Goblin Slayer

Volumen 5

Capítulo 6: Corona de Goblins

Parte 2

 

 

—¡Madre Tierra que rebosas de piedad, concédenos tu luz sagrada nosotros que estamos perdidos en la oscuridad!

Esa gran luz cayó sobre los goblins como el amanecer del sol.

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Era Luz Sagrada, concedida por la oración enervante del alma de la sacerdotisa.

A esta distancia, no sería suficiente para cegar a los objetivos, pero…

—¡ORARAGA!

—¡GROAAB!!

…fue más que suficiente para que los goblins se concentraran en un grupo de aventureros mientras que el otro se colaba en la fortaleza.

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El paladín goblin escupió una orden, junto con varias manchas oscuras de saliva, y los goblins empezaron a moverse. Las flechas continuaban cayendo, mientras una unidad de goblins salía del patio. Presumiblemente, el plan era inmovilizar al enemigo con flechas mientras avanzaban sus propias tropas. Eso estaba bastante claro.

—Sin embargo, mientras tengamos a su sacrificio, no pueden permitirse el lujo de actuar de manera demasiado agresiva —, dijo Goblin Slayer, sosteniendo su escudo redondo para proteger a la joven que se encontraba detrás de él de los proyectiles que se acercaban.

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Las flechas rebotaron en el escudo y se esparcieron por el suelo cercano. Él las pisó y destruyó sin piedad.

—Se siente bien ser el que tiene un rehén por una vez.

Goblin Slayer miró a la sacerdotisa y a Noble Fencer, y luego se giró para asegurarse un camino.

—Aquí vamos. Manténganse agachadas.

—¡Oh, sí señor! ¿Debería usar Protección…?

—No —, dijo Goblin Slayer. —Guárdalo.

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A la sacerdotisa sólo le quedaba un milagro. Y era mejor guardarlo y usarlo sólo cuando fuera necesario.


La sacerdotisa asintió obedientemente, pero su sonrisa fue algo traviesa. —Está bien —, dijo ella, luego, después de un segundo: —Pero si se pone peligroso, lo usaré.

—Confiaré en tu juicio.

Las palabras hicieron que su corazón bailara: ¡Él confía en mi juicio!

La hizo tan feliz el escuchar esa palabra, “confianza”, de Goblin Slayer.

—¡Sí señor! — Dijo en seriamente. Goblin Slayer asintió, y luego miró a Noble Fencer.

—¿Puedes correr?

—…Probablemente. — Era la respuesta más honesta. La chica se frotaba las esquinas enrojecidas de sus ojos. Todas las emociones que ella había estado reteniendo habían estallado, y quizás ahora se sentía diferente. Su expresión aún era evidentemente fría, pero ahora las perlas de cristal de sus ojos tenían una luz en ellas.

—Está bien. — Goblin Slayer sacó una antorcha de su bolsa, golpeó un pedernal y la encendió. Se la dio a Noble Fencer. Ella la tomó con firmeza, parpadeando ante la brillante llama.

—Eres nuestra retaguardia. Mantennos a salvo.





—…De acuerdo. — Asintió con una expresión seria. Algo suave envolvió su mano izquierda. Levantó su vista con sorpresa, para ver…

—Todo va a salir bien.

…a la sacerdotisa, sonriendo como una flor floreciente frente a ella.

—Hemos llegado hasta aquí. ¿Crees que vamos a dejar que nos derroten ahora?

—…Mmm.

Noble Fencer apretó la mano de la sacerdotisa. Entonces salieron corriendo, y comenzó la batalla.

Tanto si el enemigo se daba cuenta como si no, las puntas de las flechas de todos los goblins estaban sueltas. Ni las puntas estaban cubiertas de veneno. Quizás esto era un efecto de la batalla anterior, o quizás sólo guardaban rencor. Pero en la opinión de Goblin Slayer, ellos simplemente estaban tratando de imitarlo, pero haciendo un mal trabajo.

El método de tener las puntas de flecha sueltas hizo que las flechas temblaran, disminuyendo su precisión. ¿En qué pensaban los goblins, intentando disparar tales proyectiles desde lejos? El tiro a larga distancia ya era difícil para los goblins, por muy débiles que fueran. Y ahora usaban proyectiles cuyas puntas se rompían cuando golpeaban cualquier cosa. Un aficionado no preparado podría ser vulnerable a esas tácticas, pero las flechas apenas dañarían a alguien con una armadura medio decente.

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Aun así, esto era conveniente para él. El objetivo de su grupo era ganar tiempo. Ser la carnada. Estaban apoyando a sus aliados. Cada goblin que les prestaba atención los llevaba un paso más cerca de la victoria.

Eso, por supuesto, asumiendo que el sacerdote lagarto y los otros puedan llevar a cabo su parte del plan.

—Esto va a ser cada vez más difícil de manejar solo.

—¡Goblin Slayer-san! ¡Ya vienen! ¡Seis… no, siete!

La sacerdotisa dio una advertencia como para confirmar el murmullo que se le escapó.

Delante de ellos: un grupo de goblins corría por las murallas de la fortaleza hacia ellos, sus ojos dorados brillaban en la oscuridad. Tenían garrotes, lanzas y hachas con las que golpear a los aventureros, pisotearlos, destrozarlos, violarlos.

—Hmph.

Lo que hizo Goblin Slayer fue simple.

Desenvainó su espada mientras corría, y luego la lanzó.

—¡¿GAROAB?!

De repente, un goblin se encontró con una espada en el cuello; se agarró la garganta como si se ahogara mientras caía de las almenas, desapareciendo en la oscuridad.

Los goblins que quedaban no se sintieron especialmente intimidados por eso.

Mira. Ese estúpido aventurero acaba de tirar su arma. ¡Atacar! ¡Matar! ¡Hacerlo pedazos!

Pero ese fue su error.

—Primero, uno. Siguiente, dos.

—¡¿GARARA?!

El escudo de su mano izquierda se levantó, destrozando el cráneo del goblin que tenía delante. El filo afilado del escudo era un arma por sí mismo, e hizo su trabajo brillantemente.

Al protegerse del horrible rocío de la sangre de su enemigo, Goblin Slayer cogió el hacha de piedra de la criatura.

—¡Tres!

Mientras los goblins lo atacaran, Goblin Slayer no estaría desarmado.

La despiadada hacha de piedra llegó volando a las cabezas de la tercera y cuarta criatura, partiéndolas como a su anterior compañero.

—¡¿ORAG?!

Un cuarto. Un quinto. Un sexto. Cambiando un arma por otra y luego por otra, masacraba a los goblins con cada respiración.

Los goblins eran incapaces de usar sus números a su favor en las estrechas almenas, algo que los pequeños monstruos aún no habían entendido.

Los aventureros avanzaron contra los goblins, que se estrellaron contra ellos como una marea espantosa.

Por supuesto, Goblin Slayer no trató con todos ellos solo.

—¡GRARAB!

Una criatura usó su pequeño tamaño y esquivó a un lado, yendo hacia las mujeres.

—¡Toma esto!

— ¡¿GARO?!

Pero la sacerdotisa lo repelió firmemente con un golpe de su bastón. El daño que hizo fue mínimo, pero fue más que suficiente para aturdirlo.

—¡Por qué, !

—¡¿ORARAG?!

Y un goblin aturdido era presa fácil para Noble Fencer. Ella balanceó la antorcha como un garrote ardiente y envió a la criatura a caer de las murallas.

Sus hombros se encogieron, pero sus ojos miraban a la oscuridad.

—¡También vienen por detrás!

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—¿Cuántos?

—…No estoy segura. — Se mordió el labio. —¡Pero son muchos!

—Bien.

Goblin Slayer sacó despreocupadamente una botella de su bolsa y la lanzó atrás. Voló sobre las cabezas de la sacerdotisa y Noble Fencer con el sonido de una brisa pasajera, aterrizando directamente frente a los goblins que se acercaban.

Hubo un estruendo cuando el frasco de cerámica se rompió; el líquido viscoso que contenía se fue a todas partes. Noble Fencer probablemente nunca había visto u oído hablar de este líquido, pero la sacerdotisa lo recordaba.

Tenía muchos nombres: Aceite de Medea, petróleo… y gasolina.

—¡¿GARARARA?!

—¡¿ORAG?!

Había otras formas de matar a un enemigo además de cortarlo. Los goblins resbalaron y se deslizaron sobre el material resbaladizo, cayendo de las murallas. Con todas las criaturas reunidas en la parte superior de la pared, esto era de esperar.

Aun así, los goblins eran goblins. Pisotearon a sus camaradas caídos y superaron la gasolina, lanzándose a los aventureros, aunque su número había sido reducido.

—¡GRARAM!

—¡Hi-yaah!

Noble Fencer los golpeó enérgicamente. La antorcha parecía un gran pincel rojo, derramando chispas mientras pintaba la noche con él.

Un goblin recibió un golpe y se cayó de la pared. El segundo vino saltando hacia ella. Ella lo recibió con un golpe de la antorcha. El tercero ya estaba cerca ella, amenazando con escabullirse a un lado.

—¡Déjenmelo a mí…!


Fue la sacerdotisa. Noble Fencer no tuvo tiempo de responder ya que lidiaba con el cuarto goblin, al que golpeó repetidamente hasta que este dejó de moverse.

Sí, pero ahora el quinto y el sexto fueron…

¡No puedo seguir…!

Su brazo se hizo pesado mientras empuñaba la antorcha, sus movimientos se hicieron lentos; su respiración se tensó y su visión se nubló.

Ella podía oír el sonido de su propia respiración, su propia sangre latiendo. Había un zumbido en sus oídos que le hacía difícil oír.

Noble Fencer miró por encima de su hombro, buscando ayuda. Pero la sacerdotisa estaba batiendo su bastón tan rápido como podía, tratando de hacer retroceder la masa de criaturas que se acercaban.

—¡Malditos sean…! —, decía ella. —¡Siempre hay tantos de ellos…!

Goblin Slayer estaba justo delante de ella, y no serviría de nada esperar ayuda de él.

Noble Fencer podía sentir el rancio aliento goblin en su pálida mejilla; se estaban acercando mucho.

—Oh…

La humillación y la desesperanza que había experimentado en la montaña nevada volvieron a su memoria. El horrible olor de los goblins. Las implacables manos. La constante violencia y la cruel codicia. Las estúpidas sonrisas.

El pensamiento hizo que su cuerpo se pusiera rígido, su garganta contraída por el terror. La fuerza llegó a sus manos.

Pero en su mano izquierda había un calor inconfundible; en la derecha, una luz incesante ardía.

Una escena apareció ante sus ojos, la de Goblin Slayer en el sótano de la prisión, peleando su lucha.

—¡Ah…ahhhh!

Hubo un instante en el que su cuerpo se movió más rápido de lo que pensaba, lanzando la antorcha a los goblins.

—¡¿GAROARAARA?!

Desgraciadamente, ¿o quizás un poco afortunadamente?, su objetivo era uno de los goblins que ya había cruzado la gasolina. La llama se elevó instantáneamente sobre su piel, y cayó de las almenas, mientras se retorcía en agonía.

—¡GROOOB!! ¡GRAAB!!

Siempre, sin importar qué, los goblins confiarían en sus números. Otro goblin simplemente se adelantó y llenó el hueco.

—¡Hrrraah…!

Noble Fencer trajo su puño en un revés. En su mano había escondido la daga de aluminio con la que apuñaló a la criatura.

—¡¿GAROARAO?!

—¡M-Maldito seas…!

La daga enterrada bajo la clavícula del monstruo fue suficiente para acabar con su vida; ella pateó el cadáver, sacó la hoja y volvió a alzar la vista.

De repente, se dio cuenta de que la marea había disminuido. Esta era la pausa, de pocos y preciosos segundos antes de que llegara la siguiente ola. Noble Fencer inhaló profundamente, calmando su respiración.

Estaba segura de que nunca podría haber hecho esto hace unos minutos. Impulsada por la ira, arma en mano, lanzándose a la horda de goblins sin pensar ni en el pasado ni en el futuro. Y…

—Huff…puff…puff…

Pero luego estaba la sacerdotisa. Mientras tragaba aire, se negaba a soltar la mano de Noble Fencer. Sus dedos eran delgados y bonitos, y sin embargo… y sin embargo, cálidos.

—……

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Noble Fencer contempló la mano en silencio. El impulso de adentrarse entre los goblins no era suficiente para hacerla salir de las garras de la sacerdotisa. Después de todo, Goblin Slayer, que había rescatado a Noble Fencer, la había confiado a la sacerdotisa.

—Trece… Bien hecho.

El hombre habló sin siquiera mirarla y le lanzó una nueva antorcha. Ella se las arregló para atraparla, usando los momentos de paz entre las embestidas de los goblins para encenderla y agarrarla bien.

Miró brevemente al rostro de la sacerdotisa; el sudor corría por su frente y sus rasgos estaban rígidos por el nerviosismo, pero aun así le dio a Noble Fencer una sonrisa. Noble Fencer reflexionó que probablemente ella misma se veía de la misma manera.

Ella sabía que, para bien o para mal, la gente podía cambiar dramáticamente en el espacio de un instante.

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