Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 4: ¡Apoyando a Esta Princesa Guerrera!

Parte 2

―¡Exterion!

―¡T-T-T-T-Tienes que estar de broma, ¿verdad?!

Un chillido resonó por toda el área de entrenamiento, y por supuesto no pudo venir de otra persona que no fuera el príncipe.

―Je, parece que has subestimado la fuerza de mi hermanita. Un monstruo del nivel de un simple grifo obviamente no es rival para Iris.

―¿P-Pero tú cuando viste al grifo en la jaula no empezaste a protestar a gritos diciendo “¡esto no es justo, va claramente en contra de las normas!”?

Grifos. Con su cuerpo del tamaño de una casa y la fuerza del viento que producían al batir sus alas capaces de levantar del suelo a caballos adultos y vacas sin problemas, se trataba de un monstruo gigante con cuerpo de león, alas y cabeza de águila. Es cierto que no estaba al nivel de un dragón, pero aun así no dejaba de ser un enemigo peligroso al que la gran mayoría de los aventureros temía encontrarse.

―¡Onii-sama, lo conseguí!

―O-Oh. No podía esperar menos de mi hermanita. Bien hecho.

Con una sonrisa radiante en su rostro, Iris vino corriendo a donde yo me encontraba dando saltitos. Aunque aún seguía algo sorprendido por lo que acababan de ver mis ojos, igualmente la felicité desde lo más profundo de mi corazón.

―Umm, príncipe Levi, volviendo al tema de nuestro acuerdo…

―¡L-Lo entiendo, lo entiendo! ¡Aumentaré los fondos de ayuda, pero apresúrate y guarda esa espada antes de que le hagas daño a alguien! ¡Deja de apuntarme con ella!

La princesa dejó salir un suspiro de alivio al oír la confirmación del chico que se encontraba al borde de las lágrimas. Sin embargo, lo que él dijo a continuación oscureció su brillante sonrisa.

―He dicho que lo aumentaré, pero no he especificado en qué proporción. Contando con la parte que prometí pagar ayer, la cantidad que voy a sumar será una vigésima parte de la suma original, lo que da un total del quince por ciento. Bien, eso ha sido todo por hoy…

―¡Ni hablar! ¡Por favor, sube la cantidad hasta dos décimas partes!

―Iih~, no me apuntes con eso… ¡Oye, te estás pasando! ¡La punta de la espada me está tocando la cara! ¡¿Acaso pretendes amenazarme?!

Iris se dejó llevar por la frustración y lo siguiente que hizo fue sacar su espada y acercarla a la cara del príncipe.

Bueno, no se le puede culpar por ello.

―No te estoy amenazando, tan solo quiero que negociemos…

―¡Entonces date prisa y quítame esa espada de la cara!

Quizás se debía a su orgullo como miembro de la realeza, pero el príncipe no titubeó a pesar de tener una espada delante de sus ojos. Eso sí, había empezado a llorar.

Pensaba que solo era un mocoso despreciable, pero parece que tiene más valor de lo que me esperaba. De todas formas en ningún momento ha dejado de vernos como tontos ignorantes. En ese caso…

―Entonces, ¿qué te parecería enfrentarte a mí?

Acabaré con ese orgullo que tiene.

―P-Pero si pierdo, entonces ¿quién…?

―¿Oh? No me malinterpretes, príncipe. Si, como acabas de ver, ni siquiera puedes vencer a mi hermana pequeña, entonces un duelo de estilo combate contra mí, que he enviado a innumerables líderes del ejército del Rey Demonio a la tumba y que ni todos los caballeros del país y los grifos son rival, dudo mucho que pudieras durar unos segundos. Ah, si ese fuera el caso supongo que no tendrías más opción que mandarme a un dragón.

El príncipe tragó saliva al escuchar lo que dije. Por otro lado, Iris, que conocía el verdadero alcance de mis habilidades, me miró con unos ojos que decían “¡¿pero qué está diciendo este hombre?!”.

En cierta manera me duele que me mires así, para, por favor.

―La clase de duelo de la que estoy hablando es un enfrentamiento en juegos. Dicho esto, tú eres el príncipe de la gran nación de los casinos, ¿no? Te tiene que gustar apostar obligatoriamente.

Cuando regresamos al hotel el día anterior, Darkness nos contó algo más de información referente al príncipe Levi. Al parecer este chico era muy aficionado a los juegos de azar y a las apuestas.

Elroad es un país que debe su riqueza totalmente a los casinos, por lo tanto se debería dar por hecho que los descendientes de sus fundadores también tienen una cierta adicción al juego.

―¿Un concurso de juegos? Me gusta la idea. Supongo que si ganan, querrán que aumente el presupuesto para la ayuda, ¿es eso?

―Sí. Pero además, cuando alguien gana una apuesta siempre queda la opción de hacer algo que se llama “todo o nada”, ¿verdad? Es decir, en caso de que yo gane te daría otra oportunidad de competir, pero apostándonos el todo por el todo. ¿Te gustaría que nos enfrentáramos en algo así?

El príncipe comprendió mis intenciones casi al instante. Puede que tuviera grandes habilidades de razonamiento.

Según la información que Darkness pudo reunir por la ciudad acerca de Levi, él era muy mal perdedor.

En lo que se refiere al combate no es muy útil, pero para realizar pequeñas tareas, la verdad es que Darkness resulta bastante aplicada.

Hablando de las chicas, se me ha olvidado decir que una de las dos restantes perdió todo el dinero que llevaba encima jugando en el casino; la otra regresó a la granja de patos que destruyó el día anterior y empleó el dinero que le había dado Darkness para pagar a los dueños y experimentar la diversión de cazar a los supervivientes.

Ninguna de las dos nos será útil en esta situación, lo mejor será que las dejemos a su aire de momento.

Tras un breve momento de pausa para pensar, el príncipe asintió con la cabeza.

―De acuerdo, si pierdo aumentaré las ayudas del quince al veinte por ciento de la cantidad original. Pero si tú pierdes, entonces ¿con qué piensas pagarme?

Mierda, se me olvidó pensar en qué apostaría yo. Su oferta está relacionada con los fondos económicos para nuestro país que estamos pidiendo, por lo que mi aportación no tendrá más remedio que ser igual de valiosa. Y algo que encaja con esos requisitos es…

―Entendido, a ver qué te parece esto. Si ganas, te daré un vale que podrás canjear por un masaje en los hombros que te dará mi hermanita personalmente.

―¡Lo haré lo mejor que pueda!

―¡¿Eres retrasado?! ¡¿Quién aceptaría algo tan simple?! ¡Tiene que ser dinero, dinero! ¡Me darás dinero o algo que tenga un valor parecido!

Si estoy intentando hacer una apuesta contigo es precisamente porque no tenemos dinero.

Entonces, Iris se sacó tímidamente algo del bolsillo que parecía ser importante.

―Umm, en el caso de que Onii-sama pierda, te prestaré esta libélula de bambú durante tres días seguidos…

―¡¿Pero no te he dicho ya que no vas a conseguir nada con ese estúpido juguete?! ¡Como si yo quisiera tener algo así!

Ah, ese el molinillo que le regalé hace un tiempo. ¿Se lo ha guardado como si fuera un tesoro importante, de verdad?

―Ah, así no vamos a llegar a ninguna parte. ¿Qué les parece si vuelvo a dejar los fondos para la guerra a cero en caso de que pierdas? No solo estoy hablando de una reducción, sino de eliminarlos por completo. Para empezar ya he estado dejándome llevar por sus caprichos bajo el nombre de “negociaciones” durante demasiado tiempo, así que un compromiso de este calibre ya estaba empezando a ser necesario. Independientemente de si siguen viniendo todos los días o qué porcentaje de los fondos originales hayan recuperado, si pierden aunque solo sea una vez, se quedaran sin nada. ¿Qué dices, todavía quieres continuar con ello?

El príncipe se rio de nosotros con desdén para intentar provocarnos.

Ya veo, si perdemos una sola vez, él podrá recuperarlo todo. Entonces estamos jugando a todo o nada.

“Bien jugado”, me dije a mí mismo.

Pero solo si sus oponentes no fuésemos Iris y yo.

―Muy bien, acepto. Ahora decidiremos en qué consistirá la prueba, ¿de acuerdo?

¿Estaba fuera de sus expectativas que aceptara tan rápidamente?

Mi deducción se confirmó cuando el príncipe se quedó con la expresión congelada. En ese momento saqué una moneda de mi bolsillo y se la mostré. Escondí las manos detrás de la espalda durante un breve momento y luego extendí los brazos hacia delante con los puños cerrados.

―Esta prueba es muy sencilla. Adivina dónde está escondida la moneda de cien eris.

―…¿Quieres decir que básicamente juguemos a puro azar? ¿Eres idiota? Ya es demasiado tarde para que te eches atrás ahora, ¿te enteras?

Cuando vio de qué se trataban los juegos con los que íbamos a apostar, el príncipe me miró con lástima. Pero Iris intervino de repente.

―¡Ahora que lo pienso, Onii-sama posee una suerte sin igual, ¿verdad que sí?! ¡Ya veo, entonces si dependemos del azar para ganar…!

―…¿Qué?

La frente del chico empezó a derramar una cortina de sudor. ¡Ahora ya no podía retirarse de la apuesta, así que miró con intensidad mis puños cerrados durante un rato y…!

―Esta… ¡No, esta! ¡Quiero esta mano!

Señaló a mi mano derecha. El príncipe ya había tomado su decisión, e Iris juntó las manos como si estuviera rezando para que no hubiese acertado. Cuando vi la mano que había escogido, se me dibujó una sonrisa de oreja a oreja y él se quedó con los ojos desmesuradamente abiertos a causa del miedo.

―¡Qué mal! ¡No estaba ahí!

―¡Noooooo!

Abrí la mano que él me había señalado, que por supuesto estaba vacía.

―¡Lo conseguimos, Onii-sama! ¡Con esta apuesta tan sencilla ahora tenemos una quinta parte de los fondos! ¡Una quinta parte!

Iris celebró nuestra victoria inocentemente. Por su parte, el príncipe pasó de la rabia a tener una expresión de serenidad y confianza.

―No se pongan tan contentos solo por haber ganado en el primer intento. A diferencia de ustedes, pardillos, yo solo tengo que ganar una vez para quedarme con todo. ¡Prepárense para lo que viene mañana!