Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 8

Capítulo 1: Canción de Amor para un Dios de las Artes Marciales

Parte 6

 

 

Ouka, Chigusa, los otros tres miembros de la <Familia Takemikazuchi>, e incluso Haruhime estaban riéndose para sí mismos ante la mirada sorprendida de Mikoto. Habían logrado recrear un kusudama del Lejano Oriente—una bola de origami rellena con todo lo que el fabricante quería y que podía abrirse con un tirón de una cuerda—y colgarlo en el techo.

La habitación estaba decorada con Lámparas de Piedra Mágica de muchos colores diferentes y flores artificiales en las paredes. También había una pequeña montaña de comida extendida sobre la mesa. Las croquetas de patatas fritas se destacaban especialmente.

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Saludándola como si fuera la estrella del día, Mikoto se quedó parada con el pastel en sus brazos, más confundida que nunca.

–¿Cu-Cuál es el significado de esto…? Hoy es el día de Takemikazuchi-sama, ¿No es así…?

–Por supuesto, eso es cierto… pero la razón principal por la que nos reunimos aquí hoy fue para darte una despedida apropiada.

Mikoto miró a cada uno de sus amigos de la infancia alternadamente hasta que el sonriente Ouka la dejó entrar en el secreto.

Podría irse sólo por un año, pero habían estado planeando tener una fiesta de despedida para Mikoto desde que se fue a la <Familia Hestia>.





Querían que fuera una sorpresa, así que disfrazaron el acontecimiento como la celebración anual de Takemikazuchi e incluso consiguieron involucrar a Haruhime.

La mandíbula de Mikoto cayó en el momento en que todo salió a la luz. Ella volvió a mirar a cada uno de ellos.

–Haruhime nos prestó su ayuda para preparar esta comida… Dijo que tambien quería ayudar a celebrar nuestra reunión.

–… También quería conmemorar tu partida, Mikoto-sama.

Ouka hizo todo lo posible para contener la risa mientras Haruhime le sonreía a Mikoto como una floreciente flor a su lado.

Una mirada a las bolas de masa colocadas en la mesa, y Mikoto finalmente conectó los puntos de por qué se había reunido con Takemikazuchi el día anterior.

–Fue Takemikazuchi-sama quien sugirió que te hiciéramos una fiesta de despedida.

Una oleada de energía nerviosa pasó a través de Mikoto tan pronto como Chigusa dijo esas palabras.

Sus amigos se hicieron a un lado para hacer un camino mientras Takemikazuchi avanzaba.

Tantas emociones asaltaron su corazón al mismo tiempo que Mikoto no podía moverse, mucho menos decir algo.

El Dios se detuvo justo enfrente de ella y suavemente colocó su mano encima de su cabeza.

–Ahh… Mis disculpas por ayer.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios ante la mirada de sorpresa en el rostro de la chica. La expresión de Takemikazuchi se suavizó y sus hombros se hundieron.

–Para ser honesto, todavía no estoy seguro de lo que hice para merecer tal reacción… pero al final, hice algo que te molestó, ¿No es así?

–¡…!

–Incluso en el Lejano Oriente, a menudo hacía cosas que te molestaban.

–¡E-Eso no es así!

Mikoto volvió en sí misma cuando Takemikazuchi comenzó a disculparse, y negó vigorosamente con la cabeza.

–¡Soy yo, todo es culpa mía! Fue mi culpa que me molestara contigo, fue mi culpa que sintiera rabia… ¡¡Que estuviera celosa!!

Su estallido había causado la angustia de Takemikazuchi, trayendo aún más vergüenza y culpa a la tormenta de emociones que se arremolinaban dentro de ella.

Lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos, su rostro estaba ligeramente rojo mientras explicaba que no tenía derecho a sentirse molesta, enojada o celosa.

Pero no tenía el coraje de decirle lo que realmente estaba sucediendo en su corazón. Sentía que tampoco tenía el derecho de hacer eso.

–No, no es tu culpa. Porque yo soy tu Dios, y también tu padre.

La mirada de Mikoto estaba fija en el suelo, pero las palabras de Takemikazuchi la hicieron abrir los ojos.

–Si hay algo que quieras decir, dilo. Aceptaré cualquier cosa y todo. Para eso son las familias, ¿No es así?

Luego sonrió y añadió que era la única manera de que él notara las cosas.

Lenta, muy lentamente, Mikoto levantó la cabeza. Sus mejillas se sonrojaban aún más a cada momento, sus labios se separaron y cerraron una y otra vez sin que ningún sonido saliera. Aunque se separó de la <Familia>, se preocupaban lo suficiente por ella para organizar una fiesta de despedida. Seguían siendo su <Familia>, y saber eso calentaba su corazón.

Aceptar lo que ella tenía que decir—¿Realmente lo haría?

Si era verdad, ella quería que lo hiciera. No sólo aceptar sino responder.

Quería escuchar lo que él tenía que decir sobre ir más allá de su relación como padre e hija, como una familia.

Quería conocer los verdaderos pensamientos del Dios con el que había pasado por tantos problemas a lo largo de los años.

Con los labios temblorosos, las orejas de Mikoto se pusieron rojo brillante mientras su corazón latía audiblemente.

Chigusa, Ouka y los otros miembros de la <Familia> se dieron cuenta de lo que eso significaba y esperaron las siguientes palabras de Takemikazuchi con la respiración contenida.


Mikoto pateó su orgullo a un lado y acumuló tanto valor como pudo reunir.

–¡¡Takemikazuchi-sama, yo—!!

–Mikoto, tengo un regalo para ti. Espera aquí mismo.

Había una pizca de satisfacción en la voz de Takemikazuchi cuando se apartó de ella y caminó hacia la esquina de la habitación, ajeno al nivel de determinación de una sola vez en la vida de Mikoto.

Mikoto se congeló, convirtiéndose en una estatua de color rojo oscuro delante de la puerta. Ouka y los demás miraron fijamente a su Dios, decepcionados por su horrible sentido del tiempo.

Un nuevo torrente de lágrimas bajó por las mejillas de Mikoto. Ignorante de las miradas de consternación, Takemikazuchi volvió a ella con una sonrisa satisfecha en su rostro y le entregó su regalo.

–Un regalo de despedida.

–¿Eh…?

Una pequeña espada con la longitud de una daga estaba en su mano derecha extendida.

Tenía otra en su mano izquierda, pero de un color diferente.

–… Macho y hembra, una pareja de espadas.

La voz de Mikoto temblaba.

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–Así es.

Takemikazuchi respondió con un asentimiento satisfecho.

–Usé el dinero ganado en mi trabajo a tiempo parcial sin involucrar a la <Familia>… y, sí, tambien un préstamo.

El asombro lleno el rostro de Mikoto con esa admisión.

Ouka y Chigusa tampoco lo sabían. Estaban tan sorprendidos como Mikoto.

–Escuche que Hestia se endeudó para adquirir una Daga para Bell Cranel. No estoy tratando de competir con ella, pero pensé que también debería ser capaz de hacer algo en ese nivel… No considero que un préstamo sea atractivo, pero yo…

Cerró los ojos al final, tropezando con sus palabras. Un débil rubor apareció en el rostro de Takemikazuchi.

Mientras tanto, Mikoto observaba las pequeñas espadas en las manos del Dios mientras admitía su rivalidad con la joven Diosa.

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Una negra, una blanca. En forma de katana, incluso sus vainas estaban bien diseñadas y eran de alta calidad.

La firma de la <Familia Goibniu> estaba tallada en cada una; ambas eran hechas a la medida.

Los ojos purpura de Mikoto comenzaron a temblar y a humedecerse.

–… Algo para mi hermosa hija, un pequeño símbolo.

La sonrisa que le mostró rompió lo que quedaba de la presa, enviando más lágrimas que nunca a su rostro.

Takemikazuchi vaciló un momento, forzando una sonrisa delante de la llorosa chica. Dio un paso adelante y dobló las rodillas para que sus ojos estuvieran a la altura de Mikoto.

–El macho es Tenka, la hembra Chizan… Te doy esta ahora, y llevaré la otra.

Con la caja en sus brazos, Mikoto no pudo tomar la espada, así que Takemikazuchi deslizó la espada negra del tamaño de una daga—la hembra Chizan—en la faja que rodeaba su cintura.

Después de asegurarse de que estaba asegurada, miró a Mikoto aún con sus ojos derramando lágrimas.

–Y la otra será tuya el día en que vuelvas a nosotros.

Dijo.

–Así que asegúrate de volver.

Mostrándole la espada blanca, Tenka, Takemikazuchi sonrió una vez más.

–Esperaré tanto como deba, Mikoto.

Más lágrimas fluyeron mientras Mikoto cerraba los ojos.

Una agradable y cálida sensación se hinchó en su corazón y creció hasta envolver todo su cuerpo. Con los ojos aún cerrados, le devolvió la sonrisa.

Imaginó el momento en que las dos espadas se reunirían.

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Ese sería el día en que revelaría sus verdaderos sentimientos, los que no pudo decir esta noche.

Se convertiría en alguien digna de llevar ambas espadas.

La próxima vez, seguramente, diría sus pensamientos.

— —¡¡Sí!! ¡Por favor, espérame!

Con las mejillas manchadas de lágrimas, una alegría genuina apareció en su expresión.

Ella intercambió sonrisas con Takemikazuchi, cara a cara.

Chigusa, Ouka, Haruhime, y el resto del grupo que los rodeaba a ambos no pudieron evitar seguir su ejemplo.

–Um, esto… esto es un pastel… así que, Takemikazuchi-sama, todos juntos…

–¡Oh, gracias, Mikoto! ¡Ahora bien, todos—vamos a comer!

–“ “ “ “ “ “¡Sí!” ” ” ” ” ”


Sus voces se escucharon al unísono.

Takemikazuchi tomó la caja de la todavía llorosa Mikoto mientras la habitación cobraba vida. Los hombres no pudieron esperar otro momento y rodearon la mesa en un abrir y cerrar de ojos, con las manos extendidas.

Chigusa, Haruhime y las otras chicas se reunieron alrededor de Mikoto. Todas intercambiaron abrazos, sonrisas y palmadas en la espalda. La estrella de la noche se secó las lágrimas con su brazo y les sonrió a sus amigas.

La luz de las Lámparas de Piedra Mágica del exterior entraba a través de las ventanas de la sala de estar.

Era como volver al santuario. Su pequeña casa rebosaba de risas.

***

 

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La cálida luz del sol brillaba a través del cielo azul claro.

Los primeros signos del verano habían llegado a Orario. Una espada brillaba bajo la luz del sol desde arriba mientras silbaba a través del aire.

Sede de la <Familia Hestia>, jardín de la mansión.

Mikoto estaba sola, derramando gotas de sudor mientras practicaba técnicas de combate entre el exuberante verde del césped, los arbustos y los árboles.

Girando, cayendo y acuchillando como un ninja, sostenía el regalo de Takemikazuchi, Chizan, firmemente.

–Mi opinión de Takemikazuchi-sama ha mejorado… un poco…

Bell y Welf observaban el entrenamiento de Mikoto desde la sombra de un pasillo cercano. Naaza habló junto a ellos.

Había venido a la mansión para entregar los Ítems que la <Familia Hestia> había ordenado. Escuchar sobre lo que había ocurrido ayer pareció ponerla de buen humor. Incluso su cola se movía de un lado a otro con más entusiasmo que de costumbre.

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–Estuve un poco preocupado por un tiempo. Sin embargo, no puedo evitar sentir que estamos pasando por alto algo importante.

Welf comento mientras estaba parado con su mano contra un pilar de madera.

–Pero Mikoto-san se reconcilio con Takemikazuchi-sama. Ciertamente parece feliz…

Bell, justo a su lado, tenía una alegre sonrisa.

De vez en cuando, Mikoto dejaba de practicar, admiraba la espada en su mano y sonreía.

Parecía estar de muy buen humor. Bell y Welf la miraron y compartieron una alegre e irónica sonrisa. Por otro lado, Naaza entrecerró los ojos hacia la chica. Mientras admiraba a Takemikazuchi por preparar un arma para Mikoto por su cuenta, había otra preocupación.

–Pero saben…

Lenta pero seguramente, la esquina de su boca se curvo hacia arriba.

–… El hace cosas como esa todo el tiempo como si no fuera nada. Creo que por eso lo llaman insensible.

Dividir un par de espada macho y hembra entre el Dios y el dependiente justo como había hecho Takemikazuchi.

La espada hembra a la mujer, y la espada macho al hombre.

Era casi como—

— —Un anillo de compromiso. Los Dioses tienden a llamarlo “propuesta”.

–… Bueno sí.

–A-Ahahahaha…

Welf se frotó el cuello con la mano libre. Una risa vacía escapó de la boca de Bell antes de poder reprimirla.

Era fácil malinterpretarlo como el destinatario de algo cercano a una propuesta de matrimonio. Los tres observadores pensaban lo mismo.

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–¡Chicos! ¿Por qué no me acompañan en mi entrenamiento si tienen tiempo—?

Danmachi Volumen 8 Capítulo 1 Parte 6 Novela Ligera

 

Mikoto detuvo sus movimientos de práctica, se dio la vuelta para mirar a los espectadores y agitó su mano.

Con la mitad femenina de la pareja firmemente en su agarre, una sonrisa tan clara como el cielo de arriba florecía en su rostro.

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