Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 8: Karma

 

 

A la mañana siguiente, salimos a subir de nivel en cuanto el sol se alzó sobre el horizonte. Habíamos acordado ir a cazar con L’Arc y Therese al día siguiente. No es que sintiera que tuviésemos que estar preparados para subir de nivel con ellos, sólo quería elevar nuestros niveles… mientras tuviéramos tiempo. Además, hacerlo era divertido.

Oh, sí, es cierto. Cuando estuve probando el sistema de copia de armas en la tienda del viejo, aprendí una habilidad bastante buena. Se llamaba Reacción de Odio.


―¡Reacción de Odio!

No pareció ocurrir nada. Giré la cabeza, confundido. Filo parpadeó.

―¡Maestro! Hay una especie de maldad saliendo de ti. Está volando en todas direcciones.

Ése era el análisis de Filo. Al principio no comprendía lo que pasaba, pero ahora estaba empezando a entenderlo. Todos los monstruos de la zona habían puesto su mirada en mí y estaban arrastrándose en mi dirección. Incluso aquellos que se encontraban luchando contra otros aventureros.

La habilidad parecía tener un área de efecto de unos quince metros a la redonda. Hasta los monstruos que el día anterior aprendieron que debían permanecer lejos de nosotros estaban avanzando ahora hacia mí. Era la clase de habilidad que se convertiría en una carga para todos si la utilizase en un lugar poblado. Pero ¿y si estuviésemos en lo más profundo de la isla…?


Si íbamos a una zona que estuviera más allá de los límites de todos excepto de los aventureros más avanzados, probablemente podría darle un mejor uso. Dudaba que un aventurero normal fuera a molestarse en desafiar la parte interior de la isla.

El límite de nivel de la gente normal era el 40. A no ser que fueses un Héroe, las áreas como ésas seguramente les resultarían demasiado peligrosas. Tampoco es que estuviésemos seguros de poder estar solos allí, pero creo que cuanto más nos adentrásemos en la isla, menos gente nos encontraríamos.

Me crucé con algo parecido a… a piel estirada sobre unos huesos, tan seca que estaba rígida. Cuánto más nos adentrábamos en la isla, más se sentía como una batalla de supervivencia darwiniana.

Me pregunto cuántos aventureros habrán encontrado su final aquí. Y pensar que L’Arc y Therese vinieron a buscarnos en un entorno como éste… Eso debió ser un auténtico riesgo para un aventurero normal.

Así que seguimos abriéndonos paso a través del bosque hasta estar a gran profundidad en la isla cuando nos encontramos con un nuevo monstruo, un Familiar del Perro del Karma. Era un perro negro enorme. Me recordaba al gran perro de dos cabezas contra el que habíamos peleado hacía un tiempo Raphtalia y yo. El monstruo parecía un dóberman. Sin embargo, éste sólo tenía una cabeza, pero su pelaje era duro y en cierto modo intimidante. Como era de esperar, Raphtalia parecía un poco incómoda.

―¿Estás bien?

―Sí. No hay problema.

Movió los dedos y agarró con fuerza la empuñadura de su espada, preparándose para la batalla. Lentamente, centímetro a centímetro, Filo se acercó al familiar del Perro del Karma.

No quedaba más opción que luchar. Me puse al frente del grupo, preparando mi escudo, y corrí hacia el perro.

―¡Gah!

El perro abrió ampliamente su boca y clavó sus colmillos en mi hombro. Pero recientemente me había potenciado y mis estadísticas eran demasiado altas para que pudiera infligirme algún daño. Agaché la cabeza y empujé con todo mi peso hacia delante, obligando al perro a retroceder.

―¡Ja!

―¡Toma ésa!

Raphtalia y Filo no perdieron la oportunidad. Se precipitaron hacia él y atacaron.

―¡Esta cosa es muy dura!

Raphtalia hundió profundamente su espada en el estómago del perro, y Filo le asestó una patada brutal, arrancándole de cuajo una pata trasera.

―¡¿…?!

El perro dejó salir un alarido ensordecedor, pero no se rindió. Siguió viniendo hacia nosotros, en concreto hacia mí. Chillando hasta su último aliento, me mordió una vez más.

Tenía que admirar su tenacidad. Estaba peleando como si no le importase en absoluto su propia vida. Era fuerte, pero probablemente tenía que serlo para sobrevivir en lo más profundo de la isla.

―Qué perro tan persistente.

―Sí, es cierto.

―Y no es precisamente fácil lidiar con su mordisco.

Filo se tambaleó hasta el cadáver y comenzó a comérselo.

―Deja eso.

―Vaaaale.

Estúpido pájaro…

Me arrodillé ante el perro y lo absorbí en mi escudo.

 


Escudo de Familiar del Perro del Karma, condiciones cumplidas

 

Escudo de Familiar del Perro del Karma

Habilidad bloqueada: bonos de equipo – mejora del sentido del olfato (pequeña), ajuste de estado de Inult (pequeño)


 

También aparecieron varios objetos en mi menú, pero me atraían más las condiciones de desbloqueo y el bono de equipo. La mejora del sentido del olfato parecía bastante auto-explicativa.

Si sigo mejorando así mis estadísticas sensoriales, me pregunto si me convertiré en una criatura salvaje como Filo. Y luego lo de Inult… ¿Ése no es el nombre del monstruo que impulsó la civilización de las islas? ¡¿Dónde voy a encontrar uno de esos?!

En lo referente a los objetos caídos, hubo mala suerte. No había ninguno. Si nos encontrábamos otro, los cortaría un poco en trozos antes de absorber sus partes.

En cuanto a puntos de experiencia, habíamos recibido muchos tras ganar el combate. Creo que tenía un valor de aproximadamente ochocientos puntos. Los monstruos en el perímetro de la isla nos estaban dando unos noventa, así que esto era un gran incremento.

―¡Gah!

¿Eh?

Justo aparecido otro. Lo derrotamos, y entonces nos encontramos con otro más. Seguimos y seguimos a medida que avanzábamos hacia el interior de la isla.

―¿Éste es el final del camino?

―¿Quién sabe?

Continuamos avanzando en la misma dirección, y la fuerza de los monstruos, al igual que los puntos que daban, siguió creciendo. Y nuestros niveles también estaban aumentando rápidamente. Ya había alcanzado el nivel 57, Raphtalia estaba en el 59 y Filo en el 61. Estábamos subiendo de nivel tan rápido que todo el tiempo que habíamos estado haciéndolo hasta ahora parecía una pérdida. Las estadísticas de Raphtalia y Filo también se estaban elevando a gran velocidad.

―Ugh…

Raphtalia estaba examinando detenidamente su espada. Entonces, empezó a gemir.

―¿Qué ocurre?

―Nada. Sólo que se siente como si mi espada hubiese perdido su forma.

Raphtalia balanceó su espada con fuerza unas cuantas veces para probarla. En realidad no estaba seguro, pero parecía que la hoja se estaba doblando. La espada no era tan vieja. ¿Qué significaba esto?

―Probablemente la has sobrecargado.

Si seguía usándola de esa forma, daba la impresión de que podría doblarse o romperse. Miré hacia y Filo y me encontré con que sus garras de metal también estaban astilladas; las puntas se habían roto casi por completo.

―¿Qué está pasando, Maestro?

―No lo sé.

Tenía la corazonada de que los niveles de poder de Raphtalia y Filo habían superado la durabilidad de su equipamiento. Si queríamos prepararnos para la próxima ola, tendría que dar prioridad a sus armas. Si no, podríamos acabar en auténticos problemas.

Mientras tanto, tenía un par de espadas de hierro que habían dejado caer los monstruos, por lo que podríamos utilizarlas en caso de emergencia, aunque tampoco es que fueran a ser de gran ayuda. Probablemente ya era hora de que comenzáramos a recurrir a equipamiento personalizado. De ahora en adelante íbamos a necesitar armas poderosas.

―¿Debería cambiar a la espada mágica?

Raphtalia envainó su espada y cambió a la espada mágica. Esta espada funcionaba ante enemigos incorpóreos, pero contra enemigos normales sólo cortaba con su poder mágico. En realidad no podía matar a un enemigo normal, pero podía provocar que perdiera la consciencia. Y era poco probable que se rompiera.

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Raphtalia invocó la hoja mágica y en ese momento apareció, extendiéndose desde la empuñadura. Parecía estar produciendo más poder que antes. Era una gran hoja, y estaba crepitando con energía.

―Ah…

Raphtalia se apresuró a desactivarla.

―¿Qué ha pasado?

―No puedo usarla. Tiene demasiado poder. La empuñadura se calienta demasiado como para sujetarla.

―Si no tienes cuidado, podrías romperla.

―Entendido.

Seguimos avanzando en lo profundo del bosque. Cuando finalmente llegamos a lo que parecía ser el centro, encontramos una gran estructura, una especie de santuario. Me recordaba a Stonehenge. Parecía estar en ruinas. En el centro del círculo había algún tipo de esfera, como una lente mágica.

―¿Qué es esa cosa?

―¿Quién sabe?

Me recordaba a las fisuras que aparecían en el cielo durante las Olas. Aunque podía ver que no era exactamente lo mismo.

―Filo, ¿te importaría probar a atacarla?

―¡Claro!

Filo saltó hacia delante y pateó la esfera negra. Durante un momento, pareció que se deformaba y se torcía, pero un segundo después volvió a su forma original. ¿Qué podía significar eso? Si funcionaba del mismo modo que los objetos de los videojuegos a los que jugaba en mi mundo, probablemente sólo se volvería operativa si se cumplían ciertas condiciones.

De pronto, apareció un perro enorme que estaba cubierto de plumas negras. Era inmenso, probablemente medía unos cinco metros desde la cabeza hasta la cola. Tenía la forma de algo así como un golden retriever. Era grande y parecía patoso, pero aun así era un monstruo feroz. Consulté el nombre de la bestia en el menú. Se llamaba Perro del Karma.

¿Es el monstruo jefe de la isla?

Parecía una suposición razonable. Los familiares del Perro del Karma con los que nos habíamos estado encontrando eran probablemente sus subordinados.

―¡Raphtalia, Filo, vamos! ¡Aura Básica!

Lancé la magia de apoyo sobre ellas y la batalla dio comienzo. El enorme perro arremetió contra mí, con los colmillos desnudos.

―¡Aay!

Abrió ampliamente su boca para morderme, pero yo estiré el brazo y le agarré de los dientes, empujando a la bestia. Se escuchó un fuerte estruendo, pero me las arreglé para detener al monstruo. Lentamente, sus colmillos se enterraron en mi piel, y un estallido de dolor me recorrió el brazo.

Esta bestia era claramente más fuerte que los otros perros. Si podía atravesar mi defensa, debía ser condenadamente poderoso. Reconozco que todavía no había terminado de potenciarme, pero creía que mis estadísticas habían sido considerablemente mejoradas (y así era). Sin embargo, seguía sin ser suficiente.

―¡Aay!

―¡Uuup!

La espada de Raphtalia y las garras de Filo golpearon el vientre de la bestia, pero no fue suficiente para detenerla. No pude mantener bajo control sus garras y el monstruo logró dirigirlas hacia las chicas.

―¡No me golpearás tan fácilmente!

―¡Ja!

No había sido capaz de detener al monstruo, pero al parecer le ralenticé lo suficiente. Consiguieron esquivar su ataque con facilidad.

―¡WAOOOOOOOOO!

El perro aulló. ¡Mientras la voz de la bestia se extinguía, de pronto aparecieron dos familiares del Perro del Karma desde la misteriosa esfera!

Maldición. Esto no tiene buen aspecto.

―¡Raphtalia, Filo! ¡¿Podéis seguir?!

―¡Sí!

―¡Sin problema!

―¡Genial! Usemos una habilidad combinada. ¡Filo, mírame!

―¡De acuerdo!

Ya había visto antes a Motoyasu y los demás utilizar habilidades combinadas. Se producían cuando combinabas magia y una habilidad para formar un ataque más fuerte. Normalmente tenían mejores efectos secundarios que otras habilidades.

―Filo, ¿me estás viendo? ¡Voy a usar Escudo de Ataque Aéreo, así que tú tienes que utilizar algún ataque mágico de viento al mismo tiempo!

―¡Vale!

Filo cerró los ojos y empezó a concentrarse.

―Yo soy la fuente de todo poder. ¡Escucha y obedece mis palabras! ¡Envuélvelos en un feroz tornado! ¡Tornado Zweite!

Mientras ella daba forma su hechizo, apareció una lista de habilidades compatibles ante mí.

―¡Escudo Tornado!

Un familiar del Perro del Karma venía corriendo para atacarnos, pero antes de que pudiera hacerlo, un escudo masivo compuesto de aire apareció a cierta altura delante de él. El perro se estrelló contra el escudo y se vio obligado a detenerse. Cuando lo hizo, un tornado enorme, uno más grande que el que habitualmente podía producir la magia de Filo, salió disparado desde el centro del escudo y levantó en el aire a ambos familiares del Perro del Karma.

¡Hey, ésa es una combinación muy útil! Si podemos combinar nuestros ataques de esta forma, seremos incluso más fuertes de lo que creía.

En cuanto a Raphtalia, su magia generalmente se basaba en las ilusiones, así que no funcionaría bien como medio de ataque. No seríamos capaces de hacer lo mismo, pero quizás podría engañar a los monstruos. Dependería de cómo funcionase la combinación.

―¡Raphtalia!

―¡Estoy en ello!

―Yo soy la fuente de todo poder. ¡Escucha y obedece mis palabras! ¡Confunde al enemigo! ¡Espejismo Básico!

―¡Escudo Espejismo!

Usé Segundo Escudo, de modo que fui capaz de utilizar otra habilidad mientras la primera todavía estaba desplegada.

El tornado desapareció y los dos perros se desplomaron en el suelo. Sin embargo, antes de que lo tocaran, otro escudo apareció debajo de ellos, y en su lugar chocaron con él. Aunque este escudo era flexible, en el momento que lo tocaron se expandió creando una nube rápidamente, encerrándoles por completo.

―¡Kyan!

El escudo desapareció y los perros cayeron al suelo una vez más, pero en ésta ocasión estaban boca arriba y de espaldas. Se tambalearon, incapaces de recuperar la orientación. Y entonces…

―¡Gah!

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¡Los dos se pusieron a ladrar y gruñir y comenzaron a pelear entre ellos!

Probablemente, ambos estaban confundidos sobre quién era el enemigo, por lo que simplemente empezaron a atacar a la criatura más cercana. El Escudo Espejismo parecía tener un efecto interesante en el enemigo.

―¡Estupendo! ¡Ésta es nuestra oportunidad! ¡Acabad con ellos!

―¡Yo me encargo!

Ajustamos el agarre sobre nuestras armas y nos giramos para hacer frente de nuevo al Perro del Karma.

***

 

 

―Fiu.

Habíamos derrotado al monstruo. No dejaba de llamar refuerzos, lo que provocó que la batalla se alargara un poco. Pero, afortunadamente, logramos que los refuerzos siempre pelearan entre sí. Raphtalia y Filo también se habían hecho realmente fuertes en estos últimos días, así que, después de un rato, fuimos capaces de ganar el combate sin pasar por demasiados problemas.

Cuando la bestia principal murió, acabamos con los refuerzos restantes. Una vez estuve seguro de que el área se encontraba despejada, absorbí al Perro del Karma con mi escudo y recibí el objeto que soltó.

Yo solía ser un jugador bastante entusiasta, y esos instintos de los juegos aún seguían vivos pataleando en mi interior. Supuse que el Perro del Karma era un monstruo jefe, y era seguro que estos monstruos dejaban atrás objetos realmente buenos. Para los jugadores, pocas cosas eran más codiciadas que los objetos soltados por los jefes. Había una posibilidad de que dejase caer un arma única, rara o poderosa. Así que estaba emocionado por comprobar cuál era el objeto caído del Perro del Karma.

¿Mineral Oreikul?

Supuse que era algo que podías utilizar para potenciación. Tenía la impresión de que ya lo había visto en alguna parte.

¿Eh?

―¿Garra del Perro del Karma?

A juzgar por el nombre, tal vez era algún tipo de arma. Abrí rápidamente el menú para revisarlo. Se escuchó un sonido metálico, y dos garras negras salieron de mi escudo.

―¿Qué es esto?

―Ya lo he explicado, ¿recuerdas? Es algo que el Escudo Legendario puede hacer.

―Si eso lo entiendo, pero nunca he visto que del escudo crecieran garras de esa forma. Sólo estaba sorprendida.

No podía culparla por ello. Examiné las garras más de cerca: eran más o menos del mismo tamaño que mi mano, por lo que no creía que sirvieran para las patas de Filo. Una vez más, abrí el menú para leer acerca del objeto.

 


Garra del Perro del Karma

Calidad: excelente

Efectos adicionales: aumento de agilidad, reducción de magia, aumento de ataque, reducción de defensa.


 

Los incrementos de estadísticas no eran para nada despreciables, pero por desgracia no parecían tener un revestimiento limpia-sangre. Así que, si las usábamos, tendríamos que asegurarnos de mantenerlas afiladas. Además, también me preocupaba la reducción de estadísticas que conllevaba.

―¿Garras?

Filo asomó la cabeza desde un lado. Estaba intrigada.

―Eso parece, pero…

No encajaban en las patas de Filo.

―¡Quiero probarlas!

―Creo que tendrás que estar en forma humana.

Filo tenía la estrategia de permanecer en forma filolial mientras estuviésemos combatiendo monstruos. Fitoria le había explicado que las batallas tenían menos complicaciones si igualabas tu tamaño con el de tu enemigo.

―¡Vale! ¡Entonces probaré a luchar como humana!

Cambió a su forma humana y se puso las garras en las manos.

―Bueno, si eso es lo que quieres hacer, no tengo problema con ello. Veamos si podemos encontrar algún monstruo con el que probarlas.

Así que caminamos un rato por el bosque hasta encontrar un monstruo con el que pelear.

―¡Garra Tornado!

En el instante que detectamos un monstruo, Filo gritó el nombre del ataque y comenzó a girar en círculos en dirección al familiar del Perro del Karma.

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―¡¿Gah?!

En cuanto el ataque hizo contacto, la bestia salió despedida por los aires. Un momento después cayó al suelo, hecha pedazos.

―¡Guau, Maestro! ¡Estás cosas sí que están AFILADAS!

Pero la bestia despedazada no descansó sin más. Unas cicatrices bastante grandes aparecieron en el cuerpo; debía ser una maldición negra de algún tipo. El cadáver comenzó a oler, y Filo arrugó la nariz.

―Si mato a los monstruos con esto, no podré comérmelos.

―Tienes razón.

Debían ser armas de elemento oscuridad. Eso o que habían sido maldecidas.

―¿Filo? ¿Puedes quitarte esas garras? ¿Está todo normal?

―¿Eh? ¿A qué te refieres?

Se quitó las garras de las manos como si fueran un arma cualquiera. Al parecer no estaban malditas. Y las reducciones de estado tampoco daban la impresión de molestar mucho a Filo. Parecía bastante seguro utilizarlas, al menos hasta que pudiésemos volver a encontrarnos con el viejo de la tienda de armas.

―¿Deberíamos hacer que Filo sea la atacante principal de ahora en adelante?

―Claro, ¿por qué no?

Terminamos nuestra pequeña reunión sobre las garras y pasamos otras dos horas en la zona. La misteriosa esfera en el centro de las ruinas de piedra siguió deformándose y liberando Perros del Karma. Parecía que los monstruos estaban siendo emitidos desde la esfera en intervalos fijos. Reaparecían más o menos cada treinta minutos, pero ahora que Filo tenía equipadas unas armas tan poderosas, los combates eran incluso más sencillos que antes. Estábamos derrotando a los perros sin demasiado esfuerzo. También estábamos obteniendo una gran cantidad de puntos de experiencia, así que diría que estaba siendo un día fructífero para subir de nivel.

Por cierto, mientras continuábamos derrotando Perros del Karma, noté que estaban dejando caer garras de distintos tamaños. Trabajando un poco en ellas, fui capaz de hacer un par lo suficiente grande para que Filo las usara cuando estuviera en su forma filolial. Ahora podía utilizar los Guantes del Perro del Karma en cualquiera de sus formas.

***

 

 

El sol ya estaba bajo cuando volvimos a la isla principal. Yo había subido hasta el nivel 63. Raphtalia estaba en el 65 y Filo en el 67.

¿Cuánto más podremos subir de nivel en las islas? Aunque nunca se puede tener demasiado nivel…

―¡Hey! ¿Cómo os está yendo?

Estaba meditando sobre nuestro progreso al subir de nivel cuando L’Arc y Therese se acercaron caminando.

―Bastante bien. Estamos subiendo de nivel muy rápido. ¿Qué hay de vosotros dos?

―Igual. Siento que realmente les estamos hincando el diente a esos monstruos.

―Me alegra oír eso.

―¿Sabes qué he escuchado por ahí? ¡He oído que los Cuatro Héroes están en las islas! Todo el mundo está difundiendo rumores sobre ello.

―…

No me parecía necesario volver a repetir lo mismo. No quería reiterar que estaba delante de uno de esos Héroes. Además, L’Arc ya había decidido que yo estaba fingiendo ser uno de ellos, por lo que no iba a escucharme sin importar lo que dijera.

―Oh, ¿en serio?

Sólo quería que cambiase de tema, así que traté de dejar claro que no estaba escuchando.

―¿Qué tipo de rumores?

Raphtalia intervino y retomó la conversación. No me entusiasmaba demasiado hablar de esto con él, por lo que decidí dejárselo a ella.

―Bueno, he oído que el Héroe del Escudo está subiendo de nivel por su cuenta, y que el Héroe de la Lanza ha estado dando vueltas cerca del mercado intentando ligar con chicas en las calles.

Por lo menos estaba hablando de la misma gente que yo conocía.

―¿Qué hay del Héroe del Arco?

Preguntó Raphtalia, pero de repente L’Arc y Therese parecieron incómodos. Evitaron el contacto visual mientras respondían.

―Todos están molestos porque, al parecer, ha reclamado la propiedad de algunas zonas de caza.

Ya me lo esperaba. No debí haber confiado en que escuchase lo que le dijimos. Todo estaba resultando ser del modo que imaginé que sería. A pesar de ello, ninguno de los rumores era particularmente positivo. Me pregunto qué pensaría un aventurero normal al escucharlos.

Estábamos hablando de ello, cuando, qué casualidad, los otros tres Héroes pasaron caminando.

―¡De acuerdo! ¿Volvemos a nuestras habitaciones?

―Supongo.

―¡Sí! ¡Descansemos y preparémonos para mañana!

Los tres estaban andando juntos en dirección a la posada.

―Me pregunto dónde están los Héroes.

―Sí, ¿no? Si están tan locos como dicen todos, me gustaría verles al menos una vez.

¿No se ha dado cuenta de que están caminando justo delante de sus narices en este mismo momento? Estos dos no tienen salvación, son tan tontos como una roca.

Aun así, eran lo bastante simpáticos como para llevarse bien con ellos, y también tranquilos. Podía ignorar sus defectos a cuenta de sus puntos fuertes. En cierta forma, habían empezado a gustarme. Aunque eran tan tontos como una roca.

―¿De veras? ¿Y qué clase de rumores habéis escuchado del Héroe del Escudo?

―He oído que es realmente exuberante.

―¿Con exuberante te refieres a que es extravagante?

―No, a que bebe mucho, Therese. Ponte al día, ¿quieres?

―Uno de nosotros necesita ponerse al día. ¿Pero quién?

―Oh, por favor…

¿Alcohólico? ¿Yo? ¿Es por esas pequeñas frutas que me comí?

―Además, el Héroe del Escudo no es conocido por sus acciones en las islas. ¡Han estado hablando de él en el resto del mundo!

―¿Y qué es lo que dicen?

―Creo que ya habíamos hablado de esto en el barco, ¿me equivoco? Que es un mentiroso, un ladrón, un estafador, un violador, un demonio… He oído que mata a todo el que se interpone en su camino.

¿Así es como me ve el resto del mundo? Bueno, supongo que no puedo decir que se equivocan.

Sin embargo, al menos la mitad de esas cosas eran mentiras que la Iglesia había difundido. El resto venían probablemente de la Zorra y la Basura.

Raphtalia se puso la mano en la frente y suspiró.

―Es una pena que no podamos detener los rumores.

―Raphtalia, ¿me estás defendiendo? ¡Todavía no me he rendido con mis más infames objetivos!

―¡¿De qué estás presumiendo?!

―¡Jaja!

―Esto no es ninguna broma. Estamos hablando de tu reputación.

La gente había estado hablando así de mí desde el momento en que puse un pie en este mundo. Ya me estaba acostumbrando. No obstante, poco a poco todo se estaba resolviendo. Los rumores se extinguirían tarde o temprano.

Había pasado sólo una semana o así desde nuestra batalla contra el sumo sacerdote. No podía esperar que todo el país hubiera cambiado su forma de pensar de la noche a la mañana.

―¡Ja! Niño, ¿todavía estás fingiendo ser el Héroe del Escudo? Será mejor que lo dejes.

―Oh, sí. Dalo por hecho.

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Estos dos son bastante optimistas, ¿no?

―Entonces, ¿qué vais a hacer ahora?

―Te diré una cosa… Esta vez no vamos a ir a subir de nivel durante la noche. Nos dirigiremos a la posada e intentaremos descansar. Estaba pensando que podría trabajar en el encargo de Therese si tengo tiempo.

―¿De verdad?

―Bien pensado, Niño. ¿Queréis que nos encontremos en el muelle mañana por la mañana?

―Suena bien. Entonces nos vemos mañana.

―Claro. Adiós.

Raphtalia y Filo se despidieron con la mano mientras nos separábamos de ellos.

―Muy bien, vayamos a descansar un poco. Vosotras podéis ir al pueblo a divertiros.

―¿Qué harás tú?

―Descansaré en la habitación. Aún tengo que encargarme de esa maldición después de todo.

―¿Oh? Entonces supongo que iré contigo.

―¡Yo voy a nadar!

―Buena idea, diviértete. Raphtalia, ¿estás segura? Éstas son las últimas vacaciones que tendremos en un tiempo.

―Estoy un poco cansada después de todo lo que hemos peleado hoy.

Eso tenía sentido. Habíamos estado luchando dos días seguidos. Era importante descansar.

Filo se fue a nadar al océano y no volvió hasta bastante tarde. Cuando regresó, estaba entusiasmada. El océano, dijo, era súper bonito.

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***

 

 

―Supongo que hoy es el día en que subiremos de nivel con L’Arc.

Tenía que pensar hacia qué isla debíamos dirigirnos. No quería coincidir con ninguno de los otros Héroes.

No sabía si era una estrategia real o no, pero sonaba a que se estaban moviendo entre las islas con un orden. Al parecer, las sombras y los enviados de Melromarc les estaban siguiendo y sugiriendo cuándo era el momento adecuado para irse.

De todas formas, eso era lo mejor para ellos, ya que probablemente subirían de nivel más rápido luchando contra monstruos distintos.

Caminamos hacia el muelle y encontramos a L’Arc y Therese esperándonos.

―¡Hey, Niño! ¿Cómo te sientes hoy?

―¿Qué más da, si el día ni siquiera ha empezado? Oh, Therese, anoche tuve algo de tiempo libre, así que hice lo que me pediste.

Saqué el objeto y se lo entregué a Therese.

Había una misteriosa piedra preciosa en bruto en la bolsa que me dieron. Se llamaba estrella de fuego, y no pude suprimir mi curiosidad al verla. La pulí y la imbuí con magia, pero me llevó un tiempo pensar en el tipo de mineral sobre el que montarla. Al final me decidí por el que había conseguido el día anterior, el mineral Oreikul. Se lo llevé al herrero de la isla y le encargué que le diera forma de pulsera. Así que, pese a que en cierta forma sólo había unido algunos materiales, terminó convirtiéndose en
una pieza impresionante.

 


Brazalete de Oreikul Estrella de Fuego – aumento de poder mágico (máx.)

Calidad: muy buena


 

―Esto…

Therese contempló el objeto y pareció quedarse sin palabras.

―¡Guau! La piedra está desbordando felicidad. No me esperaba tanto.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. No entendía cuál era el problema… Claramente no era algo por lo que llorar. Tal vez fuera que Therese era demasiado sensible.

―¡O-Oye!

―Es extraordinario… Yo… realmente no creí…

―¡Therese! ¡Tranquilízate!

―L’Arc, ¿no lo comprendes? La joya está desbordando felicidad. ¡Desbordando! Es como una puerta hacia un nuevo mundo.

―Creo que estás exagerando.

―Es un trabajo increíble, Naofumi-san. ¡No deberías ocultar tu talento! Por favor, continúa con tu trabajo en la elaboración.

No se daba cuenta de que ya tenía trabajo como el Héroe del Escudo. Desde luego que no era un simple fabricante de artículos.

―Entonces… sobre el pago que me prometiste…

Antes de que pudiera terminar la frase, Therese sacó una bolsa de oro y me la dio.

―¡Eh! ¡Therese, no puedes…!

―Eso ni siquiera es suficiente para pagarlo. L’Arc, dame tu bolsa.

―¡Therese! ¡Contrólate!

Pero no logró disuadirla. Therese comenzó a quitarle la ropa para encontrar su bolsa de monedas. Los transeúntes empezaron a detenerse y a mirarlos.

―¡Cálmate! Puedes pagarme a plazos.

―Excelente.

Therese se alejó de L’Arc y asintió. Odiaba a las mujeres que tomaban lo que querían de los hombres. Aun así, si estaba tan impresionada con lo que había hecho, no pude evitar sentirme un poco orgulloso. Una vez más, empezaba a entender cómo debía sentirse el viejo de la tienda de armas.

―¿Deberíamos dirigirnos a las zonas de caza?

―¿Sabes, Niño? Para haber hecho que Therese se emocione tanto, debes de ser un fabricante realmente asombroso.

―Yo no estoy tan seguro de ello.

Simplemente tuve acceso a unos buenos materiales.

―De acuerdo, ¿nos vamos?

―Espera, casi olvido mencionarlo, pero ¿adivina qué? Hemos encontrado al Héroe del Escudo.

―¿De verdad?

L’Arc asintió varias veces y continuó.

―Sí, lo supe en el instante que lo vi. Pensé que era demasiado obvio. Se veía como la clase de persona que haría cualquier cosa, no sé si sabes a lo que me refiero.

―¿Lo dices en serio? ¿Dónde está?

¿Qué clase de persona estaría a la altura de los rumores? Dependiendo de quién fuese, podría tener que enseñarle una lección.

―Mira, está por allí.

L’Arc señaló a un grupo de gente preparándose para cazar. Era el grupo de Itsuki, y L’Arc estaba señalando a Armadura Llamativa.

―¿Ves a lo que me refiero, Niño? No hay ninguna duda. ¿Ves cómo desborda autosatisfacción? Su cara dice que no le importaría matar a cualquiera que se ponga en su camino. Es el tipo de rostro que nunca duda de sí mismo.

¡Dame un descanso! Es cierto que HAY un Héroe ahí, pero es el equivocado.

―Ese tipo va a causar problemas de un momento u otro. Mantente alerta cuando esté cerca.

―No puedo contradecir eso.

Ahora que lo pienso, Itsuki y su grupo habían estado causando muchos problemas desde que dejamos la ciudad portuaria de Melromarc. Todas las sombras y soldados que habían venido con nosotros parecían exhaustos de tanto lidiar con todos esos problemas.

―Y pensar que serías confundido con alguien como él…

Raphtalia parecía casi asqueada por esa afirmación. Quería decirle lo decepcionante que era ser puesto en la misma categoría que Armadura, pero estaba casi seguro de que L’Arc no sería convencido tan fácilmente.

―Bueno, suficiente cháchara por ahora, ¿no crees? ¿Deberíamos partir?

―Buena idea.

Les envié una invitación para unirse al grupo y ellos aceptaron.

―Ya hemos elegido la isla a la que queremos dirigirnos, pero ¿tenéis alguna propuesta antes de que nos vayamos?

Realmente esperaba que estuviesen de acuerdo con mi elección, porque si no, podríamos acabar encontrándonos con otro Héroe.

―Sin problema, Niño del Escudo. Si ya has elegido un sitio, debería estar bien. Probablemente podamos arreglárnoslas en casi cualquier lugar.

―Sí, estoy de acuerdo. El brazalete que me has hecho no puede esperar a entrar en batalla.

¿El brazalete quiere luchar? Eeh… vale.

Me sentía un poco inquieto por lo excesivamente emocionada que estaba Therese con el brazalete, pero no dije nada sobre ello. En su lugar, indiqué la isla que habíamos elegido.

―Por cierto, L’Arc, ¿a qué nivel estáis?

Si ya habían llegado hasta el nivel 40, no debería haber ningún problema. En realidad, nosotros habíamos superado por bastante ese nivel por nuestra cuenta, así que, incluso si tenían un nivel más bajo, debíamos ser capaces de subirles hasta el 40. Por otro lado, sin importar como lo mirases, si era un aventurero normal no veía la forma de que hubiesen podido pasar de ese nivel.

―Yo estoy al nivel 56 y Therese al 52.

¿Eh? Supongo que ya habrán pasado por la ceremonia de ascenso de clase. De ser así, no debería haber ningún problema.

Pero tenían bastante nivel. En el buen sentido, me daba la sensación de que en cierto modo había sido traicionado. Pero era el tipo de traición que aceptaba alegremente.

―¿Qué hay de vosotros, niños?

―Yo estoy al 63, Raphtalia al 65 y Filo al 67.

―¡Ja! No perdéis el tiempo, ¿eh?

―Bueno, hemos subido mucho de nivel estos dos últimos días.

En ese tiempo, Filo había subido 27 niveles. La subida había sido tan rápida que hizo que mi cabeza diera vueltas. Claro que el escudo ayudaba a mantener a raya a los enemigos, pero aun así…

―Hablemos de nuestras estrategias. ¿Qué tipo de estilo de lucha usáis, Niño?

―Un escudo sólo sirve para una cosa. Me paro en el frente y bloqueo los ataques de los monstruos, los mantengo a raya. Entonces mis compañeras atacan cuando ven sus puntos débiles.

―¡Ja! Sí que estás metido en tu papel de Héroe del Escudo, ¿eh? Pero está bien, me gusta la gente sencilla.

―¿Qué hay de vosotros?

Tenía una guadaña absurdamente grande colgada de su cintura, pero ¿realmente luchaba con ella? Qué arma tan extraña para usar. De todas formas, ya había visto antes guadañas en los juegos. Normalmente eran utilizadas por personajes vinculados con la muerte, aunque en realidad no sabía el porqué. En el mundo real, se usaban para cosechar grano o algo así.

―¿Quién, yo? Uso a este chico malo.

Dijo tocando la guadaña.

―Therese mayormente se limita a usar magia.

―Así es. He de decir que estoy muy emocionada por ver cómo se comporta este brazalete en batalla.

Entonces, supuse que L’Arc era el jugador ofensivo mientras que Therese le apoyaba con magia. Podríamos trabajar muy bien juntos; mi grupo se inclinaba más hacia la ofensiva, así que podría emplear su ayuda para apoyar a los demás.

Aunque quizás haya demasiada gente en el frente. Puede que necesitemos más apoyo en el centro.

El centro es básicamente el espacio entre la línea frontal y el grupo de apoyo. Está formado por personajes que pueden actuar tanto en ataque como en defensa cuando surge la necesidad. También puede ser ocupado por gente con armas de largo alcance, de forma que pueden permanecer en la retaguardia y aun así infligir daño.

Entre los Cuatro Héroes, probablemente Motoyasu era el que mejor cumplía estos requisitos. Si los cuatro estuviésemos luchando juntos, Ren y yo estaríamos al frente, Motoyasu en el centro e Itsuki detrás.

El centro existe esencialmente para proteger a la retaguardia de cualquier enemigo que atraviese la primera línea de defensa. Para eso o para proporcionar apoyo al frente cuando la parte trasera no pueda hacerlo. Pueden hacer cualquier cosa, lo cual es tanto una bendición como una maldición. No obstante, la personalidad de Motoyasu le colocaba más bien en la parte frontal.

―Está bien. Yo me colocaré en el frente para detener los ataques enemigos. L’Arc y Therese, vosotros dos ayudad a Raphtalia y Filo.

Eso lo resumía casi todo. Aunque si vinieran a por mí con armas o magia, no iría tan bien.

―¡Suena bien!

L’Arc parecía apoyar plenamente el plan.

***

 

 

Bajamos del bote y dejamos la costa antes de dirigirnos hacia el interior de la isla. Los monstruos que nos encontramos por el camino no fueron para nada fuertes, por lo que básicamente Filo acabó con ellos de un solo golpe en el momento que aparecieron.

Por ahora, Filo estaba luchando en forma humana. Tenía la sensación de que estaba practicando sus tácticas de lucha en forma humana a propósito, para asegurarse de estar siempre preparada.

―De acuerdo…

―¿Qué deberíamos hacer con este monstruo?

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L’Arc estaba señalando al cadáver que yacía a nuestros pies.

―¿Eh? Podríamos descuartizarlo para obtener materiales.

Sinceramente, la mayoría de los monstruos que encontramos en las islas no ofrecían buenos materiales. Y esto iba por duplicado para todos los debiluchos con los que nos topamos mientras nos adentrábamos en esta isla.

―En realidad, me preguntaba si podría tomarlo.

―Umm…

El objeto soltado sería en todo caso alguna poción utilizable o algo así, que supuse que podría ser de utilidad. Estaba considerando esto cuando L’Arc bajó su arma y apuntó al cadáver.

―Entonces lo dividiremos.

Y entonces, tal y como yo hacía con mi escudo, lo absorbió en su guadaña.

―¿Qué?

―¿Qué sucede, Niño?

Había absorbido el cadáver con absoluta naturalidad. Me quedé sin palabras durante un momento.

¿Qué está pasando? Estoy bastante seguro de que ésa es una habilidad posible únicamente al poseer una de las armas legendarias de los Héroes.

Pero L’Arc no era un Héroe. Sabía que no lo era porque, cuando matábamos un monstruo, yo obtenía experiencia.

¿Qué diablos está pasando?

―Muy bien, me toca.

Acerqué mi escudo al cuerpo y lo absorbí. Apenas podía creerlo, y la reina tampoco había dicho nada sobre esto. Este mundo estaba lleno de misterios.

L’Arc tenía un arma que profesaba unas habilidades sólo disponibles en mi opinión para los Héroes y sus Armas Legendarias. En realidad, ahora que pensaba en ello, no sabía mucho de los aventureros normales.

Supongo que también existe esa habilidad de transformación, aunque no sé mucho sobre ello. Melty dijo algo de eso, algo sobre el resurgimiento de las habilidades de los Héroes o algo parecido…

Tendría que abordar ese tema con el viejo de la tienda de armas la próxima vez que le viera. Si existían armas capaces de hacer ESO, ¿por qué no me había vendido una? De todas formas, estaba claro que actualmente no tenía suficiente información para averiguar lo que estaba ocurriendo.

―Creo que hemos conocido a alguien muy interesante, ¿no te parece?

―Puede que sí…

Raphtalia y yo murmuramos entre nosotros. Ella estaba señalando a L’Arc con los ojos.

―¡Filo, eres una chica muy dura!

―¡Jeje! ¡Ya lo sé!

L’Arc y Therese estaban hablando con Filo, que había hinchado el pecho con orgullo tras su victoria. Quería descubrir lo poderosos que eran estos dos en realidad.

Seguimos avanzando hacia el centro de la isla y encontramos un monstruo llamado familiar del Conejo del Karma. Era fundamentalmente un conejo negro gigante. Si esta isla se parecía a la anterior, probablemente habría un jefe esperando al final, el Conejo del Karma.

¿Deberíamos llevar a L’Arc y Therese hasta allí?

Pasara lo que pasara, tenía que concentrarme en las batallas que estábamos librando por el camino. No podía dejarme engañar por la apariencia de esos bonitos conejos.

Los monstruos de tipo conejo siempre aparecían en los juegos de un modo engañoso, traicionando de alguna forma tus expectativas sobre ellos. La primera vez que te encontrabas con uno, era uno de los monstruos de menor nivel que aparecía al principio del juego, como los usapils a las afueras de Melromarc. Pero una vez avanzabas en el juego, los monstruos tipo conejo volvían a aparecer, aunque normalmente eran mucho más fuertes de lo que esperarías dada tu experiencia previa.

Ya me había encontrado con algunos de esos en los juegos. Te engañaban con su lindo aspecto, y entonces, cuando bajabas la guardia, se precipitaban hacia ti con un movimiento asesino. Tú te confiabas y ellos te arrancaban la cabeza de una patada.

El conejo tensó sus poderosas patas traseras y salió disparado por el aire en nuestra dirección. Supuse que haría algo así. Salté hacia atrás y atrapé al familiar del Conejo del Karma mientras trataba de huir.

―¡Todos, tened cuidado! ¡Estas cosas son mucho más fuertes de lo que aparentan! ¡También son rápidas!

―¡Vale!

―¡Entendido!

L’Arc y Raphtalia indicaron que lo comprendían.

―¡Allá voy!

Filo aceleró hacia delante y corrió hacia el conejo, y Therese seguía en la parte de atrás. ¿Qué estaba haciendo?

―Poder de la joya que todo lo abarca, escucha mi súplica y manifiéstate. Mi nombre es Therese Alexanderite, soy tu amiga. ¡Concédeme el poder para destruirlos!

Estaba invocando un hechizo. Pero eran unas frases de invocación que nunca antes había oído. Mientras cantaba, su pelo comenzó a ponerse rojo. El brazalete de su muñeca empezó a brillar y, entonces, apareció una bola de fuego gigante flotando ante ella.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 5 Capítulo 8 Novela Ligera

 

―¡Piedra Fulgurante, bola de fuego!

De todos los ataques mágicos que había visto hasta ahora, éste fue el más hermoso. El hechizo salió disparado hacia el familiar del Conejo del Karma, pero también me atrapó a mí en su sendero de destrucción.

―¡Naofumi-sama!

¡Hey! ¡Que estoy aquí! ¿Por qué tenía que golpearme a MÍ con su magia?

O eso estaba pensando, pero entonces ocurrió algo misterioso. El hechizo no me había dañado. Tan sólo afectó al conejo, que estalló en llamas. Y cuando me atravesó manteniéndome ileso, escuché una voz. Era una voz que nunca había oído. Creo que dijo “gracias”.

Para el momento que comprendí lo que estaba pasando, el conejo se encontraba envuelto en llamas. Yo ni siquiera había sentido calor, y seguro que no tenía nada que ver con mi nivel de defensa. Las llamas no parecieron tener ningún efecto sobre mí. Llevándolo un paso más lejos, fue casi como si el fuego me hubiera protegido. Las partes de mi cuerpo que estaban débiles desde que fui maldito de pronto se sentían más ligeras, como si hubieran sido purificadas.

Qué hechizo tan extraño.

Finalmente, las llamas se consumieron y L’Arc levantó en alto su guadaña antes de bajarla con fuerza.

―¡Círculo Aéreo!

Su arma se transformó en energía y giró rápidamente, generando un círculo de luz que cayó sobre el conejo, cortándolo en dos. Ahora, el familiar del Conejo del Karma estaba definitivamente muerto.

―¿Estás bien?

―¿Qué es ese hechizo que has usado?

―¡La magia de Therese no daña a sus aliados!

―Sí… ya me había dado cuenta de eso.

Era una forma de magia que no había visto nunca.

―El brazalete que me hiciste es muy poderoso, Naofumi-san.

―Tiene razón. Lo supe desde el momento en que el hechizo se activó. Podríamos darte todo nuestro dinero y seguiría sin ser suficiente. Muchísimas gracias, Niño.

―Eso no es a lo que me refería.

L’Arc finalmente pareció entender lo que yo intentaba preguntar. Se rascó la barbilla y contestó.

―La magia de Therese funciona combinando su poder y el de las joyas que lleva.

―Um…

―Nunca había oído tal cosa.

―Oh, bueno, es un tipo de magia bastante común en el lugar del que vengo.

―¿Qué estás diciendo, Therese? Tu magia es…

Pero antes de que L’Arc pudiese terminar, Therese corrió hacia él y le tapó la boca. Después le susurró algo al oído y él asintió.

¿De qué estarán hablando?

―Oh…

Para ser justos, supongo que nosotros tampoco hemos sido completamente sinceros con ellos, así que no puedo culparles. Además, sólo vamos a estar juntos durante el evento de activación. Pero si son tan poderosos como parecen, podría merecer la pena mantenerles cerca.

―¡Estas cosas dan toneladas de experiencia!

―Sí, es cierto.

Para una batalla tan corta, las recompensas fueron magníficas. Cada vez que derrotábamos un monstruo, L’Arc y yo dividíamos los objetos soltados y el cadáver. Desbloqueé unas cuantas habilidades, pero sólo una se veía interesante.

 


Escudo de Familiar del Conejo del Karma

Habilidades bloqueadas: bono de equipo – alcance de alerta (pequeño), ajuste de estado de Usauni


 

Alcance de alerta (pequeño), ¿eh? Probablemente es algo similar a la habilidad que obtuve de los perros, mejora del sentido del olfato (pequeña). ¿Tal vez esta habilidad sea incluso mejor?

―Sois muy poderosos, niños.

―Bueno…

Si el Héroe del Escudo fuese incapaz de bloquear los ataques de los enemigos, no serviría para nada, ¿no?

―En realidad, L’Arc, estoy bastante sorprendido por lo fuertes que sois vosotros.

L’Arc parecía tener más o menos el mismo poder de ataque que Raphtalia. Estaba derrotando a los enemigos de un golpe. Parecía que normalmente su guadaña era portátil, pero se volvía realmente grande cuando llegaba el momento de luchar. No era un arma de Héroe ni una réplica de un Arma Legendaria como la que usaba el sumo sacerdote, sino que debía ser simplemente algo de lo que nunca había oído hablar, pero ¿el qué? Recordé algo que había dicho la reina: fue que los Héroes eran más débiles de lo que esperaba.

¿Quizás así es como son los aventureros poderosos? En ese caso, lo que dijo tendría sentido.

De todas maneras, no obtuve respuesta a mis preguntas, y todos continuamos avanzando hacia el interior de la isla. Como esperaba, encontramos una extraña estructura similar a Stonehenge, y en el centro había otra misteriosa esfera, justo como la que habíamos visto en la isla del otro día protegida por el Perro del Karma.

Nos aproximamos a la esfera y, de repente, se deformó (igual que la última vez) y apareció un monstruo. Esta vez era el Conejo del Karma. Sus orejas eran muy largas, y se movían casi como si fueran manos. Por su aspecto, me hice una idea de cómo se iba a desarrollar la batalla. Del mismo modo que habíamos hecho cuando combatimos a los subordinados, tendría que bloquear su ataque sorpresa, solo que esta vez también tendría que encontrar la forma de luchar con esas orejas parecidas a manos.

―¡Buu!

En mi mundo, los conejos no eran conocidos por sus voz. Pero el Conejo del Karma abrió la boca y exhaló con un sonido agudo; claramente parecía estar gritándonos a nosotros. Al mismo tiempo, unas enormes estacas surgieron desde el suelo que rodeaba al Conejo del Karma.

Así que posee ataques de tierra. Eso no es bueno.

―¡De acuerdo! Voy a detener a esa cosa. ¡Vosotros atacad cuando tengáis oportunidad! ¡¿Entendido?!

―Sí.

―¡Sí!

―¡Bien!

―¡Hagámoslo!

Y así, dio comienzo la batalla contra el Conejo del Karma.

Durante todo el combate no dejaron de aparecer familiares. Sin embargo no eran una amenaza significativa, y nos deshicimos de ellos bastante rápido.

El Conejo del Karma tenía muchos ataques distintos a su disposición, y era una criatura violenta y alocada. Pero fui capaz de restringir sus movimientos lo suficiente para que su agilidad no causara tantos problemas. Logramos derrotarlo con bastante facilidad en comparación al jefe del día anterior.

―Fiu.

―Supongo que ya hemos terminado.

Raphtalia hizo un movimiento rápido con su espada para quitarle la sangre, pero entonces se detuvo para inspeccionar la hoja con más detenimiento. Desde luego, la hoja estaba empezando a doblarse. Probablemente no tardaría mucho en romperse.

―Niños, sois…

―¿Eh? ¿Qué?

Por un momento sentí que me observaba, como estudiando algo con mucho cuidado.

―Da igual, no es nada. ¡Sois realmente duros, niños!

―Bueno, yo también estoy bastante impresionado con vosotros.

Eran más fuertes de lo que me esperaba. Puede que incluso de una forma sospechosa. Si no hubieran estado con nosotros, esa batalla habría sido sin duda más complicada.

―Me alegra no haberos decepcionado.

―Sí, sí… En cualquier caso, ¿qué deberíamos hacer con esta cosa? ¿Quieres que la tome yo?

Quería ver qué clase de objeto ofrecía el Conejo del Karma. El objeto que soltó el Perro del Karma incrementó considerablemente el poder de ataque de Filo, y gracias a eso, era probable que ella hubiese infligido más daño que el resto en la batalla contra el Conejo del Karma.

―Claro, todo tuyo. De todas formas, vosotros habéis hecho casi todo el trabajo.

―Gracias.

Absorbí el cadáver en mi escudo y luego comprobé el objeto obtenido.

―¿Espada del Conejo del Karma?


Saqué la espada de mi escudo. La empuñadura era negra, y tenía un grabado con un patrón de conejo. Parecía pertenecer a la misma serie de armas que las garras de Filo.

 


Espada del Conejo del Karma

Calidad: excelente

Efectos especiales: aumento de agilidad, reducción de magia, aumento de ataque, reducción de defensa


 

Parecía ser un arma muy poderosa. Debía ser igual que las nuevas garras de Filo.

―Raphtalia, prueba esta espada.

―Oh, vale.

―¿Qué pasa? ¿Has conseguido una nueva arma?

―Sí.

Raphtalia agarró la empuñadura y balanceó suavemente la espada varias veces.

―Parece ser una espada excelente. Creo que de momento puedo usarla.

Pasamos algo más de tiempo subiendo de nivel con L’Arc y Therese en el interior de la isla.

Para el momento en que pensamos terminar, habíamos subido varios niveles. Yo había llegado al 70, Raphtalia al 72 y Filo al 73. Fueron unos cuantos niveles, pero sin duda había sido menos eficiente que ayer.

Me preguntaba por qué. ¿Significa que nos estábamos acercando al nivel adecuado para esta zona?

Todavía había muchas cosas que no entendía sobre este mundo. Parecía que podías aumentar tu nivel si así lo querías, pero en cierta forma también parecía que había límites de nivel en cada área.

Ese tipo de sistemas era distinto dependiendo del juego que estuvieras jugando. Había MMO’s que lo implementaban de manera que no pudieses subir a más de cierto nivel si te enfrentabas enemigos débiles. Lo llaman nivel adecuado, y básicamente sólo eres recompensado con puntos de experiencia si la diferencia entre tu nivel y el del enemigo está dentro de cierto rango. Si el sistema estaba configurado de ese modo, no podrías incluir en tu grupo personajes sustancialmente más débiles que tú y aun así esperar ser capaz de subirles de nivel en zonas difíciles.

Pero cuando estuvimos criando a Filo después de que naciera, no tuve en ningún momento la sensación de que existiera un sistema como ése aquí. ¿Qué estaba pasando?

―Raphtalia, ¿qué tal te desenvuelves con esa espada?

―Es muy ligera y fácil de blandir, pero todavía no me he acostumbrado a sus matices.

Así que al parecer era poderosa y era fácil de usar, pero tenía sus matices. Me hacía preguntarme si el viejo de la tienda de armas podría hacer algo parecido si le mencionara que era parte de la serie de armas “Karma”. Aunque estoy seguro de que necesitaría los materiales igualmente. Sin embargo, parecía que podía contar con esa serie para obtener un poder de ataque importante, lo cual era estupendo. Aun así, no tenían un revestimiento limpia-sangre, por lo que no seríamos capaces de utilizarlas durante mucho tiempo, y eso no era algo bueno.

Siempre podría usar el Escudo Afilador con sus armas durante la noche, mientras estamos en la posada, pero tenía tantas habilidades aún por desbloquear…

Debería priorizar el desbloqueo de habilidades sobre el afilado. Tal vez pueda llevarle las armas al viejo en Melromarc para que les aplique un revestimiento. En cualquier caso, tendré que hacerle una visita antes de la próxima ola.

De todas formas, estábamos subiendo tanto de nivel y a tanta velocidad que todavía no lo había entendido del todo. Las cosas habían ocurrido tan deprisa que casi me ponía ansioso.

Había estado trabajando en desbloquear nuevos escudos todo el tiempo, pero aún quedaban tantos monstruos sin absorber que me ponía ansioso pensar que podría perderme algo importante. Tenía que ignorar ese sentimiento como fuera. Sólo me hacía falta esperar a que terminase la siguiente ola, entonces podría salir en busca de nuevas áreas para subir de nivel. Probablemente, también podría contar con la ayuda de la reina, así que no creo que el dinero pudiera llegar a ser un problema.

Pero primero era lo primero, y es que tenía que potenciarme tanto como fuera posible en el tiempo restante. Raphtalia y Filo también.

***

 

 

―¿Has tenido suficiente por hoy?

El sol estaba empezando a descender cuando L’Arc sugirió que regresáramos.

―¿Eh? Sí, supongo. Creo que en general ha sido un buen día. ¿Qué vais a hacer mañana?

Los Conejos del Karma ya no suponían un gran reto. Habría sido una zona bastante fácil únicamente con Raphtalia y Filo, pero lo fue mucho más con L’Arc y Therese. Quería asegurarme de que no estuviésemos desperdiciando su tiempo.

―Chico, creo que hemos hecho suficiente, pero ha sido un gran día. Supongo que podréis arreglároslas por vuestra cuenta mañana.

―Oh…

Era un tanto decepcionante. Pero en la mayoría de los casos, los aventureros apreciaban su libertad. Cuando llegara el momento de abandonar la isla, me pensaría invitarles a unirse al grupo.

―Volvamos entonces.

―De acuerdo.

Y así, partimos y volvimos a la isla principal. Llegamos antes de que el sol terminara de ponerse. Mientras estuvimos en el bote, hubo momentos de silencio durante los que L’Arc y Therese parecían estar reflexionando sobre algo.

¿En qué pensarán? ¿Se han dado cuenta de que yo realmente soy el Héroe del Escudo pero no quieren mencionarlo? Lo dudo. L’Arc no parecía el tipo de hombre que se guardaba para sí mismo lo que quería decir.

―Hasta otra, Niño del Escudo. Espero volver a luchar junto a ti algún día.

―Sí. ¡Y si conseguís algo de dinero antes de dejar las islas, venid a pagarme!

De esta forma nos separamos. Habíamos pasado un tiempo bastante agradable juntos.


―Ha sido la primera vez que luchamos en conjunto con otras personas desde que viajamos con Melty.

―Tienes razón.

―Tienen mucha experiencia y poder.

Asentí.

Eran sorprendentemente fuertes, tanto como nosotros. Si tuviese la oportunidad, me gustaría tenerles en mi grupo.

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