Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Capítulo 5: ¡Sellando el Destino de esta Diosa Malvada con una Explosión!

Parte 9

La ofensiva del ejército del Rey Demonio fue interrumpida a mitad de su misión, y la comandante que la lideraba fue derrotada. Normalmente este sería el momento de celebrar para los vencedores, pero tuvimos en cuenta las circunstancias de Megumin y todos decidimos dejarlo para otro día. A la mañana siguiente abandonamos la fortaleza después de despedirnos de todos los combatientes de una manera cordial y muy poco característica de nuestro grupo. Ahora mismo nos encontrábamos en el mismo hotel-balneario donde me había bañado con Wolbach en una etapa anterior de nuestro viaje. Me tumbé sobre la cama de mi habitación usando mis brazos para reposar la cabeza.

Ayer fue un día de muchas emociones, así que será mejor que me dé un baño y me vaya pronto a dormir. El problema es que ahora mismo las chicas están en los baños.

Desde una perspectiva puramente legal no había ningún inconveniente en que me bañara con ellas, sin embargo, cuando intenté hacerlo advertí un brillo de color carmesí en los ojos de cierta persona y salí de allí corriendo.

…Los peligros que hemos pasado en esta batalla no se pueden comparar a nada que haya vivido. A diferencia de nuestros enemigos anteriores, ella era más… ¿Cómo podría describirlo? Siempre había un lugar al que escapar. Esta vez estuvimos a punto de recibir el conjuro de explosión final, y ha sido una experiencia realmente aterradora. Bueno, a partir de ahora me aseguraré de no hacer enfadar a Megumin.

Mientras reflexionaba sobre lo sucedido en el día anterior, arrastré a Chomusuke para acercarlo aprovechando que había preferido seguirme a mí en vez de a las chicas.

…Por cierto, ¿al final qué o quién es este pequeñín? Wolbach desapareció sin dejar rastro, y aunque fue debido a magia de explosión, eso no debería haber aniquilado por completo a un comandante del ejército de demonios, al menos no hasta el punto de no haber dejado ni un solo resto. Lo único que quedó tras la explosión fue un cráter vacío con una forma muy bonita. Yo no quería ver el cadáver de esa onee-san, pero como tampoco apareció, ¿debería considerarme afortunado? Cuando Megumin liberó el conjuro y le dio las gracias me pareció ver sonreír a Wolbach… ¿O solo fue mi imaginación? Sí, creo que lo mejor es que me lo haya imaginado… Un momento, ¿esta bola de pelo no debería haber desaparecido también? Después de todo, su otra mitad fue destruida…

No pude adaptarme a la velocidad con la que se habían producido los acontecimientos. Hay que entender que detrás de lo ocurrido había muchas cosas que no comprendía, y por tanto mis pensamientos se convirtieron en un revoltijo. Estaba tratando de deshacer el enredo de mi cabeza cuando de repente Chomusuke me tocó con su nariz.

…No me importa que seas un dios o una diosa malvada. El único que puede tranquilizarme en este momento eres tú…

Chomusuke empezó a ronronear cuando le acaricié.

—Kazuma, ¿sigues despierto? Ya hemos acabado todas de bañarnos.

Alguien llamó a la puerta; era Megumin.

—¡Oh, gracias! ¡Iré ahora mismo!

No quise molestar a Chomusuke mientras descansaba apaciblemente, por lo tanto no me quedó más remedio que seguir tumbado en la cama. Entonces la puerta se abrió.

—…Así que estabas aquí, Chomusuke. Te he estado buscando, ¿sabes?

Entró en la habitación y sonrió al ver a Chomusuke tumbado encima de mí. No me esperaba que en ese momento cerraría la puerta y se sentaría en mi cama.

—Ahora estoy intentando relajarme un poco, ¿vale? Si no te importa, pásate por aquí un poco más tarde si quieres jugar con el gato.

—No he venido para jugar con él, es solo que pensaba que podía haberse escapado del hotel y quería asegurarme antes de salir a buscarlo. Pero ahora que lo veo así de a gusto contigo ya puedo estar tranquila.

A pesar de lo que dijo, Megumin alargó el brazo para tocar a Chomusuke mientras estaba tumbado sobre mi pecho. Entonces…

—…Oye, oye, ¿estás buscando pelea?

Megumin acarició al gato y se tumbó a mi lado, pero no solo eso, también empezó a acercarse a mí lentamente. Chomusuke saltó de encima de mí y se tumbó en el suelo como si hubiera podido leer la situación. Cuando le hice la pregunta de si quería pelear, dije eso porque me sentía desorientado, pero ella pareció ignorarlo y se metió debajo de las sábanas por completo como si quisiera ocultarme su expresión.

—¿Puedo dormir contigo esta noche?

Desde lo que pasó ayer, esta chica no ha querido salir de su habitación nada más que para bañarse… ¿Qué es lo que quiere de mí de repente? Las dos se conocían y Megumin acabó con la vida de la otra usando el conjuro que le enseñó; no es que no comprenda sus sentimientos, pero…

—…¿Que si puedes qué? ¿Qué has dicho? No sé qué estás tramando, pero te advierto que no soy el mismo de antes durante mi época de nini marginado… Ah, acabo de recordar una cosa: el primer día que nos quedamos en este hotel me prometí a mí mismo que si tú o Darkness intentaban provocarme con esos métodos tan sucios les seguiría la corriente sin importar lo que ocurriera después.

Hice esa pequeña broma para relajar el ambiente, pero los ojos de Megumin desprendieron un destello rojizo.

—Entonces puedo, ¿verdad? Quiero decir, he venido aquí precisamente por eso.

Y respondió con una risita.

…¿Pero en qué está pensando?

Su aliento chocando contra mi pecho empezaba a resultar demasiado caliente.

Ah, ¿qué está pasando de pronto? Ahora mismo no puedo evitar sentirme un poco nervioso… Tengo un problema muy gordo, esto ya no parece una simple broma… Si esto sigue así, mis partes bajas van a empezar a invocar magia de explosión.

—Oye, no sé si te has dado cuenta pero soy un chico joven, así que no hagas ese tipo de bromas. Si dices esas cosas delante de otros hombres, te aseguro que lo van a malinterpretar, ¿de acuerdo? He oído que hay unos hombres indeseables por ahí que se enamoran de las chicas con tan solo darles la mano, así que deberías tener más cuidado. ¿Me estás escuchando?

Tratando de dar mi mejor impresión con la voz aguda que me salió en ese momento, regañé a Megumin por haberse tumbado a mi lado. Pero entonces pasó sus manos por detrás de mi espalda y me abrazó con fuerza.

—Creo habértelo dicho ya, ¿verdad que sí?

No pude ver su cara, pero sí que pude escuchar con claridad su delicado tono de voz.

—…Tú me gustas.