Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 13

Capítulo 7: Una Verdadera Siltveltiana

 

 

“¿Qué pasa con esta insolencia? Tú y tu hermano son hakuko mestizos. ¡No tienes derecho de hablar aquí! ¡Lárgate!” gritó Jaralis.

“¿Mestizos? ¿Derecho de hablar? ¡Patético! ¿Acaso las personas de Siltvelt—especialmente aquellos de ustedes que están aquí en esta habitación—no han olvidado lo más importante de todo?” respondió Atla.

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Ella puede haber sido solo una niña, pero dejó de lado el enojo de Jaralis como si no le afectara en lo absoluto.

“¿¡Qué!?” gritó Jaralis.

“¡Cuida tu lengua!” gritó otro miembro.

“¿A-Atla?” tartamudeó Fohl.

“No lo haré. No sería capaz de perdonarme a mí misma si permaneciera mirando esta farsa sin hablar. Tanto mi intelecto, como mi intuición, y mi corazón me están diciendo que tus acciones están mal,” respondió ella.

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Mientras Atla estaba hablando, podía sentir alguna clase de energía emanando de su cuerpo. La energía tomó la forma de un tigre y se abalanzó sobre el liderazgo de Siltvelt. Se sentía similar a la sed de sangre, pero no exactamente igual. Me preguntaba si era alguna clase de aplicación avanzada de la fuerza vital.

Atla pisó fuerte con su pie en frente de ella y el impacto causó que el suelo se abriera. Los miembros presentes del liderazgo de Siltvelt tragaron saliva.


Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 13 Capítulo 7 Novela Ligera

 

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“E-ella podría ser…”

“Imposible…”

La forma en la que ellos estaban temblando de miedo parecía implicar que ellos sabían algo que yo no, pero eso realmente no me importaba por el momento. Simplemente decidí cruzar mis brazos, sentarme ahí como un rey en su trono, y escucharla.

“Quiero que todos ustedes recuerden el propósito original de Siltvelt. Recuerden por qué llegó a existir en primer lugar. ¡Dicen que adoran al Héroe del Escudo, pero aquí están tratándolo como basura!” gritó ella.

“¿¡Q-qué estás diciendo!? Acaso no le hemos dado la bienvenida al Héroe del Escu—”

“Entonces díganme, ¿¡por qué Naofumi-sama, el Héroe del Escudo, se ve tan molesto!? ¿¡Realmente creen que no hemos notado las innumerables veces que han tratado a Naofumi- sama groseramente desde que llegamos!?” continuó ella.

Todos ellos estaban temblando como un grupo de niños siendo regañados por sus madres.

“¡Estoy avergonzada de alguna vez haber admirado su supuesta devoción religiosa!” gritó ella.

Ah sí. Antes Atla había hablado varias veces acerca de lo fantástica que era su devoción. Había estado planeando tener una conversación con ella acerca de eso pronto.

“Ahora bien, ciudadanos de Siltvelt, ¿saben cómo fue fundado este país? ¿Pueden decirme por qué existe?” preguntó ella.

“¡P-por supuesto! ¡Fue fundado por el Héroe del Escudo y existe por el bien del Héroe del Escudo!” respondió uno de ellos.

Él había mordido la carnada. Atla apuntó hacia el hombre.

“¡Así es! ¡Siltvelt fue fundado por el Héroe del Escudo, igual como la aldea en Melromarc fue reconstruida por Naofumi-sama! ¡Y aun así ustedes hacen amenazas disimuladas de enviar asesinos hacia la aldea! ¡Sus acciones son una desgracia para los cimientos de su propio país!” exclamó ella.

“¡T-tonterías!”

“¡Siltvelt es un país enorme! Esa aldea en Melromarc es—”

“¿Y acaso Siltvelt comenzó como un país enorme? ¿Están diciendo que la aldea que Naofumi-sama, el Héroe del Escudo, está reconstruyendo es insignificante porque es pequeña?” dijo ella.

No había fin a la vista a la reprobación de Atla. Ella realmente estaba motivada.

“Fósiles antiguos, ¿quieren que los libros de historia cuenten de un mundo que deseaba algo fresco y nuevo más que uno que protegiera lo necesitado?” preguntó ella.

“Ugh… Pero…”

“En primer lugar, ¿cuál es el propósito de nuestro poder, de estas garras y colmillos nuestros? ¡Piénsenlo! ¿Es la dominación mundial? ¿O es proteger a otros? ¡No es ninguna! ¡Todo es por el bien de Naofumi-sama, el Héroe del Escudo!” gritó ella.

Los miembros del liderazgo—en particular Werner—comenzaron a asentir repetidamente.

“¿No han pasado años y años afilando esos colmillos para prepararse para cuando fueran necesitados? Pueden insultarme y llamarme mestiza si así lo quieren, pero eso no cambia lo que esta sangre corriendo por mis venas me está diciendo. ¡Demanda lealtad hacia Naofumi- sama!”

Alguna clase de aura extraña comenzó a formarse alrededor de Atla, y el liderazgo gradualmente comenzó a aplaudir. No podía creerlo. ¿Ellos creerían cualquier cosa que les dijeran?

“¡Así es! ¡Las olas de destrucción están sobre nosotros! ¡El futuro de las generaciones futuras yace en las manos del Héroe del Escudo! ¿No hemos afilado nuestros colmillos para así poder ayudarlo? ¡Entonces declaren su lealtad a Naofumi-sama! ¡Sírvanle como un sirviente lo haría!”

El rugido de los aplausos llenó el aire. Yo solo estaba mirando distraídamente. Raphtalia tenía una mirada de incredulidad en su rostro. Había un solo teriántropo león, junto con su secuaz, que se rehusó a unirse a los aplausos. Era Jaralis, de pie ahí con el ceño fruncido en su rostro.

“¿A-Atla?” murmuró de nuevo Fohl.

Él la estaba mirando con una mirada de asombro.

“No lo sé. Nada de lo que ella dijo parece estar rotundamente mal, así que realmente no puedo discutir con ella,” dijo Raphtalia.

Ella parecía estar de acuerdo con Atla en la mayoría.

“Sí. Su razonamiento de ser leal al pequeño Naofumi y su disposición a luchar no puede ser criticada,” respondió Sadina.

“¿Hm? Luchamos contra las olas porque el Maestro nos lo pidió, ¿cierto?” dijo Filo.

Todos ellas expresaron su apoyo como si fuera completamente obvio. Viendo esto, todos los miembros del liderazgo de Siltvelt se arrodillaron, como si de pronto hubieran regresado a sí mismos.

“No puedo creer que tuviera que escucharlo de una niña como ella. Pero es justo como ella dice,” respondió Werner.

“¡Nosotros existimos por el bien del Héroe del Escudo! Nuestro propósito supuestamente debía ser rescatar al mundo de la destrucción venidera. Y aun así nosotros intentamos tratar al Héroe del Escudo como una herramienta para ganar poder para nosotros mismos. ¡Es innombrable!” gritó otro de los miembros.

Todos los que habían estado aplaudiendo hicieron una reverencia hacia mí. En un marcado contraste a todos ellos, Jaralis y su secuaz miraron hacia mí y hacia Atla.

“¡Objeción! ¡Yo sostengo que este Héroe del Escudo de pie aquí ante nosotros no es el verdadero Héroe del Escudo que Siltvelt ha anhelado por tanto tiempo!” rugió Jaralis.

“¡Jaralis, bastardo! ¡Tú insolencia ha cruzado la línea!” estalló Werner, reprendiendo a Jaralis.

“¿Insolencia? Estás equivocado. Es exactamente porque me preocupo profundamente de Siltvelt la razón por la que estoy exponiendo calmadamente mi opinión para que así podamos evitar tomar cualquier decisión estúpida,” respondió Jaralis.

Hmph. Sus palabras eran un poco sensacionalistas, pero tenía la sensación de que lo que él estaba diciendo no estaba mal. Toda esa actitud de “las palabras del Héroe del Escudo son ley” en primer lugar era un poco demasiado fácilmente aceptada. Eso fácilmente podría provocar problemas. Si la situación hubiera sido diferente, pude haber estado de acuerdo con él. Pero en este punto, él solo estaba en el camino. En tal caso, me preguntaba qué hacer con él.

¿Hm? Atla debe haber tenido algo más que decir, ya que ella dio un gran respiro y…

“¡Naofumi-sama—mejor dicho, nuestro dios no comete errores!” gritó ella a todo pulmón.

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Esa pequeña idiota. Estaba comenzando a pensar que ella puede ser una genio cuando se trataba de armar problemas. ¿Y qué demonios? Estas personas de hecho estaban asintiendo de acuerdo. ¡Incluso yo podía admitir que cometía errores de vez en cuando! Luego tendría una conversación seria con Atla.

“¿O eres lo suficientemente estúpido como para tratar de decir que Naofumi-sama es un héroe falso?” preguntó ella.

“Para nada. No tengo intenciones de ir tan lejos. Simplemente estoy diciendo que yo no creo que él sea el Héroe del Escudo que nosotros hemos estado esperando,” respondió Jaralis.

Él estaba tratando de evitar atraer más desaprobación al objetar sin negar descaradamente que yo en efecto era el Héroe del Escudo. Era la respuesta de un verdadero político.

“Estoy cuestionando si lo que estamos viendo ahora son o no en realidad las olas de destrucción mencionadas en las leyendas. Como dicen, el apuro no es un buen consejero. Si estas realmente son las olas profetizadas a destruir el mundo, ¿¡entonces por qué el Héroe del Escudo fue invocado exitosamente por nuestro enemigo Melromarc!? ¡En efecto, el hecho de que el Héroe del Escudo fue invocado al territorio de nuestro enemigo es la prueba definitiva de que ahora de hecho no es el momento que ha sido predicho!” rugió él.


No había forma de discutir que las cosas pudieron haber resultado de forma diferente si yo hubiera sido invocado a Siltvelt desde un principio. Yo probablemente estaría gastando mi tiempo con mi harem, inmerso en algo de ese “libertinaje desenfrenado” que le gustaba mencionar a Sadina, a pesar de que yo quería creer que eso no habría pasado.

“No, me temo que esa teoría no se sostiene,” respondió Atla.

Ella sacudió su cabeza en desaprobación. ¿Oh? ¿Ella iba a argumentar?

“Es exactamente debido a que este es el momento profetizado que el Héroe del Escudo fue invocado junto con los otros tres héroes sagrados. El verdadero poder de los héroes yace en compartir sus poderes individuales entre ellos. En otras palabras, Naofumi-sama fue invocado en Melromarc debido a que es una ubicación apropiada para que los otros tres héroes fueran invocados. ¡Esa es tu prueba de que el mundo está en peligro!” continuó ella.

“¡Guárdate tu sofismo!” rugió Jaralis.

“¿¡Quién es el verdadero sofista aquí!? ¡Yo hablo como alguien que ha jurado su lealtad a Naofumi-sama!” estalló ella.

Los miembros del liderazgo de Siltvelt tragaron saliva y se quedaron completamente en silencio. Justo entonces, una voz vino desde cerca de la entrada de la sala del trono.

“Ridiculizas a la niña, pero aun así ella tiene una voluntad fuerte y es tan feroz como un tigre. Si alguien fuera a preguntar cuál de los dos es el verdadero Siltveltiano, sospecho que cualquiera aquí respondería que la chica,” dijo una voz.

Todos se dieron la vuelta. De pie en la entrada estaba un teriántropo con forma de tortuga. Y de pie junto a él estaba el contacto de Fohl—el hakuko que había conocido más temprano esa mañana. La cola de la tortuga se veía como una serpiente. Tal vez era solo mi imaginación, pero algo acerca de él lo hacían parecer gordo.

“¿Quién eres tú?” pregunté confundido.

La expresión de sorpresa de Werner se suavizó. Él recuperó su compostura y respondió por el hombre.

“Él es un genmu, y uno de los nobles más conocidos del país. Él tal vez está dentro de las dos personas más influyentes dentro de Siltvelt,” explicó Werner.

¿Genmu? ¿Eso supuestamente debía ser genbu? Ah, así que la raza genmu se parecía a la Tortuga Negra. Todo lo que quedaba era encontrar a un aotatsu, o como sea que ellos llamen a la raza que se parece al Dragón de Asura. Entonces tendríamos a todos los cuatro símbolos.

“Saludos, Héroe del Escudo. He escuchado de sus muchas hazañas. Es un verdadero honor conocerlo,” dijo la tortuga.

“Gracias…” respondí.

“¡Debo recordarte que estás en presencia del Héroe del Escudo! ¡Sin importar qué tan poderoso puedas ser, usar esa forma aquí es imperdonable!” gritó Werner.

Él habló en un tono amenazante, pero sonrió hacia el genmu.

“¡Claro, claro! Permanezco en esta forma todo el tiempo para mantenerme protegido, así que lo había olvidado completamente,” respondió él.

El genmu regresó a su forma de semi-humano. Lo que había sido una tortuga ahora era un hombre pequeño relleno. Él parecía ser bastante mayor—tal vez alrededor de los 60 años de edad. La forma en la que él caminaba con un bastón ya había delatado eso. No había nada particularmente desagradable acerca de la forma en la que se veía.

“Caballeros, hemos afilado nuestros colmillos en preparación del momento profetizado venidero. Hemos mantenido a este país con vida y fuerte para que así pueda ayudar al Héroe del Escudo. Implicar que Siltvelt se caerá a pedazos si el Héroe del Escudo no permanece aquí es completamente absurdo. ¿No están de acuerdo?” preguntó el hombre.

Aparte de Jaralis y su secuaz, todos asintieron de acuerdo.

“¿¡Están sugiriendo que escuchemos a esta mestiza!? ¡Nada acerca de sus acciones me parecen digno de ser llamado un verdadero Siltveltiano!” rugió Jaralis.

Una vez más esa aura amenazadora emanó del cuerpo de Atla.

“¿En serio? Si insistes en interponerte en el camino de Naofumi-sama sin importar qué, entonces…”

Atla apuntó hacia Jaralis y emitió una declaración audaz.

“Las palabras de Naofumi-sama son ley. ¡Si vas a pararte en su camino, entonces debo removerte usando fuerza física!” declaró ella.

Jadeos de sorpresa salieron de los líderes de Siltvelt.

“¡Hmph! ¡Una proposición muy bienvenida! Werner, no veo forma de evitar esto,” respondió Jaralis.

“Entonces muy bien. ¡De acuerdo a la tradición de Siltvelt, permito que ustedes se batan a duelo!” anunció Werner.

El liderazgo inmediatamente comenzó a murmurar.

“Entonces yo serviré como el guardián de la chica hakuko del Héroe del Escudo. Jaralis, tú personalmente aceptarás el duelo para mostrar que permaneces firme a tus creencias,” dijo el genmu.

“Esas son palabras serias, anciano. ¿Realmente estás preparado para aceptar las consecuencias como su guardián si ella pierde el duelo?” preguntó Jaralis.

“Lo estoy,” dijo el genmu.

Ciertamente parecía claro que el anciano tenía una cantidad ridícula de influencia. Pero, de todas formas, ¿qué era un duelo tradicional?

“Primero, las cuatro razas de “élite” de Siltvelt renunciarán a su opinión sobrevalorada en los asuntos del país. Segundo, aceptarán nuestro reclamo de que el Héroe del Escudo sea solamente propiedad de Siltvelt. Y finalmente, permitirán un castigo severo para esa mocosa insolente de ahí,” dijo Jaralis.

“E-eso es—”

Werner intentó intervenir, pero el anciano lo detuvo.

“¡Si pierdo, que así sea!” gritó Atla.

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“Estas condiciones son absurdas. Todas le favorecen. Preferiría no aceptarlas si hay otra forma…” dije.

Pero podía ver la determinación firme de Atla escrita por toda su cara. Me habría rehusado si yo hubiera estado en su lugar. Aquí yo básicamente estaba siendo tratado como el premio. Parte de mí quería decirles a todos que simplemente se fueran al diablo.

“¿Puedo asumir que no objetarás que nosotros especifiquemos condiciones igual de severas?” preguntó el genmu anciano.

“Pueden,” respondió Jaralis, asintiendo tranquilamente.

Él al menos parecía ser del tipo que tenía confianza. Pero también parecía tener un carisma sutil, o alguna clase de cualidad de león, lo que le daba un aire de realeza. Honestamente, yo no tenía ninguna obligación personal de aceptar sus términos. Pero valdría la pena si significaba ser capaz de lidiar con los problemas de Raphtalia mientras también hacía pagar a estos idiotas.

“Bien. ¿Por qué no? Aceptaré tus condiciones. A cambio, si nosotros ganamos aceptarás seguir mis órdenes,” dije.

“¡Por supuesto! Como desee, Héroe del Escudo,” respondió Jaralis.

¿Acaso ese bastardo pudo haber sido más provocativo?

“Entonces confirmemos las condiciones. Si gana Jaralis, las cuatro casas nobles de Siltvelt renunciarán a su derecho de hablar, el Héroe del Escudo permanecerá en Siltvelt, y la hakuko mestiza será castigada. Si el Héroe del Escudo gana, Siltvelt obedecerá sus órdenes. ¿Ambos lados están de acuerdo?” preguntó Werner.

“Estoy de acuerdo,” dije.

“Entonces explicaré las reglas del duelo. De acuerdo a la tradición de Siltvelt, cada uno de aquellos que iniciaron y aceptaron el duelo elegirán quién luchará por el grupo opositor,” dijo Werner.

“Escojo a…” comenzó Jaralis.

Él apuntó hacia Atla y Fohl.

“¡Los dos hakuko mestizos!” rugió él.

“¿Ah?” murmuró Fohl.

Él estaba sin palabras por haber sido escogido para luchar. ¿Pero en serio? Podía entender a Atla, ¿pero por qué elegir también a Fohl?

“¡Tienes una gran boca para ser una mestiza! ¡Te mostraré el verdadero poder del linaje!” rugió Jaralis.

“¡Me gustaría verte intentarlo! A pesar de que estoy un poco preocupada por Onii-sama,” respondió Atla.

“¿¡A-Atla!?” tartamudeó Fohl.

De nuevo estaba comenzando a sentir pena por él.

“Preferiría ser emparejada con Naofumi-sama,” dijo Atla.

“¿Tengo permitido participar en el duelo?” pregunté.

“¿Dejar que el Héroe del Escudo—el premio—participe? Tienes sentido del humor, ¿no es así?” dijo Jaralis sarcásticamente. (NT: Hasta antes de este diálogo, había estado usando un lenguaje formal para cuando Jaralis se dirigía Naofumi, pero desde ahora comenzaré a traducir sus frases como si las dijera de forma irrespetuosa)

El bastardo apuntó hacia mí y resopló con una mirada provocativa en sus ojos.

“Espero que entiendas que luego vas a lamentar esto. ¿Entonces qué hay de Raphtalia o Filo?” sugerí.

Raphtalia sería capaz de aplastarlo. De hecho, había traído a una verdadera alineación estrella de luchadores formidables.

“Mestiza, de seguro tienes confianza, pero parece que el Héroe del Escudo les tiene poca fe a ti y a tu hermano. Esto es una auténtica obra maestra,” se burló Jaralis.

Qué imbécil. Yo de seguro esperaba que él no estuviera planeando tratar de hacer algo sucio para poner la lucha a su favor.

“Solo para ser claros, este es un duelo entre personas. El uso de monstruos no está permitido,” dijo Werner.

“¿Hm?” murmuró Filo.

“¿Rafuuu?”

Tanto Raph-chan como Filo se veían confundidas. Supuse que Filo podría ser capaz de participar en su forma humana, pero supongo que eso no estaba permitido.

“El hecho es que, realmente no confío en que él juegue limpio, pero… está bien,” dije.

Comprendía que, si yo intentaba cambiar a los participantes del duelo y enviaba a Raphtalia en vez de Fohl, probablemente causaría problemas, pero…

“¡Naofumi-sama, usted no tiene de qué preocuparse! ¡Incluso si Onii-sama es derrotado, yo ganaré la lucha por mi cuenta!” exclamó Atla.

“¿¡Atla!? ¡No seré derrotado!” respondió Fohl.

Ella básicamente estaba declarando que Fohl era un inútil. Pobre muchacho.

“Sí me siento un poco nervioso al respecto…” admití.

“Aceptar las designaciones del oponente y todavía salir bien parados—¡ese es un verdadero testimonio de nuestra fuerza! ¡Incluso si Onii-sama pierde, yo no lo haré! ¡Naofumi-sama! ¡Por favor permita esto!” suplicó Atla.

Yo realmente habría preferido ser más cauteloso, pero supongo que era parcialmente gracias al discurso de Atla que habíamos sido capaces de especificar las condiciones que teníamos. Si llegábamos a lo peor, simplemente podría inventar alguna excusa e ignorar sus condiciones. Además, ese bastardo de Jaralis realmente me hacía enojar. Y yo recientemente también había visto lo formidable que Atla podía ser.

“Bien. Lo permitiré,” dije.

“¡Muchas gracias! Ahora bien, tenemos el permiso de Naofumi-sama. ¡Que comience el duelo!” declaró Atla.

Todos los miembros de sangre caliente en la sala asintieron emocionadamente, y fueron llevados al salón donde la fiesta había sido realizada la noche anterior. Aparentemente ahí era donde el duelo sería efectuado.

El compañero de Jaralis era un teriántropo minotauro fornido que se veía como alguna clase de guerrero legendario. Él estaba agarrando su arma con firmeza y estaba listo para comenzar.

El tipo era incluso más grande que el minotauro que se había llevado nuestro carro el día anterior.

“Oh vaya… Veo que has escogido a uno de los héroes sobrevivientes de las grandes guerras para que luche a tu lado,” dijo Werner.

“En efecto. Con el Héroe del Escudo en juego, esta es una batalla de suma importancia. No puedo arriesgarme a traer a un don nadie en quien no pueda confiar. Por supuesto, realmente espero que él vaya con todo desde el comienzo,” respondió Jaralis.

“¡Todo por el bien de Siltvelt!” exclamó el minotauro.

Él también parecía ansioso de luchar.

“Haré que el Héroe del Escudo tome a mi hija en matrimonio,” agregó él.

Ni muerto. Incluso si la hija de esta bestia musculosa era la chica más hermosa en el mundo, aun así me rehusaría. Me desagradaban las mujeres como regla general. Y ser usado para procrear como un semental era inexcusable.

“Pero… esto realmente está…” la voz de Werner se apagó.

Él miró hacia mí con una mirada de preocupación en su rostro.

“Oh vaya… El chico ciertamente parece saber cómo desenvolverse. Él incluso podría ser más fuerte que el pequeño Sasa,” dijo Sadina.

Quería replicar con un “¿¡quién demonios es ese!?” Pero recordé vagamente que ese era el nombre de uno de los luchadores que yo había visto en un combate de coliseo en Zeltoble.

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“No tenemos más opción que luchar, sin importar quién pueda ser el oponente. Atla solo tendrá que derrotarlo. Atla, ¿puedes hacerlo?” preguntó Raphtalia.

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“Raphtalia, no siquiera deberías preguntar. ¡Si eso probará mi lealtad hacia Naofumi-sama, entonces atravesaré cualquier obstáculo, sin importar qué tan grande pueda ser!” respondió Atla.

“Yo…” comenzó Fohl.

Él parecía estar vacilando. Como sea, de todas formas, no estaba esperando mucho de él.

“¿Y se supone que yo solamente voy a mirar?” pregunté.

“Así es,” respondió Werner.

Hmph. Así que así es como se sentía ser tratado como un premio. No podía evitar preguntarme si Raphtalia se sintió de la misma forma cuando Motoyasu me retó a un duelo. Como sea, habíamos logrado llegar hasta aquí sin perder. Hacerlo aquí no era una opción.

“¡Atla! ¡Fohl! ¡Es mejor que ganen, sin importar qué!” dije.

“¡Por supuesto que ganaremos!” respondió Atla.

“Ugh… ¡Ganaré por Atla y por nuestro padre!” dijo Fohl.

¿Oh? Él también estaba comenzado a mostrar un poco de entusiasmo.

“¡Hmph! ¡Buena suerte, hakuko mestizos!” gruñó Jaralis.

“Escuché que tú luchaste junto a mi padre. ¿Qué clase de hombre fue él en el campo de batalla?” le preguntó Fohl a Jaralis.

Casi había olvidado que Jaralis estuvo ahí para presenciar los últimos momentos de su padre. La muerte de su padre también había sido sospechosa, así que tenía sentido que él lo preguntara.

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“¡Ja! Tú no eres más que una sombra pálida de ese hombre. ¡Si realmente quieres saber, entonces pregúntamelo con tus puños!” respondió Jaralis.

“Bien. Que yo sea o no más fuerte de lo que él era… ¡Dejaré que lo veas por ti mismo!” gritó Fohl.

“Muy bien. ¿Ambos lados están listos para el duelo?” preguntó el anunciador.

Él dio la señal para prepararse y tanto Jaralis como el minotauro tomaron una postura de batalla. Atla solo se quedó ahí de forma casual, como si estuviera completamente relajada y no se viera afectada por nada de esto. Juzgando a partir de la forma en la que Fohl estaba comenzando a emocionarse, él después de todo realmente disfrutaba luchar. Aunque yo todavía estaba un poco preocupado. Discutir con su hermana era la única forma de batalla que le había visto hasta ahora.

Y entonces el sonido de un gong hizo eco a través del salón.

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