Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: El Voluntario

 

 

―Pues sí, esta tienda de armas es uno de mis sitios favoritos de la ciudad, siempre hago todos mis negocios con este tipo. Te acuerdas de él, ¿verdad?

―Sí.

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―Eh, chico, ¿te molestaría que te pidiera una explicación?

―Han pasado un montón de cosas, y me gustaría pedir prestada tu tienda para una reunión.

―En realidad no me importa lo que haya pasado, pero esta es mi casa, no la tuya. Hazme un favor y encuentra otro lugar para tus reuniones.

La tienda de armas era el único sitio en el que podía pensar para hablar sin interrupciones, por lo que después de todo el drama en la ciudad, llevé a todos directamente aquí.

―Realmente no hay ningún otro lugar. ¿Dónde podría ir si no? ¿A la tienda del entrenador de monstruos?

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―Vamos, chico. El entrenador de monstruos es en realidad…

El viejo lo sabía. Sabía lo que pasaba realmente en esa tienda.

―Si vas a llevar a un puñado de niños a un sitio como ése, entonces supongo que no tengo otra opción que dejar que te quedes aquí.

―Y por lo tanto lo tenemos: el permiso del dueño. Entonces, ¿quién eres? Tu nombre era Melty, ¿cierto?

―Sí, soy la primera heredera al trono de Melromarc, la segunda hija de la familia real, Melty Melromarc.

―¿Eh?

Veamos, la Zorra es la hija mayor, ¿no? Entonces, ¿por qué sería la segunda hija la heredera al trono?

―Aneue ha tenido… problemas de personalidad… durante muchos años. Después de causar un problema tras otro, se decidió que yo sería la heredera del reino.

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Normalmente eso sonaría como una locura, pero cuando pensé en lo detestable que era en realidad la Zorra, empezó a tener sentido. Aun así, algo parecía fuera de lugar. ¿Realmente Melty compartía sangre con esa Zorra loca? ¿Cómo engendró el rey Basura una hija como ella? Era difícil de creer.

―Filo.

―¿Qué?

―No puedes seguir viéndote con esta chica.

―¡Naofumi-sama, ¿por qué estás actuando como su padre y diciendo esas cosas tan horribles?!

¡Vamos, es la hermana de la Zorra! Si se las ha arreglado para convertirse en la heredera antes que su hermana, debe de ser buena manipulando a la gente. Si ya es capaz de hacer algo así a esa corta edad, podría llegar a ser incluso más manipuladora que esa zorra de su hermana. ¿Estará detrás de Filo? ¡O, incluso peor, ¿está trabajando para Motoyasu?! ¿Ha coordinado todo este altercado sólo para poder intervenir y ganarse mi confianza? ¡Puede ser!

Podría haber puesto su interés en nosotros desde el momento que la conocimos en esa aldea del este que estaba sufriendo la epidemia. Se ganó nuestra confianza y se infiltró en nuestro grupo, y desde entonces ha estado planeando capturarnos cuando la llevásemos al castillo. Si Raphtalia no la hubiese alcanzado, ¿quién sabe qué podría haber pasado?


―Y…

―Lo siento, pero es suficiente charla por ahora. Simplemente no puedo confiar en ti. O debería decir que YA no puedo confiar en ti, sobre todo porque ahora que sé quién eres en realidad.

―¡Por favor, escucha lo que tengo que decir!

―¿No has oído las cosas que tu padre y tu hermana dijeron? Lo siento, pero no hay forma de que podamos hablar. No puedo confiar en ti.

Incluso si le decía la verdad, no había garantía de que me creyera. ¡No hay más que pensar en ello, era la hija del rey Basura! No podía decirle sencillamente que me creyera.

―Aceptaré la ayuda que nos proporcionaste en la calle como pago por traerte a Ciudad del Castillo. ¡Ahora lárgate!

―Pero tú…

Antes de que la segunda princesa pudiese enfadarse, un caballero abrió la puerta de la tienda y asomó la cabeza.

―Melty-sama. El rey la ha convocado. Por favor, venga con nosotros.

―De acuerdo.

Creía que iba a tener un berrinche, como hacen los niños, pero en su lugar la joven princesa agarró el borde de su vestido, respiró hondo, se calmó y siguió al caballero por la puerta.

―Adiós entonces, Filo.

―Vale. ¡Hasta luego!

Aunque en realidad no habría un “luego”. No iba a entregar a Filo a una princesa, ni tampoco a Motoyasu. ¡Lo juro! Todos en este maldito mundo me sacaban de quicio.

―Naofumi-sama, ¿no deberías haber escuchado por lo menos lo que tenía que decir?

―Sí, chico, ella tiene razón.

―Lo siento, pero es que no puedo confiar en nadie de la familia real.

―Héroe del Escudo…

―¿Qué? Oh, ¿todavía estáis aquí?

Creía que se habían ido con la joven princesa, pero me giré y vi que los soldados que me habían perseguido por las calles aún estaban ahí.

¿Cuántas burlas tengo que soportar? ¡Estos soldados también están involucrados, sin duda!

Les hice señas con la mano para que se fueran, pero no se movieron.

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―¡Largaos de aquí! ¡No tenemos nada de lo que hablar!

―¡No me moveré hasta que escuche lo que tengo que decir!

Oh, vamos… Lo único que van a decir es “entrega ese filolial a la princesa”, o algo parecido.

―Bien. Escúpelo.

Si no les dejaba hablar, nunca se irían.

―Um… Cuando vengan las olas… Cuando la ola esté aquí, me gustaría luchar junto a usted.

―¿Qué?

¿Qué está diciendo?

Tartamudeé con incredulidad y miré fijamente al joven soldado.

―Yo mismo y otros soldados de rango bajo nos quedamos muy impresionados por la forma en que se comportó durante la última ola. Además, provengo de Riyute, así que siento la obligación de pagarle por todo lo que hizo por mi familia y mis amigos.

―¿De verdad es como dices?

―Sí. Y, bueno… varios de nosotros sentimos admiración por sus acciones de aquel día. Nos dimos cuenta de que, si alguien luchaba para proteger a los demás, no podía ser otro más que usted, el Héroe del Escudo. Formamos un grupo y ahora queremos luchar con usted.

―¿Conmigo? No creo que vuestros oficiales al mando vayan a estar muy emocionados con esa idea.

Los caballeros y los líderes del reino nunca habían mostrado deseo alguno de cooperar conmigo en nada. Una vez, durante la primera ola, yo me encontraba peleando contra una horda de monstruos cuando ellos decidieron lanzar fuego sobre mí desde lejos.

―Tiene razón. No estarán felices por ello. Pero usted nos protegió cuando lo necesitábamos, así que deseamos seguir su ejemplo y ayudar a otros.

―¿Y por eso vinisteis a buscarme?

―Todos los guardias repartidos por la ciudad están de acuerdo. Lo hablamos y acordamos que quien le encontrara primero tendría que detenerle y transmitirle cómo nos sentimos.

―No me digas.

―No pretendemos luchar contra la ola directamente, ése no es nuestro papel en la batalla. Aun así, creemos que nuestra prioridad principal debería ser proteger a nuestros ciudadanos del mal.

Que filosofía tan refinada. Si tan sólo el resto de héroes estúpidos la compartieran…

―Así que, por favor, Héroe del Escudo. Cuando vengan las siguientes olas, permítanos pelear junto a usted.

―Si sólo queréis combatir contra las olas, no veo por qué necesitáis pelear a mi lado.

Tenía que haber alguna otra razón por la que me estaban ofreciendo sus servicios. Probablemente existía algún sistema de promoción en su ejército para que los soldados que se probasen a sí mismos en batalla se ganaran un ascenso más rápido que sus compañeros. Si eso era verdad, entonces luchar codo con codo contra la ola al lado de un héroe sería sin duda con la intención de mejorar su posición.

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E incluso si éramos héroes, nadie podía querer enfrentarse una ola por su cuenta. Ellos sabían que yo necesitaba cualquier ayuda que pudiese conseguir.

En la barra mágica de estado había una categoría debajo de “Miembros de Equipo” llamada “Formaciones de Batalla”. Probablemente se refería a algo que podíamos usar en conjunto durante la ola. Es más, solo tendría sentido si lo utilizábamos cuando combatiéramos en ese momento; parecía ser la forma más apropiada de hacerlo. Probablemente era algo similar a los MMORPG’s, donde grupos y clanes podían luchar entre sí. En esta situación el enemigo no sería otro equipo, pero parecía que estaban hablando sobre una configuración similar. Si no, ¿cómo se suponía que una persona y su grupo principal le harían frente a una oleada entera de enemigos? Eso sería tan temerario como ir a la batalla en solitario.

Claro que, cuando se llegaba a un monstruo jefe, los jugadores expertos de alto nivel, que en este caso ésos seríamos nosotros los héroes, tendrían que intensificar sus esfuerzos y derrotar a ese monstruo. Pero, ¿qué había de los otros monstruos más débiles? Lo más fácil sería pensar que la gente normal y los soldados podrían encargarse de ellos con suficiente facilidad.

La última ola prácticamente había demostrado mi teoría. Se produjo cerca de una aldea llamada Riyute, y los caballeros y soldados fueron capaces de llegar rápidamente. Eso lo resolvió con bastante facilidad. Pero el país era grande, de modo que si la ola aparecía en algún lugar lejano a la capital, el daño sería incalculable. Si eso pasaba, solo habría unos pocos de nosotros allí para proteger a la gente.

Lo que sea. Dejando de lado las verdaderas formaciones de batalla y la estrategia por un segundo, quería saber por qué estos jóvenes soldados tenían tantas ganas de luchar a MI lado. ¿Sería porque yo era el más débil de los héroes? Si había mucha competencia para entrar en la batalla junto a un héroe, tenía sentido que viniesen a mí primero. Eso o todo era una gran mentira. Tal vez sólo querían arrestarme cuando llegase la ola y así podrían llevarme sin problemas al lugar en el que estaba ocurriendo. O puede que me hicieran contar con su participación y después me abandonaran justo cuando llegara el momento sólo por perjudicarme. Todo era posible.

―Simplemente queremos pelear junto a usted para proteger a nuestros ciudadanos.

Por supuesto, él podía decir lo que quisiera, pero eso no hacía que fuera verdad.

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―¿Estáis intentando conseguir un ascenso o algo?

―En absoluto.

Negó con la cabeza tan rápidamente que estaba claro que ya se había esperado la pregunta. Entonces se giró y le hizo señas a alguien que estaba detrás de mí. Era un chico joven con una túnica; parecía un mago. He dicho que era como un mago, pero su atuendo no se asemejaba nada a las túnicas moradas que había visto en la tienda de magia. Parecía más barata, de mala calidad, y además era amarilla. Los dos jóvenes soldados se alinearon frente a mí y se inclinaron con gran ángulo hacia delante.

―Yo… yo soy de Riyute. Usted salvó a mi familia, por lo que… quiero ayudarle si puedo.

―Ah, ahora lo entiendo.

Así que se sentía obligado porque había salvado a su familia. Si de verdad era de Riyute, probablemente podía confiar en él.

―Estoy seguro de que sus sospechas están justificadas; hay mucha gente que le usaría para asegurarse un ascenso. Pero yo sólo quiero ayudarle.

―Uh, supongo que hay algunas personas extrañas en vuestro grupo.

―Um… ¿Héroe del Escudo?

El joven vestido como un mago levantó la cabeza. Al mirarlo detenidamente, me di cuenta de que el chico era un demi-humano.

La preferencia por los humanos sobre los demi-humanos en Melromarc era muy evidente, por lo tanto ¿cómo pudo este joven demi-humano sobrevivir por su cuenta hasta ahora, y lo que es más, convertirse en un soldado de la Corona?

Su túnica era mucho más andrajosa que las de los magos que había visto durante la última batalla contra la ola. ¿Pudiera ser que hubiese una razón para querer unirse a mí además de su edad y su rango?

―Este chico es un verdadero fan del Héroe del Escudo. Hace mucho tiempo, en otro país, se contaban leyendas sobre la aparición de los Héroes. Éstas siempre admiraban al que llevaba un escudo.

―Uuh…

Parecía que realmente había un pequeño grupo de gente que creía en mí y se ofrecía a ayudar. El chico no lo había mencionado directamente, pero al parecer, durante todo el tiempo que estuve vendiendo mis productos y salvando aldeas, hubo gente reuniéndose para apoyarme.

Podría darle una oportunidad.

Había una bolsa en la parte trasera de mi carro llena de accesorios que todavía tenía que vender. La saqué.


―Ciento cincuenta monedas de plata. Si podéis pagar por ello, pensaré en vuestra oferta.

―¿Eh?

―¿Qué pasa? Si me compráis esto, confiaré en vosotros.

―Naofumi-sama…

Raphtalia suspiró y pareció sentirse un poco agotada. Supongo que sonó como si les estuviese exigiendo dinero cuando lo único que ellos querían era ayudar. Normalmente sería al revés, pero era mi naturaleza. Si realmente iban tras un ascenso o dinero, entonces no aceptarían este trato. Mi verdadera preocupación era que pudiesen estar conectados con esa joven princesa, en cuyo caso no podría confiar en ellos.

―Muy bien. Iremos a reunirnos con todos y juntaremos el dinero que pide. Por favor, aguarde nuestro regreso.

El joven soldado con el que había estado hablando hizo esa declaración y salió corriendo.

―Chico, tengo que decírtelo, eres despreciable.

―Si algo suena demasiado bien para ser cierto, entonces no lo es. Tengo que asegurarme de que no están mintiendo.

El joven con aspecto de mago aún estaba ahí, parado.

―¿Te he decepcionado?

El joven mago sacudió la cabeza con desilusión.

―Yo creo en usted.

―Jeh.

Qué chico tan extraño.

Estaba reflexionando sobre ello cuando el soldado volvió corriendo. Estaba sin aliento.

―Uuff… Uuff… Todos han contribuido. Aquí tiene.

―Eso ha sido rápido.

―Iba a pedir ayuda a los caballeros, pero me detuve en los barracones por el camino. Todos colaboraron.

Umm… Entonces supongo que ha tenido que preguntar a bastantes personas para conseguir esta cantidad.

Les había pedido un montón de dinero a propósito. Me entregó una pesada bolsa y miré el interior.

―Cada persona solo pudo ofrecer lo poco que tenía, pero debería estar todo. Por favor, créanos.

―Claro, por supuesto. ¿A cuánta gente estás representando?

―Déjeme pensar. Incluyéndome a mí… cinco.

―Oh.

Cogí cinco objetos de la bolsa y se los entregué al chico… junto con todo el dinero. Uno de esos objetos era un collar que absorbía cierto nivel de magia. Estaba imbuido con un efecto especial, lo que lo convertía en una pieza de equipamiento muy conveniente.

Pensé en probarlo y averigüé su función por casualidad, así que pensé que podía regalarlo. Durante las batallas contra las olas, nunca sabías cuando ibas a morir. Si iban a combatir junto a mí, parecía justo dejar que lo tuvieran.

―Um… esto…

―Pedí que consiguieseis el dinero, pero no dije que fuese a tomarlo. Sólo quería hacerme una idea de hasta dónde llegaba vuestra sinceridad. Como resultado de esta pequeña prueba, debe haberse hecho más fácil, incluso entre tu propio grupo, saber quién está en esto de verdad y quién sólo quiere conseguir dinero o un puesto mejor.

Era cierto que la moneda estaba acuñada por la corona, por lo que había un límite en cuánto podías confiar en ella. Pero habían sido bastante educados, así que confiaría en ellos por ahora.

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Desde el menú de formación de batalla, elegí un líder de formación y se lo asigné al joven soldado frente a mí. Los rangos del grupo estaban establecidos de forma que yo era el líder de mayor autoridad, seguido de Raphtalia y Filo. Por debajo de esos puestos estaba la autoridad de líder de formación, y se la di al soldado. Esto significaba que el chico tenía la autoridad para dar órdenes, pero esa autoridad estaba sometida a mi juicio. Básicamente, quería decir que yo podía decidir sí él recibiría experiencia de nuestros combates o no.

―Esto es…

―¿Lo entiendes?

―Claro.

―Si no quieres ser el líder, entonces dale la oportunidad a ese chico. Sólo tienes que reunir un grupo que quiera participar. Pero no me entiendas mal; si intentas usarnos o tratas de hacer algo engañoso, esa autoridad quedará revocada y toda la formación se romperá.

―¡Entendido! ¡Gracias!

Los dos se alinearon y me hicieron una reverencia antes de dejar la tienda.

Había un montón de aprietos en los que podría meterme en esta situación, pero parecía que, sólo tal vez, la gente de los alrededores estaba empezando a creer en mí. Sin embargo, la prueba de que aún no confiaba plenamente en ellos era que, tal y como les había advertido, si me traicionaban no mostraría compasión.

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―De acuerdo, entonces vayamos a hacer esa cosa del ascenso de clase.

―Oye, chico. No usas los mejores métodos, pero estás empezando a actuar como un verdadero Héroe.

―¿Así que en realidad solo estabas intentando ver si estaban mintiendo o no?

―Es como dije: podían estar intentando engañarnos para obtener beneficios. Tenía que ver que estaban dispuestos a sacrificarse.

Salimos de la tienda de armas y seguimos nuestro camino. Pude haberme encontrado algún problema, pero ahora nada me impedía volver a centrarme en mi objetivo principal: el ascenso de clase.

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