Goblin Slayer

Volumen 5

Capítulo 4: Reconstruir

Parte 3

 

 

—¿Cómo está ella?

—Despierta.


Cuando Goblin Slayer bajó las escaleras, la sacerdotisa lo interrogó con preocupación en su voz, pero él respondió con indiferencia.

A diferencia de la discusión de antes, ahora no había aldeanos en la posada.

Era de noche para cuando Goblin Slayer y los otros regresaron. Si todos los goblins estaban muertos, entonces no había necesidad de que los aldeanos pasaran la noche en temerosa vigilancia. Sus días de ser atormentados por la oscuridad, el frío y el miedo habían terminado.

La única excepción era el jefe de la aldea. Tuvo la desgracia de recibir a los aventureros y fue el primero en escuchar su informe.

—Los goblins parecen haber construido un nido separado.

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No se podía culpar al jefe por la forma en que abrió la boca. ¿Cómo se suponía que su aldea, aquí en el norte, se prepararía para el invierno ahora? Tenían tan pocas reservas. Y ahora había llegado a esto. Los goblins de la cueva habían sido asesinados; los aventureros tendrían derecho a considerar concluida la misión. Los aldeanos tendrían que volver al Gremio, presentar otra misión y pagar otra recompensa.

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Si no lo hacían, la aldea simplemente sería destruida.

Por lo tanto, su alivio fue inmenso cuando Goblin Slayer anunció que su grupo continuaría trabajando contra los goblins. Pero eso no resolvió el problema del pueblo con las provisiones. La mesa alrededor de la cual se sentaba el grupo sólo tenía una comida modesta, en su mayoría verduras saladas.

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En un espacio libre entre los platos, una hoja de piel de cordero estaba abierta. Era el mapa de la montaña nevada que el cazador les había dado antes de atacar la cueva. Goblin Slayer tenía el mapa arreglado de modo que el norte quede al frente de donde estaba sentado.

—Oye —, dijo la elfa con los ojos medio cerrados. —¿Deberíamos dejarla sola?

—No lo sé.

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—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?

—¿Cómo podría saberlo? —, dijo Goblin Slayer, sonando un poco molesto. Podría ser brusco, abrupto y frío. Pero casi nunca gritaba. —¿Qué debería haberle dicho? “Lamento que tus amigos estén muertos, pero al menos sobreviviste.”

Esto quitó las palabras de la boca a la elfa. —Bueno… Bueno… — Ella abrió la boca, luego la volvió a cerrar, antes de decir finalmente, —Existe una forma sensible de decir las cosas.

La respuesta de Goblin Slayer fue breve, —Eso no cambia su significado.

Ahora que lo pienso…

La sacerdotisa se mordió el labio suavemente. Él tampoco había intentado consolarla en su propio caso. Ni cuando habían rescatado a la herida aventurera elfa de las ruinas. Él siempre era…

El débil sabor de la sangre era tan amargo que casi le hizo llorar.

Miró hacia Goblin Slayer, pero él no pareció darse cuenta.

—¿Cómo está tu herida? ¿Afecta en algo a tu movimiento?

La elfa frunció sus labios. Tales cambios drásticos de tema eran una especialidad suya. Por otra parte, él estaba preocupado por ella (¡aunque su preocupación era sobre todo matar goblins!), y ella no podía quejarse de eso.

—…Está bien. Incluso si todavía me duele un poco. He recibido tratamiento para ello.

—Ya veo. — Asintió. Su casco se estremeció por el movimiento. —En ese caso, pasaremos al aprovisionamiento de equipamiento. ¿Cómo van las cosas?

—Mm. — El sacerdote lagarto asintió sombríamente y acarició la bolsa de cáñamo que estaba a su lado. Su silla, alrededor de la cual se las había arreglado para envolver toda su cola, crujió. —He logrado obtener provisiones, aunque fueron bastante caras, ya que tuve que pedirles a los aldeanos que las sacaran de sus propias reservas.

—Ahí van nuestras ganancias… otra vez —, dijo la elfa con un suspiro. Intentaba sonar frustrada, pero una sonrisa tiró de las comisuras de sus labios. Ellos habían estado juntos durante casi un año, y ella se había acostumbrado a esto. Aunque su resolución de llevar a Goblin Slayer a una verdadera aventura no había hecho más que fortalecerse.

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—¿Qué es esto, entonces? ¿Preocupada por el dinero, Orejas Largas? Normalmente no eres de ese tipo. — El chamán enano rio a carcajadas, ya sea que entendiese o no lo que realmente estaba pensando la elfa. No contento sólo con el vino que usaba como catalizador, había conseguido otra jarra para seguir con esta conversación. Era un alcohol insípido, inodoro y fuerte; la botella había sido enterrada en la nieve y convertida en aguamiel. El chamán enano se lo bebió.

La elfa pensó que tendría resaca con sólo mirarlo. —Por supuesto que sí —, dijo ella, mirando al enano. —¡Las recompensas por matar goblins son miserables!

—Pero esta vez logramos rescatar a un aventurero —, dijo el sacerdote lagarto.

—Bueno, no todos los días ves a cinco o seis aventureros de rango Plata matando goblins, ¿verdad? — Dijo el chamán enano.

—Er… Yo sólo soy Obsidiana —, murmuró la sacerdotisa, y sonrió oscuramente.

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Ella sabía lo que era ser la única superviviente de un grupo aniquilado. Ella quería creer que no estaba forzando la interpretación, pero no podía evitar preguntarse qué tan diferente era realmente de esa Noble Fencer.

No sabía si era el destino o el azar… Pero cada vez que pensaba en los dados invisibles tirados por los dioses, sentía que algo así como la mierda se acumulaba en su corazón.

—Oye, me las arreglé para conseguir algo de medicina —, dijo el chamán enano. Vació su jarra, sirvió más, y luego volvió a beber.

—La hermana mayor de esa chica… — Goblin Slayer se detuvo un segundo. —La curandera, nos dijeron que era inexperta.

—Tal vez no pueda hacernos pociones, pero dijo que nos daría todas las hierbas que quisiéramos —, dijo el chamán enano con una amplia sonrisa. Luego se acarició la barba. —¿No crees que es el tipo de mujer que te conviene? Sería una buena esposa.

—No tengo idea.

—Um… —, la sacerdotisa estalló, incapaz de contenerse.

El chamán enano y Goblin Slayer, con su conversación interrumpida, la miraron, y al poco tiempo le siguieron el sacerdote lagarto y la elfa.

—Um, bueno… — Ella se avergonzó bajo la mirada colectiva. —Me pregunto qué vamos a hacer ahora —, dijo débilmente.

—Matar a los goblins, por supuesto. — La respuesta de Goblin Slayer fue tan fría como siempre. Él se inclinó sobre la mesa, mirando las jarras y platos que rodeaban su mapa. —Muevan los platos.

—Entendido —, dijo el chamán enano, como si de repente recobrara sus sentidos; agarró una patata al vapor de uno de los platos y dio un mordisco.

—¡Hey! —, dijo la elfa, quien pensó que tenía derecho sobre la comida. Ella quitó los platos que lucían muy maltratados.

Preocupado de que su licor pudiera ser recogido junto con el resto de los platos, el chamán enano tiró de su jarra y botella hacia sí mismo para protegerlos.

El sacerdote lagarto juzgó que la visión de ambos era “muy divertida”, sacando la lengua y vertiendo más vino en su jarra vacía.

—……

Cuando todo terminó, la sacerdotisa limpió silenciosamente la mesa.


—Bien —, dijo Goblin Slayer, asintiendo y reordenando el mapa en la mesa. Luego tomó un utensilio para escribir de su bolsa de objetos, un simple trozo de carbón pegado a un trozo de madera, y marcó la ubicación de la cueva con una X.

—Es obvio que esa cueva no era su morada.

—Sí, definitivamente era una capilla o algo así —, dijo la elfa, bebiendo un poco de vino de uva. —Aunque todavía no puedo creerlo.

—Creíble o no, esos son los hechos. Así que debemos reconocerlo. Aun así… — El sacerdote lagarto dio un suspiro sibilante, cerrando los ojos. Un segundo después, abrió a uno de ellos y miró a la sacerdotisa. Ella miró a su ojo y tembló. —…Me pregunto qué piensa nuestra honorable clériga.

—¡Oh! Uh… Um, Um, sí… — La sacerdotisa se enderezó rápidamente en su silla, agarrando su bastón, que yacía sobre sus rodillas. Estaba claro que él estaba tratando de mostrar algo de consideración por ella.

Tengo que responder.

Tomó un gran trago de vino, se lamió sus ahora húmedos labios. —Estoy de acuerdo con Goblin Slayer. Eran… ¿30?

—Treinta y seis —, dijo Goblin Slayer. —Ese es el número de ellos que matamos.

—No creo que treinta y seis de ellos pudieran dormir allí.

—Es cierto que el lugar no parecía tener mucho en cuanto a comida o vino o cualquier otra de sus cosas favoritas —, dijo el chamán enano.

La palabra “goblin” era prácticamente sinónimo de la palabra “estúpido”, pero eso no significaba que no tuvieran cerebro. La razón por la que no tenían tecnología para crear algo, era porque tendían a considerar saquear lo suficiente para satisfacer sus necesidades. Pero no se puede decir lo mismo de las cuevas en las que vivían. Si se hubieran instalado en una casa, o algunas ruinas, o alguna estructura preexistente, eso podría haber sido un asunto diferente. Pero una cueva…

Los goblins, a su desagradable manera, preparaban almacenes, lugares para dormir y cúmulos de basura. Como mínimo, uno habría esperado encontrar los restos de una de sus grandes festines por ahí, pero los aventureros no habían descubierto tales restos. Sólo habían encontrado aquel altar de piedra, un lugar que parecía una capilla, y una mujer a punto de ser ofrecida.

—Esto sugiere que su morada principal está en otro lugar —, dijo Goblin Slayer, haciendo un círculo en el mapa en la cima de una colina más allá de las montañas. —Según los lugareños, hay algunas ruinas antiguas en algún punto más arriba de donde escalamos.

—Las posibilidades de que los goblins tengan su base allí son muy altas. — El sacerdote lagarto asintió. —¿Tienes idea del tipo de ruinas que son?

—Una fortaleza enana.

—Hmm —, murmuró el chamán enano al mencionar su raza; tomó otro sorbo de aguamiel. —Una de las fortalezas de mi pueblo de la Era de los Dioses, ¿no? Eso significa que un asalto frontal arriesgaría nuestra vida e integridad física, Corta Barbas. ¿Probamos incendiarla?

—Tengo una pequeña cantidad de gasolina —, dijo Goblin Slayer, sacando una botella llena de líquido negro de su bolsa. —Pero supongo que la fortaleza está hecha de piedra. Un ataque de fuego desde el exterior no la incendiaría.

—Desde afuera… —, repitió la sacerdotisa, golpeando un dedo contra su labio. —¿Y qué hay del interior, entonces?

—Un buen plan —, dijo inmediatamente el sacerdote lagarto, abriendo sus mandíbulas y asintiendo. Pasó una garra por el mapa de piel de oveja, trazando cuidadosamente su ruta de marcha. —Los castillos infiltrados por el enemigo son y siempre han sido vulnerables.

—Pero, ¿cómo vamos a entrar? Estoy segura de que no podemos entrar por la puerta principal —, dijo la sacerdotisa con un tono de angustia.

Ante esa idea, las orejas de la elfa se alzaron, y ella se inclinó hacia delante. —¡Así que quieres colarte en una fortaleza! — Definitivamente se veía aturdida. Ella siguió murmurando, “Bien, bien” para sí misma, con sus orejas rebotando en sincronía con sus contemplaciones. —¡Bien! Esto casi empieza a parecer una verdadera aventura. ¡Genial!

—¿E-Esto es… una aventura?

—Claro que sí —, dijo la elfa a su brillante y alegre manera. Ella era naturalmente optimista, aunque era posible que estuviera mostrando un lado alentador. Nada decía que tenías que actuar deprimido sólo porque estabas en una situación deprimente.

—¡Montañas antiguas en lo profundo de tierras salvajes! ¡Una fortaleza elevada controlada por un poderoso líder! ¡Y entramos a hurtadillas y lo matamos!

Si eso no es aventura, entonces ¿qué es?

La elfa ofreció esta explicación con muchos gestos y ademanes, y luego miró fijamente a Goblin Slayer.


—Supongo que no estamos peleando con un Señor Demonio ni nada… pero con seguridad, no es la clásica matanza de goblins.

—Tampoco es una infiltración del todo —, murmuró Goblin Slayer. —El enemigo sabrá que hay aventureros alrededor. Debemos acercarnos con cautela.

—¿Tienes un plan? — Preguntó el chamán enano.

—Acabo de pensar en uno. — Goblin Slayer los miró. Su expresión estaba enmascarada por su casco, pero parecía estar mirando a sus dos clérigos.

—¿Sus religiones están en contra de los disfraces?





—Hmmm. Me pregunto —, dijo el sacerdote lagarto, sus ojos giraron. Entonces sus ojos de reptil se fijaron en la sacerdotisa y brillaron maliciosamente. Ella entendió su significado y sonrió suavemente.

No puedo dejar que todo el mundo me mime todo el tiempo.

—Creo… creo que depende del tiempo y de la situación.

—Está bien. — Goblin Slayer rebuscó en su bolsa de objetos y, al final, sacó algo. Rodó sobre la mesa, sobre el mapa, y luego cayó.

Era la marca que llevaba el símbolo del ojo del mal.

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