Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Capítulo 5: ¡Sellando el Destino de esta Diosa Malvada con una Explosión!

Parte 7

Habíamos escapado con vida por muy poco, de modo que Yunyun y yo nos dejamos caer al suelo cuando la teletransportación se hubo completado.

—¡Oye, ¿qué ha pasado ahí, Kazuma?! ¿La explosión de hoy no ha sonado más floja de lo normal?

Nos teletransportamos al centro del salón principal del fuerte. Darkness nos interrogó sobre la situación sin esperar a que nos levantáramos del suelo, y al igual que ella, todos los que advirtieron que ese día había ido algo mal en comparación con nuestro plan de siempre se juntaron corriendo en torno a nosotros.

—Oye Kazuma, ¿qué pasa? ¿Por qué tienes la cara pálida? ¿Es que esa diosa te ha dado una paliza? Jujuju.

La “diosa” Aqua se agachó a mi lado.

—Casi salimos volando por los aires con su magia de explosión, así que lo único que pude hacer fue tirarle el cartucho de dinamita que llevaba encima y escapar de allí. Ah, esta es la primera vez que siento que he tenido buena suerte de verdad.

Respiré profundamente y negué con la cabeza.

—…Eh, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás tan nervioso? ¿Acaso tu otra mitad está cerca de aquí o algo?

Chomusuke, que lo había dejado al cuidado de Darkness y Aqua, se subió a mis rodillas.

Si lo que dijo Wolbach es verdad, entonces esta pequeña mascota es la otra mitad de una diosa maligna. ¿Qué deberíamos hacer en esa situación…?

—Oye Kazuma, ¿con ese cartucho te refieres a la cosa que estabas fabricando en casa? Si la lanzaste y el sonido de la explosión se pudo escuchar desde aquí, eso significa que la diosa autoproclamada ha saltado en pedazos, ¿verdad?

…Tiene sentido, pero y ahora qué hacemos… Si la explosión se ha podido oír desde la fortaleza, significa que la dinamita no era defectuosa después de todo.

Sin embargo, aunque no sabía la fuerza con la que había explotado, no debería haber sido suficiente como para acabar con un comandante del ejército del Rey Demonio. Entonces…

—…¡Lo siento!

Megumin se había acercado a mí mientras me encontraba distraído con mis pensamientos….

—He estado fanfarroneando todo el tiempo desde que salimos de Axel, pero justo en el momento más importante no he podido realizar el conjuro. ¡Por favor, perdóname…!

…y se disculpó mirándome directamente a los ojos.

—¿Sucedió algo entre esa chica y tú en el pasado?

Me picaba la curiosidad y tuve que preguntárselo.

—…No puedo contártelo.

Megumin bajó la cabeza para evitar mi mirada. Su expresión indicaba que sentía mucho dolor, incluso parecía que iba a ponerse a llorar en cualquier momento. En cuanto a mí, me quedé sin palabras al ver lo emotiva que se había puesto.

Maldita sea, no debería haber hecho eso. ¡No, si Megumin de entre todas las personas que conozco ha dudado a la hora de atacar con Explosión, entonces tiene que haber una serie de circunstancias previas de bastante importancia, ¿verdad?! O mejor dicho, es impensable que no las haya. ¿Qué debería hacer…?
¡Parece que se va a poner a llorar…!

Dirigí una mirada de socorro a los que estaban observando la escena, pero no solo los aventureros giraron la cabeza, sino que incluso Aqua y Darkness evitaron el contacto visual a propósito.

¡Será posible, ¿es que estas chicas no me pueden dar ni un solo respiro…?!

En ese instante ocurrió algo inesperado.

—¡Eh, ¿no es esa Wolbach?!

Alguien gritó el nombre de nuestra enemiga. Llevados por la curiosidad, los aventureros se apretujaron delante de las ventanas del salón de audiencias. Por supuesto yo también hice lo mismo, y cuando seguí las miradas del resto de aventureros… Allí estaba Wolbach con el cuerpo totalmente ensangrentado y caminado lentamente en dirección a la fortaleza.

—¡No me puedo creer que esa Wolbach haya resultado herida hasta tal punto…!

—Te llamabas Satou Kazuma, ¿verdad? ¡No está mal, para nada!

—Se lo he oído decir a Aqua-sama; a diferencia de nosotros, tú no tienes ningún objeto o capacidad trampa, ¿no es así?

Los aventureros se dieron cuenta del alcance que había tenido mi ataque y empezaron a elogiarme, sin embargo, eso no me hizo feliz en absoluto. Aunque Wolbach era una mujer guapa, no por ello dejaba de ser nuestra enemiga. Tenía el puesto de comandante en el ejército del Rey Demonio, por tanto era una amenaza para toda la humanidad.

Sí, no hay por qué sentirse mal por ella. Después de todo lo hice en defensa propia…

Mientras trataba de resolver mi conflicto interno, alguien empezó a hablar con un tono de sorpresa.

—Miren, parece que ahora mismo se encuentra bastante débil, si salimos en este momento seguramente podremos acabar del todo con ella, ¿no creén?

Los aventureros provenientes de la Tierra se miraron entre sí, y aunque se mostraron dubitativos durante un instante, enseguida empezaron a darse ánimos.

—¡De acuerdo, en ese caso adelante! ¡Recordemos que las unidades de élite del Rey Demonio también han sido diezmadas!

—Aunque se ve que es una mujer muy atractiva, este no es momento para perder de vista nuestro objetivo.

—Si bajamos la guardia aunque solo sea por un momento, acabaremos muertos. ¡Eh, todos los que puedan luchar, preparense para salir ahí fuera! ¡Cuando acabemos con Wolbach podremos aprovechar la ventaja y eliminar del mapa a los que quedan!

Umf, así que eso es lo que piensan los aventureros. ¡Si le lancé el explosivo fue porque no tuve más remedio!

La gente empezó a salir poco a poco del salón. Tanto los aventureros como los soldados iban gritando por el interior de la fortaleza, aunque no daba la impresión de que estuvieran yendo a una batalla, sino más bien a una fiesta. Detrás de ellos se encontraban Aqua, que estaba tratando de seguir rápidamente al grupo hasta el exterior, y Darkness, que a diferencia del resto mostraba una expresión severa.

…En cierto momento, Darkness se giró un poco y me miró de reojo. En cuanto nuestros ojos se encontraron, ella asintió con la cabeza.

¿Qué? ¿Qué quieres decirme con eso? ¡¿Cómo quieres que resuelva esta situación?! ¿Pretendes que me encargue de Megumin ahora mismo aunque no sé ni por dónde empezar? ¡Es eso, ¿verdad?!

Megumin no mostró ninguna reacción cuando escuchó el aviso sobre que Wolbach había venido a buscarnos. En vez de ello, simplemente se quedó en el lugar donde había estado yo antes sentado en el suelo y sin moverse.

Ah, no se me da nada bien dar consejos en estas situaciones tan serias, ¡después de todo he estado viviendo sin tener que preocuparme nunca de nadie!

Mientras daba vueltas por la sala como si fuera un león enjaulado, Yunyun se puso delante de mí para decirme algo.

—Esa mujer… es una comandante del ejército del Rey Demonio y una diosa malvada.

Sus ojos comenzaron a brillar y sacó su varita mágica.

—Aunque me invitó a acompañarla en su viaje, a pesar de que me hizo tan feliz que incluso leí esa entrada de mi diario cientos de veces y no pude dormir durante un par de días arrepintiéndome de no haber aceptado su oferta…

Sus palabras serias nos llevaron a Megumin y a mí a no saber qué hacer.

—…Somos miembros del clan de la magia Carmesí, la sociedad de magos más fuerte que existe y que se fundó con el objetivo de oponer resistencia a los ataques del Rey Demonio. No importa lo que ocurra ni tampoco nuestras circunstancias, jamás debemos hacernos amigos de un líder de su ejército. Al fin y al cabo ese es nuestro destino.

Yunyun me dio un discurso con una actitud extremadamente solemne.

Supongo que después de lo que ha dicho no conoce las verdaderas identidades de Vanir y Wiz… Creo que no saldría con ellos de vez en cuando a divertirse si lo supiera…

Se dirigió hacia la entrada del salón de audiencias con su varita en la mano.

—Ya intercambié unas palabras con esa mujer en el pasado mientras viajaba en un carruaje, por lo que si va a ser asesinada por unos aventureros que no la conocen de nada, yo… y-yo… ¡yo preferiría que…!

Aunque no me cabe duda de que hizo todo lo posible para mantenerse fuerte, al llegar al umbral de la puerta no fue capaz de seguir conteniéndose. Empezó a temblar y las lágrimas le cayeron por la cara. Pero a pesar de sus apasionadas palabras, Megumin, que a diferencia de ella se sentía culpable por no haber hecho nada cuando nos encontramos con Wolbach, siguió en silencio. Recogió a Chomusuke del suelo y lo abrazó con fuerza; no había forma posible de saber lo que estaba pensando en ese momento, sin embargo sí fui capaz de comprender que había pasado algo importante entre la diosa malvada y ella. Pero no solo eso, también era evidente que era esa misma razón la que le impedía hacerle daño.

Entonces decidí hablar con Megumin.

—…Dime, ¿qué quieres hacer?

—…¿Eh?

Lo dije como si le estuviera preguntando a dónde le apetecía ir para pasar el rato… como si le estuviera invitando a dar una vuelta.

—La verdad, no sé lo que pasó entre ustedes…

Y me miró perpleja.

—Pero evidentemente tuvo que ser algo grave, ¿me equivoco? ¿De verdad piensas quedarte ahí viendo cómo acaban con ella?

—Esa mujer utilizará todo su poder si tiene la ocasión, y si pretende seguir persiguiendo a Chomusuke, entonces nuestras vidas correrán peligro, ¿entiendes? Por lo tanto yo no voy a detener a esos aventureros para evitar que maten a Wolbach.

Cogí a Chomusuke mientras decía eso, ya que probablemente nos sería de utilidad en la próxima batalla.

—¿No se supone que robar el momento de gloria es la especialidad del clan de la Magia Carmesí?

Megumin levantó la cabeza para mirarme a la cara. En ese momento sus ojos brillaban con fuerza, y al ver esa buena señal continué hablando.

—Si hay un enemigo al que te gustaría vencer personalmente, a mí no me importaría echarte una mano.