Re:Zero Ex (NL)

Volumen 1: El Sueño que Vio el Rey León

Capítulo 3: La Valquiria de las Tierras del Duque Karsten

Parte 6

—Conejos Gigantes han aparecido, ¿verdad? –Meckart suspiró mientras recibía la noticia. —Qué golpe de mala suerte…

Alrededor de diez personas fueron apretujadas en la oficina del duque, mirándose preocupadamente el uno al otro. Todos ellos eran subordinados de confianza de Meckart, personas que había llegado a la mansión temprano en anticipación a la celebración de cumpleaños de Crusch. Pero nadie podía saber que la feliz reunión se convertiría en un consejo de emergencia.

—Mala suerte, pero el lado positivo es que ya estábamos todos aquí. Los primeros momentos de un ataque de una bestia demoníaca son los más cruciales. Seremos capaces de responder lo más rápido posible.

—Como siempre, me salva un consejero que sabe ver el lado bueno. –Dijo Meckart. —Para empezar, quiero saber cómo están las cosas. ¿Algún daño o perdida? ¿Puedes decírmelo?

—S-sí, señor.

El joven estaba absolutamente petrificado de estar de pie no sólo ante los pilares de la casa ducal, sino también ante el propio duque Karsten. Pero quería cumplir con su deber, y Meckart y los demás asintieron mientras explicaba.

Siglos antes, una bruja había creado una variedad de monstruos demoníacos, y se decía que los Conejos Gigantes estaban entre los tres más poderosos. El mismo nombre presagiaba destrucción.

La Ballena Blanca. La Serpiente Negra. Los Conejos Gigantes. A veces eran tratados como desastres naturales, y eran tan abrumadoramente destructivos que naciones enteras habían enviado fuerzas para derrotarlos en vano. El hecho de que estas criaturas hubiesen sobrevivido a tan decididos esfuerzos para exterminarlas sugerían lo peligrosas que eran.

Hoy día, los Conejos Gigantes habían aparecido en la Llanura Foutour, una zona salvaje en los límites del dominio Karsten.

—Los primeros en darse cuenta de los Conejos fueron un grupo de tramperos en un bosque cercano. Estaban tratando de conseguir pieles de un animal que se puede encontrar allí llamado ubzus cuando los conejos les tendieron una emboscada.

—Justicia poética, se podría decir. ¿Qué les pasó?

—Los Conejos se comieron a la mayoría de ellos, incluyendo a su líder. El único sobreviviente era un joven que se había quedado con el carruaje dragón. Volvió al pueblo más cercano y fue entonces cuando nos enteramos de lo que había pasado.

La cara de Meckart se oscureció ante el informe del joven. —¿Fue a un pueblo…? ¿Y qué fue de ese pueblo?

—Perdónenos por no consultarle, mi señor, pero metimos a todos los aldeanos en los coches dragones locales y los hemos evacuado. Incluyendo al joven sobreviviente, señor. Mi padre, el jefe del pueblo, me envió aquí para informarle.

Meckart asintió al aterrorizado joven.

—Ya veo. Una sabia decisión. Recordaré a tu padre y a ti.

Luego se dirigió a sus consejeros.…

—Creo que lo primero que hay que hacer es contener el daño que causan los Conejos. Esperemos que sólo una aldea a lo sumo sea destruida. Caballeros, ¿qué les parece?

Uno de los hombres, de mediana edad y con una mirada pensativa, levantó la mano.…

La aldea de este joven hizo una excelente elección. Quizás lo mejor sería ampliar la escala de la evacuación a otras aldeas cercanas y mantener a los Conejos Gigantes bajo observación. Si los rumores acerca de las conductas de las bestias demoníacas son ciertas, no necesitamos provocarlas y deliberadamente hacerles saber donde hay presas que encontrar.

Así que la primera sugerencia era evitar el combate. Un hombre de rostro sombrío ofreció un contraargumento.…

—Eso sólo funcionaría si los Conejos estuvieran satisfechos con su situación actual, lo cual es una suposición muy optimista. ¿Y si destruyen los bosques y las aldeas y aún no están saciados? ¿Entonces qué? Si la manada se dispersa, nunca seremos capaces de lidiar con ello.

—¿Qué propones que hagamos, entonces?

—Debemos tomar la iniciativa. Pido que el dominio Karsten reúna una unidad para exterminar a las criaturas. No debemos ceder ninguna parte de nuestras tierras a ninguna bestia, ni siquiera los territorios no poblados. Sin mencionar que si nos quedamos encerrados en el aquí en el corazón del dominio mientras la gente está aterrorizada, debilitará la autoridad ducal.

—No tenemos nada que ganar derrotando a estas criaturas.

—No tenemos nada que ganar, pero sí algo que perder. La confianza de la gente, y nuestro propio orgullo.

Los que estaban a favor de la batalla y los que estaban en contra se enfrentaron, y ninguna de las dos opiniones estaba equivocada, exactamente. Ambas tenían fundamento. Por eso había que tomar una decisión.

—…

Meckart permaneció en silencio. Sus propios pensamientos estaban tan en conflicto como los de sus consejeros. Y en ese momento, se levantó una mano que parecía fuera de lugar. Era nada menos que la persona que había traído al joven a la oficina y luego se quedó en silencio para escuchar los procedimientos, Ferris.

—¿Lord Meckart? Lo siento. Sé que no me corresponde, pero…

—…Ah, Felix. Si, gracias. ¿Qué cosa? ¿Qué quieres preguntar?

—Es sobre la fiesta de cumpleaños de Lady Crusch. Sé que tenemos que cancelarla, pero los invitados llegarán pronto. ¿Qué deberíamos decirles?

—Esa… Esa es una buena pregunta. Otro problema por resolver. Todo esto es terriblemente desafortunado. –Meckart se mordió el labio. Pero de repente levantó la vista. —Hablando de Crusch, ¿dónde está? No has hablado con ella de esto, ¿verdad?

—No se preocupe, señor. Traje al mensajero directamente aquí… Sospecho que Lady Crusch está ocupada entreteniendo al príncipe Fourier ahora mismo. Al menos podemos agradecerle a Su Alteza por eso.

—Ya veo, eso es bueno. Eso me da aún más estima hacia Su Alteza.

Un alivio palpable atravesó la habitación. Meckart no fue el único que se relajó; todos los que conocían a Crusch compartieron el mismo sentimiento. Si la joven, con su orgullo de su noble casa y su devoción a la caballerosidad, descubriera que la gente estaba siendo amenazada por bestias demoníacas, sería difícil impedir que saliera volando por la puerta para salvarlas. Todos aquellos que estaban familiarizados con su apasionada naturaleza podían decir que sólo tenía sentido el asegurarse de que ella no se enterara de esta situación.

—…Ahora bien, el tiempo es corto. No tenemos mucho tiempo para preocuparnos y discutir. Dijo Meckart.

Su momentánea sonrisa de alivio se convirtió, de nuevo, en un ceño fruncido, y ajustó su posición en su silla. Esto hizo que todos los demás también se enderezaran. Ellos atendieron silenciosamente sus palabras.

—Primero, evacuen todos los pueblos y aldeas cerca de la Llanura Foutour. Envíen nuestros propios carruajes dragones para que ayuden, así como los de otras aldeas que puedan prescindir de ellos. Evacuen a toda la gente y todas sus posesiones que sean posibles. Cuando los Conejos pasen, no quedará nada. Deben asegurarse de que no haya ningún saqueo. Bardok, tú estás a cargo de la operación de evacuación.

—¡Sí, señor!

—Además, establece un perímetro de combate alrededor del bosque Foutour. No podemos permitir que los conejos destruyan un área que aún no hemos cultivado. Sin embargo, nuestro objetivo no es el exterminio. Es simplemente control de daños. Así que no pongas demasiados soldados jóvenes de sangre caliente en primera línea, ¿hmm?

—Entendido, señor. ¿Quién estará al mando?

—El viejo cobarde que está ha cargo de cuidar este dominio. –Dijo Meckart encogiéndose de hombros. —Ahh, no hay descanso para los cansados, ¿verdad?

Sus consejeros se sonrieron el uno al otro. Y entonces, mientras la habitación se ponía cada vez más tensa, Meckart se volvió hacia Ferris.…

―Yo también tengo una orden para ti, Felix. No dejes que Crusch se entere de lo de los Conejos. Y asegúrate de que su fiesta de cumpleaños salga perfectamente.

—¿No va a cancelarlo, señor?

—Lo que sea que pase en la Llanura Foutour, no afectará a la mansión. Y nuestros invitados se han tomado la molestia de venir aquí.

—¡Pero! ¡Pero! ¡Sin usted aquí, Lord Meckart, será muy difícil ocultar que algo está pasando…

—No te estoy diciendo que guardes el secreto con tu vida. Si puedes mantenerlo en secreto por esta noche, será suficiente. Supongo que Crusch se enterará mañana. Apreciaría si fueras tan amable de soportar su ira por mí esta vez.

Meckart habló con ligereza, pero Ferris pudo ver que los argumentos en contra serían inútiles. Frunció los labios e hizo obvio su disgusto, mirando a Meckart.

—Será mejor que prometa soportar eso conmigo, señor. De lo contrario, me enfadaré muchísimo.

—Cielos, eres muy intimidante, Felix. Pero en caso de que no pueda mantener esa promesa…

—…Entonces será mejor que sea porque subestimó demasiado a las bestias demoníacas y murió luchando contra uno o algo así.

—¡Mi muchacho, dices las cosas más inoportunas!

Mientras bromearon el uno con el otro, Ferris se encontró resignado. En la terquedad al menos, el padre era realmente como su hija.

—Muy bien, señor. Yo, Ferris, apostaré mi vida para que esta fiesta sea un éxito. Rezaré por su buena fortuna en la batalla, Lord Meckart.

Ofreció una reverencia junto con su deseo por la buena fortuna de Meckart en la batalla.

El duque asintió, y luego empezó a discutir los siguientes pasos con sus consejeros. Ferris salió silenciosamente de la oficina, y se apresuró a reunirse con los profundamente perturbados sirvientes. Tendrían que moverse rápidamente ahora.

Porque estaban a punto de intentar llevar a cabo la mayor mentira de sus vidas.