Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 6

Capítulo 3: Comienzo de las Hostilidades

Parte 6

 

 

Bell y Hestia habían perdido la cuenta de cuántos impactos habían absorbido sus cuerpos. La cifra había aumentado por otra más.

Con todas las flechas de los cazadores, los hechizos de los Magos y los Aventureros de Clase Alta que manejaban todas las armas imaginables, ninguno de ellos tuvo tiempo de recuperar el aliento. Por alguna razón, sus perseguidores se habían estado gritando el uno al otro por un rato—la <Familia Apolo> estaba comenzando a desesperarse y había aumentado su ataque.

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Los dos fugitivos habían regresado a su antiguo barrio. Estaba extrañamente silencioso, todos los residentes ya habían evacuado. Una vez más, los sonidos de la guerra se extendieron en este distrito normalmente pacífico.

–… ¡Firebolt!

Bell lanzó su Magia en un edificio de piedra desgastado que había estado vacío durante años.

Los llamativos rayos encendieron los escombros dentro del edificio, creando otra explosión de humo. Bell la utilizo como cobertura para escapar de los ojos de sus perseguidores y se precipito en una dirección completamente diferente.

–¡Haa, haa…!

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–… ¡Bell-kun, por aquí!

Hestia agarró la mano del chico y lo guió fuera de la Calle Principal mientras Bell luchaba contra el dolor que sentía solo por inhalar.

Encontró un canal de drenaje que corría por debajo del nivel de la calle. Saliendo del callejón, encontraron la escalera más cercana y corrieron hasta el nivel del agua. No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a la entrada del desagüe de la ciudad.

–¿Estás bien, Bell-kun?

–Lo siento mucho, Kami-sama…

Bell se apoyó contra la pared antes de deslizarse hasta el suelo y se disculpó con Hestia. Hestia sacudió la cabeza antes de mirar a su alrededor para encontrar sus rutas de escape.

Estaban debajo de lo que podría haber sido un puente muy grande, abierto en ambos extremos con agua fluyendo detrás de ellos. Supuso que el agua debía correr más profundo hacia la ciudad. El paisaje de la calle era visible en el otro extremo.

Aunque no podían verlos, podían escuchar los gritos y los pasos apresurados de sus perseguidores que venían de afuera. Orando con todas sus fuerzas para que permanecieran ocultos, ambos hablaban en voz baja.

–¿Todavía puedes moverte?

–…Estoy bien. Puedo hacerlo.

Bell usó la última de las pociones que había recibido de Lili para recuperarse de al menos algunos de los daños que había recibido. Hestia observaba su respiración entrecortada con ojos de remordimiento. Sin previo aviso, una estruendosa voz estallo desde el otro lado de la pared.

–¿¡Estas escuchando, Bell Cranel!?

La voz de Jacinto.

Hestia se sentó hombro con hombro con Bell. El chico cerró los ojos.

–¡Dondequiera que te escondas, dondequiera que corras, te encontraremos! ¡Este juego del escondite no tiene sentido!

La proclamación del hombre llenó el aire a su alrededor. Jacinto debía de estar parado en un lugar alto, porque los ecos resonaban en todas direcciones.

–¡En la superficie o en el Calabozo, no importa! ¡Tus días de paz han terminado!

Bell tragó saliva al comprender lo que significaban las palabras del hombre.

Incluso si por algún milagro escapaban de la red de los cazadores y llegaban al Gremio, Apolo lo perseguiría por el resto de su vida. Lo atacarían a la vista en la ciudad, en el Calabozo, o en cualquier otro lugar que intentara ir.

El chico estaba sintiendo todo el poder que una <Familia> influyente dedicaba para lograr un objetivo.

Tal como Jacinto dijo, la persecución no terminaría hasta que hubiera una resolución clara. Nunca podría vivir una vida normal.

–…

Hestia estaba sentada en silencio junto a él. Bell estaba en shock por la realización.

Los ojos de la Diosa se estrecharon, su mente se determinó.

— —Bell-kun, por favor escucha.

Hestia se movió frente a él, poniéndose en cuclillas sobre las piernas extendidas del chico y mirándolo a los ojos.

Ante las esferas rojo rubí rojo que la miraban, dejó salir todo.

–Puesto que Apolo es serio sobre esto, no hay futuro para nosotros aquí. Tenemos dos opciones: luchar una batalla que no podemos ganar—o huir de Orario.

–… ¡…!

Hestia ignoró la mirada de shock en el rostro del chico y continuó. Sabía que el chico entendía su situación.

–Estoy dispuesta a ir a cualquier parte siempre y cuando estés conmigo. Sin importar si estamos siendo perseguidos todo el tiempo. Correré junto a ti hasta que se rindan.

La resolución de Hestia era inflexible.

Extrañaría a los amigos que tenía y los tranquilos días que había pasado viviendo en la ciudad. Pero mientras Bell estuviera con ella, no le importaba en dónde vivían. Eso estaba claro como el día.

¿Dejar Orario con Kami-sama y vivir en algún lugar lejos…?

Hestia se llevó la mano a su pecho, tratando de estabilizar su corazón palpitante mientras esperaba en el borde de su asiento la respuesta de Bell.

En realidad, huir podría ser la única opción real para Bell y Hestia.

Fue lo mismo para las otras <Familias> que perdieron esas batallas… Justo como Hermes le había hablado de Zeus, dejar Orario era la única manera.

Bell lo pensó.

Sólo los dos, explorando las maravillas del mundo con Hestia.

Escuchando el viento soplando a través de un bosque, sentado en lo alto de una colina bajo el cielo azul, sintiendo la brisa marina en su rostro mientras exploraba una ciudad portuaria.

Ella llevaría un vestido de una pieza y un sombrero de lujo, llevaría las bolsas de las compras de ese día. Caminando por la calle, sonriendo.

Tales pensamientos cálidos y acogedores.

¿Qué tan maravilloso sería ese viaje? ¿Viviendo un nuevo sueño?

Era posible; los dos podrían tener ese futuro.

¡Pero…!

Su corazón pudo haber sido influenciado por las palabras de Hestia, pero las imágenes de todas las personas que había conocido en la ciudad repentinamente surgieron a través de la mente de Bell.

Personas con las que se había reído. Todas las chicas que habían compartido sonrisas con él.

Todos sus días como Aventurero, todos los encuentros fortuitos—recordaba todo.

Yo—

Una nueva imagen se apoderó de su corazón.

El comienzo de todo, el encuentro con la espadachín de cabello rubio y ojos dorados.

El perfil de su rostro, mechones rubios fluyendo. Su corazón no podía dejar eso atrás.

–…

La expresión de Hestia desapareció gradualmente como si estuviera leyendo los pensamientos del chico como un libro.

Sus labios se tensaron mientras extendía sus manos y agarraba ambas manos del chico.

La Diosa le hizo al sorprendido humano una pregunta:

–Bell-kun, ¿Me amas?

La voz de Bell se quebró en confusión.

–¿¡Huh!?

–Esto es importante.

Ruborizándose de color rojo debajo de sus ojos, Hestia siguió hablando.

–Si dices que me amas, estoy lista para hacer cualquier cosa. ¡Sí creo tus palabras, todas las demás emociones mezquinas no significan nada y puedo hacer cualquier cosa que me pidas! ¡Puedo luchar!

Ella apretó sus manos.

–¡Te amo, Bell-kun! Eres tan lindo, no puedo evitarlo. Quiero vivir contigo por siempre, estar siempre a tu lado… No quiero que nadie más te tenga.

Sus dedos temblaban.

–¿Qué piensas sobre mí?

Entonces volvió a hacerle la pregunta.

Ahora ruborizándose profusamente, Hestia una vez más miro a Bella los ojos y con toda seriedad.

Bell también se había puesto rojo. Pero no tenía ni idea de lo que la Diosa estaba tratando de decir.

–T-Te venero…

–¡Eso no es de lo que estoy hablando!

Los hombros de Bell cayeron mientras Hestia le gritaba en la cara.

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Las explosiones, los pasos y los gritos seguían rugiendo a su alrededor. A pesar de eso, la mente de Bell corría mientras trataba de averiguar lo que estaba preguntando, lo que la Diosa quería escuchar.

¿Qué quería decir con la palabra “amor”?

Los ojos de Hestia temblaban como si algo importante acabara de romperse dentro de ella. Algo tan importante que tal vez no serían capaces de continuar como Diosa y dependiente.

Aferrándose desesperadamente a su última gota de esperanza, Hestia vio que los labios de Bell se abrían para hablar—

*¡Ka-booom!*

–¿¡…!?

La onda de choque de una explosión en la entrada del alcantarillado los alcanzó.

Bell rápidamente forzó a su cuerpo a proteger a Hestia de los escombros. Un momento después, los contornos de Magos y Aventureros aparecieron en la nube de humo.

–¡Los encontré! ¡En la alcantarilla!

–¡Tras ellos!

–¿¡…!?

Sus perseguidores habían encontrado su escondite. Bell se levantó de un salto con Hestia en sus brazos y corrió de nuevo.

El chico de cabello blanco se dirigió a la salida del otro lado del túnel.

–No solo una vez, sino dos… ¡Se han metido en mi camino por última vez… bastardos!

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La ira de Hestia se hinchó dentro de ella, transformando su rostro en un rostro horrible. Bell quitó sus ojos de ella por el miedo.

Explosiones estallaron en sus ojos.

–¡Ahora estoy enojada! ¡Bell-kun, ya he tenido suficiente de esto!

–¿¡S-Sí!?

–¡Suroeste—ve hacia el suroeste!

Bell no se atrevía a hacer nada más. Hestia nunca había gritado órdenes antes.

Hizo un brusco giro, divergiendo grandemente de la trayectoria al Gremio en el oeste. Incluso en este caso, Bell atravesó los callejones y calles laterales. Ninguno de sus perseguidores esperaba este giro de los acontecimientos y tropezó antes de ajustar su propia trayectoria.

–…

–…

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Corrieron en silencio. Bell estaba secretamente aliviado de que su conversación anterior había quedado sin resolver.

Tal vez Hestia sentía lo mismo. En vez de traerlo de vuelta, empujaba su rostro color rojo oscuro en su pecho.

Bell podía sentirla temblar en su abrazo, al igual que él.

Ir hacia el suroeste, como Hestia había instruido, fue sorprendentemente fácil.

La red del enemigo era mucho más delgada que antes, pero ambos ni siquiera tuvieron que enfrentarse a enemigos en combate para escapar de ella. Cruzando la Calle Principal de Oeste, los dos entraron en el sexto distrito de Orario, ubicado entre las Calles Principales del Oeste y Suroeste.

Hestia guió a Bell por las calles llenas de espectadores asustados hasta llegar finalmente a un edificio bastante ornamentado.

–Espera, ¿No es esta…?

Una puerta de grandes barrotes de hierro protegía la entrada de un jardín bien mantenido y floreciente.

Una estructura de piedra estaba en medio de todo. Un gran emblema colgaba de la puerta, un arco y una flecha que eclipsaban al sol. Bell no podía hablar; sólo un pequeño gruñido de sorpresa escapó de su boca.

Hestia lo había llevado a la sede de la <Familia Apolo>.

–¡No estamos aquí para tomar el control, fuera del camino! ¡Shoo! ¡Shoo!

Varios guardias se acercaron a Bell y a Hestia mientras trataban de abrir la puerta, con lanzas listas. Hestia simplemente los apartó, mirando cada uno de los guardias alternadamente. De repente, su camino se abrió.

Aún más miembros de la <Familia> estaban parados afuera del edificio de piedra, como si demostraran cuántas reservas todavía estaban esperando órdenes de desplegarse. Una vez más, Bell se sorprendió por otra demostración de fuerza militar.

Muchos ojos miraban a los dos fugitivos cruzar el centro del jardín. Todos llevaban la misma mirada de anticipación. *¡Creak!* Las juntas de la puerta sonaron mientras Apolo emergía.

–Vaya, vaya, Hestia. ¿Qué esperas lograr, llegando hasta aquí de esa forma?

El Dios descendió por los escalones de su morada, sus dientes perfectamente pulidos brillaban bajo la luz del sol. Hestia lo miró descender, con furia emanando de sus ojos.

Apolo se abrió camino a través de su ejército de Aventureros, con el joven Hobbit Luan a su lado. Ambos se detuvieron justo enfrente de Bell y Hestia.

El aura de odio puro de Hestia hizo que Bell y Luan se sintieran inquietos, mirando cualquier cosa excepto a la Diosa. Sus rostros brillaban con un sudor frío. Los dos Dioses, por otro lado, ni siquiera parpadeaban mientras se miraban el uno al otro.

–… Hobbit-kun, ese guante, por favor.

–Eh… Um, claro.

El tono de Hestia no permitía una negativa. Luan asintió y se quitó el guante de su mano derecha.

Hestia se lo arrebató de las manos y en un movimiento limpio lo golpeo contra la mejilla de Apolo.

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–“ “ “ “¿¡…!?” ” ” ”

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*¡Snap!*

La reverberación de la tela sobre la piel llenó el tranquilo jardín.

Hestia usó todos los músculos de su cuerpo para dar el golpe; Incluso sus coletas gemelas negras volaron a través del aire cuando su brazo finalmente se detuvo. Bell y Luan observaban atónitos en silencio.

A pesar de la mancha roja en su mejilla, la sonrisa de Apolo nunca cambió. Hestia respiró hondo y gritó con todo lo que tenía.

–¡Bien! ¡Quieres un <Juego de Guerra, tendrás uno!

Bell vio que las comisuras de los labios de Apolo se curvaban hacia arriba.

–Todos los Dioses testigos saben que acontecerá—¡Mis amigos, un <Juego de Guerra>!

Las puertas y ventanas del edificio de piedra se abrieron en el momento en que Apolo levantó los brazos. Dioses y Diosas surgieron uno tras otro.

–“ “ “ “ “ ¡YAAAAAAAHHHHHH!” ” ” ” ”

Como si hubieran estado esperando este momento, incluso más Dioses saltaron de los árboles o aparecieron de detrás de los arbustos en el jardín.

Bell, Luan y todos los miembros de la <Familia Apolo> que estaban en espera no sabían cómo reaccionar. Miraban a su alrededor con los ojos abiertos como platos mientras el jardín de repente cobraba vida con las voces de los Dioses.

–¡Que se aclare esto con el Gremio!

–¡Necesitamos abrir una <Reunión de Dios> de emergencia! ¡Todos están invitados!

–¡Esto es muy emocionante—!

–¡Ha pasado un tiempo desde uno!

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Un súbito torbellino de emoción envolvió a los humanos. Los Dioses estaban hambrientos de entretenimiento y ahora iba a ser un espectáculo. La voz de Loki estaba en medio de ello mientras los Dioses comenzaban a organizar el <Juego de Guerra>.

–Está arreglado entonces. Los detalles más finos de nuestro juego serán decididos en la <Reunión de Dios>. El día se anunciará más tarde… Disfrutemos de esto, Hestia.

Apolo se burló de Hestia sin el menor indicio de miedo o ansiedad en medio del caos que los rodeaba.

Apolo le dio la espalda y regresó a su morada con Luan a cuestas.

–K-Kami-sama…

Bell miró al Dios subir los escalones de piedra, con su cuerpo congelado en su lugar. Incluso su voz carecía de fuerza.

La diferencia entre ambas <Familias> en términos de números y recursos era asombrosa. Esta era una batalla que no se podía ganar. Visiones de la tragedia que iba a desplegarse brillaban en la mente de Bell.

Hestia se giró hacia él con vigor.

–Bell-kun, una semana.

Ella miró a su dependiente, el rostro del chico se puso más pálido por el momento mientras continuaba.

–Encontraré una forma de retrasar el <Juego de Guerra> durante una semana.

–¿Huh…?

–Durante ese tiempo, Bell-kun, hazte tan fuerte como puedas. Más fuertes que cualquiera de las personas que nos atacaron hoy—¡Vuélvete más fuertes que nunca! ¡Puedes hacerlo!

Hestia estaba apostando todo en el potencial de Bell, la Habilidad [Deseo Inquebrantable].

Bell miró los ojos de su Diosa. No había sombra de duda. Ella creía completamente en él, y eso era aterrador.

–¡Bell! ¡Hestia-sama!

–¿¡Welf!?

Welf atravesó la puerta de hierro frente a la sede de la <Familia Apolo>.

El joven había seguido a los perseguidores de Bell y entonces escucho la conmoción que venía de este lugar para encontrarlos.

–Lili-enana regreso a… No, no, fue llevado de regreso a la <Familia Soma>.

–¿¡…!?

–Los otros tipos se metieron en mi camino, no pude ayudarla… lo siento.

Esta inesperada noticia dejó a Bell y a Hestia en estado de shock.

¿Cómo? ¿Por qué ahora? ¿Estaba a salvo?—El espíritu de Bell se encendió, pregunta tras pregunta quemaba a través de su mente. Pero todo se reducía a una cosa: tenía que rescatarla. Necesitaba más información; necesitaba hablar con Welf.

Sin embargo, la mano de Hestia se envolvió alrededor de su codo antes de que pudiera dar su primer paso hacia el hombre pelirrojo.

–Bell, haz lo que te dije.

–¡¡P-Pero—!!

–Te juro que rescataré a nuestra Ayudante. Así que por favor—ten fe en mí.

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Hestia interrumpió el intento de Bell de discutir.

La Diosa creía en su niño; lo único que le pedía era que creyera en ella.

Las venas de Bell ardían de adrenalina, pero la mirada de Hestia enfrió las llamas. Los músculos de su cuerpo tenso se relajaron hasta que finalmente… eligió creer.

Todas las emociones que rabiaban a través de su mente hace un momento se habían calmado, asintió.

–Bell-kun, por favor, dame mi daga antes de que te vayas.

–Aquí tienes.

–Welf-kun, me disculpo, pero necesitaré tu fuerza para rescatar a nuestra Ayudante.

–No hay necesidad de disculpas. Estoy listo para cualquier cosa.

Con todas las instrucciones dadas, Hestia miró a Bell una vez más.

–El resto depende de ti. Ahora ve.

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–¡Sí!

Con eso, Bell salió corriendo del ruidoso jardín frente a la casa de la <Familia Apolo> tan rápido como sus pies se lo permitían.

Sólo quedaba una semana.

Hasta entonces tenía que ser más fuerte que sus enemigos—más fuerte que Jacinto.

El <Estado> en su espalda se sentía caliente mientras corría. Fatiga, tensión mental—nada de eso le importaba más. Puso rumbo a la alta torre del norte, donde esperaba la <Princesa de la Espada>.

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