Re:Zero Ex (NL)

Volumen 1: El Sueño que Vio el Rey León

Capítulo 3: La Valquiria de las Tierras del Duque Karsten

Parte 5

 

 

—Hice todo el trabajo para que esto fuera posible, y, sin embargo, ¿no puedo ver a Crusch con su vestido antes de la fiesta? ¡Muy poco ortodoxo!

—Bueno, ya sabes. Lady Crusch tiene mucho con lo que lidiar. Tiene que prepararse mental y físicamente. Además, no es fácil encontrar el vestido perfecto para Lady Crusch.

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—Sé que harás todo lo que puedas por ella, Ferris. ¡Muy alentador!

Ferris hizo una sonrisa sombría. Frente a él, Fourier rio fácilmente. Estaban en los aposentos personales de Ferris en la mansión Karsten. Su Alteza había aparecido allí como si fuera la cosa más natural del mundo. Ferris había hecho el té personalmente y ahora estaba entreteniendo al príncipe. Quizás debería haberse sentido un poco más intimidado, pero ni Ferris ni el príncipe parecían refrenarse. Eran viejos amigos, como si no fuera demasiado osado considerarse un viejo amigo de la realeza.

—Las dos semanas pasadas desde esa batalla han sido realmente irritantes. Cuando desperté, ya estaba en un carruaje dragón camino a casa. ¿Ser despedido antes de que pudiera hablar con Crusch? Nunca antes había sido sometido a tal complot.

—Simplemente no se despertaba, Su Alteza, usted estaba tan cansado. Y, además, difícilmente podría haberse quedado en nuestra mansión-nyan diez días enteros hasta la fiesta. Sé que su posición no es muy exigente, pero tenga por seguro que incluso yo-nyan tengo algunas obligaciones que atender.

—¡De hecho, tengo una gran demanda! Pero me preocupa una cosa. Recuerdo someter a Crusch con mi espada, y luego consolarla mientras lloraba, pero…

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—…Supongo que veremos a dónde va esto…

Los acontecimientos parecían haberse vuelto más dramáticos en la imaginación de Fourier, pero Ferris no iba a corregirlo. Después de todo, probablemente había sido el propio llanto de Ferris el que había inspirado este vuelo a la fantasía.

—Aunque estoy emocionado por haber logrado mi objetivo, me desmayé de la fatiga, y lo que pasó después de eso, no lo sé. ¿Qué pasó con Crusch? ¿Dijo algo sobre mí?

—Ella permaneció en cama, su almohada estaba empapada de lágrimas de pesar por su pérdida. Ella podría haber dicho algo sobre asesinarlo mientras dormía…

—¡Ha-ha-ha! Una divertida distracción. Pero sé que estás bromeando. Crusch nunca diría algo así. Ella ciertamente me desafiaría cara a cara. Es una cuestión sencilla el ver a través de tus pequeñas bromas… Estás bromeando, ¿no?

—Si vas a actuar con esa confianza, al menos manténgase confiado hasta que termine. Era una broma, sin embargo. Ferris nunca podría engañar a alguien que conociera a Crusch más tiempo que él.

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Con un pequeño suspiro, Ferris le guiñó a Fourier, quien no dejaba de mirarlo para confirmarlo.

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—Relájese, Su Alteza. Lady Crusch sabe que fue derrotada. Creo que lo ve bajo una nueva luz, por la forma en que la superó a través de su determinación absoluta. Aunque no ha hablado de usted ni una vez desde entonces.

—Está enojada… ¡Lo sabía! ¡¿Qué piensas?! ¡Dime lo que piensas, Ferris!

Él se inclinó y sacudió enérgicamente al chico-gato.

—Eek, ¡no tire de mí, me estirará la ropa! ¡Sé que sólo estamos nosotros dos, pero…!

Ferris empujó al príncipe a un lado y se abrazó a sí mismo, sus ojos estaban húmedos. Un sacudido Fourier se echó para atrás, y un incómodo silencio descendió sobre la habitación.

—Me llamaron aquí, ¿y qué encuentro? Ferris, no debes burlarte tan cruelmente de Su Alteza.

La puerta se abrió y Crusch apareció.

—¡Eeeewhooa!

Fourier soltó un grito inusual y se giró. Ferris, que encontró esto bastante gratificante, saludó a Crusch.

—Justo a tiempo, Lady Crusch. ¡La estábamos esperando!

—Me dijiste que viniera sin anunciarme. ¿Esa era tu meta? Su Alteza, veo que Ferris ha sido muy irrespetuoso con usted. Pero, ¿estás tan sorprendido de ver mi cara?

—¡No! ¡No tiene nada que ver con tu cara! ¡Lo cual esta hermosa como siempre! ¡Como una pintura! Deberías tener más confianza; te doy mi garantía real, ¡te ves maravillosa!

—Es usted muy amable, Su Alteza. Aunque estoy un poco avergonzada.

Crusch tenía una sonrisa irónica; Fourier tenía las mejillas rojas. A pesar de su lucha con espadas, a pesar de las dos semanas de separación, ahora las cosas continuaban como si nunca se hubieran separado.

—Parece que Ferri lo ha vuelto a hacer… Mi habilidad como estratega es casi aterradora…

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—¿Qué estás murmurando, Ferris? ¡Y tú, Crusch! –Fourier se puso en pie y señaló a su amiga, que estaba justo delante de la puerta.

—¿Por qué aún usas ropa de hombre? ¡¿Dónde está tu falda?! ¡¿Tu vestido?! ¿Qué hay de nuestra promesa de que adornarías tu cabello con piedras preciosas, y que te rodearías de flores?

—¡Su Alteza, Su Alteza, esa promesa está tomando vida propia! –Ferris protestó.

—Mis disculpas, Su Alteza. Es muy cierto que los acontecimientos de las dos semanas pasadas permanecen firmemente en mi corazón. Pero he pasado demasiado tiempo usando ropa de hombre. Espero que me dé tiempo para prepararme a mí misma. Y por supuesto, para la celebración de mi cumpleaños mañana, prometo cumplirlo.

—Hmm… ¿Tengo tu palabra?

—Eso depende de si cree que soy alguien que rompa sus promesas a Su Alteza.

Fourier no tuvo más remedio que echarse para atrás. Crusch se sentó tranquilamente al lado de Ferris, frente a Fourier, que estaba ajustando su posición en el sofá.

—Ha puesto su corazón en esto, ¿verdad, Su Alteza? –Dijo ella. —No me refiero sólo a nuestra batalla. Pasará la noche aquí.

—Estaba aterrorizado de que me quedara dormida si me quedaba en el castillo, ¡así que no podría dormir en absoluto! Aquí en la mansión, tendré mucho tiempo sin importar lo tarde que duerma. ¿Qué tal eso como un poco de sabiduría principesca?

—Parece exagerado. Es como planear encontrarse con alguien y luego acampar allí un día antes.

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Dijo Ferris a la ligera, ganándose una sonrisa por parte de Crusch. El vínculo entre los tres era tal que ni siquiera un punto de inflexión como la batalla de espadas les impediría llevarse bien.

—En ese sentido, ¿qué planeas hacer para la celebración del cumpleaños, Ferris? –Preguntó Fourier. —¿Vas a llevar un vestido?





—Oh, Su Alteza, ¿no es Lady Crusch suficiente para usted? ¿También le echaste el ojo a Ferri? De todos modos, lo siento. Puedes esperar a averiguarlo mañana.

—Un vestido, sí… Un vestido… Oye, Ferris, mi padre se veía más que feliz con el vestido que elegiste, pero me preocupa que no sea apropiado para mí.

—¡Lady Crusch, necesitamos que tenga el mejor vestido, y las mejores joyas, y que en general luzca lo mejor que pueda! Y créame, ¡será grandioso!

—¡Sí! ¡Crusch! ¡Estaré disfrutando la expectativa!

El entusiasmo combinado del chico-gato y el príncipe finalmente superaron la objeción de Crusch. Sus ojos de color ámbar se volvieron para mirar por la ventana, presentando su cara en un perfil algo distante. Ferris naturalmente siguió su mirada, y miró al cielo nocturno.

La pálida y fría media luna flotaba en un campo de estrellas. El siguiente día sería el cumpleaños de Crusch. La luz de la luna brillaba de forma extraña, como si presagiase un gran número de cambios por venir.

***

 

 

Al día siguiente. El decimoséptimo cumpleaños de Crusch Karsten fue bendecido con LOS cielos despejados.

—¡Mm! ¡Qué hermoso clima! Ferris rio cuando bajó las persianas y abrió la ventana. La brisa atrapó su cabello que le llegaba a los hombros. Se levantó más temprano de lo habitual, y el cielo de la mañana estaba despejado y fresco. La noche anterior se había pasado hablando hasta altas horas de la madrugada con Crusch y Fourier, pero estaba tan emocionado por lo de hoy que apenas se sentía cansado. Estaba completamente despierto y listo para irse, más de lo que había estado en cualquier otra mañana.

—¡Perfecto para una fiesta de cumpleaños! –Dijo alegremente. —Parece que los dioses del clima están trabajando horas extras. Rápidamente, se quitó el pijama y se puso su ropa de mujer, al igual que siempre. Las cintas blancas en su pelo completaron su atuendo. Se echó una ojeada en el espejo, y luego bailó hasta el pasillo, donde encontró a los sirvientes haciendo ya sus trabajos.

—¡Buenos días! Dijo alegremente.

—Ah, amo Ferris, buenos días. Hoy se ha levantado temprano.

—Bueno, es un día muy importante. Necesito poner mi mejor pie delante, ¿sabes? Además, ustedes se despiertan aún más temprano.

—Es nuestro trabajo, señor. Y no es el único que espera con ansias el día de hoy. Queremos asegurarnos de que todo sea perfecto.

El anciano mayordomo sonrió. Ferris lo conocía desde hacía bastante tiempo, y reticente el hombre se veía tan feliz de una manera que Ferris nunca la había visto.

Los otros sirvientes estaban igual; aunque estaban en el trabajo, ninguno de ellos parecía infeliz. Así fue como el motivo de la festividad de hoy era amado por todos.


—¡Pero! ¡Pero amo a Lady Crusch tanto como a cualquiera aquí! Haré todo lo que pueda para ayudar, ¡sólo dime lo que hay que hacer!

—Qué entusiasta. Estoy seguro de que hay un montón de pequeñas tareas que podría hacer.

Nadie era tan desconsiderado como para sugerir que Ferris evitara el trabajo servil sólo porque era un asistente personal cercano de Crusch. Ellos vieron lo emocionado que estaba y tuvieron la amabilidad de dejarlo ayudar. Ferris resolvió pagarles trabajando tan duro como pudo.

La fiesta de cumpleaños estaba programada para comenzar esa noche. Se esperaba que los invitados llegaran horas antes de lo programada, así que todos los preparativos de la fiesta tenían que estar listos antes del mediodía. Por supuesto, la mayor parte del trabajo se había hecho días antes, pero había algunos detalles finales que resolver, incluyendo el orden en que se servirá la comida, junto con quién haría qué y cuándo.

—No puedo esperar a ver el vestido de Lady Crusch esta noche. –Dijo uno de los sirvientes.

—No podría estar más de acuerdo. Había empezado a dudar de que viviría para verla vestida así.

Los antiguos sirvientes y el anciano mayordomo se rieron juntos, pero Ferris se sintió auto-reprochado. Cuando él y Crusch hicieron esa promesa cuando eran niños, nunca pensó en cuánta gente podría ser lastimada silenciosamente por eso.

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Ellos no estaban siendo intencionalmente críticos con él, por supuesto. Simplemente estaban encantados de ver a Crusch, a quien habían cuidado desde que era una niña, vestida de mujer.

—Lo siento mucho, a todos.

Era una forma muy modesta de expiación: Ferris se disculpó sólo en voz baja y sólo por sus propios sentimientos de culpa. Pero le inspiró a redoblar sus esfuerzos, y cuando los sirvientes lo vieron, supieron que no podían dejarse vencer. De modo que todos se dedicaron cada vez más a sus propias tareas, y los preparativos se terminaron mucho antes de lo previsto. Todo lo que quedaba era esperar a los invitados y al anochecer.

O de todos modos, así debería haber sido, si no hubiera pasado nada.

Justo cuando Ferris entró al vestíbulo delantero, oyó una voz:

—¡Debo hablar con el duque Karsten! ¡Tengo un mensaje de suma importancia!

Cuando Ferris estaba yendo a preguntar qué tarea debía hacer a continuación, se encontró con un grupo de sirvientes rodeando a alguien. Se acercó para ver mejor y vio a un joven, sin aliento y sudando profusamente. Parecía haber venido corriendo a una velocidad vertiginosa desde su carruaje, y cada centímetro de su cuerpo gritaba que había problemas. No estaba herido, pero estaba claramente exhausto, y muy agobiado emocional y físicamente.

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—¡Debo decirle qué me trae por aquí…!

—Díganos, entonces. ¿Qué está pasando?

Cuando el joven cayó de rodillas, miró a Ferris. El chico-gato tragó cuando vio la horrible apariencia de su cara.

Tembloroso y temeroso, el joven dijo…

—Bestias demoníacas han aparecido en la Llanura Foutour, ¡Conejos Gigantes!

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