Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 2

Capítulo 5: Patear y Correr

 

 

Al día siguiente Raphtalia se levantó conmigo y los dos fuimos al establo.

―¡Gaah!


Cuando Filo nos vio, gritó de felicidad y corrió a saludarnos.

―¿Has terminado ya de crecer?

Filo parecía haber crecido otra cabeza durante la noche. Ya parecía tener el tamaño del filolial adulto que había visto caminando por la ciudad del castillo. Ahora era blanco, con tan solo unos pequeños matices rosas en algunas partes de su cuerpo. Era bonito.

―¿Tienes hambre?

―¿Gah?





Filo inclinó la cabeza y parecía confuso.

Bien, así que ya ha terminado su etapa de crecimiento.

Piki…

Hizo ese extraño sonido otra vez. Estaba creciendo tan rápido que su cuerpo no podía mantener el ritmo.

Nos comimos el desayuno y entonces nos sentamos a discutir los planes para ese día. Todos los aldeanos parecían muy ocupados. Estaban montando un jaleo mientras hacían las reparaciones.

―Gaah…

Una carreta avanzaba por el camino llena de materiales para las reparaciones. Filo la miró, como si estuviera deseando tirar de ella…

―¿Quieres tirar de esa cosa?

―Apuesto a que sí.

―¿Qué ocurre, Héroe?

Raphtalia y yo estábamos conversando, y cuando un aldeano nos vio señalando al carro, se detuvo y nos preguntó qué sucedía.

―Mi filolial está observando este carro fijamente, así que me preguntaba si quiere tirar de él o algo.

―Sí, los filolials son muy instintivos en ese aspecto.

El aldeano asintió y miró hacia Filo.

―Todos estamos muy ocupados con la reparación, pero aun así necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Héroe, si prometemos darle un carro, ¿cree que podría ayudarnos?

―Umm…

No es una mala idea. Y ya que ahora contamos con un monstruo útil, tiene sentido ponerlo a trabajar. Si todo va bien, podríamos dedicar nuestro propio tiempo de viaje a hacer otras cosas.

―¿Qué necesitas de nosotros?

―Están cortando troncos para hacer tablas en un bosque cercano. ¿Cree que podría ayudar trayendo la madera hasta la aldea?

―El bosque…

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Ahora que lo pienso, todavía no he visitado ese bosque.

―Podría llevarnos un tiempo, ¿te parece bien?

―Claro.

Estábamos cerrando nuestro acuerdo cuando vi a varias personas que reconocí ajenas a la aldea. Estaban en un grupo, y venían corriendo hacia nosotros en un carro tirado por un dragón caballero. El líder llevaba una cota de malla que formaba parte de una deslumbrante armadura de plata. Tenía una lanza bastante llamativa.

Efectivamente. Eran Motoyasu y la Zorra. Bajaron del carro.

―¡Eh! ¡Aldeanos, reuníos todos, ¿me habéis oído?!

Los aldeanos se encontraban ocupados, pero dejaron su trabajo y empezaron a caminar en dirección a los intrusos. Entonces la Zorra desenrolló un gran pergamino y comenzó a dar un discurso.

―¡Ciudadanos! En reconocimiento por su gloriosa victoria en la última ola de la destrucción, el Rey ha nombrado a este hombre, Motoyasu Kitamura, gobernador de este territorio.

¿Qué? ¿Gobernador? ¿A Motoyasu?

Motoyasu, como si hubiese podido oír mis pensamientos, gritó repentinamente.

―Eso significa que yo, El Héroe de la Lanza, ahora tengo el control de este lugar. ¡Me han pedido que supervise la reconstrucción! ¡Espero vuestra cooperación de ahora en adelante! ¡Aseguraos de que habéis reunido los fondos necesarios para vuestros proyectos antes de comprar los materiales!

―¡¿Qué?!

La mayoría de los aldeanos parecían escépticos ante su nuevo líder, cosa que por otra parte resultaba natural. Durante la ola, cuando los aldeanos estuvieron bajo el ataque de los monstruos interdimensionales, ¿qué hizo el Héroe de la Lanza por ellos? ¡Nada! ¿Y ahora estaba aquí, haciéndose llamar su nuevo líder? Por supuesto que no aceptarían este nuevo nombramiento tan fácilmente.

Además, ¿ser nombrado gobernador por pelear en una batalla? ¿Por qué era la Corona tan cercana a Motoyasu?

―Debe de estar equivocado. Verá, yo soy el gobernador de este territorio.

Un hombre entre la multitud levantó la mano y se dirigió a Motoyasu. Eso también fue algo natural. ¿Por qué iba alguien a dejarlo pasar y aceptar un nombramiento aleatorio? Claro, era una orden oficial, así que supongo que no había mucho que pudiesen conseguir con una rebelión, pero aun así… la gente se sentiría ofendida.

―¿Qué quieres decir? ¿Vas a desobedecer una orden de tu rey?

―No estoy diciendo eso, solo que me parece extraño que…

―¡Silencio!

Estaba claro que la Zorra se pensaba que era ella la que dirigía el espectáculo. Realmente tenía ganas de acercarme y darle un buen golpe en toda la cara.

Pero espera… ¿Quiere decir eso que esta aldea le pertenece ahora a Motoyasu? ¡Maldición! Eso significa que yo tendré que trasladarme… otra vez.

El posadero nos había estado dejando quedarnos gratis, así que planeaba quedarme en Riyute tanto tiempo como pudiese.

―¡Ah! ¿Qué es esto? ¿Por qué estás aquí, Naofumi?

Él me vio entre la multitud y gritó.

―He establecido mis operaciones aquí.

―¿Eh? ¿Quieres decir que todavía estás trabajando en un lugar como éste? Oh, es verdad, eso es lo que significa el Escudo para ti… Siempre muy por detrás. Debes entender que esta aldea ahora pertenece a Motoyasu, y él no tolerará criminales en sus tierras. Lárgate.

Realmente quería mandarla callar.

Entonces supongo que esto significa que en realidad es la Zorra quien está al mando. ¿Pero qué quiere? Solo puedo imaginarlo…

―Ésta es la primera medida que tomaré: ahora habrá un peaje para los que entren y salgan del pueblo. Si no lo hacemos, nunca podremos recaudar los fondos necesarios para la restauración. El peaje de entrada será de cincuenta monedas de plata, y la tasa de salida será también de cincuenta monedas de plata. Eso hace un total de una moneda de oro.

―Pero eso es… ¡Con tasas como esas nunca seremos capaces de sobrevivir!

―Oh, no es tanto dinero.

Motoyasu claramente tenía un sentido distorsionado de lo que valía el dinero para estas personas. Una moneda de oro era… algo que valía mucho dinero. Para que esta gente viviese con relativa comodidad, solo necesitaban veinte monedas de bronce al día, y si te quedabas en la posada, una moneda de plata te conseguiría una habitación y una buena comida. Las nuevas tasas tenían el mismo valor que cien días de vida en la aldea. ¿Quién podría permitirse comer con unas tasas como esas?

―¿Cuál es el problema? ¿Alguien se opone a nuestro decreto?

―Por supuesto que sí.

La Zorra me miró con furia cuando respondí.

―Acabas de ser nombrado gobernador, ¿y ya impones unas tasas altísimas en tu primera visita? Piensa en ello…

―¿Sabes?… Tiene algo de razón, Myne. ¿Crees que podríamos reducirlas a un nivel que los aldeanos se puedan permitir?

Le preguntó Motoyasu a la Zorra. Cuando lo hizo, ella se giró hacia mí con furia demoníaca en sus ojos. Sin embargo, ésta se desvaneció en un instante y empezó a pestañear mirando a Motoyasu.

―Si no mostramos perseverancia junto a nuestro dolor, los aldeanos nunca se recuperarán de esta calamidad. El anterior gobernador puede considerarse relevado por la autoridad de la Corona.

―“¡Cómo te atreves!”, gritó el gobernador, furioso. El resto de los aldeanos también empezaron a gritar.

―¡Eh! ¡Eso no es justo!

―¡¿Qué planeas hacer con nosotros?!

―Calma, calma… ¿Sabéis lo que significa rebelarse contra la Corona? Tal vez tengamos que enseñároslo.

La Zorra levantó la mano y los caballeros comenzaron a pasearse por la aldea montados en sus dragones.

¿Están planeando iniciar una trifulca? ¡Idiotas violentos!

Motoyasu les estaba mirando impacientemente, como si no le gustara verse obligado a rebajarse a ese nivel. Pero él era el verdadero criminal aquí.

―¡Oídme! Ahora, si vosotros no…

Entonces Myne se vio rodeada de repente por un grupo de gente vestida de negro, como un equipo de ninjas.

―Eh…

―Myne-sama, ¿verdad? Seguramente ya haya sido informada de nuestra llegada. Hemos traído un mensaje para usted.

―¿De qué se trata?

Uno de los ninjas dio un paso al frente y le entregó un pergamino enrollado.

¿Qué, son asesinos o algo? Supongo que cosas como esa existen también en este mundo.

La Zorra se quedó ahí de pie con evidente molestia mientras leía el pergamino. Entonces todo el color desapareció de su rostro.

¿Qué pasa? ¿Qué pone?

―¿Quién demonios sois?

―Hemos sido contratados por cierta persona. Tenemos razones para creer que sabe de quién hablamos.

―Pero yo…

Respóndeles. ¡Este no es el momento de fingir ignorancia!

Estaba a punto de gritarle cuando…

―¡Es una batalla!

La Zorra exclamó autoritariamente.

―¿Qué?

¿De qué está hablando? ¿Qué batalla? ¿Contra quién?

Motoyasu tampoco parecía saber qué estaba pasando.

―Debéis competir en una carrera contra nuestros dragones para determinar quién será el gobernador de estas tierras.

―¿Qué demonios?

No sabía qué había escrito en ese pergamino, pero no podía ser algo tan estúpido.

―¡Si no lo hacéis, jamás renunciaremos a tomar el control!

Después de que Myne gritase, todos los ninjas empezaron a susurrar entre ellos. Parecía que estaban hablando sobre qué hacer una vez que el nuevo gobernador fuese designado.

―Muy bien, entonces usaremos el monstruo más rápido de la aldea.

―No.

Myne estaba señalando en mi dirección. En ese momento yo sostenía las riendas de Filo en mi mano, y entonces su dedo se movió para apuntar a Filo.

―El Héroe del Escudo correrá por vosotros.

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―Pero…

¿Qué sentido tenía nombrarme a mí? Si yo ni siquiera era de esa aldea. El gobernador me miró y sonrió.

―Héroe del Escudo, ¿querría usted ayudarnos? Según lo que vi ayer, su filolial tiene unas piernas muy rápidas.

―¡Ni pensarlo!

¿Por qué debería involucrarme en esto?

―Si gana, podemos prometerle una recompensa.

―¿Y si pierdo?

―No le pasará nada… Además, su filolial parece tener ganas de correr, ¿no cree?

Filo estaba observando a los dragones y moviendo sus ojos de uno a otro en una rápida sucesión. Sentía la necesidad de tirar de las riendas. Parecía que podría salir corriendo llevado por una furia repentina para atacar a Motoyasu y a su séquito en cualquier momento.

―Considerando la enemistad que existe entre dragones y filolials desde tiempos inmemoriales, parece natural que ese pájaro quiera correr contra ellos. Debería ser una buena carrera.

Menudo fastidio… aunque supongo que no tengo nada que perder si fracaso.

―¿Qué piensas, Naofumi-sama?

―Um…

Bueno, ciertamente no quería estar en el territorio de Motoyasu, pero al mismo tiempo sentía que sería una molestia tener que dejar la aldea tan pronto después de tener tan buena relación con los aldeanos. Y ya estaba empezando a manejarme por estas tierras también. Tendría que ganar si quería quedarme.

―Bien, entonces hagámoslo.

Me subí a la espalda de Filo lentamente y me coloqué en una buena posición. Entonces me giré hacia Motoyasu.


―¡Ajajaja! ¡Mirad a ese tipo en su pollo gordo! ¡Buajaja!

Sus seguidores se llevaron las manos a la tripa y se rieron con fuerza. No tenía ni idea de qué les parecía tan gracioso, pero no podía aguantar que se rieran de mí. Sentí como la sangre se me subía a la cabeza.

―¿Qué demonios, Motoyasu?

―¡Ja! Quiero decir, me pareció divertido verte yendo por ahí en esa cosa. ¡Y ahora, ¿ahora dices que vas a competir con eso?! ¡Ajajaja!

―¿Qué demonios es tan gracioso?

¿Estaba montando mal? ¿Qué creían que estaba haciendo con un filolial de todas formas si no era para montarlo?

―¡Ja! ¡Te ves como un idiota! Lo primero de todo, los dragones son mucho mejores que los pájaros. ¡Segundo, mira esa cosa! Tiene un color rosa mezclado entre sus plumas, ¡obviamente te has comprado un pájaro barato!

―No sé de qué color crees que debería ser…

Todavía no entendía qué era tan gracioso. Estaba tratando de averiguarlo cuando Motoyasu se acercó a Filo, señalándolo y riéndose de mí todo el tiempo.

―¡Gaaah!

Filo se levantó y le dio una fuerte patada en la entrepierna. La vi. Vi su cara contorsionarse repentinamente en una expresión de dolor y confusión. Su cuerpo comenzó a dar vueltas y se alejó debido a la fuerza de la patada.

―¡Ugh!

Vaya… nunca había sido tan feliz en toda mi vida. Ni siquiera lo había visto venir. La felicidad te visita cuando menos te lo esperas.

―¡Kiaaaaah! ¡Oh, Motoyasu-sama!

Ajaja… esa patada le ha debido aplastar las pelotas.

Se sentía muy bien. Esa patada valía de sobra todo el dinero que había gastado en Filo.

Ese es mi monstruo, estás vengándote por mí. Filo, vas a tener una buena comida esta noche, yo me encargaré de ello.

―¡Gaah!

―¡Cobarde! ¡¿Cómo te atreves a atacar a Motoyasu?!

―La carrera no ha empezado todavía, y si te acercas a un monstruo mientras te ríes de él, ¿qué otra cosa puedes esperar?

―Ugh… bastardo.

Motoyasu se tambaleó al levantarse. Tenía las manos pegadas a su entrepierna y el sudor le caía por la cara haciendo aún más evidente el dolor.

Pasé mi mano por la cabeza de Filo.

―Entonces, ¿empezamos con la carrera?

―¡Por supuesto!

No podíamos estar seguros de que no intentase hacer alguna trampa, pero lo único que teníamos que hacer era ser cuidadosos y superarlas.

La Zorra desató un dragón del carro al que estaba amarrado y Motoyasu subió a su espalda.

―¡La carrera consistirá en tres vueltas alrededor de la aldea!

Los aldeanos se apresuraron a pintar líneas en la tierra, delimitando el recorrido.

―Buena suerte Naofumi-sama. ¿Y Filo? Cuida de él, ¿vale?

―Claro.

―¡Gah!

―¡Ganaré, lo juro!

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El gobernador se puso frente a nosotros dos y levantó sus manos en el aire. Cuando las bajara, la carrera comenzaría.

―Preparados… ¡Ya!

¡Sus manos cayeron rápidamente y nosotros salimos disparados!

Nuestra salida nos había dejado muy igualados. Filo corría a buen ritmo, relajado, con una velocidad constante e incluso agradable.

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¿Um?

Si comparábamos nuestra velocidad con la de Motoyasu, parecía que Filo era más rápido. Esta debería ser una victoria fácil. Teníamos suficiente ventaja, así que me permití mirar hacia atrás.

―¡Qué te pasa! ¡Corre más rápido!

Motoyasu gritaba órdenes a su dragón desesperadamente. El dragón, que no quería perder contra Filo, puso más fuerza en sus patas y comenzó a correr más rápido. Aun así, no podía seguir el ritmo. El rendimiento de Filo debía de ser más alto.

Era como una motocicleta contra a una bicicleta motorizada. Naturalmente, Filo era la motocicleta en este caso, mientras que Motoyasu se estaba quedando atrás en una bicicleta motorizada. Así de rápidos éramos.

―¡Gaaah!

Filo gritó de alegría como para demostrar lo confiados que nos encontrábamos con nuestra ventaja. Era como estar subido en una motocicleta. Íbamos cortando el viento a nuestro paso y la aldea pasaba a gran velocidad convirtiéndose en franjas de colores en mi campo visual. Terminamos la primera vuelta, y debíamos de estar como a cinco cuerpos o más de distancia por delante.

―¡Maldición!

La Zorra estaba gritando con frustración.

Ajaja.

Estaba resultando demasiado fácil, y se sentía muy bien. Los aldeanos se estaban reuniendo alrededor del camino para vernos pasar cuando ocurrió lo siguiente…

―Yo soy la fuente de todo poder, escucha y obedece mis palabras. Ordeno que aparezca un agujero ante mí. ¡Agujero Terrestre!

Estaba mirando a un lado para asegurarme de que los caballeros del castillo no interfirieran, cuando un agujero se abrió de repente justo delante de mí.

―¡Cobarde!

Los caballeros apartaron la mirada, aparentemente ajenos al motivo por el que estaban siendo acusados. La pata de Filo pisó en un lateral del agujero y caímos.

―¡¿Gah?!

―¡Es mi oportunidad!

―¡¿Cómo que es tu oportunidad?! ¡Bastardo!

Motoyasu se mostró imperturbable ante mis protestas y continuó corriendo con su dragón. Pero…

―Yo soy la fuente de todo poder, escucha y obedece mis palabras. Exijo que su velocidad se vea aumentada. ¡Aceleración!

Así que alguien está lanzando magia de apoyo a Motoyasu… ¡Y quien quiera que lo esté haciendo, también ha causado que Filo cayese en su agujero mágico oculto! ¡¿Qué le pasa a la gente de este país?!

―Filo, no podemos perder contra gente como ésta. ¡Vamos!

―¡Gaaaaaah!

Filo se puso de pie y gritó como si intentara decir que ahora se iba a poner serio. Comenzó a correr más rápido de lo que había hecho antes. En poco tiempo estábamos corriendo otra vez al lado de Motoyasu.

―¡¿Qué?!

¡Como si fuésemos a perder y dejar que te hagas con la victoria mediante trampas!

Filo estaba corriendo como si fuera consciente de mis sentimientos. Aunque Motoyasu había sido acelerado, aún así fuimos capaces de sacarle ventaja para cuando terminó la segunda vuelta.

Volvíamos a estar a la vista de los aldeanos, y yo señalé furiosamente a Motoyasu asegurándome de que todos podían ver mi gesto. Los aldeanos se esforzaban por ver qué había cambiado.

―Yo soy la fuente de todo poder, escucha y obedece mis palabras. Aminora su velocidad. ¡Disminución de Velocidad!

―¿Gah?

Repentinamente Filo bajó su velocidad.

―¡¿Qué demonios estás haciendo?!

Todos los caballeros allí reunidos se giraron como si no tuviesen ni idea de lo que yo estaba diciendo. Motoyasu nos alcanzó y a los pocos segundos consiguió adelantarnos. Ciertamente él tenía que saber que la gente se iba a dar cuenta. ¡¿Hasta dónde podía llegar la cobardía de esta persona?!

Maldición… Si esto sigue así, perderemos sin duda.

No podía soportar pensar en ello, ¡debía haber algo que pudiésemos hacer!

―¡Gaaah!

Filo tenía que estar enfadado también. Chilló para hacer evidente su insatisfacción antes de abrir dramáticamente sus alas e inclinarse hacia delante.

¡Hey!

Estaba corriendo incluso más rápido que antes, pero era difícil controlarlo en las curvas. Cuando llegábamos a una esquina no tenía más remedio tenía que pasar por la línea exterior. Pero yo todavía sabía algo más sobre las carreras gracias a los videojuegos. En los juegos de carreras de motos, podías inclinarte en las esquinas para hacer que girasen más rápido.

¡Creo que debería intentarlo!

Llegamos a una esquina y cambié el peso para ayudar a Filo; me incliné hacia la dirección de la curva. Debía verse como si estuviera colgado del lomo del monstruo.

Pero funcionó. Filo fue capaz de girar en la esquina sin disminuir su velocidad. ¡Sí! Habíamos empezado la tercera vuelta y ya estábamos alcanzando a Motoyasu otra vez. Todo lo que podíamos hacer ahora era correr hasta el final.

Los aldeanos se habían reunido alrededor de los caballeros y estaban observándoles de cerca para asegurarse de que no hubiese más interrupciones. Eso debería darnos la victoria… Pero entonces los caballeros desenvainaron sus espadas y los aldeanos se dispersaron. Todo era un caos. Pude ver a alguien entre los caballeros realizando otro hechizo.

Si así es como quieren jugar, yo también tengo algunos trucos.

―¡Escudo de Ataque Aéreo!

Habían hecho que apareciera otro agujero en el camino, pero yo invoqué mi escudo para cubrirlo.

―¡Vamos Filo! ¡Enseñémosles a estos bastardos lo rápido que podemos correr!

―¡Gaaah!

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 2 Capítulo 5 Novela Ligera

 

¡Sí! La victoria ya era nuestra. Pero en nuestro camino hacia la línea de meta…

―¡Filo!

―¡Gah!

Señalé al caballero que había estado lanzando los hechizos… Le miré fijamente desde arriba.

―Yo… um…

Desde su posición debía de estar viéndome como el gobernante supremo del siglo. Filo le dio la espalda al caballero tramposo, levantó la pata, y le dio una coz. El idiota se desmayó en el acto.

―¡¡Gah!!

Filo gritó por su victoria y pasamos la línea de meta a bastante distancia en la delantera; habíamos ganado la carrera.

―He… He perdido…

―¡No es justo! ¡Ha hecho trampa! ¡Exijo una revancha!

Gritó la Zorra.

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―¿Trampa? ¿De qué estás hablando? ¿Quién era el que estaba lanzando hechizos?


Señalé al caballero inconsciente.

―¿Qué insinúas?

―¡Ese tipo estaba lanzando hechizos de toda clase para impedir nuestro progreso! ¡Eso es trampa!

―Espera… ¿en serio lo estaba haciendo?

Motoyasu intervino, actuando como si no hubiese sido consciente de ello en ningún momento.

Como si fuese a olvidar que dijo “¡ésta es mi oportunidad!”.

―Yo no sé nada sobre eso. Incluso si él hizo trampa, ¿qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Exigimos justicia!

¿Así que solo quiere justicia cuando es ELLA la que está perdiendo? ¡Ah! Dame un descanso.

―A mí no me parece que sea así.

Todos los aldeanos asintieron mostrándose de acuerdo con la declaración del gobernador.

―Tal como está diciendo el Héroe del Escudo, hay marcas en el trayecto dejadas por los hechizos mágicos. Corrimos para perseguir a los caballeros, así que la prueba todavía sigue ahí.

Exactamente. Al final derribamos al caballero para que no fuera capaz de encubrir lo que había hecho, y ahora los aldeanos le rodeaban. Si íbamos a ver el gran agujero que seguía estando en medio del camino, cualquiera sabría, sin ninguna duda, a quién culpar.

―¡El Héroe del Escudo los puso para hacernos ver mal!

―No, él no lo hizo.

―¿Qué?

La mujer de la tienda de magia apareció de entre la multitud de aldeanos.

Oh sí, ella tenía un nieto aquí, eso dijo.

―El Héroe del Escudo solo puede usar magia de apoyo y de recuperación. Su compañera solo conoce la magia de luz y de oscuridad, y por lo tanto ninguno de ellos pudo haber hecho esos agujeros en la tierra.

―¡Oh, genial! ¡Ahora la estúpida de la tienda de magia cree que lo sabe todo!

Justo cuando la Zorra gritó, los ninjas volvieron a aparecer para rodearla.

―Parece obvio que el Héroe de la Lanza recibió un apoyo injusto. Por favor, vengan con nosotros.

Motoyasu habló en voz baja e intentó calmar a la Zorra.

―Hemos perdido esta vez, y por tanto, como prometimos, renunciamos al control de esta aldea.

―Exacto. Así que idos al cuerno de una vez.

―No perderé la próxima vez.

―Pierdes todo el tiempo, cobarde.

―¡No soy un cobarde!

―Héroe de la Lanza, éste no es el momento para pelear. Usted también, Héroe del Escudo.

Los ninjas amonestaron al grupo de Motoyasu y todos se fueron juntos. Dejaron al dragón atrás.

―No necesitamos un dragón que ni siquiera es capaz de ganar al Escudo. Dejadlo aquí.

―Kyuuuu.

El dragón soltó un llanto lamentable y fue abandonado.

Pobre. No es como si él haya hecho algo malo.

Un grupo de aldeanos se acercaron al dragón y le acariciaron la cabeza antes de coger sus riendas.

―Acojámoslo en la aldea.

―Buena idea.

El dragón caminó al lado de los aldeanos con la cabeza colgando hacia abajo.

―He ganado, así que dadme mi recompensa.

―Naofumi-sama… ¿así sin más?

―Esta aldea le debe mucho, Héroe del Escudo. Si hubiesen fijado un impuesto como el que estaban sugiriendo, habría sido el fin de nuestra aldea. Aun así, ¿puede esperar unos días? Si nos concede algo más de tiempo podremos proporcionarle fondos también.

―¿No necesitáis el dinero para las reparaciones?

―Nos conoce muy bien.

―¿Qué sentido tiene gastar vuestros fondos de la reparación para pagarme? Eso no es bueno para nadie. No, gracias, aunque aprecio la oferta.

Lo último que deseaba era acabar endeudado con alguien. Además, eso no ayudaría en nada a mi ya bastante dañada reputación. Todos pensarían que les estaba extorsionando por dinero.

―Entonces le proporcionaremos algo verdaderamente conveniente. Dígame, Héroe del Escudo, ¿tiene algún interés en la venta ambulante?

―¿Venta ambulante?

―Sí, como cuando viajas de aldea en aldea, de ciudad en ciudad, y vendes mercancías. Uno puede ganarse la vida vendiendo materiales y medicinas. Si tiene algún interés, podríamos ayudarle con dichos materiales.

―Uh.

¿Se refiere a algún tipo de comerciante ambulante? En otras palabras, en vez de vender en los boticarios, les vendería directamente a los consumidores…

Tenía que darle algunas vueltas. Hasta ahora me había estado centrando en la parte de la producción de las cosas, pero si hiciera lo que me sugerían, entraría también en el lado de las ventas. Eso debería darme un buen beneficio.

―Sin mencionar, Héroe, que también posee un filolial. Eso le llevará de un sitio a otro con relativa facilidad y rapidez. Y haciéndole tirar de un carro, conseguiría que el negocio fuera aún más fácil. Si lo desea, podríamos proporcionarle una licencia comercial de paso.

―¿Licencia comercial de paso?

―Sí. Normalmente, los comerciantes ambulantes necesitan reunirse con el gobernador local la primera vez que entran en una aldea o ciudad y pagarle una cierta suma de dinero para poder hacer negocios allí. Sin embargo, si les enseña la licencia comercial de paso con mi sello puesto, entonces no debería tener que pagar esta cuota. Creo que lo encontrará bastante útil.

Tenía que pensarlo. Esta aldea agrícola se encontraba muy cerca del Reino de Melromarc, y estaba convenientemente situada cerca de las rutas comerciales. Ser el gobernador de un sitio así debía implicar un nivel de autoridad y dignidad aceptables. Los aldeanos eran conscientes de que su aldea había sido salvada durante la ola gracias a mis esfuerzos. Ellos también debían de haber oído hablar sobre mi turbia reputación y todo lo que el rey me estaba haciendo mediante cualquier método que se le ocurría para suprimir mi libertad. También sabían que mi reputación haría muy difíciles mis negocios, y aun así estaban ofreciendo su cooperación.

―Creo que le ayudará a realizar negocios a pesar de su desafortunada reputación. Nos gustaría eliminar los obstáculos de su camino, y creemos que esto hará la vida más fácil para usted.

Estaban aceptándome y siendo amables. Me sentía sinceramente agradecido.

―Gracias. Acepto vuestra generosa oferta.

En realidad era una maravillosa compensación, y debería facilitarme el conseguir una cantidad decente de dinero. Incluso se ofrecieron a construir un carro para Filo.

Estupendo… seguro que eso me será de gran ayuda.

―Bueno, de todas formas volvamos a la reconstrucción, ¿os parece bien?

―Sí.

Los aldeanos asintieron a lo que dijo Raphtalia. Todos volvimos a nuestros propios proyectos.

―¡Gah!

Filo estaba en la cima del mundo, emocionado por conseguir su propio carro.

―Genial. ¡Dirijámonos al bosque!

―¡Vale!

―¡Gah!

Señalé en la dirección a la que quería ir, y Filo gritó emocionado y empezó a tirar del carro.

Ran… Ran…

Aah… era muy pacífico y placentero.

¡Ran, ran, ran! ¡Cranc, cranc!

Filo comenzó a tirar más y más rápido, y pronto estábamos volando sobre el camino.

―¡Vas demasiado rápido! ¡Frena!

―No me encuentro muy bien…

Raphtalia estaba acostada en la parte trasera del carro; se mareó en cuanto empezamos a ir más rápido. Supongo que se había puesto mala por el movimiento.

―¿Estás bien?

―Sí… pero… intenta que el carro no se sacuda tanto.

―Supongo que sufres de mareos por el movimiento, ¿no?

―Supongo que sí. ¿Tú estás bien, Naofumi-sama?

―Yo no me he mareado nunca.

No era solo que el alcohol no me afectaba. Nunca me había mareado en un barco ni tampoco en un coche. Cuando estaba en la escuela primaria, subimos a un autobús para ir de excursión al campo. Yo estaba leyendo algunos mangas y novelas ligeras que llevaba en mi mochila cuando la persona a mi lado comenzó a quejarse de que se sentía mal, y tuvimos que cambiar de asientos. También recuerdo que cada vez que íbamos a visitar a mi familia teníamos que coger un barco. Toda mi familia se mareaba, pero yo no. Aún guardo en mi cabeza la imagen de jugar en mi teléfono todo el tiempo sin problemas.

―Intentaremos hacer que te relajes. Filo y yo nos ocuparemos de hacer llegar este carro a donde nos dirigimos.

―Gracias. Aceptaré la oferta…

―¡Gaaah!

―¿Podrías ir un poco más despacio?

Filo simplemente siguió corriendo, lleno de alegría, como si no pudiese oír a Raphtalia en absoluto.

Más tarde, Raphtalia vomitó a un lado del camino. Cuando llegamos al bosque, ella estaba haciendo todo lo posible para contener las náuseas.

―Ugh… ugh…

La cara pálida de Raphtalia me hacía sentir mal.

Tal vez debería haber frenado aún más el carro.

―Lo siento.

―Gah…

Filo también se veía alicaído, como si se sintiera culpable.

―Estoy… Estoy bien.

―No te ves bien. Busquemos un lugar para que descanses.

―Hola, Héroe del Escudo.

Había una pequeña casa en el bosque, y un aldeano que parecía ser un leñador salió de ella.

―Sí, los aldeanos me pidieron que viniese aquí a recoger unos trozos de madera.

―Um… ¿Está bien tu amiga?

―Creo… No lo sé, probablemente no. Me gustaría dejarla descansar. ¿Conoces algún buen sitio

―Puede descansar en mi casa por el momento.

El leñador nos guió hasta su casa y yo le presté mi hombro a Raphtalia para ayudarla a andar durante el camino. Una vez que estuvimos dentro, la tumbamos en una cama.

―Iremos a buscar algunos monstruos por la zona de los que Filo pueda encargarse sin demasiada dificultad. Después nos centraremos en llevar la carga.

Al parecer, Raphtalia se mareaba por el movimiento muy fácilmente, así que tendríamos que bajar un poco el ritmo.

―Hazme el favor de cargar el carro con la madera, si no te importa. Nosotros volveremos en un rato.

―De acuerdo.

Desaté a Filo del carro, y al hacerlo miró a la casa y después a mí.

―¡Vamos!

―¡Gah!

Teniendo en cuenta cuánto había herido el orgullo de Motoyasu, esperaba una impresionante venganza por su parte como respuesta.

Fuimos a dar una vuelta por el bosque. Después de un rato bajo los árboles, me sorprendí por la poca cantidad de monstruos que nos encontramos. Filo y yo simplemente seguimos caminando por el silencioso bosque.


La gente siempre habla de lo pacífico y relajante que es el silencio de los bosques, pero nunca entendí a que se referían hasta ahora. Eso me recordó que, desde que vine a este mundo, no había tenido ninguna oportunidad de dedicarme tan solo a caminar y disfrutar del paisaje. Me sentía muy tranquilo ahora. Debía de ser por la cara que puso Motoyasu después de recibir la fuerte patada de Filo.

No, no es eso. Fue porque Raphtalia creyó en mí. Y ahora ella está en esa casa, mareada por el viaje en carro.

Me sentía… solo. Ahora que tenía tiempo para pensar en ello detenidamente, solo llevábamos juntos unas dos o tres semanas. Y aun así, el estar en su compañía ya me parecía algo completamente natural. Ella era solo una niña pequeña en aquel momento, y me daba la sensación de que siempre había estado ahí desde que se convirtió en la joven mujer que es ahora. Decidí intentar tomar el papel de sus padres… ¿pero qué se suponía que debía hacer exactamente? Además, la ola todavía seguía acercándose.

Aún tenemos alrededor de un mes hasta que llegue la siguiente ola… y a pesar de todo…

―Si hubiese algún tipo de medicina para el mareo…

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[spoiler title="Titulo de tu spoiler"]Aqui va tu spoiler[/spoiler]

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