Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 3: ¡Dándole su Merecido a este Prometido Insolente!

Parte 8

 

 

―¡Y-Yo se lo pido, tiene que haber alguna forma, por favor!

Iris, que hasta el momento mantuvo una conversación agradable con el primer ministro, levantó la voz de repente. Al entrar al palacio nos ofrecieron un cálido recibimiento exactamente como dijo el ministro, sin embargo, para un gran reino como era este, el banquete de bienvenida fue bastante austero.

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―Por mucho que me lo ruegue, no podemos hacer eso. Mi nación está atravesando problemas económicos en estos momentos. Por favor, mire qué recibimiento más ridículo. Aunque debíamos preparar un banquete para la princesa de un país con el que tenemos una alianza importante como es Belzerg, no nos ha quedado otra opción que recortar en gastos y ahorrar lujos prescindibles. Por eso, Iris-sama, por mucho que nos implore que le ayudemos, ya no tenemos la capacidad de asumir los costes de la guerra ni proveer más fondos para la defensa.

El primer ministro, que se estaba disculpando aunque sin parecer que lo sintiera demasiado, fue bastante rotundo con su negación. Aparte de nosotros, el príncipe, el ministro y unos pocos sirvientes, no había nadie más en aquel salón. En esa pequeña sala donde se estaba celebrando el banquete de recepción de la princesa, todos terminamos de comer y cada uno empezó a matar el tiempo a su manera.

―Permítame decirle que, por lo que he visto en la capital, no creo que los problemas económicos por los que están pasando sean tan graves…

Me puse de pie y comencé a dar vueltas por la sala con la intención de escuchar algo de la conversación. Sin embargo, por cómo estaban yendo las cosas, el ganador de esta reunión se hacía cada vez más evidente.

―No, son solo las apariencias que se tienen desde la perspectiva de alguien extranjero como usted. Todos los ciudadanos de este país están sufriendo, y por tanto no nos sobran recursos como para apoyar a otros…

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―S-Si ese es el caso…

Al oír estas últimas palabras del primer ministro, Iris bajó la cabeza claramente desanimada. Este podría haber sido el momento de Darkness para entrar en acción puesto que era una noble y sabía desenvolverse en esta clase de situaciones, pero por desgracia no tuvo la oportunidad de apartar su vista de las dos niñas problemáticas que comían y bebían sin que nada más en el mundo pareciese importarles.

Lo que significa que este es mi momento de brillar.

―Disculpen, ¿podría decir unas palabras?

―¿O-Onii-sama?

Cuando me entrometí en la conversación que estaban manteniendo los dos dirigentes, el primer ministro mostró una expresión de extremada desaprobación.

―Si no recuerdo mal, tú eres uno de los guardaespaldas de Iris-sama. Ahora mismo estamos teniendo una conversación muy importante, de modo que espera a que terminemos si no te importa.

―No, no, en realidad soy su hermano. Además, querría decir algo en calidad de su guardaespaldas.

El hombre, que hacía unos instantes me miró con unos ojos que decían “¿quién demonios es este sujeto?”, los abrió enormemente cuando comenté que yo era el hermano de Iris. De repente unos murmullos que decían “¿hermano? ¡¿Ese es el príncipe Jatis?!” comenzaron a oírse de boca de los sirvientes por toda la sala.

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―Ya veo. Iris-sama también te ha llamado onii-sama, por lo tanto eso significa que tú eres… Oí que supuestamente se encontraba luchando en el frente de batalla contra las tropas del ejército del Rey Demonio, por tanto debo entender que mi información era errónea. Por otro lado, ese pelo y ojos de color negro que posee… ¿Es posible que sus genes pertenezcan a una generación anterior de héroes?

El primer ministro parecía haberse hecho un malentendido por sí solo. La verdad es que no comprendí a qué se refería cuando dijo que mi pelo y mis ojos negros podían ser el fruto de un salto generacional o algo parecido, pero me resultó la excusa perfecta para poder intervenir en esta situación.

―Mi respuesta sigue siendo la misma, independientemente de cuántas de sus majestades vengan a solicitarnos ayuda, nuestro país sigue siendo incapaz de proveer más apoyo económico. De nuevo les transmito mis disculpas, pero por favor, renuncien a esta idea.

Lo dijo con un tono fuerte e insistente.

Quizás se ha puesto a la defensiva después de conocer mi identidad, pero…

―Entiendo… Iris, si así es como están las cosas, ¿por qué no vamos y le pedimos dinero al príncipe Levi? No le importa que le preguntemos a él, ¿verdad?

―¡¿Qu-?! ¿Pero no le he dicho que nuestros presupuestos ya están de por sí bastante ajustados? Además, todos los políticos de este país están bajo mis órdenes, de modo que aunque el príncipe se ofrezca a ayudar…

Delante del ministro, cuyo color de piel empezó a perder intensidad, me froté las palmas de las manos y me acerqué a su cara.

―Solo se trata de un rumor que he escuchado en la calle, pero por lo visto el príncipe tiene la última palabra en los asuntos políticos de este país, ¿me equivoco? Por otro lado, la gente normal de la calle está alabando tus buenas decisiones en el plano económico, ¿lo sabía? Dicen cosas como que sus negocios están marchando de maravilla gracias al Primer Ministro y otras cosas similares. ¿Qué, qué ha sido eso? ¿Que los negocios están yendo bien, dicen? ¿No tiene la sensación de que algo no encaja del todo con lo que acaba de contarnos?

Después de escuchar mis acusaciones, el primer ministro me miró con un desprecio difícil de superar.

―Entiendo. Por favor, discutan este asunto con el príncipe en persona, al parecer yo no tengo autoridad para decirle nada.


Terminó por darnos su aprobación para hablar con el príncipe, aunque no dio la impresión de que eso le supusiera un problema.

Muy bien, parece que las cosas están yendo mejor ahora, y ese príncipe también parece un idiota al que podré engañar fácilmente.

Iris y yo nos acercamos rápidamente a donde se encontraba sentado el príncipe. El primer ministro nos siguió de cerca, probablemente para supervisar la situación.

Seguro que va a intentar convencer al príncipe para que no ceda ante nosotros.

―Príncipe Levi, ¿cómo está? ¿Le importa si hablamos un momento?

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Iris le sonrió al chico, que en ese instante estaba conversando alegremente con sus sirvientes. En respuesta, su expresión relajada se transformó en una de desagrado y…

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―Ahora no es un buen momento, pero de todos modos, ¿de qué quieres hablar? Por mi parte no tengo nada que decirle a la princesa bárbara de Belzerg, ¿te enteras?

Cómo se atreve a decir esas cosas tan insolentes a Iris… Muy bien, voy a tener que dejarle un par de cosas claras.


―Oye tú, niñato, estás volviendo a decir cosas bastante graves a mi hermana pequeña, ¿eh? ¿Acaso sabes lo que son los modales? ¿Pretendes reírte de nosotros? Mira, esa no es la actitud que debería mostrar el prometido de una dama, ¿sabes?

―¡O-Onii-sama!

―¡¿Qu~?! Imbécil, ¿cómo te atreves a decir esas… ¿Onii-sama?

Iris me tiró del brazo para llevarme a un rincón del comedor.

―Onii-sama, no seas tan imprudente, por favor. Debo procurar los fondos para la defensa y las expediciones militares de mi país, si no, no podremos seguir recompensando a los aventureros por sus esfuerzos. Por favor, aunque solo sea por mí, ¿podrías contener tu agresividad?

―…Si eres tú la que me lo pide, no hay forma de que no te haga caso, ya deberías saberlo.

Conmovido por sus ruegos y por su mirada de cachorrito desde abajo, decidí suprimir la furia que se estaba gestando dentro de mí. Mientras tanto, el príncipe seguía charlando con sus sirvientes a cierta distancia, pero no me quitaba los ojos encima.

Probablemente les estará explicando quién soy. Aunque por supuesto no soy su hermano de verdad.

―Oh, discúlpeme por lo que le he dicho hace unos momentos. Cualquiera se enfadaría si ve que su hermana menor está siendo insultada delante de suyo, ¿no cree? Aunque es cierto que se ha reído de mi hermana, reconozco que yo también he cometido un error; espero que considere este tema, al igual que yo, agua pasada. Para próximas ocasiones, le advierto que esa miembro del Clan de la Magia Carmesí con pensamientos peligrosos y la sacerdotisa del Culto de Axis han estado a punto de estallar de ira, ¿comprende?

―¡¿Iih?! N-No, umm. Creo que yo también he hablado de más, así que consideremos este asunto zanjado.

El príncipe reaccionó de una forma ciertamente interesante. Quizás se encontraba extremadamente aterrorizado por la maga carmesí y por la religiosa del Culto de Axis.

Bien, aprovechemos la inercia de este momento para hablarle sobre el dinero.

Al advertir mis intenciones, Iris asintió en silencio y se dio la vuelta para mirar de nuevo al príncipe.

―Verá, príncipe, sobre los fondos en defensa y de apoyo a nuestras fuerzas…

―No.

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El joven monarca rechazó categóricamente la propuesta de Iris incluso antes de que esta pudiera acabar. Ya no quedaba ni un solo rastro de su expresión de terror anterior, como podía esperarse de un miembro bien entrenado de la realeza.

―Ya se lo he oído decir a Ragcraft. Mi respuesta está decidida: absolutamente no.

Eso es a lo que llaman ser una persona inaccesible [9].

―Umm, ¿le importa si pregunto el motivo? Si mi país no puede conseguir el apoyo económico necesario y termina siendo conquistado por el ejército del Rey Demonio, entonces el próximo objetivo que fijarán será su reino, ¿entiende?

―No tienes que preocuparte por eso, nosotros ya tenemos algunas ideas pensadas para evitarlo. En vez de participar en la guerra, a partir de ahora nuestro país no tendrá intenciones de oponerse al ejército del Rey Demonio. Por tanto será difícil pedirnos nuestra colaboración incluso si no está relacionada con asuntos de apoyo económico.


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―¡Pero eso es…! ¿Q-Qué quieres decir? Si lo que estás diciendo es verdad, ¿qué será de la alianza que existe entre nuestros reinos?

―Tenemos nuestros propios problemas. Podemos seguir siendo aliados, pero de ninguna manera vamos a provocar al Rey Demonio para que nos ataque. Ah, otra cosa, ahora que estás aquí aprovecho para decirte que quiero anular nuestro compromiso. Para empezar, mis padres lo decidieron por su cuenta y sin consultarme. Yo ni siquiera deseo casarme con una princesa del país de los bárbaros. Cuando me enteré de que allí las mujeres son más fuertes que los hombres, pensé que jamás podría sentir ganas de casarme contigo.

Durante un brevísimo instante… Iris mostró una expresión de alivio infinito. Tal fue la intensidad de esa emoción que sus ojos se llenaron inmediatamente de lágrimas. Sin embargo, en el instante siguiente, se acercó al príncipe y lo agarró por el cuello de la ropa.

―¡El matrimonio contigo no me importa lo más mínimo, pero como veo que te niegas completamente a ayudarnos…!

―Me da igual que te pongas a llorar o que te enfades, la respuesta sigue siendo un no. Si de verdad te consideras una miembro de la realeza, entonces… ¡Gu~ e-espera, para, no puedo respirar…! ¡Eh, te digo que pares…!

Como Iris no soltó al príncipe en ningún momento, su cara empezó a ponerse cada vez más pálida. Los sirvientes que los rodeaban se movieron rápidamente para hacer que lo soltara.

―¡Guejo~! ¡Q-Qué chica más salvaje! Como pensaba, tomé la decisión correcta cuando propuse anular nuestro matrimonio. Ya es suficiente, como veo que has terminado de decir todo lo que querías, ¡ahora largo de aquí!

El príncipe, con los ojos inundados de lágrimas por la angustia de no poder respirar, dio su veredicto final.

―…Entiendo.

Y cuando Iris bajó la cabeza desanimada, él puso una cara de felicidad.

―Muy bien, entonces…

―Volveré mañana.

Iris interrumpió al chico con una afirmación atrevida.

―…¿Eh?

Hinchó su pequeño pecho frente al príncipe, que se encontraba desconcertado, y pronunció las siguientes palabras:

―Mañana volveré a hacerle una visita. No, no solo será mañana, vendré a este palacio todos los días, uno tras otro y tras otro. Hasta que no consiga asegurar una partida económica de apoyo por parte de su país, pienso venir a visitarle tantas veces como haga falta.

Cuando vio los ojos de la niña mirándolo fijamente, el príncipe se quedó con la boca abierta de incredulidad. Pero eso solo duró un momento, porque entonces…

―¡M-Mira, haz lo que te dé la gana!

Cuando finalmente recuperó la compostura, dijo esto notablemente hastiado. Iris le respondió con una sonrisa para satisfacer el orgullo de quedarse con la última palabra.

―¡Por supuesto que lo haré!

Entonces me cogió de la mano y se dio la vuelta para marcharse, pero antes de que saliésemos de la sala, el príncipe dijo una última cosa mirando a nuestras espaldas.


―¡Eh, a partir de mañana solo podrás traer a un guardaespaldas! ¡Y no puede ser ni la chica del Clan de la Magia Carmesí ni la sacerdotisa de Axis! ¡Lo mismo va para la señorita maleducada de la Casa de los Dustiness, así que solo tienes permiso para traerte a ese hermano tuyo que parece ser un debilucho!

Nos puso esas condiciones para no quedarse en un puesto de inferioridad respecto a Iris.

 

 


[9] En japonés, esta frase (tori tsuku shima mo nai) se traduce literalmente como “ni siquiera hay una isla donde poder atracar”, que hace referencia directa a la actitud fría y reacia que tiene el príncipe. N. del T. en inglés.

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