Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 4: ¡Apoyando a Esta Princesa Guerrera!

Parte 3

―¡Rayo Atronador Sagrado!

Un rayo cayó como un destello de luz blanca en el centro del área de entrenamiento. Aquella descarga de luz cegadora vino acompañada de una fuerte racha de viento prácticamente al segundo de impactar.

―¡¿Ieeeeeeh~?!

El príncipe y yo empezamos a chillar mientras nos encontrábamos agachados en un rincón que formaban los muros exteriores del palacio. Una vez que el intenso rugido se acabó, lo único que quedó en el lugar donde cayó el rayo fue un gran montón de rocas.

Probablemente este es el tipo de magia que utilizaría el héroe de un videojuego contra el jefe final.

―¡Lo conseguí, Onii-sama!

Gritó eso y vino corriendo hacia mí con una sonrisa de alegría en el rostro.

Su oponente de hoy había sido un grupo de golems de piedra. El príncipe determinó que no serviría de nada un enfrentamiento de uno contra uno por muy fuerte que fuese el monstruo que consiguiera traer, de modo que decidió buscar la ventaja mediante el incremento del número de enemigos. Sin embargo…

―Bien hecho, no podía esperar menos de mi hermanita. ¿Qué te ha parecido eso? ¿Te importaría dejar de ponernos esas pruebas tan fáciles y darnos ya la cantidad completa de una vez?

―Tú… ¿Pero no estabas gritando a mi lado hace justo un momento? Es igual, dejando eso a un lado, si quieres recuperar los fondos de ayuda tendrán que seguir ganando. La cantidad que tienen ahora mismo acumulada son dos décimas partes y media, es decir, una cuarta parte del total. Y bien, ¿qué van a hacer ahora? ¿Quieren seguir retándome para conseguir más?

El príncipe nos mostró una sonrisa de superioridad, pero yo se la quité en cuanto saqué una moneda sin mediar palabra.

―¡Umf, tienes agallas! ¡No sé hasta qué punto llega tu suerte, pero yo soy un miembro de la familia real de Elroad! Toda la fortuna que poseemos la hemos conseguido gracias a jugar en los casinos. ¿Cuánto más crees que vas a poder seguir ganando si te arriesgas de esa manera? ¿No ves que solo tienes un cincuenta por ciento de probabilidades?

A pesar de lo que dijo, no me molesté en contestarle y lancé la moneda al aire. La recogí rápidamente al vuelo y la tapé con ambas manos para después separarlas y cerrar los puños…

***

―…Genial, ahora tenemos tres décimas partes del dinero que necesitamos. A este ritmo, recuperaremos la cantidad completa antes de que termine la semana.

―…¿Debería decir que era de esperar? ¿Cómo podría expresarlo…? ¿No crees que con la suerte tan infalible que tienes, la podrías emplear en hacer el bien por este mundo?

Le había vuelto a ganar al príncipe en un juego tan sencillo como era el de adivinar dónde estaba la moneda, y durante la cena estuvimos charlando sobre lo ocurrido en ese día.

―Kazuma-san, Kazuma-san, ¿podrías acompañarme mañana? Ven conmigo al casino, porfaaa. Solo será un día, y además te llamaré Kazuma-sama, ¿te parece bien?

―Ni hablar. De todas formas, ¿no perdiste ayer todo el dinero que tenías en las apuestas? ¿Entonces qué es lo que has hecho hoy exactamente para poder jugar?

Sí, no podía ser de otra forma con esta chica, llegó hace nada a la ciudad y ya se ha gastado toda la paga que le dio Darkness.

Perdió todo su dinero en los casinos, por lo que cuando me enseñó un saco de monedas que parecía pesar mucho con una expresión triunfante, yo me quedé sorprendido.

―Hoy he ido al gremio de aventureros de esta ciudad. Iris eliminó a muchos monstruos cuando estábamos de camino a aquí, ¿lo recuerdas? Yo, la sabia y astuta Aqua, me encargué de recolectar las partes más valiosas de los monstruos que ella iba dejando esparcidas por ahí.

―Entonces para conseguir todo ese dinero, lo que has hecho es vender las partes de los monstruos que mató Iris, ¿eh? Mira, no te voy a obligar a que se lo entregues todo, pero sí que tienes que darle al menos la mitad.

Cuando hice el gesto de querer quitarle el saco de las manos, Aqua se lo pegó inmediatamente al cuerpo y entró en modo defensivo haciéndose una bola.

―Umm, Onii-sama. Puesto que yo no soy una aventurera, a mí no me dejarían vender en el gremio los productos que se extraen de los monstruos. No me importa si se queda con el dinero…

―Como quieras, Iris. Pero si le consientes todo a esta chica, llegará un momento en el que intentará abusar de tu confianza.

Aqua se dio cuenta de que su saco sería confiscado si no hacía nada para impedirlo, de modo que se levantó rápidamente y adoptó una postura de combate. Justo cuando los dos nos mirábamos el uno al otro con ojos desafiantes, Megumin se metió en medio…

―Yo me encargaré de echarle mañana un ojo a Aqua, ¿vale? Si la dejamos sola puede que acumule una deuda en el casino que no sea capaz de pagar.

Si es Megumin de quien estamos hablando, entonces no habrá peligro de que acabe convertida en una adicta al juego. Supongo que Aqua ya es un caso perdido.

―Por mi parte ya no tengo nada más que investigar. ¿Qué podría hacer mañana?

Cuando Darkness nos pidió ayuda para decidir qué hacer al día siguiente, Aqua puso una expresión que parecía significar “¡eureka!” y se apretujó contra ella.

―Oye Darkness, si te aburres ven conmigo mañana. Como tengo más experiencia en los casinos, te enseñaré todo lo necesario para ganar.

―…No me estarás invitando para que te dé más dinero, ¿verdad?

Parece que sí.

Dejamos sola a Aqua cuando hinchó las mejillas de rabia dando la impresión de querer empezar a protestar…

―Es igual, pueden confiar en nosotros para recuperar los fondos de ayuda. A este ritmo vamos a dejar al príncipe sin pasta antes de darnos cuenta.

Iris y yo intercambiamos un gesto de asentimiento con la cabeza, y de ese modo, la tarea de cuidar de Aqua recayó en Darkness, aunque no parecía estar muy dispuesta a aceptarla.

***

No daba la impresión de que las cosas fueran a ser distintas de los demás días…

―¡Qué mal! ¡Te has equivocado de lugar!

―¡¿Por quéeeee?!

Iris y yo llevábamos una semana acudiendo al palacio para proseguir con nuestras “negociaciones”. Como no se pudo encontrar un oponente que fuera capaz de poner las cosas difíciles a Iris, al final su participación en las pruebas quedó eliminada por completo. Por tanto, todos los juegos donde teníamos que apostar las ayudas de dinero para la guerra dependieron de mí. A cambio de haber dejado a Iris fuera de la competición, el número de pruebas se incrementó a dos diarias. Una de ellas, la de adivinar en qué lugar se encontraba la moneda, era un juego bastante sencillo y con las mismas probabilidades tanto de perder como de ganar. Quizás eso fue lo que encendió la actitud de mal perdedor del príncipe hasta llegar a niveles extremos.

―¡Lo hemos vuelto a conseguir, Onii-sama, con este último juego, los fondos de ayuda para la defensa del reino se han restablecido por completo! Ahora lo único que nos falta es el presupuesto adicional que pretendía pedirle en un primer momento para dar el golpe final al ejército del Rey Demonio…

―¡E-Espera, espera! Esa ayuda es un “no” absoluto. Dejando a un lado la continuación de las ayudas destinadas para la defensa, si les entregamos partidas de dinero que se empleen en atacar al Rey Demonio, entonces los problemas nos empezarán a salir por todas partes.

Pensaba que querría continuar haciendo más apuestas con nosotros, pero inesperadamente ha resultado ser una persona prudente.

―Oye, ¿de verdad no te importa terminar nuestra competición perdiendo contra mí de esta manera? Como el príncipe de la gran nación de los casinos, Elroad, ¿te da igual haber sido apalizado en un juego de apuestas por alguien de quien no has dejado de reírte en todo el tiempo y al que consideras un tarado? ¿De verdad vas a aceptar esta humillación?

Traté de provocar al príncipe con algo de desesperación, pero lo único que hizo fue reírse entre dientes.

―Como si fuera a caer en una trampa tan burda. La razón por la que acepté estas apuestas fue porque en realidad no cambiaría nada aunque perdiese. Si hubiese ganado yo, podría haber anunciado públicamente los recortes en los fondos para las ayudas con una explicación justificada. Sin embargo he perdido, pero de todas formas la gente de mi país no quiere provocar al Rey Demonio. Por lo tanto no voy a concederles ayuda alguna que se vaya a utilizar con propósitos ofensivos.

Parece que al final no es un príncipe idiota y simplón como yo me creía. Supongo que entonces no hay más remedio; tendré que contarle el truco.

―¿Estás totalmente seguro? Quizás consigas ganar la próxima vez.

―Mira que eres torpe de mente. ¿De verdad me consideras tan estúpido como para creer que todavía tengo posibilidades de ganar después de haber sido derrotado tantas veces? ¿Pero quién te crees que soy? Estás hablando con el príncipe de la gran nación de los casinos, ¿sa… bes…?

La expresión serena que tenía hacía solo unos momentos se transformó en una de sorpresa y se quedó con la boca abierta. Estaba mirando mi mano derecha abierta completamente. Creo que no es necesario comentar que el príncipe perdió la apuesta al escoger mi otra mano.

―Onii-sama, ¿es posible que desde la primera vez que jugaste a esto, la moneda nunca haya estado en ninguna de las dos manos?

Aunque no llegó al mismo nivel que la del príncipe, la expresión de Iris también denotaba una gran sorpresa.

―Así es, mi lista hermanita. Todavía recuerdas lo que dije cuando sugerí por primera vez que apostáramos a este juego, ¿verdad?

―¿Lo que dijiste? Emm… “esta prueba es muy sencilla. Adivina dónde está escondida la moneda de cien eris”. Es eso, ¿no? …¡Ah~!

―¡Aah~!

Siguiendo el mismo razonamiento que Iris, el príncipe también se dio cuenta de dónde residía el engaño.

―Sí, la primera vez que jugamos a esto le dije que adivinara dónde estaba, ¿no? En ningún momento mencioné nada acerca de en qué mano la tenía escondida. Lo único que hice fue preguntar dónde estaba la moneda, ¡así que el truco estaba en que siempre me la escondía en el bolsillo de atrás del pantalón!

―¡Guah! ¡Cómo podía esperar de Onii-sama! ¡No hay nadie como tú cuando se trata de pensar en estrategias tan ratas como esa!

Le respondí a Iris por instinto cuando me miró con unos ojos radiantes.

―Estás intentando elogiarme, ¿verdad?

―Mmm, sí. ¿No?

Después de preguntarme sin estar muy segura de sí misma, Iris empezó a reírse. Mientras que yo estaba pensando en lo que me había dicho…

―¡T-Tú, sucio, sucio, sucio bastardo! ¡Y pensar que eras capaz de utilizar esos trucos tan sucios contra mí! ¡Eres un miembro de la realeza, ¿es que no tienes vergüenza?!

―Ninguna.

Vamos a ver, para empezar ni siquiera pertenezco a la realeza.

El príncipe comenzó a decir cosas bastante groseras al ver mi reacción.

―…¡Ku~, por eso los campesinos son tan~! Bueno, lo reconozco, a pesar de ser el príncipe de la gran nación de los casinos, he sido engañado por no haber sido capaz de ver tu truco. No te pediré que me devuelvas el dinero…

Al final no cayó en mis provocaciones.

―Es inútil que sigas intentando meterme en tu juego. Hemos acordado que mi país seguirá enviando dinero para apoyar a la defensa contra el ejército del Rey Demonio, sin embargo no vamos a aumentar más esa cantidad. No pienso seguir discutiendo más sobre este tema… Para ser exactos, el que pidió que se eliminaran las partidas de ayuda fue Ragcraft, ¿saben? La única razón por la que he aceptado jugar contra ustedes es porque no quiero casarme con una chica de pueblo. Bueno, es una vergüenza que al final no haya podido vencerlos, pero al menos me he divertido bastante.

Dijo esto sin tener en consideración los sentimientos de los demás…

―Pues nada, esto es un adiós. Rezaré para que puedan vencer al Rey Demonio, ¿vale?

Aunque se trataba de una despedida repentina incluso para él, el príncipe nos animó para que nos marchásemos.

***

―…Pues dicho esto, ahora lo único que quiero es hacer que ese mocoso malcriado sufra alguna que otra experiencia dolorosa.

―Genial, bien dicho, Kazuma. ¡No pienso permitir que Elroad, siendo un país que no sabe hacer otra cosa más que ganar dinero, se mofe del reino de Belzerg! ¡Le voy a dar a ese mocoso la paliza de su vida por haberse reído de Iris- sama!

Cuando volvimos al hotel, Iris se encerró en su habitación sintiéndose deprimida y frustrada por los resultados.
Sin que ella lo supiera, me reuní con el grupo de Darkness para discutir sobre el tema.

―Por mí no hay ningún problema, evidentemente. Umm, no me importa si se trata de atacar el palacio o cualquier otra cosa, pueden confiar en mí para la tarea. Aunque Iris es una subordinada, nadie tiene derecho a reírse de ella. Ningún miembro del Clan de la Magia Carmesí se quedaría parado viendo cómo se produce una injusticia así.

―Sinceramente no sé qué está pasando, pero si pude vender las partes valiosas de los monstruos fue gracias a que Iris los mató. Así que siempre y cuando no sea algo que dé mucho miedo, no me importaría ayudarlos, ¿vale?

De las tres chicas, dos se encontraban inusualmente motivadas. Y en cuanto a la que faltaba, no podía estar seguro de si tenía ganas de vengar a Iris o no, pero no pude reprimir las ganas de dar mi opinión delante de ellas…

―¡Ese mocoso estúpido, haré que se arrepienta de haberme mirado por encima del hombro, sea como sea…!

Hacía ya un tiempo que ideé un plan por si se daba la circunstancia de no conseguir los fondos para la defensa, pero igualmente había llegado el momento de ponerlo en práctica…