Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 6

Epílogo: El Hallazgo de los Hombre Conejo

Una espesa niebla cubría los bosques de Haltina. Este vasto mar de árboles era la parte menos explorada de Tortus, y era considerado uno de los Siete Grandes Laberintos.

La niebla que cubría el bosque hacía imposible ver más de unos pocos metros en cualquier dirección. El bosque en sí mismo no podía ser atravesado, ni por medios mágicos ni mundanos.

Era bien sabido que defenderse de los peligrosos monstruos que acechaban en el bosque con la mitad de sus sentidos bloqueados era casi imposible. El hombre bestia, la única especie no afectada por la neblina engañosa del bosque, merodeaba las profundidades del bosque, matando a cualquier humano que tuviera la suerte de sobrevivir a los monstruos. Fue por esta razón que la gente se refirió a ella como el Bosque de los Olvidados. Ni los humanos ni los demonios tenían ninguna esperanza de regresar una vez que entraban en sus profundidades poco atractivas.

Precisamente debido a estas duras condiciones, los hombres bestia habían hecho de los Bosques de Haltina su hogar. El mar de árboles actuaba como una barrera natural contra el mundo exterior.

Dentro del centro del bosque estaba Verbergen, la más grande de las ciudades de los hombres bestia. Dentro de sus murallas, todas las razas de hombres bestia vivían juntas, y la ciudad se enorgullecía de ser el mayor ejército del bosque.

Fuera de la protección del bosque, los hombres bestia eran débiles. A diferencia de los humanos y los demonios, no podían usar la magia y a menudo eran cazados por deporte o para ser convertidos en esclavos. Pero aquí, en su fortaleza, eran invencibles. O al menos, lo habían sido. Hasta este fatídico día.

Árboles carbonizados cubrían el suelo. Una parte del bosque había sido completamente quemada. Más allá del paisaje infernal había un Verbergen transformado. Aullidos de lamentación y rugidos furiosos llenaron las calles.

El bosque, normalmente tranquilo, estaba en llamas.

Humo, ceniza y sangre llenaban las calles de la capital de los hombres bestia. Huellas de botas y huellas de animales cubrían el suelo del bosque, y muchas de las casas de las ciudades habían sido quemadas.

Los asaltantes de Verbergen ya no estaban aquí. Tampoco lo eran la mayoría de los ciudadanos de Verbergen. Pero no los habían matado. Habían sido secuestrados.

“Hmph. Seguro que les dieron una paliza. Lucharon hasta la muerte, y aún así no pudieron detenerlos”. Una sombra observó la ciudad destruida desde lo alto de las ruinas de la puerta principal.

Sus orejas de conejo ondeaban en el viento, y una brizna de humo pasaba junto a ellas. Aunque la gente a menudo pensaba en los hombres conejo como criaturas adorables e inofensivas, el que actualmente inspeccionaba los restos tenía un aspecto increíblemente canoso.

Cam Haulia, ya que era él, parecía más un veterano de guerra endurecido que un lindo conejo. Era el jefe del clan Haulia, y el padre de Shea. Una tras otra, más sombras se posaban a su alrededor. Abajo, varios hombres conejo se reunieron ante la puerta principal.

Todos eran miembros del clan Haulia. Todo el clan de Cam había llegado. Y todos parecían luchadores veteranos. Cualquiera que los hubiera visto se habría preguntado qué pasó con el estereotipo de que todos los hombres conejo eran criaturas gentiles, débiles y amantes de la paz. Estos hombres conejo tenían ojos de asesinos. Aunque Verbergen había sido destruida, todos sonreían sin miedo.

“Señor, he terminado de reunir información de los pueblos de los alrededores.”

“Escuchemos su informe.” Cam se cruzó de brazos y observó al recién llegado. Era un joven e imponente hombre conejo, con una cicatriz en forma de cruz en la mejilla.

Según el hombre conejo, muchos de los hombres conejo que no eran de Haulia y que vivían en Verbergen y las aldeas circundantes habían sido arrebatados por este nuevo enemigo.

“¿Sufriste alguna pérdida?”

“Por supuesto que no. Ningún Haulia sería tan tonto como para ser atrapado. Algunos de mis hombres están heridos, pero todos siguen en forma”.

“Bien. Organiza un equipo de persecución para seguir al enemigo. Yo tomaré el mando de la operación. Que todos los demás fortalezcan nuestras defensas y se preparen para el próximo ataque”.

“¡Entendido!” El joven saludó con fuerza y desapareció tan repentinamente como había aparecido.

Cam hizo que sus hombres retrocedieran unos pasos y aceptaron la destrucción de Verbergen.

“¡Esos malditos asesinos!” escupió, con un brillo asesino en los ojos.

Después de un momento de silencio, Cam dio órdenes en voz baja.

“La escoria que invadió nuestra tierra sigue ahí fuera en alguna parte.” Los otros hombres conejo se mojaron los labios con anticipación.

“Han secuestrado a nuestros hermanos, y planean hacerlos trabajar como esclavos.” Un oso de paso vio al grupo de hombres conejo sedientos de sangre. Gritó y rápidamente huyó en la otra dirección.

Supuestamente, los hombres oso eran los más fuertes entre los hombres bestia, pero uno acababa de huir de un grupo de hombres conejo. Parecía una niña que había visto un oso en el bosque.

Cam le ignoró y preguntó en voz baja.

“¿Dejaremos que esto se quede así?”

“¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!”

Los rugidos de los hombres conejo sacudieron los árboles. La gente de la ciudad que intentaba organizar los esfuerzos de rescate temblaba.

“¿Vamos a llorar hasta dormirnos, como solíamos hacerlo en el pasado?”

“¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!”

“Así es. ¡Nunca dejaremos esto en pie! No somos los mismos hombres conejo débiles que huían cuando las cosas se ponían peligrosas. ¡Y nunca volveremos a serlo! ¡En nombre de nuestro estimado jefe, expulsaremos a estos invasores de nuestra tierra!”

Cam habló con una pasión ardiente. Cerró el puño y lo lanzó al aire.

“¡Mostrémosles a estos bastardos lo afilados que son los colmillos de la raza más débil! ¡Les daremos una lección que nunca olvidarán! ¡Vamos a infundir miedo en los corazones de estos gusanos!”

“¡Córtenles la cabeza! ¡Arráncales las entrañas! ¡Arránquenles el corazón! ¡Mátenlos a todos!”

Hubo un suave crujido, cuando un monstruo parecido a un lobo huyó a la seguridad de su guarida. Había estado planeando hacer una cena con algunos de los hombres bestia que quedaban en Verbergen, pero después de ver cuán aterrador era el ejército de los hombres conejo, había corrido con la cola metida entre las patas.

La sed de sangre de los hombres conejo era tan grande que era palpable. Cam sonrió satisfecho mientras miraba a los frenéticos miembros de su clan. Respiró hondo y miró a su gente a los ojos.

“¡Hagamos que esos hijos de puta imperiales se arrepientan de haber pisado Haltina!” Cam golpeó su puño en la palma de su mano, como si estuviera bajando el martillo de la santa retribución.

En respuesta, los otros gritaron.

“YAHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!” Todo el bosque temblaba.

A lo lejos, las alarmas y los gritos de “¡Invasión enemiga! ¡El ataque del enemigo!” se oía. La gente que quedaba en Verbergen había confundido la sed de sangre de los hombres conejo con un ataque real. Considerando todas las cosas, era comprensible. La confusión y el caos se extendieron por la ciudad devastada.

Los hombres conejo ignoraron todo y continuaron gritando sus gritos de guerra. Un cierto monstruo del abismo los había entrenado bien. Su ira era tan grande que se podía sentir incluso a cientos de kilómetros de distancia.

***

“¿¡Hah!?”

“Whoa, Shea, ¿qué pasa?”

De regreso en el Palacio de Heiligh, las orejas de conejo de Shea se pararon y ella se puso de pie. Hajime gritó sorprendido, y Yue, Tio, y Kaori se giraron para ver que era la conmoción.

“Ah, lo siento, no te preocupes. Pensé que mi padre estaba haciendo sus gritos de gángster otra vez…”

“¿Qué diablos se supone que significa eso? De todos modos, ¿seguro que no estás sobreexcitada ya que volverás a ver a tu familia pronto?”

Hajime dijo eso con una sonrisa, pero Shea se sonrojó y asintió tímidamente, sus orejas de conejo aún erguidas.

“Tal vez. Espero que todos estén bien. Y espero que no se hayan mezclado en nada peligroso”.

“Quién sabe. Sé que en parte es mi culpa… pero esos tipos son duros. Y muy combativos ahora.”

“Gah, ahora me tienes preocupada. ¡Por favor, estén bien, chicos!”

Sus orejas empezaron a caer de un lado a otro. Shea esperaba que su oración llegara a su familia. Sin saber que, en este mismo momento, Cam y los otros estaban a punto de empezar una pelea contra el imperio. No sabiendo que la guerra a seguir tendría repercusiones alrededor del mundo, y cambiaría la posición de los hombres bestia para siempre. ¿Cómo podría saberlo? Nadie podía predecir lo que sucedería pronto.