Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 9

Capítulo 5: Herejes

Parte 10

 

 

–Monstruos con la capacidad de pensar y sentir… La primera vez que me encontré con Lyd y su especie fue hace quince, tal vez dieciséis años atrás.

Fels continuó hablando mientras la Siren cantaba entre los monstruos bailando felizmente de fondo.

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En ese momento, los miembros de la <Familia> cercana a Urano los capturaron. El Dios logró mantener su presencia en secreto del resto de Orario al emitir una estricta orden de silencio. Esa <Familia> cayó en la ruina y ya no existía.

Fels obedeció la voluntad divina de Urano y había servido como un mensajero desde entonces, convirtiéndose en el primer contacto de los Xenos con el mundo de la superficie.

–Después de hablar con Lyd y sus compañeros, decidimos llamar a su grupo de herejes, “Xenos”. Ahora viven como una comunidad bajo el mismo nombre.

–¿Una comunidad?

–Sí. Otros como nosotros nacen en todo el Calabozo. Nos contactamos con nuestros camaradas para formar nuestra propia organización.

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Bell le pidió una aclaración a Fels, pero fue Lyd quien proporcionó la respuesta.

–Nos reunimos en Aldeas Ocultas como esta y viajamos entre diferentes Pisos con la esperanza de encontrar camaradas cerca.

Tan pronto como Lyd explicó que la mayoría de sus actividades se llevaban a cabo en los Pisos Inferiores, Lili volvió a la conversación para preguntar sobre algo que había estado rondando en su cabeza por algún tiempo.

–… Esto ha estado molestando a Lili por un tiempo, pero… ¿Los monstruos no nacen en esta habitación?

–¿Oh? ¿Lo notaste, Lilichi?

–¿L-Lilichi…?

Mientras la Hobbit se debatía sobre cómo sentirse siendo tratada de una manera tan extraña, Lyd echó un vistazo a la habitación salpicada de cuarzo verde oscuro que sobresalía de las paredes y el techo.

–Este lugar… podrías llamarlo una Zona Segura. Hay muchos más como este.

–¿¡Eh!?

–Por supuesto, los Aventureros no los han encontrado. Es por eso que llamamos a estos lugares Aldeas Ocultas.

Lyd ignoró el asombro en los rostros de Bell, Welf y Lili y continuó con su explicación.

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Los Xenos frecuentaban las <Fronteras> no descubiertas en los Pisos Intermedios hasta los Pisos Profundos9— lugares que los Aventureros no sabían que existían—usándolos como campamentos base en su búsqueda de monstruos que compartían sus dones únicos. (NT: Una aclaración para aquellos a los que les parezca confuso, los Pisos Superiores son del 1º al 12º Piso, los Pisos Intermedios son desde el 13º al 24º Piso, los Pisos Inferiores son desde el 25º al 35º Piso y los Pisos Profundos son desde el 35º Piso en adelante.)

Eran una comunidad de monstruos, una brigada ambulante.

–En este momento hay unos cuarenta Xenos… Los números suben y bajan, pero Lyd, Rei y Gross son miembros desde el principio.

–Ha pasado mucho tiempo, ¿Verdad?

Fels miró a la Siren y la Gárgola mientras el Hombre Lagarto esbozaba una sonrisa dentuda.

–… Eso te haría el líder, ¿No es así?

Finalmente, Welf preguntó lo qué Lili y el sospechaban desde hacía un tiempo.

–Sí. Gryuu solía tener ese título, pero su cuerpo de dragón no puede moverse como solía hacerlo. Así que estoy guiando a todos en su lugar ahora.

–Entonces el miembro más fuerte es…

–¡Por supuesto! ¡¡Lo estás mirando!!

Lyd orgullosamente hinchó su pecho blindado.

Bell pensó que ese podría ser el caso después de luchar contra el Hombre Lagarto uno a uno.

Era probable que Lyd se estuviera reteniendo en ese momento, pero aún así evocó recuerdos de la Aventurera de Primera Clase de la <Familia Ishtar>, Friné, durante la batalla. Por lo tanto, el chico había sospechado que la fuerza potencial del Hombre Lagarto podría superar la de ella.

–… Bueno, eso es lo que me gustaría decir.

—Sin embargo, Lyd dejó caer su cabeza de reptil, con sus hombros desplomándose enseguida.

–Uno de nuestros compañeros más nuevos me quitó el título en un abrir y cerrar de ojos…

–O-Oooh…

Welf no estaba seguro de qué hacer con el Hombre Lagarto claramente deprimido. Bell, sin embargo, estaba aturdido.


La pregunta tenía que ser hecha.

–Um, entonces, ¿Cómo es este nuevo miembro?

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–Él no está aquí ahora. Es extraño, te digo. Fue a los Pisos Profundos por su cuenta para entrenar.

–E-En los Pisos Profundos… ¿Crees que está bien?

–Conociéndolo, creo que preocuparme sería una pérdida de tiempo.

Lyd se rió para sí mismo, como si estuviera exhausto solo de pensarlo.

–… Fels-sama.

–¿Qué pasa, Liliruca Arde?

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Después de que un tiempo había pasado…

Cansados de cantar y bailar, los bailarines estaban comenzando a sentarse en el suelo. Mikoto, Haruhime y Wiene estaban entre ellos.

Lili se había perdido en sus pensamientos cuando, finalmente, miró a Fels.

–Cuando la Siren Rei… Rei-sama habló con nosotros, ella describió la relación de los Xenos con el Gremio como “dar y recibir”.

–Sí, es cierto.

–Urano-sama brinda apoyo y, a cambio, los Xenos recorren el Calabozo en busca de nuevos miembros… ¿Eso es realmente todo?

Su mirada color castaño se adentró en la oscuridad bajo la capucha del Hechicero, pero su única respuesta fue el silencio.

–Lili no puede evitar sentir que esta relación es demasiado unilateral. Hay algo extrañamente urgente sobre las palabras y acciones elegidas por estos herejes…

Un grupo que usaba varias Aldeas Ocultas desconocidas y tenía miembros capaces de viajar solos a los Pisos Profundos poseía un poder considerable. La brigada de monstruos llamada Xenos debería poder cuidarse a sí misma con o sin la ayuda de Fels y Urano.

Lili reconoció que el Gremio, a cargo de la ciudad y de la administración del Calabozo, querría vigilarlos para evitar que el pánico masivo se propagara a través de Orario. Sin embargo, por lo que podía ver, el trato era increíblemente injusto.

Sobre todo, los miembros de los Xenos parecían anhelar algo más.

Lili lo explico todo.

–Si esto es simplemente caridad, entonces Lili abandonará la sugerencia ahora… Sin embargo.

Desviando sus ojos y dudando por un momento, expreso su punto.

–¿Están en esta relación porque quieren algo que solo Urano-sama y Fels-sama puedan brindar?

Había mantenido estas dudas para sí misma desde que llegó a la Aldea Oculta, y ahora las había expresado en voz baja.

Bell y Welf permanecieron en silencio, agudizando sus oídos y esperando.

Una mirada de silenciosa contemplación apareció en el rostro de Lyd.

Cuando la conversación llego a un punto muerto, solo se escuchaban las risas de Wiene y los aullidos de los juguetones monstruos.

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— —Para caminar en la superficie.

Sólo entonces…

Una voz atravesó el silencioso aire, clara como el día.

–Rei-sama…

–Ese es nuestro deseo.

Rei caminaba ligeramente mientras se acercaba al grupo, con los brazos cruzados como si estuviera abrazando su propio cuerpo.

Bell, Lili y Welf miraron con asombro los resueltos ojos azules de la Siren mientras asimilaban sus palabras.


–… Tengo sueños.

La suave voz de Lyd los devolvió al momento.

–Sueño con una bola de luz roja que se hunde detrás de una enorme pila de rocas… Un cielo que no se puede encontrar aquí, rojo ardiente, tan rojo y hermoso que me hace llorar. Enrojeciendo más y más a medida que pasa el tiempo…

–¿No sería eso … un atardecer?

El Hombre Lagarto guerrero miró hacia las oscuras sombras que ocultaban el techo del Calabozo, pero su mirada parecía ir más lejos, más allá de el.

Bell podía visualizar fácilmente lo que estaba describiendo.

–Puede que tengas razón.

Lyd respondió asintiendo.

–¿Pero no es solo un sueño…? No has estado fuera en la superficie, ¿Verdad?

–Ni una sola vez. Lo que significa que tal vez en algún momento de una vida pasada salí de este oscuro infierno y pasé un tiempo arriba.

La sugerencia de Lyd hizo que Bell y los demás se congelaran.

–¿En… una vida pasada…?

–No querrás decir…

Lili y Welf susurraron con asombro. Entonces la voz de Bell tembló mientras preguntaba:

–¿Reencarnación…?

Lyd y Rei no respondieron, mirando a lo lejos.

–Sabes, Bellchi, esa Wiene es una verdadera habladora.

–¿Huh…? Oh, s-sí, lo es.

El cambio aparentemente abrupto en el tema tomo a Bell desprevenido, pero se recuperó a tiempo para asentir con la cabeza afirmativamente.


Lyd observó a la joven y risueña chica jugando con Haruhime y Mikoto y charlando con Harpías y Al-Miraj.

–Algunos de nosotros podemos usar el lenguaje, pero algunos no pueden hablar ni una palabra. Están aquellos que saben cómo expresarse, mientras que otros no tienen ni idea. ¿No te parece extraño?

Sin embargo, Lyd mencionó que allí era donde terminaban las diferencias individuales.

–Esto es lo que es una locura. Los realmente buenos pueden hablar desde el principio. Casi como si estuvieran recordando algo que ya saben.

–¡…!

–Tal vez habían visto a las personas durante mucho tiempo en el pasado… Celosos de ellos, anhelándolos.

—“Muchas personas, al igual que Bell… protegen a alguien de mí”.

—“Veo a esas personas y siento frío”.

—“Pero esas personas eran hermosas”.

Las palabras de la chica <Vouivre>, susurradas bajo las sábanas de una cama muy estrecha hace solo unos días, llegaron al frente de la memoria de Bell.

Una oleada de incredulidad las acompaño.

Wiene y aquellos como ella realmente son—

— —Un poderoso anhelo.

La voz de Fels interrumpió sus pensamientos.

–Cada uno de los Xenos tiene sus propios pensamientos y sentimientos únicos. Sin embargo, todos tienen algo en común: un intenso anhelo por las personas o el mundo de la superficie.

Los Xenos recordaban en sus sueños sus celos de las personas que residían bajo el sol y el cielo y su deseo de hacer lo mismo.

Habían visto cosas hermosas entre la violenta hostilidad y la intención asesina.

Humanos desesperados por salvar la vida del otro. Un Enano erguido valientemente a pesar de las numerosas heridas que lo cubrían de pies a cabeza. Un Elfo al borde de la muerte y todavía manteniendo su orgullo hasta el final. O tal vez los que mostraron misericordia, perdonando la vida de un monstruo. Incluso algo tan simple como un hermoso cielo azul y el atardecer.

Los Xenos recordaban sus “vidas pasadas” en sus diversos “sueños”.

Y cada uno de ellos poseía un intenso deseo que les daba una fuerte razón para seguir viviendo.

–Quiero vivir en ese mundo con una hermosa puesta de sol una vez más.

–Quiero extender mis alas en un mundo lleno de luz, pero a cambio, estos brazos no pueden sostener nada… Quiero ser sostenida por los brazos de alguien que amo.

Estar con las personas bajo la luz del sol. Ese era su deseo. Lo que estos hombres y mujeres deseaban.

Estaban buscando una forma de hacerlo posible, con la ayuda de Fels y Urano.

Todo para lograr un objetivo que hubiera sido tan simple si solo los Xenos fueran humanos.

También eran plenamente conscientes de lo difícil que era, cuan largo seria el camino que tendrían que tomar. Ambos Xenos dejaron de hablar, dejando que sus palabras flotaran en el aire.

Lyd y Rei sonrieron débilmente cuando Bell y los aturdidos Aventureros llegaron a la misma conclusión.

–Sabemos lo que somos. Nuestro lugar está en las sombras—a medio camino entre el hombre y el monstruo, sin ser aceptados por ninguno de los lados… Aun así, queremos seguir soñando.

Querían seguir esos sueños y el permiso para hacerlo.

Lyd volvió a mirar el techo del laberinto mientras hablaba.

–Tal vez Madre quería que seres atrapados en medio como nosotros tuvieran un lugar a donde ir cuando creo Aldeas Ocultas como esta… Ese pensamiento cruza por mi mente de vez en cuando.

–¿M-Madre…?

–Madre—ya sabes: Mamá. Quien nos dio la vida.

–En otras palabras, el Calabozo.

Las palabras de Rei sorprendieron nuevamente a los Aventureros.

–Todavía no sabemos cómo se siente Madre sobre nosotros… Por qué aquellos que deberían ser nuestros hermanos y hermanas intentan quitarnos la vida. Aun así, se nos permite existir. Ese es nuestro dilema.

Lyd y Rei parecían estar preguntándole al Calabozo a pesar de saber que no habría respuesta.

Además de todo, aún deseaban perseguir sus sueños.

–Así que es por eso… que no podríamos estar más contentos de conocerlos, Bellchi y todos los demás.

Después de mirar hacia el Calabozo con Rei, Lyd volvió su mirada hacia los Aventureros.

Casi al mismo tiempo, Wiene y los demás se levantaron y se unieron al resto del grupo.

Bell escuchó a alguien llamarlo felizmente por su nombre y miró por encima de su hombro para reconocerlo antes de volver su atención a los Xenos.





–No estamos pidiendo ayuda o favores. Es suficiente saber que hay personas que aceptan quiénes somos… Solo eso significa mucho para nosotros.

Lili y Welf permanecieron inmóviles con Bell a su lado.

El Hechicero miraba desde debajo de su oscura túnica negra. La Siren sonrió.

Por último, el Hombre Lagarto se rascó la nariz tímidamente.

–Me alegro de haberlos conocido a todos ustedes.

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