Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 7

Prólogo: La Niebla en los Bosques de Haltina

“Comandante. ¿Es realmente cierto lo que dijo el mensajero?” Un par de hombres caminaron a través de la densa neblina blanca. El menor de los dos era de piel oscura, y sus orejas se estrecharon hasta cierto punto. Era un demonio.

El hombre mayor se giró hacia su compañero y consideró la pregunta. Tenía una expresión severa, que solo correspondía a su edad, y arrugas más profundas que el Desfiladero Reisen.

“Vice-Capitán Celeka. ¿Quieres decir que nuestros mensajeros nos están mintiendo?” El hombre entonó gravemente.

“N-No, por supuesto que no. Nunca se me ocurriría… Mis disculpas, Comandante Davros.” El joven llamado Celeka agitó la cabeza apresuradamente.

Davros miró a Celeka, la reprimenda en su mirada clara. Celeka era un miembro de alto rango del ejército. Alguien de su posición no debería haber hecho comentarios descuidados como ese. Especialmente no al oído del ejército marchando detrás de ellos.

“Nuestros mensajeros estaban dispuestos a sacrificar a los monstruos que les habían dado para entregarnos ese informe. No hay duda de que todo es verdad.”

“Pero… No puedo creer que Freid-sama realmente estuviera tan malherido… y pensar…” Pensar que el enemigo sobrevivió a Freid atrapándolos en el Gran Volcán Gruen mientras estaba en erupción. Celeka no terminó el resto de su frase.

Sin embargo, Davros entendió exactamente lo que intentaba decir.

“Todo lo que significa es que los humanos tienen a alguien tan poderoso de su lado.”

“No puedo creerlo. ¡Estamos hablando de Freid-sama! Tenía a Urano con él, junto con un ejército personal de monstruos… ¿Realmente pudo haber perdido?”

Aunque mantenía la voz baja, Celeka no podía ocultar su angustia.

Davros una vez más miró con reproche a su vice-capitán. Celeka engulló y cerró la boca con pinzas. Aunque si era honesto, Davros no culpó al chico por estar tan preocupado.

Habían pasado dos meses desde que Davros había sacado a su escuadrón de élite de Garland, el reino de los demonios, y se dirigió a explorar los bosques de Haltina. Buscaban la verdadera entrada al laberinto que se escondía en su interior.

Todo el bosque era una región sin mapas habitada por hombres bestia y monstruos. Una densa niebla cubría los árboles durante todo el año, confundiendo los sentidos y haciendo imposible la navegación. Sólo los hombres bestia y los monstruos nativos del bosque eran inmunes a los efectos de la niebla.

Freid Bagwa, comandante supremo de las fuerzas de Garland, había ordenado a los escuadrones de élite que buscaran los otros laberintos y los conquistaran. La fuente de su propia fuerza había venido de la conquista de uno de los laberintos y de la obtención de los secretos de una de las antiguas magias guardadas en sus profundidades.

Freid quería que el mayor número posible de sus hermanos fueran capaces de usar la magia antigua, por lo que había enviado a los mejores de sus hombres a buscar los otros y absorber sus fuerzas.

Davros era uno de los comandantes más antiguos de Garland, y tanto Freid como el señor de los demonios confiaban en él implícitamente. Lo habían seleccionado para esta misión porque creían que era capaz de manejar el mar de árboles y el verdadero laberinto que estaba en sus profundidades.

Davros puso gran fe en las opiniones de Freid y su rey, y creyó en su propia fuerza. Aunque sabía que las pruebas de los laberintos eran peligrosas, creía que podía enfrentarse a lo que le esperaba.

Especialmente porque tenía una carta de triunfo imbatible.

“Grrr.”

“Screeech”.

Los montes monstruosos que Davros y su unidad estaban montando gruñeron, con los pelos alzados. Sus gritos sonaban como chillidos de metal sobre metal.

Eran criaturas poderosas, concedidas a Davros por Freid. No sólo eran inmunes a los efectos de la niebla, sino que eran mucho más fuertes que la mayoría de los monstruos. Y eran la carta de triunfo de los demonios.

Todas las demás unidades que Freid había enviado a conquistar ciudades clave y descubrir las localizaciones de los laberintos restantes también habían poseído monstruos que él mismo había creado.

Mientras tuvieran los monstruos de Freid, serían imbatibles. Todos los demonios que Freid había enviado habían estado seguros de ello.

La fe de Davros en su dios y en la supremacía de su raza había sido absoluta, y había estado seguro de que podrían probar la superioridad de los ideales de los demonios a través de su inevitable victoria.

Pero ahora, Davros no estaba tan seguro. No después de todos los informes que había oído.

Para encontrar su camino a través del bosque, Davros había tenido que depender de los monstruos de Freid. Encima de eso, necesitaba traer una fuerza considerable con él. No había forma de saber a cuántos hombres bestia y monstruos tendría que enfrentarse por el camino, y enfrentarse a todo eso solo habría sido difícil. Eso significaba que no podían confiar en los monstruos aéreos para transportarlos.

Después de todo, no importaba lo fuerte que fuera Davros, y no importaba lo poderosos que pudieran ser los monstruos de Freid, no quería alertar a Verbergen de su presencia. Una gran multitud de monstruos aéreos que pasaban por el bosque habrían hecho precisamente eso. Combatir a Verbergen de frente con sus números habría sido imprudente, así que se aferró al sigilo.

Empezó siguiendo el borde sur del desfiladero Reisen hacia el este, y entró en el bosque desde el lado sur. Los bosques de Haltina se extendían unos pocos cientos de kilómetros en el continente sur, por lo que entrar había sido una tarea sencilla.

Después de eso, habían viajado hacia el norte, pegándose a lugares donde los árboles eran menos densos.

Mantener el contacto con Garland había sido fácil, ya que los demonios controlaban los límites del bosque.

Davros esperaba escuchar informes triunfantes sobre cómo cada demonio había llevado a cabo sin problemas su respectiva misión. En cambio, esto fue lo que recibió:

Misión para paralizar la producción agrícola humana y asesinar a la Diosa de la Fertilidad. Fracasó. Lace, el demonio a cargo de la misión, ha sido gravemente herido. No volverá al servicio activo. Todos los monstruos bajo su mando fueron aniquilados.

Misión de conquistar el verdadero Laberinto del Gran Orcus y solicitar a los héroes humanos de nuestro lado. Fracasó. Cattleya, la demonio a cargo de la misión, fue asesinada en acción. Todos los monstruos bajo su mando fueron aniquilados.

Misión para conquistar Ankaji. Fracasó. Logan, el demonio a cargo de la misión, regresó a salvo. La mayoría de los monstruos bajo su mando fueron aniquilados.

Uno tras otro, Davros escuchó informes de que sus camaradas habían sido derrotados. Cada vez que alguien del escuadrón de mensajeros venía a informar, era con una expresión sombría en su cara.

Sin embargo, el informe más increíble había llegado justo cuando el equipo de Davros se acercaba a Verbergen.

El general Freid cruzó fuerzas con un enemigo desconocido en el Gran Volcán Gruen. Sufrió heridas graves y se vio obligado a abandonar el volcán. Actualmente se está recuperando.

Freid, el invencible héroe demoníaco, había sufrido su primera derrota. Davros se había quedado totalmente conmocionado cuando se enteró. Se alegró de haber ordenado al mensajero que sólo informara a sus comandantes de este informe.

De otro modo, la moral de sus hombres se habría hecho pedazos. El hecho de que su vicecapitán hubiera acudido a él justo después de que se hubiesen reunido demostró que guardar silencio al respecto había sido la decisión correcta.

Naturalmente, el propio Davros también se sintió muy perturbado por la noticia. Aún así, más que eso, estaba furioso. Furioso con este recién llegado humano que se atrevía a oponerse a la raza elegida y a escupir sobre lo que debería haber sido su gloriosa conquista.

“Comandante, parece que hay un asentamiento frente a nosotros. Hemos entrado en el territorio de los hombres bestia.” Davros asintió al informe de Celeka. Estaba decidido a enviar el primer informe positivo a la capital, para compensar las pérdidas de sus camaradas.

“Escuchen, hombres. Ahora mismo, el general Freid habrá comenzado la invasión de la capital de Heiligh, mientras que el escuadrón de Divoff debería estar en el lugar para asesinar al emperador. Ellos seguramente tendrán éxito y traerán gloria a nuestra gran nación. No hay mayor vergüenza que volver a casa con las manos vacías mientras nuestros compañeros tienen éxito”. Celeka y los demás comenzaron a arder con una sed insaciable de sangre. Sus monstruos rugían su aprobación con sus extraños y metálicos chillidos. Se trataba de una nueva especie que Freid había creado recientemente.

***

Desafortunadamente para Davros, su convicción vino de la ignorancia. No era consciente de que el mismo enemigo que había derrotado a Freid aparecería una vez más en la capital y frustraría sus ambiciones. O que un ejército de soldados extremadamente poderosos y sanguinarios, entrenados por ese mismo hombre, llamaron a este lugar su hogar.

No sabía que esta invasión que creía sencilla se convertiría en la peor pesadilla de su vida.