Seishun Buta Yarou Series

Volumen 3: Un Adolescente Bribón No Sueña con una Bruja Racional

Capítulo 2: La Juventud es una Paradoja

Parte 4

 

 

—Lo he pensado antes, pero en verdad eres romántico por dentro.

—¿Lo soy?

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—Llegaste hasta aquí persiguiendo a tu primer amor, y te tomó todo un año olvidarla, ahora estas saliendo con esa celebridad, no es normal.

—Si me sigues haciendo cumplidos así, me voy a sonrojar.

—Deberías saberlo sin que lo diga, pero no lo hago.

—Qué lástima.

—No estoy haciéndote ningún cumplido, pero estoy un poco celosa por lo fiel que le eres a tus sentimientos.  Las personas normalmente los reprimen, honestamente, ser directo y fiel no es muy popular actualmente.

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A pesar de haber dicho que estaba celosa, su actitud seguía siendo indiferente, y no parecía celosa en absoluto.

—Tampoco te importan las modas.

—Si fuera directa, arruinaría lo que tenemos ahora.

Por supuesto, hablaba sobre Yuuma.

—¿En serio? ¿Y, a fin de cuentas, qué hizo que te enamoraras de él? —preguntó Sakuta, intentando regresar la conversación a donde inició en cuanto sintió que ella comenzó a cambiar el tema hábilmente.

Rio solamente se le quedó viendo antes de suspirar, sus ojos le decían a Sakuta que leyera el ambiente.

—Hm, suspirando por una historia de amor.

—Escuchar la frase “historia de amor” saliendo de tu boca me da escalofríos.

—Entonces seré cuidadoso de no decirlo una segunda vez.

De alguna forma, tenía la sensación de que esa era la primera vez en su vida que lo decía.

—Un cuerno de chocolate —murmuró Rio repentinamente.

—¿Quieres que corra y compre uno?

—No, Kunimi me dio uno un día que no tenía mi almuerzo.

La escuela no tenía una cafetería maravillosa, por lo que traer almuerzos empaquetados era lo normal. Si no tenías un almuerzo, entonces venía una pequeña furgoneta atendida por una anciana que vendía pan, una panadería abierta justo afuera de la puerta de la escuela durante la hora del almuerzo.

También había una tienda de conveniencia cerca de la escuela, por lo que, si decidías usarla, podías hacerlo. Sin embargo, salir de la escuela iba en contra de las reglas de la misma, por lo que el número de personas que lo hacía era limitado.

Por lo tanto, siendo la única forma que respetara las reglas de conseguir un almuerzo, que naturalmente siempre estaba empaquetado, los estudiantes hambrientos se amontonaban alrededor de la camioneta como una plaga de langostas, vaciando las cajas de pan.

Una vez que se dispersaban, sólo quedaban las cajas de plástico vacías y una mujer satisfecha.

—Fue en el primer trimestre del año… era la primera vez que iba a la camioneta del pan…

Los estudiantes que rodean la furgoneta ciertamente podían ser muy abrumadores, por lo que los estudiantes de corazón débil probablemente no conseguirían en coraje de sumergirse entre ellos.

—¿Y entonces Kunimi apareció en su brillante armadura?

—Apareció comiendo su botín, un pan de curry.

—El Príncipe del Pan de Curry, ¿eh?

—Me habló cuando estaba abrumada… sonrió y me dijo: “Futaba, eres una chica, por lo que creí que querrías algo dulce”.

A pesar de no haberlo presenciado por sí mismo, Sakuta podía imaginar la escena. Rio habría estado de pie un poco alejada de la multitud, esperando comprar comida, pero no tuvo el valor de entrar al gentío. Entonces, justo cuando estaba por rendirse, apareció Yuuma con su rostro despreocupado de siempre…

Pudo comprender cuál era la razón.

Asintió con un “Hmm”, y espero a que ella continuara.

Sin embargo, Rio solamente se quedó allí, y se empezó a poner ligeramente roja.

—¿Y entonces? —la apresuró, pero, una vez que estuviera claro, ella no continuaría.

—Eso es todo —dijo como de costumbre.

—Ya veo, eso es todo.

—Correcto.

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—¿Cuánto es de un cuerno de chocolate?

—Doscientos treinta yenes.

—Vaya, eres barata.

—Si hubieras sido tú, no me hubiera enamorado.

—Entonces, a fin de cuentas, es su aspecto.

—Kunimi fue el primero, aparte de ti, que me llamó “Futaba”.

Sakuta, Yuuma, y Rio, habían estado en la misma clase el año anterior, la clase 1-1. Rio destacaba porque siempre vestía la bata de laboratorio, y no entraba en los grupos de chicas. Por su puesto, los chicos tampoco le hablaban. Verla sentada sola en su asiento daba una extraña impresión, como si todos le fueran indiferentes. Sus compañeros de clase solían llamarla “Profesora”, o “Bata de laboratorio” a sus espaldas.

—¿Enamorarse de mí sería tan malo?

—De todas formas, no soy de tu tipo.

—Bueno, eres del tipo que preferiría tener como amiga en lugar de novia.

Rio comenzó a reírse ante la personalidad invariable de Sakuta mientras hablaba.

—Al  final  —continuó—.  Creo  que  era  el  momento.  Estaba  muy  decaída  en  ese entonces.

—¿Hm? ¿Había pasado algo?

—Nada en realidad, simplemente me sentía deprimida, seguro que nunca te ha pasado.

—No  deberías  estar  tan  segura  al  respecto,  así  que  déjame  decirte.  Sólo  soy  un humano, al igual que tú.

—Esa es una revelación impactante.

—Bueno, como sea. ¿Entonces? ¿Creíste que Kunimi era especial porque fue amable contigo cuando estabas decaída?

—Ciertamente suena muy simple cuando lo dices de ese modo —dijo con un resoplido de forma autocrítica.

Mientras él buscaba una respuesta, el sonido que marcaba el final del partido resonó por el gimnasio.

Después del partido, los jugadores sudados salieron del gimnasio en grupos, azotando sus playeras y gritando sobre ir a nadar al mar antes de correr hacia el suministro de agua y comenzar a lavarse. Todos tenían los músculos marcados por sus ejercicios. Aparentemente la otra escuela también era costera, pues no solo los estudiantes de Minegahara estaban bronceados.

Las chicas de primer año estaban gimoteando, en parte por vergüenza, y en parte por felicidad. Las chicas de esta escuela estaban, en su mayoría, frunciendo el ceño y diciendo que los chicos eran de lo peor, siendo esto algo que solamente podían hacer después de un partido.

Dejando todo eso de lado, Sakuta no estaba interesado en cuerpos masculinos, por lo que dejó de mirar, era simplemente asqueroso.

Del mismo modo, Rio también se volteó. Sin embargo, era por una razón diferente a la de Sakuta. El hecho de que los gritos de Yuuma y los demás mientras jugaban con el agua llegaron a sus oídos, era claro por su reacción, pues se sonrojó justo debajo de su cuello.

—Si quieres ver, simplemente hazlo —le dijo Sakuta, mientras Yuuma se sacudía el agua como un perro, antes de usar una toalla y secarse, después de cambió a una nueva playera—. Ah, se vistió de nuevo.

Rio se giró ligeramente para enfrentarlo, con una fría promesa de muerte en sus ojos.

Probablemente debería dejar de molestarla, decidió, con tal de no arruinar su amistad.

—¿Entonces? ¿Qué querías?

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—¿Hmm?

—La escuela no te gusta tanto como para venir durante vacaciones a menos que haya algo que quieras.

—Bueno, no me molestaría si las vacaciones siguieran por siempre —si pudiera ver a Mai todos los días, eso es.

—Tus sueños son como los de un niño de primaria. —interrumpió. La mirada en sus ojos le decía que volviera al punto.

—Entonces lo diré directamente.

—¿Qué dirás directamente?

—Futaba está en mi casa en este momento.

La mirada de Rio vaciló de repente.

—Ya veo, entonces por eso actuabas tan extraño por teléfono la noche anterior —se murmuró a sí misma.

—¿Qué diablos está pasando?

—¿Por qué no le preguntas a la otra yo?

—Admites que hay más de una tú con tanta facilidad.

Su tono era de negociación, como si estuviera hablando sobre alguien más. Aunque eso era igual con la Rio que conocía. Su reacción al hablar de Yuuma también era igual. Desafortunadamente, no podía ver el mínimo rastro de que no fuese Rio, ¿cómo podría llamarla farsante?

—¿Cuál es la opinión de la otra yo?

—Que, si es posible, es a través de la teletransportación cuántica o algo así.

—Entonces piensa lo mismo que yo.

Ahora que lo mencionaba, cuando se encontraron en la librería, Rio había comprado un libro sobre ello.

—Pero, de ser ese el caso —continúo—, no debería haber más de un yo al mismo tiempo, y tendríamos que tener los mismos recuerdos.

La otra Rio también dijo lo mismo.

—Por eso, la otra tú dijo que era una misma conciencia viéndose a sí misma, dividida en dos por alguna razón.

No sabía si la explicación estaba en lo correcto, pero la comprendía.

—Ya veo, ¿y la razón por la que se separó?

—Dijo que no tenía ni la menor idea.

—¿Y creíste esa mentira obvia?

—No sospecho que mientan mis amigos.

—Claro que sí, es más, en realidad piensas que soy una impostora, ¿no es cierto?

Rio estampó el piso con fuerza.

—A decir verdad, lo pensé al principio.

—Suena como que ya no crees lo mismo.

—No importa por donde te mire, solo puedo ver a Futaba. De cualquier forma, si tienes alguna idea de por qué se separaron sus conciencias, dímelo.

—¿No puedes simplemente preguntarle a la otra yo? Ella debería tener una idea.

—¿Por qué lo crees?

—Porque yo tengo una. —contestó.

En otras palabras, trataba de decir que si la otra también era “Futaba Rio”, también debería saberlo, y por el contrario, si no lo sabía, ella era la impostora.

—Si  es  lo  mismo  sin  importar  a  cuál  le  pregunte,  entonces  podrías  simplemente decírmelo, ¿no?

La mirada de Rio pasó de Sakuta a donde debería estar Yuuma.

—Me regreso al club —dijo, no dejó ningún argumento y simplemente comenzó a caminar hacia el edificio, en realidad, casi estaba corriendo…

—¿No quieres hablarle a Kunimi?

Ya que intentar hablar del Síndrome de la Adolescencia era inútil, Sakuta trató de llamarla de la forma en que usualmente lo haría.

No  hubo  respuesta.  Tampoco  se  detuvo  y  siguió  hacia  el  edificio,  finalmente perdiéndose de vista.

—¿Qué pasó con Futaba? —escuchó desde atrás. Era Yuuma, quien tenía una toalla en la cabeza y estaba vistiendo una playera y unos shorts. En las manos tenía una bebida deportiva de marca azul, una botella de dos litros a la que sólo le quedaba un tercio, que fue bebido de una sola vez— Ahh, estoy vivo de nuevo —suspiró.

—¿Entonces, estuviste muerto hasta ahora?

—Lo suficientemente cerca… Entonces, ¿qué pasó con Futaba?

—Nada en realidad, Futaba siendo Futaba, como siempre.

—¿Qué se supone que significa eso?

Solo era una distracción sin valor alguno, pero Yuuma decidió seguirla. Obviamente no le podía decir que había dos Futaba Rio, Yuuma pensaría que está loco. En realidad, probablemente escucharía hasta comprenderlo, pero puede que Rio no quisiese que él lo supiera.

—Estuvo aquí, ¿cierto? —preguntó Yuuma.

—¿Te diste cuenta?

—La vi observando el partido desde aquí desde que el encuentro comenzó.

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—Concéntrate más en el partido.

—Claro que puedo ver a mis amigos alrededor de la cancha —se excusó mientras lanzaba la botella, ahora vacía, al bote de basura. Sakuta esperaba que fallara, pero cayó justo dentro del bote.

—Acabas de pensar: “falla”, ¿verdad? —preguntó Yuuma.

—¿Puedes leer mentes?

—Lo tenías en toda la cara —replicó, golpeando ligeramente la cabeza de Sakuta.

—¿Futaba viene a menudo?

—Hmm, no lo sé, creo que a veces viene por cosas del club.

—Me pregunto por quién viene realmente —dijo Sakuta con una mirada insinuante.

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—Últimamente has sido muy directo.

—Es sólo que no te dejaré juguetear con Futaba.

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—Eso es decirlo de manera brusca —dijo Yuuma mientras comenzaba el partido de las chicas en el gimnasio—. Seré cuidadoso al respecto… ¿Para qué viniste? —preguntó como si fuera la pregunta más normal.

—¿No debería estar aquí?

—La escuela no te gusta tanto como para venir durante vacaciones.

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—Futaba ya me lo había dicho.


—¿Pasa algo con Futaba…? —preguntó Yuuma de repente luego de pensar por un momento.

—¿A qué te refieres con “algo”?

—No hay nada importante sobre mí, y estás aquí a pesar de ser vacaciones… así que pensé que tenía que estar pasando algo con ella.

Su lógica se basaba en que Sakuta estaba en la escuela… Era una conclusión a la que no hubiera llegado sin conocer muy bien a los dos.

—Kunimi-senpai, el entrenador quiere que vayas a analizar el partido —un estudiante de primer año aprovechó la brecha en su conversación.

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—Vale, ya voy —dijo Yuuma, se movió como si fuera a entrar, pero se detuvo y regresó su mirada a Sakuta—. Llámame si pasa algo.

—¿Hm?

—Con Futaba.

—Te hubiera llamado lo hubieras dicho o no. Más te vale llegar volando, aunque sea en medio de la noche.

—Yo no puedo volar por mi cuenta, así que, en su lugar, simplemente haré que mi bicicleta vuele —contestó con una sonrisa y se dirigió dentro del gimnasio.

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