Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Capítulo 5: ¡Sellando el Destino de esta Diosa Malvada con una Explosión!

Parte 8

Bajo la mirada expectante de aventureros y caballeros, salí junto a Megumin con Chomusuke en brazos y llegamos hasta donde se encontraba Wolbach. Fue difícil convencer a los aventureros de que no hicieran nada cuando estaban todos deseando entrar en acción, de modo que a cambio de dejarnos a nosotros la batalla final con la comandante les conté un pequeño secreto. Les dije que como ellos contaban con objetos trampa y su progreso de nivel había sido demasiado rápido, dejaron Axel sin haber reparado fuerzas en cierto establecimiento increíble que sin duda les habría gustado probar.

Sus objetos y habilidades de nivel desproporcionado no eran solo para aparentar, así que todos disponían de una fortuna comparable a las recompensas que se concedían por la caza de un comandante del ejército del Rey Demonio. Ellos podían gastarse su dinero sin rendir cuentas a nadie, así que no pude evitar sentir un poco de envidia.

Me giré para mirar a Darkness y a Aqua y vi que parecían estar a punto de decir algo, pero les aconsejé que se mantuvieran en silencio con un gesto sutil.

—Tú, así que tú realmente eres el descendiente del héroe, ¿verdad? Incluso has utilizado esa cosa tan terrorífica contra mí…

Fue la primera cosa que dijo Wolbach desde que llegó a las puertas de la fortaleza. En su tono era evidente la ironía, y su capa estaba hecha harapos.

—Eso no ha sido más que un producto de la civilización. Sin embargo nunca pensé que tendría un efecto tan devastador en una líder del ejército del Rey Demonio. Ahora que he visto lo que es capaz de hacer, debería considerar la opción de producirlos en cantidades industriales…

Provoqué a Wolbach mientras llevaba a Chomusuke en brazos.

—Dime, ¿por qué has venido aquí? El ganador de esta batalla ya ha quedado claro, así que ¿no crees que ya va siendo hora de que te retires? Si prometes dejar de perseguir a Chomusuke y no haces nada que nos convierta otra vez en enemigos, te dejaré marchar sin problemas.

Sabía que no iba a aceptar esta oferta, pero tampoco perdía nada por intentarlo.

—Es una lástima, pero si planeas producir esa cosa tan horrible en masa, no puedo permitir que sigas con vida. Además, tampoco puedo olvidarme de esa pequeña que llevas en brazos. Si no le extraigo el poder que lleva dentro y que fue mío en el pasado, desapareceré.

Levantó la mano derecha después de rechazar mi intento de paz. Ahora que tuve la ocasión de observar a Wolbach con un poco más de tranquilidad, me di cuenta de algo importante.

—…Así que eres algo así como un muerto viviente.

—Vaya, qué poco respetuoso por tu parte. Si me encuentro en este estado se debe a la pérdida de una gran parte de mi poder. Pero si esto sigue así, mi existencia acabará devorada por mi otra mitad.

Ha dicho su otra mitad, ¿se refiere al pequeñín que llevo en brazos? …¿Eh?

—Um, ¿puedo preguntarte una cosa? Si te doy a este gato, ¿de qué forma recuperarías tu poder? ¿Las dos se van a transformar en un solo ser?

Wolbach aceptó responderme a esta duda.

—No, tendré que destruirla con mis propias manos. Si me confío y bajo la guardia se descontrolará. Lo sé porque cuando nos liberaron de nuestra prisión, ella empezó a seguir su naturaleza salvaje y me causó muchos problemas, así que no tuve otra opción que bloquear la mayoría de su poder…

No comprendo los detalles, pero lo que sí ha dejado claro es que quiere hacerle unas cosas horribles a Chomusuke. Y como amante de los gatos no puedo permitir que eso suceda.

Megumin no había dicho nada durante toda la conversación, pero entonces intervino…

—Cuando Chomusuke y tú fueron liberados, ¿no viste a una niña pequeña? Una chica con ojos color carmesí, de aproximadamente unos cinco o seis años…

Asintió con fuerza su bastón y le preguntó de nuevo si la recordaba, aunque esta vez con más decisión.

—No recuerdo nada de eso.

Pero a pesar de haber respondido negativamente de una manera tan cruel, los ojos de Megumin no se apartaron de la mujer.

Esto no está yendo bien. Será mejor que cambie de tema y continúe preguntándole.

—…Wolbach, ya que ahora estamos hablando tranquilamente como ves, cuéntame otra cosa: ¿por qué te uniste al ejército del Rey Demonio?

Ella me contestó con una firmeza sobrecogedora.

—Si quieres saberlo, primero tendrás que derrotarme.

Repitió la misma frase de la otra vez con una sonrisa provocadora.

Como me imaginaba, esto tampoco ha funcionado. Parece que no hay ninguna forma de evitar la confrontación con ella.

—Ya deberías saberlo, pero esta chica también puede usar la magia explosiva. Lo que significa que, en el momento que se decida quién es la ganadora, será imposible que podamos seguir hablando.

—…Supongo que tienes razón, así que entonces…

Las comisuras de sus labios volvieron a dibujar una sonrisa.

—Puedes preguntárselo al Rey Demonio. Seguro que él te contará la verdad.

Comenzó a invocar su magia a pesar de estar haciéndolo con un tono de tristeza.

¡Maldición! ¡Pensaba que le estaba ablandando el corazón y por eso intenté conseguir más tiempo, pero ella pretendía atacarnos desde el principio!

Yo conocía lo rápida que podía ser Megumin completando su conjuro, pero como el enemigo se había adelantado, aunque empezase ahora, las probabilidades de que pudiera terminar antes que ella eran bastante bajas. Miré a Megumin y…

—…En realidad sí que te acuerdas de mí, ¿verdad?

Agarró su bastón con las dos manos. Vi que todavía no había empezado a realizar el conjuro y sentí como mi piel se puso pálida al instante. Justo cuando iba a agarrarle de la mano y salir corriendo de allí…

—Cuando estuvimos hablando esa otra ocasión aquí mismo con Yunyun, le hiciste una pregunta sobre su nombre de la siguiente manera: “…por cierto, tu nombre tampoco es un apodo, ¿verdad?”.

Pero Megumin me retiró la mano y continuó hablando con Wolbach sin hacer amago de querer moverse. Aún no había empezado con el conjuro…

—Hay una cosa que llevo queriendo contarte desde hace mucho tiempo, algo que quiero que veas.

Con la mirada fija en Wolbach, mientras ésta seguía pronunciando las frases de activación…

—La magia de explosión que me enseñaste ya ha alcanzado un nivel en que puedo controlarla sin necesidad de usar frases de invocación. Mi conjuro de explosión es más poderoso que el de ninguna otra persona que sepa usarlo.

…y entonces le dijo “gracias”.

—¡¡Explosión~~~!!