Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 6

Capítulo 5: Los Eventos De Un Solo Día

Parte 4

 

 

“Yaegashi… podrías haber ayudado, sabes. Son tus amigos, ¿no?” Hajime caminó hacia el palacio y miró con desprecio a Shizuku, que estaba disfrutando de una taza de té.

Yue, que estaba sentada a su lado, también se levantó para servirle una taza a Hajime. Realmente era devota de Hajime.


Tan devota que cuando una horda de artesanos sedientos de sangre empezó a perseguirle por la ciudad, ella se había ido furtivamente junto con Shizuku.

“No pidas lo imposible. Es cierto que llegué a conocerlos bastante bien ya que trabajaron un poco en la katana que me disté, pero no había forma de hacer que pararan”.

“Debes estar cansado, Hajime.” Yue caminó hacia Hajime y tiernamente cogió su cabeza entre sus brazos. Le abrazó la espalda, y luego la llevó a su asiento.

“Eso es injusto. Yue te dejó también, así que ¿por qué…”

“¿De qué estás hablando? No hay forma de que te trate a ti y a Yue por igual, ¿verdad? Hay muchas cosas que me harían enojar si lo hicieras, pero si Yue lo hiciese no me importaría”.

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“Bueno, ya que es tu novia, puedo entenderlo, pero… Todavía quiero darte un puñetazo en la cara.”

El hecho de que Shizuku pudiera entender la diferencia en su trato no significaba que tuviera que gustarle. Además, aunque era natural que una pareja coqueteara entre sí, todavía le molestaba verlos coquetear frente a su cara.

Hajime sentó a Yue en su regazo y empezó a alimentarla con pasteles de té. Sólo soy una tercera persona, ¿no? Shizuku pensó para sí misma. Justo cuando estaba a punto de huir a la seguridad de la habitación de Kaori, la puerta de Hajime se abrió de golpe.

Todos se giraron para ver a un joven rubio de ojos azules parado en el pasillo. No podía tener más de diez años.

Miró a Hajime, su mirada creciendo en intensidad cuando vio a Yue sentada en el regazo de Hajime. Parecía que su intimidad molestaba al chico.

“¡Monstruo! ¡Cómo te atreves a hacerle eso a Kaori! ¿Y por qué estás jugando con otras chicas cuando la tienes? ¡Imperdonable!” El príncipe de Heiligh, Lundel S. B. Heiligh, entró en la habitación.

Golpeó sus manos en puños y corrió hacia Hajime con un rugido primitivo. No iba a estar satisfecho hasta que golpeara a Hajime.

Hajime cogió despreocupadamente un terrón de azúcar de la bandeja de té que tenía junto a él y se lo tiró a Lundel. Voló más rápido de lo que los ojos de Lundel podían seguirle y le golpeó directamente en la frente. Cayó al suelo, la parte de atrás de su cabeza golpeándose contra el suelo. Luego, se acunó con la cabeza en las manos y rodó por el suelo con dolor.

Finalmente, se recuperó lo suficiente como para levantarse y atacar de nuevo a Hajime, por lo que Hajime disparó otro cubo de azúcar. Este golpeó a Lundel con tanta fuerza que su cabeza retrocedió. El cubo rebotó en el aire mientras que Lundel se elevó unos metros antes de estrellarse contra el suelo.

“¡Su Alteza! ¿Cómo te atreves a hacerle eso al príncipe heredero?”

“¡Te mataré por eso!”

“¡Señores, protejan al príncipe heredero!”

Los guardaespaldas de Lundel entraron en la habitación y corrieron hacia Hajime.

¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! Cada guardia se encontró con un cubo de azúcar que los hizo volar en una hermosa voltereta.

Pero Lundel y sus guardias fueron más duros de lo que Hajime esperaba, y se levantaron. Impresionado por su persistencia, Hajime agarró un puñado gigante de terrones de azúcar y los despidió a todos.

¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! Cubos de azúcar chocaron contra los guardias a la velocidad de una ametralladora. Lundel y sus guardias cayeron al suelo, como si estuvieran teniendo un ataque.

Aunque Hajime se aseguró de no usar demasiada fuerza, los cubos seguían doliendo.

Shizuku observó con asombro como Hajime seguía atormentando al príncipe y a sus guardias. Para cuando finalmente recobró la cordura lo suficiente como para intentar detenerlo, todos estaban tumbados en el suelo retorciéndose de dolor.

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Hajime se detuvo cuando se le acabaron los terrones de azúcar y observó los daños. Lundel estaba tirado en el suelo llorando a gritos.

No había sido gravemente herido, pero el aluvión de ataques le había roto el alma.

Sus guardias corrieron hacia él, intentando tranquilizarle.

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“¡No se preocupe, Alteza, las heridas no son muy profundas!”

En ese momento, Liliana entró en la habitación y analizó la escena. Shizuku regañaba a Hajime por ir demasiado lejos, mientras que Hajime la ignoraba y seguía sorbiendo su té. Yue se sentó en su regazo, llenándose de pasteles de té. Lundel estaba llorando en el suelo mientras sus ayudantes trataban de consolarlo.

Se dio un masaje en la frente, entendiendo más o menos la situación a partir de esa única imagen.

“Parece que llegué demasiado tarde…”

“Princesa. Creo que tu hermano es un poco inestable mentalmente. ¿Crees que podrías cuidar de él por nosotros?”

¿Y de quién es la culpa de que esté así? Liliana quería gritarle a Hajime, pero en parte fue culpa de Lundel por haber empezado las cosas, así que en vez de eso, suspiró fuertemente y fue a consolar a Lundel.

La fuente de la ira de Lundel fue, por supuesto, lo que le había ocurrido a Kaori. Cuando vio lo diferente que parecía Kaori, Lundel había pedido saber lo que había pasado.

Las respuestas que había recibido básicamente apuntaban a que Hajime era el culpable. Solo eso le había enfadado bastante, pero cuando vio lo cariñosamente que Kaori hablaba de Hajime, su ira alcanzó un tono de furia y fue tras él.

Entonces, cuando vio a Hajime, el hombre que había forzado a Kaori a entrar en un nuevo cuerpo (o al menos se había convencido a sí mismo), el hombre al que Kaori amaba más que a nadie, abrazado a los brazos de otra chica, lo enloqueció por completo y corrió hacia él.

Se creía el valiente caballero que rescataba a la pobre princesa de las garras del señor de los demonios. Tristemente, el señor de los demonios contra el que se enfrentaba era mucho más fuerte que él.

Lundel ni siquiera había podido acercarse a Hajime. Le habían golpeado con una mano y una bandeja llena de terrones de azúcar. Era la vergüenza de una derrota tan humillante lo que le había hecho llorar, no el dolor.

Sollozaba en el pecho de Liliana, llorando su nombre una y otra vez.

Tal vez realmente fui demasiado lejos. Pensó Hajime mientras se rascaba torpemente la mejilla.

Shizuku le disparó otra mirada enfadada. Sí, eso fue probablemente muy inmaduro.

Lamentablemente, los dolores de cabeza de Lundel estaban lejos de terminar. Porque fue entonces cuando Kaori entró en la habitación.

“Oh, Príncipe Lundel. Y Lily, ¿tú también estás aquí…? Espera, ¿Lundel está llorando? ¿¡Qué pasa!?”

“¿¡K-Kaori!? Uhh, no estaba llorando en los brazos de mi hermana ni nada…” Lundel rápidamente se retiró y secó sus lágrimas. Ningún hombre quería ser atrapado llorando en los brazos de su hermana por la chica que amaba.

Kaori podía fácilmente decir lo que había pasado cuando vio las expresiones de Hajime, Shizuku, y Liliana. Reprendió a Hajime, pero de una forma que hizo más daño a Lundel que a su objetivo.

“Cielos… Hajime-kun. No hagas llorar al príncipe. No deberías estar intimidando a los niños pequeños”.

“Oye, él es el que vino a mí. Sólo pensé en castigarlo un poco por ello…”

El hecho de que Hajime nunca lo hubiera tomado en serio en lo más mínimo sorprendió a Lundel. Pero lo que más le dolió fue la forma en que Kaori había hablado de él. Lundel se agarró el pecho y se quejó de dolor.

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“Castigarlo… ¿Al menos tuviste cuidado con él? ¡Recuerda, el príncipe sigue siendo un niño!” El dolor abrasador en el pecho de Lundel se multiplicó por diez. Ser tratado como un niño por la mujer que amabas era la mayor vergüenza que un hombre podía sufrir.

“Por supuesto. Sólo le tiré unos terrones de azúcar. Mira, ni siquiera está tan herido. No creerás que le apuntaría a un niño con mi arma, ¿verdad?”

“Pero estaba llorando en los brazos de Lily… Además, mira lo roja que está su frente. ¿Cómo pudiste arruinar su linda carita? Sé que es un poco propenso a malinterpretar las cosas y a precipitarse sin pensar, pero Lundel es un buen chico de corazón. Deberías ser amable con él…”

Y ahora Kaori estaba señalando lo guapo que se veía. Además, ella había visto claramente a través del hecho de que él había estado llorando en los brazos de su hermana mayor. Lundel cayó a cuatro patas y bajó la cabeza desesperado.

“Uh oh…” Lily murmuró para sí misma. Los guardaespaldas de Shizuku y Lundel le rogaron a Kaori que se detuviera. Cualquier otra de sus púas verbales involuntarias, y estaban preocupados de que ella pudiera realmente matarlo.

Desafortunadamente, Kaori aún no había terminado. Se acercó a Lundel y habló con una voz llena de preocupación,

“¿Estás bien? Mira, Hajime-kun, fuiste demasiado duro con él…”

“No, en serio, estoy bien. Y lo que es más importante, Kaori… ¿Qué piensas de mí?” Aunque estaba cubierto de cicatrices, Lundel se armó de valor para hacer la pregunta que ardía en su corazón.

“¿Qué pienso de ti? Veamos… Estoy un poco celosa de Lily, supongo. Ojalá tuviera un hermanito alborotador como tú”.

“Gah… Hermano pequeño…”

Kaori pronunció esas palabras con una sonrisa, pero eran veneno para los oídos de Lundel.

¿Por qué tienes que echar sal en la herida del pobre chico? Se gritó a sí misma Shizuku. Ella le imploró a Lundel que la dejara antes de que le hiciera más daño con su mirada.

Lundel, desafortunadamente, tuvo demasiado coraje para detenerse ahora. Su padre había muerto hacía sólo unos días, y hasta hace poco tiempo lloraba en brazos de Liliana y de su madre todas las noches. Pero el otro día hizo una promesa en la tumba de su padre. Que sería fuerte. Y no iba a volver atrás en su palabra. Él sería rey algún día. No podía permitirse ser tan débil que un poco de dolor pudiera disuadirlo.

“Entonces… ¿prefieres estar con él? ¿Qué tiene de bueno ese tipo?” Lundel miró con ira a Hajime. Era obvio que se creía el mejor hombre. Incluso ahora, Yue estaba anidada en el regazo de Hajime. No puedes culpar a Lundel por pensar que Hajime era un mujeriego terrible.

Tristemente, Kaori había puesto su corazón solo en Hajime y Hajime.

“¿Eh? ¿Qué es todo esto de repente? Cielos, eso es tan vergonzoso. Pero, fufu, sí, supongo que sí. Es el hombre que más amo en el mundo. En cuanto a lo bueno de él, bueno… todo. Fufu…”

Con eso, los puntos clave de Lundel finalmente alcanzaron cero. Se hundió a cuatro patas de nuevo, temblando todo su cuerpo.

Kaori se frotó preocupadamente la espalda, pero apartó la mano de ella y se puso en pie con dificultad. Una vez que se levantó, corrió hacia la puerta.

Antes de partir para siempre, se giró hacia la puerta y gritó.

“¡Los odio a todos!” Después de eso, corrió por el pasillo y se perdió de vista.

Lágrimas brillaron en sus ojos mientras huía de la habitación. Sus gritos resonaron fuerte por los pasillos.

Sus asombrados guardaespaldas recobraron el sentido y lo persiguieron a toda prisa.

“Eso es juventud para ti.”

“No suenes tan despreocupado… Es tu culpa que esté llorando ahora mismo.”

“No. Quiero decir, supongo que yo lo empecé… pero Kaori fue la que acabó con él.”

“Grr, no puedo negar que…”

Hajime y Shizuku charlaron mientras veían marchitarse el primer amor de Lundel de una manera espectacular. Kaori fue tras Lundel, pero Liliana la detuvo. Kaori ya había hecho suficiente daño. Liliana sabía que a su hermano le habría roto el corazón Kaori, así que estaba preparada para esto. Dormiría con él esta noche y lo consolaría como siempre. Lundel sería el rey de Heiligh muy pronto. Probablemente fue mejor que experimentara que le rompieran el corazón una o dos veces antes de tener que lidiar con los rigores de la realeza.

Liliana cerró la puerta de la habitación y caminó hacia Hajime, con Kaori siguiéndola. Parecía que había venido aquí no para encontrar a Lundel, sino para hablar con él.

Se sentó en el asiento junto a Shizuku mientras Kaori intentaba situarse al otro lado del regazo de Hajime. Siguió un corto combate de lucha entre Kaori y Yue, donde cada uno intentó empujar al otro.

Al final, ambas permanecieron sentadas en el borde de las rodillas de Hajime, con los brazos cruzados. Si Kaori hubiese estado en su viejo cuerpo, no hubiese tenido ninguna oportunidad contra Yue. Aunque Yue se había especializado en magia, su habilidad para controlar directamente el maná y fortalecer su cuerpo aún había puesto a su legua por encima de Kaori. Pero en su nueva forma, Kaori era la que tenía la ventaja.

“Kaori… te has vuelto tan fuerte…” Murmuró Shizuku.

“Uh, Shizuku. ¿Podrías dejar de verlas y separarlas ya?” Contestó Liliana, mirando preocupada a Yue y Kaori.

La conmoción de la muerte de Kaori, aunque temporal, había convertido a Shizuku en una mujer mucho menos capaz de lo que había sido. Dejar que la única persona con sentido común que quedaba en su clase se metiera en un lío lloroso era algo que Hajime quería evitar, así que golpeó la frente de Kaori y la obligó a sentarse a su lado.

“Aww, ¿por qué siempre es Yue?”

“Fufu, soy la única permitida en el regazo de Hajime.”

“¿Podemos regresar al tema, por favor…?” preguntó Liliana con indecisión. Todos la ignoraron.

“Hajime-kun…”

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“No me mires así, Kaori. ¿No es suficientemente bueno sentarse a mi lado?”

“Bien. Puedes quedarte con su mano”.

“¿Eh? ¿En serio? ¿Entonces puedes acariciar mi mejilla como siempre haces con Yue? ¿O es demasiado?”

“Si eso es todo, entonces no me importa, supongo.”

“Ehehe, gracias, Hajime-kun.”

“Está bien, esperaré. Esperaré hasta que termines. Entonces finalmente me escucharás, ¿verdad? Sniffle…” Liliana sollozó para sí misma, habiendo perdido completamente su oportunidad de meterse en la conversación.





Fue solo gracias a la intervención de Shizuku que Hajime y las demás finalmente volvieron a prestar atención a la princesa. Ahora que ya estaba harta de Kaori, Shizuku había vuelto a ser normal y seria.

El hecho de que Hajime estuviese dispuesto a complacer a Kaori ahora demostraba que su vínculo se había hecho más profundo, pero Shizuku sabía que no era el momento de pensar en eso.

“Ejem. Lo que quería discutir eran los rumores que me pedisteis que difundiera sobre el destino de la Santa Iglesia, Nagumo-san…. Sorprendentemente, la gente les cree. Parece que la fama de Aiko-san como diosa de la fertilidad es mayor de lo que esperaba”.

“Ya veo. Bueno, la gente cree lo que quiere, después de todo. Especialmente cuando la historia es exagerada y sentimental. No pensé que habría ningún problema. La verdadera pregunta es qué tan bien se mantendrá la historia cuando la gente empiece a cavar más profundo… Bueno, no tiene sentido preocuparse por eso.”

“Ciertamente. Aunque todavía me cuesta creer que toda nuestra fe fue construida sobre una mentira…. Está bien si uno o dos individuos lo saben, pero si la verdad se hace pública, tendremos disturbios en las calles. Tu sugerencia fue un verdadero salvavidas, Nagumo-san. Muchas gracias.” Liliana agradeció a Hajime, una expresión de preocupación en su rostro.

Shizuku ladeó la cabeza, preguntándose de qué estaba hablando su amiga. Resultó que le había pedido a Liliana que difundiera rumores sobre la destrucción del templo principal. No podrían ocultar el hecho de que la catedral había sido volada para siempre, y cuanto más rápido el palacio diera una explicación, mejor.

Naturalmente, sin embargo, Hajime sabía que Liliana no podía decirle la verdad a la gente. El hecho de que Ehit, el dios que todo el mundo alababa, fuera en realidad un monstruo indiferente que trataba a la gente como juguetes, habría hecho que la gente entrara en pánico. Especialmente si descubren que todos los sacerdotes y obispos en los que ponen su fe son en realidad maníacos trastornados.

Por lo tanto, Hajime había redactado una explicación alternativa y se la había pasado a Liliana. Ella había usado eso como base para lo que le había dicho a la gente.

Es decir, que un dios malvado había lavado el cerebro a los obispos de alto rango. Liliana había afirmado que ellos habían sido los que traicionaron la capital a los demonios.

Por eso, según Liliana, Aiko había tomado las armas contra la iglesia corrupta a regañadientes.

El Papa Ishtar había luchado valientemente junto con ella y murió en el conflicto resultante.

Supuestamente la espada de Aiko se había convertido en una columna de luz en medio de la lucha, que era el enorme rayo que había matado al ejército de demonios.

O al menos, esa era la historia que Liliana contaba a la gente.


No era la verdad, pero técnicamente tampoco era mentira. Como mínimo, los hechos más importantes eran ciertos.

Además, Aiko había ido por ahí diciéndole a la gente que este nuevo dios maligno andaba por ahí haciéndose pasar por Ehit. Y que si querían ser fieles a las enseñanzas del verdadero Ehit, tenían que empezar a pensar por sí mismos. De lo contrario, se perderían. Necesitaban decidir lo que estaba bien y lo que estaba mal para ellos mismos, y no sólo confiar en las enseñanzas de la Santa Iglesia. Sólo así podrían honrar la memoria de Ishtar. Además de dar tales discursos, Aiko también había asistido al funeral de Ishtar.

En otras palabras, el plan de Hajime había sido crear un “buen Ehit” ficticio y decirle a la gente que Aiko trabajaba para él. De esa manera podía fingir que todos los problemas provenían de este falso dios malvado que en realidad era el verdadero Ehit, y plantar las primeras semillas de duda en las mentes de la gente.

Si tanto el dios malo como el “buen Ehit” se llamaran a sí mismos Ehit, entonces la gente no podría poner ciegamente su fe en “Ehit”. Tendrían que pensar por sí mismos si alguien que invocara el nombre de Dios estaba predicando algo bueno o malo.

Esta historia también ayudó a evitar el pánico que ocurriría si Liliana hubiera dicho a todo el mundo que el dios en el que creían era un lunático trastornado. Pero lo que es más importante, significaba que, si Hajime alguna vez tenía que enfrentarse seriamente a Ehit, podría contar con la ayuda de la gente.

“Ya veo. Te gusta planear con mucha antelación, Nagumo-kun. Supongo que por eso sólo le dijiste a Ai-chan la verdad de lo que habías aprendido al principio…”

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“Espero que no pensaras que soy un cabeza dura sin cerebro. Sin embargo, por lo general son cosas que se me ocurren en el acto y las intento con la esperanza de que funcionen. No es una gran pérdida si no lo hacen, y siempre puedo recurrir a disparar a través de las cosas si tengo que hacerlo…”

“Fufu. No quise decir eso. Estaba elogiando tu previsión. En todo caso, es tranquilizador que pienses tan a largo plazo”.

Shizuku miró a Hajime, impresionada. Simplemente se encogió de hombros en respuesta. Kaori y Yue miraron a Shizuku, enfadadas porque ella entendía a Hajime de alguna forma que ellas no entendían. Shizuku se puso en marcha cuando notó sus miradas y tartamudeó.

“¿Qu-qué? ¿Qué pasa?”

“Yue, ¿qué te parece?”

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“Hmm… Todavía está bien. Sólo son amigos por ahora”.

“Supongo. Por ahora, de todos modos…”

“Mhm… Debemos tener cuidado.”

Yue y Kaori se susurraron entre si. Shizuku no podía escucharles, pero tenía la sensación de que se estaba hundiendo y sabía lo que estaban discutiendo. Y una vez más, Liliana fue ignorada.

Hajime les miró con recelo, preocupado por sus susurros. Cuando esas dos empezaban a conspirar, nada bueno salía de ello.

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