Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 3

Capítulo 15: El Demonio del Escudo

 

 

―Naofumi-sama, ¿no crees que deberías haber hablado con ella?

―Eso es fácil de decir, pero piénsalo bien. ¡Es la hija de la Basura y la hermana de la Zorra! No puedo imaginármela como una persona razonable.





―Eso es cierto. Pero ella nos ayudó una vez. Y antes de eso fue nuestra compañera de viaje durante un tiempo.

Umm… Raphtalia tiene razón. Ella nos ayudó cuando Motoyasu perdió el control en la ciudad. Pero, aun así, probablemente fue una estrategia para robarnos a Filo. Si la hubiésemos dejado seguir hablando, seguramente nos la habría confiscado. Filo ya estaba muy encariñada con ella.

―Está bien. Si nos persigue, escucharé lo que tenga que decir.

―Ésa es una buena idea. Es amiga de Filo, después de todo.

―¡Mel es buena!

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―Finge ser buena. De todas formas, centraos en nuestra tarea actual.

―Vamos a vender cosas por el camino, ¿verdad?

―Sí. Quiero decir, tenemos que pagar el viaje y todo nuestro equipamiento, sin mencionar el apetito de Filo.

Filo nos ayudaría a llegar, pero tendríamos que mantener su estómago lleno si queríamos conservar el ritmo, y eso nos costaría mucho dinero. Le dejaría comerse los monstruos que nos encontrásemos, y aun así eso no sería suficiente para cubrir toda su dieta. No sabía dónde se iba todo el dinero, pero sí que teníamos que ahorrar algo mientras tuviésemos la oportunidad. Solo podríamos establecer la tienda en las aldeas y ciudades en las que nos alojásemos.

―¿Eh?

En una de las esquinas traseras del carruaje se encontraba una gran bolsa que nunca había visto. Preguntándome qué era, la abrí y encontré una carta mezclada entre el montón de artículos.

 

Querido Chico,

Me daba demasiada vergüenza darte esto directamente. Decidí haceros algunas herramientas que pensé que podrían seros útiles. Usadlas como queráis.

 

¡El viejo de la tienda de armas! Es demasiado amable y considerado.

Estiré el brazo hacia el objeto que estaba más arriba. Una espada larga. Era igual que la espada que Raphtalia había estado usando, la que se rompió. El viejo debió habernos examinado detenidamente y se daría cuenta de que le faltaba; era muy observador. Me encontraba sinceramente conmovido. Incluso pensé que me pondría a llorar.

―Raphtalia.

―¿Qué?

―El viejo te ha hecho un regalo.

―Pero si esto vale una pequeña fortuna. No sé qué decir.

Raphtalia aceptó la espada, con los ojos llenándose de lágrimas. Ese tipo realmente parecía preocuparse por nosotros.

―¿Qué más hay?

La bolsa estaba llena de cosas, y todas ellas llevaban etiquetas con nuestros nombres. La carta también incluía descripciones cortas sobre los artículos. Por la letra, debió haberse apresurado a escribirlo todo.

Así que el primero era para mí. Era un artículo para la joya de mi escudo. Iba colocada sobre la joya, y era como una cubierta de algún tipo. Según su nota, me ayudaría a buscar información sobre el escudo.

Bueno, el escudo era la única razón por la que no podía pelear por mi cuenta en este mundo. Cualquier cosa que lo hiciese más fácil entender sería bien recibida, en mi opinión. Encajó sin problemas sobre la joya.

El siguiente era para Raphtalia. Era otra espada corta. ¿Pero por qué? Se la di a ella.

―Dice que ésta también es para ti.

―¿Otra espada?

La deslizó rápidamente fuera de su vaina. Se oyó un ligero ruido, y resultó que no había ninguna hoja en la empuñadura.

¿Para qué será?

―¿Es utilería de teatro o algo?

―No… No lo sé.

La nota indicaba que era un experimento suyo: una espada mágica. Decía que funcionaría contra monstruos sombríos sin cuerpo físico. Escribió la nota como si supiéramos lo que significaba eso. En condiciones normales nos lo habría explicado, pero debió de estar avergonzado porque se le olvidó escribir cómo usarla. ¿Dónde estaba la hoja? ¿Quería decir que solo los monstruos sombríos eran capaces de verla?

―Debe de haber alguna razón para que falte la hoja. Intentaré investigarlo más tarde.

―Sí, no creo que nos haya dado algo que no podamos usar.

De acuerdo. Raphtalia se encargará de toda la investigación sobre la espada mágica.

―Siguiente…

Creía que sería para Filo, pero era para mí.

―¿Es un guante?

Se veía como un guante con una joya adherida a él. Tenía un aspecto bastante interesante.

Veamos. Sí, hay una nota que lo explica.

Leerlo hizo que me pusiera tenso. Se suponía que serviría de ayuda si alguna vez nos encontrábamos en una situación en la que Filo no pudiera tirar del carruaje. Al parecer, si me ponía el guante, yo también sería capaz de arrastrarlo. El efecto estaba de algún modo relacionado con mi nivel de poder mágico actual, así que supuse que era algún tipo de guante de poder. Aunque a mí no me apetecía arrastrar un carruaje grande y pesado. Si quería ser amable, estaba yendo por el camino equivocado.

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―Filo. Éste es para ti.

Pensé que era mejor dejarle las cosas de empujar y tirar a Filo. Después de todo, era a ella a quien le gustaba.

―¡Mis alas no entran en esto!

Supongo que no sirve cuando está en su forma de reina filolial. Bueno, eso tiene sentido.

―Puedes usarlos cuando estés en forma humana. Úsalos para jugar o algo.

Incluso en el peor de los casos, podría usarlos para elaborar un artefacto.

―¡Valeee!

En serio, estaba rodeado de idiotas por todas partes, pero el simple hecho de saber que había personas como el dueño de la tienda de armas, bueno, me hacía querer seguir adelante.

Había una alta probabilidad de que nos encontrásemos con Glass durante la próxima ola. Tendríamos que volvernos lo suficiente fuertes para enfrentarla antes de que ocurriese, lo cual significaba que probablemente necesitaríamos que el viejo nos hiciese algunas armas antes de la ola. Sentí que mis esfuerzos no serían en vano, como si tuviese que volverme más fuerte, también por él.

―¡Vamos!

―Sí.

―¡Sííí! ¡Allá vamooooooos!

Estábamos de vuelta en el camino.

***

 

 

Pronto, en la mañana siguiente, tras un ligero desayuno, dejamos la posada. Era ese tipo de aldea.

―¡Esperaaaaaaaaa! ¡Por favor, habla con mi padre!

Suspiré y me puse las manos sobre la frente. Supuse que nos perseguirían, pero no pensé que fuesen a alcanzarnos tan rápidamente. Si eran capaces de seguirle el ritmo a Filo, debían haber estado moviéndose muy rápido.

Y pensar que conduje a Filo intencionalmente en la dirección errónea para despistarles…

―¡Por fin os hemos alcanzado!

―Ah, Mel.

Filo se había detenido, por lo que me bajé del carruaje y me acerqué a la pequeña mocosa.

―¡Discúlpate y habla conmigo!

Había sido tan educada al principio… Ahora supongo que cree tener derecho a darnos órdenes. Y así el monstruo se muestra tal y como es en realidad. Sabía que iba detrás de Filo.

―Lo siento. Aquí estoy.

―¡No te disculpes conmigo, hazlo con mi padre!

Ugh, cállate ya.

No podía soportar hablar con la pequeña mocosa.

―Si no lo haces, mi madre le hará pagar.

―¿De qué estás hablando?

Consideré saltar dentro del carro y huir. Pero Raphtalia ya me había regañado por esa clase de comportamiento, así que supuse que tendría que escucharla, sólo por esta vez. Para ser justo, en realidad esta chica no nos había hecho nada malo. En cuanto a robarnos a Filo, ésa no era más que mi suposición. Siempre había sido amable con nosotros. Y sin embargo aquí estaba, suplicándome que hablara con la Basura. No se me ocurría nada que tuviese menos ganas de hacer.

¿Qué querrá decir con que su madre le hará pagar? ¿La Basura está esperando unos azotes?

―¿Qué quieres que haga?

―¡Eso es lo que he estado intentando decirte! He tratado de crear un espacio para que el Héroe del Escudo y el Rey hagan las paces.

El grupo de caballeros que escoltaba a la chica ignoró nuestra conversación y desenvainó sus espadas.

¿Qué es eso?

Uno de los caballeros en la parte trasera estaba apuntándonos con una bola de cristal.

¿Eh? ¿Qué se supone que es eso?

Entonces me di cuenta. Ninguno de ellos me estaba mirando a mí. De repente tuve un presentimiento realmente malo. Un escalofrío recorrió mi espalda. Era una sensación parecida a la que sentí cuando comprendí que la Zorra me hubo traicionado. Tensión mezclada con un montón de temor. Era un sentimiento que había estado tratando de olvidar durante los últimos meses. Esa sensación de traición; el aire estaba lleno de ella.

Sin pararme a pensar, corrí rápidamente hacia los caballeros. La razón de mi creciente temor se volvió inmediatamente visible. Los caballeros giraron sus espadas hacia la joven princesa.

―¡Aaaaaaah!

―¡Escudo de Ataque Aéreo!

La pequeña mocosa dejó salir un grito estridente. El Escudo de Ataque Aéreo apareció delante ella justo a tiempo.

―¿Qué estáis haciendo?

En un instante me coloqué delante de la mocosa, mirando fijamente a los caballeros.

―¡Tú, Escudo! ¡¿Vas a usar a la princesa como rehén?!

―¿Eh?

¡Eran ellos los que se estaban moviendo para atacar! ¿De qué estaban hablando? Parecía que la joven princesa lo entendía perfectamente, su rostro se puso pálido.

―¡El Escudo es nuestro enemigo! ¡Lo sabíamos desde el principio!

Los caballeros gritaron y vinieron corriendo para atacarme. Preparé mi escudo para proteger a la joven princesa. Pronto, el aire se llenó con el sonido metálico de las espadas chocando contra el escudo.

―Ugh…

Los caballeros en la retaguardia estaban ocupados lanzando un hechizo. Empezó a llover fuego. No había tiempo. Lancé mi capa sobre la princesa y esperamos a que el fuego se apagase.

―Tú… ¡Demonio del Escudo!

―¡Filo! ¡Raphtalia!

―Entendido.

―¡Valeee!

Supieron lo que quería decir, y ambas comenzaron a atacar al enemigo en un instante. Los caballeros sabían que se acercaba un contraataque. Saltaron sobre sus caballos y huyeron.

―Estúpidos.

Filo era mucho más rápida que cualquier caballo. En menos de un segundo, tiró de su montura a uno de los caballeros.

―¡AAAAAAAAAH!

―¡No! ¡Un demonio!

Ya nos habíamos encargado de uno de ellos, pero mientras perseguíamos a otro, y después a otro, los demás caballeros fueron capaces de escapar.

―¿De qué demonios iba eso?

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¿No estaban aquí para proteger a la joven princesa? ¿Cómo llegaríamos al fondo de esto? Atamos a uno de los caballeros con una cuerda y le interrogamos.

―Muy bien, idiota. ¿Por qué habéis intentado todos matar a la princesa delante de mí? Será mejor que hables.

―Nunca hablaré con un demonio.

¡Ja! ¿Así que ahora soy un demonio?

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien fue tan grosero conmigo en la cara. Mucha gente decía que el Héroe del Escudo era un demonio sin saber que yo era esa persona. No sabía qué querían decir, pero nunca tuve la oportunidad de preguntarlo. Y entonces, aquí estaba este tipo, diciendo que nunca hablaría con un demonio.

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―Entiendes la posición en que te encuentras, ¿cierto?

Llamé a Filo.

―¿Hora de comer?

El caballero empalideció. Pero recuperó sus sentidos y habló.

―Incluso si muero, seré un mártir para una causa sagrada. Dios me guiará.

Así que era religioso. Las amenazas probablemente no funcionarían contra este tipo de fanático.

―Hey, princesa, ¿tienes alguna idea?

La princesa estaba temblando de miedo. Negó con la cabeza.

―Eh, ¿no vas a decirlo? ¿A qué religión perteneces? A algún culto estúpido, estoy seguro.

―¡La Iglesia de los Tres Héroes! ¡Demonio! ¡¿Vas a blasfemar contra nuestro Dios?!

Por supuesto. Los fanáticos no pueden soportar que empiecen a burlarse de sus creencias. Podría usar eso para sacarle información.

―Aquí ésa es la religión principal.

Me susurró Raphtalia.

―¿La conoces?

―Bueno, la mayoría de la gente de este país forma parte de una iglesia. Mi aldea tenía una religión diferente, así que yo no pertenezco a ella. Naofumi-sama, ¿quieres decir que nunca has oído hablar de esto?

―Nunca.

―Creía que lo sabías.

―¿Por qué no me dijo nada sobre ello el dueño de la tienda de armas?

―Probablemente sólo intentaba proteger tus sentimientos.

Tal vez pensó que haría algo imprudente si descubría la verdadera razón por la que todo el mundo me había estado tratando tan mal. En realidad, hubo un tiempo en que habría hecho casi cualquier cosa. La última vez que le vi yo también apresuré la conversación, por lo que no sé si él realmente había estado tratando de decírmelo. Tenía que empezar a esforzarme por escuchar más a la gente.

―Está bien. Revisad sus pertenencias a ver si podéis encontrar algo relacionado con la religión.

―Oh, vale.

Raphtalia rebuscó entre sus cosas y volvió con un rosario. Por lo que pude ver, tan sólo era un objeto normal, hecho de materiales corrientes y sin ninguna propiedad especial.

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―Ponlo en el suelo.

―…

Qué símbolo tan extraño. Había tres armas cruzadas en un único diseño. Espada, Lanza, y Arco. Era una rara selección de armas violentas. Eso me recordó que la catedral que habíamos visitado para comprar el agua sagrada tenía colgado el mismo símbolo. Al entrar en la iglesia no dije nada al respecto, así que Raphtalia asumió que ya sabía sobre la religión.

―De acuerdo, si no empiezas a hablar, voy a pisotear esta cosa.

―¡No! ¡Nooooo!

Las venas de la cabeza del tipo se hincharon mientras gritaba.

Sí que es fácil de enfadar. ¿Acaso este pequeño collar de cuentas es realmente tan importante?

En mi mundo había grupos religiosos que eran suficientemente fanáticos para ir a la guerra. Estos tipos debían de ser así también.

―Bueno, bueno.

Bajé el pie lentamente hasta que casi tocó el rosario, y entonces lo levanté de nuevo. Después fingí volver a pisarlo, levantando el pie en el último momento. Lo hice una y otra vez.

―¡Demonio! ¡Nuestro Dios nunca perdonará tu comportamiento!

―¿Qué me importa a mí lo que haga vuestro Dios? Ahora dime por qué habéis intentado matar a la princesa. ¿Qué? ¿Son tus creencias tan frágiles?

―Ugh…

―¿Vas a dejar que yo, un DEMONIO, pise tu pequeño y preciado rosario? Tu Dios debe de ser muy comprensivo.

Era lo contrario del fumie [3] japonés. Si realmente creía que yo era un demonio, no tendría más opción que detenerme.

―Si me dices la verdad, no lo pisaré.

―¡No me dejaré manipular por ti!

―Qué mal.

Pisé el rosario con todo mi peso, rompiéndolo contra el suelo.

―¡Nooooooooooo!

Umm, ¿qué va a hacer ahora? Probablemente debería aclarar el primer malentendido.

―Eh, princesa. ¿Quiénes son estos tipos? ¿Son caballeros?

―Yo… Um…

Todavía estaba visiblemente alterada por el intento de asesinato. Su rostro estaba pálido, y además temblaba.

―¡Mel! ¡Maestro y yo estamos aquí, así que no pasa nada!

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―Filo.

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Mel recuperó los sentidos y se giró hacia mí, murmurando.

―Um… Estos hombres son caballeros de mi padre.

―La Basura… ¿Quieres decir que tiene tantas ganas de matarme que incluso sacrificaría a su propia hija para conseguirlo?

Increíble. ¿Realmente me odia tanto?

―Yo… Um… Yo no creo eso.

―¿Por qué no?

―No creo que mi padre sepa nada de esto. Cuando él se entretiene con juegos de estrategia, es súper inteligente; ni siquiera mi madre puede derrotarle. Si éste hubiese sido su plan, habría funcionado a la perfección. Además este plan, sinceramente, mi madre no lo aprobaría.

―Creo que estás yendo hacia atrás.

Desde mi posición, todo esto se veía muy mal. Supongo que tampoco podíamos esperar mucho de la madre.

―Parece algo en lo que más bien pensaría mi hermana. Es como dijo Madre: tendremos que echarle un ojo encima siempre.

Umm… Puede que esté leyendo demasiado entre líneas, pero suena a que hay bastante hostilidad entre estas hermanas.

―¿Entonces crees que ha sido tu hermana?

La Zorra era una heredera al trono, por lo que había motivos para que ella intentara deshacerse de su hermana, la más joven y que al parecer era la primera en la línea sucesoria. La Zorra lo sabía, y un plan como éste ciertamente sería típico de ella.

―Puede que busque conseguir el trono, pero tendría que deshacerse de mí para obtenerlo.

―No lo dudaría de ella.

―Mi hermana, desde una temprana edad, ha amado traer la ruina a las personas. Mi madre dijo que ella haría cualquier cosa para conseguir lo que quiere.

Sonaba como si, por lo menos, tuviese claro lo esencial.

―Pero Padre no lo entiende. Sigue diciendo que es responsable y buena.

Así que la Basura confiaba en ella. La joven princesa no se tomaba en serio sus palabras.

―Tal vez el rey no quiere que tú lo heredes todo.

―No es eso.

―¿Por qué no?

―Porque Madre está a cargo de elegir un sucesor. Y ella no confía en mi hermana.

―Madre… Tu madre… ¿es esa mujer con el pelo morado? ¿La que caminaba contigo y decía “mi señor”?

―Ésa es un doble; finge ser ella en público.

―¿Una doble? Entonces supongo que se parece a ella.

No podía olvidar su cabello púrpura.

―Sí. Bueno, su doble tiene el mismo aspecto que ella, pero habla un poco raro.

―Uuh.

―Debido a que es la reina, es mucho más poderosa que el rey.

Ya estaba otra vez, murmurando cosas que yo no conocía como si fueran pequeñeces.

―¿Qué ha dicho?

―Que su madre en más poderosa que su padre.

―¿Eh?

―Naofumi-sama, Melromarc es un país matriarcal. Yo lo descubrí hace poco.

Intervino Raphtalia, añadiendo más información como si fuese lo más obvio del mundo.

¿Qué significa esto? ¡Eso quiere decir que la Basura se casó con alguien de la familia real!

―¿De qué te ríes, Naofumi-sama?

―¿Cómo podría no reírme? ¡Esa Basura ha entrado en la familia real por matrimonio! ¡Ajaja!

―Maestro, pareces estar divirtiéndote.

―¡No hables mal de mi padre!

―¿Por qué no? Te ha dejado abandonada.

―¡No es verdad! ¡Guaaaaah!

Oh-oh, la joven princesa rompió a llorar y empezó a golpearme con sus pequeños puños. ¡Ja! Estuvo actuando como una adulta todo este tiempo, pero ahora había bajado la guardia. No era más que una niña pequeña. Quiero decir, cuando nos la encontramos por primera vez ya sabía que era una niña. Pero ahora realmente se estaba comportando como alguien de su edad.

No obstante, estaba hablando de distinta forma que cuando la conocimos. Si era una princesa, tendría que comportarse con honor cuando estuviese en público. En resumen, ahora sabíamos cuál era el VERDADERO carácter de esta joven princesa, el de una niña pequeña quejica y llorica.

―No está bien reírse de una niña llorando.

―¡Básicamente tiene la misma edad que tú!

¿Había olvidado Raphtalia que ella se comportaba de la misma forma hacía sólo dos meses? Eso explicaba su relación con Filo; era su oportunidad de ser la hermana mayor. También explicaba por qué le estaba dando más beneficio de la duda a la Basura del que le correspondía. Sería fácil enviar a un montón de fanáticos religiosos a que me mataran, puesto que ellos ya tenían un motivo, y él podría negar fácilmente su participación. Incluso si no estaba involucrado, la explicación de la Zorra tratando de asegurarse el trono para ella misma era totalmente lógica.

―Naofumi-sama…

―¡Lo sé!

Raphtalia estaba empezando a enfadarse, así que decidí actuar con más seriedad.

―¿Hay algún modo de que limpiemos nuestros nombres y que además protejamos la vida de la joven princesa?

Sinceramente, no entendía por qué tenía que proteger a la estirpe de la Basura y/o la hermana de su hija la Zorra. No me gustaba el hecho de que compartiesen la misma sangre. Pero sencillamente no podía abandonarla aquí, y tampoco la mataría. Aun así, pude sentir empatía con su sufrimiento. Traicionada por su propia familia y condenada a morir en un abismo de desesperación. Sabía cómo se sentía eso. Um… Debía de haber alguna forma…

―La reina… ¿Sabes dónde está tu madre?

Ésa fue mi primera idea. Si la reina no sabía lo que la Basura estaba tramando, podríamos encontrarla y explicarle la situación. Ella tenía más poder que él, por lo que si podíamos ponerla de nuestra parte, resolveríamos el problema.

Si tomábamos ese camino, la joven princesa sería una importante moneda de cambio, es decir, que si pudiésemos mantenerla con vida, sería de utilidad para nosotros. Parecía lo bastante inteligente como para tener una conversación aceptable. El único problema sería que la reina fuese tan estúpida como el rey. Si así fuera, no creería nada de lo que yo dijera.

―No sé dónde está. Pero, pero Madre dijo que quería que me hiciese amiga del Héroe del Escudo.

―¿Y sabes si ella no está involucrada en esto?

Ésa era una posibilidad que no podíamos descartar. Darle a su hija más joven el derecho de sucesión podría haber sido parte de su plan para encontrarme y asesinarme.

―Uh…

―¡No llores, Mel! ¡Voy a ayudarte! ¡Te lo prometo!

La princesa había empezado a llorar otra vez, así que Filo la consoló.

―¡Eh, no le prometas nada que no podamos cumplir!

―Pero Maestro… yo… ¡quiero ayudarla!

―No.

―¡Pero quiero ayudar! ¡Quiero ayudar!

―¡Ugh! ¡Cállate ya!

Maldición. Tenía un mal presentimiento sobre esto. ¿Qué estaba pasando? Seguimos así unas cuantas veces hasta que noté que los caballeros se estaban riendo.

―Parece que el demonio finalmente ha comprendido cuál es su lugar.

―Cállate. Ahora mismo no tengo tiempo para tratar con unos perdedores como vosotros.

―No es cierto. Esto significa que hemos cumplido nuestro propósito.

―¿Qué se supone que significa eso?

―La muerte de la princesa garantizaría la opinión pública sobre ti, demonio, pero incluso si no muere, no habrá ningún problema serio. Ya debe haber un alto precio por tu cabeza a estas alturas.

Sí, bueno. Supongo que debería haberme esperado eso.

―¡Puedes asesinar a un miembro de la familia real y huir a otro país, pero no creas que no serás perseguido!

―Espera. No entiendo por qué teníais que matar a la princesa delante de mí.

Si estaban intentando culparme de su muerte, ¿por qué molestarse en hacer todo esto? La Zorra ya me incriminó sólo con señalarme, y todos la creyeron. Pero ¿por qué querían traer a la joven princesa a un lugar perdido en medio de la nada, asesinarla y después culparme por ello? ¿Por qué se habían molestado realmente en alcanzarnos cuando podrían haberla matado en cualquier momento?

Entonces recordé al caballero de la retaguardia con la bola de cristal. La mayoría de los caballeros de la parte trasera se las habían arreglado para escapar. ¿Y si… y si esa bola funcionaba como alguna clase de cámara?

―Demonio del Escudo, tu asesinato de la joven princesa es ahora bien conocido por todo el país. No tienes ningún lugar en el que esconderte, ningún sitio al que huir.

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Estaba empezando a entenderlo. La última vez, habían intentado incriminarme en su propio país, pero llegaron demasiado lejos y no fueron capaces de probarlo. Si hubiese escapado a otro país, no habrían podido pedir mi extradición forzosa. Eso me habría llevado a conseguir un lugar estable en que exiliarme y dado la oportunidad de reclutar simpatizantes.

Pero esta vez era diferente. Ellos tenían una bola de cristal que contenía una escena mía lanzándome hacia la princesa. Esa era la única prueba que necesitaban. Podrían mostrársela fácilmente a los países vecinos, y eso pondría fin a cualquier rebelión interna que pudiesen sufrir.

Guau, sinceramente me quedé bastante impresionado. Así que eso me llevó a pensar en mis principales opciones.

Opción 1: abandonar a la princesa y seguir mi camino. Los caballeros que la Basura envió tras ella la asesinarían, y eso le daría a la Corona el motivo que necesitaba para ir a por mí. La reina pondría una enorme recompensa por mi cabeza. La noticia se esparciría por los países vecinos y siempre habría alguien persiguiéndome. Estaría en grave peligro cuando llegase la próxima ola, siendo arrestado en cuanto me teletransportase a la escena.

Opción 2: llevar a la princesa de vuelta con el Rey Basura y explicarle la situación. Eso salvaría la vida de la princesa, pero entonces tendríamos que tratar con la Basura. Me pregunto si intentaría acusarme de secuestro. Básicamente, eso salvaría a la princesa, pero no podía garantizar que mi inocencia sería aceptada. La reina podría intervenir para indultarme, pero tampoco sabíamos dónde estaba, así que no podíamos ir a reunirnos con ella. Tendríamos que esperar a que ella viniese a nosotros. Claro que no teníamos la obligación de ponernos en ese tipo de situación. Y si la reina era la que había estado moviendo los hilos todo este tiempo, ése sería el final para todos nosotros.

Opción 3: volver a toda prisa al palacio y matar a la Basura. Mi crimen y mis pecados serían indiscutibles y además conocidos por todos, por lo que la Iglesia y los caballeros me cazarían para matarme. Considerando la posibilidad de fallar, el riesgo era probablemente demasiado alto.

 

―¡Da igual lo que hagamos, no puedo probar mi inocencia!

¿Por qué la Basura y su familia tenían que desviarse tanto de su camino para hacerme la vida imposible?

―¡Ajaja! Éste será el final del Demonio del Escudo. Ahora sufrirás por amenazar a nuestra iglesia.

―¡Cállate!

Ordené a Filo que se los comiera, y finalmente aprendieron a cerrar la boca. Podría haberlos matado, pero no importaba ya que algunos de ellos habían escapado. Teniendo su bola de cristal, pronto sería acusado de asesinato. Aun así, la Iglesia de los Tres Héroes…

La Iglesia de los Tres Héroes es una iglesia con tres héroes. Así que eso debía ser lo que significaba el nombre. El símbolo de las tres armas mostraba cuánto valoraban la vida después de la muerte, pero algo no tenía sentido. Se suponía que había cuatro armas legendarias, la espada, la lanza, el arco, y el escudo. No era sólo que los caballeros intentaran incriminarme cada vez que tenían la oportunidad, sino que al parecer la Iglesia también estaba en contra del escudo. Eso debía explicar por qué cuando me encontré por primera vez en este mundo, ninguno de los aventureros reunidos se ofreció voluntario para viajar conmigo.

Si la Corona había reunido a los aventureros, entonces era lógico suponer que habían elegido gente en la que sentían que podían confiar. Pensando en la catedral de la ciudad y en el comportamiento de los caballeros que se encontraban allí, era evidente que la Iglesia poseía mucho poder en Melromarc. Si la Iglesia decía que el escudo era un demonio, era seguro que la gente estaría de acuerdo con ello.

¿Por qué iría alguien, por voluntad propia, a ofrecerse para hacer equipo con un demonio? No importaba si me conocían o si tenían toda la información. Ningún pequeño empujón conseguiría que lo hicieran. Si todo esto era cierto, explicaría las desagradables miradas que recibía en todos los lugares a los que iba.

El fervoroso fanatismo de estos caballeros tenía sentido en ese contexto, ya que estaban bajo el control de la Corona y la Iglesia. Echando la vista atrás, ellos habían estado actuando de forma extraña hacia mí incluso antes de que la Zorra me hubiese culpado de violación. Me ignoraron intencionadamente y me condenaron sin una sola prueba, algo que resultó aun más sencillo con el poder de la Iglesia apoyándolos. La gente no necesitaba evidencias cuando se trataba de mí. Si era culpado de algo malo, aceptarían la acusación porque yo ya era un demonio ante sus ojos.

Cuando fui a ver el Reloj de Arena del Dragón, las hermanas fueron frías, tratándome como a un enemigo desde el principio. Ésas eran todas las pruebas que necesitaba.

Estaba empezando a comprender lo que tramaba la Basura. Si quería mantener su posición, tendría que tratar al Héroe del Escudo de distinto modo a como trataba a los otros héroes. Aproximadamente durante el último mes, los ciudadanos empezaron a pensar que tal vez el Héroe del Escudo no era tan malvado en realidad. Había actuado como el santo del dios pájaro y viajado por todo el país. Había salvado personas. Últimamente, incluso en la Ciudad del Castillo, la gente había sido más amable conmigo que antes. Tenía que ver con las enseñanzas de la Iglesia, sólo podía ser eso. Lo único que tenían que decir era que los tres héroes habían sido amenazados, y eso no sería exactamente una mentira. Es por eso que usaron su as en la manga, la princesa, la siguiente en la línea de sucesión al trono. Todo esto era sólo una suposición, y por supuesto no iba a limpiar mi nombre.

Sin embargo, huir a otro país…

Entonces recordé lo que había dicho el tipo de la tienda de armas. Creo que dijo que los ciudadanos de Siltvelt eran supremacistas demi-humanos. Eso probablemente significaría que no tenían relaciones estrechas con Melromarc. Si llevábamos a la princesa, la heredera de Melromarc, allí para negociar, la reina tendría que dar la cara. Claro que yo era humano, por lo que seguramente no recibiría una cálida bienvenida. Pero Raphtalia estaba con nosotros. Podría ser el escondite perfecto.

Por cierto, Siltvelt estaba al noreste, y Shieldfreeden al sudeste. Pero tendría que cruzar otros dos países para llegar allí. Como me contaron antes, estaban muy lejos. Solo tendría que seguir avanzando y esperar encontrar algo.

―De acuerdo, por ahora iremos a Siltvelt. Puede que haya alguna forma de aclarar todo esto… si conseguimos llegar allí.

―Ése es el país de los demi-humanos, ¿verdad?

Raphtalia asintió.

―Um…

La joven princesa murmuró, sin estar muy segura de qué decir.

―¿Qué pasa?

―Oh… nada.

―Bien. Raphtalia, una vez que lleguemos te dejaré todas las negociaciones a ti.

―¡Entendido!

―Muy bien, princesa, deberías venir con nosotros por tu propio bien. Prometo que te protegeré, así que tranquilízate. Si no quieres morir, ven con nosotros.

―De acuerdo.

La princesa subió lentamente a nuestro carruaje, pero no se veía muy convencida. Yo no tenía ningún problema con los niños buenos que no eran capaces de entender lo que estaba ocurriendo. Es más, podría ser una buena oportunidad para enseñarle sobre su Basura y su Zorra, para enseñarle sobre lo sucio y decadente que era en realidad el mundo. Ella tendría que vivir o morir con nosotros, por lo que si nuestros destinos estaban unidos, sería mejor que aprendiese cosas sobre el mundo. Todavía era una niña. Si pudiese enseñarle la verdad, aunque fuese lentamente, entonces llegaría a ver las cosas de la misma forma que yo.

―¡Sííí! ¡Mel y yo volvemos a estar juntas!

―Sí. Gracias, Filo.

Filo estaba encantada por tener la oportunidad de viajar con su amiga.

―Entonces, ¿qué pretende la Reina? ¿Por qué ha abandonado el país?

―Siempre está viajando para mantener nuestras relaciones diplomáticas en buen estado. Yo solía acompañarla.

―Cierto… Diplomacia, ¿eh? ¿Y qué hay de nosotros?

―Madre dijo que quería que fuese a encontrarme con Padre, y que buscase al Héroe del Escudo y me hiciera su amiga. Ella trabaja muy duro todos los días para evitar que vayamos a la guerra. Dijo que las olas habían enloquecido al mundo, y que yo necesitaba quedarme en casa para proteger Melromarc.

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Por la forma en que Mel la describía, su madre parecía ser mucho más razonable que la Basura. Eso sí, si no estaba detrás de todo en realidad. De todas formas, esta historia estaba basada en las palabras de una niña, una que vino a pelear con nosotros para proteger a la Basura.

Escondimos a los caballeros inconscientes en una arboleda cercana y cambiamos nuestro destino a Siltvelt con cuidado de que no pudiesen seguirnos el rastro.

 

 


[3] Era una figura de Jesús o María sobre la cual las autoridades religiosas del Shogunato Tokugawa de Japón exigían a los sospechosos de ser cristianos pisar con el pie, como signo de desprecio, y así probar que no eran miembros de esa religión proscrita. (N. del T.)

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[spoiler title="Titulo de tu spoiler"]Aqui va tu spoiler[/spoiler]

Nota: Todo el texto que coloques antes o despues del codigo del spoiler sera visible para todos.

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