Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 6

Capítulo 4: Traición

Parte 3

Normalmente, todo lo que la nigromancia era capaz de hacer era leer los últimos pensamientos del difunto, o crear un cadáver inyectando maná en los arrepentimientos persistentes que dejaron atrás. Los profesionales cualificados podían incluso reanimar los cadáveres, pero aun así carecían de sentido.

Sus habilidades serían inferiores a sus versiones vivientes, y como eran incapaces de pensar, los cadáveres tendrían que ser controlados directamente por el nigromante. Por supuesto, un simple comando como “ataque” no requería una gestión constante, por lo que un nigromante podría poner una horda de cadáveres en alguien sin tener que micro manejarlos a todos.

Pero algo como mantener una conversación completa como la que Nia y José habían estado haciendo debería haber sido imposible con sólo nigromancia.

Lo que Eri había hecho con su [Atadura del Espíritu] era arrancar los recuerdos y personalidades de sus víctimas de sus almas, e implantarlas en sus cadáveres.

En otras palabras, ella había interferido directamente con sus almas. Con sus propias habilidades, Eri había logrado crear una versión inferior de la magia antigua.

Así de abrumadora era su capacidad de nigromancia. A pesar de decir que era mala con la nigromancia, en realidad había sido una genio en ello. Además, había dedicado todo su tiempo libre a perfeccionar secretamente sus artes. Lo que era verdaderamente aterrador eran los motivos deformados que habían impulsado ese crecimiento.

De hecho, la única razón por la que Eri no había matado a todos los estudiantes de inmediato era porque sólo podía usar su [Atadura del Espíritu] en una persona a la vez.

Aun así, a Shizuku le resultaba difícil de creer que ni una sola persona se diera cuenta de que poco a poco estaba tomando el control del ejército. La [Atadura del Espíritu] de Eri llevó tiempo, y los primeros casos de soldados que actuaron de forma extraña habían aparecido hacía unos días.

De repente, un terrible pensamiento pasó por la mente de Shizuku.

“No me digas… que mataste a Ai-chan y a Lily también…”

“¿Hm? No, no los toqué. No tengo nada que ver con lo que les pasó”.

Shizuku respiró aliviada. Le preocupaba que Eri los hubiera eliminado porque se habían dado cuenta de su plan o algo así.

Eri vio algo de la tensión salir de Shizuku y sonrió malvadamente.

“Es demasiado pronto para relajarse.”

“¿Eh?”

“La chica que se llevó a Ai-chan da bastante miedo. Ella sabía lo que yo estaba haciendo, y decidió cooperar. Todas las personas más importantes del reino están bajo su control, ¿sabes? ¿Recuerdas cómo el rey y todos sus nobles empezaron a actuar raro recientemente?”

“¡Ah!” Shizuku no fue la única que se quedó boquiabierta. Yuka y los demás habían pasado los últimos días buscando por todas partes a Aiko, pero ahora descubren que había sido secuestrada.

Pensando en el pasado, el rey y sus ministros ciertamente habían estado actuando de manera extraña.

Pero nadie había sospechado que a todos en la cima del reino les habían lavado el cerebro.

“Sabes, estaba muy preocupada cuando me dijo que conocía mis planes. Pensé que tendría que terminar matándola”. Eri se quitó una imaginaria gota de sudor de su frente. Obviamente mucho más debe haber sucedido durante ese encuentro, pero Eri no se molestó en explicar nada de eso.

“De todos modos, es gracias a ella que todo fue tan bien. Pude acelerar mis planes de meses. ¡El mismo cielo está de mi lado! ¡Todo lo que hago tiene la bendición de Dios! No se preocupen todos, sus muertes no habrán sido en vano. ¡Pondré sus cadáveres en buen uso como vanguardia en el ejército de demonios!” Eri bailaba bajo la luz de la luna, revoloteando entre sus antiguos compañeros de clase y los cadáveres reanimados de los soldados que mató.

Los brazos abiertos, giró en círculo en el centro del patio. Ella realmente creía que sus acciones habían sido ordenadas por Dios.

Finalmente, dándose cuenta de que hablaba en serio, Kouki interrumpió su trastornado cacareo.

“¡Ngh, para esto, Eri! Si sigues así, realmente…”

“¿No me perdonarás? Ajá, sabía que dirías eso. Eres muy amable, Kouki-kun. Pero sabes, es por eso que toda esta basura siempre gira hacia ti. Así que voy a tener que obligarte a ti también. ¡Así sólo me mirarás a mí y sólo dirás lo que yo quiera! ¡Serás mío y sólo mío! Aaaah, va a ser tan maravilloso!” Eri se abrazó a sí misma y se estremeció de éxtasis. Nadie podía creer que era la misma chica tranquila, pensativa y literaria que todos conocían.

Se había vuelto loca. Esa fue la única explicación.

Aunque [Atadura del Espiritu] conservó parte de la personalidad y los recuerdos originales del anfitrión, el nigromante aún tenía el control total de ellos. Ninguna persona cuerda querría un títere no-muerto como amante.

“Esto no es real… ¡no puede ser! La Eririn que conozco… ¡nunca haría algo así! Alguien… ¡Alguien la está controlando! ¡Tiene que ser eso! ¡Abre los ojos, Eri!” La sangre goteaba de la boca de Suzu mientras gritaba. Le dolía moverse, incluso hablar, pero Suzu seguía intentando arrastrarse hasta su mejor amiga.

Eri se giró hacia Suzu y sonrió maníacamente. Luego se acercó a la estudiante más cercana a ella, Kondou.

Temeroso de adónde iba esto, Kondou gimió de dolor e intentó retroceder. Desafortunadamente aún estaba inmovilizado, con su maná sellado. Todo lo que pudo hacer fue retorcerse en vano.

Eri se detuvo justo delante de él, esa misma sonrisa maníaca aún en su cara. Temblaba de miedo, sabiendo muy bien lo que vendría después. Kouki y los otros le gritaron a Eri que se detuviera.

“D-Detente Gaaaaaaah…” Las súplicas de Kondou se transformaron en un grito confuso. Una sola espada había sido clavada en su corazón.

No fue una herida leve. Eso fue fatal.

“¡Reichi! Gaaah!”

“¡Maldita seas, Nakamuraaaa! Yo… ¡Gah!”

Saitou y Nakano gritaron, pero los caballeros les clavaron sus espadas más profundamente, cortando sus comentarios. Los estudiantes sólo podían mirar.

Los dolores de Kondou desaparecieron lentamente, y finalmente se quedó quieto. A pesar de lo duro que era, ni siquiera él pudo sobrevivir a una puñalada en el corazón.

Eri levantó una mano sobre él y comenzó un conjuro que nadie había oído antes. Una vez que terminó su canto, apareció una versión transparente de Kondou. Su aparición se superpuso a su cadáver y se fundió en él.

Los caballeros que le habían estado reteniendo retrocedieron, dejándolo libre.

Kouki y los demás tragaron saliva mientras observaban cómo el cadáver de Kondou se ponía lentamente en pie. Tenía la misma expresión sin vida que Nia y los otros soldados.

“Yyyy listo. Es una marioneta completa”. La voz alegre de Eri resonó a través del silencio. No sonaba como alguien que acababa de matar a su compañero y profanar su cadáver.

“E-Eri… Por qué…” Eri se giró hacia Suzu y dijo con la misma voz alegre,

“Gracias, Suzu. Es gracias a ti que pude quedarme al lado de Kouki-kun. Tanto aquí como en Japón”.

“¿Eh?”

“¿No lo entiendes? Todo el tiempo, fue como si hubiese una regla tácita de que solo Kaori y Shizuku podían estar al lado de Kouki-kun. Si intentabas acercarte a él, las otras chicas se unirían contra ti….. Como no podía hacer nada en Japón, entrar en ese círculo me habría llevado una eternidad. Por eso estoy tan contenta de que estuvieras allí. Fuiste tan estúpida que todos se reían de todo lo que hacías. Así que nadie se enfadaría contigo aunque te unieras al círculo de Kouki. Así que ser conocida por todos como tu ‘mejor amiga’ fue lo mejor que me pudo haber pasado. Podría estar al lado de Kouki-kun, y nadie diría nada. Y una vez que nos trajeron a este mundo, incluso pude estar en el mismo grupo. ¡Eres la mejor amiga más conveniente que podría pedir! ¡Muchas gracias!”

“Ah…” Algo dentro de Suzu se rompió. Su mejor amiga, la persona en la que más confiaba en el mundo, acababa de usarla. Todo lo que Suzu sabía de Eri era mentira. La luz se apagó en los ojos de Suzu, su mente la protegió del dolor de la realidad concediéndole la dicha de la inconsciencia.

“¡Eri, cómo te atreves!” Shizuku gritó a Eri e intentó escapar de las garras de Nia. Nia agarró el pelo de Shizuku y la tiró al suelo. Shizuku continuó mirando a Eri a través del dolor. Estar inmovilizada no había hecho nada para apagar su ira.

“Fufu. Oooh, ahora estás enfadado. Me encanta cuando pones esa cara. Sabes, en realidad siempre te he odiado. Siempre tenías que estar al lado de Kouki-kun y, sin embargo, siempre parecía que era una obligación cuidar de él. ¡Odiaba esa actitud arrogante tuya! Por eso te he preparado un papel muy especial”.

“¿Qué… quieres decir?”

“Fufu, me pregunto qué pensará tu mejor amiga cuando lo primero que hagas después de tu reunión sea matarla.”

Los ojos de Shizuku se abrieron de par en par al darse cuenta de lo que Eri estaba intentando hacer.

“¿¡Vas a hacer que mate a Kaori!? Eri aplaudió teatralmente, como si dijera “buen trabajo averiguando eso”. Las comisuras de sus labios se convirtieron en una sonrisa.

Eri quería convertir a Shizuku en una marioneta y usarla para matar a Kaori.

“Para ser honesta, no me hubiera importado dejarla vivir desde que Nagumo se la llevó con él… pero hay alguien aquí que realmente quiere hacerla su marioneta. Ha sido de gran ayuda, así que supongo que se merece una recompensa. Además, soy una buena chica que cumple sus promesas”.

“No jodas con…”

Shizuku se forzó a moverse, aunque sabía que eso exacerbaría sus heridas. Pero antes de que pudiera levantarse, Nia la apuñaló de nuevo.

“Haha, ¿duele? Lo hace, ¿verdad? No te preocupes, soy una buena chica. Te dejaré dormir muy pronto…” Eri caminó lentamente hacia Shizuku. Parecía que ella sería la siguiente.

Los otros estudiantes empezaron a luchar contra sus captores. No querían ver a nadie más acabar como el pobre Kondou.

“¡Alto! Por favor, ¡detén esto Eri!”

Kouki luchó valientemente contra sus ataduras. Los cinco grilletes que lo sujetaban se rompieron. En su intento de activar [Sobrecarga], estaba ejerciendo una presión excesiva sobre sus correas.

Sin embargo, los caballeros no-muertos le tenían encerrado, manteniéndole inmovilizado. Como sus cerebros ya no funcionaban, no había limitadores para mantener sus músculos bajo control, y en realidad eran más fuertes que sus versiones vivas.

Desesperado, Kouki solo pudo ver como Eri se acercaba a Shizuku.

Shizuku hizo todo lo posible para permanecer consciente. Como mínimo, quería enfrentar su muerte de frente. Se negó a darle a Eri la satisfacción de desmayarse justo antes de morir.

Eri sonrió con arrogancia a Shizuku y cogió una espada de caballero cercana. Parecía que quería hacer los honores ella misma. La espada se mantuvo en alto, se regocijó una última vez.

“Adiós, Shizuku. Debo decir que fingir que soy tu amiga me dio ganas de vomitar”. Shizuku miró con ira a Eri, pero sus pensamientos se volvieron hacia su mejor amiga.

Sabía que no había forma de que su advertencia pudiese llegar a Kaori, pero Shizuku aun así envió un último mensaje a la chica que estaba viajando por el mundo con su amor.

Lo siento, Kaori. Pero por favor, no confíes en mí la próxima vez que nos encontremos… Vive una larga vida… y sé feliz…. La luz de la luna plateada resplandecía de la espada en las manos de Eri.

Ella bajó directamente, como una estaca que intentaba clavar en el corazón de un vampiro.

Mientras miraba como descendía el punto, Shizuku rezó.

Por favor, deja que mi mejor amiga sobreviva a esta prueba.

Por favor, deja que encuentre la felicidad.

Moriré antes que tú, y sé que podría terminar hiriéndote. Pero aún así, estoy segura de que estarás bien. Después de todo, tienes a Nagumo contigo.

Vive feliz, junto con él. Espero… El tiempo se hizo más lento, y toda la vida de Shizuku pasó ante sus ojos. Parece que eso realmente sucede cuando estás a punto de morir…. Sintiendo el final de su vida a la mano, esperaba el momento en que todo se volvería negro.

“¿Eh?”

“¿Qué?”

Tanto Shizuku como Eri gritaron sorprendidas.

La espada de Eri había sido detenida por una barrera de luz del tamaño de una palma.

Las dos fueron sorprendidas fuera de su meditación por una voz que no debería haber estado aquí. Una voz tensa, casi de pánico.

La voz de la niña que Shizuku acababa de desear felicidad, la voz de su mejor amiga.

“¡Shizuku-chan!” Diez brillantes escudos aparecieron alrededor de Shizuku, rodeándola en una brillante cúpula de protección. Kaori creó unos cuantos más y los envió volando delante de Nia y Eri. Estos destellos brillantes, y explotaron en una supernova de luz. Kaori había sobrecargado el maná de sus barreras, haciéndolas estallar. Fue una forma improvisada de convertir sus habilidades defensivas en ofensivas.

“¿¡Ah!?” Eri levantó los brazos para intentar bloquear la luz, pero la onda expansiva resultante y los fragmentos de un escudo destrozado que la atacaba la sorprendieron.

Nia también quedó impresionada por el estallido de la Barrera de Kaori. Rápidamente se recuperó y volvió a detener a Shizuku, pero fue detenida por Kaori.

“¡[Grilletes Divinos]!” Cadenas de luz se deslizaron desde el suelo y frenaron tanto a Nia como a Eri.

Aún asombrada, Shizuku se giró hacia el sonido de la voz de Kaori. No había forma de que su mejor amiga estuviese aquí, pero allí estaba ella, entre las filas de soldados zombificados.

No era una ilusión. Kaori realmente estaba allí de pie.

Lágrimas de felicidad se derramaron por sus mejillas. Esta vez llegó a tiempo. Apenas, quizás, pero esta vez había protegido a la gente que quería proteger.

“K-Kaori…”

“¡Shizuku-chan, quédate quieta! ¡Te salvaré!” Kaori vio como todos los que estaban en el patio estaban heridos y rápidamente se movió para curarlos. Empezó a cantar el mayor hechizo de recuperación de luz, [Flujo Aether].

Sus heridas eran lo suficientemente graves como para que ella necesitara dar prioridad a la curación por encima de todo lo demás.

“¿¡Por qué estás aquí!? ¿¡Por qué tienes que seguir interponiéndote en mi camino!?”

Su cara retorcida por un loco gruñido, Eri ordenó a sus soldados que atacasen a Kaori. Los soldados corrieron hacia ella, intentando detener su canto.

Sus espadas se encontraron con una brillante pared de luz. Ni uno solo consiguió llegar a Kaori.

“¿¡Qué les pasó a todos!? ¿Por qué te comportas así? ¡Regresa a tus sentidos! Eri, ¿qué está pasando aquí?” Liliana había levantado una cúpula dorada para proteger a Kaori mientras lanzaba su hechizo de curación.

Liliana estaba detrás de Kaori, intentando darle sentido a esta situación. No podía entender por qué sus soldados y caballeros estaban atacando a los estudiantes, ni por qué Eri parecía ser la encargada de ellos. Ella exigió una respuesta de Eri, pero Eri la ignoró.

Aunque era una princesa, Liliana también era una maga hábil. Lo suficientemente hábil como para haber podido proteger la caravana de More de más de cuarenta bandidos. Detener a un grupo de caballeros, incluso a caballeros que habían sido fortalecidos mediante la zombificación, el tiempo suficiente para que Kaori acabase su hechizo era una tarea fácil para alguien de su calibre.

El pánico coloreó la cara de Eri cuando se dio cuenta de que su plan estaba empezando a desmoronarse.

“Tch. Supongo que no tengo otra opción”. Impaciente, miró hacia donde yacían sus compañeros de clase.

Ya no tuvo tiempo de convertirlos en sus marionetas. Su única opción era matarlos antes de que Kaori acabase su hechizo.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer un movimiento, uno de los caballeros que golpeaba la barrera de Liliana perdió la cabeza. Su cadáver decapitado cayó al suelo.

Sobre el cuerpo del caballero estaba Daisuke Hiyama.

“¡Shirasaki! ¡Princesa Liliana! ¿¡Están ustedes dos bien!?”

“¿Hiyama-san? ¿Cómo te mueves con esas terribles heridas?”

Liliana palideció al ver el estado en que se encontraba Hiyama. Kaori era demasiado disciplinada para detener sus cánticos, pero sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida al ver las heridas de Hiyama.

Su camisa estaba empapada en sangre, y aún había más saliendo del agujero en su pecho. Era obvio que se había esforzado al máximo para liberarse de sus ataduras.

Trastabilló y apoyó una mano contra la barrera para estabilizarse. Liliana abrió apresuradamente un agujero del tamaño de Hiyama para dejarle entrar en su protección.

Una vez que estuvo a salvo dentro, cayó al suelo.

Un segundo después, Shizuku gritó una advertencia.

“¡Espera! ¡Aléjate de él!” Sangre goteaba de su boca mientras gritaba. Duele hablar, pero tenía que advertirles. Eri había mencionado que uno de sus cómplices quería a Kaori como si fuera suya, y Hiyama había sido capaz de escapar de sus ataduras cuando ni siquiera Kouki lo había hecho. La conexión era obvia. Hiyama tenía que saber que la barrera de Liliana aguantaría hasta que Kaori acabase su hechizo. Sin embargo, había ido a “salvarlos” de todos modos.
Sólo podía haber una razón por la que

“¿¡Kyaaaa!?”

“¡Ah!”

Lamentablemente, la advertencia de Shizuku llego demasiado tarde.

Hiyama se puso en pie de un salto y empujó a Liliana fuera del camino, rompiendo su concentración y disolviendo la barrera. Luego dio la vuelta por detrás de Kaori y la apuñaló en el pecho.

“¡Kaoriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!” El devastado grito de Shizuku resonó por el patio.

Hiyama enterró su cara en el cuello de Kaori. Había una locura en sus ojos. Aún tenía una mano alrededor de la empuñadura de la espada que salía del pecho de Kaori.