Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 1

Capítulo 7: Cargos Falsos

Me arrastraron por la calle, y en poco tiempo llegamos a la entrada del castillo. Yo todavía estaba en ropa interior. Los caballeros mantuvieron sus lanzas apuntadas hacia mí mientras me llevaban a la sala de audiencias.

El rey y su criado estaban allí, ambos se veían muy serios.

Y entonces…

—¡Myne!

Ren, Motoyasu, Itsuki, y el resto de sus grupos también estaban allí. Cuando la llamé, Myne corrió detrás de Motoyasu y me apuñaló con la mirada desde detrás de su espalda.

—¿Qué demonios, Myne?

Todos me estaban mirando como si yo fuese algún tipo de criminal.

—¿Quieres decir que realmente no lo recuerdas?

Motoyasu dio un paso adelante y me interrogó.

¿De qué estaban hablando?

—¿Qué quieres decir? Recordar qué… ¡HEY!

Motoyasu llevaba puesta mi cota de malla.

—Así que fuiste tú… ¡ladrón!

—¿Quién es un ladrón? ¡No sabía que fueras tan sinvergüenza!

—¿Sinvergüenza? ¿De qué estás hablando?

Con mi estallido, me di cuenta de que sala de audiencias comenzaba a sentirse como un juzgado.

—A continuación, escucharemos los cargos contra el Héroe del Escudo.

—¿Cargos? Pero… ¡pero yo!

—Sob… sob… El Héroe del Escudo bebió demasiado, e irrumpió en mi habitación. Entonces él… me puso contra el suelo, y…

—¿Qué?

—Me puso contra el suelo y dijo, ‘La noche todavía es joven, nena’. Entonces empezó a arrancarme la ropa…

Myne estaba lloriqueando detrás de Motoyasu, y apuntó un tembloroso dedo en mi dirección mientras hablaba.

—Grité tan fuerte como pude y escapé de la habitación. Fue entonces cuando encontré a Motoyasu-sama, y él me salvó.

—¿Huh?

¿De qué estaba hablando?

La noche anterior, justo después de que Myne y yo nos separásemos, me fui directamente a dormir. Es por eso que yo no recordaba nada.

Me sentí mal al verla llorar. Pero me sentía demasiado confuso como para encontrarle sentido a lo que estaba pasando.

—¿De qué estás hablando? ¡Me fui a dormir justo después de que terminamos de comer!

—¡Mentiroso! ¿Si eso fuese verdad, por qué estaría Myne llorando de esta forma?

—¿Por qué te pones de su parte? ¿Y de dónde sacaste esa nueva y brillante cota de malla?

Todos se encontraron ayer, ¿verdad?

—Anoche fui al bar a tomar algo. Estaba sentado allí, solo, cuando Myne vino corriendo. Nos tomamos un par de copas juntos, y ella me dio esta cota de malla. Me dijo que era un regalo.

—¿Cómo?

Podía decir que esa era mi cota de malla.

Vale, puede que Myne tuviese su propia cota de malla y se la haya dado a Motoyasu. Pero era sospechoso, por lo menos considerando que mi propia cota de malla había desaparecido en el mismo momento.

Hablar con Motoyasu no me llevaría a ninguna parte. Decidí hablar con el rey, directamente.

—¡Eso es! ¡Su majestad! ¡Yo fui atracado! ¡Mi dinero, ropa, equipamiento todo excepto mi escudo ha sido robado! ¡Por favor, traiga a la persona que ha hecho esto ante la justicia!

—¡Silencio, canalla!

El rey ignoró mi petición.

—¡Cualquier acto de agresión sexual cometido contra la gente de mi reino, sin importar si es un bárbaro o un Héroe, será castigado – inmediatamente – con la muerte!

—¡Pero esto es un malentendido! ¡Yo no lo hice!

—Tuve un presentimiento la primera vez que te vi. ¡Estaba claro que te ensuciarías las manos, pequeño desgraciado!

—¡¿Desgraciado?! ¿Qué he hecho?

—Por supuesto que las cosas se han vuelto de esta manera. Lo sentí inmediatamente, que tú eras un poco diferente del resto de nosotros.

—Yo también. Incluso en ese momento, nunca pensé que caerías tan bajo. ¡Debes creer que estás autorizado a hacer todo lo que quieras!

—¡Esto no es todo sobre ti! ¡Muestra un poco de respeto!

Todos ellos ya estaban asumiendo que yo era culpable. Sentí como se me subía la sangre a la cabeza. ¿Qué demonios está pasando? ¿Qué demonio? ¿Qué demonios?

¡Ni siquiera sabía lo que estaban diciendo! ¡Nunca hice esas cosas! ¿Por qué estaba siendo castigado? Miré a Myne con desesperación. Aparentemente creyó que nadie más podía verla, porque sacó la lengua y se burló de mí.

Entonces entendí lo que estaba pasando.

Miré a Motoyasu. Podía sentir odio, negro y fuerte, revolviendo mi estómago. Apunté mi dedo en su dirección, y encontré mi propia voz sonando por toda la habitación, más alto de lo que esperaba que sonaría.

—¡Tú! ¡Tú tenías los ojos en mi dinero y mi equipamiento, así que hiciste todo esto para poner tus manos en mis cosas!

—¿Quién creería las palabras de un violador?

Motoyasu dio un paso adelante, escondiendo a Myne de mi vista, y sacó el pecho. Él estaba haciendo el papel del héroe valiente, Protegiendo a una chica indefensa que era la víctima.

—¡Mentirosa! ¡Tuviste los ojos puestos en mi dinero y equipamiento desde el principio! ¡Tú y tus amigos tuvisteis una reunión sobre ello, ¿verdad?!

Eso es lo que pasó: Motoyasu se lo había susurrado todo cuando nos encontramos por primera vez en el castillo. Le dijo que yo era una clase débil, que perdería seguro. Ella me convenció para comprarla buen equipamiento. Después de conseguir lo que quería, ella robó el resto del dinero y equipamiento, y corrió hasta el castillo como la víctima de una historia inventada. Ellos harían que me mataran, y después se irían con todo.

… Ese era su plan.

¡Además! Myne siempre me llamó Héroe, pero llamó a Motoyasu por su nombre. Si eso no era prueba suficiente, no sé qué lo sería.

En este mundo, supongo que un héroe era suficiente.

—¿Vienes a otro mundo y tratas así a tus compañeros? Eres basura.

—Estoy de acuerdo. Es muy difícil simpatizar con él.

Así que Ren e Itsuki no tenían problema con ponerse del lado de Motoyasu.

Por supuesto… Ellos habían sido socios desde el principio. El Héroe del Escudo era débil, así que querían deshacerse de mí, y aumentar su posición en el proceso.

Eran desagradables.

¿Podrían ser peores?

Pensándolo bien, parecía que ninguno, ni siquiera la gente de este mundo, habían mostrado algún deseo de confiar en mí.

¿Pero por qué? ¿Por qué debería luchar para proteger a esas ratas?

Deseaba que todo el lugar ardiera hasta las cenizas, todo el maldito mundo.

… Muy bien. No me importa. Simplemente mandarme de vuelta a mi mundo, y llamar a otro Héroe del Escudo. Eso lo arreglará, ¿no?

¿Otro mundo? ¡Ha! Menudo chiste. ¿Por qué tenía que malgastar mi tiempo en este sitio de mierda?

—¿Las cosas no van como querías, así que decides esconder la cola y huir? Qué débil.

—Concuerdo. No tienes sentido de la responsabilidad o justicia. Ignoras la misión que te ha sido encomendad, solo para atacar a una pobre chica… Eres terrible…

—¡Lárgate de aquí entonces! ¡Vete a tu casa! ¡No necesitamos gente como tú aquí!

Miré a Ren, Itsuki y Motoyasu como si pudiera matarles con los ojos.

Esto se SUPONÍA que sería DIVERTIDO. Pero lo han arruinado todo.

—¡Ya está bien! ¡Mandenme a casa!

El rey simplemente se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—Me encantaría mandarte a casa, pero las olas de la destrucción no lo permitirán. Nuevos Héroes solo pueden ser invocados una vez que los cuatro originales han muerto. Eso es lo que dicen las investigaciones.

—¿Q… Qué?

—Pero…

—Eso es… estás bromeando, ¿verdad?

Finalmente, los tres parecían sorprendidos por algo.

¿No había ninguna forma de enviarnos a casa?

—¿Quieres decir que no podemos volver a nuestro hogar?

Dame un descanso.

—¡¿Cuándo planeabas decírnoslo?!

Me liberé de los caballeros y de sus lanzas.

—¡¿Pretendes escapar, eh?

—No estoy huyendo.

Uno de los caballeros me golpeó.

Hizo un buen sonido, su puño. Pero no dolió. Ni siquiera me molestó. El caballero, sin embargo, parecía haberse herido el puño. Los estaba meciendo como si fuese un pollito mientras se alejaba de mí.

—¿Y bien? ¿Qué va a pasar, su majestad? ¿Cuál es mi castigo?

Moví los brazos para recuperar la circulación.

—En este momento, sois nuestra única defensa contra las olas que se aproximan, y por ello no serás castigado. Sin embargo, tus crímenes ya han sido escuchados por la gente. Ese será tu castigo. Dudo mucho que vayas a encontrar trabajo o ayuda en nuestro país.

¡Ah, muchas gracias!

Así que tendría que subir de nivel y enfrentarme a las olas de la destrucción.

—Te convocaremos en un mes, cuando las olas se aproximen. Tal vez seas un criminal, pero todavía eres el Héroe del Escudo. No huyas de tus responsabilidades.

—¡Lo sé! Soy débil, ¿es eso? ¡Mejor darse prisa!

Clink…

Ah, sí. Recordé el dinero que tenía escondido en la parte trasera de mi escudo.

—¡Mira! Esto es lo que querías, ¿cierto?

Lo saqué se su escondite. Eran las últimas 30 monedas de plata que tenía. Se las lancé a Motoyasu.

—¿Qué demonios? ¡¿Qué estás haciendo?!

No pensé que se burlaría de mí por llenar aún más sus bolsillos.

Dejé el castillo por la puerta, y mientras caminaba por la calle, la multitud a ambos lados de mí me señalaron mientras murmuraban entre ellos.

Los rumores circulaban rápido por aquí. Sería mejor ser cuidadoso con lo que digo, y a quien.

Entonces todo el mundo me pareció detestable. Repulsivo.

Y así perdí el respeto, la confianza, y mi dinero. Mi aventura acababa de comenzar, y ya lo había perdido todo.