Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 3: ¡Dándole su Merecido a este Prometido Insolente!

Parte 2

Esta era la primera vez que iba a un país distinto del que aparecí desde que llegué a este mundo. Pero no solo eso, esta metrópolis conseguía hacer que la ciudad donde había estado viviendo hasta ahora me pareciera un pueblo pequeño del campo. Y allí, en el reino de Elroad…

―¡Eso acaba aquí! ¡Toma esto!

―¡Tienes que estar de bromaaaa!

―¡Oooooh~!

Me uní en el último momento a una mesa donde se estaba jugando a las cartas y conseguí avanzar poco a poco en la clasificación sin sufrir derrotas importantes.

―¿Quién demonios es ese?

―¡Nunca lo había visto antes, pero es imposible que alguien tan habilidoso a las cartas como él haya pasado desapercibido hasta ahora!

Los testigos empezaron a murmurar entre sí después de presenciar mi racha ganadora desde cierta distancia.

―Ese asalto feroz e implacable que ha estado haciendo este hombre desde que se unió a la mesa… ¿Su forma de jugar no se parece a la de Katarina el Negro, de la que hablan los rumores?

―¡¿Qué, la leyenda?! No, pero yo había oído que Katarina el Negro era una mujer, por lo tanto sería “la Negra”…

¿De quién diablos están hablando?

―Espera, mira la forma en que ese tipo ha utilizado su combo. Puede que en realidad se trate de Kroad el Farsante…

―Es verdad, no se me ocurre ningún otro aparte de Kroad el Farsante que sea capaz de utilizar esa clase de faroles…

Vale, muy bien, pero ¿quién es Kroad el Farsante?

Este era un mundo alternativo donde a los aventureros más famosos se les concedía un apodo, por lo que tampoco sería muy extraño que los mejores jugadores de este país también tuviesen un alias. Allá en mi mundo, mis compañeros de videojuegos de internet también me ponían nombres como ese.

Sí, como Kazuma-san el Bastardo Afortunado o Kazuma-san el Maestro Carroñero y esa clase de sobrenombres insultantes…

…Una señorita se acercó a mí mientras me encontraba perdido entre mis pensamientos.

―¿Tú vas a ser mi oponente de esta noche? Fufu, nunca te había visto por aquí. Parece que eres bueno escogiendo las cartas, pero este no es un juego donde se pueda ganar únicamente con suerte, ¿sabes? Sí, aquí también hay que usar estrategias y argucias. Puede que hayas podido ganar a jugadores de nivel intermedio puramente a base de suerte, pero contra mí, que aquí me conocen por mi alias, encontrarás pronto tu final.

No diré cosas como “¿no crees que tener un apodo es un poco embarazoso?” ni ninguna otra clase de contestación que soltaría un idiota. Después de todo yo también soy un jugador, y hace bastante tiempo que no me siento tan emocionado por algo.

―Tu racha ganadora terminará aquí, y vendrá de la mano de una servidora, Marinaise la Telón de Acero.

Marinaise la Telón de Acero…

¡Esta chica que era claramente mayor que yo me dijo su nombre sin reparos, me dedicó una sonrisa encantadora y cogió una carta de la baraja…!

***

Mientras que caminaba por las calles observando aquella ciudad emocionante y nueva para mí, divisé un edificio desde el que muy a menudo se podían oír voces de ánimo y gritos. Me dejé llevar por la curiosidad y caminé en dirección a lo que probablemente era un casino. Tras un rato mirando las mesas como un espectador más, me di cuenta de que uno de los juegos de cartas que se estaba llevando a cabo en ese lugar se parecía mucho a uno que yo conocía [6], así que decidí unirme a la mesa cuando empezó la siguiente ronda.

Seguro que los japoneses que han renacido en este mundo son los culpables de haber hecho famoso este juego.

Como alguien a quien le gustaba este juego y que además podía decir que era un experto, en mi mundo, además aparte de la baraja estándar, me compré la versión premium que incluía un par de cartas especiales en ella. Y cabe destacar que yo fui el creador de una baraja de cartas atroz e infame que acabó siendo prohibida en Japón…

***

―…¡Mi turno! ¡Todavía es mi turno! ¡¡Este seguirá siendo para siempre mi turno!!

―¡Maldición! ¿Pero de qué va este hombre? ¡Ese combo ha sido demasiado cruel! ¡No hace falta seguir jugando, el resultado de esta partida ya está decidido!

―¡Existe un límite incluso en las derrotas humillantes! ¡¿Por qué ha tenido que pasarse tanto?! ¡¿Es que no está claro quién es el ganador?, la está masacrando!

―¡Mira, Marinaise la Telón de Acero está llorando! ¡Alguien tiene que detenerlo de una vez!

Continué disfrutando de la nostalgia que me daba este juego mientras la audiencia cuchicheaba a mi espalda.

―Por favor, acaba con esto, te lo suplico. Perdóname por haberme puesto antes tan prepotente.

La mujer a la que había vencido sin darle la oportunidad de hacer nada empezó a llorar y se disculpó conmigo.

―Ha sido una buena partida. Me gustaría que volviésemos a jugar en otra ocasión.

―Jamás. Por favor, dame un respiro.

Le ofrecí la mano para que nos diésemos un apretón al final de la partida, pero en cambio me puso en ella todo el dinero que nos habíamos apostado.

En efecto, esta seguía siendo la nación de los casinos, Elroad. Incluso un juego tan sencillo era susceptible de convertirse en uno de apuestas. Cuando se marchó la chica, me levanté y grité lleno de determinación a todos los presentes en la sala.

―¡El siguiente contrincante, por favor!

***

Una horas después salí del casino tras haber disfrutado de una racha ganadora sin final a la vista y me dirigí al siguiente lugar de interés. La verdad es que no tenía ningún destino en mente, pero explorar una ciudad desconocida me hizo sentirme muy emocionado.

Mientras jugueteaba de buen humor con mi bolsa de dinero ahora considerablemente pesada, empecé a notar un poco de hambre. Decidí ponerme a buscar por la zona un establecimiento apropiado para esta necesidad cuando…

―¡Kiaa~! ¡Que alguien me ayude~! ¡Parece que alguien se ha convertido en una momia mientras estaba en el baño de arena! ¡¿Hay alguien que pueda usar magia curativa por aquí?!

Vi un restaurante de pasta y paré allí para cenar.

―Bienvenido, ¿puedo preguntarle si ha venido solo? Si ese es el caso, siéntese en el sitio del mostrador que prefiera…

Me senté en un sitio cualquiera y le pedí a la camarera que me había seguido que me sirviera uno de los mejores platos. Mientras esperaba distraídamente a que terminasen de preparar mi comida, capté las voces de un grupo de hombres que se encontraban sentados en la mesa de al lado.

―¡Vaya, menuda recaudación que hemos tenido hoy! ¡Un brindis por Elroad!

―Tienes toda la razón. Si el negocio ya nos está yendo así de bien, seguro que al final todo saldrá a la perfección sin necesidad de esforzarse mucho. Me preocupé cuando oí que Su Alteza iba a salir en un viaje diplomático durante varios días, pero vaya, ¿no es el príncipe mucho más capaz de lo que pensábamos?

…¿Um? Me habían contado que este país estaba atravesando dificultades económicas. ¿Qué querrán decir con lo de “el negocio está yendo bien”?

También captó mi atención la parte donde hablaban de ese estúpido príncipe.

―Pero bueno, ya sabes, la razón por la nos va tan bien en el negocio es probablemente gracias a la administración del país que está llevando a cabo el ilustrísimo primer ministro. Aunque a ese idiota del príncipe le han dado la última oportunidad para aprender sobre asuntos de política, he oído que lo único que hace durante todo el día es jugar y divertirse.

―¡En vez de hacer un brindis por Elroad, sería mejor hacerlo por el Primer Ministro!

―¡Ooh, viva el Primer Ministro~!

Si me baso en lo que han dicho, entonces la persona que dirige los temas políticos de este país es el primer ministro… Un momento, ¿significa eso que el causante de que Elroad haya cortado las ayudas económicas en la guerra contra el Rey Demonio es él? Puede que haya tomado las riendas del país aprovechando que el rey no se encuentra aquí ahora mismo. He oído que el príncipe es más o menos de la misma edad que Iris, ¿no se supone que los miembros de la realeza en este mundo ya pueden participar en las decisiones políticas a esa edad? Bueno, seguro que no quiere hacerlo porque es un niñato infantil. Aunque cuando tenía la edad de Iris, mis padres siempre me regañaban por quedarme toda la noche jugando con el ordenador…

***

Después de salir del restaurante empecé a pensar en mi hermanita, a quien habíamos dejado sola en el hotel. Como me sentía algo culpable pensé que lo mejor sería comprarle un regalo.

No tengo ni idea de qué clase de cosas le pueden gustar a Iris. Creo que se pondrá contenta con cualquier cosa que le regale, pero al menos debo asegurarme de no comprar algo que resulte demasiado barato para la princesa de un reino…

―¡Eh, parece que hay una artista alucinante en Masheran!

―¿Masheran? ¿Te refieres a esa tienda donde solo puede permitirse comprar la gente más rica y elegante de la ciudad? Es imposible que una artista haya podido entrar ahí, ¿sabes?

―¡Deja de poner peros y ven conmigo! ¡Dicen que está usando los productos de la tienda como si fueran de su propio material!

Vi a dos hombres salir corriendo de una pequeña tienda y mis ojos se posaron inconscientemente sobre el cartel que había encima de la puerta. Al parecer se trataba de una tienda de accesorios. Entré y empecé a buscar algo que pudiera servir como regalo.

―Bienvenido.

La única persona que se encontraba dentro aparte de mí era el dueño, de apariencia poco sociable, que no se levantó de su silla al verme entrar y ni siquiera levantó la mirada del periódico que estaba leyendo.

Mientras buscaba por las estanterías vi una variedad de pequeños complementos que abarcaban desde collares hechos a mano para señoritas hasta rudos brazaletes para los hombres. Pasé al mostrador y allí vi unos cuantos complementos de aspecto considerablemente caros alineados detrás de la vitrina.

Si quiero comprar algo apropiado para una princesa tendrá que ser de aquí.

Por tanto comencé a buscar alguna joya que pudiera gustarle a Iris….

―¡¿Uguah~?! ¡¿Q-Qué ha sido eso, un terremoto?!

Ignoré los gritos del dueño silenciados por el ruido de una explosión que se había producido a lo lejos y de repente recordé algo…

Cuando me infiltré en el palacio con Chris, antes de huir con el collar también robé el anillo de Iris.

Aunque aún lo guardaba con el mayor de los cuidados, todavía seguía indeciso sobre si debía devolvérselo o no.

¡Eso es, le regalaré un anillo! En realidad no debería estar tan contento, ya que si ahora no tiene ninguno es porque yo se lo robé en primer lugar, pero me sentiré mal conmigo mismo si no hago nada al respecto. Aunque no sea el mismo anillo, quiero que lo tenga al menos como un sustituto temporal. Entonces está decidido, le regalaré un anillo. En cualquier caso comparé el más caro que tengan en esta tienda.

Sin embargo, después de buscar por todas las vitrinas, no pude encontrar ni uno solo.

―Perdone, señor, ¿vende anillos aquí? Cuanto más caro sea mejor.

―¿Anillos? Aquí no vendemos esa clase de joyas tan valiosas, ¿sabes? Como mucho tienes unos para niños por ahí.

El dueño, que hacía unos instantes se había sobresaltado por la explosión, señaló a un rincón de la tienda. Allí había unos anillos valorados en unos céntimos cada uno.

¿Será esto adecuado para una princesa? Y ahora qué, acabo de llegar a esta ciudad y no conozco ninguna tienda de artículos de clase alta. No creo que quede mucho tiempo para que los comercios empiecen a cerrar… ¿Qué debería hacer? Ah, da igual, le compararé este por ahora y se lo daré en caso de que no pueda encontrar nada mejor.

―¡Señor, deme un anillo de estos!

Me guardé el regalo para Iris en el bolsillo y salí de la tienda…

[6] Por la descripción del juego que hace más adelante, doy por hecho que se trata del famoso juego de cartas Yu- Gi-Oh! N. del T.