Uchi no Musume no Tame naraba, Ore wa Moshikashitara Maou mo Taoseru kamo Shirenai

Volumen 2

Bonus 1: El Primer Recado de la Pequeña Niña

“Soy Latina ya me voy.”

“¡Cuídate!”

“¡Gracias!”

Con ese animado intercambio, Latina dejó el Ocelote Bailarín, la pareja la veía marcharse saludándola mientras se iba. Rita le dijo a Kenneth: “Me pregunto si ella estará bien. ¿Es demasiado pronto para enviarla a hacer un recado?”

“Ella estará bien.”

Para empezar, no todas las personas eran virtuosas, pero además de eso, este pueblo tenía una gran afluencia de forasteros que iban y venían, por lo que era peligroso para una niña pequeña pasear y comprar por sí misma. Sin embargo, viendo esto como una experiencia importante, Kenneth le pidió a Latina que fuera a una tienda que siempre visitaban juntos y comprara una rebanada de mantequilla como su primer recado.

Por lo tanto, las preocupaciones de Rita eran naturales, pero…

“¡El clima es agradable! ¡Creo que iré a dar un paseo!”.

Kenneth señaló silenciosamente a la espalda del joven que dijo esa frase antinatural y no solicitada antes de salir de la tienda. Como era de esperarse, el idiota cariñoso había hecho su movimiento.

Las dos coletas de platino de Latina se balanceaban mientras caminaba dando pequeños brincos, y parecía estar divirtiéndose. Estaba muy contenta de que Kenneth confiara en ella para hacer un encargo.

Incluso su caminar era adorable. Incluso se podría decir que un secuestrador o algún otro tipo de criminal no podría evitar poner sus ojos en ella. Después de todo, ella era demasiado adorable.

Aun así, si alguien le pusiera una mano encima, verían el infierno con todo lujo de detalles. Incluso si no le pusieran una mano encima, sería mejor que estuvieran preparados para conocer su horrendo destino si la miraban de forma sospechosa.

Mientras Dale pensaba en estas cosas peligrosas mientras mantenía los ojos fijos en Latina desde las sombras, él mismo era la viva imagen de la palabra “sospechoso”. Parecía tan sospechoso que la gente que caminaba por el sendero se desviaban a su alrededor, pero no les prestó atención.

Latina era lo suficientemente pequeña como para desaparecer fácilmente detrás de los adultos que la rodeaban. Dale la perdió de vista en la fracción de segundo que uno de esos adultos pasó por allí. En pánico, saltó de su escondite. Al instante siguiente, volvió a ocultarse.

“¡Hormigas!”

La volvió a ver mientras ella se agachaba y observaba el suelo con emoción. Abajo, tan abajo, ella no prestaba atención a los adultos que la rodeaban, observando cuidadosamente las pequeñas flores e insectos. Aparentemente, su enfoque estaba actualmente en una procesión de hormigas. Aún en cuclillas, se arrastró hacia un lado, comprobando hacia dónde se dirigía la fila. Después de mirar un rato, asintió varias veces y luego se puso de pie, aparentemente satisfecha. Una vez más empezó a caminar dando pequeños brincos.

O eso pensaba Dale. Pero al momento siguiente, ella salió corriendo.

“¡¿Qué?!”

Dale corrió tras ella, completamente nervioso. Era difícil discernir hacia dónde se dirigía sin siquiera detenerse. Incluso un aventurero experimentado como Dale no podía captar sus caprichos.

“¡Ven aquí, gatito!”

Aparentemente esta vez, ella había encontrado a un gato dando un paseo. Caminaba casualmente a lo largo de un techo mientras Latina saltaba hacia arriba y hacia abajo llamándolo. Sin embargo, la ignoró y se alejó, moviendo tranquilamente su cola todo el tiempo, causando que los hombros de la pequeña niña se desplomaran con desilusión.

Dale quería abrazarla fuerte y consolarla. Si se hubiera demorado unos segundos mas en recordar que la estaba cuidando mientras ella hacia su recado, él habría terminado corriendo hacia ella.

“Eso estuvo cerca”, se dijo Dale a si mismo, limpiándose el sudor de su frente. Entonces vio a Latina finalmente abría la puerta de la tienda que era su destino.

Latina no hizo ninguna parada en su camino de regreso, sino que se dirigió directamente a casa. La sensata niña sabía que tenía que volver antes de que la mantequilla empezara a derretirse.

“Oye, Kenneth”.

“¿Qué pasa?”

“¿Por qué estaba Dale escondido y corriendo solo? ¿Estaba jugando al escondite?”

Oyendo a Latina preguntar eso, Rita comenzó a reír, mientras que Kenneth no pudo contenerse y se le escapó un “¡Pffft!” por la boca.

Al no entender la reacción de los dos adultos, Latina ladeó su cabeza.