Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: Nobles

 

 

Cayó el anochecer.

Estaba mirando por la ventana y vi un carruaje entrando en el recinto. Melty y Filo estaban explorando la mansión; al parecer no habían visto la mayor parte en la vez anterior. En cambio, Raphtalia dormía. La desperté y le dije que se preparase para la batalla.





¿Qué estará pasando?

Un hombre bajo y corpulento salió del carruaje y llamó a la puerta de la mansión. Le seguía un gran grupo de soldados. Pasaron unos minutos. Entonces alguien llamó a nuestra puerta. Era la sirvienta del noble.

―¿Qué ocurre?

―Tienen que escapar de aquí.

―Puedo ver el por qué. Si nos entregas a ellos, te mataré.

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Aún no me había deshecho por completo de la duda de que ese Filántropo nos hubiese tendido una trampa. Dependiendo de cómo respondiera, podría romper la ventana y huir.

―Una familia noble del pueblo vecino sospecha que el Héroe del Escudo se está escondiendo aquí. Ha venido a investigar.

―¿Qué?

¿Así que ese tipo gordo era un noble? No parecía que estuviese mintiendo.

―Naofumi-sama.

Raphtalia estaba tratando de decirme algo. Miré por la ventana. El hombre gordo había atado al Filántropo con cuerdas y estaba metiéndole en el carruaje.

Sí. Supongo que después de todo no estaba intentando engañarme.

Había llamado demasiado la atención. Parecía que le habían estado vigilando, y ahora le estaban arrestando.

¿Qué deberíamos hacer? Si rompo la ventana y escapo por ella, solo pondré al Filántropo en un peligro aún mayor.

―Por favor, piense en mi señor. ¿No hay alguna forma de poder huir sin ser detectados?

La sirvienta se encontraba en la puerta, suplicando. Estaba en lo cierto. Para que el Filántropo tuviese alguna oportunidad, tendríamos que escabullirnos sin que nos vieran.

―Si no se apresuran, los soldados les encontrarán. Todavía pueden lograrlo por la puerta trasera. Por favor…

―¿Dónde están Filo y Melty?

―Ambas se están preparando para escapar.

―Bien. Pero si esto es una trampa de algún tipo, me aseguraré de que sufráis por ello.

Rápidamente recogimos nuestras cosas, abrimos la puerta y nos dirigimos hacia la puerta trasera que nos estaba indicando la sirvienta. La cocina se encontraba entre la puerta y nosotros.

―¡Escóndanse ahí!

La sirvienta sintió algo acercándose y nos metió en una habitación oculta para el servicio. Un segundo después, pudimos oír gente hablando al otro lado de la puerta.

―Ahí estás. ¿Nos estás escondiendo algo?

Un hombre empezó a hablar, pero no reconocí su voz. Probablemente era uno de los soldados que trabajaba para el noble del pueblo de al lado.

―Tengo la sensación de que el Demonio del Escudo está cerca. ¡Ven aquí!

―¡Aah!

La sirvienta gritó.

―¡Por favor, esperen! La cocina es nuestra…

―¡Cállate! ¡¿Vas a interferir en nuestras órdenes?!

La sirvienta seguía gritando y el soldado se rió. Era despreciable.

―De todas formas, tenemos razones para creer que el Demonio del Escudo se encuentra en esta mansión. ¿Te harás a un lado y nos dejarás investigar?

Podía escuchar sus pasos alejándose. No parecía que fuesen a regresar a la cocina, pero aun así… no sería bueno que nos encontraran.

¿Dónde están Filo y Melty?

Incluso si las encontrábamos… no podríamos huir y abandonarlas aquí. Me preparé para lo peor y me giré hacia Raphtalia. Ella puso la mano en la empuñadura de la espada de su cintura. Estaba preparada.

Si dependiese de los números, perderíamos casi seguro. Pero eso no significaba que no pudiéramos ganar. No quería que el Filántropo resultase herido, pero…

La puerta frente a nosotros se sacudió. Alguien agarró el pomo y un haz de luz apareció por el marco.

―¡Allí está la princesa!

Escuché a alguien gritando.

―¡Soy la segunda princesa de Melromarc, Melty Melromarc! ¡¿Qué estáis haciendo aquí con todos estos soldados?!

Ésa era Melty, y estaba hablando con gran autoridad. No era esa voz histérica que utilizaba cuando hablaba conmigo. En ese momento supe lo que estaba pasando. No podía escuchar a Filo en absoluto, lo que significaba que debían haberse separado.

La puerta se cerró de nuevo.

¿Qué hacemos ahora? Han encontrado a Melty. ¿Deberíamos salir de la habitación y salvarla?

―¡¿Dónde está el Demonio del Escudo?!

El soldado estaba gritándole a Melty.

―¡Silencio! ¡¿A quién crees que te estás dirigiendo?!

―Creo que es la joven Princesa Melty.

Oí cómo el soldado juntaba los pies.

―Ah…

Raphtalia tuvo que taparse la boca con la mano para permanecer en silencio.

¿Qué estaba pasando? El rostro de Raphtalia estaba muy pálido, y unas grandes gotas de sudor le caían por su cara.

―¿Estás bien?

Le susurré, pero ella sólo asintió. Todavía estaba temblando. Evidentemente no se veía bien.

―¿Habéis estado jugando al escondite aquí? ¿Puede decirme dónde está el Demonio del Escudo?

―Siento decirte que el Héroe del Escudo no se encuentra aquí.

―¿Qué significa eso?

―Se lo supliqué. “Por favor, te lo ruego”, le dije. “Te suplico que me dejes aquí y escapes”. Le dije que yo me quedaría en Melromarc y limpiaría su nombre.

¿Está tratando de hacer lo que había dicho antes? ¡Es demasiado arriesgado!

―Muy bien, eso tiene sentido. Entonces, Princesa, ¿usted está aquí sola y el Demonio del Escudo se separó de usted?

―Correcto. Y no sé a dónde ha ido.

―¡¿Y vosotros habéis buscado por toda la mansión?!

―¡S-Sí! ¡No les encontramos por ninguna parte!

El hombre que había estado hablando con Melty, el noble del pueblo de al lado, suspiró con frustración.

―Entonces supongo que no tenemos otra opción. Princesa Melty, le ruego que venga con nosotros.

―Muy bien.

Siguieron hablando, pero se estaban alejando y ya no pude escucharlos.

¿Dónde van a llevar a Melty? ¿Vamos a abandonarla sin más?

―Naofumi-sama.

―Sí.

Estiré el brazo hacia la puerta.

―¡El Héroe del Escudo no está aquí!

Exclamó Melty en voz alta.

―Debe de haber pensado que estábamos escondidos cerca. ¿Habrá sentido que estábamos a punto de salir de nuestro escondite?

Maldición… Si salimos ahora, ¿estaríamos yendo en contra de los deseos de Melty?

―Quisiera hablar con mi padre para aclarar todo esto. Por favor, lléveme al castillo inmediatamente.

―Primero me gustaría que me acompañe a mi mansión. Después decidiremos cómo proceder. Todo se realiza de acuerdo con el plan de Dios.

Melty jadeó. El hombre había explicado suficiente. ¡No había nada más que me detuviera!

Intenté abrir la puerta, sólo para descubrir que la sirvienta estaba delante para bloquearla.

―Por favor, no debe ignorar los deseos de la princesa. Si lo hace, mi señor sólo recibirá un castigo peor.

―Pero podemos probar nuestra inocencia…

La sirvienta continuó hablando.

―Se lo ruego, por lo menos, espere hasta que ella haya demostrado que mi señor no tiene relación con el Héroe del Escudo.

Es cierto. Si descubrían que el Filántropo nos estaba dando refugio, le matarían en el acto.

Éramos un grupo pequeño, por lo que todavía teníamos algo de flexibilidad. Si arrastrábamos en esto al Filántropo y a los demás, sería mucho más difícil actuar. Por lo que, si queríamos darle a nuestro amigo una buena oportunidad de sobrevivir a esto, tendríamos que salvar a Melty más tarde. Eso demostraría que él no estaba involucrado.

Odiaba tanto traicionar a alguien como ser traicionado. Era muy fácil decirlo, pero estaba en deuda con él. No quería que sufriera innecesariamente por mi culpa.

―Mi señor consiguió encontrar algo de información para usted. Actualmente, el Héroe de la Lanza está buscando al Héroe del Escudo muy lejos de aquí. Los Héroes de la Espada y el Arco tampoco están cerca.

Motoyasu no era nuestro único enemigo. Los nobles esparcidos por todo el país también iban a ser un gran problema.

La sirvienta abrió lentamente la puerta.

―¿Dónde está Filo? ¿Se ha ido con Melty?

―¿La chica rubia que acompañaba a la princesa? No estaba con ella cuando la descubrieron.

Recorrimos la mansión del Filántropo buscando a Filo.

Lo juro, pensarías que ya era bastante malo que se hubiesen llevado a Melty, pero ahora Filo también había desaparecido. ¿Y dónde la encontramos al final? Pues estaba escondiéndose en el ático. La llamé, pero ella siguió escondida. No vi ninguna otra opción, así que activé la magia de control de monstruos e hice que saliera. Por lo menos no se había ido lejos.

―¡Ay ¡Maestro! ¡Eres el peor!

―No, TÚ lo eres. Deberías haber salido cuando te llamé.

―¡Tiene razón, Filo! ¡¿Qué estabas haciendo?!

Raphtalia la regañó, pero Filo respondió con una sonrisa en la cara.

―¿Eh? ¿Dónde está Mel?

―¿No te has dado cuenta?

―¿Eh? Después de que todo se pusiera ruidoso, Mel dijo que deberíamos jugar al escondite. Así que eso hice. Dijo que no debía salir sin importar quién me llamase.


Filo no comprendía lo que había ocurrido…

Si abandonábamos a Melty y nos dirigíamos a la frontera, en el caso de conseguir asilo en otro país, podríamos ser capaces de encontrar una forma de arreglar todo esto. Melty debía saber que la Iglesia la asesinaría si conseguía ponerle las manos encima. Para que sobreviviese, Shadow no tendría más remedio que intervenir. Y por lo que había dicho el noble, parecía razonable asumir que él estaba conectado con la Iglesia.

La mataría él mismo o se la entregaría a Motoyasu y la Zorra y luego lo harían ellos. Ese tipo no era idiota. Debía haberse dado cuenta de que Melty no estaba siendo totalmente sincera con él. Probablemente quería obligarnos a salir de nuestro escondite. Otra opción sería la de torturar al Filántropo.

Si abandonábamos a Melty y huíamos, nuestras probabilidades de reunirnos con la reina parecían bastante altas; eso es lo que había hecho Melty. Nos había conseguido más tiempo para escapar. Ahora sólo tenía que decidir qué hacer con ese tiempo.

¿Debía decirme a mí mismo que no estaba abandonándola? ¿Debía priorizar nuestras vidas sobre la suya? Melty era la hermana de la Zorra, sin embargo, ella nunca había traicionado mi confianza. En realidad, se había puesto en peligro para conseguirnos más tiempo, para darnos la oportunidad de sobrevivir. Sólo podíamos hacer una cosa. Incluso si era peligroso, tenía que hacer lo que pudiese por alguien que había creído en mí. Tenía que salvarla.

―Filo, necesito que me escuches atentamente.

―Vale. ¿Qué?

―Se han llevado a Melty. Se ha ido con ellos para protegernos.

―¡¿Qué?!

Filo procesó rápidamente lo que había pasado, cambió a su forma de reina filolial y se preparó para correr.

―Espera. ¿A dónde vas?

―¡Voy a salvar a Mel!

Me giré hacia la sirvienta del Filántropo.

―Sólo quiero confirmarlo. ¿Dónde se la han llevado?

―Probablemente a la mansión del pueblo vecino. No está muy lejos, así que supongo que ya habrán llegado.

Estaba familiarizado con el área debido a mi tiempo como vendedor ambulante, y tenía razón. El pueblo vecino estaba muy cerca. Todos allí fueron crueles con Raphtalia y no pudimos vender nada, por lo que pronto tuvimos que irnos. En aquel momento había muchos ojos puestos sobre nosotros cuando entramos en el pueblo. Fueron muy conscientes de nuestra presencia, pero nos dejaron salir fácilmente.

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En ese entonces realmente no entendí por qué, pero ahora todo parecía muy claro.
Recordé que, a pesar de que a los demi-humanos se les trataba mal por todo Melromarc, la discriminación era especialmente grave en ese pueblo. No sabía mucho sobre Melromarc, pero parecía ser así.

Otra explicación podía ser la notable diferencia de poder de la nobleza de ese pueblo en comparación con la de esta aldea. Recuerdo que el pueblo vecino era mucho más grande. Para ser sincero, la aldea en la que nos estábamos escondiendo no era más que un pequeño poblado. Asentí para mí mismo tras ver el estado de las casas. Sí, este sitio no tenía la misma importancia que el otro pueblo.

También había escuchado algo sobre la nobleza de ese pueblo… Había algún tipo de leyenda asociada con ese lugar… ¿Qué era? Tenía algo que ver con un héroe anterior derrotando a un monstruo y sellándolo… Recordaba que habían convertido la zona en alguna clase de atracción.

―¿Tienes un boceto de la mansión a la que se han llevado a Mel?

―Conocemos a alguien que ha estado allí muchas veces. ¿Tal vez podrías escuchar su descripción del lugar y hacer una especie de mapa?

Era una buena idea. Mejor confiar en aquéllos que ya habían estado allí.

Poco después, ya tenía un mapa simple en la mano. La mansión contaba con tres pisos, y estaba construida alrededor de un patio central. Dijeron que probablemente habrían llevado a Melty a una habitación cerca de la parte trasera del segundo piso.

―Entendido. Lo siento por todo esto. Nos marchamos ya. Filo, Raphtalia, vamos.

―¡Vale!

―¡Sí!

Al propietario de esta mansión, el Filántropo, también se lo habían llevado. No quería ponerle en un peligro mayor del que ya estaba. ¿Qué hacer con él? No podía permitir que supieran que nos había ayudado… Tendría que decir que sólo habíamos ido a recuperar a Melty y conseguir que creyesen que el Filántropo nos la había quitado de alguna forma. Si no era capaz de convencerles, podrían torturarle hasta la muerte.

Esta aldea tenía fama en Melromarc por estar llena de demi-humanos. Tenía que hacer lo que estuviera en mi mano para protegerla.

***

 

 

Unos momentos después, íbamos tras la huellas del carruaje que se había llevado a Melty.

―Maldición…

Los demi-humanos de la aldea del Filántropo estaban en las calles, agitados. Él debía significar mucho para ellos. Si les decía a todos que yo era el Héroe del Escudo, podrían haber venido a ayudar, pero tampoco quería involucrar a más gente de la necesaria. Además, si era sabido por todos que el Filántropo había estado refugiándonos, terminaría en un problema aún mayor.

Si iba sólo con Raphtalia y Filo, el pequeño tamaño de nuestro grupo nos daría flexibilidad y velocidad; ambas cosas necesarias si queríamos tener una oportunidad de salvar a Melty.

Pronto me encontraba montando sobre el lomo de Filo, y ya habíamos saltado sobre el muro y entrado a escondidas en el pueblo vecino. Afortunadamente, gracias a la magia de Raphtalia, fuimos capaces de aumentar la oscuridad y colarnos sin ser detectados.

―¿Creéis que es esa gran mansión de allí?

Había una colina alta en el centro del pueblo, y una gran mansión se erguía en la cima. Parecía natural que el gobernador viviera allí.

―Sí… Tiene que ser ésa.

Raphtalia asintió en silencio.

―¿Ocurre algo?

―No es nada.

Definitivamente Raphtalia estaba actuando de forma extraña.

―No me di cuenta la última vez que pasamos por aquí. Pero ahora… ahora estoy segura.

―¿Qué quieres decir, Onee-chan?

Todavía estábamos apoyados en la muralla que rodeaba el pueblo. Raphtalia estaba mirando la mansión y se veía muy agitada.

―Haré que el lugar se ponga más oscuro. Después deberíamos apresurarnos y acercarnos. Si no nos damos prisa, ¿quién sabe lo que pasará?

Raphtalia lanzó un hechizo para oscurecer nuestros alrededores y nos dirigimos hacia la mansión saltando de tejado en tejado. No podía estar seguro de que nadie nos hubiese visto, aunque ¿quién camina de noche por el pueblo mirando a los tejados?

―No parece que lo guardias nos hayan detectado todavía. Lo más normal sería que hubiese una guardia más extremada considerando la situación con la princesa.

―Creo que es porque, por la noche, esos nobles hacen las cosas que no quieren que sepan los demás. Incluso si escuchasen que te estás acercando, dudo que sean capaces de responder rápidamente.

―¿En qué estás pensando? ¿Qué sabes?

―Sí… Este pueblo es diferente a otros sitios. La nobleza de este lugar no quiere que los guardias mantengan una vigilancia demasiado intensa.

―¿Estás hablando sobre lo que pasó cuando eras una esclava?

―Sí.

Raphtalia asintió en silencio.

Estos nobles… Él era el que la había torturado… el que había destrozado su espíritu. Si un tipo así ponía las manos sobre Melty… ¿quién sabe de lo que sería capaz?

―¿Has oído eso, Filo? Si no nos damos prisa, Melty estará en problemas.

―¡Sí! ¡Vamos a salvarla!

De pie sobre la espalda de Filo, saltamos por encima de la cerca de la mansión.

¡Guau! ¡Guau!

Unos monstruos que habían sido criados para proteger el edificio debieron notar un extraño olor en el viento. Básicamente eran como perros enormes. Se llamaban “guardias”. Eran criaturas negras con colmillos de lobo.

Había una especie de dispositivo en sus espaldas que emitía un ruido como un silbato. Sus ladridos y el silbido eran suficientes para alertar incluso al más torpe de los guardias de nuestra presencia.

―¡Callaos!

―¡Hawooooo!

Un Guardia vino corriendo hacia nosotros, pero Filo retrocedió y le dio una patada en la cara. Voló por el aire, en silencio.

Filo estaba eliminando a los monstruos más rápido de lo que ellos podían ladrar. En cierto modo era aterrador.

―¿Qué ha sido eso?

Otro guardia vino corriendo atraído por el ruido.

―¡¿Qué demonios…?! ¡Eh!

―¡Lo siento! ¡Por favor, quédate callado!

Rápidamente, Raphtalia le golpeó en el estómago con la empuñadura de su espada, dejándolo inconsciente.

Las dos parecían perfectamente acostumbradas a lo que estaban haciendo. Eran como ladronas.

―Maestro, tenemos que darnos prisa.

―Tenemos un boceto rápido del lugar, pero… ¿Raphtalia? ¿Sabes el camino?

―Lo único que conozco es el sótano.

―¿Crees que tienen a Melty allí?

Raphtalia no dijo nada, pero negó con la cabeza.

Este noble era la clase de persona que disfrutaba torturando a los demi-humanos. Si tenía en su poder a la segunda princesa, ¿la torturaría también? La respuesta parecía clara: sí.

Teníamos que encontrar la forma de entrar en el edificio. Dejé de pensar. Nuestro principal objetivo era rescatar a Melty. No había más héroes cerca, y cualquier soldado de la Corona que por casualidad estuviese en la zona sería bastante fácil de derrotar. O eso estaba pensando cuando la puerta de la mansión se abrió. Un gran grupo de guardias salió corriendo de ella.

―¿Qué es eso?

―Filo, ¿lo ves?

En respuesta a la pregunta de Raphtalia, Filo se puso de puntillas y se giró hacia la multitud de guardias. Detrás de nosotros, en la muralla que rodeaba el pueblo, podía ver la luz intermitente de las antorchas y también humo elevándose desde la puerta del pueblo.

―¿Eh? Están, um… ¿luchando?

―¿Quién? ¿Quién está peleando contra quién?

―Um… ¿Los demi-humanos y los soldados?

Así que los aventureros demi-humanos se enfadaron tanto por haberse llevado al Filántropo que se unieron y vinieron a por él. Los soldados creyeron erróneamente que yo los estaba liderando. Tenía que encontrar alguna forma de aprovecharme de esta situación.

―Qué oportuno. Todos los soldados han salido y están corriendo hacia la batalla en la puerta. ¡Vamos a entrar directamente por la puerta frontal y salvar a Melty antes de que puedan volver!

―¡Sí!

―¿Eh? Naofumi-sama, ¿estás seguro de que no deberíamos entrar a escondidas?

―Podemos encargarnos de estos soldados. Son débiles. Sabes que podemos hacerlo.

Tanto Raphtalia como Filo estaban al nivel 40, y ése era el nivel más alto que podían alcanzar sin pasar por la ceremonia de ascenso de clase. Pero yo había visto a los soldados combatiendo durante la Ola, y no estaban ni cerca de ser lo bastante fuertes para derrotarlas. Si nos perseguían, acabaríamos con ellos. Si atacaban la mansión, les derrotaríamos.

―Necesitamos hacer el primer movimiento. Piensa en ello. Estamos huyendo de la Corona para encontrarnos con la reina. Si ninguno de los otros Héroes está cerca, podemos escapar causando un pequeño alboroto.

―Tiene sentido.

―¡Bien! ¡Vamos!

¡Boing!

A mi señal, Filo saltó hacia delante, rompió una ventana y entró en la mansión.

―¡No te contengas, Filo! ¡Sólo céntrate en seguir adelante! ¡Puedes destrozar las paredes si tienes que hacerlo!

Aun así, necesitábamos ir suficientemente despacio para asegurarnos de que encontrábamos la habitación en la que tenían a Melty. El boceto parecía indicar que estaría en el segundo piso, pero podría estar equivocado.

―¡Filo, sigue rompiendo cosas! Raphtalia y yo buscaremos a Melty.

―¡Vale!

Filo giró hacia la izquierda y cargó por un pasillo. Yo fui hacia el patio, lo atravesé y me dirigí hacia el segundo piso. Mientras recorría el patio, vi una extraña roca.

¿Qué es eso? ¿Alguna clase de lápida? ¿Quién pondría una lápida en su jardín? Este tipo tiene problemas. Es cierto, tortura a gente en el sótano para divertirse. No tiene sentido intentar comprenderlo.

Podía escuchar a Filo destrozando cosas por la mansión. Ahora sólo teníamos que esperar y ver cómo respondería el noble. Si se enteraba de la conmoción, ¿cuál creería que era la causa? Seguro que podría deducir que era el Héroe del Escudo persiguiéndole para recuperar a Melty. Si pensaba eso, probablemente la convertiría en una rehén.

La otra posibilidad que se me ocurría era que los demi-humanos se estaban rebelando después de que se hubieran llevado al Filántropo. Si era eso lo que creía, lo tomaría a él como rehén. Era como si estuviésemos participando en la rebelión de los demi-humanos. Claro que una vez que viese a Filo, descubriría la verdad rápidamente.

―¡Naofumi-sama! ¡Por aquí!

Raphtalia había atravesado el patio y estaba señalando a un pasillo. Había una puerta al final.

―Esa puerta lleva al sótano.

―¿Crees que está reteniendo a Melty allí?

―No. Pero podría tener algún esclavo capturado.

―¿Y crees que tenemos tiempo para salvarles? Eso sólo causará más problemas.

―Pero, aun así… yo…

Si había algún esclavo allí abajo, definitivamente sería un demi-humano.

Antes de conocerme, Raphtalia experimentó auténticos horrores allí. Me contó las cosas horribles que el noble había hecho. Seguramente quería salvar a su antiguo yo, a sus antiguos amigos. No teníamos tiempo, pero si de algún modo los liberábamos, podríamos ser capaces de salvar una vida. Por lo menos eso era lo que creía que estaba pensando Raphtalia.

―Está bien. Pero tenemos que salvar a Melty primero. Probablemente el enemigo sabe que estamos aquí.

―¡De acuerdo!

Se escuchó un fuerte ruido y seguidamente una serie de explosiones.

¿Qué estaba haciendo Filo?

―¡¡Meeeeeeel!!

La voz de Filo resonaba por toda la mansión. Sí, nadie iba a causarle problemas a ella. Considerando que los demás héroes no estaban cerca, supuse que era seguro dar por hecho que Filo podría cuidarse sola.

―¡Encargaos de los intrusos!

Varios guardias corrieron hacia nosotros. Parecían preparados para pelear.

―¡E-El Demonio del Escudo! ¡Decídselo al gobernador!

―¡Raphtalia!

―¡Sí!

Sacó la espada y corrió tras los guardias. Yo la seguí. Los estúpidos guardias desenvainaron sus armas y vinieron a por mí.

Actualmente estaba usando el Escudo Víbora de Quimera. Como Héroe del Escudo, no tenía la capacidad de atacar, pero SÍ que podía usar contraataques. El Escudo Víbora de Quimera tenía un efecto secundario llamado Colmillo de Serpiente (medio).

Significaba que cada vez que tuviese éxito al bloquear un ataque enemigo, la serpiente del escudo cobraría vida y hundiría los dientes en el enemigo. También les envenenaría.

―¡Maldición! Ese escudo es muy duro… Se está… ¡¿se está moviendo?! ¡Argh!

Como esperaba, la serpiente de mi escudo arremetió y mordió profundamente al soldado que me había atacado. Una vez envenenado por el Colmillo de Serpiente (medio), más te valía tener cuidado. Si no, el veneno podría matarte.

―Será mejor que te largues de aquí y encuentres un antídoto. Si no lo haces, eso te matará.

Eso es lo que conseguía por asumir que yo no podía herirle.

―Ugh…

―¡Maldito Demonio del Escudo!

Los otros soldados cogieron a su camarada envenenado y retrocedieron. Podría haberles perseguido y acabar con ellos, pero nuestro objetivo era salvar a Melty, no matar soldados.

El Filántropo sólo había estado protegiendo a Melty. El Héroe del Escudo no tenía nada que ver con él… pero se estaba volviendo más difícil de creer a cada minuto que pasaba. Especialmente ahora que los demi-humanos por los que luchaba el Filántropo se estaban rebelando.

No obstante, tenía que hacer lo que pudiera. Me giré hacia los soldados huyendo y les grité como un demente.

―¡¿Dónde está la Princesa Melty?! ¡Y ni penséis en mentirme! ¡No me importa si está aquí o no, pero recordad mis palabras: vamos a recuperarla!

Los soldados aceptaron llevarnos hasta Melty. Cuando llegamos, Filo estaba mirando con odio al noble obeso. Ese gordo estaba presionando un cuchillo contra la garganta de Melty. La estaba sujetando frente a él, por lo que Filo no podía acercarse más. El Filántropo se encontraba tirado en el suelo, entre ellos. Se veía como si hubiera sido torturado. Melty parecía haber estado llorando. Este tipo era malvado.

―¡Gobernador!

―¡Idiotas! ¡¿Quién os ha dicho que traigáis aquí al Demonio del Escudo?! ¡Me habéis traicionado!

―¿No eres demasiado arrogante?

Aparentemente Filo había llegado hasta aquí por su cuenta, así que el gobernador no debía contar con muchos guardias.

―¡Mel!

―¡Filo, no te acerques! ¡He tomado una decisión! Este hombre… va a llevarme con mi padre.

―¿De verdad crees que va a llevarte allí?

―…

Melty se mantuvo en silencio en respuesta a mi pregunta.

Si este tipo estuviese cuerdo, podría haber mantenido su promesa. Pero ¿cómo podría olvidar que, cuando la subió al carruaje, dijo “todo se realiza de acuerdo con el plan de Dios”? Probablemente era un fanático.

La religión nacional de Melromarc era la Iglesia de los Tres Héroes, y ellos eran los que me habían incriminado. Si le daba credibilidad por un momento a la opinión de Melty y asumía que el rey realmente no sabía qué había estado ocurriendo, ¿qué haría él cuando lo descubriera? Y si este tipo era parte de la Iglesia, sería improbable que realmente fuese a llevarla directamente al castillo.

―¡Ja, ja, ja! ¡Os reto a que deis un solo paso más! ¡Este cuchillo se hundirá en la garganta de la princesa!

―¿Así que estará bien siempre y cuando no demos ningún paso?

―¿Qué?

―¡Escudo de Ataque Aéreo!

Activé la habilidad de forma que el escudo apareciese entre el noble y Melty, formando una pared.

―¡¿Qu…?!

―¡Ahora!

―¡Sí!

El escudo había separado a Melty del noble a la fuerza. Tras advertir la pequeña brecha, Filo corrió inmediatamente hacia él y le lanzó una firme patada a la entrepierna.

―¡Ugh!

El hombre gordo voló hacia atrás y se estrelló contra la pared.

―¡Raphtalia!

―¡Sí!

En un instante, Raphtalia se había puesto al lado de Melty. La revisó para asegurarse de que estaba ilesa.

―¡Termina el trabajo! ¡Acaba con él!

―Naofumi-sama. Entiendo perfectamente cómo te sientes, pero creo que primero deberíamos ocuparnos de Melty y de las heridas del otro hombre. Filo ya se ha encargado de ese hombre gordo por ahora.

―¿De verdad?

―Sí, me he contenido un poco porque Mel estaba muy cerca. Pero ese tipo gordo es bastante duro.

Era un noble después de todo. Probablemente había pasado por la ceremonia de ascenso de clase.

Corrí al lado del Filántropo. Estaba herido. Inmediatamente empecé a conjurar hechizos curativos sobre él. Después lo aproximé a mí y lo levanté, susurrándole al oído.

―Lo siento. Te hemos causado muchos problemas. Recuerda, no tienes nada que ver con nosotros. Si descubren que nos has ayudado, podrían torturarte todavía más.

―Yo… me disculpo por todo. No se preocupe… Ese hombre, él… no tenía intención de perdonarme la vida. Estoy feliz de que los demi-humanos tengan esta oportunidad de ser libres.

―Oh…

―Negocié todo lo que pude. Por favor… Deténgalo.

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Bien. No planeaba llorar hasta quedarme dormido de todas formas. Aun así, una vez que se corriera la voz de que había levantado la mano contra un noble de Melromarc… eso sólo me pondría en una situación aún peor. Todavía tenía la esperanza de que Ren e Itsuki averiguasen la verdad en algún momento. Mientras tanto, realmente no me alegraba ser difamado más de lo que ya era.

Los guardias miraron al hombre gordo y pusieron distintas expresiones de estupefacción. Terminé los primeros auxilios del Filántropo y le ayudé a ponerse de pie. Entonces se giró hacia Melty y sonrió.

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―Tanto la Princesa Melty como el Héroe del Escudo me han tratado con mucha amabilidad. Por supuesto que no había nada de cierto en esos rumores sobre usted…

―Si te quedas con nosotros, sólo conseguirás verte involucrado en más situaciones indeseadas como ésta.

No necesitaba más miembros en mi grupo. Claramente, él no era hábil en la batalla, y no es que yo fuese todopoderoso. No podría garantizar su seguridad.

―Lo entiendo. Simplemente confiaré en mis conexiones para mantenerme oculto y seguro hasta que todo esto termine.

―Buena idea.

―Excelente.

Era un alivio escucharle decir eso. Me habría preocupado si hubiésemos arruinado su vida.

Raphtalia los examinó para asegurarse de que tanto Melty como el Filántropo estaban bien, y después se dio la vuelta y fulminó con la mirada al noble tirado en el suelo. Su cola se erizó; estaba claro para Filo, Melty y yo que se sentía furiosa.

―Tú… ¿Cómo habéis podido hacerme esto? La tortura no es suficiente castigo para los de vuestra calaña. ¡Me aseguraré de que paguéis con vuestras vidas!

―Todos los demi-humanos que han muerto en tus manos podrían haber dicho exactamente lo mismo.

Raphtalia lo dijo fríamente. Sacó la espada de su vaina.

―¿Que podrían? ¡Esas desagradables criaturas ni siquiera son humanas! Se cuelan en mi pueblo… ¡Es como si estuviesen suplicando la muerte!

―Sí. Así es como es. Ésa es la clase de hombre que eres.

―¿Eh? Tú… ¿me conoces? ¡Es cierto! Te recuerdo. Eres esa esclava de la que me deshice.

―Sí. Pasamos mucho tiempo juntos.

―Jeh, jeh… Y mírate ahora. Te has aliado con el Demonio del Escudo. Todavía puedo recordar tu cara mientras llorabas, tus gritos de dolor. Me dieron mucha satisfacción. Ahora lo entiendo… has vuelto conmigo. ¡Deseas saborear de nuevo la desesperación!

―No.

Raphtalia se giró para mirarme. Después volvió a mirar al noble. Su espada parecía estar brillando tenuemente.

Tenía una espada ilusoria, y ella era capaz de ocultarse para aparecer más tarde detrás del enemigo y atacar. Ésa solía ser su estrategia… pero su espada parecía estar palpitando con un poder totalmente distinto.

―No soy una persona bastante fuerte como para ayudarte, Naofumi-sama. Es por eso que… nunca me deshice de esta necesidad de venganza.

Ya lo había percibido antes, sin embargo nunca la detuve. Siempre fue una chica amable, pero desde hacía tiempo sabía que algo no estaba bien. Eso es, lo había olvidado por completo. Raphtalia quería vengarse de alguien. Y si ella quería vengarse, yo le ayudaría. Incluso si no era lo correcto, incluso si no era ético, quería apoyar a Raphtalia.

Ese día, cuando la Zorra, Motoyasu y la Basura estaban en mi contra, cuando todos me culpaban y me odiaban, ella me defendió. Me protegió. Me salvó. Y ahora el hombre que la había herido estaba justo en frente de mí. No podía perdonarle.

―Yo… no soy como tú, Naofumi-sama. No puedo proteger a nadie. Sé que nada que pueda hacer me devolverá mi aldea. Pero yo…

Apuntó su espada hacia el hombre gordo.

―Si no te detengo ahora mismo, entonces lo que nos pasó a mí y a Rifana les pasará a otros niños. ¡No puedo permitir que eso ocurra!

―Jeh… ¿Así que un demi-humano me muestra sus colmillos? Está bien. ¡Me aseguraré de que comprendas tu insensatez!

El noble cogió un látigo de uno de los guardias y lo preparó.

¿Así que va a luchar con un látigo?

Había algo en ese látigo que me daba malas sensaciones… se sentía desagradable.

―¡Maestro! ¡No me gusta ese látigo que tiene!

Filo y Melty vinieron corriendo a mi lado.

―Jeh, jeh… Este látigo ha estado absorbiendo la sangre de los demi-humanos durante años. Dudo que ni siquiera el Demonio del Escudo pueda hacerle frente.

Guau… ¿entonces es como un objeto maldito?

Parecía el tipo de arma que te maldeciría si acertaba un golpe.

―¡Toma esto!

El noble levantó el látigo. Raphtalia y yo lo esquivamos por debajo antes de que restallara. La habitación era demasiado pequeña para que Filo maniobrase, por lo que cambió a su forma humana y protegió a Melty. El Filántropo también evadió el látigo agachándose.

Maldición. La habitación es tan pequeña que casi puede alcanzar a todas pates con ese látigo.

―¡Ugh!

El látigo golpeó accidentalmente a uno de los guardias. Su armadura se deformó drásticamente antes de que vomitase sangre y colapsara. Era sólo un látigo, pero parecía tener un enorme poder de ataque. Sería mejor que lo esquivásemos.

―¿G-Gobernador?

―¿Qué estáis haciendo? ¡Matad al Demonio del Escudo!

―¡S-Sí señor!

Los guardias corrieron hacia nosotros. Raphtalia realizó un corte amplio con la espada y todos cayeron.

―¡Estáis en mi camino!

Raphtalia se dio la vuelta y evitó el látigo. Después, un guardia dio una estocada con su espada hacia ella. Defendiéndose con su propia espada, se giró, se retorció y giró la muñeca. La espada del guardia salió volando y se clavó en el techo.

―Ah…

Mientras el guardia trataba de procesar la imagen de su mano ahora vacía, Raphtalia le alcanzó en el estómago con una patada giratoria y salió despedido contra su señor.

―¡Basura inútil! ¡Si éste fuese un campo de batalla, ya estarías muerto!

El noble estaba claramente agitado ahora. Seguía levantando su látigo e intentando golpear a Raphtalia. Pero ella lo esquivó y movió su espada hacia él.

―¡Ugh!

Había esquivado el látigo, pero éste continuó girando en un arco antes de chocar contra la pata de una mesa. Se balanceó ahí, girando, y la punta voló hacia la espalda de Raphtalia.

Realmente sabía cómo usar esa cosa. Para manejarlo en un espacio tan reducido y además usar trucos como esos, obviamente tenía mucha experiencia con el látigo.

―¡Buen intento! ¡Escudo de Ataque Aéreo!

Leí la trayectoria del látigo y desplegué un Escudo de Ataque Aéreo para bloquearlo antes de que pudiera golpear a Raphtalia.

―¡Muévete!

Maldición…

El látigo simplemente se envolvió alrededor del escudo y continuó volando en dirección a Raphtalia.

Se movía como una serpiente. Se enrolló alrededor de la espada de Raphtalia y casi también alrededor de sus muñecas. Pero ella soltó la espada antes de que ocurriera y saltó hacia atrás para ganar algo de distancia.

―Muy bien, tienes determinación. Eso lo admito. Pero ¿crees que puedes pelear contra mí desarmada?

Desarmada… Raphtalia era muy fuerte, pero ¿era lo suficiente como para acabar con este noble sin ningún arma? No lo creía. Estaba preocupado.

El hombre gordo restalló el látigo y la espada de Raphtalia cayó en su mano. Entonces la blandió contra nosotros. Raphtalia evitó su estocada arqueando hábilmente la espalda hacia atrás y después sacó la otra arma que tenía en la cintura… la espada mágica. La sostuvo apuntando hacia él, pero no había ninguna hoja ahí, sólo una empuñadura vacía.

La espada mágica fue un regalo del viejo de la tienda de armas, pura magia modelada con la forma de una espada.

―No estoy desarmada.

El noble comenzó a reírse a carcajadas.

―¡¿Qué vas a hacer con una espada de juguete?!

Pero estaba olvidando algo importante. Yo no iba a sentarme sin más a observarles.

―¡No creas que va a irte tan bien!

Estiré la mano y agarré su látigo. Mi mano se sentía extraña; era como si el látigo estuviera quemándome. El dolor palpitaba en mi piel. Sabía que esa cosa estaba maldita.

―¡Debes ser un Héroe del Escudo muy estúpido para agarrar mi látigo!

―¿Eso crees? No es tan terrible.

Me estaba quemando, pero podía soportar el dolor.

―Y ya que estás distraído conmigo…

―¡Yo puedo atacar!

De repente, la espada mágica de Raphtalia tenía su hoja, y rápidamente dirigió un ataque elevado hacia él.

―¡Uuups!

El noble abandonó su látigo y saltó hacia atrás para esquivar su ataque.

―Eres muy rápida. ¡Aunque no tanto como yo!

Era pequeño y rechoncho, pero en realidad era muy fuerte. A juzgar por cómo había noqueado al guardia de un golpe, podría estar luchando contra las Olas por su cuenta. Melty miró al Filántropo.

―Ese hombre… luchó junto a mi padre hace mucho tiempo en una guerra contra los demi-humanos.


Estaba empezando a comprenderlo.

Así que antes era un militar…

Eso explicaría su fuerza y resolución. Y si había participado en una guerra contra los demi-humanos, probablemente sabía más que nosotros sobre las batallas teniendo en cuenta que sólo habíamos peleado contra monstruos.

―Pero no creas que por haberte encargado de mi látigo ya habéis ganado este combate.

―Eso debería decirlo yo. Puede que no sea capaz de atacar por mi cuenta, pero Raphtalia tiene poder más que suficiente.

―Jeh. Si vas a convertir a un demi-humano en tu compañero de equipo, obviamente no te estás tomando esto con la suficiente seriedad.

―Raphtalia.

―¡Sí!

Asintió con fuerza y puso las manos sobre su espada. La hoja empezó a brillar con más intensidad.

―¡Filo!

Raphtalia llamó a Filo.

―¿Qué?

―Para derrotar a este tipo, necesito que tú y Melty conjuréis hechizos mágicos.

―¡Vale! ¡Vamos, Melty!

―Pero… ¡Oh, está bien!

Confundida por algo, Melty desvió la mirada desde el noble al resto de nosotros. Después asintió, al parecer habiendo tomado una decisión, y comenzó a concentrarse en su magia.

―¿Qué es esto? El Demonio del Escudo realmente debe tener poderes de lavado cerebral. ¡Y pensar que usaría a la princesa como peón…!

―No me ha lavado el cerebro. Creo que tu comportamiento es maligno, y por tanto, como princesa que soy, voy a castigarte.

―Idiota…

―Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Dispárale con una bola de agua! ¡Disparo Acuático Zweite!

―Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Córtale con la espada del cielo! ¡Cuchilla Alada Zweite!

Melty y Filo lanzaron sus hechizos casi al mismo tiempo. Una bola de agua se disparó desde las manos de Melty, y por otro lado, una cuchilla de aire desde las de Filo. Ambas volaron hacia el noble.

―¡Ja!

El noble esquivó la cuchilla de Filo, después sacó otro látigo de la nada y desvió la bola de agua.

―¡Ahora!

Mientras estaba esquivando los hechizos dejó una zona al descubierto. Raphtalia preparó su espada y corrió hacia él.

―¿Crees que eso acabará conmigo?

Restalló el látigo hacia ella. No podía dejar que eso pasara. Di un paso adelante y levanté el látigo que le había quitado, atrapando la punta del nuevo en medio del aire.

―¡¿Qué?!

―¡Iyaaaaaah

Ajustando su ritmo al mío, Raphtalia soltó un gritó. Usando su pie, levantó en el aire una espada que el guardia había soltado y la atrapó. Entonces preparó su espada mágica como una jabalina y la lanzó hacia el noble. Se hundió profundamente en su pecho.

La espada mágica podía anular la magia de su oponente. La había usado antes para dejar sin sentido a la Zorra, así que debía tener alguna clase de efecto.

―Ugh… ¡Aún no!

―¡No, ya se ha terminado! ¡IYAAAAAAAAH!

Se produjo un ruido sordo, y de repente la espada de Raphtalia estaba enterrada hasta la empuñadura en el hombro del noble.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 4 Capítulo 2 Novela Ligera

 

―¡Noooooo! ¡Maldita seas! ¡¿Crees que está bien que un demi-humano me hiera?! ¡Sobreviví a la guerra demi-humana!

―¿Combatiste contra los demi-humanos? Entonces guarda tus quejas para la guerra. Ya no estás en ella.

―¡Nunca te lo perdonaré! ¡Te mataré!

―¡Eres un cobarde! ¡Solo atacas a gente más débil que tú! ¿Cómo eran los demi- humanos contra los que luchaste? Los que yo conozco eran todos mujeres y niños. ¡Personas en desventaja! ¡No me hables de cómo los combatiste!

Aún encolerizada, le arrastró hasta la ventana, la rompió y le lanzó por ella. Mientras caía, ella dejó que su espada se quedase clavada en él, pero mantuvo su agarre sobre la espada mágica y la hoja salió de su cuerpo.

―¡AAAAAAAAAAH!

―¡NOOOOOOOOOO!

Inmediatamente solté los dos látigos y vi cómo el noble caía por la ventana. Estuvo cerca; si hubiese esperado un poco más, los látigos me habrían arrastrado con él.

―¡E-El gobernador ha perdido contra el Demonio del Escudo!

Los guardias restantes huyeron rápidamente.

―Recuperaré esa bandera… la bandera de aquel día…

Raphtalia se quedó en la ventana, susurrando al aire. Entonces se recuperó y corrió hacia mí.

―¿Estás bien?

―¿Eh? Sí. No hay problema.

Todavía teníamos un poco de agua bendita de cuando tratamos la maldición de Raphtalia. La maldición en sí no era tan grave. El agua bendita sería suficiente para curarla.

Fui hacia la ventana y miré abajo, al patio. El noble estaba allí tumbado, con el rostro hacia el cielo.

Creo que está… ¿muerto?

Cuando pensé en las cosas que me había contado Raphtalia… en cómo había torturado a los demi-humanos, parecía un final adecuado para él.

―Bien. Si nos quedamos aquí, nos veremos atrapados en la confusión. Será mejor que sigamos nuestro camino.

―Pero primero…

―Ah… es cierto.

Primero teníamos que salvar a cualquier demi-humano que estuviese preso. Eso era lo que quería Raphtalia, así que yo también. Me giré hacia el Filántropo y le hice una petición.

―Este hombre solía comprar demi-humanos y los retenía en su sótano para poder torturarlos.

―Desafortunadamente eso no es raro en este país. Pudiera ser que…

―Incluso si los salvamos, ahora mismo estamos a la fuga. No creo que seamos capaces de proporcionarles las cosas que necesitan mientras escapamos de la Corona. Sé que es mucho pedir, pero…

Sabía que estaba pidiendo demasiado, que le estaba poniendo en un peligro mayor. Pero si tenía intención de cumplir la solicitud de Raphtalia, no había otra opción.

―Entiendo su situación. Haré cualquier cosa que pueda para ayudarle.

El Filántropo sonrió. Todavía no nos había mentido, así que no veía más opción que confiar en él.

―No se preocupe. Tengo muchos aliados demi-humanos, y sé que ellos me ayudarán.

―Es bueno oír eso.

***

 

 

Raphtalia nos guió hasta el sótano. La puerta estaba bloqueada, pero Filo usó sus poderosas piernas para derribarla. En el instante que entramos, fuimos abrumados por un fuerte hedor. Era el mismo olor que había en la tienda del traficante de esclavos. El olor de la muerte y la putrefacción que te decía que mantuvieras la distancia.

Esto… esto no está bien.

―Tengo un mal presentimiento…

Filo parecía realmente preocupada. Melty estaba temblando, obviamente asustada. Después se calmó y pareció preparada para aceptar cualquier cosa que encontrásemos.

―Está un poco más adelante.

Bajamos por las escaleras en la oscuridad y llegamos al sótano. Estaba lleno de diversos instrumentos de tortura. Vi un esqueleto en la esquina.

¿Cuánta gente habrá encontrado su final aquí?

Me giré para mirar a Raphtalia rezando ante otro pequeño esqueleto.

―Esta chica era… Ella era una amiga de mi aldea. Se llamaba Rifana, y…

Raphtalia estaba mirando el esqueleto. Parecía estar a punto de llorar, y apartó la mirada. Debieron haber sido muy cercanas.

―Rifana era una chica brillante y alegre. Le gustaba hablar sobre leyendas.

Escuchando a Raphtalia, Melty también parecía estar al borde de las lágrimas. Era la princesa de este país, por lo que debía ser difícil ver este tipo de miserias ocurriendo dentro sus propias fronteras.

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Hasta cierto punto, estas tragedias se podían atribuir a las Olas, pero esto era diferente. No era más que un hombre perverso aprovechándose del caos que le rodeaba. En realidad, todos en este lugar parecían estar completamente podridos.

―Era más femenina que yo… Era tan amable…

―Lo siento.

Pensar en el final que había encontrado la amiga de Raphtalia… me puso triste. Si las cosas hubieran sido diferentes, podríamos habernos conocido mientras estaba viva. Podríamos haber sido amigos.

―Siempre decía que quería casarse con alguien como el Héroe del Escudo.

―…

Pero su sueño nunca se hizo realidad. Había muerto en este frío sótano. Sólo pensar en ello me llenaba de ira.

Probablemente quería vivir. Y seguramente murió deseando escapar. Él le había hecho esto simplemente porque era una demi-humana. Ni siquiera podía imaginarme lo que pasó por su mente.

No sabía qué tipo de persona era yo en comparación con los niños que murieron aquí, pero podía dar una cosa por segura: les habíamos vengado.

―¿Qué deberíamos hacer con ellos? ¿Nos los llevamos?

Podríamos llevarnos sus huesos y darles un funeral apropiado en algún lugar.

―Sí… Este lugar es demasiado frío y triste.

―Tienes razón.

Recogimos los huesos silenciosamente y los pusimos en una bolsa.

―¿Había algún esclavo?

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―Sí.

El Filántropo respondió desde la parte trasera de la habitación.

Después de recoger los huesos, nos dirigimos a la parte de atrás. El esclavo estaba cubierto de moratones y cortes. Se veía como si hubiese sido duramente torturado; sus ojos carecían de vida. Parecía tener unos diez años y poseía orejas de perro. Pese a ser un chico, en cierto modo era lindo. Ya sabes, como esos niños que parecen chicas cuando sólo tienen diez años.

―¿Quiénes sois?

―Esa voz…

―¿Quién es?

―¿Le conoces?

―Sí. Keel, eres tú, ¿verdad?

―¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?

―¿Me has olvidado? He crecido un poco desde la última vez que nos vimos. Soy yo, Raphtalia.

―¡¿Qué?!

Keel levantó la cabeza, sorprendido.

―No puede ser. Raphtalia es más baja que yo. No es una mujer tan alta y hermosa. Quiero decir, es linda y eso…

Keel estaba murmurando para sí mismo como si estuviera muerto.

―¡¿Estás fingiendo ser mi amiga?! ¿Por qué? ¡¿Qué intentas hacerme?!

Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Fue invadido por la desesperación. Era igual que Raphtalia cuando la conocí.

―Te lo demostraré entonces. Hace dos meses, antes de que llegara la Ola, fuiste a la playa a buscar una concha bonita. Querías sorprender a tu padre por su cumpleaños. Pero estuviste a punto de ahogarte, y Sadeena tuvo que saltar al agua y salvarte…

El esclavo pareció sonreír, como si ese recuerdo le hubiese traído algo de alegría. Parecía el tipo de cosas que sólo la auténtica Raphtalia conocería.

―¡¿Es posible?! Raphtalia…

La estaba mirando muy atentamente.

―Soy yo… ¿Recuerdas cuando te comiste ese hongo venenoso en el campo? ¡Enfermaste y lo ocultaste para que nadie lo supiera! Te encontré ese día, y me dijiste que lo mantuviera en secreto. Estabas temblando…

―¡Aaah! ¡Sí! ¡Te creo! ¡Eres tú! ¡Raphtalia!

Finalmente, el esclavo, Keel, reconoció a Raphtalia.

―Raphtalia… ¿por qué eres tan mayor? ¿Por qué eres tan guapa?

Aunque sabía que los demi-humanos crecían al mismo tiempo que subían de nivel, verlo con mis propios ojos era otra cosa.

Raphtalia era muy pequeña cuando la encontré. Quedé conmocionado cuando creció frente a mis ojos. Si me hubiese criado con ella, habría sido aún más sorprendente.

―En realidad ahora soy la esclava de Naofumi-sama… del Héroe del Escudo.

―¡¿Qué?!

Keel, el esclavo demi-humano, me miró. Pero estaba tan débil que no era capaz de fijar la mirada en una sola cosa durante mucho tiempo. Debía estar viéndome borroso.

Metí la mano en el bolsillo para coger un poco de ungüento y tratar sus heridas.

―¡No me toques!

―No pasa nada, tranquilízate. Es medicina.

Después necesitaría alguna medicina nutritiva. Sabía que en realidad no debería usarla en situaciones como ésta, pero no podía ignorar la crisis que se encontraba ante mis ojos. Tenía que ayudarle. No era que fuese un santo de buen corazón ni nada de eso, pero él era amigo de Raphtalia.

―Ugh…

Al principio se resistió, pero se dio cuenta de que no intentaba hacerle daño y lentamente se bebió la medicina. Mi escudo tenía muchos poderes extraños. Uno de ellos era incrementar la eficacia de las medicinas. En momentos así, me sentí agradecido de lo útil que era.

Ya se veía un poco mejor, y parte de su color volvió a sus mejillas, pero yo no era muy bueno con la magia curativa. Había sido capaz de tratar sus heridas, pero no de recuperar algo de su energía. Notando que estaba a salvo, repentinamente cayó hacia delante, exhausto, y comenzó a roncar.

―No me puedo creer que mi país permita que ocurra esto.

Murmuró Melty para sí misma.

―He visto a mi madre trabajar en otros países, por lo que creía que entendía tanto a demi-humanos como a humanos. Pero esto… Yo… no puedo perdonar esto.

―Tienes que ser un poco más histérica. ¿Por qué no gritas “¡NUNCA PERDONARÉ ESTO!”? Sería más normal en ti.

―¡Per yo no soy así! ¡¿Por qué clase de persona me has tomado?!

De repente Melty se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se tapó la boca con las manos.

―A veces te enfadas como una histérica y la cara se te pone totalmente roja. Así eres tú, Melty.

―¡¿Qué has dicho?!

―Vale. No podemos quedarnos aquí para siempre. Vámonos.

El Filántropo cogió a Keel y se lo puso sombre el hombro. Dimos la vuelta y dejamos el sótano. Hablamos mientras subíamos las escaleras.

―Primero tenemos que centrarnos en salir del pueblo. No es como si cupiésemos todos en la espalda de Filo.

Ya era bastante difícil subirse tres personas a la vez, mucho más cinco.

―¿Por qué no hacemos que Filo saque de aquí primero al noble, a Keel y a Melty?

―Buena idea.

Podrían saltar sobre la empalizada y salir fácilmente.

La entrada del pueblo todavía parecía estar sumida en un alboroto. ¿Qué estaba pasando allí? Me estaba preguntando eso cuando me di cuenta de que había un charco de sangre en las escaleras. Lo seguí hacia arriba y vi que venía del patio, y la sangre continuaba hacia…

―¡¿Qué?!

―¿Qué pasa?

Estaba señalando silenciosamente hacia el patio. Raphtalia me entendió y asintió.

―¡Ah, ja, ja, ja! ¡Ahora, por fin tengo una forma de mataros!

El noble que había caído desde el segundo piso, al que creíamos muerto, estaba ahí de pie, riendo.

¡Maldita sea! ¿Y ahora qué?

El hombro del noble estaba sangrando profusamente. Se encontraba frente a la roca que parecía una lápida, realizando algún tipo de hechizo. Esto no era bueno. Keel todavía era el esclavo de ese hombre, lo que significaba que podría usar el sello de esclavo para matarle.

¿Qué debíamos hacer? Acabábamos de arreglárnoslas para salvar al amigo de Raphtalia. Si moría ahora, todo habría sido para nada. Pero la maldición de esclavo no necesitaba un hechizo para funcionar. Podía simplemente ordenarle morir, o elegir hacerlo desde su estado mágico.

Entonces… ¿está haciendo otra cosa?

―Está… ¡Tenemos que detenerlo!

El Filántropo se giró hacia mí y gritó.

―¿Qué ocurre?

―Héroe del Escudo, ¿conoce la leyenda de este pueblo?

―Escuché que habían ahuyentado a algo y lo sellaron. Todavía está aquí.

Tenía un mal presentimiento.

―No será…

―Exacto. La piedra de sellado ha sido custodiada por la nobleza de este pueblo durante generaciones. Y ahora…

Pude adivinar hacia dónde se dirigía la historia. El hombre gordo estaba tratando de romper el sello.

―Retrocede.

―De acuerdo.

El Filántropo se subió a Keel a hombros y huyó mientras el resto nos acercábamos al hombre gordo, que estaba cantando hacia la piedra de sellado.

―¡Finalmente has venido, Demonio del Escudo!

Ahora estaba gritando como un demente.

―No sé qué ha sido sellado dentro de esa cosa, pero será mejor que te detengas ahora mismo.

Raphtalia y Filo se prepararon para la batalla. Ahora que estábamos en el exterior, sería más fácil pelear que en esa pequeña habitación de antes.

―Llegas demasiado tarde. ¡Si no hubieses venido, este pueblo todavía estaría en paz!

―¡¿En paz?, ja! ¡Si no hubieras secuestrado a Melty ni la hubieses traído aquí, nada de esto estaría pasando!

―¡Todo es por tu culpa, Demonio del Escudo!

―No tengo tiempo para escuchar las quejas de un cobarde que disfruta torturando niños.

No sabía qué había ahí sellado, pero tenía que encontrar alguna forma de detenerle. Cuanto más esperásemos, peor se volverían las cosas.

Probablemente los demás Héroes se verían deleitados. Querrían pelear contra un monstruo para conseguir objetos raros y experiencia, pero yo digo que era mejor dejar las cosas como estaban.

―¡No soy un cobarde! ¡Estoy purgando el mundo de esas formas de vida inferiores! ¡Soy un hombre honrado!

Maldición… no se puede razonar con él.

Sabía lo que se sentía al encontrar placer en la miseria de la gente a la que odiabas, así que pensé que tal vez podría llegar a un entendimiento. Pero estaba equivocado. Yo nunca había deseado sinceramente la muerte de alguien, ni una sola vez. ¡Si se tratase de una persona en específico, quizá sería entendible, pero odiar a una raza entera no tenía ningún sentido! De todas formas, ¿quién sabía lo que tramaba este tipo?

Mirar la piedra de sellado me ponía nervioso. Teníamos que detenerle. Di un paso adelante y empecé a preparar una habilidad que pudiese restringir al noble. Pero antes de que tuviera la oportunidad de usarla, la piedra se agrietó y se hizo pedazos.

―Está terminado. ¡Si puedo matar al Demonio del Escudo, mi lugar en el paraíso de Dios estará asegurado! ¡Ah, ja, ja!

El noble dejó salir una risa como un juguete roto. El suelo empezó a temblar, unas grietas aparecieron en la tierra.

―¿Qué está pasando?

―¡Sí! ¡Destrúyelo todo! ¡El monstruo sellado destruirá al Demonio del Escudo!

El cielo sobre la mansión se llenó de luces violetas. Miré arriba y vi grietas apareciendo en el cielo, como el caparazón de una tortuga. Fue en ese mismo instante cuando el monstruo sellado apareció.


―¡Maestro!

Todas las plumas de Filo se erizaron. Estaba mirando fijamente al cielo.

―¡¿Qué es eso?!

Unas grandes patas de reptil terminadas en garras largas y afiladas surgieron lentamente desde la grieta. Las siguió un enorme y musculoso cuerpo, después unos ojos gigantes y finalmente apareció una mandíbula masiva, con unos dientes tan grandes y afilados que podrían triturar el metal. Ya podía ver cuál era el monstruo.

Medía veinte metros de altura y era carnívoro… un dinosaurio.

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