Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 6

Bonus 5: Tragedia En El Transporte

 

 

Una atmósfera sombría llenaba el carruaje. La gente que estaba sentada en el interior de todos intercambió miradas, pero luego desvió sus miradas. Todos querían que alguien hiciera algo con respecto al problema en cuestión, pero nadie quería ser voluntario.

“Haaah…”

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“……” Un suspiro más pesado que una estrella de neutrones escapó de los labios de Kouki. Los otros habitantes del carruaje, Ryutarou, Shizuku, Eri y Suzu, todos se movieron. Ryutarou lanzó una inesperada y tímida mirada a su mejor amigo, que fue la causa de la sombría atmósfera.

Está totalmente muerto…

¡No está muerto! Aunque también podría estarlo, con su aspecto. Suzu leyó de alguna manera los pensamientos de Ryutarou y respondió con un mensaje telepático propio.

De hecho, Kouki aún estaba vivo, aunque en ese momento parecía un cadáver. Su cabeza se inclinó sobre el alféizar de la ventana. A pesar de que estaba mirando hacia el vibrante campo, sus ojos no se fijaron en el paisaje.

No había nada de su habitual vitalidad en su expresión muerta. Podría haber sido un zombie. Había una multitud de razones para su comportamiento lánguido, pero la principal era descubrir que Kaori estaba enamorada, y que había dejado su grupo para viajar con su amor. Kouki no estaba seguro si amaba a Kaori o no. Sin embargo, él había esperado que ella estaría a su lado para siempre, sin importar lo que pasara. Por eso la confesión de Kaori y la posterior fuga le habían conmocionado tanto.





Peor aún, dejaba que sus emociones le dominaran y retaba a Hajime a un duelo. No solo Hajime no se había molestado en seguirle la corriente, sino que Kouki había acabado cayendo en una trampa sin siquiera arañar a su oponente.

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“Sólo quiero meterme en un agujero y morir…”

“Ya hiciste la parte de arrastrarte a un agujero. ¿Tienes idea de lo difícil que fue desenterrarte?” Lo que Ryutarou había querido decir como una broma alegre fue el golpe final que aplastó el alma de Kouki.

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“Waaaaaaaah, Ryutarou-kun, idiota! ¡Kouki-kun! ¡Está todo bien! ¡Contrólate! ¡Todo va a estar bien! ¿¡Cierto, Eririn!?”

“¡Espera, me lo preguntas a mí! ¡U-Umm, sí, por supuesto, todo estará bien, Kouki-kun!” Sus intentos de tranquilizar a Kouki sólo empeoraron las cosas.

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¿¡Cómo va a salir todo bien!? Kouki pensó dolorosamente para sí mismo. No vio a Suzu golpeando a Ryutarou en la cabeza, o a Eri haciendo todo lo posible para consolarlo, o a Shizuku mirando cansadamente al techo. Así de grave era su depresión.

De repente, con la determinación de alguien decidido a ir a la batalla y no volver nunca más, Suzu se levantó.

“¡Le diré una frase que le hará reír!”

Los demás miraron a Suzu con asombro. ¡Qué héroe! Suzu se encogió de hombros ante sus miradas y decidió demostrar que podía animar a la gente incluso en esta atmósfera sombría.

“Hmm, ¿adónde fueron? ¡No puedo encontrarlos! Podría haber jurado que los llevé conmigo en este viaje, pero no están aquí”. Suzu empezó a acariciar su ropa y a mirar alrededor del carruaje. Como siempre, Kouki no podía ignorar a alguien que lo necesitaba. Miró a Suzu, volviendo momentáneamente al mundo real.

“Suzu, ¿qué…?”

“¡Parece que no puedo encontrar mis tetas!” Dijo Suzu de forma exagerada, acariciando su propio pecho tristemente plano. Para ser una broma de una sola vez, fue bastante doloroso. El silencio llenó el carruaje. El tiempo mismo se detuvo. Lo único que se oía era el suave golpeteo de las pezuñas del caballo.


“Siento haber nacido.” Suzu volvió a caer en su asiento. Recostó la cabeza contra la pared del carruaje y miró al techo con ojos muertos. Se había autodestruido por completo.

“Hey Suzu, ¿estás bien?”

“A continuación, por favor, disfruta del intento de Ryutarou-kun de hacer imitaciones.”

“¿Qué?” La recompensa de Ryutarou por su preocupación fue ofrecerse como voluntario para ser el siguiente en la tabla de picar. Si Suzu iba a morir, se aseguraría de llevarse a todos con ella. Eri se alejó de su amiga con horror. Ryutarou se sentó en su asiento, sudor frío cayendo por su espalda. Pero cuando Kouki volvió a mirar por la ventana con los ojos muertos, se decidió y se puso en pie.

“De acuerdo, bien, haré mi mejor impresión del Coronel William Stuart”. Ryutarou respiró hondo y se flexionó, mostrando toda la gloria de sus considerables músculos. Para los que no lo sabían, Stuart era de una película conocida como Duro de matar. Ryutarou se metió aún más en su acto y flexionó aún más fuerte. Sin embargo, no fue tan bien recibido como a él le hubiera gustado.

“Esto es demasiado machista para mí.”

“Lo siento, no puedo soportar mirar.”

“Me duele al respirar.”

Suzu, Eri y Shizuku miraron a Ryutarou. Parecía que su suplantación había traído a las chicas nada más que dolor.

“Siento haber nacido.” Ryutarou se desplomó en su asiento. Miró por la ventana con los mismos ojos muertos que Kouki.

“Eririn… Tendrás que seguir con nuestra voluntad.”


“¿¡Suzu!? ¡Pensé que éramos amigas!” Eri le disparó a Suzu, que seguía mirando al techo, una mirada asesina. ¡Ella estaba pidiendo lo imposible! Sin embargo, parecía que los sacrificios de Suzu y Ryutarou no habían sido en vano. Kouki finalmente se dio la vuelta y se concentró en Eri. Parecía que con un empujón más, podrían ser capaces de devolver al héroe a la normalidad.

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“Muy bien… Cantaré!” Eri levantó las manos a la boca, como si estuviera sosteniendo un micrófono imaginario, y comenzó a cantar con una hermosa voz. Su tono era perfecto, y tenía un gran sentido del ritmo. Era el tipo de voz que cautivaba a la gente. O lo habría sido, si no hubiera elegido una de las canciones de amor más deprimentes que conoce el hombre.

“Gracias por ser un público tan silencioso y atento.”

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Habían estado en silencio. De hecho, estaban moribundamente pálidos. La desesperación, la soledad y otras emociones negativas habían minado su fortaleza mental. Kouki parecía como si hubiera envejecido diez años. La orgullosa sonrisa de Eri se desvaneció al ver el efecto que su canto había tenido en su público. En silencio se sentó en su asiento y escondió su expresión detrás de sus gafas. Las cosas no se veían bien.

“Shizushizu, eres el único que queda ahora,” murmuró Suzu desesperado. Shizuku, que había estado tratando desesperadamente de ocultar su presencia, saltó. Tímidamente, levantó la cabeza para ver a todos menos a Kouki mirándola fijamente. “No crees que eres el único que puede salir de esto, ¿verdad?”, parecían decir sus miradas. Lágrimas en sus ojos, Shizuku se puso en pie. Se cubrió los dos ojos con su cola de caballo y dijo en un falsete alto,

“¿Eh, Nagumo-kun lo hizo? ¡No puedo creerlo! Siempre pareció un tipo tranquilo y de bajo perfil”.

“……”

Parecía que Shizuku estaba actuando una entrevista falsa con los otros estudiantes.


“Nagumooo…” Kouki gimió. Había querido olvidarse de Hajime, pero ahora no podía.

¿Por qué diablos tuviste que sacarlo a relucir? Suzu y los demás miraron a Shizuku. Temblando, Shizuku se puso de rodillas y se abrazó a sí misma. Su cola de caballo aún le cubría los ojos. Ahora ella era la que deseaba poder arrastrarse a un agujero y morir. Al final, no quedaban más que cadáveres dentro del carruaje. Lo único que se oía era el constante golpeteo del caballo.

Unas horas más tarde, el grupo se detuvo a descansar. Nagayama y los demás se bajaron de sus respectivos carruajes para estirar un poco sus piernas. Cuando se dieron cuenta de que nadie salía del carruaje de Kouki, sintieron curiosidad.

“¿Qué les pasó?” Meld se preguntó en voz alta, y se acercó a su carruaje. Aunque llamó a la puerta y dijo los nombres de todos, no salió nadie. Un poco preocupado, Meld abrió la puerta y miró adentro.

“¿¡Qué les pasó a ustedes!? ¿Por qué parecéis todos tan muertos? ¡Guardias, guardias! ¡Kouki y los demás necesitan atención médica! ¿Quién es el mejor curandero aquí?” La fusión entró en pánico y corrió a buscar un curandero.

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