Goblin Slayer

Volumen 6

Capítulo 6: A Cada Uno su Propia Batalla

Parte 4

 

 

“¡¡Hraah!!”

“¡¿GROBR?!”

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En los estrechos confines de la cueva, la punta de mithril de la lanza atravesó la garganta del goblin. El arma larga, en forma de mástil en las manos del Lancero, golpeaba a tiempo con los sonidos de la magia, flores de la muerte floreciendo a su alrededor.

Una estocada, una muerte. Cuatro estocadas, cuatro muertes.

Los goblins sostenían frágiles tablas de madera en lugar de escudos, pero poco importaban.

Sólo un aficionado podría imaginar que una lanza no podría ser usada en un espacio tan estrecho como este; de hecho, el Lancero hacía que pareciera que era capaz de cualquier cosa.

Barrer, golpear, bloquear, apuñalar. Apuñalar, apuñalar, retroceder y luego apuñalar de nuevo.

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La repetida oleada de ataques era lo suficientemente furiosa como para controlar lo que estaba ocurriendo frente a ellos.

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La pulida lanza golpeaba con la velocidad de un torbellino, pintando las paredes a su alrededor con sangre y cerebros de goblins.

La suave pendiente hacia abajo del piso no hizo nada para alterar el equilibrio de estos experimentados luchadores.

“¡No pienses en ponerte detrás de mí!”

“¡En el interior! ¡Veo seis-no, tres!”

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Mientras el Lancero hacía una pose impresionante, manteniendo a raya a los monstruos, la Alta Elfa Arquera se deslizó a su lado y disparó una volea de flechas. Tres flechas volaron tan rápido como la magia, encontrando los ojos de tres diferentes criaturas acechando en el agujero.

“¡¿GORRB?!”

“¡GROB! ¡¡¡GROORB!!!”

No quedaban seis, sino tres. Un simple cálculo. Si no tenías confianza en que podías acertar, entonces no podías disparar.

“¡Uno…!”

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Fue entonces cuando Goblin Slayer hizo su entrada.

La espada ya estaba volando de su mano mientras cargaba hacia adelante, atravesando la garganta de un goblin.

“¡¿GRRRO?!”

El monstruo arañó su garganta como si se estuviese ahogando, pero Goblin Slayer le ignoró, cogiendo una daga del cadáver de uno de los goblins con una flecha en el ojo. Luego lo usó para degollar a un monstruo que aún no se había recuperado del shock de ver a cuatro de sus compañeros asesinados en un instante.

La sangre brotó de la criatura con un silbido; Goblin Slayer lo hizo a un lado con su escudo y lanzó la daga.

El lanzamiento puede haber sido demasiado fuerte; el cuchillo falló en su objetivo y se alojó en el hombro de un goblin.

“¡¡GORB!!”

“Con ese son tres”.

Goblin Slayer, imperturbable, cogió un hacha de mano del goblin ahogándose en un mar de sangre. Luego la enterró en el cráneo del último goblin, y el encuentro fortuito terminó.

Un grupo de aventureros experimentados solo necesitaba un solo turno para matar a diez goblins.

El Lancero levantó su arma -ni siquiera respiraba con dificultad- y miró exasperado a Goblin Slayer.

“Oye, tú”, dijo. “Tienes que dejar de tirar todas tus armas. ¡Es un desperdicio!”

“Son consumibles.”

“Echa un vistazo a tu alrededor. Sabes que venden esos cuchillos mágicos que vuelven a ti después de que los lanzas, ¿verdad?”

“Los goblins también podrían usarlos”, dijo Goblin Slayer. “¿Y si fueron robados?”

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“¡No tenemos tiempo para esto!” Exclamó la Alta Elfa Arquera. “¿Quieres callarte y ayudarme a recoger mis flechas?” El Lancero estaba ocupado luciendo molesto, y Goblin Slayer estaba buscando armas entre los cadáveres.

Los tres parecían bastante despreocupados, pero no hicieron ni un solo movimiento innecesario. Escudriñaron la zona sin cesar, comprobaron sus armas, y prepararon lo que necesitarían después.

Goblin Slayer gruñó suavemente. Los goblins no habían tratado su equipo educadamente; todo lo que tenían estaba en mal estado. No había ninguna arma buena aquí.

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“Por todos los cielos”, dijo el Sacerdote Lagarto con un sombrío asentimiento cuando vio la escena. “Qué agradable sensación de seguridad se obtiene al tener dos luchadores en primera fila.”

“Lo dice el lagarto que siempre está al frente.”

“Cierta… mente”, murmuró tranquilamente la Bruja. “Uno, guerrero… para cada uno de nosotros, ¿no?”

Habían dejado a los novatos en el campo de entrenamiento bajo el cuidado del Guerrero Pesado y se dirigieron bajo tierra a través de uno de los agujeros.

A diferencia de la división normal del grupo de cinco y dos, esta vez formaron un solo grupo de seis personas. Eso significaba una formación diferente de la habitual. Goblin Slayer y el Lancero estaban en la primera fila, con la Alta Elfa Arquera detrás de ellos y los lanzadores de hechizos en la parte de atrás.

¿Qué era más importante? ¿Flechas de la Alta Elfa Arquera o los hechizos del Sacerdote Lagarto? La respuesta era obvia.

“Las tengo”, dijo Goblin Slayer, entregando las flechas.

La Alta Elfa Arquera los miró e hizo un chasquido con su lengua. “Oh, por… ¡Faltan las cabezas!” Las arrojó con enojo en su carcaj de flechas con punta capullo. No había nada que hacer al respecto. “¿Y tú, Orcbolg? ¿Encontraste alguna buena arma?”

“Los mendigos no pueden ser exigentes.”

“¿Por qué dejaste que ella se fuera sin mí?”

“¿Estás molesta?”


“No realmente”, dijo la Alta Elfa, mirando hacia otro lado. “¿Pero no estás preocupado por ella?”

“Si mi preocupación pudiera ayudar a que las cosas le fueran bien, entonces lo haría.”

Cieeeelos….

Pero tan pronto como la Alta Elfa Arquera suspiró, sus orejas se levantaron, temblando.

“Ya vienen.”

“¿Dirección y número?” Preguntó inmediatamente Goblin Slayer, sacando una pequeña bolsa de cuero de su bolsa de objetos mientras lo hacía.

Era su cartera: las monedas que había dentro tintineaban. Llevaba un diseño floral bordado y parecía bastante viejo. Apretó con fuerza la boca de la cartera, que hizo un ruido agudo cuando lo apretó.

“No lo sé…. ¡Los sonidos están resonando por todas partes…!”

“¡Bueno, no tenemos tiempo para discutirlo en un comité!” dijo el Lancero, agitando su arma para que saliese la grasa. “Pase lo que pase, no podemos dejar que suban”.

“No quedan muchas opciones. ¿Quieres que lo haga yo?”

Como aventureros experimentados, ellos eran rápidos para responder a la situación. Incluso mientras el Chamán Enano hablaba, estaba metiendo la mano en su bolsa de catalizadores, preparando su hechizo. La Bruja tranquilamente levantó su bastón y comenzó a enfocarse en entonar su magia. El Sacerdote Lagarto unió sus manos.

“Santísimo, matar goblins implica lo peor tanto de lo problemático como de lo inesperado, ¿no es así?”, dijo él.

“Tienes razón”, dijo la Bruja con una lánguida risita, y luego sus deliciosos labios empezaron a susurrar palabras de verdadero poder. “Sagitta…sinusal…offero. ¡Regala una curva a las flechas!”

Los hechizos de un mago eran palabras que reescribían la lógica misma del mundo.

Mientras un flujo invisible protegía al grupo, la Alta Elfa Arquera y el Lancero gritaban.

“¡Ya vienen! ¡Ambas paredes!”

“¡Retrocedan!”

Una lluvia de piedras y tierra vino de ambos lados de los aventureros.  En casi al mismo tiempo, todos saltaron hacia atrás.

“¡¡GRORB!! ¡¡GROOROOBB!!!”

“¡GROOBRRR!”

¿Era esto lo que la palabra horda realmente significaba?

El aventurero promedio puede esperar no ver más de diez o veinte goblins en su vida.

Pero más goblins que eso, muchos más, estaban ahora cayendo sobre ellos. Los goblins aullaban como animales, y era fácil adivinar lo que significaban sus gritos.

Matémoslos. Robémosles. Venguémonos. Venganza por nuestros hermanos. ¡Mueran, aventureros, mueran!

A los hombres los matarían inmediatamente. A las mujeres les robarían hasta el último vestigio de dignidad antes de someterlas a la espada.

Tomarían a la mujer del bastón, le atarían las piernas y harían que tuviera bebes goblins para ellos hasta que estuviera demasiado muerta para que les sirviera para algo. Ellos sabían que la carne de elfo era blanda y se mantenía durante mucho tiempo. Podrían cortarle los brazos y las piernas poco a poco y darse un festín.


Las mujeres llorarían, implorarían perdón, pero los goblins las ignorarían.

¡Mátenlos, tal como ellos nos matarían a nosotros!

“¡Beban profundo, canten fuerte, dejen que los espíritus los guíen! ¡Canten fuerte, den un paso rápido, y cuando te vean dormir, que una jarra de vino de fuego esté en sus sueños para saludarte!”

Sin duda, varios de los pequeños diablillos terminaron sus vidas sin despertar de ese sueño. Atrapados en la niebla del vino, que el Chamán Enano escupió de su boca, se encontraron bajo la influencia del hechizo Estupor.

Tropezando sobre su ahora inconsciente vanguardia, los goblins comenzaron a caer como dominós. Varios fueron pisoteados hasta la muerte cuando los goblins en la parte de atrás trataron de forzar su camino hacia el frente.

Había chillidos y gritos agonizantes. Era un pandemonio.

“Tontos”. Sin dudarlo, Goblin Slayer giró su bolso, atacando al monstruo más cercano. La velocidad y la fuerza centrífuga de las monedas en la pequeña bolsa de cuero era más que suficiente para partir el cráneo de un goblin.

Y así, el dinero que todos los aldeanos habían ahorrado tan diligentemente, para pagar a un aventurero para que pusiera fin a sus problemas con los goblins, fue utilizado para que de hecho matara a un goblin. Justicia poética en su máxima expresión.

“¡¿GRB?!”

“¡¿GRORB?!”

Un monstruo encontró su globo ocular reventado como una burbuja, perforado hasta el cerebro, que luego fue aplastado aún más desde la sien.

Detener a uno o dos goblins era bastante fácil.

Goblin Slayer pateó al primero hacia un lado, agarrando la espada en la cadera de la criatura con el mismo movimiento.

“¡Hrghh….!”

Otro goblin había aprovechado este momento de desatención para saltar sobre él con una daga envenenada. Enfrentó a la criatura con su escudo, haciéndola volar.

Más flechas llovieron sobre ellos, pero al ser desviadas por un poder invisible, las ignoró. No eran de su incumbencia.

“¡Te estoy enviando algunos!”

“¡Aw, no me hagas trabajar más!”

A pesar de sus quejas, el Lancero hacía gala de una técnica magnífica. De una sola estocada, apuñaló a varias criaturas delante de él, y mientras retiraba el arma de nuevo, empujó la culata detrás de él. Golpeó contra el cráneo del goblin que había sido empujado a un lado por el escudo, aplastando su cabeza y matándolo.

“¡No dejaremos que ni un solo goblin nos pase!”

“Esa siempre ha sido mi intención.”

Los dos guerreros estaban espalda contra espalda, los goblins rompiéndose contra ellos como una marea oscura.

Cuando se trataba de grandiosidad y fuerza, el Lancero obviamente superaba a Goblin Slayer. Trillaba a los goblins como al trigo con cada movimiento de su lanza.

Goblin Slayer, naturalmente, se limitó a asegurarse de que el Lancero no fuera atacado por detrás. Eliminaba a todos los que el Lancero fallaba, se ocupaba de los que tenía frente a él, y le pasaba al Lancero a todos aquellos a los que él no podía liquidar personalmente.

Difícilmente pensaban en la defensa, dejando que Desviar Misil alejara las piedras que se acercaban.

Simplemente se concentraron con determinación en sus armas.

Pero por supuesto, incluso para Goblin Slayer, las cosas nunca serían tan simples.

“¡Chamán!”

El grito de la Alta Elfa Arquera detuvo el combate cuerpo a cuerpo. En la parte trasera de la formación de los goblins había un monstruo con un bastón, pronunciando un hechizo.

La luz aumentó en su bastón elevado y luego voló hacia adelante.

Era el más básico de todos los hechizos ofensivos, Flecha Mágica.

Puede que no fuera muy poderoso, pero si golpeaba, en algunos casos, podría ser suficiente para cambiar el curso de la batalla. Lo que es más, como era mágico, el Desviar Misil no proporcionaría ninguna protección contra él.

Sorprendentemente astuto, para ser un goblin. Pero el Lancero gritó entusiasmado: “¡Es tuyo!”

“Magna…remora…restinguitur! ¡El fin de la magia!”

La Bruja sonrió indulgentemente y recitó un hechizo casi cantando. Era Contra-hechizo, y resistiría las palabras de verdadero poder que el Chamán Goblin había pronunciado.

En el momento en que se encontraron con las palabras de la Bruja, la mayoría de las flechas que se aproximaban desaparecieron, solo unas pocas llegaron a Goblin Slayer y al Lancero.

“¿Podría, pedirte, que no me hagas… trabajar de más?”

“¡Ese es tu trabajo!”

Una broma por otra. El Lancero se adentró en la hueste de goblins, incluso cuando la sangre goteaba de una herida en su mejilla; no parecía molestarle en lo más mínimo.

“¿Quieren flechas? Les daré flechas”, gruñó la Alta Elfa Arquera, dejando que la cuerda de seda de araña de su arco se encargara del resto de la conversación.

Una de las flechas salió volando entre el polvo y el aire espeso, alojándose, tal como ella había querido, en el cuello del chamán.

“¡Eso es!”

“¿Alguna herida?” La pregunta vino del Sacerdote Lagarto, que evidentemente se estaba aburriendo en la parte de atrás; golpeó su cola con impaciencia contra el suelo. Sin la Sacerdotisa allí, él era el único clérigo del grupo, el único capaz de realizar milagros de curación. Parecía bastante disgustado por tener que permanecer tan lejos en la parte de atrás, conservando cuidadosamente sus hechizos.

“Sin problemas”, contestó brevemente Goblin Slayer, revisándose. Había lugares donde su pobre armadura de cuero y su cota de malla habían sido perforadas; la sangre fluía aquí y allá, y él sentía dolor.

En otras palabras, aún estoy vivo.

Él continuó blandiendo su espada contra los goblins que tenía delante de él, mientras tanteaba su bolsa de objetos, confiando en los nudos para que le guiasen. Sacó una poción y se la tragó y luego lanzó la botella vacía con su mano izquierda.

“¡¡¡GROORB!!!”

“Muere”.

El goblin había tropezado hacia atrás ante el inesperado golpe; Goblin Slayer le cortó el cuello sin piedad. La sangre brotó del cuello de la criatura; Goblin Slayer lo pateó hacia un lado y sacó su espada, sacudiendo la sangre.

“¿Te quedan hechizos?”, preguntó, calmando su respiración.

“Sí, feliz….mente”, contestó la Bruja con una sonrisa.


“A nosotros también”, dijo el Chamán Enano.

“¿Debería producir un Guerrero Diente de Dragón?”

“No”, dijo Goblin Slayer ante la pregunta de su amigo, agitando su cabeza pensativamente. Gruñó suavemente, mirando hacia el techo del túnel que los goblins habían cavado.

“Orcbolg”, dijo la Alta Elfa Arquera en un tono resignado. “Estás pensando en algo desagradable otra vez, ¿no es así?”

“Sí”, dijo Goblin Slayer asintiendo con la cabeza. “Desagradable para los goblins.”

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