Le daba prioridad al intelecto que lo había salvado, y esa elección le había sido muy útil.

Nunca, nunca dejaba escapar a los humanos que intentaban escapar. Si escapaban, estaba seguro de que cambiarían, así como él lo había hecho. Lo sabía intuitivamente. Y tenía razón. La razón por la que había descendido desde su lugar de nacimiento hasta la orilla del agua fue en parte para encontrar mejores Piedras Mágicas y en parte para asegurarse de que los Aventureros no escaparan. El estruendo del agua ahogaba sus gritos. El agua era su aliada. Aprendió a usarla. Si arrojara los cadáveres mordidos a la corriente, nadie descubriría lo que estaba haciendo.

En situaciones donde determinaba que no podía matar a todos los humanos, plantaba semillas en ellos y se retiraba. Estos segundos seres que eran parte de sí mismo se convertían en enredadera que debilitaba sus objetivos y lo alertaban sobre su ubicación. Era extremadamente fácil devorar a los humanos debilitados. Las semillas fueron su creación más preciada.

Todavía tenía mucho que aprender, así que todavía sentía miedo a menudo. Se había sentido más aterrado de todo cuando vio a la chica con cabello y ojos dorados y su grupo. A pesar de que estaban lejos, lo aterrorizaron. Serían imposibles de derrotar. Sabía que no debía enfrentarlos. Antes de que pudieran acercarse, corrió por su vida hacia las profundidades del laberinto. También había otros humanos como ella. Seres que sabía que no debía, bajo ninguna circunstancia, enfrentar. Por lo menos, todavía no, no cuando aún era más débil que ellos. Eso era algo más que había aprendido.

También notó que entre sus hermanos había un cierto subconjunto extraño. Estos eran herejes que lo habían traicionado a él y a sus otros hermanos. Muchas veces, un odio poderoso y una ira que parecía quemar su cuerpo lo inundaban, y casi cedía ante sus impulsos. Pero la sabiduría que susurraba en su oído ganaba cada vez. Sabía que no podía vencerlos, porque formaban grupos. Tenía que ganar la fuerza para derrotarlos sin ayuda. Buscó mayor poder para que un día pudiera enterrar sus colmillos en esos hermanos heréticos— especialmente en esa Sirena que se veía tan suave. Para empezar, iría tras las hembras que vivían aquí.

Había aprendido a cazar en el momento adecuado.

En algún momento, se había vuelto orgulloso de ser un cazador.

Su Maza raspaba el suelo mientras caminaba por el sendero de cristal.

Iluminado débilmente por la luz de los cristales blancos, acarició su cuerpo con sus dedos gruesos y deshuesados. El corte infligido por la cuchilla en su torso ya estaba curado.

Volvió a pensar en la caza que había ocurrido antes.

Aunque la oportunidad se había presentado por casualidad mientras perseguía a la presa que se había escapado con las Piedras Mágicas, no había podido acabar con ellos.

En particular, estaba ese humano de cabello blanco que lo había herido.

Sería una molestia tratar con él.

La hembra marrón en la parte trasera también le preocupaba. Tampoco debería subestimar a los que habían resistido el rebote de las semillas. Sabía muy bien que un grupo de habitantes de la superficie con talento significaba serios problemas.

Decidió que tendría que atraparlos.

Se detuvo y usó su Maza para demoler la columna de cristal que había estado buscando, luego se deslizó en la brecha que había creado. Más allá había una pequeña cueva.

Varias piezas de comida sobrante que había atrapado y escondido en la cueva rodaban a sus pies. Usaría esos.

–¡A-Ahhh…!

–¡Detente…!

Las personas de orejas largas temblaban. Lágrimas se acumulaban en sus ojos.

Sabía que muchos humanos no podían abandonar a sus hermanos. Sin importar cuán gravemente herida estuviera una persona, si arañaba un poco a uno de sus hermanos y lo hiciera llorar, el otro humano se enfurecería y lo enfrentaría con valentía. Pero al final, ese humano sería eliminado.

Tal vez debería torturar a las hembras hasta la muerte. Se le ocurrió la idea, pero decidió no hacerlo. Había aprendido que era una locura dejarse llevar mientras la presa todavía estaba allí. No debía bajar la guardia hasta que el último humano dejara de respirar.

Lentamente, levantó la Maza que sostenía en su mano derecha.

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–Detenteeee…

–Por favor, no…

No le conmovían las súplicas, cuyos significados no entendía. Sin detenerse, bajó su brazo.

–¡Aaaaaaaahhhh!

Al instante siguiente, gritos insoportablemente horrendos desgarraron el aire.

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