Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 4

Capítulo 8: Juicio

 

 

Las alas de Filo estaban erizadas. Rápidamente volvió a su forma de reina filolial y corrió por donde había venido. Atrapó a Melty y la puso sobre su espalda. Raphtalia estaba a punto de agacharse, pero Filo la agarró.

―¡¿Qué?!

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―¡Soy yo!

―¡¿Q-Qué está pasando, Filo?!

―¡AAAAAAH!

―Yo… soy la princesa. No me importa qué sentimientos tengas. No puedes agarrarme sin más…

Debía estar usando Haikuikku, porque no era más que un borrón. Pasó corriendo entre Motoyasu y la Zorra, pateándolos hacia los lados mientras se dirigía hacia mí.


¿Eh? ¿Quién pensaría que Motoyasu sería derrotado tan fácilmente?

Entonces me di cuenta de que yo estaba sin aliento. Además, parecía que ni Motoyasu ni la Zorra habían recibido algún daño.

―Hey, Filo… ¡Ugh!

De repente, Filo y todos los demás, tanto aliados como enemigos, estaban tendidos en el suelo unos sobre otros a mis pies.

―¡Maestro! ¡Prepárate para defender! ¡Cambia a ese escudo negro! ¡Si no lo haces, no sobreviviremos!

―¿D-De qué estás hablando?

―¡Sólo hazlo! Pon muchos escudos en el aire sobre nosotros.

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―Ugh… ¡Está bien!

Persuadido por el pánico de Filo, cambié al Escudo de la Ira. Usé Escudo Prisión, seguido de Escudo de Ataque Aéreo y Segundo Escudo.

Casi al mismo tiempo que el Escudo Prisión se desplegó, un pilar de luz de grandes proporciones apareció en el cielo directamente sobre nosotros.

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―Ugh…

Todo mi cuerpo se estremeció por el intenso golpe.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 4 Capítulo 8 Novela Ligera

 

El pilar de luz atravesó inmediatamente el Segundo Escudo y el Escudo de Ataque Aéreo, pero el Escudo Prisión parecía estar resistiendo.

―¡Filo! ¿Estás bien?

―¡Síp! ¡Eso creo!

La pluma que se levantaba sobre su cabeza estaba brillando. ¿Eso la había salvado?

Normalmente Filo se volvía loca cuando yo usaba el Escudo de la Ira debido a que se comió parte del núcleo de dragón que lo había fortalecido. Esta vez, sin embargo, parecía ser capaz de controlarlo. Sin duda tenía muchas cosas que agradecer a Fitoria. Realmente parecía saber de lo que estaba hablando, y resultaba evidente que era lo suficiente poderosa como para ordenar a los héroes que cooperasen.

Se produjo un sonido de algo agrietándose y fragmentándose, y levanté mi escudo hacia el cielo para proteger a todos de lo que se acercaba. El Escudo Prisión se rompió y la luz cayó sobre nosotros. Podía ver la luz alrededor de los bordes de mi escudo, por lo que aparentemente cubría un área muy extensa.

Filo extendió las alas para cubrir a la gente de nuestro alrededor.

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―¡Uuuuuuuuuuuuugh!

Sentí como mi fuerza se debilitaba por la luz. Me sentía como si estuviese siendo borrado.

―Sólo un poco más… ¡Sí! ¡Lo hemos conseguido!

La luz se desvaneció tan rápidamente como había aparecido. Mantuve mi escudo preparado. Filo también se levantó de un salto y plegó las alas, liberando a todos de sus sofocantes plumas.

Toda la llanura a nuestro alrededor estaba negra… abrasada. La fortaleza que originalmente fue construida para defender la frontera había sido reducida a una pila de escombros, y nosotros nos encontrábamos en el centro de un cráter. Se veía como si un asteroide nos hubiese golpeado. Había algunos soldados a nuestro alrededor; nos miraban mientras sonreían.

¿Motoyasu y la Zorra han intentado finalizar el combate con algún tipo de hechizo poderoso? ¿Qué está ocurriendo?

―¿No será…?

―El Demonio del Escudo permanece en pie tras ser golpeado con la mayor magia ceremonial, Juicio. Muy impresionante.

Miré en la dirección de la voz y vi al mismo sumo sacerdote que habíamos conocido en la iglesia de la Ciudad del Castillo de Melromarc. Estaba sonriendo. Una gran multitud de asistentes se encontraba detrás de él, incluso había caballeros entre ellos.

―¡Tú…!

El Sumo Sacerdote nos miró uno a uno, pero luego se detuvo en Motoyasu.

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¿Son tropas de apoyo? No… Ese ataque definitivamente ha incluido a Motoyasu entre sus objetivos. Pero si no son tropas de apoyo, entonces…

Sólo habíamos sobrevivido al poder de ese ataque gracias al Escudo de la Ira, pero Filo…

¿Por qué se ha molestado en salvar a Motoyasu y la Zorra? Estábamos tan cerca de librarnos de ellos… Podrían haber probado el verdadero dolor por una vez. Se supone que los otros héroes ya han muerto, así que ¿por qué iba a importarme perder a uno más? De todas formas, no atendía a razones. Sólo debería haber protegido a Raphtalia y a Melty. Qué más da. Dejando eso de lado por ahora, ¿qué está tramando este Sumo Sacerdote?

―¿En qué estás pensando? ¿Cómo se te ocurre utilizar un ataque que podría haber matado tanto al Héroe de la Lanza como a la princesa?

―El Héroe de la Lanza… ¿cierto?

Se suponía que estos tipos veneraban a la Espada, el Arco y la Lanza. Nunca habría esperado que actuasen de un modo que pusiera en peligro a uno de ellos. Pero ahí estaba, sonriéndonos.

¿Qué estaba pasando? Empezaba a tener un mal presentimiento. Parecía que habría seguido sonriendo de la misma manera incluso si su ataque hubiese dejado una pila de cadáveres. Era como una media sonrisa, contenía un secreto. No sabía qué era, tal vez el color de sus mejillas. De todos modos, algo no estaba bien.

Esto me hizo pensar: ¿qué ha pasado con Ren e Itsuki? Alguien les había asesinado. Obviamente, Motoyasu creía que yo era el responsable, pero no era así. Eso significaba que el verdadero criminal todavía andaba suelto, en algún lugar. Parecía razonable asumir que este tipo era el que estaba detrás de todo ello.

―Los objetos de nuestra devoción son los Héroes que salvan al mundo de la destrucción, de las Olas. Unos Héroes que viajan por el mundo causando problemas no son los auténticos Héroes. Son una burla hacia nuestra fe.

El Sumo Sacerdote estaba hablando tranquilamente, como si fuese sólo una conversación normal.

―¡¿Qué has dicho?!

Motoyasu estaba consternado. Miró con intensidad al Sumo Sacerdote.

―Por la justicia del pueblo, se debe hacer un ajuste en lo que se refiere al poder de la Corona. La princesa que veis allí ya está muerta, asesinada por el Demonio del Escudo. No desperdiciéis vuestro tiempo preocupándoos por un cadáver.

―¿Cómo podría…? Da igual.

Raphtalia empezó a dar voz a su desacuerdo, pero se rindió.

La última vez que nos encontramos con el Sumo Sacerdote parecía una persona pacífica, equitativa y justa. Debió ser un malentendido por mi parte.

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―Uno debe estar agradecido por la misericordia y el poder del agua bendita que ha recibido, no obstante, el Demonio del Escudo continúa comportándose con agresividad. He venido como el representante de Dios para purificarle.

Su lógica era algo digno de ver. Sonaba como si nos hubiera dado el agua bendita por el precio apropiado porque no nos consideraba una amenaza. Pero ahora que tenía algo que perder, iba a matarnos. Así que supongo que en realidad él no comprendía la situación completa en aquel momento. Eso, o había mantenido la cabeza baja para evitar sospechas.

―¡¿De qué está hablando?! ¡Yo SOY la princesa! ¡No he sido asesinada por el Escudo!

―En realidad, Princesa Malty, todo esto ya ha sido decidido. No se preocupe. Ya hemos hecho los preparativos para conseguir un sucesor. El país estará en buenas manos. Todo procede de acuerdo con la voluntad de Dios.

La Zorra… Ella haría lo que fuera, cualquier cosa, para obtener lo que quería. Ahora que el Sumo Sacerdote estaba explicando a todos la conspiración, no veía la necesidad de entrometerse en la conversación. Su cara parecía volverse más pálida cada segundo.

―Estás… mintiendo, ¿verdad?

―¡Ajajaja! No. Si el mundo va a ser salvado, primero tiene que limpiarse de gente vulgar como tú.

―¡Cállate! ¡¿Eso no significa que nos engañaste?!

Motoyasu estaba llorando. Apuntó con su lanza hacia el Sumo Sacerdote mientras las lágrimas corrían por su rostro.

―Hemos estado luchando para salvar a la Princesa Melty… ¡para salvar este país! ¡¿Eso era mentira?!

―No exactamente. Todo esto ha sido por el bien del país, por el bien del todo el mundo. El Demonio del Escudo ha estado abduciendo y liderando a la gente, y los otros tres Héroes han actuado de una forma que ha llevado a nuestros ciudadanos a dudar de la veracidad de nuestras enseñanzas. Ésta es una batalla para corregir esas injusticias. La Corona debe ser protegida.

―Hipócrita…

Murmuré, pero el Sumo Sacerdote me escuchó. Torció la cara y habló con evidente consternación.

―Sí… Que los falsos Héroes hayan estado causando problemas por todo el país ha provocado que la gente se cuestione su fe. El falso Héroe de la Espada ocasionó el brote y propagación de una enfermedad virulenta. El falso Héroe de la Lanza liberó a un poderoso monstruo sellado. Y el falso Héroe del Arco ha estado ocultando sus poderes, trayendo dolor y confusión a mis discípulos.

Yo soy quien solucionó todos esos problemas.

No estaba seguro de qué había hecho Itsuki, pero el gobernador al que había derrocado por sus impuestos fraudulentos debió ser muy rico. ¿Tal vez estaba donando ese dinero a obras de caridad? Y, además, el noble demente que liberó al monstruo sellado era un fanático devoto de la Iglesia.

―Es más, los falsos Héroes de la Espada y el Arco iniciaron investigaciones innecesarias sobre estos asuntos. Había que ocuparse de ellos, y eso hicimos.

El Sumo Sacerdote todavía estaba hablando como si esto fuese lo más obvio del mundo.

―¡¿Qué?!

Eh, Motoyasu, ¿por qué estás tan sorprendido? Si tan sólo me hubieses escuchado…

―Llamamos a la Espada y al Arco, y ellos vinieron al lugar designado, donde fueron eliminados mediante la misma magia de la que habéis sido testigos, Juicio. Esto, también de acuerdo con la voluntad de Dios.

Ren e Itsuki… Justo como sospechaba. No me estuvieron persiguiendo porque toda esta situación les parecía sospechosa. Habían iniciado sus propias investigaciones.

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Itsuki… Bueno, él creía en Ren y escuchaba lo que decía. ¿Cómo pudieron hacer algo así? Si Itsuki lo descubrió todo, su sentido de la justicia le habría obligado a ponerle fin. Pero la Iglesia se adelantó y le mataron sin ningún aviso.

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―¿Tú los asesinaste? ¡Estaban luchando por este mundo! ¡Ren! ¡Itsuki!

Motoyasu estaba furioso. Gritaba.

Dame un descanso.

No es que fueran mis mejores amigos o algo así, aunque lo sentía por ellos, pero no me mostré nada triste por las noticias de su muerte. Para ser sincero, recordé lo que había dicho Fitoria sobre que las Olas empeorarían si alguno de los Héroes desaparecía…

―Por favor, no lo digas así. Preferiría que dijeras que hemos purificado el mundo de los demonios que trataban de aprovecharse de nosotros.

―Tú…

―En cuanto al rey y la reina, les diremos que el país casi cae en manos de los falsos Héroes. Logramos salvar al mundo de ellos, pero en el proceso, las princesas…

¡Ja! ¿Quién va a creerse eso? O… de hecho, lo más probable es que la Basura lo acepte sin pensárselo dos veces, se creería cualquier cosa con tal de culparme de sus problemas.

En realidad, en mi mundo probablemente hubo gran cantidad de personas poderosas que se vieron en un estado patético cuando la verdad salió a la luz, gente que había sido ejecutada por conspirar para instigar guerras. Supongo que yo tampoco sabía la verdad, pero al menos una cosa sí que era segura: iban a ejecutarnos basándose en sus propias teorías egoístas.

―Naofumi. Hagamos una tregua. Necesito tu ayuda.

Motoyasu se giró para mirarme a los ojos.

―Ahora te conviene, ¿no? No creas que voy a olvidar cómo me has estado tratando hasta hace cinco minutos. ¿Entiendes siquiera por qué me ignorabas cuando te pedía que escucharas? ¿Cuántas veces te lo he pedido?

No podría perdonarle tan fácilmente. Le pedí que me escuchara y él respondió con ataques. No podría dejar pasar eso. Además, el idiota realmente creía en el estúpido Escudo de Lavado de Cerebro.

―¡Por favor! Yo… ¡tengo que darles un funeral! ¡No puedo perdonar esto!

―Sí, sí. Estoy seguro de que puedes vencerle por tu cuenta.

No podía permitir que se saliese con la suya. ¿Entendía lo desgraciado que me había hecho durante todos estos meses?

―¿No vas a ayudarme? ¿Acaso no sientes nada por Ren e Itsuki?

―Siento muchas cosas, y planeo terminar esto con un baño de sangre. Pero Motoyasu, no siento ninguna responsabilidad de ayudarte.

La jaula estaba rota. Si todos saltábamos sobre Filo podríamos lograr escapar. Lo sentía por Fitoria, pero incluso si nos reconciliásemos, yo nunca sería capaz de confiar en él. No planeaba seguir peleándonos para siempre, pero quería que supiera cómo me sentía.

―Por cierto…

Extendí el dedo índice y señalé a Motoyasu. Después lo bajé hacia el suelo y sonreí.

―Hazme un favor y muere. En lo único que piensas es lo que hay en tus pantalones.

―¡Bastardo!

Motoyasu se tambaleó visiblemente débil. Cerró la mano en un puño y lo movió hacia mí.

―¿Seguro de que quieres golpearme?

Tenía equipado el Escudo de la Ira. Eso significaba que, si me golpeaba, Auto- maldición Ardiente se activaría, y probablemente le mataría.

―Maldición…

Aun así, también habría afectado a Raphtalia, Filo y Melty, por lo que tenía que controlarla.

―¡Menuda pelea estáis teniendo! No esperaría menos del falso Héroe de la Lanza y del Demonio del Escudo.

―¡Cállate!

―¡Sí, cállate! De todas formas, no te necesito. ¡Acabaré con él por mi cuenta!

―¡Ajaja! ¿Crees que puedes derrotarme? Qué interesante.

El Sumo Sacerdote se rió y le pidió a un subordinado que le llevase un arma.

¿Qué es eso? Se ve como una espada gigante…

Era de color plateado brillante y tenía incrustaciones de diseños complicados. Sinceramente, era bastante bonita. En su centro había una joya cuadrada de algún tipo que me daba una mala sensación. Parecía el tipo de arma que empieza a mostrarse en la segunda mitad de un juego… ¿como la Espada de Dios?

―¿Q-Qué es eso?

Tanto la Zorra como Melty palidecieron.

―¡Naofumi! ¡Ten cuidado! Esa cosa es…

―Empezaré con el Demonio del Escudo. Acepta el juicio de Dios.

El Sumo Sacerdote levantó la espada en el aire. A pesar de que estaba a bastante distancia de nosotros la bajó, y una poderosa onda de choque vino volando directamente hacia mí. Rápidamente levanté mi escudo y recibí el golpe.

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―¡Ugh!

Fue tan poderosa que casi salgo volando. Muchísimo más que la Lanza Estrella Fugaz de Motoyasu; estuve a punto de perder la consciencia. El suelo ante mí se dividió y la fisura se expandió.

Espera un momento. ¡Tengo el Escudo de la Ira equipado!

Había usado este escudo para bloquear sin ningún problema las habilidades más poderosas que Motoyasu y los demás eran capaces de usar. Si podía herirme tan fácilmente… ¿qué era esa arma?

―Naofumi… ¡Eso es una reliquia del pasado! Es una réplica del arma usada por un Héroe Legendario…

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