Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 8

Capítulo 3: Canción de Amor para una Diosa de la Herrería

Parte 6

 

 

La Espada Mágica forjada por el chico, quien había escupido sangre trabajando tan duro como pudo para mejorar su <Estado>, era superior a la forjada por sus antepasados, quienes confiaban sólo en su talento innato. Eso era todo.

–… ¿¡Por qué!?

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Wil, absolutamente aturdido mientras miraba los restos de la Espada Mágica, rugió contra su hijo.

Temblando de la cabeza a los pies, lo último de su autocontrol desapareció y cada emoción reprimida salió furiosamente de él al mismo tiempo.

–¿¡Por qué no forjas Espadas Mágicas cuando tienes todo ese poder!?

–…

–¿¡Por qué no usas ese poder para tu familia—para tu país!?

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Welf no respondió a los aullidos de su padre.

Con Bell, Hefesto y Tsubaki mirando, él apretó su agarre en la Espada Mágica en su mano.

–¿¡Por qué eres tú quien puede forjar Espadas Mágicas!? ¡Si fuera yo, si yo hubiera nacido con el regalo, a estas alturas…! ¡Maldito seas, chico inútil!

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Wil se levantó mientras descargaba años de frustración hacia Welf. Los ojos del hombre estaban inyectados en sangre, no muy diferente de los de un animal feroz, mientras su manto se ondulaba alrededor de su cuerpo.

–¿Todavía estás escupiendo esa mierda, de que no puedes soportar ver un arma romperse? ¡Las armas son desechables! ¡Puedes hacer otra!

Eso llamó la atención de Welf. Fulmino a su padre. Pero Wil no se dio cuenta y continuó su discurso.

–“Hacer más espadas, disfrutar del honor interminable”—¿Has olvidado las enseñanzas de la Nobleza Herrera que obtuvieron gloria con las Espadas Mágicas?

Con esas palabras, Welf explotó.

–¿¡Qué Nobleza Herrera!? ¿¡Qué honor!?

La voz del joven cortó el aire dentro del almacén ennegrecido. Wil se quedó en silencio mientras Welf daba varios pasos exaltados hacia adelante. Un momento después, el puño cerrado de Welf se hundió profundamente en la mejilla de su padre.

–¡GEH!

Los soldados Rakianos vieron a su líder caer al suelo con incredulidad. Varios se adelantaron, sacando sus armas, pero…

–¡Quédense ahí!

La advertencia llena de furia de Welf los hizo congelar en el acto.

Mientras el aullido del Herrero de Clase Alta inculcaba miedo en los soldados, tambien estaba destinado a Bell y Tsubaki.

–¡Levántate! ¡Ponte de pie!

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–… ¡…!

Desechando su Espada Mágica y su tela blanca llena de armas, Welf agarró el cuello de su padre con ambas manos.

Una vez que Wil volvió a ponerse de pie, con el labio partido y sangrante, el joven pelirrojo lanzó otro golpe.

–¡UGAH!

–¿El “orgullo de la nobleza”? ¿¡Has olvidado la necesidad que impulsa a todos los herreros!?

La ráfaga de golpes y ataques verbales hizo retroceder a Wil, pero levanto la cabeza, con sus mejillas ardiendo de rabia.

Wil canalizo esa ira en sus puños y lanzó un puñetazo en el momento en que el rostro de Welf quedó expuesto. Su golpe conecto con la mandíbula del joven.

–¡Comparados con el honor, nuestros deseos inútiles no son más que basura!

Wil desencadeno su mente y su puño al mismo tiempo, haciendo retroceder a Welf. Sin embargo, el joven se apresuró a atacar. Los embotados impactos de sus golpes resonaron en todo el almacén. Los nudillos se clavaron en sus mejillas.

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Ambos hombres se tambalearon, luchando por mantener el equilibrio mientras intercambiaban poderosos golpes. Wil estaba claramente sorprendido por la fuerza de los golpes de su hijo. Welf lanzó otro ataque verbal.

–¿¡A qué demonios llamas basura!? ¡No puedo escucharte, viejo fracasado!

–Tú… tú… ¡¡CHICO ESTUPIDOOOOOOOOOOO!!

Superado por la furia, Wil golpeó los brazos de su hijo fuera del camino y acorto la distancia con su puño derecho en alto.

Sin embargo, cada vez que el puño de su padre golpeaba su rostro, Welf apresuraba a contraatacar con un codazo o un puñetazo propio.

Los espectadores, incluyendo a Bell, observaban atónitos en silencio, con los ojos atentos siguiendo cada movimiento.

Con la situación actual y su dolor físico olvidados hace mucho tiempo, el padre y el hijo continuaron intensificando su lucha. Nada más importaba para ellos.

–¡Un arma solo necesita ser fuerte! ¡Las palabras bonitas no cambian nada!

Cabello castaño y cabello rojo se movían de un lado a otro con cada golpe.

Los rostros del padre y del hijo ya eran una mezcla hinchada de negro y azul, con rayas de sangre que escapaban de la piel lesionada. Gotas rojas se dispersaban cada vez que otro puñetazo conectaba.

Los puños de su padre golpeaban continuamente su rostro, pero Welf se mantuvo firme. El joven se negó a mostrar ningún dolor mientras se impulsaba a través de los impactos y tomaba represalias.

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–¡GHA…!

Wil perdió el equilibrio y se tambaleó hacia atrás. Welf se secó la sangre de su rostro con su antebrazo.

–¡Ahora mismo, no soy diferente de cualquier tipo que balancea una Espada Mágica!

–… ¡…!

–¿Ese poder es real? ¿Es nuestro destino seguir haciendo estas cosas?

Por un lado, un Herrero de Clase Alta Lv. 2. Por otro, un descendiente de la Nobleza Herrera caída Lv. 1.

A pesar de lo absurdo de todo esto, Welf puso todo su ser en cada golpe, su espíritu detrás de cada golpe.

–¡Por supuesto que no! ¡No puede ser!

Los ojos de su padre se abrieron de par en par cuando Welf condujo su puño directamente a la mandíbula del hombre.

–¡Un arma es parte de su portador! ¡Un valioso compañero que permanece a su lado en las buenas y en las malas, tallando un camino a seguir! ¡Un pedazo de su alma!

–Eso es… ¡Eso es una tontería…!

–¡Como herreros, tenemos que estar orgullosos de proporcionar esa clase de arma!

Vislumbrando al chico de cabellos blancos por el rabillo de su ojo, Welf lanzó tres golpes más.

Él vertió toda su alma en sus puños salpicados de sangre.

–… ¡No tendremos a dónde ir si nos quedamos sin el reino! ¡El nombre Crosso no puede sobrevivir sin la gloria de la nobleza! ¡No vamos a sobrevivir…! ¿¡Por qué no lo entiendes!?

La línea de sangre había perdido su estatus de noble, su orgullo. En el momento en que la familia fuera exiliada, perdería la única forma en que Wil sabía vivir y moriría pronto.

La única manera de salvar a su familia era con las Espadas Mágicas.

Wil insistió en que el poder que se escondía en su sangre, las Espadas Mágicas que podía producir, era el único camino para su salvación. Sus impotentes puñetazos apenas conectaban, pero su voz seguía siendo tan apasionada como siempre.

–Estás vivo, ¿No es así? ¡Tus manos todavía pueden mover un martillo, agarrar el metal!

–… ¡…!

Welf agarró el cuello de su padre y lo acercó a él.

Miró directamente a los ojos del anciano, con la garganta temblorosa mientras gritaba:

–¡Un martillo, un metal y un ardiente deseo! ¡Con ésos, puedes forjar un arma en cualquier lugar! Nobleza, reino—¡Esos valen una mierda!

Wil soportó el peso de la furia de su hijo mientras Welf intentaba desesperadamente hacer ver a su padre la verdad que estaba a la vista.

Hefesto observó como Welf repetía las palabras que estaban a punto de ser olvidadas.

— —¡“Escucha las palabras del metal, presta tus oídos a sus ecos, pon tu corazón en tu martillo”! Tú y mi abuelo me enseñaron eso, ¿No es así?

Un taller maloliente cubierto de hollín.

Su juventud, cuando trabajaba junto a su padre y abuelo, golpeando el martillo en el metal.

Un tiempo antes de que las habilidades latentes en su sangre despertaran, cuando la familia en desgracia estaba decidida a hacerse un nuevo nombre sin Espadas Mágicas. Una época en la que tres generaciones de herreros se unieron para hacer de esto una realidad.

Días que alguna vez existieron en su pasado. Welf despertó esos recuerdos en su padre. Los ojos de Wil se estremecieron.

Flexionando los poderosos músculos de sus brazos y apretando su agarre en el cuello de su padre, Welf comenzó a llorar mientras su voz volvía a explotar.

–¿¡A dónde se fue ese orgullo!?

Esas palabras flotaron en el aire, resonando en todo el almacén.

Se quedaron en los oídos de los soldados de Rakia, de los Herreros de Clase Alta, y de Bell. Nadie se movió.

Con la respiración entrecortada, Welf se aferró al manto de su padre y rompió el contacto visual mirando al suelo.

El rostro de Wil era un lío absoluto. Los ojos del anciano se abrieron y dejó caer sus brazos.

Todos estaban centrados en los dos herreros. Una espesa quietud descendió sobre el almacén.

–Suficiente.

La voz de un anciano rompió el pesado silencio.

Una figura dio un paso adelante desde el grupo de soldados Rakianos y retiró su capucha.

Los hombros de Welf temblaron en el momento en que vio los ojos de águila del hombre entre su cabello y su barba blancos.

–¿¡Abuelo…!?

–¡Padre…!

Welf siguió mirando a su abuelo mientras Wil se giraba hacia él.

Garon Crosso.

Bastante musculoso a pesar de su avanzada edad, el hombre entró en la luz de la luna con la espalda recta y la cabeza en alto. Era incluso más alto que Welf, de más de 170 centímetros. El ex-jefe de la familia Crosso, él y su hijo Wil fueron los que habían dado a Welf sus bases como herrero.

No sería una exageración decir que Welf había aprendido lo que debería ser un herrero viendo cómo este hombre moldeaba el metal a su voluntad.

El joven pelirrojo hizo todo lo posible para ocultar el shock de saber que su abuelo tambien había venido a Orario.

–… Abuelo, viniste aquí por la misma razón que…

–Si. También fui llamado para asegurar tu regreso.

Welf se alejó de Wil, ganando cierta distancia antes de girarse hacia su abuelo con los puños listos.

Sin embargo, el Crosso mayor miró a Wil, quien había caído de rodillas.

–Pero, es suficiente.

–… ¡…!

–Tu voluntad es demasiado fuerte, como el acero templado.

Las esquinas de los labios de Garon se curvaron hacia arriba, enviando una sacudida a lo largo de la espalda de Welf.

Ni una sola vez en toda su vida había visto a su abuelo sonreír.

–Cuando aún eras un niño, nunca estuve seguro de si forzarte a hacer Espadas Mágicas era la decisión correcta… Mirándote ahora, es mi mayor arrepentimiento.

Había mucho remordimiento en su voz baja.

Cuando su talento fue descubierto hace siete años, y Wil estaba decidido a forzarlo a forjar una Espada Mágica Crosso tras otra, Welf había buscado su ayuda. En su lugar, el Crosso mayor había mirado fijamente a su nieto con un rostro sin emoción y dijo: “Hazlo”, en términos inequívocos.

Para Welf, el propio Garon era la esencia misma de un herrero. Recibir esa orden directa fue un shock increíble y lo empujó al borde de la desesperación. Ese evento se había convertido en la principal razón por la que Welf huyó de su casa, del Reino de Rakia, para comenzar una nueva vida.

Escuchar los verdaderos sentimientos de su abuelo, sorprendió a Welf. Pero la expresión de Garon se afilo.

–Sin embargo, la sangre en tus venas nunca desaparecerá. La maldición de los Crosso te perseguirá durante el resto de tus días, llevándote sin fin al sendero de las Espadas Mágicas.

Garon continuó con sus ojos ardiendo con una pasión que el tiempo no había quitado.

–A pesar de este destino, ¿Estás seguro de que tu voluntad no se doblará?

Sus palabras tenían mucho en común con las de Tsubaki; su contenido era casi idéntico.

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Ambos señalaban los elementos necesarios del herrero y si acudiría o no al poder oculto en su sangre.

No había podido decirle nada a Tsubaki. En ese momento, un sentimiento de impotencia había sacudido su voluntad.

Eso fue entonces—esto era ahora.

Parado ante su padre y su abuelo—su vínculo con la familia Crosso—le recordó una convicción que no podía permitirse doblar.

–¡No hay manera en el infierno!

Welf le respondió a Garon sin perder el ritmo.

Dejó que su nivel de devoción fuera conocido, especialmente a Tsubaki, quien estaba parada no muy lejos.

–¡Forjaré un arma que pondrá a las Espadas Mágicas en vergüenza! ¡Nuestra línea de sangre no significa nada, y lo probaré! No soy sólo un Crosso—¡Soy mi propio yo!

Haría un arma a su manera, algo que no era una <Espada Mágica Crosso>.

Puso palabras a la ambición que lo conducía a crear algo divino.

–… Jovencito atrevido.

Garon entrecerró los ojos después de que Welf dijera su parte.

Casi como si estuviera feliz de ver lo mucho que su nieto había crecido.

–No vamos a perseguir más.

–¡Pero, padre! ¡Si no lo hacemos… nuestro lugar en el reino, es tan bueno como perdido…!

Wil levantó la vista de su posición agachada, expresando su objeción a la decisión de Garon.

Todos los músculos de su rostro arrugado se tensaron bajo su piel ensangrentada mientras le suplicaba al Crosso mayor. El anciano respondió con calma.

–Vamos a comenzar de nuevo. No como la Nobleza Herrera, sino como herreros.

Wil no pudo decir nada. Su mirada cayó lentamente al suelo mientras cerraba sus manos temblorosas en puños.

Entonces Garon hizo contacto visual con su nieto.

–“Con un martillo, un metal y una pasión ardiente, se puede forjar un arma en cualquier lugar”… ¿Verdad? No podrías estar más en lo correcto.

Garon apartó la mirada de Welf y miro a la Diosa que le había enseñado esa valiosa lección.

Entrecerró los ojos hasta convertirlos en una línea, como si tratara de mirar directamente a través de ella, antes de hacer una profunda reverencia.

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–Nos rendimos, oh Diosa. La responsabilidad es mía y solo mía. Por favor, ten misericordia de mis compañeros.

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–… Bien entonces. Lo haré.

Hefesto asintió lentamente, aceptando su declaración de derrota. Ninguno de los soldados Rakianos expresó ninguna objeción. Su derrota había sido una conclusión inevitable en el momento en que la <Espada Mágica Crosso> de Wil se rompió. Completamente rodeados por los Herreros de Clase Alta, sabían que no estaban en condiciones de resistirse. Dejándose caer de rodillas y desechando sus armas, tendieron sus manos para que los miembros de la <Familia Hefesto> las ataran.

–Idiota.

–…

Tsubaki se ocupó de restringir a los soldados, pero aun así tuvo tiempo de lanzarle un ataque verbal incluso sin mirarlo.

Welf pudo escuchar la decepción en su voz mientras conducía a los prisioneros, pero no dijo nada.

Se paró en el centro del almacén carbonizado, golpeado y magullado mientras veía a los soldados de Rakia ser escoltados hacia la salida y hacia la sede del Gremio.

Su padre, Wil, y su abuelo, Garon, con las manos atadas a sus espaldas, estaban entre ellos.

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En el último momento posible antes de salir por la puerta abierta, Garon le dirigió una sonrisa más. Welf quemó esa imagen en su memoria.

Incluso una vez que los miembros de su familia se habían ido, Welf siguió mirando la puerta abierta como una estatua.

–Welf…

Bell y Hefesto se habían quedado atrás.

Miraron al hombre pelirrojo, parado solo bajo la luz de la luna que brillaba desde arriba.

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