Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 11

Interludio: Tres Huérfanos, un Grito en la Noche y un Laberinto Ensangrentado

 

 

Danmachi Volumen 11 Interludio Novela Ligera

 

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Hitachi Chigusa y Kashima Ouka no sabían que hacer.

–¡Por favor! ¡Por favor ayúdennos! ¡Ruu regresó a la iglesia!

Estaban cerca de las afueras del noroeste de la Calle Dedalo. Un gran número de residentes del Distrito Laberinto estaban reunidos en este lugar no lejos de la Calle Principal del Este, una de las arterias centrales de la ciudad. La orden de evacuación que el Gremio emitió varios días antes les había ordenado reunirse allí. La <Familia Takemikazuchi> estaba entre esta multitud, rodeada de niños.

–Dijo que tenía un gato sobre el que no le había contado a nadie, y que tenía que buscarlo, y luego se fue, y, y…

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–Y los monstruos están fuera ahora…

–Todo estará bien. Solo cálmense… ¿De acuerdo?

Chigusa y los otros miembros de la <Familia Takemikazuchi> se habían dirigido originalmente a la Calle Dedalo porque su Dios principal les pidió que ayudaran a Bell, pero luego el personal del Gremio solicitó su ayuda con la abrumadora cantidad de evacuados, y no pudieron decir que no.

La <Familia Ganesha> y otros Aventureros estaban protegiendo el área circundante mientras el personal del Gremio intentaba desesperadamente conducir a la multitud hacia la Calle Principal del Este. Con el rugido de los monstruos, todo lo que se encontraba al sur de su ubicación se había convertido en una zona de batalla, lo que significaba que la única ruta de evacuación que quedaba estaba al norte, hacia la Calle Principal del Este. Todas las salidas en esa dirección estaban llenas de personas, y la situación se había convertido en un atasco masivo de tráfico humano. Los ciudadanos estaban aterrados de los monstruos.

Los niños frente a Chigusa—Lai, el niño humano, y Fina, la Dogman—no eran la excepción.

–Yo también se los ruego. ¡Por favor, de alguna manera, encuentren a ese chico…!

Suplicó la monja anciana, Madre María, y agregó su voz al coro.

–Trata de mantener la cabeza en alto. No sé qué haré si incluso adultos como tu comienzan a llorar.

Dijo Ouka. Estaba demasiado agotado para reunir más que esta respuesta incómoda a la súplica de la delgada mujer de cabello negro. Con la mayoría de los miembros de la <Familia Ganesha> y otros Aventureros ocupados cuidando los grupos de evacuados, María parecía aferrarse a un clavo ardiendo. Aún más teniendo en cuenta que era solo un niño pequeño.

–Está bien, lo buscaremos. Dinos cómo llegar… No, no importa, no sirve de nada. No tengo sentido de dirección por aquí.

Dijo Ouka.

–¡Por favor, déjame ir contigo! ¡Te mostraré el camino a la iglesia!


Dijo María.

–¡Yo también quiero ir!

–¡También yo!

Las peticiones de Lai y Fina sorprendieron a Chigusa y a Ouka.

–¡Lai!

Gritó María, tratando de detener al niño. Ignorándola, él y Fina se aferraron a Ouka antes de que pudiera decirles que era demasiado peligroso.

–¡Puede que no estemos conectados por sangre… pero somos una familia!

Con esas palabras, Ouka entendió todo. Frunció el ceño mientras trataba de decidir qué hacer.

–Huérfanos… Maldición. Soy una presa fácil.

Tanto Ouka como Chigusa eran huérfanos. También lo era Mikoto, quien se había transferido a la <Familia Hestia>. Cada uno había perdido a su familia bajo diferentes circunstancias, pero todos habían crecido en un hogar gracias a Takemikazuchi y otros Dioses benevolentes.

Lai y los otros niños probablemente pasaron por las mismas cosas que nosotros.

Pensó Ouka, llevando su mano a su musculoso cuello.

–Chigusa… lo siento. ¿Pueden venir?

Dijo.

Chigusa sonrió y asintió con la cabeza, revelando su ojo derecho, que normalmente estaba cubierto por su flequillo.

A ella le gustaba el torpe y amable Ouka.

Él le devolvió la sonrisa irónicamente.

–¡Okay, llévanos allí!

–¡Por aquí!

Dejando atrás a los otros Aventureros, Chigusa y Ouka se marcharon con María y los niños.

***

 

 

Casandra Ilion estaba cargando algo.

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–¡Ugh! ¡Esto es pesado…!

Sus brazos estaban envueltos hasta donde podían alrededor de una enorme caja de madera mientras se tambaleaba a través del silencioso Distrito Laberinto.

Estaba en la sección noreste, y afortunadamente para ella, no se veía un monstruo o Aventurero. Solo había una luz terrible y tenue. El emblema de la <Familia Miach>, una forma humana abstracta, brillaba sobre el Báculo que había unido apresuradamente en su cadera. Con su largo cabello meciéndose y sus ojos tímidos y caídos, moviéndose más de lo habitual, avanzaba a través de los callejones traseros—cuando de repente, la caja en sus brazos comenzó a temblar y crujir.

–N-No se muevan.

Susurró nerviosamente a su carga.

Después de una exploración rápida de su entorno, se sintió aliviada al ver que no había nadie cerca—o al menos eso pensó.

–¡Aquí estás, Casandra! ¿Por qué estás escabulléndote por ti misma?

–¡Eeek!

Su amiga Daphne Lauros apareció por detrás. Cuando la sorprendida Casandra levanto la mirada hacia ella, la caja se deslizó de sus manos cayendo sobre el pavimento de piedra. Un instante después, un gran gemido se escuchó del interior.

–…

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–…

Daphne se congeló.

Casandra se puso pálida.

–Casandra… ¿En serio?

Dijo Daphne con los labios temblorosos mientras miraba fijamente la temblorosa caja.

–¡D-Daph, estás equivocada! ¡Espera—por favor espera!

Casandra estiró sus brazos para bloquear su camino, pero Daphne la empujó a un lado y abrió la caja de madera.

–Kyuu…

–Woof…

Dentro estaba sentado un Hellhound y un Al-Miraj de ojos llorosos presionando una pata sobre su cabeza donde se había golpeado en la caída.

–¿¡Queeeeee!?? ¿¡Qué demonios!?

–¡D-Daph, baja la voz!

Ambos monstruos se levantaron al escuchar el grito de Daphne, provocando que Casandra entrara en pánico. Los ojos almendrados de Daphne revelaron una mezcla de ira y confusión bajo su cabello corto, y se acercó a su amiga.

–Casandra. ¡Idiota! ¿¡Qué estás haciendo!? ¿¡No me digas que estás escondiendo a uno de esos monstruos con una recompensa en la cabeza!?

–¡No, no es eso en absoluto! Estoy, bueno… ¡Es porque tuve una visión!

Un poco menos de una semana antes, Casandra había soñado con ser tragada por una ola negra azabache. Justo cuando estaba al borde de la muerte, había sacado un amuleto de conejo que había conseguido y logró escapar. Había sido un sueño extraordinariamente aterrador y, como de costumbre, totalmente inesperado.

Por la experiencia que había adquirido durante sus dieciocho años de vida, la chica sabía que este tipo de sueño premonitorio era extremadamente malo. Confiando en el espantoso mensaje del sueño, se había dirigido a un callejón desolado cinco días antes—en ese día, el día que eso sucedió, cuando realmente hubiera sido mejor no ir. Allí encontró el lugar donde había caído el amuleto… y allí estaba la bola de peluche blanca. Y la bola de pelo negro.

Estaban cubiertos de sangre y completamente agotados. Ambos yacían boca abajo e inconscientes, con sus miembros extendidos. El amuleto de conejo de su sueño, resultó ser un Al-Miraj y un Hellhound.

Casandra casi se había desmayado por la conmoción—pero su obsesión con su visión de la destrucción absoluta la mantuvo enfocada. Con el rostro blanco y las manos y pies temblando, escondió a ambos monstruos en una caja que encontró tirada y los llevo a su habitación ese mismo día. Fue un milagro que ni Miach ni Naaza, ni Daphne, ni ninguno de los otros Aventureros la hubieran descubierto.

Casandra no protegía a los Xenos—monstruos. Por el contrario, estaba aterrorizada de ellos incluso ahora. Pero tenía que mantener el “amuleto de conejo” con ella hasta el fatídico día. No tuvo más remedio que darles de comer pedazos de Jyaga Maru-kun(croquetas de patata fritas) para que no murieran de hambre. Definitivamente no era porque el monstruo blanco hiciera un lloriqueo quejumbroso o porque el negro gruñía tristemente. Por cierto, les gustaron los aperitivos de papas. Después de eso, Casandra siempre alimentaba a las chicas (¿Eran chicas?) con patatas.

Me pregunto si estoy destinada a ser una Domadora.

Se preguntó nerviosamente.

Al final, Miach (quien todavía no se atrevía a contarle a su <Familia> sobre los Xenos) y Casandra (demasiado temerosa de contarle la verdad a Miach) se habían evitado de forma bastante impresionante. Pero a Daphne no le importaban las explicaciones de Casandra.

–¡¡Tus estúpidos sueños otra vez!! Dame un respiro, ¿¡Quieres!? ¡¡Y sal de mi camino!!

Si se corría la voz sobre esto, la <Familia Miach> volvería a cometer el error de Bell. Por el bien de su <Familia>, y más que nada por el bien de su amiga, Daphne sacó su Daga con forma de bastón de su cadera.

–¿¡Kyuu!?

–¡N-No, Daphne, no lo hagas!

–¡Suéltalos, Casandra!

Daphne intentó arrebatarle al chirriante Al-Miraj a Casandra, quien estaba agarrándolo por detrás. Su brillante Daga parecía estar gritando que los monstruos debían ser asesinados en el lugar, cuando—

*¡Thud!*

— ——

— ——

Justo cuando Daphne y Casandra escucharon algo golpeando ferozmente los adoquines, una enorme sombra las envolvió.

Cuando las chicas petrificadas giraron la cabeza, vieron una enorme forma negra que se alzaba sobre el oscuro cielo nocturno.

Su piel estaba cubierta de ríos de sangre carmesí, que por lo que sabían provenía de enemigos vencidos. Su pata delantera levantada sostenía el Hacha de doble filo conocida como Labrys. La bestia atravesó a las chicas con su aterradora mirada y levantó la enorme arma como una guillotina.

El rostro de Daphne perdió todo rastro de color, y Casandra se desplomó de miedo. Aunque ambas eran aventureras de Clase Alta, la abrumadora fuerza de su oponente era obvia. Estaban seguras de que en el próximo instante serían reducidas a trozos de carne.

Sin embargo, justo cuando habían aceptado que la muerte era inminente, escucharon un sonido.

–¡Kyuu!

El Al-Miraj y el Hellhound saltaron de su caja y se interpusieron entre ellas y la bestia. Mientras el Al-Miraj saltaba y chillaba una y otra vez, el silencioso monstruo negro azabache no respondía… entonces lentamente bajo su Hacha. Pasó ante las chicas, quienes aún permanecían inmóviles como estatuas, y desapareció en la noche.

El Al-Miraj miró a Casandra, dejo escapar un kyuu final, y se sentó a horcajadas sobre el Hellhound. Ambos monstruos siguieron a la bestia negra en la oscuridad.

–…

–…

Un silencio como la calma después de una tormenta descendió sobre ambas chicas.

Casandra se dejó caer al suelo y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Daphne.

Daphne apenas se sostenía a sí misma, pero sus rodillas estaban a punto de ceder. Ella miró torpemente a Casandra, quien le devolvió la sonrisa.

–¿V-V-Vez? ¡E-E-E-E-Ellos nos salvaron…!

–Haha—y, por supuesto, todo es porque llevaste esas cosas a casa, ¿¡Verdad!?

Dijo Daphne, golpeando a Casandra en la cabeza con su puño.

–¡Ouch!

Gritó Casandra, presionando su mano en su cabeza.

***

 

 

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La chica Beastman palideció.

–¡Rápido, llamen a un Sanador! ¡O consigan una poción—cualquier cosa que puedan encontrar!

Alguien gritó.

–Es horrible…

Gimió otro.

–¿¡Cuántos de nosotros fueron eliminados!?

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Hablando propiamente, era Lili, transformada en un Beastman, quien estaba pálida—pálida por el pandemónium de los Aventureros y por la vista del callejón parecido a un laberinto teñido de rojo de un extremo a otro. Sus orejas de animal temblaban mientras miraba los cuerpos de Aventureros amontonados.

¿Cuál de los Xenos que se separaron hizo esto? ¿O fueron todos ellos? Incluso si fueran todos ellos, esto es…

Se suponía que Lili y Bell se unirían a los Xenos dispersos y, de ser posible, los unirían con Fels y los otros Xenos. Si eso resultaba imposible, el último plan era que usaran la segunda llave—que era la que los Xenos tenían—y que encontraran otra ruta a <Knossos> por su cuenta.

En este momento, Lili estaba en la sección este del Distrito Laberinto, donde un letrero en la pared escrito en Koine decía “277.º Bloque”.

La llamada que Lyd envió al comienzo de la batalla le había ordenado a los Xenos separados que se reunieran en este bloque. Gracias a su carrera anterior como ladrona, Lili había podido escabullirse hasta aquí, pero…

Un grupo de Aventureros debe haberlos encontrado… y supongo que los Xenos acabaron con todos en defensa propia. Por lo que se ve, el equipo era bastante grande, y probablemente no tuvieron otra opción…

Las escaleras subían y bajaban desde el callejón parecido a un laberinto, y una gran cantidad de calles laterales se bifurcaban hacia la izquierda y hacia la derecha. La calle y las paredes estaban manchadas con sangre fresca, convirtiendo todo el callejón en un mundo rojo. Una ensangrentada Amazona yacía desplomada contra una pared en ruinas, con el cuello roto. Un Enano yacía mirando fijamente al cielo, con su preciado martillo y armadura pulverizados. La sangrienta calamidad había llovido igualmente sobre los Aventureros de Clase Alta y Baja.

–¿¡Ugh…!?

Incluso para Lili, con su larga experiencia como Ayudante, la brutal imagen de laceraciones profundas, brazos y piernas retorcidos y huesos que sobresalían de la carne era una visión lo suficientemente terrible como para drenar la sangre de su rostro. ¿Realmente podrían estar vivos? Lili se llevó la mano a la boca. No tenía el coraje de entrar en ese círculo de Aventureros que aún gemían y descubrirlo.

Algunos de ellos son miembros de la <Familia Loki>… Me pregunto si Finn-sama supuso el escondite de los monstruos y envió exploradores. Después de todo este alboroto, los Xenos probablemente no regresen aquí…

Entre los Aventureros inconscientes, Lili encontró algunos con el emblema del “Tramposo” y tragó saliva. Las paredes aplastadas y los adoquines de piedra que cubrían las secuelas de la batalla le trajeron a la mente al monstruo que había logrado infligir tanto daño. La imagen era… ese minotauro negro azabache cuyos aullidos feroces había escuchado antes.

¿Un monstruo capaz de tanto daño realmente necesitaba ayuda?

Lilly comenzó a buscar en el callejón señales que pudieran llevarla a los Xenos. Cada vez que encontraba a un Aventurero que aún respiraba, sentía un tremendo alivio y una tremenda inquietud.

***

 

 

Ya sea con puños o patadas, él los golpeó.

Eso fue todo lo que necesitó.

–¿¡Aaaaaaaahhhhhh!?

Uno de los cazadores arrojó a un lado sus armas e intentó huir, pero fue alcanzado de inmediato y recibió una patada por sus esfuerzos. Al igual que sus compañeros cazadores, se desplomo vomitando sangre.

No era justo llamar a esto una lucha. Ni siquiera podía llamarlo cazar.

Atormentado por el hambre que crecía y crecía fuera de control, regresó con sus hermanos—quienes habían sido separados. Los cazadores los habían atacado y los salvó.


Su hermano conejo saltaba de alegría, diciendo que era realmente alguien con quien se podía contar.

Su hermana alada había murmurado lastimosamente, diciendo que tal vez había ido demasiado lejos.

Los hermanos que presenciaron su hambre se dividían en dos categorías. Aquellos que lo elogiaban y aquellos que le temían.

Se dio cuenta de que incluso entre los suyos era un rebelde. Su sueño era fundamentalmente diferente al de ellos. Tenían sentimientos por estos lugares en la superficie y por las personas que los habitaban. Pero él no tenía ninguno. Él solo podría encontrar significado en la lucha.

Debemos separarnos aquí.

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Pensó.

Vio que su sueño podría destruir el sueño de su familia. Les daría la llave. La llave con el globo ocular enterrado en ella. El objeto que él había estado guardando para ellos hasta ahora. Cuando les dijo que no lo necesitaba, el hermano del sombrero rojo le hizo una pregunta.

–¿Qué harás ahora?

Él les dijo cuáles eran sus intenciones.

Luchar. Para abrir un camino.

Y…

Que sentía que el sueño que estaba buscando estaba aquí en la superficie.

–… Entiendo. Te deseo buena suerte en la guerra.

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Le dio la espalda a sus hermanos, quienes se lamentaban por su despedida.

Quizás sería una separación eterna.

Tenía una premonición de que sería el caso, pero no importaba. No si era capaz de encontrar su sueño aquí en la superficie.

Ocultando su forma y presencia sobredimensionadas en la oscuridad, continuó su viaje de búsqueda.

Para volver a encontrarse—y para luchar de nuevo.

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