Re:Zero Ex (NL)

Volumen 2: La Canción de Amor del Demonio de la Espada

Capítulo 2: Segunda Estrofa

Parte 1

 

 

Wilhelm Trias veía el mundo como un lugar muy simple. Podía ser dividido ampliamente entre las cosas que le gustaban y las que no; y ahora mismo, lo que vio frente a él fue el epítome de este último.

—Él rompió el cerco demi-humano en la Batalla de Castour Field, confrontando y destruyendo un escuadrón entero de demi-humanos por sí solo. El número total de cabezas que tomó fue de ochenta y ocho, incluyendo la de su capitán. Diría que es bueno que haya renunciado mientras estaba… ¡adelante! ¡Ja-ja!

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—Personalmente, desearía que hubiera continuado. Buen intento, sin embargo.

—Oh, vamos, traidor, ¿siempre tienes que interrumpir?

—Es mi trabajo.

Wilhelm se puso en posición de atención mientras dos hombres bromeaban delante de él. Uno era alto y bien constituido, la imagen de la galantería, mientras que el otro parecía amable pero estaba severamente tenso. Ambos llevaban el uniforme que indicaba que eran miembros de pleno derecho de la unidad de caballeros.

Wilhelm había dejado el centro médico esa mañana y regresaba al cuartel, antes de que estos dos le impidieran dirigirse a sus tareas diarias.

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Él sospechaba. ¿Qué podrían querer dos caballeros de él? Los dos parecían cada vez más y más interesados en su persona, aunque no podía ocultar la desconfianza que emanaba hacia sus superiores.

—Parece que le causó al enemigo un gran dolor de cabeza. No paraba de rebanarlos hasta que llegó nuestro ejército y lo detuvo… Según dijeron, cuando lo encontraron, había una montaña de cadáveres.

—Todos los que lo vieron temblaban hasta los huesos. ¡Dijeron que un Demonio de la Espada camina entre nosotros!

— ¡Un Demonio de la Espada! —, dijo el hombre delgado—. ¡Me gusta eso, suena bien! Sigue haciendo ese sucio trabajo, muchacho, y asegúrate de que mucha gente aprenda ese nombre. ¡Aunque tengo que decir que eres muy pequeño para eso!

El hombre alto rió y puso sus manos en la sien de Wilhelm, pero eran tan grandes que su palma prácticamente cubría toda la cabeza del niño.

— ¿Qué es esto, un zoológico? ¿Qué quieres de mí? —Wilhelm hizo a un lado la mano del hombre y saltó hacia atrás, clavándoles a ambos una mirada fulminante.

El hombre de buena constitución flexionó el brazo que Wilhelm había apartado.

—Me gusta tu espíritu, hablando con los caballeros de esa manera. La juventud es el mejor momento para ser imprudente.

—Los jóvenes y los jóvenes de corazón no son tan diferentes. El rostro puede envejecer, pero solamente cuando envejeces por dentro te arrepientes de lo que has perdido.

—Cualquiera sería viejo comparado con este chico. Según los registros, ¡tiene 15 años! ¿Qué te parece, Pivot? ¡La mitad de tu edad! ¡La mitad de tu edad y el doble de muertes! ¡Te está haciendo quedar mal!

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—Soy el cerebro de esta operación. Yo me ocupo de todo lo que los niños no pueden. —El delicado hombre sacó un pañuelo blanco y se limpió la cara donde le había caído la saliva del hombre grande. Una vez más, la conversación había dejado a Wilhelm atrás, y esta vez no se sentía a gusto al respecto.


—Si no me necesitan para nada, déjenme en paz. Tengo cosas que hacer.

—Oh, sí lo sabes, ¿verdad? Sólo estamos en espera. ¿Qué podrías tener para hacer?

—Práctica con mi espada. Dicen que si te pierdes un día, toma tres días de esfuerzo compensarlo. No voy a dar tres golpes cuando puedo matar con uno. No puedo soportar tanta ineficiencia —, él escupió.

Estaba a punto de encaminarse al campo de entrenamiento detrás de los cuarteles, cuando el gran hombre estalló de risa ante la respuesta de Wilhelm.

— ¿Oíste eso, Pivot? Él trabajó en ese campo de batalla hasta que colapsó, pero ni siquiera va a dormir, sólo va a practicar con su espada.

—Sí, lo he oído. Sé que la gente tan joven siempre es impetuosa, pero eso es tonto incluso para un chico de su edad.

Caballeros o no, Wilhelm no podía soportar esta burla.

— ¿Quieren ver mis habilidades de primera mano? —tenía dos días de práctica que recuperar.

Pero el gran hombre respondió a la mirada de Wilhelm con una sonora risa.

— Ah, justo lo que quería oír. Sabes, ¡hay algunas historias en torno de la unidad de los caballeros acerca de cómo un niño con una espada envió a algunos de nuestros caballeros más vergonzosos de vuelta a la escuela!

El delicado hombre sacudió su cabeza; el monóculo sobre su ojo brilló extrañamente.

—Joven o no, compartes la culpa. Puedes ser excepcionalmente capaz para tu edad, pero te dejas llevar fácilmente.

Ellos irradiaban una intensa preparación para la batalla, seguramente debido a la confianza en sus habilidades. Esto contrastaba marcadamente con la forma en que habían estado actuando un momento antes. Wilhelm se mojó los labios.

— ¿Era esto lo que siempre quisieron?

—Lo siento, niño —, dijo el gran hombre—. A veces tienes que hacer lo que tienes que hacer. Pero no te preocupes. Puede que estemos varios rangos por encima de ti, pero vamos a pelear justamente. Si hay algo que Bordeaux Zergev nunca hace, es deshonrar un lugar de combate.

—Él es un hombre de palabra, así que no me preocuparía. Oh, no me he presentado, ¿verdad? Soy el escolta del Maestro Burdeos, Pivot Anansi. Enchantée.

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Wilhelm miró al corpulento Bordeaux y al delicado Pivot en perplejidad mientras se presentaban. Eran difíciles de leer; él no sabía exactamente lo que querían, pero su meta inmediata estaba clara: la misma que Wilhelm tenía en ese momento.

—Acabaré rápidamente con ustedes dos y volveré a mi práctica.

—Eso depende. ¡Puede que te encuentres con otra ronda de reposo en cama!

Wilhelm se dirigió por el camino de piedra hacia el campo de entrenamiento, y Bordeaux corrió a su lado. Prácticamente había chispas volando entre ellos. Pivot exhaló suavemente y luego los siguió.

***

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El acero se encontraba con el acero en un chillido penetrante; él sintió al metal raspando contra el metal y vio el breve resplandor rojo de las chispas en su visión periférica. El sonido volvió de nuevo cuando Wilhelm bajo su postura casi hasta el suelo y se movió hacia delante, desviando el hacha de batalla que descendió sobre él y pisando la empuñadura para impedir el siguiente movimiento de su oponente.

Hubo una pausa instantánea, seguido de un destello plateado que se detuvo justo antes de un grueso cuello.

—Yo gano.

—…No estaba preparado para eso —, dijo Burdeos en voz baja.

Wilhelm, sudando profusamente pero llevando la sonrisa triunfante de un guerrero, bajó su espada mientras su aliento caliente se escapaba en medio de jadeos agitados.

Él estaba usando una hoja de entrenamiento desafilada. El arma de Burdeos, la larga alabarda actualmente atrapada bajo el pie de Wilhelm, igualmente estaba desafilada. Ellos no podían quitar una vida, pero ambos combatientes eran lo suficientemente capaces como para protegerse de los golpes del otro. La batalla había sido intensa, pero ninguno de ellos tenía siquiera un solo moretón. Cualquier reporte sobre la batalla habría dicho que ambos luchadores merecían distinción.

—Esto significa que he ganado siete y he perdido tres. Creo que hemos saldado esto. Apenas valías mi tiempo.

— ¡Ni siquiera puedo estar enfadado! Wah-ja-ja, eso es lo que consigo por desafiarte. ¡Me rindo! No me han golpeado tan fuerte en mucho tiempo. ¡Se siente bien!

—No sé qué quieres decir. —Wilhelm tenía la intención de sonar rencoroso, pero en su lugar había provocado algún tipo de júbilo. Frunció el ceño.

Bordeaux retiró su hacha del suelo y la apoyó sobre su hombro. Pasó una mano a través de su corto cabello azul pálido y dijo:

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— ¿Qué tal una sonrisa? Luchaste contra mí, ¡contra mí!, y ganaste. Puedo enfrentarme a cualquiera menos a la guardia real. Supongo que los tipos a los que venciste antes no estaban simplemente holgazaneando.

—Supongo que no —, dijo Pivot—, y tampoco lo estaba este joven. Es… bastante aterrador ver a uno tan hábil a los quince. —como observador, había permanecido en la banda durante la pelea.

Wilhelm había oído a las personas decir eso de él muchas veces. Pero la voz de Pivot carecía del asombro o temor que normalmente acompañaba a este juicio. No es que a Wilhelm le importara de todas formas.

—Mis disculpas por no haber podido darle una lección a un niño tan temperamental —, dijo Wilhelm—. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Ir llorando donde tus superiores y hacer que envíen mejores espadachines tras de mí?

—Supongo que podría, pero cuando estás formado como yo, se vería raro ir llorando a cualquiera excepto al Santo Dragón Volcanica. Y si fuera corriendo al Dragón por algo tan menor como esto, ¡probablemente me convertiría en una pila de cenizas!

—Antes de que eso suceda —, dijo Pivot—, déjanos decirte por qué estamos realmente aquí, Wilhelm Trias. No te buscamos sólo para realizar una venganza personal bajo el pretexto de una competencia de fuerza. Aunque, dada la forma en que te comportas, supongo que nuestro intento de servir a la justicia habría sido discutible, de todos modos.

— ¡Ouch! —exclamó Burdeos—. Mi amigo no es muy sutil, ¿verdad? ¡Ja-ja-ja- ja!

Wilhelm levantó una ceja ante esta incapacidad para captar la ironía. —Si ustedes no vinieron aquí a pelear…

—Te aseguro que no lo hacíamos. Eso sólo era una forma de animarte. Pero, a pesar de todo, a los negocios. Wilhelm Trias, nosotros tenemos un mensaje para ti. A partir de ahora, ejercerás tus habilidades al servicio del Escuadrón Zergev liderado por mí, Bordeaux Zergev.

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Wilhelm miró a Bordeaux con los ojos entrecerrados. El hombre era la imagen de un poderoso caballero, su pecho de barril hinchado y la alabarda apoyada sobre su hombro.

Como la última unidad de Wilhelm había sido destruida, no tenía objeción a ser asignado a una nueva.

— ¿Sin embargo, estás seguro de esto? He estado en dos batallas hasta ahora, y en cada una, todos en mi unidad murieron. ¿Piensas ser el siguiente? —preguntó, cerrando un ojo. Fue una falta de respeto a los que habían muerto valientemente en batalla, pero Bordeaux sacudió solemnemente su cabeza.

—Hubo demasiadas bajas en esas dos últimas batallas: Redonas Plateau y Castour Field. Redonas fue una victoria estratégica, al menos, pero Castour fue inexcusable. Ese tipo de pérdidas no tiene precedentes. El ejército real se vio obligado a hacer una reorganización a gran escala.

—Y no creo que sea estrictamente exacto decir que todos en tus unidades fueron asesinados. Tengo entendido que otro joven sobrevivió. Para superar todo eso, ustedes dos deben tener una suerte excelente. O tal vez un excelente juicio.

El resultado de la batalla era bien conocido, al igual que el estado del ejército después. Atraídas por la vanguardia, la mayoría de las unidades atrapadas en la zona de efecto de los círculos mágicos demi-humanos habían sido destruidas. Los únicos sobrevivientes eran aquellos que, como Wilhelm, habían tenido la compostura de seguir adelante, así como aquellos que habían sido capaces de escapar de los hechizos en el caos. Un puñado de almas inmensamente afortunadas habían sobrevivido a pesar de estar en medio de todo eso.

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—Además, el Escuadrón Zergev estaba al frente, pero cada uno de nosotros regresó con vida —, dijo Bordeaux con orgullo.

—Tu intuición te salvó —, le dijo Pivot a Wilhelm—. Puede que no lo parezca, pero eres un hombre con el que se puede contar en batalla. Ese es el por qué no estamos preocupados acerca de ti.

Fue entonces cuando Wilhelm se dio cuenta de que todo esto había sido una respuesta indirecta a su propio comentario sarcástico.

Al parecer, tomando el silencio de Wilhelm como duda, Bordeaux levantó su alabarda y comenzó a exponer las hazañas militares de la unidad.

—Sabes, no fue la suerte lo que nos mantuvo vivos. Rompimos a través el cerco enemigo, los derribamos mientras se regocijaban de nosotros…

Pero Wilhelm lo interrumpió.

—Sí, sí, te creo. ¿Sólo querías hablar de eso? — Wilhelm no se iba a molestar en fingir que pensaba que Bordeaux estaba inventando todo esto. A pesar de que el chico había salido victorioso en su duelo, Bordeaux fue la primera persona que conoció en la capital en ganar un duelo contra él. Y era muy consciente de que el gran hombre se había probado a sí mismo participando en batallas reales. Pero Wilhelm también lo había hecho.

—Si eso es todo lo que quieres, déjame volver a mi práctica. Sólo tengo que presentarme en el Escuadrón Zergev, o lo que sea, en el cuartel, ¿verdad?

—Quiere deshacerse de nosotros —, dijo Pivot—. Sí, eso es todo lo que tienes que hacer. El Escuadrón Zergev te está tomando a ti y a otro nuevo miembro como parte de la reorganización, para ser un total de veinte personas. Tienes una reunión con el capitán mañana por la noche. Trata de no saltártela.

— ¿Quién es el otro chico nuevo?

—El otro sobreviviente de tu unidad, Grimm Fauzen. Pensamos que tener una cara familiar te ayudaría a instalarte… aunque, después de conocerte, sospecho que estábamos equivocados.

Wilhelm se dio la vuelta con una expresión de desinterés, ya levantando su espada, y Pivot dio un suspiro que era mitad molestia y mitad resignación.

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Wilhelm conocía el nombre, por supuesto. Pero apenas sintió más reacción que esa. El chico, Grimm, no era alguien en quien Wilhelm estuviera muy interesado. Era un cobarde inútil, otra de las cosas que no le gustaban.

Concluyendo su conversación groseramente con los dos oficiales superiores, Wilhelm se lanzó a su práctica. Burdeos y Pivot lo observaron un momento e intercambiaron una mirada.

—Ama su espada tanto como he oído, ¡quizás incluso más! ¡Es siete años más joven que yo y me hace quedar mal! Supongo que necesito volver a mi entrenamiento con el hacha.

—Pensar que encontraríamos a alguien tan joven que sacrificaría su descanso para practicar con la espada. El mundo es un lugar más extraño de lo que pensaba… Todo tipo de personas vienen a la capital, supongo. Espero que Grimm Fauzen sea alguien normal cuando lo conozcamos…

Así, allí estaba Bordeaux, que había elegido una cosa un tanto extraña para impresionarse; Pivot, que siempre encontraba algo por lo que estar ansioso; y Wilhelm, que no les prestaba atención a ninguno de los dos, pero que realizaba sus ejercicios con determinación. Bastaría con que un espectador se preguntara si algún miembro del Escuadrón Zergev estaba, de hecho, cuerdo.

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