Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: Invocado a Otro Mundo con una Clase Común

Parte 9

 

 

Escuchando los gritos del Behemoth que se volvían cada vez más y más débiles. Escuchando el puente derrumbándose hacia la nada. Y entonces, todo demasiado pronto, Hajime fue arrastrado a la oscuridad junto con los últimos escombros.

El tiempo pareció que se ralentizaba mientras Kaori miraba a Hajime caer a las profundidades de la tierra, con desesperación evidente en sus ojos. La conversación que tuvo anoche con Hajime se repetía en su mente una y otra vez.


Habían hablado bajo la luz de la luna, bebiendo la sub excusa de té negro de Hajime. Fue la primera vez que tuvo una conversación tan tranquila.

Recordó la pesadilla que había provocado su visita, y lo sorprendido que estaba Hajime cuando de repente apareció delante de su habitación. Incluso se había tomado su tonto sueño tan en serio. Y antes de que se diera cuenta, sus temores habían desaparecido y habían estado hablando alegremente de cualquier cosa.

Había regresado a su habitación en una nube, hasta que recordó que lo había visitado con un traje bastante atrevido, y se retorció de vergüenza. Segundos después se sintió un poco deprimida, pensando que no debía tener mucho encanto ya que Hajime no había reaccionado a su aparición en lo más mínimo. Y luego, también recordó cómo había intentado olvidar que todo esto había sucedido cuando vio la expresión exasperada de Shizuku.

Pero lo más importante, ella recordó la promesa que hizo con Hajime esa noche. La promesa de protegerlo. La promesa que Hajime había sugerido para aliviar los temores de Kaori. Ella repitió esa promesa en su cabeza una y otra vez mientras veía a Hajime ser tragado por el oscuro abismo.

Escuchó un débil y lejano grito, y luego se dio cuenta que era suyo, antes de volver a sus sentidos. Su cara se retorció de la angustia cuando la realidad de lo que pasó volvió a golpearla.

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“¡Déjame ir! ¡Tengo que ir con Nagumo-kun! ¡Se lo prometí! ¡Le prometí que lo protegería!
¡Déjame ir con el!” Shizuku y Kouki lucharon por contener a Kaori, que miraba a su alrededor y estaba lista para saltar al abismo. Luchó con más fiereza de lo que cualquiera hubiera pensado que era posible teniendo en cuenta su cuerpo delgado.

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Si seguía así, Kaori acabaría lastimándose. Sin embargo, definitivamente tampoco podían darse el lujo de soltarla. Si lo hacían, seguramente saltaría del acantilado sin dudarlo. Ella ya estaba más allá de cualquier sentido de racionalidad. El dolor había sobrepasado completamente su mente.

“¡Kaori, detente! ¡Kaori!” Precisamente porque comprendía lo que sentía Kaori, Shizuku no podía encontrar palabras para consolar a su amiga. Todo lo que podía hacer era seguir diciendo su nombre.

“¡Kaori! ¡No tiene sentido desperdiciar tu vida también! ¡Nagumo ya se fue! ¡Cálmate! ¡A este paso te lastimarás!” Esas fueron las mejores palabras que llegaron a la mente de Kouki. Sin embargo, también fueron las peores palabras que podría haberle dicho a Kaori en ese momento.

“¿¡Qué quieres decir con que ya se fue!? ¡Nagumo-kun no está muerto! ¡Tengo que ir a salvarlo! ¡Me necesita!” Era claro para todos los demás presentes que no había salvación para Hajime. Se había caído de un acantilado tan profundo que nadie podía ver el fondo.

Sin embargo, Kaori no estaba en un estado mental en el que pudiera aceptar ese hecho. Cualquier cosa que alguien dijera simplemente sería perjudicial y doblaría su determinación de saltar ella misma. Ryutarou y los otros estudiantes la miraban todos preocupados, sin saber qué hacer.

Fue entonces cuando el Capitán Meld se acercó a Kaori y le dio un golpe fuerte en la nuca. Tuvo un espasmo y luego cayó inconsciente. Kouki cogió a Kaori antes de caer, mirando enfadado al Capitán Meld todo el tiempo. Antes de que pudiera decir algo, Shizuku le cortó el paso y se inclinó ante el Capitán Meld.

“Lo siento. Y gracias.”

“Yo… no merezco tu agradecimiento. Pero no puedo permitir que nadie más muera. Todo el mundo, volvamos a la superficie lo más rápido posible… La dejaré a tu cuidado.”

“Me la habría llevado yo mismo, aunque hubieras intentado detenerme.” Kouki vio infelizmente al Capitán Meld irse, pero se quedó callado. Mientras Shizuku estaba quitándole a Kaori, ella suavemente le dijo lo siguiente.

“No pudimos detenerla, así que el Capitán Meld lo hizo por nosotros. Te das cuenta de que no tenemos mucho tiempo, ¿verdad?”

“El dolor de Kaori podría haber afectado la moral de toda la clase y, lo que es más importante, alguien tuvo que detenerla antes de que se lastimara… Ahora pon tu trasero al frente y abre un camino para nosotros. Tienes que tomar la delantera hasta que todos salgamos de esta… Nagumo-kun dijo exactamente lo mismo, ¿recuerdas?” Kouki asintió a regañadientes ante las palabras de Shizuku.

“Tienes razón, salgamos de aquí.”

Uno de sus compañeros había muerto delante de sus ojos. Eso había sacudido mucho a toda la clase. Todos miraban fijamente al abismo donde el puente había estado hace un momento. Algunos de los estudiantes se sentaron dónde estaban, gritando cosas como: “¡Estoy harto de esta mierda!” Justo como Hajime le había dicho antes a Kouki, necesitaban un líder que les guiara.

Kouki se volvió hacia sus compañeros de clase y levantó la voz.

“¡Todos! ¡Ahora mismo tenemos que centrarnos en sobrevivir! ¡Tenemos que retroceder!” Sus palabras empujaron lentamente a la clase a la acción.

Los círculos mágicos seguían escupiendo más Traum Soldiers. Sus números estaban siendo reabastecidos gradualmente. Una batalla frontal habría sido peligrosa, y además, no había necesidad de que pelearan más. Kouki gritó tan fuerte como pudo, instando a sus compañeros a seguir adelante. El Capitán Meld y todos los otros caballeros también trataron de inspirar un poco de vigor en los estudiantes.

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Era una escalera muy larga. Siguieron subiendo a través de la oscuridad, incapaces de ver hacia dónde conducían realmente las escaleras. A juzgar por su ritmo, ya deben haber subido más de treinta pisos. Incluso con la magia que fortalece el cuerpo, los estudiantes pronto comenzaron a cansarse. Ya estaban parcialmente exhaustos de su pelea anterior, así que la oscuridad interminable de la escalera debilitó su fuerza de voluntad.

En el momento en que pensó que debía detener al grupo para un breve descanso, el Capitán Meld vio una pared delante con un círculo mágico grabado en ella.

Todos los estudiantes comenzaron a verse un poco más esperanzados cuando el Capitán Meld se acercó con cautela a la puerta que estaba en el muro y comenzó a investigar. También pasó un [Fair Scope] sobre él.

Los resultados mostraron que era poco probable que fuera una trampa. El propósito del círculo mágico era apartarse de la pared, o eso parecía. El Capitán Meld cantó la inscripción en el círculo mágico, vertiendo su maná en él. Como el paso oculto de un ninja, la pared empezó a girar, hasta que reveló un pequeño pasillo que llevaba a la habitación que tenía delante. A su paso, los estudiantes se encontraron una vez más en el piso veinte.

“¿Lo logramos?”

“¡Lo logramos!”

“Lo hicimos… lo hicimos de verdad…”

Todos ellos suspiraron aliviados al ver finalmente el paisaje familiar del piso veinte. Algunos de ellos estallaron en lágrimas, mientras que otros simplemente se sentaron dónde estaban parados. Incluso Kouki se apoyaba contra la pared, y parecía que él también quería sentarse.

Sin embargo, todavía estaban en el laberinto. Aunque fuera un piso más alto, los monstruos podrían aparecer en cualquier momento. Por lo tanto, tenían que escapar del laberinto apropiadamente antes de poder relajarse por completo.

El Capitán Meld enterró su simpatía en algún lugar profundo y gritó a los estudiantes para que volvieran a levantarse, su cara ahora mostraba una actitud de comandante.

“¡Hey, patanes! ¡Dejen de acostarte! ¡Si se relajan aquí, estarán muertos antes de salir! ¡Ahora entren en formación, eviten el combate tanto como puedan, y vuelvan a tomar la ruta más rápida! ¡Vamos, sólo nos queda un poco de camino!”

Algunos de los estudiantes trataron de quejarse de por qué al menos no les permitía tomar al pequeño descanso, pero su mirada punzante los acobardó. El grupo se puso en pie a regañadientes. Kouki ocultó su propio agotamiento y volvió a tomar la delantera. Los caballeros hicieron la mayor parte de los combates en las pocas batallas que no pudieron evitar, y el grupo tomó la ruta más corta que pudieron para volver a la superficie.

Hasta que finalmente, la visión nostálgica de la puerta principal y el escritorio de la recepcionista se hizo visible. Aunque ni siquiera había sido un día completo desde que entraron, muchos de los estudiantes sintieron como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vieron.

Todos los estudiantes sintieron alivio cuando salieron a la calle. Algunos de ellos simplemente se tumbaron en el suelo, extendiéndose completamente justo fuera de la puerta. La mayoría de ellos estaban contentos de haber vuelto en una pieza.

Sin embargo, algunos de los estudiantes como Shizuku, que todavía cargaba a una Kaori inconsciente; Kouki; Ryutarou, que estaba mirando con preocupación a las dos; Eri, Suzu y la chica que Hajime había salvado, todos tenían expresiones sombrías.

La mirada de la recepcionista permaneció fija en esos estudiantes durante un tiempo, hasta que el Capitán Meld se acercó a ella para dar su informe.

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La trampa que habían descubierto en el piso veinte era extremadamente peligrosa. Aunque el puente había sido destruido, era posible que la trampa aún funcionara, por lo que era necesario informar al respecto. Junto con el hecho de que Hajime había muerto. El Capitán Meld luchó por mantener el dolor fuera de su cara, pero no pudo reprimir el suspiro que se le escapó.

Ninguno de los estudiantes tenía ganas de explorar Horaud, así que todos regresaron a la posada. Algunos de ellos charlaban entre ellos, pero la mayoría de ellos se fueron directamente a dormir, agotados por los acontecimientos del día.


Solo Daisuke Hiyama dejó la posada, encontró un rincón discreto de la ciudad, y se agachó, abrazando sus rodillas. Enterró su cara en sus piernas y se sentó allí, inmóvil. Si alguno de sus compañeros hubiera escogido ese tiempo para pasar, habrían pensado que simplemente estaba deprimido.

Sin embargo, la verdad era…

“Heheheheheh… Hee hee hee hee hee. Fue todo culpa suya. Porque ese maldito perdedor… engreído… fue un castigo divino. No hice nada malo… Todo fue por el bien de Shirasaki… Ahora ella… no tiene que perder el tiempo con ese perdedor… No hice nada malo… Hehehe.” Se rió malvadamente mientras justificaba sus acciones a sí mismo.

De hecho, era Hiyama quien había disparado aquella bola de fuego errante hacia Hajime.

Cuando Hajime corría hacia la escalera, Hiyama aún no había decidido qué hacer. Pero entonces había visto a Kaori mirando fijamente a Hajime, y sintió como si un diablo le hubiese susurrado al oído; nadie se daría cuenta si lo mataras ahora mismo.

Y así, Hiyama había vendido su alma a ese diablo. Lo había cronometrado perfectamente, asegurándose de que nadie se diera cuenta, y lanzó su bola de fuego a Hajime. Hubiera sido imposible darse cuenta de que era su bola de fuego en medio de esa tormenta de hechizos. Y la afinidad particular de Hiyama era con la magia de viento. No habría pruebas de que alteró su trayectoria, y nadie se daría cuenta.


Hiyama siguió intentando convencerse a sí mismo de que estaba a salvo mientras sonreía alegremente para sí mismo. Sin embargo, fue en ese momento que escuchó una voz detrás de él.

“Debí haber sabido que fuiste tú. Pensar que el primer asesino que conocería en otro mundo sería mi compañero de clase… Estás bastante podrido, ¿sabes?”

“¿¡Huh!? ¿¡Quién eres tú!?” Hiyama se dio la vuelta en pánico. La persona que estaba detrás de él era un compañero suyo. Más importante aún, era alguien a quien reconocía.

“Qué estás haciendo aquí…”

“Eso no es lo que importa ahora mismo. Entonces… ¿cómo se siente? ¿Ser un asesino? ¿Deshacerte de tu rival en el amor permanentemente matándolo en la confusión de la retirada?”

La figura se rió, como si estuviera viendo una comedia particularmente graciosa. Hiyama sabía que en realidad no era quién para hablar, ya que había cometido el asesinato, pero era increíble cuán desconcertado estaba su compañero de clase por la muerte de otra persona. Hasta hace unos momentos, la persona parecía tan agotada y conmocionada como sus compañeros de clase, pero ya no había ni rastro de eso.

“… ¿Así que así es como eres realmente?” Hiyama murmuró, totalmente perplejo.

La sombra se mofó con arrogancia de Hiyama.

“¿Cómo soy realmente? Por favor, no hay necesidad de darle tanta importancia. Todos enmascaran su verdadero yo de alguna manera. ¿Qué crees que pasaría si todo el mundo se enterara? ¿Qué pensarían de ti?”

“¿¡Qué…!? Nadie… te creería… No tienes ninguna prueba…”

“Tienes razón, no lo sé. Pero todos confían en mí, así que me creerán. Especialmente si te estoy acusando a ti, que causaste todo este desastre en primer lugar.”

Hiyama de repente se encontró acorralado. Su adversario se estaba burlando de él en ese momento, jugando con una rata ya atrapada. Nadie se habría imaginado este lado oculto de su compañero de clase, así que nunca se habrían puesto del lado de Hiyama. Hubiera sido mucho más creíble si alguien le hubiera dicho a Hiyama que la persona que estaba frente a él tenía múltiples personalidades. La expresión sádica que vio al mirar hacia él le causó escalofríos en la espalda.

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“¿Qué quieres de mí?”

“¿Hm? Ya, ya, no seas así. Estás haciendo que suene como si te estuviera chantajeando. En realidad, no quiero nada de ti ahora mismo. Supongo que, si tuviera que decir, me gustaría que te volvieras como mis manos y pies.”

“No quieres decir…”

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A Hiyama prácticamente se le pedía que se convirtiera en esclavo, así que naturalmente vaciló en aceptar. Quería rehusarse, por supuesto, pero sabía que, si lo hacía, la figura que tenía delante le diría a todo el mundo que Hiyama había matado a Hajime a sangre fría.

Atrapado entre dos elecciones inaceptables, Hiyama comenzó a pensar lentamente: Algún día te mataré a ti también. Sin embargo, parecía que su adversario se había anticipado incluso a eso y le tentó con la única cosa que Hiyama no podía resistir.

“¿No quieres hacer tuya a Kaori Shirasaki?”

“¿Huh? Lo que sea que hagas…”

Sus pensamientos oscuros desaparecieron en un instante, y Hiyama miró sorprendido con la boca abierta. La figura sonrió maliciosamente, y luego continuó derramando palabras dulces.

“Si me juras lealtad a mí… Te la daré a ti. Originalmente había planeado darle a Nagumo-kun esta oferta, pero… bueno, tú lo mataste, ¿no? Aunque supongo que eres más adecuado para estas tareas que él, así que todo está bien.”

“… ¿Qué estás buscando? ¿Cuál es tu objetivo?” Las palabras de Hiyama eran frenéticas porque aún no podía entender la situación.

“Fufu, mis objetivos no tienen nada que ver contigo. Déjame decirte que hay algo que quiero… ¿Entonces? ¿Qué será?”

Se había quedado como un tonto todo el tiempo, y Hiyama no podía soportarlo, pero su miedo ante la repentina transformación de su compañero de clase eclipsó en gran medida su irritación. Y de cualquier manera, se dio cuenta de que no tenía otra opción, así que asintió, resignado a su destino.

“… Te escucharé.”

“¡Ahahahahaha, perfecto! A decir verdad, no quería incriminar a mi compañero de clase. Bueno, llevémonos bien ahora, Sr. Asesino. Ahahaha.”

El chantajista se giró y volvió a la posada, riéndose de corazón. Hiyama vio cómo su pesadilla viviente se alejaba, y luego murmuró en voz baja: “Maldita sea…”

Por mucho que Hiyama quisiera olvidarlo, fingir que no había pasado, el recuerdo de lo que había hecho se negó a dejarlo. Y lo mismo podía decirse de la mirada de Kaori cuando vio caer a Hajime. Su expresión había mostrado sus sentimientos más claramente que cualquier otra palabra.


Una vez que sus compañeros de clase cansados hubieran descansado, ellos también se calmarían un poco y la realidad de la muerte de Hajime les golpearía. Y entonces, ellos también se darían cuenta de los sentimientos de Kaori. Que ella se había quedado con Hajime por algo más que la buena voluntad.

Una vez que se dieran cuenta de lo duro que había golpeado a Kaori, enfocarían su ira en la causa de ello. En la persona que descuidadamente los atrapó en esa trampa.

Hiyama tendría que ir con cuidado. O de lo contrario perdería su lugar entre ellos. Sabía que ya había cruzado una línea, así que no había forma de detenerse ahora. Mientras siguiera las órdenes de su compañero de clase, un futuro que él había pensado que ya no era posible, un futuro en el que Kaori fuese suya, podría seguir existiendo.

“Hehehe… Estaré bien. Todo saldrá bien. Yo no hice nada malo…” enterró su cara en sus rodillas una vez más, y luego volvió a murmurar.

Esta vez, nadie lo interrumpió.

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