Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 1

Capítulo 19: El Reloj de Arena del Dragón

 

 

Al día siguiente, pasamos por la tienda de armas.

—Hey, has venido, pequeño Héroe del Escudo.





—Entonces, ¿has terminado la armadura?

—Sí, por supuesto que lo he hecho. La he acabado hace un momento.

Sacó una pieza de armadura de detrás del mostrador.

Se veía agresiva y salvaje. Podía entender por qué la habían llamado Armadura de Bárbaro.

Las mangas estaban forradas con pieles mullidas, sin duda de los Usapils, y el pecho estaba formado por una pesada placa de metal. Las partes que no estaban cubiertas con chapas de metal estaban revestidas con piel de puercoespín. Puse mi mano dentro, y encontré que el interior estaba formado de dos capas de piel, y estaba relleno con plumas de PikyuPikyu.

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—… ¿Tengo que llevar esto?

Parecía algo como… algo como lo que un capitán pirata o el líder de una pandilla podrían llevar.

El nombre le encajaba bien, y creo que me haría ver como un verdadero cazador de cabezas apocalíptico.

—¿Qué está mal, muchacho?

—Nada… es solo que se ve… como algo que solo mala gente llevaría.

—Un poco tarde para quejarse de eso, ¿no crees?

¿Qué se supone que significaba eso? ¿Quería decir que todo el mundo pensaba ya que yo era el más bajo de los criminales?

Supongo que no estaba en posición de recuperar mi dinero, pero esto era un poco ridículo.

—Yo creo que te quedará bien, Naofumi-sama.

—Raphtalia… cállate.

Realmente se estaba volviendo habladora.

—Como sea, date prisa y pruébatelo.

—Ugh… Realmente me gustaría negarme, pero supongo que la has hecho para mí y todo… Oh bueno.

Fui hacia el probador y entré en él.

Él nunca había tomado mis medidas ni nada, pero me quedaba perfecto. Estaba sorprendido. El tipo realmente era un profesional. Debió haber juzgado mis medidas con solo mirarme.

Dejé el probador, y me puse delante de ellos.

—Bueno, tu cara está bastante bien, pero esa armadura hace que la mirada en tus ojos parezca peligros.

—¿Qué quieres decir con ’la mirada en mis ojos?

—Esa mirada malhumorada que tienes.

Geez, esta gente estaba empezando a molestarme.

—¡Yo creo que te ves genial, Naofumi-sama!

Raphtalia estaba radiante.

Le lancé una mirada desagradable.

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Si pensaba que podía hacer lo que quisiera, estaba equivocada…

—¿Qué ocurre?

Me pregunto, con normalidad. Como si no tuviese ni idea.

¿Acaso se crio en un cobertizo?

Oh, cierto, es una demi-humana. Podría tener una estética diferente a la mía.

Comprobé mi ventana de estado, y claramente: La armadura tenía tanta defensa como la cota de malla. En realidad, parecía ser algo mejor. Miré al viejo, y él me guiñó un ojo. Me pregunto si eso significa que la ha imbuido con algún efecto especial gratuitamente.

—Oh… Um… Gracias.

Siendo honesto, esto no encajaba con mi sentido de la moda, pero si las olas estaban llegando, necesitaba tener buen equipamiento.

O al menos eso fue lo que me dije a mí mismo.

—¿Entonces dónde iréis ahora?

—Ni idea. Parece que todos en esta ciudad están tensos.

—Probablemente porque las olas están llegando. ¿Pero dónde y cuándo aparecerán?

—¿Huh? ¿Queréis decir que no lo sabéis?

—¿Saber qué?

Si el dueño de la tienda de armas sabía y yo no, significaba que el país realmente no intentaba seriamente evitar el desastre. Los maldije a todos para mis adentros. Entonces me giré para escuchar lo que el tipo tenía que decir.

—¿Conocéis la torre del reloj del reino que está en la plaza?

—Supongo. ¿Te refieres a ese edificio al borde de la ciudad?

—Sí. Dentro de esa torre está el Reloj de Arena del Dragón. Cuando toda su arena caiga, los Cuatro Héroes, y todos los que vayan a combatir, serán enviados a la zona de la destrucción.

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—¿En serio?

Estoy seguro de que los otros héroes y esa mujer ya sabían todo esto.

—Yo no sé cuándo será, pero puedes ir a verlo por ti mismo.

—Supongo que tienes razón.

Si nadie sabía dónde o cuándo seríamos transportados… esa parecía ser una mala situación en la que estar.

Solo para estar seguro, será mejor que vaya a comprobarlo.

—Hasta otra, viejo.

—Claro.

—Adiós.

Le dimos las gracias, y nos dirigimos a la torre del reloj.

Era visible desde la mayor parte de la ciudad, pero cuanto más te acercabas, parecía volverse más y más grande.

Era un gran edificio, algo así como una iglesia con el techo en forma de bóveda, y la torre del reloj se extendía desde la cima de la bóveda. Las puertas del edificio estaban abiertas, y la gente entraba y salía como quería.

Había mujeres vestidas como monjas, y me lanzaron miradas de sospecha. Debían haber oído los rumores.

—Usted debe ser el Héroe del Escudo, ¿cierto?

—Sí. He oído que la hora está llegando, así que he venido a verlo por mí mismo.

—Muy bien, sígame.

Ella me guió al interior de la iglesia, y en el centro había un reloj de arena gigante.

Parecía medir unos siete metros de altura. Estaba cubierto con detalladas decoraciones que le daban un aura sagrada y mística.

Me hizo sentirme… nervioso.

Cuando lo miré, sentí un instintivo y poderoso choque de emociones corriendo por mi cuerpo.

La arena era… roja.

Estaba fluyendo hacia abajo en silencio.

Podía decir que se estaba quedando sin tiempo.

Escuché un agudo pitido, y un rayo de luz se disparó desde mi escudo para iluminar una joya que estaba incrustada en el centro del reloj de arena.

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Entonces un pequeño reloj apareció en el borde de mi campo de visión.

 

20:12

 


Esperé un momento, y sin ninguna duda, el 12 se convirtió en un 11.

Así que así es como funciona. Era una forma de mostrar el tiempo con precisión. Querían que tuviese en cuenta el tiempo cuando tomase mis decisiones.

Y ahora… si solo quedaban veinte horas, no había mucho que pudiese hacer. Si iba a recoger hierbas a los campos, me quedaría sin tiempo. Pero probablemente necesitaría algunas medicinas.

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—¡Woah, ¿es ese Naofumi?!

Entonces escuché, desde la parte trasera de la habitación, una voz que realmente no quería oír. Me giré para verlo, y ahí estaba el Héroe de la Lanza, Motoyasu, caminando hacia mí, acompañado por un grupo de mujeres.

No me gustaba este tipo. Quería matarle, aquí y ahora, pero me contuve.

—¿Te estás preparando para la ola?

Me ponía enfermo. Se paseaba con un aire condescendiente.

—Oye, ¿todavía estás luchando con esos trapos?

¿Qué demonios? ¿De quién creía que era la culpa? Era SUYA, y de esa mujer y su conspiración.

Motoyasu se veía como una persona totalmente distinta a como era hace tan solo un mes. Estaba claramente en un nivel más alto, y tenía un equipamiento mucho mejor. Era metálica y brillante, como si estuviese hecha de plata, y debajo de ella estaba llevando un hermoso conjunto de ropa carmesí. Seguramente estaba imbuida con todo tipo de habilidades fuertes.

A través de los huecos de su armadura, podía ver la cota de malla. Él estaba obviamente pensando en serio en su defensa.

La Lanza Legendaria había cambiado también. Ya no era algo frágil, la nueva lanza parecía despiadada y poderosa, y tuve que admitir que el diseño era bastante genial. Y la punta era… bueno, parecía afilada.

—…

No merecía la pena gastar mi aliento en él. Les di la espalda a él y al reloj de arena.

—¡Hey! ¡Motoyasu-sama está hablándote! Deberías escuchar.

Ahí estaba, la fuente de toda mi ira y sed de sangre. Esa mujer estaba hablando desde detrás de él, sacando la lengua, molestándome.

Haré que se arrepienta. Tenía que hacerlo.

—¿Naofumi-sama? ¿Quién es?

Raphtalia señaló a Motoyasu.

—…

En vez de responder a su pregunta, decidí largarme. Comencé a caminar.

Pero mientras lo hacía, vi a Itsuki y a Ren aparecer por la puerta.

—Geez.

—Ah, Motoyasu y… Naofumi.

Itsuki pareció molesto en el instante en que nos vio, pero rápidamente se recuperó y hablo suave y respetuosamente.

—…

Ren no dijo nada, solo se mantuvo frío y continuó caminando en mi dirección. Él también, parecía mucho más fuerte que la última vez que le vi.

Todos ellos tenían un grupo de gente siguiéndoles.

De repente, me di cuenta de que la habitación en la que está el reloj se había llenado bastante.

4+12+1.

Había 4 de nosotros, los héroes invocados. Después el reino había aportado 12 aventureros. Y por último estaba Raphtalia.

Con 17 personas en ella, la habitación se sentía apretada e incómoda.

—Um…

—Hey, ¿quién es la chica? ¡Es muy linda!

Motoyasu estaba señalando a Raphtalia. Él realmente deseaba a las chicas, ¿no?

Si incluso los propios héroes iban detrás de las niñas pequeñas, ¿había alguna esperanza para este país?

Engreídamente, caminó hacia Raphtalia, y comenzó a presentarse.

—Encantado de conocerte, querida. Soy uno de los cuatro Héroes invocados a este reino, y mi nombre es Motoyasu. Pensé que debía hacértelo saber.

—Oh… ¿Así que eres unos de los Héroes?

Él miró en lo profundo de los ojos de Raphtalia mientras asentía.

—¿Y cuál es tu nombre, chica?

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—Um…

Ella parecía confundida y perdida. Se giró para mirarme, y después volvió a mirar a Motoyasu.

—Ra… Raphtalia. Encantada de conocerte.

Ella estaba intentando comprender mi relación con él, parece ser. Estaba sudando.

Probablemente estaba pensando en abandonarme y correr al lado de Motoyasu.

Lo juro, lo único que quería era salir de allí. ¿Durante cuánto tiempo tendría que estar ahí siendo insultado por esa gente?

—¿Podría preguntar con qué propósito has visitado hoy este lugar? Estás usando una armadura bastante buena, y también llevas una buena arma.

—Las necesito para poder pelear junto a Naofumi-sama.

—¿En serio? ¿Con Naofumi?

Motoyasu me lanzó una mirada de sospecha.

—… ¿Qué?

—¿De dónde has robado a esta belleza?

Él era muy condescendiente.

—No encuentro ninguna razón por la que tenga que decirte algo a TI.

—Y yo aquí pensando que habías venido solo. Raphtalia, esta buena chica, debe estar mimándote mucho.

—Piensa lo que quieras.

Solo ver a esta gente, a estos estúpidos héroes y a esa mujer, me ponía enfermo. Me hacía odiar a todo este mundo.

Empecé a caminar hacia la entrada que Ren e Itsuki estaban bloqueando. Ellos se apartaron y me dejaron pasar.

—Te veremos cuando la ola llegue.

—Intenta no estorbarnos.

La fría reacción de Itsuki, como si fuese un empresario, y la desagradable y excesiva confianza de Ren, me ponían de los nervios. Les di la espalda. Luego me giré para ver a Raphtalia siguiéndome, con su mirada vagando entre la multitud mientras caminaba.

—Vamos.

—Oh. ¡Sí, Naofumi-sama!

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Cuando escuchó mi voz, volvió a la realidad, y volvió a ser tan energética como siempre.

Dios, me han dejado con el ánimo por los suelos.

Por fin abandonamos la habitación, después la ciudad, y continuamos por los campos de los alrededores.

—¿Na… Naofumi-sama? ¿Qué ha pasado?

—Nada…

—Um…

—¿Qué?

—No es nada…

Ella sabía que yo estaba irritado, pero mantuvo sus ojos en el suelo y me siguió en silencio.

… Un globo se lanzó hacia nosotros.

Raphtalia desenvainó su espada.

—Déjame hacerlo esta vez.

—Um… Pero…

—¡Está bien!

Raphtalia retrocedió ante mi furioso grito.

El globo estaba justo delante de mí.

—¡Toma ESTO! ¡Y ESTO!

¡Maldición! ¡Maldita seaaaaaaaaaaaa!

Seguí golpeando al globo para liberar mi ira, y lentamente volví a ser yo mismo. En la esquina de mi campo visual, el reloj continuaba avanzando.

 

18:01

 

Quedaban otras 18 horas.

¿Qué podría hacer en solo dieciocho horas?

No había nada que yo pudiese hacer… pero caminé por los campos, recogiendo hierbas medicinales y combatiendo globos.

Convertí las hierbas en medicina, e intenté prepararme para la ola.

Más tarde en ese mismo día, cuando volvimos a la posada, Raphtalia se acercó a mí y habló, titubeando.

—¿Naofumi-sama?

—¿…Qué?

—Esa gente con la que nos hemos encontrado antes donde el reloj de arena… Eran Héroes al igual que tú, ¿verdad?

—…Sí.

No quería pensar en ello. ¿Por qué me lo recuerda, después de todo el esfuerzo que he puesto en olvidarlo?

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—¿Puedes decirme? ¿Qué pasó entre vosotros?

—No quiero hablar de eso. Si quieres saberlo, ve a preguntar en el bar.

Incluso si yo decía la verdad, no era como si alguien fuese a creer en mí. Ella tampoco lo haría. Pero la mayor diferencia entre todos ellos era que Raphtalia era mi esclava. Si ella desobedecía mis órdenes, o intentaba escapar, o me atacaba, entonces la maldición de esclavo la heriría.

Cuando ella se dio cuenta de que no iba a hablar sobre ello, dejó de preguntar.

Durante el resto de la noche, hasta que nos quedamos dormidos, seguí haciendo medicinas. La ola legaría pronto.

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