Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 7

Prologo: La Diosa es la Reina de una Despiadada Ciudad Lasciva

 

 

Danmachi Volumen 7 Prólogo Novela Ligera

Danmachi Volumen 7 Prólogo Novela Ligera

Danmachi Volumen 7 Prólogo Novela Ligera

 

 

Luces distantes brillaban en la húmeda oscuridad de un pasillo rocoso.

Los puntos parpadeantes creaban largas sombras a los pies de los monstruos. Los Hellhounds que respiraban fuego gruñían mientras olfateaban el aire.

El pelaje blanco de un grupo de Al-Miraj con cuernos chillaban mientras miraban alrededor inquietos con sus adorables caras y flexibles orejas de conejo, saltando regularmente con sus patas. Las bestias estaban cazando, usando sus extraordinariamente agudos sentidos del olfato y del oido para localizar a los invasores lo suficientemente locos para entrar en su territorio.

Los monstruos rastreaban a sus presas mientras serpenteaban su camino a través de los innumerables túneles del intrincado laberinto conocido como el Calabozo.

En algún lugar en lo profundo—*KASHH* *KASHH*

Sonidos de excavación resonaban a través de los pasillos.

–Hey… ¿Este realmente es el lugar correcto para extraerlas?

–Ahhh, ¿Dudas de la información de Lili? Lili hizo la investigación apropiada, y sabe que los Aventureros de Clase Alta llevan a la superficie muchas de esas piedras de esta área.

Una chica joven utilizaba una Lámpara Portátil de Piedra Mágica para iluminar un área para que el hombre joven golpeara su piqueta en la pared de la caverna.

Welf y Lili trabajaban en un rincón oscuro del Calabozo mientras discutían silenciosamente de ida y vuelta.

–Welf-dono, Lili-dono… ¿Todavía no hay éxito?

–L-Los monstruos podrían estar aquí en cualquier momento… No sé cuánto más podrán soportarlo mis nervios…

Dos nuevas voces bajas se unieron a la conversación procedentes de Mikoto y Bell.

Los cuatro Aventureros tenían cuidado de mantener sus cuerpos bajos y fuera de la vista. El chico de ojos rojo rubí y cabellos blancos y la joven con largo cabello negro atado en una cola de caballo estaban sentados muy cerca de donde Welf y Lili estaban ocupados con la pared de la caverna.

Bell y Mikoto estaban sirviendo como vigías. No hace falta decir que estaban vigilando a los monstruos.

Estaban en una pequeña habitación semicircular al final de un pasillo largo y estrecho. Los cuatro habían venido aquí a extraer del Calabozo una piedra específica. Si un grupo de monstruos venía por el único camino o salía de los muros a su alrededor, no habría escapatoria. Sin un final a la vista para su misión, los dos vigías humanos arrojaban otra gota de sudor nervioso cada vez que la piqueta golpeaba el muro de piedra.

El muro que Lili y Welf enfrentaban llevaban las cicatrices de su trabajo mientras cientos de pedazos de piedra cubrían el suelo a su alrededor. Aún así, todavía no habían tenido éxito, y cuando Bell escuchó las disputas improductivas de la pareja con una expresión ilegible en su rostro, pasó a ver una piqueta de repuesto a los pies de Welf.

Abandonando su puesto, el chico fue a recoger la herramienta y se puso a trabajar.

La herramienta en sí estaba hecha del mismo material que muchas de las armas y armaduras utilizadas por los Aventureros. Intentándolo, Bell oscilo la herramienta metálica contra la pared de la caverna unas cuantas veces.

Justo cuando comenzó, la roca se desmoronó y algunos objetos centelleantes cayeron al suelo.

–Ah.

–¡AH!

–¡AH!

–¡AH!

Unos destellos de luz les llamo la atención mientras el mineral rodaba por el suelo.

–¡L-Lo hicimos! ¡Es Onix de Sangre!

–¡Lo hiciste, Bell!

–¡¡Como era de esperar, en serio!!

El alivio y la alegría instantáneamente se extendieron por todo el grupo mientras recogían tres piedras preciosas, las guardaban en una pequeña bolsa y rápidamente dejaban atrás el callejón sin salida.

Moviéndose desde el callejón sin salida subterráneo a un camino regular mucho más amplio en el Calabozo, finalmente tuvieron la oportunidad de respirar.

–Según lo solicitado, hemos recogido más de dos Onix de Sangre… Y con esto, nuestra misión esta completa, ¿Verdad?

Lili sacó uno de los minerales de la bolsa mientras caminaban por la habitación. Examinó la superficie del Onix negro dirigiendo su mirada hacia las franjas rojo sangre y negro carbón que reflejaban la luz desde arriba. Welf y Mikoto, caminando al lado de su Ayudante para protegerla, intercambiaron sonrisas mientras también era atraídos.

–Nuestra otra misión de las pieles de Al-miraj también se completo después de matar a ese grupo hace un tiempo…

–Sí. Las hicimos muy rápido… Ya sabes, Bell, desde que me uní a ti, el Botin y las piedras como hoy parecen caer en nuestros regazos. ¿Acaso tienes buena suerte?

–Ahahaha…

Bell había recibido dos misiones de Eina antes del Banquete de Apolo. El plazo se aproximaba rápidamente, así que el grupo de cuatro Aventureros había viajado al 13º Piso en los Pisos Intermedios del Calabozo.

Bell sonrió abiertamente ante el comentario de Welf. Hace aproximadamente un mes, cuando obtuvo la <Habilidad de Desarrollo>, <Suerte>, Eina había adivinado su efecto—y ahora sus palabras burbujeaban en el fondo la mente de Bell.

Ahora que lo pensaba, el Botín parecía estar apareciendo a un ritmo más alto que antes de que obtuviera el <Aumento de Nivel>… El chico inclinó la cabeza y murmuró para sus adentros.

–¿Está realmente bien? Ya no quedaba tiempo en las misiones, pero… hay mucho trabajo por hacer para mudarnos a nuestra nueva sede, pero dejamos todo eso y venimos aquí…

–Siempre es necesario pensar en el futuro, Bell-sama. Eso no cambia sólo porque la <Familia> se hizo más grande.

Después del alegre comentario de Lili, Welf se giro y sonrió.

–Y estoy seguro de que después del <Juego de Guerra> y todo, querías una oportunidad para probar tu poder actual, ¿No es así?

Welf apuntó esto casi como un hermano mayor, dejando a Bell sin palabras por un momento. El chico de cabello blanco asintió tímidamente mientras decía: “U-Un poco…” perdió las palabras mientras miraba al hombre que descansaba una Gran Espada en su hombro.

Habían superado las feroces batallas del <Juego de Guerra>, profundizado sus lazos, adquirido nuevos puntos fuertes, y convertirse en una <Familia> en el proceso.

Hoy fue su primer viaje al Calabozo como la renacida <Familia Hestia>.

— —Todos, prepárense.

Mikoto, con los ojos fijos en el camino delante de ellos, dio la alerta.

Incluso antes de que terminara de hablar, Bell y los otros sacaron sus diversas armas tan rápidamente como Mikoto, todos se pusieron en guardia. Todos vieron los muchos pares de ojos brillantes que corrían en su dirección desde lo profundo de la oscuridad.

Welf y Bell se movieron al frente mientras la primera oleada de bestias salía a la luz.

–¡Cuento contigo para tomar la posición!

–¡Estoy en eso!

Más de diez criaturas saltaron de las filas de los monstruos, con el objetivo de cortar al grupo en un enjambre.

Los Hellhounds que se preparaban para lanzar sus ataques de bola de fuego a distancia fueron los primeros blancos para las dos dagas destellantes y la Gran Espada. Las cuchilladas de alta velocidad desmembraron los cuerpos de los monstruos atacantes, mientras que una cuchillada inclinada con la ferocidad de un martillo golpeó a un monstruo particularmente grande, rompiéndolo en pedazos.

–¡Lili-dono, una lanza!

Mikoto se movió en posición detrás de Bell y Welf, que ya habían comenzado a luchar, con su larga cola de caballo negra revoloteando detrás de ella.

Sin perder tiempo, Lili metió una mano en su mochila y saco una corta estaca de metal con una cuchilla en un extremo. Lanzó el arma con toda su fuerza, y cuando se invirtió horizontalmente, en un abrir y cerrar de ojos, se extendió en una lanza de dos metros de largo antes de aterrizar en las manos de Mikoto.

Una lanza de plata plegable. La ex-miembro de la <Familia Takemikazuchi> manejó el arma con facilidad desde el centro mientras cubría los flancos de los dos atacantes. Sus rápidos y precisos ataques ensartaban a los ágiles Al Miraj uno tras otro. No pasó mucho tiempo antes de que un rastro de cadáveres de monstruos y montones de cenizas quedara en su estela.

Sin perder un instante, ella se movió para interceptar las armas naturales usadas por los monstruos—Hachas de Guerra de piedra—y las desvió lejos de Bell y Welf.

–Bueno, parece que Lili ya no es necesaria.

Parada en la parte trasera, Lili miró a sus compañeros mientras admiraba su trabajo. Toda la batalla duró menos de un minuto de principio a fin.

Bell se había hecho lo suficientemente fuerte como para penetrar las filas enemigas, llevando al equipo a la ofensiva. Él y Welf habían aprendido a anticipar los movimientos del otro, su trabajo en equipo mejoraba con cada batalla. Ahora que Mikoto se había unido a su grupo, podían contar con un apoyo adicional desde el centro de su formación. Ya que Bell podía centrarse únicamente en atacar, su equipo de batalla era mucho más equilibrado que antes y al menos dos veces más poderoso. Con un Aventurero de Clase Alta y Herrero de Clase Alta fortaleciendo sus filas delanteras y centrales, tenían una clara ventaja sobre los monstruos de este Piso.

–¡No hay nada que temer en el 13º Piso!

Lili declaró alegremente, feliz en vez de triste de que ya no tenía un papel que jugar durante las batallas. Tarareaba alegremente mientras se dirigía a la línea de cadáveres de monstruos para desempeñar su papel de Ayudante—recoger el botín de la batalla.

Fue entonces cuando escucharon algo.

Feroces gritos de guerra de monstruos y un grito ruidoso y profundo.

–¿No es eso… un grito?

–Se están acercando constantemente… N-No puede ser.

*¡Thud, thud, thud, thud, thud, thud!*

Bell y Mikoto se petrificaron mientras los sonidos resonaban y se acercaban desde la oscuridad.

Y un momento después—

Tal como habían temido, un grupo de Aventureros salió de un pasillo, perseguidos por una horda aún más grande de monstruos.

–¿¡Están viniendo justo hacia Lili y los demás…!?

–Espera un segundo, ¿¡No ha sucedido exactamente esta maldita cosa antes!?

El equipo de Aventureros que se aproximaba corría locamente por sus vidas. Eso fue hasta que vislumbraron al equipo de batalla de Bell.

Su líder se burló cuando sus ojos inyectados en sangre se retorcían de alegría.

–¡Lo siento, lo siento…!

Mikoto se disculpó desesperadamente en respuesta al estallido de Welf.

–Ustedes—son la <Familia Hestia>, ¿¡No es así!? ¡Sean agradecidos, compartiremos nuestro botín con ustedes!

–¡¡Y una mierda lo harás!! ¡Como si los necesitáramos!

–¡C-Corran!

Pasando monstruos de un equipo a otro, un <Pase del Desfile>.

Los gritos furiosos de Welf y los gritos aterrorizados de Bell se superpusieron cuando se acercaron.

Bell y su equipo de batalla le dieron la espalda a los Aventureros que se acercaban y a los treinta y tantos monstruos no muy lejos detrás de ellos y corrieron a toda velocidad.

–¿Quién demonios dijo que no teníamos nada que temer en este Piso?

–¡¡Depende del tiempo y lugar!! ¡Gah, Lili ni siquiera pudo recoger las Piedras Mágicas…!

–¡Lili-dono, rápido! ¡Dame la mochila!

–¿C-Cuál era la salida de nuevo?

Welf reajustó la Gran Espada contra su hombro y dejó ver sus frustraciones. Mikoto tomó la gran mochila de Lili y rápidamente la echó sobre sus propios hombros. Bell se abalanzó y recogió a la pequeña chica Hobbit, corriendo tan rápido como podía con ella en sus brazos.

Los monstruos aceleraron su paso, excitados por el olor de aún más carne fresca delante de ellos.

La renacida <Familia Hestia> usó todo lo que tenía para escapar del Calabozo.

***

 

 

Noche.

Cubiertas de oscuridad bajo la luna creciente, innumerables Lámparas de Piedra Mágica salpicaban el paisaje urbano de Orario.

De pie orgullosamente en medio de la calle de los Aventureros—estaba la sede del Gremio, el majestuoso Panteón. El estruendo de metal sobre metal resonaba desde los distritos industriales. El barrio de negocios estaba llenó de vida, con ráfagas de aplausos atronadores saliendo de los teatros y ovaciones excitadas resonando en los casinos. De hecho, esta ciudad, bendecida con los recursos cosechados del Calabozo, nunca dormía, el ajetreo y el bullicio era interminable.

En esta próspera metrópoli que parecía simbolizar la prosperidad en sí, había un cierto lugar.

Voces coquetas provenían desde los muchos pequeños edificios que bordeaban la calle.

A veces fuertes y a veces apenas por encima de un susurro, ésas eran las voces de hombres y mujeres consumidos por la pasión.

El parpadeo de las luces de las velas iluminaban los pares de sombras que se entrelazaban en muchas de las ventanas y paredes de la calle, formas trenzadas en camas.

Aquí los deseos se convertían en dinero, llenos de burdeles hasta donde el ojo podía ver.

El llamado <Distrito Nocturno> se sentía completamente diferente del resto de la ciudad. Tenuemente iluminado y aparentemente separado de todas las otras calles y vecindarios, siempre estaba impregnado de una atmósfera misteriosa y fascinante.

–… Esa estúpida.

Donde las personas complacían sus antojos y apetitos, los burdeles.

Ella estaba sentado encima de todo, observando desde el piso más alto de su propio palacio.

La mujer bien formada estaba fuertemente adornada con una corona de oro, aretes, un collar adornado decorando su escote y pulseras alrededor de sus muñecas y tobillos.

La única pieza de tela que podía llamarse verdadera ropa era una delgada falda alrededor de sus caderas, sostenida en su lugar por un cordón atado en su costado. No había nada que mantuviera sus voluptuosos pechos fuera de la vista; sólo una correa de tela le impedía exponer todo al mundo. Su figura de reloj de arena perfectamente proporcionada y su suave y sedosa piel cobriza exhibida abiertamente, eran suficientes para que cualquier hombre perdiera la cabeza. Su belleza era lo suficientemente fuerte como para llevar a un país a sus rodillas—su divinidad simplemente dio un paso más allá. Verdaderamente, el género no importaba cuando se miraba su cuerpo que podía mantener prisionero a cualquiera mientras exudaba un aroma dulce y seductor.

Su habitación estaba a oscuras, iluminada sólo por la luna creciente y las estrellas de arriba. Con la habitación abierta al aire de la noche por todos lados, tenía una vista perfecta de la torre elevándose en el centro de la ciudad.

Ella la fulminó con la mirada, como si intentara quemarla con intensidad y odio.

Estaba en el lugar más alto de todo el distrito nocturno.

Sin embargo, no estaba satisfecha.

En cuanto a por qué, era debido a la torre de tiza blanca en el centro de la ciudad que atravesaba los cielos, elevándose por encima como si la mirara hacia abajo, riéndose de ella.

La mujer miraba dagas en el piso más alto de la torre.

Ahí es donde esa vil mujer estaba incluso ahora, una Diosa de la Belleza como ella—la Diosa de cabello plateado a quien más odiaba.

–¿Por qué estas ahí? ¿Por qué eres tú y no yo la que está sentada en el trono?

Inaceptable. Absolutamente inaceptable.

Esa mujer siempre la miraba desde la posición más alta.

Como si no ella fuera diferente de la chusma cuando se veía desde esas alturas.

Su belleza le permitía a esa Diosa tomar todo lo que quería dentro de Orario—no, el mundo. Y se lo restregaba en la cara.

Esa zorra deplorable. Increíble.

¿Todos los niños del Mundo Inferior y los otros Dioses estaban ciegos?

¿Ignorando su propia belleza sin igual y dándole a esa su atención? Categóricamente inconcebible.

Maldiciendo a esa Diosa con cada fibra de su ser, la belleza de la Diosa Ishtar se transformo en algo mucho mas aterrador.

–No te creas tanto, Freya…

Las cortinas completamente abiertas dejaron entrar la luz de la luna, iluminando el perfil de Ishtar.

La irritante verdad era que esa Diosa no sólo estaba mejor clasificada en nombre, sino que dirigía una <Familia> más poderosa que la suya. Tan poderosos, de hecho, que podían impedir que otros se pusieran al día.

Porque era la belleza de Freya, junto con sus poderosos dependientes, lo que permitía que esa mujer mantuviera su lugar en la parte superior.

–¡Keh!

Ishtar mantuvo sus ojos fijos en la Torre de Babel mientras una pequeña risa escapaba de sus labios.

La sonrisa en su rostro era capaz de encantar a cualquiera que la contemplara, pero también ocultaba un lado oscuro.

No tardaría mucho.

No tardaría mucho en sacar a esa mujer de su posición.

Los labios de Ishtar se curvaron en una sonrisa complaciente.

–Sólo mira.

Escupiendo esas palabras en voz baja, se levantó del sofá en el que había estado sentada.

Un tazón de fruta exótica estaba colocado en una mesa con una larga y delgada pipa de fumar hecha en el estilo del Lejano Oriente sentada en su base, todo al lado del sofá. La Diosa agarró su pipa antes de salir de la habitación.

Varios jóvenes y apuestos sirvientes la siguieron justo detrás de ella mientras descendía al centro del palacio.

Su cabello negro trenzado se balanceaba de lado a lado y parecía casi como si matices de púrpura se tejieran en él. El humo se elevó entre sus suculentos labios después de un tirón de su pipa oriental mientras descendía a la planta superior con vistas a un gran Cámara interior

Extendidas debajo de ella estaban sus dependientes. Ishtar puso sus manos en la barandilla y se dirigió a las prostitutas de abajo.

–¡Ahora, chicas! ¡Es hora de atrapar a nuevos clientes! ¡Esta noche otra vez, ahóguense en el amor al contenido de su corazón!

La multitud rugió en aprobación. Estaban compuestas sobre todo de Amazonas y contenían una amplia gama de lindas y adorables chicas a maduras y sensuales mujeres. Ishtar miró hacia abajo a sus fascinantes rostros inspiradores de lujuria y no pudo evitar sonreír.

Sus palabras fueron la señal para que todas las prostitutas salieran a las calles. Algunas trataron de conseguir clientes solo por su aspecto, otras llamaban a los hombres que pasaban o más directamente se acercaban a los hombres que cumplían su aprobación. Los hombres no tenían ni idea de que estaban siendo cazados. Su sed de placer vaciaba sus billeteras, difundía información, los liberaba de posesiones preciadas y sometía sus corazones para ser devorados por las mujeres en los burdeles.

Como la antigua capital de la antigüedad, construida sobre la decadencia y la inmoralidad, este lugar ahora estaba vivo con la celebración del hedonismo y los placeres. (NT: Hedonismo es la tendencia a la búsqueda del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida.)

–Aisha, vamos a movernos… ¡Antes de que todos los hombres atractivos sean tomados!

–Ahh, voy justo detrás de ti.

Una mujer Amazona respondió a una de sus parientes. Caminaba por las calles del Distrito Nocturno, sus largas y tonificadas piernas eran bañadas por la luz de la luna hasta que se detuvo y miró hacia atrás.

La atmósfera en el barrio rojo de Orario era extranjera y exótica, a diferencia de cualquier otro lugar de la ciudad.

Los burdeles fueron diseñados para parecerse a los de un lejano país insular. Las columnas rojas y las paredes eran brillantes y llamativas, atrayendo a cualquiera que los viera. La mujer Amazona se detuvo un momento y admiró una de las villas iluminadas por las luces. Estrechando sus ojos para ocultar su propia compasión, su largo cabello negro revoloteó detrás de ella mientras se giraba para reunirse con su amiga.

Pasó por delante de una ventana frente a uno de los burdeles donde varias prostitutas estaban alineadas, esperando a los clientes.

Muchas jóvenes se habían reunido en una cámara abierta a la calle; sólo una barrera de rejilla las separaba de la calle mientras llamaban a los transeúntes, sonriéndoles e invitándolos dentro encantadoramente con amistosos ademanes y ondulaciones de dedos.

–…

En medio de las prostitutas que anunciaban sus mercancías, había una chica que estaba sentaba en silencio en la esquina de la cámara.

A diferencia de las otras mujeres que la rodeaban, estaba sentada con las rodillas juntas y los labios cerrados. Sus suaves y lindas características y su presencia eran suficientes para atraer la atención de clientes potenciales. Llevaba un kimono—se decía que era el traje tradicional de esa nación isleña—debajo de un tradicional traje rojo de novia, su delicado cuerpo se destacaba como un faro.

Tenía largo cabello dorado y con ojos verdes, así como una espesa cola del mismo color que su cabello.

Con largas orejas de zorro, la chica era absolutamente impresionante.

El único accesorio con el que estaba adornada era un collar negro alrededor de su cuello mientras miraba desde la cámara que servía de prisión.

Una nube en el cielo nocturno cambió, permitiendo que un rayo de luna arrojara su luz sobre ella. Ella susurró silenciosamente para sí misma.

–Siete días más…

 

 

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