Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 3

Capítulo 10: La Tercera Ola

 

 

Terminé de hacer los nuevos accesorios de Raphtalia y de Filo justo a tiempo.

―Mirad esto, son los accesorios que pedisteis. Raphtalia, tú vas la primera.

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Había hecho un brazalete de jade para Raphtalia. Se lo di.

―Gracias.

―El efecto de equipo es Incremento de Magia (medio). Tu armadura usa una pequeña cantidad de poder mágico para aumentar tu defensa mágica. Esto debería equilibrarlo. Gracias a vosotras he podido hacer algo bueno.

Hace un tiempo, Raphtalia y Filo nos consiguieron un montón de dinero en aquella aldea con aguas termales por la que pasamos. Gracias a eso, pude comprar buenos materiales que antes habrían estado fuera de mi alcance. Eso fue lo que me permitió fabricar estos accesorios de calidad.

―Lo guardaré con cuidado.

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―¿Estás segura de que era eso lo que querías en realidad? Podría hacer uno un poco más… a la moda.

―¿Qué estás diciendo? ¿Crees que somos lo suficiente fuertes como para centrarnos sólo en la moda?

Vaya, vaya. Si se pone así, entonces no tengo más opción que confiar en ella.

―Vale, Filo, eres la siguiente.

Le di una horquilla de ámbar. Puse énfasis en los detalles cuando lo hice y en lo bien que se vería en ella incluso cuando estuviese en su forma de pájaro. Una vez se quedara sujeta a sus plumas, se dispersaría y parecería un adorno con plumas.

―El efecto de equipo es Incremento de Agilidad (medio).

―¡Gracias, Maestro!

―Es lo mejor que pude hacer con los materiales de los que disponíamos. Podría ser capaz de hacer unos mejores más tarde, pero eso es lo mejor que puedo hacer por ahora.

―No pasa nada. Sólo espero poder aprovecharlo al máximo.

―¡Sí! ¡Yo también me esforzaré!

―Sé que lo haréis. Las dos.

También terminamos la reunión de planificación con los soldados de apoyo, así que supongo que estábamos tan preparados como podíamos. Filo mostró algo de vacilación al principio, sin tener ni idea de qué esperar y sin saber siquiera qué era la ola. Pero la convencí de que lo único que podíamos hacer era afrontar los problemas cuando se presentasen, y ella lo entendió.

Teníamos medicina de sobra. En cuanto al carromato… El nuevo no estaba listo todavía, así que Filo se puso a tirar de un carro de mercancías en su lugar.

Eso estaba bien. A diferencia de los otros héroes, yo estaría empleando la mayor parte de mi tiempo en las aldeas cercanas protegiendo a la gente. No estoy seguro de si mi participación era siquiera necesaria, pero sólo podía imaginar lo que diría la gente sobre mí si me atreviese no participar.

 

00:05

 

Quedaban cinco minutos. Una vez que fuéramos transportados hasta la ola, tendría que averiguar dónde estaba y encontrar alguna forma de decírselo a los soldados.
Cambié mi escudo al Escudo Víbora de Quimera…

00:00

 

¡El momento había llegado! El mundo se llenó de un sonido ensordecedor, como el de cristales rompiéndose. En el segundo siguiente, nuestro entorno cambió totalmente. Contemplamos con tranquilidad nuestro nuevo emplazamiento.

―¿Dónde estamos?

Síp, estábamos cerca de esa aldea en la que la anciana hubo enfermado. Tomaría un día y medio, como mínimo, llegar hasta aquí desde la Ciudad del Castillo. Miré al cielo y, al igual que la última vez, estaba rojo como el vino y cubierto de relieves como el caparazón de una tortuga.

―¡Héroe del Escudo!

Los soldados habían sido transportados junto a nosotros y estaban corriendo en nuestra dirección. Entonces vi a los otros tres héroes y…

―¡Filo! ¿Ves a esos tipos corriendo hacia las grietas? Patea al de la lanza y derriba a los demás. ¡No te excedas!

―¡Valeeee!

¡Tal como le dije, Filo se quitó las garras y corrió hacia los héroes! Rápidamente alcanzó a la espada, al arco y la lanza.

―¡¿Qué demonios?!

La lanza se giró para mirar, y justo cuando lo hizo, Filo le pateó haciéndolo volar contra los demás, derribándoles.

―¡AAAAAHHHHH!

Todos cayeron como bolos, dándonos tiempo para alcanzarles. Después de ver a la Zorra volar por el aire me sentí de buen humor. Filo realmente se había contenido como le dije, y ninguno de ellos sufrió algún daño serio por su patada.

―¡¿Qué estás haciendo?!

El de la lanza estaba aturdido; nos gritaba. Le ignoré y lancé una mirada fría a la espada y al arco.

―¡Eso es lo que yo quiero preguntaros, idiotas!

―¡¿Qué quieres?!

―¡Sí! ¡Tenemos que destruir a los monstruos que están surgiendo de la fisura!

Me encontraba más que enfadado con estos estúpidos héroes. Simplemente eran molestos.

―Primero tenéis que escuchar. Podremos eliminar a los monstruos más tarde.

Ordené a mis soldados de apoyo que se dirigiesen a la aldea cercana. Ellos asintieron y siguieron mis órdenes, corriendo hacia la aldea.

―¡Te estás interponiendo en nuestra misión!

―¡No lo estoy!

Itsuki retrocedió cuando le grité, sorprendido. Parpadeó.

―Calmaos todos. Pensémoslo bien. Yo no recibí ninguna financiación, así que no combatiré contra la ola directamente. Lo mejor que puedo hacer es proteger la aldea vecina, así que ése es mi trabajo. ¿Todos entendéis esto?

―Sí.

―En cierto modo eso te descalifica como Héroe.

El grupo de héroes estaba mirándome fijamente, pero les ignoré y seguí hablando.

―Vale, Ren, Itsuki, Motoyasu; vuestro trabajo es eliminar a los monstruos que salen de la grieta. Supongo que podéis acabar con los enemigos principales para conseguirlo, o incluso atacar a la grieta directamente. Yo no lo he hecho nunca, así que no lo sé.

―¡La fisura está conectada con el jefe!

Conectada con el jefe. Ésas eran palabras de un jugador. Itsuki no se lo estaba tomando todo lo seriamente que debiera, pero no importaba.

―Pero entendéis que en realidad mi función también es importante, ¿verdad?

―¿Qué?

Ren no parecía entenderlo. Pero este mundo era básicamente lo mismo que algún juego que él conocía, ¿no? Debería comprender todo sobre ello.

―¡¿Y dónde están los caballeros?!

Los tres héroes cerraron los ojos cuando grité.

―Llegarán más tarde.

Tal ver era para ayudarles a encontrarnos, pero había una señal mágica de algún tipo brillando en el cielo, sobre nosotros. Probablemente fijaron su vista en eso.

―Estamos a un día y medio de Ciudad del Castillo. ¡Nunca lo conseguirán a tiempo, idiotas!

―¡¿Entonces qué quieres que hagamos nosotros al respecto?!

―¿Me estás preguntando a MÍ? ¡Creía que vosotros lo sabíais todo!

Señalé a los soldados que habían venido conmigo y que ahora estaban corriendo hacia la aldea.

―Hablando de eso, ¿cómo has conseguido que esos soldados se teletransporten hasta aquí contigo?

―¿De verdad me estás preguntando eso? ¿No conocéis las funciones de formación de batalla?

―¿Te refieres a los miembros del grupo? ¿Cómo les engañaste para que se unieran a ti?

―No es eso. Puedes nombrar líder a alguien, y entonces formar tu grupo con esa persona sujeta a tu liderazgo. Si lo haces, todos ellos son transportados contigo.

¿Era posible? ¿Había cosas que ellos no sabían sobre las olas?

Los soldados dijeron que ninguno de sus superiores había dado órdenes de unirse a alguno de los grupos de los héroes, pero ¿podría deberse a que los héroes simplemente no conocían la habilidad para hacerlo? Estaba atónito. Eso explicaría por qué no había soldados aquí.

―Bien, vamos a confirmarlo. ¿Quién ha mirado en el menú de ayuda para aprender a cómo combatir la ola?

Nadie levantó la mano.

―Supongo que si ya sabéis todo lo que hay que saber sobre este lugar, no hay necesidad de que leáis los menús de ayuda o los tutoriales, ¿es eso?

―Sí, ya lo sabemos todo.

―Exacto. ¿Podemos por favor concentrarnos en combatir la ola ya?

―Muy bien. Entonces, ¿cómo llaman en otros juegos a estas batallas contra las olas?

―¿Eh?

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―¿Qué estás preguntando?

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―¡Cállate ya, tenemos que irnos!

Itsuki ignoró mi pregunta, se dio la vuelta y empezó a correr.

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―Motoyasu, tú puedes ver a dónde intento llegar. ¿Cierto?

―Uh… claro… ¿una mazmorra instantánea?

―No, es una oleada contrarreloj.

Ren… tampoco es eso. Dije “otros juegos”, ¿verdad?

El juego del cual él lo sabía todo se llamaba Brave Star Online.

―¡Guerras de grupos, combates por equipos, eso o batallas a gran escala!

En el juego que yo solía jugar, había grandes eventos casi todas las semanas en los que los jugadores luchaban entre ellos. Si podías usar el sistema de tropas de apoyo, el juego se aseguraba de que apareciesen más enemigos de los que podías encargarte por tu cuenta. Así que durante la última ola, si los caballeros no hubiesen llegado a tiempo, no estoy tan seguro de si habríamos sido capaces de mantener los daños tan reducidos como lo hicimos.

―Mirad, incluso si todos vosotros tenéis experiencia con el sistema de juego, no sabéis nada acerca de dirigir un grupo grande, ¿verdad?

En las batallas a gran escala tenías que priorizar la cooperación. Aunque, por supuesto, los jugadores estrella, los héroes, encabezarían la lucha. Pero con el fin de mantener la destrucción al mínimo, íbamos a necesitar la cooperación de los nativos. Si no podían entender algo tan simple, es que eran idiotas.

―Antes yo dirigía un grupo.

Motoyasu habló, pero mantuvo la mirada sobre Filo en su forma de pájaro. Probablemente no quería volver a ser pateado.

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―¿Entonces por qué no entiendes esto?

―No hay necesidad de ello.

―¡¿Qué?!

―Todo se resolverá.

Por todos los… y yo que creía que este tipo no podía volverse más irritante… ni más irresponsable. Zorra, esto lo has hecho tú. Esa estúpida princesa podrida por dentro, como si fuese lo suficiente inteligente para tratar con una responsabilidad como ésa.

―Yo nunca he tenido interés en ese tipo de cosas.

Ren, imbécil.

Pero conocía bastante bien a los de su tipo. Siempre me encontraba a uno o dos de así antes de una guerra de equipos, y nunca me gustó intentar hablar con ellos. Si se suponía que alguien así tenía que ser el líder de un grupo, a mí no se me ocurría ninguna forma de que eso fuese posible. ¿Cómo funcionaría siquiera?

―De todas formas, esta vez sólo podemos trabajar con lo que tenemos. ¡Pero la próxima aseguraos de conectaros con los caballeros!

Moví las manos, haciéndoles señas para que se apresurasen hacia la ola. Ren y Motoyasu no hicieron ningún esfuerzo por ocultar su molestia conmigo mientras se iban.

―De acuerdo chicos, dirijámonos a la aldea. ¡Raphtalia, Filo, venís con nosotros!

―¡Valeeee!

―¡Entendido!

Subimos al carro y nos dirigimos hacia la aldea tan rápido como pudimos. Los soldados que iban con nosotros tenían su propio carro, y se las arreglaron para seguirnos el ritmo.

***

 

 





Para el momento en que llegamos a la aldea, ya estaba siendo invadida por los monstruos de la ola. Había algunos parecidos a cóndores negros, lobos negros, goblins y hombres lagarto. Pero estos últimos no se veían del todo como los demi-humanos.
Parecían más… siniestros.

Cuando me acerqué más pude ver sus nombres: Cóndor Oscuro, Lobo Sombrío Negro, Asaltante Goblin Sombrío, Hombre Lagarto Sombrío. Junto a sus nombres, inconfundiblemente estaba la palabra “inter-dimensional”.

Al igual que los demi-humanos, estos monstruos sombríos desaparecían como fantasmas cuando los derrotabas. Era un espeluznante grupo de bestias, y además completamente diferentes a los de la última ola.

¿No hay reglas que determinan este tipo de cosas? Como sea, simplemente dejémoselo a los héroes. Ellos se encargarán de todo. ¿Y ahora? ¡Allí!

―¡Iiyaah!

El grito de guerra que recorrió el escenario vino de la anciana a la que le había dado medicina cuando estuve viajando por aquí. Blandía una azada con una mano y luchaba con todas sus fuerzas. Todos los soldados se encontraban aturdidos.

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―¡Ah! ¡Santo-sama! ¡Fuiste de gran ayuda! ¡Iiyaah!

Me gritó unas palabras de agradecimiento mientras un grupo de monstruos surgía desde la ola. Hizo oscilar su azada hacia ellos. En realidad era muy fuerte, y el suelo a su alrededor estaba cubierto de cadáveres de monstruos.

―¡Eh, dale las gracias tú también!

El hijo de la mujer se inclinó rápidamente ante mí, como si lo hiciera a menudo.

―Están saliendo más y más monstruos de las olas, será mejor que evacuéis.

Los soldados que vinieron conmigo se pusieron a ayudar en la evacuación de los aldeanos. En medio del caos, estaban luchando y matando monstruos, pero seguían llegando más. Iba a ser una batalla dura, y no tendríamos más remedio que concentrarnos en eliminar a los monstruos.

―¡Iiyaah!

La anciana ya había acabado con un gran número de enemigos. Era difícil de creer que hacía solo un mes se encontrara enferma y en cama, al borde de la muerte.

―¡He recuperado mi antigua fuerza gracias a ti, Santo-sama! ¡Iiyaah!

Busqué a su hijo y le vi al otro lado de la calle, combatiendo contra los monstruos con todas sus fuerzas, pero no era tan fuerte como su madre. Algunos soldados se unieron a él y juntos fueron capaces de contener al enemigo. No estaba ni cerca de ser tan fuerte como su madre.

―Puede que parezca mayor, pero en los viejos tiempos era bastante famosa como aventurera. ¡Mi nivel y mi edad tienen casi el mismo número! ¡Iiyaah!

―¡No se exceda, señora!

No iría tan lejos como para llamarla guerrera inigualable o algo así, pero definitivamente era una de las luchadoras más fuertes que había visto.

Mantuve a raya los ataques del enemigo mientras Filo se preparaba para patearlos.
Cayeron rápidamente. Parecía que podíamos contar con la señora en batalla, pero temía que se desplomase cuando terminara todo.

―¿Qué medicina le di, de todas formas?

―¿Quién sabe?

Raphtalia estaba observando a la anciana, boquiabierta. Tendríamos que conseguir que su hijo nos contase su historia más tarde. Aun así, necesitábamos concentrarnos en tratar a los heridos.

―¡Traed a los heridos hacia el carro! ¡Mantenedlos a salvo y alejados de la línea frontal!

Yo gritaría órdenes y trataría a la gente cada vez que tuviese un segundo libre.

―¡Iiyaah! ¡Santo-sama! ¡Están apareciendo algunos monstruos extraños!

Miré en la dirección que estaba señalando. Había una gran multitud de hombres lagarto sombríos inter-dimensionales, pero también pude distinguir otra cosa entre ellos: algo grande. Parecía ser al menos del doble de tamaño que los demás.

―¡Ya voy!

El líder de mis soldados de apoyo corrió en la dirección del gran monstruo.

―¡Idiota! ¡Detente!

El hombre lagarto sombrío inter-dimensional gigante se giró hacia el soldado e intentó aplastarlo con su enorme espada. ¡Él la esquivó y trató de establecer una posición defensiva, pero no había tiempo! Y entonces, sin previo aviso, el collar del soldado empezó a brillar, activando alguna clase de efecto instantáneo antes de hacerse añicos. La espada del lagarto antropomorfo se sacudió hacia atrás a causa del golpe recibido.

―¿Qué?

―¿Qué estás haciendo? ¡Retírate!

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―¡V-Vale!

Maldición. La carga sobre las tropas de voluntarios era demasiado grande. Un único ataque destruyó su collar protector, por lo que el gigante debía de tener un enorme poder ofensivo. Tendría que usar mi escudo para detener su ataque y confiar en que el resto me ayudase a acabar con él.

―Raphtalia, Filo. Venid conmigo, vamos a eliminar a esa cosa.

―¡Vale!

―¡Valeeee!

Los tres corrimos hacia el monstruo gigante.

El hombre lagarto sombrío inter-dimensional balanceó su gran espada negra contra nosotros. Corrí delante de las chicas y preparé mi escudo. Se produjo un fuerte ruido metálico y llovieron chispas a mi alrededor. La habilidad Colmillo Venenoso de Serpiente (medio) se activó y envenenó al enemigo, pero no fue muy eficaz. Supongo que tenía sentido que ese veneno fuera débil contra estos monstruos de tipo reptil. Pero envenenarlo nunca fue mi plan en primer lugar.

―¡Iiiiiaaaaaaaaaaaah!

Raphtalia ensartó su espada en el estómago del gigante inter-dimensional y lo detuvo.

―¡AAAAAAAARRRH!

Las patas con garras de Filo volaron dibujando un arco cerrado para acabar conectando con la cara del monstruo gigante. Una parte de su cabeza salió dando vueltas por el aire. El gigante cayó hacia delante y chocó contra el suelo con un golpe ensordecedor.

―Guah…

Los soldados murmuraron asombrados.

―¡Gracias! ¡Si no nos hubiese dado esos objetos, Héroe del Escudo, ya estaríamos muertos!

―Bien, me alegra que hayas sobrevivido.

Si me las había arreglado para salvar una vida, entonces todo el tiempo que gasté aprendiendo a elaborar artículos no había sido una pérdida de tiempo. Eso me animó.

―¡De acuerdo! Id todos hacia la siguiente aldea y haced todo lo que podáis para protegerla.

***

 

 

Fuimos capaces de proteger la aldea en la que estábamos con seis soldados, esa anciana y los aventureros que se encontraban en ella en el momento que golpeó la ola. Pero había otra aldea en las inmediaciones. Si no nos apresurábamos en llegar allí, ¿quién sabe lo que le pasaría?

―Os daré algo de medicina. ¡Puede que éste no sea un viaje agradable, pero vayamos a la próxima aldea!

Los soldados subieron al carro que estaba señalando.

―¡Vamos!

―¡Heyaah!

Filo tomó el control de las riendas y corrió a toda velocidad.

Cuando llegamos a la siguiente aldea, los soldados bajaron tambaleándose del carro, ya que se habían mareado por el movimiento. No tenía tiempo para aliviarles; había casas en llamas y aldeanos heridos. Esta aldea se veía peor que la otra.

―¡Deprisa, ayudad a esos aldeanos!

―S… ¡Sí, Señor!

Matamos a los monstruos y esperamos a que la ola terminase.

***

 

 

―¡Tardan demasiado!

Habían pasado tres horas. En ese tiempo nos las habíamos arreglado para garantizar la seguridad de la mayoría de los aldeanos, y ahora estábamos centrando nuestras energías en atravesar las hordas de monstruos que seguían descendiendo sobre la aldea.

La mayor parte de los civiles había sido evacuada y gracias a ello pudimos mantener el número de víctimas en un nivel relativamente bajo. Pero no sabía cuánto tiempo más podríamos mantener su refugio protegido de las hordas.

Seguíamos luchando, pero todo estaba tomando demasiado tiempo. ¿A qué estaban esperando esos estúpidos héroes?

―Héroe, ¿por qué no nos deja esta aldea a nosotros? Usted debería encontrar a los otros Héroes y ayudarles.

Era el joven soldado que se me había acercado al principio.

―No creo que pueda hacer mucho para ayudarles.

Era su trabajo combatir directamente contra la ola, y estoy seguro de que sólo se quejarían si yo apareciera en medio.

―Pero, Señor…

No se veía muy bien. Su cara estaba pálida. Había estado luchando contra los monstruos durante tres horas enteras. Sus energías se agotarían pronto. Yo también me notaba exhausto. Y podía ver que Raphtalia y Filo se encontraban agotadas también.

―¡Heyah! ¡Toma eso!

Filo pateó a un asaltante goblin sombrío inter-dimensional, y éste se desintegró contra el suelo. Ella todavía tenía bastante energía para continuar.

Sí, Filo estará bien. Esa chica es como una bola gigante de energía.

―¿Podéis continuar?

―¡Sin problemas!

Supuse que tenían suficiente energía para seguir.

―Está bien. Entonces iré a ver qué está pasando. Dejo esta aldea a tu cargo.

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―¡Sí, Señor!

―¡Raphtalia, Filo, vamos!

―Entendido.

―¡Valeeee!

Dejamos la aldea a los soldados y a los aventureros, subimos a la espalda de Filo y corrimos hacia la ola.

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