Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 5

Capítulo 10: El Templo Acuático

 

 

Terminamos teniendo varios días pacíficos en las islas. Filo estuvo todo el tiempo bastante obsesionada con nadar. Llevábamos unos cinco días en las islas cuando ella dijo…

―¡Hey, Maestro! He visto algo. ¡Es como otra isla! ¡Es roja! ¡Está en el fondo del océano!

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―¿Qué?

¿De qué está hablando? Aunque suena muy interesante.

De pronto recordé el contorno rojo de la isla que había visto sobre el cielo; parecía estar brillando. Asumí que estaba relacionado con el evento de activación. Lo había visto casi todos los días desde que llegamos.

―¡Sí! ¡Si buceas en el océano por la noche, puedes verlo al fondo!

Um… ¿otra isla?


―Bueno, de todas formas, nuestra subida de nivel casi se ha detenido. Podríamos ir a comprobarlo.

―¿Estás seguro?

―Tenemos ese nuevo equipamiento que nos permite bucear más tiempo, ¿verdad?

Raphtalia arrugó la nariz. Ella había usado el kigurumi el día anterior, lo cual no le alegró mucho. Esa cosa claramente te hacía parecer un idiota, pero no podía negar que tenía buenas mejoras de estadísticas. No era un objeto que los monstruos soltasen con frecuencia, pero al final del día ya teníamos tres. Así que, si quisiéramos, podríamos ponernos uno cada uno y nadar. Aunque no ayudaría en nada a Filo.

―¿El fondo del océano…?

―¿Qué, no sabes nadar?

―¡Onee-chan puede nadar tan bien como yo!

―Anda, ¿qué te parece?

Ya había visto nadar a Filo varios días. Podía estar bastante tiempo bajo el agua, y es que aguantaba mucho la respiración. Si Raphtalia podía competir con ella, era realmente impresionante.

―Bueno, vengo de una aldea pescadora, por lo que soy una nadadora bastante digna.

―Con eso está decidido. Vayamos a investigar ese sitio.

―Me pregunto cómo serán los monstruos en el océano.

―Ahora somos bastante fuertes. Estoy seguro de que estaremos bien.

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―Eso espero.

Nunca habíamos luchado en el agua. Tarde o temprano tendríamos que aprender a hacerlo.

―¡Subid a mi espalda!

Filo volvió a su forma filolial y saltó al agua. Podríamos subir a su espalda e ir a cualquier lugar. Supongo que, en realidad, nunca tuvimos la necesidad de usar un bote.

Montamos en su lomo y ella avanzó hacia las olas.

***

 

 

―Es ahí abajo.

Nos habíamos alejado mucho de la isla principal y estábamos entrando en aguas profundas cuando Filo indicó la localización.

―Pongámonos los kigurumi y buceemos entonces.

Aún sobre la espalda de Filo, nos pusimos un kigurumi cada uno. A Raphtalia no le entusiasmaba la idea, pero al rato terminamos de ponernos el nuevo equipamiento y estuvimos preparados.

―De acuerdo, a bucear.

―Sí.

―Esta cosa se ve muy rara.

―Qué pena. Éste es nuestro único equipamiento que nos permite bucear hasta el fondo.

Nos quejamos de ello, pero un momento después estábamos buceando bajo las olas.

¡Guau! ¡Esto es increíble!

Podíamos nadar con muy poco esfuerzo, no necesitábamos tratar de aguantar la respiración y la patada más pequeña nos hacía movernos suavemente por el agua. Ya no me importaba su aspecto. Podría acostumbrarme a esto.

Filo indicó el camino y siguió descendiendo. La seguimos y pronto vimos algo parecido a una isla alzándose desde el lecho marino.

¿Se habrá hundido o algo?

Brillaba con un color rojo del mismo modo que la isla cuando nos acercamos a ella en el barco. Buceamos hacia ella.

Habían pasado diez minutos desde que nos sumergimos. Era asombroso que pudiésemos permanecer tanto tiempo bajo el agua. Este mundo realmente era como un juego; si tenías el equipamiento adecuado, podías hacer básicamente cualquier cosa. Aun así, sentía que empezaba a acercarme a mi límite. No creo que fuéramos capaces de aguantar más de veinte minutos.

Afortunadamente, no encontramos ningún monstruo mientras buceábamos. Si hubiéramos tenido que luchar, no estoy totalmente seguro de qué habríamos hecho. ¿Acaso podía Raphtalia mover su espada bajo el agua? Antes de que tuviese que volver a preocuparme por ello, llegamos a la isla.

No parecía haber ningún monstruo acechando por la zona. Además, si desperdiciásemos el tiempo con una batalla, seguro que nos quedaríamos sin aire. Miré alrededor de la isla y rápidamente divisé algo artificial. Parecía un edificio. Nos acercamos nadando para verlo mejor. Era como algún tipo de templo.

¿Es un templo submarino?

La puerta estaba bien cerrada. Extendí la mano para tocarla, y cuando lo hice, la joya en el centro de mi escudo comenzó a brillar haciendo que la pesada puerta crujiera mientras se abría sola. Miré a Raphtalia.

Pronto nos quedaremos sin aire. ¿Deberíamos volver a la superficie?

Una burbuja de aire salió por la puerta. ¿Había aire en el interior? Buceé hasta el fondo y levanté la mirada, hacia el interior del templo. El agua se interrumpía poco después de la entrada, y se veía que podríamos entrar al templo para salir del agua. Hice señas a Raphtalia y Filo para que me siguieran.

―¡Ah!

―¿Dónde estamos?

―No lo sé…

Todos respiramos profundamente y miramos alrededor para hacernos una idea de cómo era el lugar. Estaba bastante oscuro, pero nuestros ojos no tardaron en acostumbrarse. Nos encontrábamos en una gran sala construida con piedra. El interior del edificio parecía seco, y solo había agua en la entrada. Caminamos, adentrándonos en el templo.

―Está muy oscuro.

―¿Debería usar mi magia de luz?

―Sí.

Raphtalia invocó un hechizo y la sala se iluminó. Cuando el lugar se hizo visible, apenas podía creer lo que veían mis ojos.

―¿Qué demonios…?

Grande y con aspecto amenazador, en el centro de la sala se encontraba un Reloj de Arena del Dragón gigante. Para aumentar el misterio de la situación, la parte superior parecía estar casi vacía, como si hubiese estado contando el tiempo restante hasta nuestra llegada.

¿Qué hace un Reloj de Arena del Dragón en un sitio como éste?

Recordé que Fitoria lo había mencionado. Dijo que las Olas también se producían en otros lugares, en sitios deshabitados. Éste debía ser uno de esos lugares.

¿Qué debíamos hacer? Esta zona podría estar bajo el control de Fitoria, pero tampoco parecía justo ignorarlo sin más. Las islas estaban llenas de aventureros y turistas. Si se produjese una Ola en este momento, la destrucción sería inmensa. Y el caos no se limitaría únicamente a las islas, sino que todo el océano circundante se llenaría de monstruos. Sería extremadamente peligroso.

―Tenemos que apresurarnos y volver a la superficie para informar de esto a los soldados.

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―Sí, tienes razón.

Levanté mi escudo hacia el reloj de arena. Una luz destelló desde el artefacto y entró en la joya de mi escudo. El tiempo restante apareció en mi campo visual.

 

48:21

 

Quedaban prácticamente dos días hasta la finalización de la cuenta atrás.

***

 

 

―¿Hay un Reloj de Arena del Dragón en el templo submarino?

Cuando regresamos a la isla principal, convoqué una reunión de emergencia con los Héroes.

―Pero eso…

―Si no me creéis, puedo llevaros allí ahora mismo.

―No te estoy llamando mentiroso.

―¿En el fondo del océano? Recuerdo una extraña misión parecida en mi juego.

Itsuki respondió exactamente lo que pensé que diría.

―Entonces, ¿qué queréis hacer? ¿Ignorarlo?

Si lo ignorábamos, una horda de monstruos inundaría las islas. Como mínimo, teníamos que evacuarlas por si acaso. Eso sería de gran ayuda para prevenir que se perdieran vidas.

Pero si lo que dijo Fitoria era cierto, los Héroes tenían la responsabilidad de hacer algo al respecto. Estaba convencido de que, si los Héroes ignorásemos el reloj de arena, Fitoria podría aparecer y matarnos a todos.

―Es una buena oportunidad para poner a prueba nuestros nuevos poderes. No estoy en contra de ello.

―Yo tampoco. Si Naofumi está diciendo la verdad, será un buen reto.

―No estoy mintiendo. Os llevaré allí.

Tanto Motoyasu como Itsuki estaban de acuerdo en ir porque querían poner a prueba los nuevos y altos niveles de sus grupos.

―¿Eh? Dame un respiro, ¿a quién le importa eso?

Pero un Héroe no parecía interesado. Era el Héroe de la Espada, Ren. Había estado en silencio durante toda la conversación. Ahora decía que no le importaba y actuaba como si estuviera a punto de marcharse.

―Oye, ¿acaso no nos ha sido encargada la protección del mundo? ¿Vas a darle la espalda?

Creía que le GUSTABA luchar. ¿Está diciendo que, de una forma u otra, no le importa lo que le suceda al mundo?

Estaba empezando a molestarme. Le agarré la mano antes de que pudiera irse y él la sacudió para liberarse.

―No me toques. No he venido hasta aquí para hacerme vuestro amigo. Si vosotros tres creéis que podéis encargaros por vuestra cuenta, me marcharé de las islas.

Esto me parecía muy extraño. ¿Por qué estaba comportándose así? Deslicé los brazos bajo los suyos y le sujeté para evitar que se fuese.

Me pregunto si estaré rompiendo alguna regla al retener a un Héroe.

Pero no ocurrió nada. Supongo que, siempre y cuando no le atacara directamente, estaba bien retenerle.

―¡Suéltame!

Ren comenzó a retorcerse violentamente, tratando de liberarse de mí. ¿Qué le pasaba?

―¡Motoyasu! ¡Itsuki! ¡Detened a Naofumi! ¡No voy a dejar que me obligues a pelear!

¡Jaja! De repente comprendí qué estaba pasando. Parecía que Motoyasu e Itsuki también lo habían descubierto.

―Ren, no sabes nadar, ¿verdad?

―¿Qué? ¡No! ¡No es eso! Está bien. Si tantas ganas tienes de que vaya, lo haré. Lo haré por vosotros. Estadme agradecidos.

No sabía nadar, así que, obviamente, no quería ir a un templo submarino. Y si una Ola de la Destrucción iba a producirse en las islas, quería asegurarse de estar en otro lugar. Tenía que ser eso.

Ren aún estaba resistiéndose, y parecía dispuesto a pelear en serio.

―Naofumi, será mejor que me sueltes antes de que salgas herido.

―Adelante, inténtalo.

―¡ARRRRRGGGGH!

Ren empezó a golpear con violencia, intentando deshacerse de mi agarre, pero le tenía sujeto desde atrás y no podía llegar hasta mí.

¿De verdad le asusta tanto el agua?

―¿Qué vas a hacer?

―¿En serio te da miedo el agua? Naofumi, simplemente arrástrale hasta el océano y vayamos.

―Claro.

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No me podía creer que estuviese de acuerdo con Motoyasu, pero lo estaba. Teníamos que comprobar si Ren estaba mintiendo. Si trataba de hacerse el experto y fingir que sabía nadar cuando en realidad no era así, estaríamos en graves problemas cuando llegásemos al templo bajo el agua.

***

 

 

―¡Eh! ¡Dejadlo ya! ¡Sé nadar, así que suéltame!

―Claro.

Arrastré a Ren hasta el muelle.

―Itsuki, sabes nadar, ¿no?

―Sí.

―Y tú no mentirías en esto como está haciendo Ren, ¿me equivoco? En algún momento tendrás que demostrarlo.

―Me parece bien.

―¡Déjame iiiiiir!

―Ren siempre se cree el mejor. ¡¿Cómo se puede ser tan inútil para no saber nadar?!

Motoyasu estaba burlándose y riéndose de Ren.

―Yo… yo SÉ nadar.

―Entonces demuéstralo.

Aflojé mi agarre sobre Ren, y Motoyasu le dio una patada, tirándole al agua desde el muelle.

―¡¿…?!

Con una patética expresión en su rostro, Ren cayó al agua de cabeza. Las burbujas flotaban hasta la superficie por encima de él, pero Ren seguía hundiéndose.

―…

―…

―No va a subir, ¿verdad?

―En fin…

Salté al mar tras él. El agua no era para nada profunda, pero Ren estaba luchando aleatoriamente en el fondo. Le rodeé con los brazos y le saqué del agua. Menudo idiota. ¡Se estaba ahogando en menos de metro y medio de agua!

―¡Upah! ¡Idiotas! ¡¿Por qué me estáis haciendo esto?!

Ren estaba furioso, pero no era nada intimidante.

―No has perdido ni un minuto ahogándote.

No había estado ni treinta segundos en el agua. Podría haberse puesto de pie, pero se dejó hundir más y más… No sería una escena fácil de olvidar.

―No parece que Ren vaya a ser de mucha ayuda.

―Eso no es bueno para el resto de nosotros.

Era un grave perjuicio perder a uno de los principales atacantes entre los Héroes.

―¡Sé nadar!

―¿Sigues diciendo eso después de lo que acabamos de ver?

No íbamos a poder llevarlo con nosotros, lo que significaba que tendríamos que pensar en otra estrategia.

―Cuando llegue la Ola, tendremos que estar en un barco o algo parecido. Así podremos dejar a Ren en el barco cuando tengamos que bajar al agua.

Ren iba a ser una carga, pero si estuviésemos en un barco, no sería completamente inútil.

―Quién sabe lo que puede pasar. Pero pensemos en usar un barco.

―Buena idea.

―¿Qué hay de los demás? Espero que ya os hayáis dado cuenta de que podéis añadir tropas de apoyo a vuestros grupos durante las Olas.

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Motoyasu e Itsuki se estremecieron.

―Sí, lo entendemos.

―¡Claro que lo sabemos!

―Entonces hablemos de estrategia. ¿Qué tipo de formación pensáis emplear? Dependerá de la situación, pero ¿qué clase de patrones tenéis en mente?

―Naofumi, pareces saber de lo que hablas.

―¿Vosotros tres aún pensáis en estas batallas a gran escala como si fuesen exactamente lo mismo que lo que encontrabais en los juegos que conocéis?

Siendo sincero, yo era un otaku, así que tenía una tonelada de conocimientos sobre las batallas de evento de los MMO’s. No es que fuera el jugador más fuerte, o que hubiese maximizado mis estadísticas ni nada por el estilo, pero realmente disfrutaba de estos emocionantes eventos cuando ocurrían en línea. Solía formar mis propios gremios y equipos. Yo mismo reclutaba a todos los miembros. Disfrutaba mucho esos eventos, y por ello sentía que sabía cómo jugarlos del modo más eficiente. Eran una de mis partes favoritas de los juegos en línea. Las Olas de la Destrucción parecían tener mucho en común con ese tipo de eventos.

―Tengo experiencia con estas cosas gracias a los juegos de mi mundo, pero las mecánicas no son exactamente las mismas. Suena más como si esta clase de eventos formaran parte de los juegos a los que estáis acostumbrados.

―Ya te dije que tenía experiencia con estas cosas.

Motoyasu discrepó, aunque no es que me importara. Puede que tuviera algún tipo de experiencia, pero sonaba como si nunca hubiese estado al mando. Siempre dejaba que los otros jugadores pensaran todo por él. También pudiera ser que no supiera absolutamente nada.

―Motoyasu, tú siempre lo has experimentado como un participante, ¿cierto? ¿Alguna vez has luchado en un gremio de unas cincuenta personas, o de cien?

―No… ¿Estás diciendo que tú sí?

―Así es.

Una vez creé y dirigí el tercer gremio más poderoso de un servidor.

―¿En serio?

―Si crees que estoy mintiendo, trata de recordar lo que ocurrió durante la última ola. Casi todos los aldeanos escaparon ilesos.

Itsuki y Motoyasu me lanzaron una mirada de descontento. Pero no importaba, sólo estaba exponiendo los hechos. Ambos sabían muchas cosas de este mundo, pero eso no significaba que tuvieran experiencia.

La diplomacia era necesaria, incluso en los juegos. El equipamiento y el nivel sólo podían llevarte hasta cierto punto. Necesitabas un instinto para el mando.

―Puedo entender los conceptos básicos y decirle a la gente qué hacer. Pero creo que en este mundo hay gente a la que se le da mejor ese trabajo, así que prefiero dejárselo a ellos.

Todavía pensaban en esto como un juego. ¿De cuánta utilidad iban a ser en una batalla real? A fin de cuentas, un juego era sólo un juego.

Una vez establecidas las formaciones, tendríamos que tratar el tema del ataque, las retiradas y los patrones de espera. Con sólo reunir un ejército no se terminaba el trabajo. Las personas que jugaban estos juegos no eran soldados natos. Tampoco había garantía de que la gente con la que jugabas fuese a respetar tus órdenes, por lo que siempre existía una incertidumbre debida a los jugadores individualistas. Lo único que podías hacer era señalar los puntos débiles y coordinar tus ataques.

Pero en este mundo, había soldados reales. Si intentabas utilizar tropas reales de la misma forma que usabas a los jugadores, no ibas a obtener el mismo resultado. Y, además, existían normas que regulaban el comportamiento en los juegos, pero no eran aplicables en este mundo. Aquí podías hacer cualquier cosa.

Pero en este caso, las Olas de la Destrucción eran un misterio… Nunca sabías qué esperar cuando llegase el momento.

Por otra parte, aquí había muchas más clases y trabajos que en los juegos, así que las posibilidades también eran mucho más variadas. Por ejemplo, yo estaba acostumbrado a eventos de batalla en línea en los que grandes ejércitos trataban de tomar el control de un fuerte enemigo. Los muros que rodeaban el fuerte eran indestructibles, así que no podías conquistarlo derribando sus defensas. Pero aquí, estaba seguro de que podías destruir un muro si eras lo bastante fuerte. En ese caso, se requeriría una estrategia totalmente distinta.

―Deberíamos pedir refuerzos a Melromarc. Tendremos que usar la función “formación” para que puedan participar en la batalla. Serán muy útiles, ya que ellos comprenden cómo luchar en este mundo.

―De acuerdo. Estoy empezando a entenderlo.


―Es una forma muy indirecta de decir que quieres depender de las tropas del castillo.

No se equivocaba, pero tampoco es que pudiera esperar depender de los otros Héroes. ¿Es que aún no se habían dado cuenta de que no iban a ser capaces de enfrentar las Olas sin ayuda?

―De todas maneras, así es como yo lo veo. Pediremos refuerzos, pero tendremos que actuar como los jugadores de mayor nivel en la batalla. Tendremos que liderar la carga y atravesar las defensas enemigas. Necesitamos asumir que somos el arma secreta. ¿Entendéis eso?

―Sí.

―Odio admitirlo, pero tienes razón.

―¡Sé nadar!

―Ren, ¿todavía sigues insistiendo con eso? Además, nos dirigimos a un templo submarino, así que pronto descubriremos lo bien que nadas.

―¿Qué? ¿Queréis que vaya con vosotros? ¡Creía que yo iría a pedir los refuerzos!

―Nop, toma, un kigurumi. Póntelo, tengo tres.

―¡¿Qué es esa cosa?!

A Motoyasu le dio un ataque de risa cuando vio el kigurumi de Pekkul.

―Sé que se ve estúpido, pero te da muy buenas aptitudes cuando estás en el agua. ¿No conseguisteis los objetos de los jefes de las islas?

―Sí, pero yo recibí un kigurumi de Risuka.

―Sí, y yo uno de Usauni.

―El mío es de Inult.

No habíamos coincidido en absoluto. Me quería reír. Me imaginé a nosotros cuatro vistiendo los distintos kigurumis, y fue bastante difícil no sonreír. De alguna forma, el hecho de que en realidad fuesen buenos equipamientos sólo lo hacía peor. Raphtalia también se había resistido a ponérselo.


―En cualquier caso, todos recibimos los objetos, pero de ninguna manera conseguí TRES.

―Ya, los jefes no aparecían con mucha frecuencia, pero eran unos debiluchos, así que al final terminé teniendo tres.

―¿Pero no eran bastante fuertes? Quiero decir, ERAN los jefes de las islas.

―¿De verdad?

¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Creían que esos monstruos eran fuertes? Eso no era un buen augurio.

―En fin, vámonos.

Al final, todos saltamos al agua para ir al templo submarino, pero cuando Ren trató de nadar, un sonido metálico indicó que no era capaz de hacerlo. Finalmente admitió que no sabía. Por suerte, existía un conveniente hechizo mágico que permitía respirar bajo el agua durante una hora, así que pudimos llevarle hasta el templo.

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Uno de los usuarios de magia de palacio nos acompañó para confirmar la existencia del reloj de arena. Lamentablemente, esa magia no estaba destinada a la batalla, por lo que no era efectiva si te movías demasiado rápido. Eso quería decir que no funcionaba en las zonas en las que la corriente era fuerte o en las aguas demasiado profundas.

El efecto del hechizo desapareció inmediatamente después de que llegáramos al templo. Si hubiera durado un poco menos, Ren se habría ahogado.

Motoyasu e Itsuki se rieron a carcajadas por el kigurumi de Pekkul, pero Ren no hizo ninguna broma sobre ellos. Y así, empezamos las preparaciones para la ola inminente.

***

 

 

―¿Entonces no hay ningún marinero?

―En realidad no.

Estábamos planificando la estrategia con el conde y los soldados enviados por el castillo, pero no había ningún marinero en el grupo. No creía que los Héroes fuésemos a ser de mucha ayuda durante la batalla de esta ocasión, por lo que yo iba a actuar como comandante de las tropas. Desearía que hubiese algún comandante de guerras reales por aquí cerca para ayudar.

―Hay algunos marineros en las islas que pueden ayudar, pero no parece que el castillo vaya a poder enviarnos muchos más refuerzos. El comandante del ejército está dispuesto a prestar su apoyo, pero esperaban que un Héroe fuese al castillo como representante.

―Jeh. Veré qué puedo hacer.

Un Héroe podía ir al castillo y, aun así, transportarse hasta aquí a tiempo para la Ola siempre y cuando tuviese registrada la localización. Pero nadie sabía si serían capaces de preparar los barcos y las tropas a tiempo.

―Si la batalla tendrá lugar en el océano, no podremos evacuar, lo que significa que no necesitaremos tropas que hagan ese trabajo.

―En efecto, planeamos llevar a cabo la batalla en el mar.

―Entonces os dejaré eso a vosotros. Nadie sabe qué tipo de monstruos aparecerán en el agua, así que manténgase alerta.

―Muy bien. También hemos preparado barriles explosivos de rucolu. Normalmente están prohibidos por las leyes de pesca.

―¿Barriles de rucolu?

―Sí. Barriles llenos de rucolu que detonamos en el agua. Convierte el agua en alcohol, matando a cualquier monstruo del área.

Jeh. Yo era incapaz de atacar por mí mismo, así que siempre me resultaba interesante escuchar los tipos de medidas ofensivas que se le ocurrían a la gente. Ése era un método que nunca habría considerado. Si funcionaba, probablemente podría ser muy útil.

―¿Qué hay de los aventureros del pueblo? Seguramente algunos de ellos estén ansiosos por pelear.

―¿Eh? Oh, sí, buena idea. Solo asegúrese de elegir a los mejores.

No había ninguna razón para intentar llevar a cabo esta batalla sólo con soldados. Durante la primera ola en la que estuve, muchos aventureros ofrecieron su ayuda. Necesitábamos usar cualquier recurso a nuestra disposición si queríamos sobrevivir.

El hecho de que la isla estuviese en mitad de un evento de activación eran buenas noticias para nosotros, porque implicaba que habría aventureros de mayor nivel en el pueblo.

―Ya se han transmitido las órdenes.

―Gracias.

Recordé la última ola en la que habíamos combatido. Si ésta era similar a aquélla, había una alta probabilidad de que volviésemos a encontrarnos con Glass. Aunque en este tiempo habíamos subido muchos niveles. Realmente quería creer que esta vez seríamos lo suficiente fuertes para ganar, pero no podía fingir que eso fuera a ser un hecho. Ella era muy poderosa.

Esa noche, recorrimos la isla poniendo carteles para reclutar aventureros. Apelábamos a gente que quisiera subir de nivel en la Ola y probarse a sí misma. Me encontraba en el muelle esperando la llegada de un barco con provisiones cuando aparecieron L’Arc y Therese.

―Hey, Niño del Escudo. ¿A dónde vas?

―A ningún sitio divertido. Por desgracia, todo esto es trabajo.

Al final, había sido elegido para ir al palacio a registrar a la reina y sus tropas para la teletransportación. Habíamos discutido sobre si simplemente debíamos solicitar más tropas, pero no había tiempo suficiente para que todas llegasen aquí. Así que tendríamos que usar la habilidad de teletransporte en el reloj de arena.

 


¡Escudo del Reloj de Arena del Dragón, Condiciones Cumplidas!

 

Escudo del Reloj de Arena del Dragón

Habilidad bloqueada: bono de equipo – habilidad Escudo Portal


 

El problema era que el evento de activación imposibilitaba la teletransportación. Según Motoyasu y los demás, el primer punto de teletransporte fue la sala en la que fuimos invocados. Así que, si salía del rango del evento de activación, sería transportado al castillo, pudiendo añadir a la reina a nuestra formación.

―Aun así, voy a luchar en la Ola.

Suspiré. En realidad no quería luchar si no era necesario, pero no tenía otra opción.

―¡Hey, ahora que lo mencionas, nosotros también nos hemos apuntado para combatir en la Ola!

―Ah, ¿sí?

Sabía que podía contar con ellos. Habrían sido lo bastante fuertes para acabar por su cuenta con las Olas anteriores de menos monstruos. Me alegraba oír que iban a ayudar. Eso lo facilitaría todo.

―¡El brazalete que me hiciste puede disparar fuego!

Therese estaba claramente emocionada por todo esto.

―Todavía no se ha tranquilizado.

Me hacía feliz que le gustara, pero si no se tomaba en serio la batalla, acabaría muriendo, y eso no nos ayudaría en nada.

―Entonces nos veremos en la Ola.

―Me alegra volver a luchar contigo, Niño.

―Contamos contigo.

―¡Sin problema!

Subimos al barco con rumbo al puerto de Melromarc y partimos hacia la oscuridad.

***

 

 

El barco estaba realmente lleno. Al parecer, muchas personas habían oído que se acercaba una Ola y estaban tratando de salir de las islas antes de quedar atrapadas en el caos. No obstante, esta vez al menos nos dieron un camarote privado, por lo que fue un viaje mucho más cómodo que el anterior.

De vez en cuando utilizaba la habilidad Escudo Portal, pero aún no funcionaba.

El sol se había puesto hacía ya mucho tiempo, y estábamos entrando en las últimas horas de la noche cuando…

―¡Escudo Portal!

Esta vez, el icono que indicaba que no iba a funcionar se desvaneció y fui capaz de gritar un destino o de elegir uno de entre una lista de lugares registrados.

 


Teletransporte ↑

Memoria de ubicaciones de teletransporte.

Alerta, la teletransportación va a iniciarse.

Melromarc, Sala de Invocación.


 

Asumí que era la habitación en la que me invocaron cuando aparecí en este mundo… ¿qué otra cosa podía significar?

Un círculo apareció en el suelo a mi alrededor, indicando el alcance del hechizo. Podía seleccionar quiénes serían teletransportados conmigo, lo cual significaba que también podía elegir quiénes NO serían teletransportados. Pero el alcance del hechizo era en realidad bastante grande. ¿Por qué no podía ser simplemente la gente que estuviese tocando o algo así? Probablemente era de ese modo para que el hechizo pudiera usarse como medida de escape de emergencia.

Cuando el sumo sacerdote acorraló a los otros Héroes, ¿por qué no lo usaron?

―De acuerdo, voy a usar la habilidad de teletransporte.

―¡Vale!

Las palabras “Melromarc, Sala de Invocación” aparecieron en el aire ante mí y, al mismo tiempo, también se hizo visible una imagen fantasmal y semitransparente de la sala. Reconocí que era el lugar en que me habían invocado hacía tantos meses.

―¡Muy bien!

Acerqué a Raphtalia y Filo y activé la habilidad en la cubierta del barco. Se produjo una rápida ráfaga de viento, y todo el escenario a nuestro alrededor cambió al instante. Estábamos en una sala que olía a polvo. Recordaba haberme encontrado en ese mismo lugar. La sala se encontraba vacía. Supongo que no estaban en mitad de una ceremonia, así que debería haberlo esperado.

―Increíble. Ha sido instantáneo.

―¡Guau! ¡Hemos vuelto al palacio!

―Ciertamente lo parece.

―¡Mel-chan!

Filo saltó alegremente fuera de la sala. Llamamos a unos soldados apostados en el pasillo y solicitamos una audiencia con la reina. Ya habían recibido un mensaje de la isla, y la reina nos estaba esperando.

***

 

 

Pasamos la noche en el palacio, y en cuanto llegó la mañana, comenzamos a prepararnos para la Ola. La reina había dispuesto todo un almacén lleno con los materiales que le había pedido antes de partir hacia las islas. Dijo que seguirían llegando más durante nuestra estancia en Cal Mira.

―Entonces no me contendré usándolos.

De todos modos, estuve pensando que aún no me había potenciado lo suficiente. Sin embargo, no tuve ningún problema importante mientras estábamos subiendo de nivel, lo que me hacía pensar que mi anterior sesión de potenciación había sido muy útil.

Elegí el escudo que quería utilizar durante la Ola.

 


Escudo Devorador de Almas (despertado) +6 35/35 SR

Habilidades bloqueadas: bonos de equipo – habilidad Segundo Escudo, resistencia espiritual (media), resistencia a los ataques espirituales (media), aumento de SP

Efectos especiales: Devorar Alma, recuperación de SP (débil), Nulificar Drenaje, Eludir Muros, Control de No-Muertos

Nivel de maestría: 60

Encantamiento de objeto nivel 7: +10% de SP

Espíritu de Puercoespín: aumento de eficacia de contraataques, defensa +50

Encantamiento de estado: fuerza +30


 

Tras potenciar el escudo, me costaba creer lo poderoso que se había vuelto. Ahora era incluso más fuerte que el Escudo Víbora de Quimera. Tal vez se debía a que había obtenido ese escudo del jefe de la última ola, pero pareció responder más drásticamente a la potenciación.

Los efectos especiales Nulificar Drenaje, Eludir Muros y Control de No-Muertos aparecieron después de que el escudo despertara. Eludir Muros significaba que podías atravesar objetos sólidos, pero para pasar a través de una única pared usaría todos tus SP. Además, lo había probado en una pared muy fina y apenas logré pasar al otro lado, así que me preocupaba un poco lo que pasaría si lo usase en una más gruesa. Asumí que Control de No-Muertos permitía al usuario controlar monstruos de tipo no-muerto. Tendría que usarlo para estar seguro.

Según los números, mi estadística de defensa era ahora cuatro veces mayor que antes.

Finalmente, a pesar de que sólo lo usaría si me veía completamente obligado a ello, decidí probar a potenciar el Escudo de la Furia.

 


Escudo de la Furia III (despertado) +7 50/50 SR

Habilidades bloqueadas: bonos de equipo – habilidad Cambiar Escudo (ataque), Dama de Hierro, Sacrificio de sangre

Efectos especiales: Maldición Oscura Ardiente S, Aumento de fuerza, Ira de Dragón, Rugido, Ira Familiar, Compartir Magia, Manto de Ira (medio)

Nivel de maestría: 0


 

Al parecer, podías usar encantamientos espirituales o de objetos en escudos cuyas habilidades aún no habían sido desbloqueadas. Lo mismo pasaba con el nivel de maestría. No creo que fuera siquiera posible desbloquear más del Escudo de la Furia. Pero el incremento de estadísticas era impresionante. Si me lo equipase en batalla, sentí que dominaría completamente mi conciencia, y eso me asustaba.

Llegó la mañana, y el contador parpadeante en la periferia de mi campo visual había descendido considerablemente.

 

00:20

 

Creo que había hecho todo lo posible en cuanto a los preparativos. Los otros Héroes deberían estar esperando en el barco. La única pregunta era dónde íbamos a ser teletransportados.

Sólo para asegurarme, hice que nos prepararan un bote y ordené que lo amarraran en un río cercano. Era pequeño, útil sólo en los ríos, e iba equipado con velas. Pero eso significaba que nos ahorraríamos el tiempo necesario para cargar un barco más grande.

―¿Naofumi-sama?

Raphtalia se acercó caminando junto a la reina.

―Iwatani-sama, los preparativos están listos.

―¿Es la primera que participas en la batalla de una Ola?

―Ya había participado en una antes, pero fue en otro país. Tengo un entendimiento básico de la estrategia de batalla.

―Estupendo.

―Sí. Si bien es un poco pronto para este tipo de cosas, ¿tal vez deberíamos hacer algo para elevar la moral de las tropas?

Tenía razón. Si los soldados no estaban totalmente motivados, habría más víctimas de las necesarias.

―¡Soldados! ¡Debemos mantener la destrucción en un mínimo absoluto durante la batalla!

―¡Sí, mi reina!

La multitud reunida prestó toda su atención en cuanto la reina comenzó a hablar.

Espero que los otros Héroes estén haciendo algo similar.

 

00:10

 

Sólo quedaban diez minutos.

―Ahora todo se reduce a la ubicación. ¿Acabaremos en el océano o en una de las islas?

No sabíamos dónde íbamos a pelear exactamente, por eso necesitábamos prepararnos para cualquier posibilidad.

―Combatir en el mar puede resultar complicado.

―Lo sé.

En realidad, aún no teníamos ninguna experiencia luchando en el agua. Supuse que el simple hecho de mover una espada a través del agua sería más difícil de lo que pudiésemos imaginar. De ser así, tendríamos que probar a usar otras armas.

En cuanto a Filo, ya la había visto derrotar monstruos en el agua, por lo que tenía bastante confianza en sus habilidades.

Estando en el agua, ni siquiera podríamos depender del terreno. Los ataques podrían venir desde cualquier dirección. Esperaba poder usar Escudo Estrella Fugaz para ganar algo de tiempo, pero no estaba muy seguro de que fuese a ser eficaz contra los poderosos monstruos que tendían a aparecer durante las Olas.

―Raphtalia está en lo cierto. Ésta podría ser una batalla muy dura.

―Ojalá Sadeena estuviese aquí. Ella sabría qué hacer.

―¿Quién es ésa?

―Ella pescaba en mi aldea. Era como una hermana mayor para mí.

―Ah, ¿sí? ¿Era buena nadadora?

―La mejor de la aldea.

―¿Era del mismo tipo de demi-humano que tú?

―No… era de tipo acuático.

Ahora podía visualizarlo. Probablemente tuviese habilidades de natación únicas. Raphtalia llevaba razón; deseé que Sadeena estuviera aquí, pero no era el momento de soñar despierto.

―Espero que todavía esté viva.

―Yo también.

Alejé ese pensamiento de mi mente. Ahora mismo teníamos otras cosas en las que concentrarnos.

Ya casi había llegado la hora. Levanté la mano y di unas indicaciones.

―Si aparecemos en tierra, vuestra prioridad será dividiros y proteger a los civiles. ¡En cambio, si acabamos en el océano, necesitaremos llegar hasta los barcos más grandes y apoyar a los Héroes!


―¡Sí, señor!

Me giré hacia Raphtalia y Filo.

―Ésta será la tercera ola en la que combatiremos. ¡Mostremos todo nuestro poder! ¡Todo saldrá bien!

―¡Sí! ¡Y mantendremos las bajas al mínimo absoluto!

―¡Me esforzaré al máximo!

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