Re:Zero Ex (NL)

Volumen 1: El Sueño que Vio el Rey León

Capítulo 3: La Valquiria de las Tierras del Duque Karsten

Parte 9

 

 

Los asistentes a la fiesta en la mansión Karsten estaban cada vez más descontentos.

Era natural. La celebración había comenzado hacía horas, ya era bien entrada la noche, y el ambiente era bastante expectante. Ahora todos estaban esperando el evento principal, la presentación de Crusch, la hija del duque. Y sin embargo, la crucial persona no apareció. Además, Meckart Karsten, el anfitrión de la fiesta, tampoco estaba en ninguna parte, alegando enfermedad. ¿Cómo es posible que los invitados no se sientan un poco molestos?





—Invitándonos a una fiesta en la que ni el anfitrión ni el celebrante aparecen, ¿se están burlando de nosotros?

Aunque nadie habló demasiado alto, muchos hicieron tales comentarios en voz baja.

A pesar de la extrema dificultad de su posición, los criados y sirvientes hicieron todo lo posible para cumplir con sus deberes por el bien de su amo y señora. Esto era lealtad del más alto nivel.

—Erk… Incluso conmigo al mando, podría ser difícil alargar las cosas mucho más…

Fourier, solo entre los invitados, sabía lo que realmente estaba pasando. Usó su posición y algunos rumores bien posicionados para calmar el creciente descontento de los invitados, pero se estaba volviendo más difícil. Podía distraerlos con danzas de espada amateur y actuaciones decentes de lyurilay sólo un número limitado de veces.


Esto le dejó con una sola opción, un arte secreto transmitido a través de la línea real. Fourier dejaría de lado su orgullo como miembro de la familia real y haría el truco, pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, una conmoción recorrió el salón. Parecía originarse desde los invitados cerca de la puerta. De repente la gran puerta se abrió, y alguien entró. Su largo cabello verde bailaba, y se veía asombrosa y refrescante con su uniforme militar.

—Es Lady Crusch Karsten. –Dijo alguien, proclamando el nombre de la belleza.

Crusch volvió sus ojos ámbar hacia la fuente de la voz. La persona que había hablado se puso rígida, pero ella se puso una mano sobre el pecho y le hizo una única y elegante reverencia.


—Estimados invitados. Les agradezco de todo corazón por haber venido hasta aquí. Y por las molestias que le hemos impuesto, permítame disculparme en lugar del amo de esta casa, Meckart.

El matiz de sorpresa que corría por la habitación podría haberse debido a la poderosa resolución que era casi tangible en su preciosa voz. Esta chica acababa de cumplir diecisiete años, pero su actitud franca silenció incluso a los que habían estado murmurando antes; ellos escucharon atentamente su voz clara y resonante.

—Si pudiera pedirles más indulgencia, –continuó Crusch, ―les pediría que tuvieran paciencia un poco más. Deseo saludarlos oficialmente con ropa más adecuada para la ocasión.

Ella se puso de pie y levantó la cabeza, contemplando a todos los que estaban en el salón. Su mirada, tan aguda como cualquier espada, no dejó a los invitados otra opción que acceder en silencio.

—Mis agradecimientos, Ferris, ven.

—Sí, madame.

Una figura con un vestido azul había aparecido detrás de Crusch. Esta persona también era muy hermosa. El cabello de la figura y el dobladillo del vestido estaban en bastante mal estado, pero ni el asistente ni la ama parecían darse cuenta. Los dos comenzaron a caminar, y como por un acuerdo silencioso, todos les dieron paso.

Crusch avanzó, vestida con su ropa militar; todos los que ella pasaba se encontraron inconscientemente enderezándose. La espada con joyas en su cintura parecía expresar su propio ser.

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Las sirvientas comenzaron a seguirla a medida que avanzaba, y luego ellos, Crusch y su caballero, salieron del salón de fiestas. Tan pronto como lo habían hecho, la pizca de ansiedad desapareció del aire, y todos hicieron suspiro colectivo de alivio. Todos los invitados se miraron unos a otros.

—Había oído rumores sobre Lady Crusch, pero…

—Dijeron que estaba loca por la espada, que era una mujer noble que podía superar a cualquier hombre… Así que eso es lo que querían decir, ha-ha.

Voces pequeñas y temblorosas trataron de tomar a la ligera a Crusch. Pero era sólo una fachada, una forma de fingir que no se habían dejado intimidar por una joven, y los que hablaban se dieron cuenta de eso mejor que nadie.

Los que habían oído su voz y la habían visto caminar junto a ellos estaban de acuerdo: la burlona charla de una chica obsesionada con las espadas, de la hija pródiga de Meckart, era pura tontería. Ella se merecía plenamente el sello de su familia, ya que cada centímetro era un león. Crusch Karsten era una verdadera heredera del comportamiento de su casa.

—…

Muchos de los invitados, debidamente sorprendidos, sintieron que la fiesta había sido bastante agitada. Se puede decir con seguridad que ninguno de ellos esperaba una nueva conmoción. Pero lo consiguieron, cuando Crusch regresó después de cambiarse de ropa.

—Ella es hermosa… –Alguien dijo en voz baja.

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Re Zero Ex Volumen 1 Capítulo 3 Parte 9 Novela Ligera

 

Nadie supo quién había hablado, ni siquiera la persona que había susurrado las palabras, todos estaban embelesados por el espectáculo. Crusch entró en la sala iluminada por la luz de la luna con un vestido negro. Había atado su largo cabello verde, y piedras preciosas brillaban aquí y allá contra su blanca piel. En su traje militar, parecía tan afilada como su espada, pero en un instante había llegado a brillar como una joya en su vestido. Parecía grosero incluso respirar en presencia de una joya tan pulida.

El sonido de sus zapatos de tacón alto resonó mientras caminaba, y el primer lugar al que dirigió fue junto a Fourier.

—Su Alteza Fourier, mis disculpas por todos los problemas que le he causado.

Con los brazos cruzados, el cuarto príncipe bebió al ver a Crusch con su vestido, y luego asintió satisfecho.

—Sabía que mi juicio era correcto. Crusch, eres realmente impresionante.

—Su Alteza es muy amable.

—Te prometo que no es un halago. Si pudiera, me encantaría tenerte toda para mí ahora mismo. Pero no debo, es mejor que te muestres ante todos los que te han estado esperando tan ansiosamente.

Con un toque de rojo en sus mejillas, Fourier asintió ante Crusch. Crusch le asintió de vuelta y luego se giró, con el dobladillo de su vestido fluyendo detrás de ella. Con todos los ojos del salón puestos en ella, hizo una refinada reverencia.

—Por favor, sea tan amable de perdonar mi grosería de antes. Y por el momento extra de tiempo que me concedieron, les estoy muy agradecido. Les ofrezco a todos mis profundos agradecimientos.

—…

—Gracias, a cada uno de ustedes, por venir hoy aquí por mí. Ahora tengo diecisiete años, demasiada grande como para buscar la indulgencia de mi padre o de cualquiera de ustedes. Tanto hoy como en mi vida hasta este momento, he sido apoyado por mucha gente en muchas cosas. Así que hoy, me gustaría hacer un voto.

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Miró hacia delante, su voz imperturbable, se transmitía a todos los que estaban en la habitación.

—Desde este día yo, Crusch Karsten, viviré como una noble, de una manera que satisfaga las expectativas tanto del nombre de mi familia como de todos ustedes hoy aquí. Todos ustedes son mis testigos. Mírenme en el futuro, a ver si rompo esta promesa o no.

—…

—Perdónenme una vez más por molestarlos con esto. Por favor, disfruten charlando el uno con el otro. Les reitero mi profunda gratitud por acompañarme hoy aquí.

Así su discurso terminó, pero no hubo aplausos. Esto se debió en parte a que la gente estaba abrumada. Otra parte, fue porque las palabras y la actitud de Crusch no habían buscado aclamación.

A pesar del estado de ánimo, Crusch se volvió hacia a Fourier y extendió la mano.…

—Su Alteza, ¿me permite este baile?

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—Um…

Fourier, en todos los sentidos había sido impresionado por Crusch como todos los demás a su alrededor, se tomó un momento para responder. Pero pronto su habitual expresión había vuelto, ojos brillaban.

—Sí, definitivamente. Pero por supuesto. Como fui yo quien te hizo mujer, es justo que tenga el primer baile.

—¡¿…?!

Él quería que sus palabras fueran despreocupadas, pero rápidamente produjeron malentendidos y conmoción entre los que las escucharon. Crusch sólo sonrió gentilmente y no trató de corregir los malentendidos mientras ella y Fourier se dirigían a la pista de baile, de la mano.

—Por cierto, te preguntaré lo qué le pregunté a Ferris, ¿puedes bailar el papel de mujer? Me temo que no puedes esperar que yo lo haga.

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—No se preocupe, Su Alteza. Conozco la parte masculina y femenina. Me encantaría dejar que Su Alteza bailara los pasos de la mujer, ¿si usted lo prefiere…?

—Eso podría ser interesante a su manera, pero no creo que se vea bien que me sostengas con tu vestido. –Fourier ofreció una irónica sonrisa.

—En ese caso, yo seré la mujer. –Dijo Crusch, luego hizo una señal a la orquesta con una mirada, y empezaron a tocar.

Un hombre y una mujer bailan bajo la luz de la luna, justo como la fiesta debería ser.

Los invitados recordarán los pasos que la pareja hacía, mientras sus movimientos medidos y elegantes llevan el tumultuoso día a un suave final.

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***

 

 

—Aún así, no estaba seguro de cómo iban a terminar las cosas por un tiempo.– Dijo Ferris.

Era el día después de la fiesta, y los principales actores se habían reunido. Crusch estaba sentada junto a Ferris, y él se aferró a su brazo mientras ella le daba palmaditas en la cabeza.

—Debo haberte puesto muy ansioso, Ferris. Lo siento por eso. Sin ti, ¿quién habría tratado las heridas del campo de batalla de mi padre? Lo has hecho muy bien como mi caballero.

—Aww, no tienes que agradecerme. Sólo sigue acariciándome…

—Mírense ustedes dos. Refunfuñó Fourier. –Una noche de viaje juntos y ya no puedo alejarte.

Ferris frunció los labios.…

—¿Cuánto tiempo piensa quedarse aquí, Su Alteza? Se acabó la fiesta. No tiene ninguna razón para quedarse. ¿Qué hay de su trabajo?

—Intentas echarme, ¿quieres? Grr, ¿cuándo se pusieron así mis amigos?

—Tal vez exactamente porque dijo que yo era su amigo, Su Alteza. ¡Auch-nyan!

—Ferris, eso es suficiente. No le faltes el respeto a Su Alteza. –Dijo Crusch con un firme tirón en una de sus orejas. Ella asintió a Fourier. Él cruzó los brazos ante todo esto, pero pronto levantó una ceja en dirección a Crusch.

—¡Hay algo que quiero decirte también! En primer lugar, ¿por qué llevas puesto ese traje? ¿Qué le pasó a tu ropa de mujer? Esto no es lo que acordaste.

—Su Alteza, mi promesa a mi padre era que me vestiría apropiadamente cuando estuviéramos en público y cuando fuera necesario. Él me ha permitido vestirme así en casa, y así lo haré.

Crusch había vuelto a su tan familiar uniforme. De ninguna manera disminuía su belleza, pero aquellos que la habían visto la noche anterior no podían evitar anhelar que volviera a usar un vestido.

—Sí, y me gustaría hablar con Meckart, también. Oí todo de tu criado, Maloney, después de que te fuiste, y pensé que me moriría de miedo. ¡Conejos Gigantes! ¿Fuiste capaz de ahuyentarlos al final?

—¡Claro que sí! ¡Lady Crusch cargo hacia ellos y les dio a esos conejitos lo que se merecían! Cuando Ferri llegó allí, Lord Meckart estaba fuera de combate con una herida de batalla, así que no sé qué habría pasado sin ella…

—Exageras el asunto, Ferris. Incluso sin mí, Bardok y los otros se habrían ocupado de todo. Si hay algo de lo que enorgullecerse, es de que mi espada era de alguna pequeña utilidad, como lo fue tu curación.

Crusch trató de ignorar sus elogios, pero Ferris seguía muy orgulloso de lo que ella había hecho.

En realidad, Meckart había descubierto su propia impotencia por las malas. Todas las bestias demoníacas y no demoníacas que normalmente vivían en la Llanura Foutour habían perdido sus hogares a manos de los Conejos Gigantes y huían desenfrenadamente. Fue entonces cuando recibió la herida. Más tarde hicieron contacto con Crusch, su apoyo y cuidadoso juicio habían sido cruciales para sacar la victoria de las fauces de la derrota.

Sobre todo, todos los que habían participado en esa batalla hablaban de la técnica de la espada de Crusch, la habilidad que más tarde se llamaría “Un Golpe, Cien Caídos”.

Cuando la fiesta terminó la noche anterior, Ferris ya había empezado a escuchar la denominación “la Valquiria de las Tierras de Karsten” aplicada a ella. Pensó que era un apodo muy apropiado.

—De todos modos, desafié las órdenes. Mi padre me gritó hasta que su garganta le comenzó a doler. Y una vez más me prohibió mi espada y mi dragón terrestre.

—Aunque Lord Meckart también rompió su promesa… ¡Bueno, eso es un padre para ti! –Ferris comentó.

—Hay algunas cosas que me gustaría decirle una vez que se haya recuperado. –Reconoció Crusch. —Hasta entonces, probaré un poco del trabajo de mi padre.

Meckart había decidido dejar la mansión por unos días mientras sus heridas sanaban. Durante ese tiempo, le tocó a Crusch administrar el dominio ducal. Sus ojos sugirieron que estaba ansiosa por hacerlo.

—Me gusta la expresión de tu cara. –Dijo Fourier.

Los ojos de Crusch se abrieron de par en par con sorpresa, y luego sonrió.

—Sí, tal vez obtenga una mejor perspectiva. Anoche tuve algunas experiencias que normalmente serían difíciles de ganar de varias maneras. Supongo que mi padre no se alegraría de oírme decir esto, pero siento que la ofensa de ayer finalmente me permitió ser yo misma.

Su cara estaba tan clara como un buen día, mientras ella describía sus sentimientos. Su sonrisa era perfecta, y Fourier estaba totalmente cautivado. Mientras el príncipe movía su boca, tratando de hablar, Ferris con un brillo travieso en sus ojos, le dio al brazo de Crusch un apretón especialmente fuerte.

—¡Y! Y dijiste que llevar un vestido no era tan malo, ¿no?

—Estaba algo ansiosa antes de ponérmelo, pero cuando lo probé, descubrí que podía haber sido peor. De ahora en adelante… Bueno, supongo que podría usar algo así para ir dormir.

—¡Creo que es perfecto! Ferri está encantado de bailar poder contigo con tu ropa de siempre, pero si los dos usáramos vestidos, ¡eso sería asombroso- nyan!

—¡Eso es algo que me molesta! ¿Debería una mujer con vestido conocer ambas partes? O… espera, ¿lo tengo al revés? ¿Debería un hombre con un vestido saber…hm? ¿Qué…? ¡¿Qué estoy preguntando?!

Fourier había logrado confundirse en su propio arrebato. Crusch y Ferris lo miraron y suspiraron al unísono, pero esto sólo le hizo reír una vez más.

—Todavía queda mucho por hacer antes de que podamos decir que todo está bien y que todo terminará bien, pero la mayor parte de este asunto ha sido resuelto. ¡Y eso servirá por ahora!

—Me encanta cómo Su Alteza siempre está mirando el lado bueno. ¡Ferri podría enamorarse de usted todavía!

—¡Ha-ha-ha! Ese es uno de mis puntos buenos. Pero no te acurruques demasiado cerca. ¡Deja de hacer eso! ¡No me confundas! ¡Deja de hacerme esas caras adorables!

Mientras Ferris se acurrucaba junto al príncipe, Fourier luchó para lograr su autocontrol. Crusch los miró con cariño, y luego soltó un pequeño suspiro.

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—Estoy realmente bendecida más allá de toda medida, me pregunto si alguna vez podré devolver esta felicidad. –Ella murmuró. Sonaba profundamente conmovida, como si temiera que le hubieran dado demasiado.

Apenas seis meses después de estos acontecimientos, Crusch Karsten asumió el cargo de duque de su padre, Meckart.

Ella estaba inmensamente ocupada, y los tres tenían cada vez menos tiempo para sentarse y reírse juntos.

Crusch se encontraría a si misma regresando a este día una y otra vez.

Pero en ese momento, todo esto todavía estaba en el futuro.

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