Re:Zero Ex (NL)

Volumen 1: El Sueño que Vio el Rey León

Capítulo 4: La Maldición De Felix Argyle

Parte 8

 

 

—Con mis habilidades mágicas, sólo puedo invocar incompletamente el Sacramento del Rey Inmortal. Mover cadáveres es lo mejor que puedo hacer. Pero tú, Félix, eres diferente.

Ferris se quedó mirando el cadáver de su madre mientras Bean alegaba. El hombre se acercó a la cama y acarició la cara dormida de su esposa. —Tienes un talento especial. ¡Suficiente poder para regresar a una chica del borde de la muerte sin siquiera entonar un canto! Con tales poderes, ¡seguro que puedes completar el sacramento! ¡Puedes devolverle la vida a tu madre!

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Ferris miró los ojos inyectados de sangre de Bean y se dio cuenta de lo que el hombre realmente quería. Él trató de regresar a su esposa de entre los muertos a través del Sacramento del Rey Inmortal. Había estado reuniendo cadáveres para experimentar y practicar con ellos su magia negra. Probablemente confiaba en que el traficante de esclavos lo ayudara a acumular los cadáveres. Y el resultado de su trabajo parecía ser los guerreros no-muertos que se amontonaban afuera, ¿cuántos cadáveres había profanado?

Y por todo eso, Bean aún no había logrado lo que realmente quería y se había visto obligado a reconocer que carecía de poder. Entonces se había acordado, se había acordado de la existencia de un lanzador mágico que compartía su sangre y era mucho más poderoso que él.

—¡Tienes verdadero poder! Tú eres capaz de esto. Puedes devolverme a mi esposa. ¡Yo… yo sólo lo sé! ¡Yo soy tu padre, y comprendo la brillantez de tus habilidades mejor que nadie!

Bean se rascó las mejillas con tanta fuerza que la sangre corrió sobre ellas como lágrimas. Inmediatamente, una tenue luz emanó de las heridas, que desaparecieron. Se había hecho daño a sí mismo y luego se había curado a sí mismo. Fue el uso más inquietante de la magia curativa que Ferris había visto jamás.

—Esto me supera. –Dijo Bean. —Pero no está más allá de ti. ¡Eres un genio! ¡No hay padre que no se alegre de las habilidades de su hijo! ¡Eres el mejor hijo!





Bean se movió con alegría, con alabanzas de todo corazón, y con la expectativa por las habilidades de su hijo. Ferris sintió una ola de vértigo, seguida de náuseas.

¿Era esto… era esto lo profundamente retorcido en que se había vuelto su familia?

—¡Mira esto! Este es un texto detallando el Sacramento del Rey Inmortal que ha sido transmitido en nuestra casa. La descripción está incompleta, pero yo pude usarla. Tú, estoy seguro, ¡puedes descubrir lo que he omitido y realizar todo el ritual!

Bean rebuscó en su bolso y sacó un libro desgastado.

El libro había sido leído tantas veces que parecía estar cubierto no sólo de huellas dactilares sino también de sangre. Había sido usado tan rigurosamente que parecía que el más mínimo toque podría hacer que se desmoronara hasta convertirse en polvo.

—¡Ahora, tráeme a mi esposa… tráeme a tu madre! Si puedes hacer eso, te devolveré a tu ama. ¡Este es el trato que te ofrezco como tu igual, como un hombre!

Bean empujó el libro hacia el pecho de Ferris. El chico-gato lo agarró de forma insegura. La cubierta estaba manchada con sangre seca, y se sentía pesado, como si hubiera absorbido las almas de los muertos.

El Sacramento del Rey Inmortal, un ritual con el poder de resucitar a los muertos. Como sanador que era, sería falso decir que a Ferris no le interesaban esas cosas. Pero sea lo que sea que haya sentido como sanador, su cordura y humanidad básica se rebelaron contra la idea.

Pero si no miraba el libro y realizaba el conjuro, la vida de Crusch podría estar en peligro. Y la mujer que yacía frente a él, no tenía más sentimientos familiares hacia ella que los que tenía por Bean, pero seguía siendo el cadáver de su madre, y eso no lo olvidaba por completo. Al menos, si realmente había un conjuro que pudiera traerla de vuelta, él quería hacerlo.

—…

Ferris tragó. Decidió posponer la decisión; en vez de eso, pasó las páginas del libro de conjuros. Algunos pasajes eran oscuros, y varias páginas estaban cubiertas de huellas dactilares. Manejando todo tan cuidadosamente como pudo, Ferris leyó la reliquia de su familia, intentando meter el conjuro en su cabeza.

Y entonces…

—… ¿Debería seguir adelante y usar el Sacramento con esta mujer tan pronto como pueda?

Evitó deliberadamente usar la palabra madre, hablando de ella como si fuera una extraña para mantener su equilibrio.

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La cara de Bean se iluminó.

—¡Sí, sí! –Asintió con entusiasmo. —Así es, tan pronto como puedas. Trae de vuelta a mi esposa. ¡Y entonces los tres podremos compartir una alegre reunión en familia!

Ferris no respondió a eso, caminó más cerca del cuerpo en la cama. Se acercó a la mujer, que parecía como si estuviera durmiendo, y dejó que el maná corriera a través el cuerpo sin vida.

—¿Cuándo murió? Parece que lleva aquí mucho tiempo.

—Hace más de dos años. He estado periódicamente usando magia para prevenir la descomposición del cuerpo… El olor es lo único sobre lo que no he podido hacer nada. Pero si puedes traerla de vuelta, entonces no hay problema. Ella no es como los otros cadáveres de por aquí con su carne podrida. El cuerpo en sí esta exactamente como estaba cuando murió.

Hace dos años. Ese habría sido el año de la celebración del cumpleaños de Crusch que Ferris recordaba tan vívidamente. Ese año había sido un punto de inflexión para él, y aparentemente también lo había sido para sus padres.

Dejó que su maná recorriera cada centímetro del cuerpo, y descubrió que Bean había estado diciendo la verdad. Aparte de la falta de funciones necesarias para la vida, su madre estaba tan bien conservada que uno nunca hubiera pensado que estaba muerta.

Ella verdaderamente estaba igual como cuando había sido el momento de su fallecimiento…

—Félix. Hay mucho de lo que quiero hablar, pero me contendré. Por ahora, concéntrate en lo que tienes delante. ¿Tu ama no es apreciada por ti? No le falles ahora. O si no…

—¿Puedo preguntar una cosa más? –Ferris interrumpió, tocando la frente de su madre muerta. Miró hacia Bean, que había tragado el resto de lo que había estado a punto de decir. Ferris lo miró fijamente.

—… ¿Quién apuñaló a mi madre hasta la muerte?

***

 

 

Crusch enfocó su atención mientras pasos raspándose bajaban al sótano. Su mirada encontró a la cruel cara del esclavizador, obteniendo un escozor de él.

—El veneno ya debería haber desaparecido por ahora, ¿hmm? Tengamos una charla, mi pequeña princesa. –Miles sonrió burlonamente a Crusch que estaba encadenada a la pared.

Ella suspiró ante su lasciva mirada.

—No tienes una mirada muy educada.

—No soporto la arrogancia. Muchos hombres disfrutan viendo a una mujer orgullosa que lentamente se arrodilla a los pies, yo entre ellos.

—Tampoco tienes un pasatiempo muy educado.

Sus palabras no daban señales de debilidad, pero Miles parecía muy contento.

Hacía horas que Bean la dejó en la habitación subterránea. Según Crusch, Bardok, su asesor militar, ya debería tener la mansión rodeada. Pero no podía sentir que algo así sucediera. Algo parecía haber salido mal.

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—El Sacramento del Rey Inmortal. Increíble. ¿Qué mejor manera de burlar las leyes del reino?

—¡Heh! Esa es la duquesa. No muchos saben del sacramento.

—Es un conjuro secreto que en gran medida se mantiene fuera de la vista pública, pero hay registros de su uso durante la guerra demi-humana… Dudo que seas tú quien lo usó. Debe haber sido Bean Argyle.


—Dios me bendiga. ¿Cómo piensas tan agudamente en esta cámara apestosa?

Él arrugó su cara ante el hedor que vagaba por la habitación, pero sin embargo, esto confirmó las sospechas de ella. Crusch, por supuesto, sólo tenía el horrible olor en el cuarto subterráneo para comenzar; ella no tenía idea si el Sacramento había sido realmente usado. La pista vino de Miles: Había traído guerreros no- muertos con él, como para mostrárselos a ella.

—Si estás tratando de intimidarme, entonces lamento decepcionarte. –Dijo Crusch.


—¿No debería una chica que ve un cadáver andante dar un grito dulce? Francamente, hasta yo siento que se me hiela la sangre cuando los miro.

—Me temo que dejé atrás mi feminidad hace mucho tiempo. –Dijo Crusch insinuando una sonrisa. Miles, acompañado por varios de los zombis, la miró con exasperación. Pero su expresión pronto cambió, y señaló hacia el techo sobre la atada Crusch.

—Bueno, mi pequeña princesa, ya que eres ignorante de lo que está pasando afuera, déjame traerte las noticias. Un caballero ha llegado para salvar a la princesa capturada. Aunque apenas se parecía a uno.

—…

Miles probablemente estaba hablando de Ferris. Se suponía que él iba a estar en la capital, pero por el bien de ella, había regresado a las tierras Karsten en poco tiempo. Y Fourier estaba involucrado en ello, ella estaba casi segura. Se visualizó a sí misma diciéndole que podía usar su juicio si las cosas iban mal.

—No puedo superar a Su Alteza.

Su propia ineptitud había producido esta situación. Odiaba su estupidez, pero también estaba encantada de que los dos hicieran todo lo posible para garantizar su seguridad. Ella soltó un suspiro.

Miles continuó regodeándose.…

—Bean tuvo alguna demanda para ese caballero. No sé qué podría hacer si el chico le da lo que quiere, pero sé que no es nada que yo haya aceptado.

—Oh, ¿no es así?

—Piénsalo. Sólo las personas de una línea de sangre muy específica pueden usar este conjuro para resucitar a los muertos. ¿Crees que dejaría que se me escapara entre los dedos tan fácilmente? En el momento en que la gente muere, se convierten en obreros con resistencia ilimitada.

—Ahora lo veo. Nunca estuviste aliado con Bean filosóficamente. Siempre fue sobre la trata de esclavos para ti. De hecho… ya ni siquiera es tráfico de esclavos, ¿verdad? Te has rebajado a un simple robo de tumbas.

Miles sólo se rió, pareciendo impasible ante la observación de Crusch.

Así que ellos se equivocaron al sospechar de la esclavización en la Casa Argyle. Lo que Miles les había estado trayendo a lo largo de los meses no fueron esclavos, sino un gran número de cadáveres. Su papel había sido procurar los cuerpos que se usarían para probar el Sacramento del Rey Inmortal.

—Por cierto, el reino no tiene leyes contra la venta de cadáveres. Puede que no sea el negocio más respetable del mundo, pero no es un crimen. ¿Entiendes? –Miles dijo burlonamente.

A primera vista, parecía una buena excusa. Pero para que funcione, el país tendría que cerrar los ojos ante una cosa crucial.

—Tienes razón. –Dijo Crusch. —No podemos acusarte de tráfico de esclavos. ¿Pero cómo esperas explicar lo que me has hecho? Secuestrar y encarcelar a una duquesa, sin mencionar el uso de magia prohibida. Esos son crímenes mucho más serios que la esclavitud.

—Sí, tenemos un problema. Si me arrestaran, dudo que evitaría el castigo más terrible que me pudieran imponer. Así que tengo una petición para ti, mi princesa. Pensé que usted y su caballero podrían ayudarme a regresar a salvo a mi país.

Miles parecía que se iba a lamer los labios mientras hacía esta sugerencia. Crusch podía sentir confianza en sus palabras, un fuerte viento que decía que esto no era un farol. Eso significaba que creía que tenía alguna forma de salir de este lugar.

—Francamente, no es fácil creer en tu palabra. ¿Crees que puedes sacarnos a Ferris y a mí a través de ese campo de batalla?

—No fácilmente, si no estás de acuerdo en cooperar. No te haré nada malo. Una vez que esté a salvo en Volakia, tú y tu asistente podrán pasar el resto de sus días juntos. Lo negociaré, no te preocupes. Confieso que me enamoré de ti a primera vista, princesa.

—Un pasatiempo de muy mal gusto.

Ella no creía en su manifestación de amor, pero él la miraba con mucha lujuria. Pensó que podía vislumbrar una figura oscura detrás de las acciones contundentes de Miles. Si ella pudiera hacer que le dijera quién movía los hilos…

—Si no haces lo que te pido, tendré que recurrir a métodos menos agradables para que vengas. Pero no me gusta hacer daño a las mujeres, así que tendré que buscar a alguien más… Sí, creo que tu amiguito lo hará bien.

—…

—Eso siempre funciona mejor con los de tu tipo. En lugar de lastimarte, es mejor lastimar a alguien que quieres. Cuando obtenga un buen y claro grito de él, estoy seguro de que…

—Estúpido.

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—¿Hah?

Miles había mencionado a Ferris como su último recurso, pero ahora Crusch hablaba por encima de él. Miles frunció el ceño mientras Crusch se levantaba. La miró a los pies, donde debería haber estado encadenada al suelo.

—¡Espera! ¿Cómo puedes estar de pie? Se supone que debes estar atada de pies y manos…

—Parece que te distrajiste. ¿Estás sorprendido? ¡Deberías haber sospechado desde el momento en que notaste mi visión despejada!

—¡Feh! Maldita sea. Así que va directo al plan B, ¿verdad, princesa?

Mientras Crusch agitaba su cabeza, él chasqueó sus dientes y la atacó con uno de sus guerreros no-muertos.

Crusch esquivó los brazos de la criatura que avanzaba. Los últimos vestigios del veneno la hicieron un poco inestable, pero su creciente ira la hizo olvidar su debilidad.

—Todavía hay algunas preguntas que quiero hacerte, pero mi paciencia tiene sus límites. Pasaré por alto tu incivilidad hacia mí e incluso tu violencia. Pero amenazar a Ferris, mi caballero, que no perdonaré.

—Oh, ¿no lo harás? ¿Y qué harás exactamente con tus delgados y femeninos brazos, y tus manos encadenadas?

Miles miró a Crusch, a quien había hecho retroceder contra la pared, y sonrió horriblemente, viendo que una vez más tenía la ventaja.

Pero mientras hablaba, Crusch levantó las manos. Las esposas se cayeron con un clic.

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—¡¿Qué?!

—No habría sido un problema para mí si se hubieran quedado atados, pero a pesar de todo, déjame mostrarte lo que voy a hacer.

Aunque sus manos y pies estaban libres, Crusch no tenía armas, pero de todos modos adoptó una postura de lucha. El cuarto subterráneo estaba oscuro y lleno de hedor. Pero a los ojos de Crusch, todo brillaba claramente a través de ese aire fétido. No perdió ni la más mínima ráfaga de viento. Confió en su espíritu de espadachín, su maná, a esa brisa, y atacó con su visión.

—…

Ella no dijo nada, pero el cuerpo del guerrero no-muerto que avanzaba hacia ella de repente se torció. Y no sólo el que se le acercaba; lo mismo le pasó a todos los zombis de la habitación. La misma herida apareció en todos ellos, como si una inmensa espada les hubiese atravesado, y sus brevemente reanudadas vidas sucumbieron una vez más a la muerte.


Re Zero Ex Volumen 1 Capítulo 4 Parte 8 Novela Ligera

 

Esto fue lo que le permitió tratar tan fácilmente con los Conejos Gigantes, la técnica que le había valido a la Duquesa Crusch Karsten el apodo de “la Valquiria”. La técnica “Un Golpe, Cien Caídos”. Después de su ataque de excepcionalmente alto nivel, Crusch apretó su mano para disipar la hoja de viento que tenía y miró alrededor del sótano.

—Ese es… el final para Miles, creo.

La mayoría de los cadáveres ya estaban muertos cuando usó la técnica, pero vio a Miles entre ellos. Estaba empapado en sangre y ni siquiera se movía. En un momento indefenso, había recibido el golpe de Crusch y compartía el mismo destino que sus zombis. Crusch cerró los ojos, reconociendo su propia inexperiencia y su fracaso a la hora de atraparlo vivo.

—Cuando mencionó a Ferris, perdí la calma…

Recordando lo que había provocado esto, agitó su cabeza. Pero pronto se volvió a centrar. Ella tenía que encontrar a Ferris; sin duda él estaba a poca distancia escaleras arriba.

—… ¡¿Duquesa de Karsten, está aquí?!

Escuchó pasos en las escaleras, y una larga sombra se extendió sobre la habitación del sótano. Le siguió un hombre con el uniforme de la Guardia Real, que parpadeó de asombro y alivio cuando la vio. En el momento en que ella lo miró, supo de quién eran las órdenes que debía cumplir.

—Estoy bien. Eres un siervo de Su Alteza Fourier, ¿no? Buen trabajo encontrando este cuarto subterráneo.

—Gracias a Dios que está a salvo. Soy Julius Juukulius de la Guardia Real. Su Alteza me habló de esta habitación… Pensó que estaría confinada aquí.

—Ya veo. No debería haberle preocupado tanto. Fue un alivio, más que una sorpresa, que Crusch sintiera las palabras de Julius.


Ella sonrió suavemente, y una mirada de empatía apareció en la cara de Julius, pero él rápidamente agitó la cabeza.

—No quiero apresurarle cuando debe estar agotada, pero sacarla de esta mansión es mi prioridad. Debemos darnos prisa.

—Pareces impaciente. ¿Hay problemas sobre nosotros?

Ella detectó un olor a preocupación en él, y eso sugería que no todo estaba bien. En respuesta, Julius miró al techo.

—…La mansión está en llamas. Tenemos que salir antes de que nos caiga encima.

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