Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 3

Capítulo 3: Todos Aman a los Ángeles

 

 

―¡OOOH! ¡Héroe del Escudo!

Estábamos saliendo de la catedral cuando escuché un grito que no pude ignorar. Me giré para ver a un joven de unos catorce o quince años vestido como un soldado, corriendo en nuestra dirección. Estaba casi sin aliento.

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Nos encontrábamos en la Ciudad del Castillo, por lo que cuando veía soldados corriendo en mi dirección, siempre me preparaba para recibir malas noticias. No lo pensé; me di la vuelta y empecé a correr. Raphtalia estaba justo detrás de mí. Había demasiadas posibilidades de que esto saliese mal.

El rey que me había incriminado, el tipo al que secretamente llamaba “Basura”, era un lunático. ¿Quién sabe de qué había decidido acusarme esta vez?

―¡Espere!

Sí claro. ¿Por qué debería? Sabía que nada bueno me estaba aguardando. ¿Quién esperaría por un soldado que le está gritando que se detenga? Sólo un idiota.

Así que salí corriendo. Pero entonces me di cuenta de que Filo no estaba con nosotros. No podía dejar que nos capturasen, pero tampoco podía escapar de la ciudad con nuestro carro si Filo no estaba con nosotros.

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―¡Espere!

―¡Maldito crío! Raphtalia, ve a por Filo y tráela aquí. Tenemos que terminar nuestras compras y salir de la ciudad.

―¡Entendido!

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Raphtalia y yo nos separamos y huimos del soldado. El chico me siguió a mí.

―Maldición, no puedo perderle de vista.

El soldado era muy persistente. Me arrastré por un pequeño callejón y salí a una calle principal llena de gente donde finalmente fui capaz de deshacerme de él entre la multitud. Ahora solo tenía que salir de la ciudad antes de que me atrapase. Pero ¿cómo me reuniría con Raphtalia y Filo? Si podía llegar hasta la tienda de armas, sería capaz de encontrarme con ellas allí. O eso estaba pensando cuando…

―¡AAAAAAH!

¿Qué demonios…?

Me giré y vi a un grupo numeroso liderado por Motoyasu. Estaba señalándome y corriendo hacia mí. La muchedumbre se iba apartando para dejarle paso.

¡Maldición! Si me ven ahora, ¿de qué me habrá servido escapar?

―¡Naofumi! ¡Te encontré!

Ése era Motoyasu Kitamura. Él era el Héroe de la Lanza, invocado al mundo justo igual que yo, pero desde un Japón diferente. Era el favorito de esa Zorra, la princesa que me había incriminado, y realmente estaba disfrutando de su vida aquí y haciendo todo lo que quería. Él era probablemente el más atractivo de entre nosotros los héroes. Tenía una actitud desenfrenada, ligando siempre con chicas. Su cabeza estaba tan vacía como te podrías esperar.

Realmente hizo mi vida aquí una pesadilla.

―¡Tú! ¡¿Qué estás haciendo?!

―¿Qué demonios? ¡No intentes culparme de cualquier cosa que se te ocurra!

―¿Haciéndote el tonto? ¡Buena suerte! ¡Nosotros ya lo sabemos! Sabemos que eres el dueño de ese pájaro gordo.

Pájaro gordo… ¿Filo?

―¡Danos al pájaro, lo mataremos!

―¡Ah! ¿De qué estáis hablando? Todo eso fue por tu culpa. ¡Deberías haber sido más cuidadoso antes de acercarte a ella!

Una vez, hace un tiempo, Filo le dio una fuerte patada a Motoyasu en la entrepierna, y le mandó volando. Se sintió bien verle dando vueltas por el aire.

―¿Sigues haciéndote el tonto? ¡Ese pájaro gordo tuyo fue a por mí en el mismo segundo que me vio!

¿Um? ¿De qué está hablando? ¿Estará imaginándose cosas?

―¿De qué estás hablando?

―¡Como he dicho, ese gordo y estúpido pájaro tuyo intentó atropellarme!

Miré a Motoyasu. Su armadura se veía tan bonita y brillante como siempre, pero la entrepierna estaba blindada y cubierta con un protector.

¡Esto es divertidísimo! ¡El tipo está traumatizado! ¡Ja! Oh chico, esto sigue poniéndose mejor y mejor. Tendré que darle un regalo a Filo más tarde.

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Ella sabía lo que realmente quería y aprovechó el día para hacerme este regalo.

―¡¿De qué te estás riendo?!

―¡Ajajaja!

―Bastardo…

En serio, ¿por qué estaba tan enfadado? Esto era magnífico. Al parecer Motoyasu se dio cuenta de que sus tácticas de conversación actuales no me estaban alcanzando.
Cambió el tema.

―¡Y oye, deja ir a esa chica! ¡Esclavista!

―¡Otra vez no! Realmente no sabes cuándo rendirte, ¿verdad?

Hubo un tiempo, en el pasado, en que Motoyasu intentó “salvar” a Raphtalia de mí. El que ella fuese linda debió haber sido un factor motivador. Me retó a un duelo que yo no tenía esperanzas de ganar, y él tuvo razón. Perdí, pero sólo porque la Zorra hizo trampa y me atacó por la espalda. ¡Y ahora estaba con eso otra vez! No había cambiado en absoluto.

―Raphtalia ya te rechazó.

Una vez que Raphtalia entendió lo que estaba pasando, le rechazó y ése fue el final de aquella trifulca.

―¡No estoy hablando de ella!

Su mano se cerró en un puño.

―¡Lo sé todo sobre eso! Has encontrado una nueva esclava, ¿cierto? ¡La vi saliendo de la tienda de armas!

¿De qué está hablando? No tengo ni idea. Las únicas que viajan conmigo son Raphtalia y Filo. Motoyasu ha debido de estar molesto con Filo todo este tiempo, ¿y ahora la llama esclava y exige su liberación?

―¿De quién hablas? ¿De Mel? Ella no es una esclava.

―¡No conozco su nombre! ¡La chica con el pelo rubio!

¿Pelo rubio?

―Si su pelo era azul, entonces es Mel. Si era rubio, es Filo.

―¡Exactamente! ¡Esa chica con las dos pequeñas alas en su espalda! ¡Sabes de quién estoy hablando! ¿La llamas Filo?

Ahora estaba prácticamente gritando, exaltado de repente. Acababa de decir que quería matarla, ¿pero ahora de repente quería liberarla? ¡El tipo estaba loco!

―Tú… Siempre y cuando sea una chica, la deseas aunque esté con otra persona. ¿Es eso?

―¡No!

Gritó otra vez.

―Nunca había visto a una chica tan ideal… Yo…

―¿Qué?

―¿Quién lo habría pensado? ¡Realmente hay una chica ahí fuera que es justo como Fleon de los campos mágicos!

¿De quién está hablando? Debe tratarse de un personaje de algún videojuego al que ha jugado. Aunque eso me recuerda algo. Supongo que Filo es similar a otros personajes de juegos que yo también conozco. La chica pura y angelical, un arquetipo clásico.

―No puedo evitarlo. REALMENTE me gustan los ángeles…

―¡Cállate! ¡No quiero escuchar tus preferencias sexuales!

―¡Este mundo es el MEJOR! ¡Mi corazón empezó a revolotear en el segundo que puse los ojos en ella!

Motoyasu estaba muy excitado. Por la mirada en su rostro, nunca habrías adivinado que era la misma persona que acababa de estar gritando sobre un pájaro gigante. Sus ojos estaban brillando ahora; se encontraba extasiado. Los otros miembros de su grupo se veían molestos. Esa debía ser la razón por la que estaban ahí parados en silencio.

―¡Sé que posees a esa chica de alguna forma! ¡Déjala ir!

―¡Dios, eres muy molesto!

Vale, vale, ¿así que me está diciendo que tengo que entregarle a Filo, sólo porque resulta que es su tipo? Me gustaría que se guardase sus chistes para sí mismo.

―¿Crees que voy a aceptar esa demanda sin más?

―¡Si no lo haces, lucharemos hasta que estés de acuerdo!

Preparó su lanza y me apuntó con ella.

―¡¿Qué, quieres luchar aquí?! ¡Deja eso! ¡Piensa en tus alrededores!

―¡Lanza del Caos!

Antes de que pudiese terminar mi frase, Motoyasu ya había invocado una habilidad y lanzado un ataque volando en mi dirección. Levanté ligeramente mi escudo para detener el bombardeo, pero las puntas de lanza que desvié volaron por la calle antes de enterrarse en un escaparate y tirar abajo la pared con un estruendo.

Había una multitud de personas en la calle, y ahora todos estaban gritando debido a la violenta explosión de Motoyasu.

―¡Eh!

―¡Jabalina de Ataque Aéreo!

Apuntó su lanza otra vez y la impulsó volando en mi dirección.

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¡Maldición!

La esquivé, pero podría haber golpeado a la multitud de gente. Puede que no supiera mucho sobre este país y sus habitantes, pero conocía la diferencia entre un buen lugar para luchar y uno malo. ¿Motoyasu era capaz pensar en algo que no fuese él mismo?

―¡Déjala ir!

―¡¿Y quién lo haría?!

¿Quería que dejase a ese voraz pájaro suelto? ¡¿Estaba loco?!

Casi estaba pensando en hacerlo, sólo para que entendiese la mala idea que era dejar suelto a ese pájaro loco.

―¿Así que no vas a escucharme?

Los ciudadanos de alrededor estaban al borde del pánico.

―¡Vamos! ¡Controlaos!

―¡No me importa si sois Héroes, no peleéis aquí!

Los gritos de protesta de los ciudadanos se volvieron más y más frecuentes.

Esto no es bueno. No importa cuánto daño esté causando Motoyasu, seguro que yo cargaré con la culpa de todo ello.

―¡Motoyasu! ¡Cálmate!

Era el momento.

¿Debería cambiar al Escudo de la Ira, como hice con el dragón zombi, y contrarrestar su ataque? No. Eso quemaría todo a nuestro alrededor. Y aparte así fue como Raphtalia resultó herida. No debería usarlo cuando haya gente cerca. Aun así, no es como si simplemente pudiese huir.

―¡Oye! ¡Parad vosotras también!

Grité al pequeño grupo de la Zorra y sus amigas.

Necesitaban saber que estaban molestando a un héroe, pero ellas sólo me miraron y se rieron. Estaba teniendo un mal presentimiento sobre esto. Ella nunca perdía una oportunidad de hacérmelo pasar mal; haría cualquier cosa.

―¡Calmaos todos, por favor! Esto es un duelo entre el Héroe de la Lanza y el Héroe del Escudo. ¡Es un duelo legítimo, reconocido por la Corona, a la que yo represento hoy aquí!

La Zorra, cuyo nombre era Myne, se creía alguien con más poder del que tenía realmente, y por eso se sentía autorizada a emitir órdenes en nombre de la Corona. Mostró un certificado que supuestamente le permitía hablar por la familia real.

―¡Dame un descanso!

La primera persona en mostrar su descontento fue el dueño de una tienda detrás de mí. Pronto, otros en la calle se unieron a sus gritos de protesta. No encontraba nada en ello que fuera sorprendente lo más mínimo. Cualquiera que hubiese estado presente habría visto a Motoyasu empezar la pelea por su cuenta, y ahora ella lo llamaba un “duelo”. ¡DAME un descanso!

―¿Habláis en contra de las órdenes de la Corona? ¡Sinvergüenzas!

¿Sinvergüenzas? ¡Mira quién fue a hablar, Zorra!

Tan sólo con echar una mirada a la multitud reuniéndose en torno a nosotros dejaba claro que había partidarios de la Zorra mezclados entre los transeúntes que querían que el duelo se detuviera. La confusión estaba creciendo, y toda la escena parecía preparada para colapsar en un disturbio.

―Maldición…

Esto no se veía bien. La peor parte era que acababa de escapar de mis perseguidores. Probablemente aún estaban por la zona, y si empezaba un duelo era seguro que me encontrarían.

―¡Segunda Jabalina!

Motoyasu produjo dos lanzas brillantes y las lanzó volando en mi dirección. Detuve una con mi escudo, protegiendo una tienda detrás de mí en el proceso, pero la segunda me rozó el brazo y dejó un arañazo.

―¡Primeros Auxilios!

Podía curarme a mí mismo con magia, pero no podía esperar ganar un duelo tan sólo defendiéndome.

¿Qué debería hacer? Sin Raphtalia o Filo no tengo ninguna oportunidad de ganar. Y Motoyasu SABE que yo no puedo atacar. Está haciendo esto a propósito para humillarme.

¿Sólo empezaba duelos que sabía que ganaría? Imbécil. Si iba a ser una pelea injusta desde el principio, no tenía otra opción más que correr. A diferencia de la última vez, no tenían a Raphtalia como rehén, por lo que yo no ganaría nada forzándome a pelear con él. O eso creía…

―¡Por favor detenga esto! ¡Héroe de la Lanza!

Los soldados de los que había estado huyendo aparecieron de la multitud y se pusieron entre Motoyasu y yo.

―Esta área es muy transitada por nuestros ciudadanos. No podemos permitir que se batan en duelo aquí.

―Sí podemos.

La Zorra contestó inmediatamente a los soldados. Mostró el certificado y continuó.

―Vuestra asistencia no es necesaria aquí. Éste es un duelo entre HÉROES, y la interferencia de un mero soldado no será tolerada.

Esa Zorra… Está podrida hasta la médula.

―Uh…

Los ojos del soldado dieron vueltas con confusión. Incluso si se estaba ocultando, ella ERA la princesa después de todo. ¿De verdad no se preocupaban por protegerme a mí?

―Aun así, el país y su gente… Soy un soldado y mi trabajo es protegerlos. ¡Si los asuntos personales de alguien, incluso si son de los Héroes, amenazan a la gente de nuestro país, debo ponerles fin!

¿Qué fue eso? Se sintió como si soplase un viento frío. Las cosas podrían ser diferentes esta vez.

―¡Y por eso, ya que el Héroe del Escudo es incapaz de luchar, yo tomaré su lugar! ¡Yo seré su espada!

―¿Q…?

―¿Eh?

Tanto Motoyasu como yo nos quedamos sin palabras.

¿Un simple soldado quiere reemplazarme como mi espada? ¿Y va a retar a Motoyasu?

―Yo también…

Un chico que parecía algún tipo de mago apareció también desde la multitud, se acercó a mí por detrás y apuntó con su varita. También parecía ser un soldado.

―Idiotas. ¿Vais a desafiarme? ¿Entendéis mi posición?

Lo que la Zorra quería decir en realidad era que incluso si sobrevivían al duelo, ella se aseguraría de que se encargasen de ellos más tarde.

―Su posición es irrelevante. Simplemente estamos cumpliendo nuestras órdenes.

La cara de la Zorra se puso roja ante la respuesta.

―¡Insolentes! ¡¿Creéis que podéis ignorar la voluntad de la Corona?!

―No permitiré que las disputas personales de los Héroes se resuelvan aquí.

Una débil voz vino desde la multitud, seguida por su dueño. Todo el mundo reaccionó como si finalmente alguien con la autoridad apropiada hubiese llegado. Nunca había visto a la gente actuar así desde que llegué a este mundo, así que yo también me quedé sorprendido.

Todas las figuras autoritarias que había conocido desde que llegué aquí eran unos sinvergüenzas. En vez de detener un duelo, eran más propensos a instigarlo y disfrutarlo, como Myne, que era la segunda al mando. ¿Quién se atrevería a hablar en contra de ella? Me giré para ver.

Parecía una simple niña. Espera, no… ¡Era Mel!

Venía escoltada a ambos lados por Raphtalia y Filo, las cuales se veían intranquilas. Estaban caminando en mi dirección.

―¡¿Qué estáis haciendo aquí?!

―Ha pasado mucho tiempo, Aneue. (Nova: Es una forma respetuosa de decir hermana mayor)

¡¿ANEUE?!

Mel metió la mano en su bolsa y sacó un certificado.

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Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 3 Capítulo 3 Novela Ligera

 

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―Eso es…

Todos se quedaron sin palabras cuando vieron el papel, y agacharon la cabeza.

¿Qué es eso? ¿Quién tiene más autoridad que esa Zorra?

―Héroe de la Lanza, por favor intente comprenderlo. Apreciaría si pudiese dejar atrás su rivalidad por hoy.

―¡Pero! ¡Pero!

―¡Por favor, mire a su alrededor! ¿Luchará en una plaza llena de gente? ¿Son ésas las acciones de un Héroe?

―Ugh…

Motoyasu suspiró y se calmó lentamente. Pareció entender la situación.

―¡Naofumi-sama!

Raphtalia vino corriendo a mi lado.

―¿Estás bien?

―Sí. Pero, ¿qué pasa con Mel? ¿Es la hermana de esa cosa?

―Santo-sama… Siento no haber sido del todo sincera con usted. Permítame volver a presentarme. Mi nombre es Melty. Gracias por traerme de vuelta a la Ciudad del Castillo. Fue un viaje muy agradable el que tuvimos juntos.

Mel hizo una reverencia.

―Héroe del Escudo, ¿qué ha pasado aquí?

―No lo sé. Motoyasu me retó a un duelo una vez más, quería robarme a los miembros de mi grupo.

―¿OTRA VEZ?

Raphtalia frunció el ceño con incredulidad y le lanzó una mirada molesta a Motoyasu. Él la ignoró y miró a Filo.

―¿Cuál es tu nombre, señorita?

―Um… ¡Filo!

―¡No le digas la verdad!

Tuve que intervenir para salvarla.

―Este tipo te está haciendo arrastrar carros pesados por ahí, ¿verdad? Permíteme salvarte.

―Bueno, eso es cierto. Ella está tirando de un pesado carro por mí casi todos los días.

No podía mentir sobre eso. Quiero decir, ése era el tipo de monstruo que era ella. Si no la dejaba arrastrarlo se ponía histérica. Lloraba como un bebé.

―¡Bastardo! ¿Tratas a esta pobre niña pequeña como si fuese uno de tus pájaros gordos?

Sin duda eres un bocazas. Lo que yo haga con Filo es asunto mío.

―¡Deja ir a Filo!

―¡Cállate ya!

¿Por qué me daba la impresión que todos en la ciudad estaban tratando de tranquilizarle? Pero se enfadó otra vez; apuntó su lanza hacia mí.


―Creo que acabo de decir que no pueden batirse en duelo aquí.

Mel tuvo que ordenarle una vez más que se detuviese, pero la ignoró completamente. ¿De verdad iba simplemente a ignorarla? Él era del tipo de persona que perdía por completo la cabeza cuando había una mujer alrededor.

―¡Señoritas, deben escapar! ¡Se lo estoy diciendo, este tipo es muy peligroso!

Motoyasu se giró hacia Filo y muy arduamente intentó verse como el chico bueno.

¿No sabe que está luchando tan duramente para salvar al “pájaro gordo” del que estaba gritando querer matar hace sólo un rato? O espera… No he tenido en cuenta que ella está en forma humana justo ahora. Se ve igual que una linda niña pequeña normal. Menudo error ha cometido Motoyasu.

―¿Eh? ¿Por qué? ¡Maestro no es peligroso!

―¿MAESTRO? ¡Bastardo! ¡Jabalina de Ataque Aéreo!

Motoyasu ignoró la orden de Mel y realizó una habilidad. Yo la bloqueé inmediatamente.

―¡¿Qué le estás haciendo a Maestro?!

―¡Está bien, Filo! ¡Voy a salvarte!

¿Por qué no escucha? ¡No tenemos permitido luchar aquí!

―Supongo que no hay remedio…

Mel cerró los ojos y levantó las manos.

―Filo, tengo una petición para ti. Por favor, detén al Héroe de la Lanza.

―¡Vale! ¡Protegeré a Maestro!

Filo se puso delante de Motoyasu.

―Filo, por favor, muévete. No puedo encargarme de él contigo ahí.

Pero Filo no se movió. Permaneció donde estaba y abrió los brazos.

―Filo, te ha llamado pájaro gordo.

―¡Naofumi! ¡Bastardo! ¿Cómo puedes decirle eso a una niña pequeña?

―Yo no lo hice, fuiste tú. Acabas de decirlo hace unos cinco minutos. Dijiste que querías matarla.

―Sí, y la última vez que me encontré contigo, te reíste de mí. ¡Te odio, tío de la lanza!

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―¿Reír? ¿Cuándo me he reído de ti?

Acompañada de una nube de humo, Filo volvió a su forma de pájaro. Sí, la forma de reina filolial.

―¿Eh? ¿Qué?

Motoyasu se vio conmocionado ante la transformación de Filo. Se estaba inclinando un poco, como para proteger su entrepierna.

―¡Aaaaaaaah!

Vi cómo ocurrió. Su cara se congeló por la conmoción y su cuerpo cayó en picado, volando diez metros por el aire. El protector que llevaba estalló en polvo y llovió sobre nuestras cabezas.

―¡Ugh!

―¡Filo gana!

Filo levantó una de sus alas en el aire e hizo una pose de victoria para la multitud.

¿Habrá sido eso suficiente para contenerle? Nah, probablemente esté bien. Llevaba un protector.

Raphtalia estaba pálida y murmurando para ella misma, pero yo tenía la certeza de que se encontraba bien. Por alguna razón, su grupo tampoco corrió a ayudarle.
Supongo que no había mucho que alguien pudiese hacer en una situación así.

La multitud estalló en aplausos. Quedó claro de inmediato de quién tenían la esperanza que ganaría. Mi mal humor ya estaba mejor.

―Por favor, llevad al Héroe de la Lanza a que reciba atención médica.

Los soldados que le habían desafiado ahora le cogieron y se lo llevaron.

―¿Qué es esto, Aneue? Tengo que decir que parece que te has comportado realmente mal aquí. ¿Puedo preguntar cuál es el problema? Es posible que tenga que informar a Madre de esto.

―Yo… simplemente estoy haciendo lo que debo para apoyar a los Héroes, como se solicitó.

―Ciertamente no lo parecía.

―No puedes juzgarme por este único evento aislado, Melty.

―¿No puedo? Tu conducta cruel destaca en los informes.

―¿Te vas a rebelar contra mí? ¿Tu superior? ¿Tu hermana mayor?

―Podría preguntarte lo mismo, Aneue.

―Pfft…

La Zorra nos lanzó una mirada de odio a todos.

¿Qué tipo de relación tenían? Desde mi posición ciertamente se veía como si Melty tuviese más autoridad que la Zorra.

La Zorra se dio cuenta de que Motoyasu y los miembros de su grupo se habían escabullido, por lo que rápidamente les siguió. Una buena excusa como otra cualquiera para huir.

―¡Maestro! ¿Lo he hecho bien?

Filo vino corriendo hacia mí, esperando algún tipo de alabanza. No hubo forma de evitarlo. Estiré el brazo y le acaricié la cabeza.

―Ahí, ahí. Ya es la segunda buena patada que le has dado a Motoyasu. Buen trabajo. Éste ha sido uno de los mejores momentos de mi vida.

―¡Sí! ¡Le pateo cada vez que le veo!

―¡Claro que sí! ¡Eres estupenda!

―Eh, jeh, jeh…

―¡¿Por qué la estás felicitando?!

Raphtalia estaba enfadada, pero yo no me echaría atrás en esto; Filo realmente HABÍA hecho un buen trabajo después de todo.

―Lo juro… Estos Héroes…

Melty se llevó una mano a la frente y suspiró.

―Desearía que dejasen de causar escándalos, por lo menos en medio de la Ciudad del Castillo.

―Oh, yo… supongo que debería darte las gracias…

―Claro, pero no aquí. Busquemos un lugar más tranquilo para charlar.

Miré alrededor buscando un buen sitio, y obviamente la multitud nos estaba mirando con atención.

Eso tiene sentido. No deberíamos hablar donde cualquiera pueda oírnos.

―Bien.


―Héroe del Escudo…

El soldado que se había interpuesto para cubrirme estaba ahora lanzándome una mirada suplicante.

―Sí, sí… Vosotros venís también, ¿verdad? Ni que yo no supiera lo que tramáis…

―Nunca pretendimos capturarle, Héroe del Escudo. Espero que pueda creerme.

Considerando la forma en que me habían perseguido y su obediencia a las órdenes, en realidad no estaba seguro de si podía confiar en ellos. Pero supongo que no haría ningún daño escucharles…

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